Cuando un cometa se aproxima al Sol, la superficie del núcleo empieza a calentarse y los volátiles se evaporan.
Las moléculas evaporadas se desprenden y arrastran con ellas pequeñas partículas sólidas formando la cabellera del cometa, de gas y polvo. El cometa desarrolla una brillante cola que en ocasiones se extiende muchos millones de kilómetros en el espacio.
De ahí nuestra certeza en considerar el primer verso de la profecía de Oma como el anuncio de la llegada de un cometa.
El hada de los cielos peinará su cabellera plateada para recibirla.
Los recientes estudios de los observatorios americanos sobre los cometas Kohouetek y Hyakutake permiten considerar, en mi humilde opinión, que la llegada del cometa que la profecía de O vaticina está próximo, puesto que será único e irrepetible y por tanto no visitará más el Sol debido a la alteración extrema de sus órbitas originales por la acción gravitacional de los gigantes gaseosos del sistema solar exterior.