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Me despierto antes de que la alarma del reloj deje de sonar y me quedo mirando al techo, mientras intento encontrarle un sentido a todo lo que ha pasado en los últimos días. Todo parece inverosímil e imposible. ¿Realmente ha ocurrido todo eso? Aún no puedo dejar de preguntarme si todo esto no es el resultado de la jodida y exaltada imaginación de la gente o si realmente está ocurriendo algo más siniestro y extraño. En la fría luz de la mañana es difícil comprender todo lo que he visto y oído. Estoy intentando convencerme a mí mismo para ponerme en marcha, levantarme y prepararme para ir a trabajar. Pero entonces recuerdo lo que vi ayer en Millennium Square y me invaden los nervios y la incertidumbre cuando me golpea de nuevo esa realidad.

No tiene sentido seguir en la cama. Lizzie y los niños siguen durmiendo. Afuera aún está oscuro pero me levanto y trasteo por la sala de estar. Miro por la ventana. El coche de los vecinos de arriba aún no ha regresado. ¿Qué ha ocurrido allá arriba? Mi mente empieza a divagar y a jugarme malas pasadas. ¿Había un Hostil arriba? Me aterroriza pensar que mis hijos hayan podido estar tan cerca de uno de ellos. Me obligo a recordar las palabras de Lizzie cuando nos despertamos. Tengo que ignorar lo que le ocurra a cualquiera y concentrarme en mantener segura a la gente que está en mi casa.

El piso parece más frío que antes y la baja temperatura me hace sentir más viejo. Tomo algo para desayunar y me siento delante de la tele. Miro unos dibujos animados. No puedo asumir nada más serio. Aún no.

Estoy a medias de una cuenco de cereales secos y no puedo comer nada más. No tengo demasiado apetito. Me siento inquieto y no puedo dejar de pensar sobre lo que pasa ahí fuera. ¿Qué demonios está pasando? Pienso en todos los acontecimientos inconexos que he presenciado y los cientos -probablemente miles- de incidentes que han ocurrido en otros lugares. Nadie puede vislumbrar ninguna conexión y sin embargo, ¿cómo pueden no estar conectados? Eso, decido, es el aspecto más terrorífico de todos. ¿Cómo puede tanta gente, con vidas tan diferentes, empezar a comportarse tan irracional y erráticamente en un período de tiempo tan corto?

Miro el reloj y me doy cuenta que debería estar preparándome para ir al trabajo. Mi estómago empieza a revolverse cuando pienso en llamar y hablar con Tina. Dios sabe lo que me va a decir o lo que yo le voy a explicar. Quizá ni llame.

La curiosidad y la aprensión sacan lo mejor de mí. Finalmente transijo y cambio a las noticias. La mitad de mí quiere saber qué está pasando hoy, la otra mitad quiere volver a la cama, meter la cabeza bajo la almohada y no levantarse hasta que todo haya pasado. Y eso me lleva a plantearme otra pregunta sin respuesta: ¿cómo acabará todo? ¿Esta oleada de violencia y destrucción sencillamente desaparecerá o seguirá creciendo y creciendo?

El canal de noticias de la tele parece diferente esta mañana y durante un rato no puedo decir por qué. El decorado es el mismo y la presentadora me resulta familiar. No reconozco al hombre sentado a su lado. Debe ser un sustituto. Supongo que el presentador habitual no se ha presentado a trabajar. La mitad de la plantilla no apareció ayer en mi oficina. No hay ninguna razón para que las cosas deban ser diferentes para la gente que trabaja en la tele, ¿o no? Excepto, quizá, por el hecho que a ellos les pagan muchísimo más que a mí por hacer muchísimo menos.

Otra vez están repitiendo las noticias a intervalos regulares. Parece que sólo están repitiendo los titulares, introducidos por los dos presentadores. No hay noticias de deportes, espectáculos ni economía, y los reportajes que estoy viendo son similares a los que hemos visto con anterioridad. Ninguna explicación, sólo la información básica. De vez en cuando se interrumpe la repetición, cuando uno de los presentadores entrevista a alguien con autoridad. A lo largo de los días he visto que entrevistaban a políticos, líderes religiosos y otras personas. Saben recitar el discurso y la mayoría de ellos también saben estar delante de las cámaras, pero ninguno de ellos puede disimular el hecho de que conoce tan poco de por qué está ocurriendo esto como nosotros. Y hay otras personas que habría esperado que entrevistasen pero que han brillado por su ausencia. ¿Qué ocurre con el primer ministro y con otros políticos de primer nivel? ¿Por qué no dan la cara? ¿Están tan ocupados gestionando personalmente la crisis (lo dudo) o pudiera ser que ya no estuvieran ocupando el cargo? ¿Podrían ser Hostiles el jefe del gobierno o el jefe de policía?

El presentador está diciendo que las escuelas y las empresas siguen cerradas cuando lo interrumpe un movimiento súbito frente a la cámara. Él levanta la mirada cuando una figura desaliñada con una carpeta en las manos y llevando auriculares aparece. Se trata de una mujer alta y esbelta que camina hacia atrás, hasta que está justo delante de la mesa de los presentadores. ¿Es la productora o la directora o algo así? Se inclina un poco para asegurarse de que la cámara la toma bien.

– No sigan escuchando toda esta basura -está diciendo, su cansado rostro desesperado y cubierto de lágrimas-. Sólo les están contando la mitad de la historia. No hagan caso de nada de lo que les digan…

Y desaparece. Hay más movimiento a su alrededor antes de que desaparezca la imagen y la pantalla se quede en negro. Después de una espera de unos largos e incómodos segundos vuelve la emisión. Se trata de un reportaje sobre protección personal y seguridad que he visto al menos cinco veces.

¿Qué es lo que no nos están contando? La mujer parecía desesperada, como si durante días hubiera buscado una oportunidad para hablar.


He llamado a la oficina hace unos minutos pero no hubo respuesta. Me sentí aliviado cuando no tuve que hablar con nadie, pero entonces empecé a asustarme de nuevo, cuando pensé qué mal debían estar las cosas para que nadie haya ido a trabajar.

No hay nada que hacer, excepto sentarse en el sofá, delante de la tele, y contemplar cómo el mundo se hace pedazos.


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