[1] Publicada por esta misma editorial.

[2] Del latín, «anuncio».

[3] Años mas tarde, Bernardo de Claraval, al redactar su «Elogio de la nueva milicia templaria» para dotar de una Regla a esta orden, emplearía exactamente esas palabras al tratar de describir los verdaderos objetivos de la Ordo Pauperum Commilitonum Christi Templique Salomonici.

[4] Nueve de la mañana.

[5] Del latín, «Templo del Señor». Los cruzados conocían por ese nombre a la «Cúpula de la Roca» situada dentro del recinto del antiguo Templo de Salomón, en Jerusalén.

[6] De Jacob.

[7] 2 Samuel, 24.

[8] La Osa Mayor.

[9] Del latín, «Escalera de Dios».

[10] European Remote Sensing.

[11] Siglas del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Toulouse.

[12] Del inglés, «agujeros negros».

[13] «¡Este lugar es terrible!», Génesis 28, 17.

[14] Etnia local, de tradición druídica, que habitaba las regiones próximas a Chartres antes de su cristianización.

[15] Tiendas de lona, características de los cruzados franceses.

[16] Servicio de correos francés.

[17] Del latín, «cabeza».

[18] Mediodía.

[19] Del latín, «maestro cantero».

[20] No debe confundirse a este Juan de Jerusalén con el rey francés del mismo nombre, que en 1210 se proclamó soberano de Tierra Santa hasta 1225. Cuando el futuro rey nace en 1148, el Juan al que se refiere este relato está ya muerto. La precisión es importante, pues casi todos los textos históricos que se refieren a Juan de Jerusalén lo harán al monarca y no al templario que nos ocupa.

[21] Llegados plenamente al año/ mil que sigue al año mil,/ El hombre conocerá el espíritu/ de todas las cosas,/ La piedra o el agua, el cuerpo/ del animal o la mirada del otro;/ Habrá penetrado los secretos/ que los dioses antiguos poseían/ Y empujará una puerta tras/ otra en el laberinto de la vida/ nueva.

[22] Según esta leyenda, recogida por el historiador francés Michel Lamy en su libro La otra historia de los templarios (Martínez Roca, 1999), esas torres se encontrarían distribuidas en los actuales territorios de Irak, Níger, Siberia, Siria, Sudán, Turkestán y los Urales.

[23] Por si todavía hay algún lector desprevenido que cree que Louis Charpentier es un mero recurso literario, quizá sea ya el momento de proporcionar su bibliografía completa tal como ha sido traducida al castellano: El misterio de Compostela (Plaza & Janes, 1973), El misterio de la catedral de Chartres (Plaza & Janes, 1976), Los gigantes y el misterio de los orígenes (Plaza & Janes, 1976) y Los misterios templarios (Ediciones Apostrofe, 1995). Aunque traducidos tardíamente, sus obras -y sus claves- llevan ya años a disposición del lector. Dicho queda.

[24] En efecto, este misterio arquitectónico es rigurosamente histórico. Si se sitúan sobre un mapa de la Borgoña las abadías de Autun. Châlon-sur-Saône, Beaune, Arnay-le-Duc, Saulieu, Quarré les-Tombes y Vézelay, obtendremos una figura muy similar al Gran Carro. Cierto es que su similitud es más tosca que la obtenida con las catedrales de Virgo, pero todo hace pensar -como dice François Bremen- que se trató de «ensayos» previos al gran Plan de Virgo. En el caso de Vézelay. por cierto, esta basílica se correspondía con la estrella más periférica del brazo del carro, es decir, con la estrella Eta de la constelación, también conocida como Benetnasch («plañidera»).

[25] No es éste un detalle superfluo. Los antiguos tenían especial cuidado en orientar sus templos hacia los cuatro puntos cardinales, porque de esta manera creían que los situaban en el centro del universo visible, conviniéndolos en una suerte de punto geodésico que marca el lugar donde convergen cielo y tierra.

[26] En Chartres, desde tiempos de Carlomagno, se veneraba una curiosa reliquia: la sancta camisia o túnica de la Santísima Virgen. Un rectángulo de tela que fue traído desde Bizancio, y que Carlos el Calvo entregó a la iglesia del burgo en el 876.

