27

No estoy seguro de a qué hora me fui a dormir. Estuve tendido en la cama durante horas intentando (y fracasando) encontrar un sentido a todo lo que está pasando. Durante la noche debo de haber mirado el reloj despertador un centenar de veces o más. He visto cómo se escurría cada hora…

– Papá.

Aún estoy medio dormido pero Ed me despierta. Me siento con rapidez. ¿Qué va mal? ¿Qué está ocurriendo? Me froto los ojos e intento enfocarlos en la cara de mi hijo. La habitación está oscura pero me parece que está bien. Miro a un lado, y veo que Lizzie sigue durmiendo a mi lado en la cama. Ella también parece que está bien.

– Papá -repite, molesto porque no le he contestado.

– ¿Qué ocurre? -murmuro-. ¿Están bien tus hermanos?

Asiente. Lo que me tiene que decir obviamente no tiene nada que ver con Ellis o Josh.

– La tele se ha estropeado -gruñe.

Me dejo caer en la almohada, aliviado. ¿Eso es todo? Gracias a Dios.

– ¿Qué le pasa? -pregunto, intentando parecer interesado.

– No se ve ninguna imagen.

– ¿Está enchufada?

– Sí -gruñe-. No soy idiota.

Estoy demasiado cansado para regañarle por ser tan maleducado.

– ¿Has comprobados los cables de la parte de atrás?

– No los he tocado. Ayer funcionaba, ¿no?

– ¿Y la tele de tu dormitorio?

– No sintonizo el canal que quiero en mi tele. Venga, papá, levántate.

– Iré a echarle un vistazo en un par de minutos -bostezo-. Déjame un rato más…

– Pero mi programa se emite ahora -protesta-. Por favor, papá.

Cierro los ojos durante unos pocos segundos pero es evidente que no voy a tener paz hasta que Ed consiga que arregle la tele. Maldiciendo en voz baja me levanto, atravieso tambaleándome el frío suelo del dormitorio y sigo hasta el pasillo, evitando a Harry cuando me lo encuentro en la puerta de la cocina. Ed pasa a mi lado cuando llegamos a la sala de estar. Coge el mando a distancia y enciende la tele.

– Mira… -dice mientras va cambiando de canales.

Me siento y contemplo la pantalla.

– ¿Qué ocurre? -pregunta Harry, entrando en la habitación detrás de nosotros.

– Se ha roto la tele -le explica Ed.

– No está rota -replico mientras voy cambiando de canal.

– ¿Has comprobado la antena? -sugiere Harry.

– No le ocurre nada -le digo a los dos-, mirad.

Harry se aparta para poder ver la pantalla. Y ahora puede ver lo que yo he estado mirando. En todos los canales aparece lo mismo. Una pantalla negra con un texto de color muy blanco.


Mantengan la calma no se dejen llevar por el pánico.

Manténganse a cubierto esperen nuevas instrucciones.

La situación está bajo control.


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