Me emociona mucho poder dar las gracias a las muchas y amables personas que me han ayudado a convertirme en autora publicada:
A mí divertida y decidida agente, Jenny Bent: no puedo expresar lo agradecida que estoy por lanzarme en este viaje.
A mi brillante editora, Jennifer Enderlin: un firme apoyo e inspiración en todo momento. Su orientación ha significado muchísimo para mí.
Al equipo de Saint Martin’s Press: son simplemente fabulosos y es un honor trabajar con gente tan cariñosa y de tanto talento.
A mis compañeras escritoras, sobre todo a mis amigas de Lowcountry Romance Writers of America -cada miembro tiene magníficas historias que contar- y a la división Beau Monde de RWA, en especial a Nancy Mayer y a Sue Pace.
Quiero dar las gracias en especial a Cherry Adair por escogerme en mi primera participación en un concurso de entre una pila de trabajos y enviarme a la conferencia nacional de RWA. Tiene el corazón más grande que el de nadie que haya conocido.
También me gustaría expresar mi gratitud a otras escritoras que me han inspirado con su asombroso talento, sabiduría, fortaleza y elegancia: Debbie Macomber, Jennifer Crusie, Nora Roberts, Jane Porter, Christina Dodd, J. R. Ward, Jayne Ann Krentz, Susan Elizabeth Phillips, JoAnn Grote, Sharon Brennan Wray, Susan Wiggs y Virginia Kantra. Hay más, tantas que no puedo nombrarlas a todas. Cada escritora que he conocido me ha regalado algo de sí misma, aunque solo sea la certeza de que compartimos alegrías y penas que únicamente los escritores conocemos.
Por supuesto, sin mi familia nada de esto habría sido posible. Un saludo muy especial para mi hermana Kristin, que me hizo un regalo fraternal, mi primer ordenador, para que pudiera escribir mis historias en cualquier parte. Mi esposo Chuck y mis hijos, Steven, Margaret y Jack, me han proporcionado innumerables abrazos, palabras de aliento y tazas de té. El resto de mi familia, por ambas partes, también me ha dado su apoyo incondicional. ¡Os quiero a todos!