[27] Del latín, «luz».

[28] Se trata de un libro de origen incierto -probablemente egipcio- que en siglos posteriores será traducido con el nombre de Picatrix. Un error renacentista le otorgó ese título, que en realidad parte de la errónea traducción del nombre del autor del tratado, cierto sabio árabe cuya identidad real es la dada por Gluk en estas líneas.

[29] Así llamaban en tierras celtas a la Fuerza subterránea que creen atraviesa toda la Tierra, formando una red energética poderosa. La representaban como una serpiente (la woivre) a la que representaban como líneas en zigzag o serpientes enroscadas a columnas, en sus templos y tumbas.

[30] Del celta, «roble».

[31] Deben consultarse las obras de Robert Bauval El misterio de Orión (con Adrián Gilbert. Emecé, 1995) y Guardián del Génesis (con Graham Hancock. Planeta/Seix Barral, 1997).

[32] Del latín, «está entre nosotros».

[33] La pregunta de Gabriel desvela uno de los enigmas más ásperos del Antiguo Testamento. Me refiero, claro está, al pasaje del Génesis (32, 24-32) en el que Jacob se enfrenta durante toda una noche con un ángel. Tras forcejear sin descanso, al llegar el alba el ser divino le pidió al patriarca que le dejara marcharse. Éste consintió sólo si era bendecido por el extraño y le revelaba su identidad. El ángel accedió a lo primero, pero no a lo segundo, y le dijo: «No te llamarás en adelante Jacob, sino Israel, pues has luchado con Dios y con hombres y has vencido». Como digo, se trata de uno de los episodios más misteriosos de la Biblia.

[34] Rey Zoser de la III Dinastía.

[35] Del latín, «Arca de la Alianza».

[36] Todos estos prodigios son relatados con mayor o menor detalle en el Midrash, comentarios seculares que los judíos recogieron sobre el Antiguo Testamento y que hoy son un valiosísimo complemento para comprender ciertos aspectos historícos de las escnturas.

[37] Del latín «puerta del cielo».

[38] Éxodo 24, 17-18.

[39] Éxodo 25, 10.

[40] Éxodo 25, 17

[41] Éxodo 25, 23.

[42] Éxodo 25, 31.

[43] La medalla original, en efecto, se encuentra en el Gabinete de las Medallas de la Biblioteca Nacional de París, etiquetada con el número 3 del grupo de «medallas talismánicas» de la colección. Es de bronce rojo con aleación de cobre y cinc, y partículas de antimonio y plata.

[44] Otro miembro de la familia Médici, por cierto.

[45] Más información sobre este combate milenario en otra obra de Javier Sierra, La dama azul, pp. 265-270.

[46] Del latín, «llave».

[47] Uno de los grandes enigmas que rodean a la orden templarIa es, precisamente, el de su culto a una extraña cabeza a la que llamaban Baphomet. Su existencia se descubrió tardíamente, durante el proceso abierto contra los caballeros en el siglo XIV. El verdadero significado de la palabra Baphomet está codificado en la propia estructura del sustantivo, mediante el uso de un ingenioso sistema hebreo llamado Atbash. El método es sencillo: todas las letras del alfabeto hebreo se colocan en dos líneas paralelas, de manera que cuando haya que codificar una palabra se sustituirán las letras que la forman por sus equivalentes en la línea opuesta. Descifrarlo será muy sencillo recurriendo a las líneas paralelas de nuevo. Pues bien, si trasladamos la palabra Baphomet a letras hebreas y la descodificamos con el código Atbash, obtendremos el vocablo griego Sophia. Esto es, sabiduría. Este sistema se empleó mucho para cifrar los célebres rollos del mar Muerto y otros documentos de naturaleza gnóstica, que también viene de un término que significa sabiduría, «gnosis».

[48] Del latín, «libro de profecías».

[49] Nueve de la mañana.

[50] Hoy, Estella (Navarra).

[51] Génesis 6, 1-3.

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