43

Es tarde y aquí afuera el mundo está en silencio. El ruido de la batalla hace tiempo que se ha ido reduciendo hasta desaparecer. Rodeado aún por hordas de personas, nos movemos con rapidez por el campo desierto. Exploradores armados nos guían por la oscuridad. No sé adónde vamos, pero sé que puedo confiar en esa gente y la sigo con los ojos cerrados. Tengo la sensación en la boca del estómago de que, más pronto que tarde, voy a empezar a tener la respuesta a las miles de preguntas que estoy desesperado por formular.

Hemos andado durante más de una hora y no he visto ni oído a nadie más. Nuestra ruta ha evitado todas las carreteras y todos los edificios, y en la práctica cualquier señal de civilización. Ahora nos movemos por el fondo de un profundo valle, ocultos a la vista por árboles y arbustos. Nos paramos.

– Aquí -dice uno de nuestros guías, conduciéndonos hacia un gran bosque.

Sin hacer preguntas penetramos entre los árboles, deteniéndonos sólo cuando hemos llegado a lo más denso del bosque. Aquí casi no penetra la luz. Una de las exploradoras revuelve entre la maleza como si buscase algo. Su pie golpea un pequeño montículo en el suelo cubierto de hojas. Se agacha y coge la correa de una bolsa que alguno de ellos debe haber escondido con anterioridad. Tira de la correa y saca una gran mochila. Hojas y tierra caen de ella cuando la levanta y le quita la suciedad. La abre y empieza a vaciar el contenido.

– Sentaos y descansad -ordena otro de los exploradores, mientras su colega nos lanza paquetes de comida y botellas de agua-. Recuperad las fuerzas -prosigue-, después escuchad el mensaje y marchaos.

¿El mensaje? ¿Qué mensaje? ¿De qué está hablando? Decido que ya lo averiguaré más tarde. Ahora mismo comer los primeros alimentos en más de un día es más importante que cualquier otra cosa.


Estoy sentado con otras tres personas. En medio de nosotros hay un teléfono móvil, dispuesto para reproducir el mensaje. Este mensaje, nos han informado nuestros guías, es lo más cerca que vamos a estar esta noche de la verdad. Ha sido distribuido como un archivo digital por gente como nosotros y se ha propagado por todo el país como un virus informático. Ahora se encuentra en cientos de miles de teléfonos, ordenadores, reproductores y otros aparatos, demasiado extendido para ser eliminado.

– ¿Chris qué? -pregunta un hombre sentado a mi lado.

– Chris Ankin -contesta uno de los guías.

– ¿Quién demonios es?

– Era un político -explica-. Tenía un cargo bastante importante en Defensa. Era consejero del gobierno cuando empezó. Tuvo la oportunidad de escuchar un montón de información antes de cambiar.

– ¿Dónde está ahora?

– Los rumores dicen que está muerto.

– Estupendo.

– No importa. Hizo lo que quería hacer antes de que lo atraparan.

– ¿Qué era?

– Quería que supiéramos lo que estaba ocurriendo. Quería avisarnos. Quería coordinarnos.

– ¿Coordinarnos?

– Asegurarse de que todos supiéramos lo que debemos hacer.

– ¿Y de qué se trata?

– ¿Por qué no reproduces el jodido mensaje?

El hombre se inclina hacia delante y recoge el teléfono. Se debate con los botones durante un segundo pero enseguida consigue localizar el archivo y lo abre. Al principio resulta difícil comprender las palabras. Ajusta el volumen y levanta el teléfono para que todos podamos escuchar lo que se está diciendo.

– Si estáis escuchando esto -dice la cansada voz de Ankin, que suena débil y distorsionada- es muy posible que no tengáis ni la más mínima idea de lo que os ha ocurrido o de lo que le está ocurriendo al resto del país. No sabéis por qué os sentís como os sentís o por qué vuestra vida ha cambiado radicalmente. Os daré un poco de información pero no seré capaz de responder a todas vuestras preguntas. Os explicaré lo que sé pero eso no es lo importante ahora. En última instancia no importa por qué ha ocurrido o qué lo ha provocado, lo que importa es cómo lo manejaremos. Por la naturaleza sin precedentes del cambio y de sus efectos en nuestra sociedad tenemos que actuar ahora mismo y lo debemos hacer con rapidez. Habrá tiempo suficiente para buscar las razones cuando la lucha haya terminado.

