4. NED

Algunas impresiones rápidas antes de que este viaje nos cambie para siempre. Pues nos cambiará, eso seguro. Miércoles por la noche. A ¿…? de marzo. Estamos entrando en la ciudad de Nueva York.

TIMOTHY. Rosa y dorado. Cinco centímetros de grasa rodean unos músculos espesos. Imponente y macizo. Si hubiera querido, podría haber jugado de defensa. Ojos azules y episcopales, burlones. Desarma con una sonrisa. Ademanes de aristócrata americano. ¡Pelo cortado a cepillo! ¡En los tiempos que corren! Es una forma de decirle al mundo que no tiene más dueño que sí mismo. Hace lo posible por darse un aire indolente y perezoso. Un gato gordo. Un león dormido. Hay que desconfiar del león dormido; corriendo es más rápido que lo que sus víctimas llegan a pensar.

ELI. Negro y blanco. Delgado y frágil. Dos centímetros más alto que yo, pero, no obstante, no es alto. Ojos brillantes, labios finos y sensuales, un poco de papada, greñas prolongadas en bucles asirios. Piel muy blanca: en su vida ha visto el sol. Una hora después de afeitarse, necesita hacerlo de nuevo. Vello en el pecho y en las nalgas; si no fuera tan delgado, le daría un aspecto viril. No tiene gancho con las mujeres. Puede que yo llegara a algo con él, pero no es mi tipo: demasiado parecido a mí. Impresión general de vulnerabilidad. Inteligencia viva y hábil, no tan brillante como él cree, pero lejos de ser tonto. Es el prototipo de estudiante de historia medieval.

YO. Amarillo y verde. Un ágil y pequeño marica, ligeramente torpe, pese a la agilidad. Pelo castaño claro, enmarañado y tieso. Frente despejada, de hecho, cada día más despejada. «Te pareces a Fray Angélico», me dijeron dos chicas diferentes la misma semana. Seguro que porque asistían a la misma clase de arte. Es cierto que tengo una ligera pinta de clérigo. Por lo menos, eso decía mi madre, viéndome ya como un amable párroco reconfortando corazones destrozados. Una pena, madre, pero el Papa no quiere tener nada que ver con nosotros. Las chicas, sí. Intuitivamente, saben que soy marica, y, sin embargo, se me ofrecen; como desafío, imagino. Lamentable. ¡Qué derroche! Soy un poeta honesto y un mediocre novelista. Si tuviera valor suficiente para ello, intentaría escribir una novela. Creo que moriré joven. Siento en mí las exigencias del romanticismo. Para ser consecuente con mi personaje, debo considerar constantemente el suicidio.

OLIVER. Rosa y dorado, como Timothy; sin embargo, ¡qué diferencia! Timothy es brutal y sólido como una roca. Oliver es una columna labrada. Físico improbable en un estudiante de primero: un metro ochenta, espalda ancha, caderas estrechas. Proporciones perfectas. Fuerte y silencioso. Sabe que es atractivo, pero no le da ninguna importancia. Granjero, nacido en Kansas. Rasgos abiertos, sin doble intención. Pelo largo, muy rubio, casi blanco. Visto de espaldas, tiene pinta de mujer grandota, salvo las caderas, que no tienen nada que ver con el aspecto general. Sus músculos no están tan marcados como los de Timothy, sino que son alargados y planos. Su placidez campesina no engaña a nadie. Tras el destello tranquilo de sus ojos azules, se esconde un espíritu lleno de avidez. Vive en el hervidero neoyorquino de su imaginación, tejiendo ambiciosos planes. Sin embargo, una noble luz emana de él. Si pudiera, sólo por una vez, embeberme en esa luz…

Nuestra edad: Timothy, veintidós el mes pasado. Yo, veintiuno y medio. Oliver, veintiuno en enero. Eli, veinte y medio.

Timothy: Acuario.

Yo: Escorpión.

Oliver: Capricornio.

Eli: Virgo.

Загрузка...