Introducción

Habitualmente los lectores de ficción no agradecen las introducciones cuando se sientan con lo que esperan sea un buen libro -especialmente cuando se trata de novelas con un suspense escalofriante-. Pero El Manitú no es una novela ordinaria.

En caso de que usted no sepa qué es un Manitú, no tengo intención de desvelarle las sorpresas de la trama de este libro, y ya se enterará muy pronto. Sea suficiente para mí decir, siendo alguien que ha tenido una considerable experiencia explorando el lado más oscuro de lo sobrenatural, que usted recibirá una buena ración de temblores y escalofríos cuando se interne en el relato que tiene delante.

Si usted tiene aprensiones sobre lo desconocido, sobre abrir puertas que produzcan terror que aparezcan contra su voluntad en sus pesadillas, deje este libro de lado y corra hacia el sol. ¡Inmediatamente! Como alguna droga que se introduce en la mente, tiene la habilidad sobrenatural de apoderarse de usted y sostenerlo firmemente entre sus garras desde el momento en que comience hasta que deje caer el libro de sus dedos temblorosos después que haya terminado la última página.

Cuando un individuo encantador, agudo y sofisticado como el autor Graham Masterton logra conjugar tantos horrores que surgen desde las últimas capas de su mente, yo me pregunto sobre el resto de nosotros. Ha podido tejer una red de terror y suspense tan persuasiva, dentro de un terreno bastante común y familiar, que a pesar de nuestro deseo de creer que tales cosas no pueden existir, a uno le corroe la duda y subsiste una desagradable tendencia a sentir un miedo hormigueante. Quizás ha descubierto algo que no hubiese querido tener nunca…, como Pandora.

Cuando se comienza a leer El Manitú es muy fácil pensar que se trata sólo de otra novela de misterio y suspense, pero como un fósforo ardiendo, una vez encendido, se pega a uno y lo envuelve, y se niega a detenerse hasta que uno ha sido consumido.

Para los amantes del terror, El Manitú tiene una ventaja múltiplemente prolongada. Al combinar los elementos como un maestro cocinero, el autor ha concluido algo con un gusto que es vagamente familiar, lo suficiente como para hacer que se lo devore con voracidad, y luego viene el darse cuenta que uno ha degustado algo muy especial.

Y ahora, para darle algo en qué pensar, aquí hay un hecho que puede parecer totalmente irrelevante, pero que le recomiendo apartar para su expediente de informaciones varias. Como cualquier manjar, puede mejorar el sabor con el tiempo. Un hecho: hace varios años un muchacho japonés de quince años desarrolló en su pecho lo que los médicos pensaron que era un tumor. Cuanto más crecía, más extraño se presentaba. Eventualmente se comprobó que era un feto humano. Esto sucedió en realidad, lo supiera o no Graham Masterton.

Así como El bebé de Rosemary nos dio una amenazadora visión de la mujer y Satanás, y El exorcista fue el titánico enfrentamiento entre las fuerzas del bien y el mal, El Manitú nos ofrece elementos de ambos, más los ingredientes agregados de una inteligente amenaza que por igual inutiliza los poderes de la cruz y de la ciencia moderna. En una combinación totalmente espantosa y única de terror entretejido con los conceptos familiares del horror manipula al lector en un cuento de sólido suspense.

BERNARD J. HURWOOD

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