Me remuevo en el suelo y miro los otros rostros reunidos alrededor del teléfono. Miran fijamente el aparatito con una expresión sorprendida. No estoy seguro de que alguno de ellos crea lo que está escuchando.

– Dicho con sencillez -prosigue la voz de Ankin-, existe una diferencia genética fundamental entre nosotros y ellos. Una diferencia básica y fundamental que, hasta ahora, había permanecido latente. Aún no puedo deciros por qué, pero ha ocurrido algo que ha disparado el cambio y dicho cambio ha creado el odio. Si estáis esperando de mí una explicación más científica, no puedo darla. Si estáis esperando que explique por qué no podemos seguir viviendo junto a las personas que amamos, con las que hemos vivido y trabajado hasta hace sólo un par de semanas, no lo sé. Algún día lo comprenderemos, pero hoy no tenemos el lujo del tiempo ni de los recursos para descubrirlo.

«Inicialmente se supuso que el cambio estaba limitado a una pequeña minoría de la población. Antes de que me pasara a mí, cuando todavía conservaba el cargo, vi cifras que indicaban que nuestro número era mucho mayor de lo que se pensaba al principio. Es posible que tres de cada diez sean como nosotros. Eso representa alrededor del treinta por ciento de la población. Eso es suficiente para plantarles batalla y tener posibilidades de victoria.

»El cambio elimina algunos de los frenos que tenemos. En palabras muy sencillas, nos hace menos susceptibles de comer mierda y más dispuestos a la acción. El cambio parece que amplía nuestros instintos. Inmediatamente sabemos quién es como nosotros y quién no. Sabemos quién representa una amenaza y quién está de nuestro lado. Muchas de las capas de condicionamiento y control que nos impone la sociedad han sido eliminadas por el cambio. Ahora luchas cuando tienes que luchar y destruyes al enemigo porque sabes que te destruirá si le das la más mínima oportunidad.

»Hasta ahora nos habíamos discriminado por razón de raza, religión, edad, género y por cualquier otra característica imaginable. Mirad esta noche a vuestro alrededor y veréis que esas diferencias han desaparecido. Ahora, para simplificar las cosas al máximo, sólo estamos "nosotros" y "ellos", y es imposible que coexistamos. No tenemos más alternativa que luchar, y tenemos que seguir luchando hasta que los hayamos eliminado.

»El cambio se ha extendido por todo el mundo a una velocidad increíble. Ningún rincón del planeta se ha librado. Estamos por todas partes. Tenéis que recordar que no somos los perdedores. Su ventaja sólo está en el número. Nosotros hemos servido en todos los niveles y entre nosotros hay expertos en todas las profesiones. Entre nosotros tenemos todas las aptitudes imaginables. Tenemos todo lo que necesitamos para luchar y destruirlos.

«Olvidad vuestro pasado. Olvidad vuestras familias y amigos, y quiénes erais antes. Con el tiempo se restablecerá algún tipo de normalidad. Hasta entonces no tenemos más alternativa que luchar.


El mensaje ha terminado y miro incrédulo el teléfono. ¿Se trata de una broma? ¿Puede ser verdad algo de todo eso? Por un momento me siento abrumado, incapaz de asumirlo. Después, mi cabeza se empieza a llenar con el recuerdo de los acontecimientos de la última semana y en especial del último día -las muertes, la batalla, el derramamiento de sangre, las emociones- y sé que hasta la última palabra que he escuchado es cierta. Recuerdo los sentimientos de fuerza y poder que sentí al matar a los soldados enemigos con mis manos sólo hace unos horas y sé que todo es verdad. Imposible e indemostrable, pero verdad.

Загрузка...