BIEN ENTRADA LA NOCHE, CON CADA POSIBLE contingencia estudiada, disecada y vuelta a tratar, Eve cruzó las puertas de su casa con Roarke.
Summerset, acechando como de costumbre, arqueó una ceja. -Veo que ha tenido su arreglo facial mensual, teniente.
– Trina estará aquí mañana. Tal vez pueda ocuparse de su cadáver. -
Eva frunció el ceño mientras subía por las escaleras. -Maldita sea, fue débil. Lo suyo fue mejor. Lo suyo fue bueno. Sólo una cosa más por lo que estar enojado. -
– Me sorprende que tengas energía para discutir. Quiero una hora en la bañera de hidromasaje. -
Ella rodó los hombros tensos, e hizo una mueca cuando el movimiento le envió nuevos dolores. -Eso suena bien. Tengo dolores por todas partes. -
– Prepara la bañera, ¿por qué no te metes, y así ambos tenemos una oportunidad? Voy a conseguir para ambos un vaso de vino muy grande. -
– Hemos cubierto todo.- Ella fue al baño para ordenar el agua, la temperatura. Cuando la ancha tina comenzó a llenarse, explicó los pasos y etapas de la operación de mañana.
– No puedo pensar en otra cosa que dejamos fuera. Es un espacio más pequeño, más controlado. No hay exceso de población civil. Mientras la señora Mimoto está allí, sólo tiene el tiempo suficiente para entrar… Mejor, mejor para el caso si se le cae la careta, pero lo podemos tomar antes si ella se ve inestable. Tenemos suficiente. -
La chapuza de hoy, pensó, había sacudido su confianza, le hacía dudar. -Déjalo a un lado por un rato. Piensas demasiado en eso. -Él entró con dos vasos de vino muy grandes.
– El operativo de contingencia siempre fue el mejor escenario. Quería tomarlo hoy, encerrarlo, pero… -Su boca se abrió cuando Roarke se quitó la camisa. -Mierda. Yo no sabía que te golpearon. -
– Mmm.-Miró al espejo, y vio la sinfonía de golpes a lo largo de sus costillas. -Mi segunda cara favorita, evitar cualquier contacto violento, pero una buena parte del resto de mí se siente como que hubiera estado diez rounds con el campeón, y llevado lo peor para ello. Aquello era una casa de locos sangrientos. -
– Tenemos suerte de que nadie tuvo que hacer uso de las instalaciones.- Ella se quitó su propia camiseta, y Roarke trazó con las yemas de sus dedos sus heridas.
– Ay-.
– Eso es exactamente correcto.- Después de quitarse el resto de la ropa, se hundió en el agua caliente. -Oh Dios. Gracias, Jesús. -
– Cuando hayamos terminado con esto, vamos a jugar al doctor.- Él entró, maldijo. -¡Maldita sea, Eve, está lo suficientemente caliente como para escaldar la piel.-
Abrió un ojo para mirarlo. -Te vas a sentir bien cuando estés completamente adentro con los chorros sobre ti. ¡Oh, mamá! -
Tuvo que reírse mientras se deslizaba en la bañera ancha a su lado. A lo mejor perder unas pocas capas de la piel, -especialmente las heridas y maltratadas capas- no era tan mala idea. En cualquier caso, compartir una tina de agua caliente agitada (cerca de estar sangrientamente hirviendo) con su esposa al final del día costaba muy poco.
Tomó el vino, tomó un largo trago. -Puede ser que sienta el lado humano una vez que termine esto.-
– Vamos, chico duro. Rata callejera de Dublín. Te han golpeado las costillas antes. -
– Soy mayor ahora, ¿no es así?- Cerró los ojos, dejó que el ritmo de agua caliente y la espuma frotara los dolores.
– Pero no más blando.- Para demostrarlo, perdió la mano por su pecho, lo encontró, lo acarició. -No, no más blando.-
Sus labios se curvaron. -Por lo tanto, tú quieres remover algo más que un poco de agua caliente.-
– Supongo que te lo debo.- Ella cambió posiciones hasta quedar a horcajadas sobre él, y vio la diversión y la luz de la lujuria en sus ojos. -¿Cuántas veces imaginas que has conseguido moretones o sangre desde que nos conocimos?-
– Dejé de contar hace mucho tiempo.- Sus manos acariciaron su espalda mientras se abría, lo tomaba -Ah, allí está. Mejor que el vino para hacerme olvidar los problemas. -
Ella tomó el vino de él, bebiendo incluso mientras subía y bajaba, subía y bajaba. -Todo es con fines medicinales-.
– Yo soy un excelente paciente.-
Ella llevó el vaso a los labios, lo bebió antes de colocarla a un lado, antes de poner los labios sobre él. -Es bueno-murmuró contra su boca. -Es bueno.-
Lento y fluido, con los remolinos de agua golpeando, el vapor del calor que aumentaba se movieron juntos. Aquí, con tanta comodidad como pasión, ella apoyó la cabeza en su hombro, dejó que su cuerpo diera a ambos placer.
La cresta, un brillo largo, líquido, trajo un suspiro de tranquilidad.
– Es bueno estar en casa-, le dijo.
– Siempre.-
– Ahora que nos sentimos humanos, vamos a permanecer aquí revolcándonos.-
Él envolvió sus brazos alrededor de ella, cerró los ojos otra vez, y se revolcó.
Sexo fácil y un largo baño calmaron los dolores. Sin embargo, él no la dejaría vestirse hasta que hubiera corrido una varilla sobre los moretones para ayudarlos a sanar, y obtenido otra envoltura fría para su cara.
– Dame la varita-, le ordenó. -Tus heridas son peores que las mías.-
Él le dio la varita, pero la volvió para que pudiera verse a sí misma en el espejo.
– Oh, mierda.- Ella miró sus ojos color púrpura. -Mierda. Incluso con la varita y la compresa fría, no va a desaparecer para el sábado. -
– No va a ser tu primera boda con un ojo morado. Tuviste uno en las nuestra. Trina cubrirá la peor parte. -
– No me lo recuerdes. Maldita sea, ¿tengo que llamar a Louise, preguntar algo por mañana? -
– Summerset se ocupa de eso. El se encarga de todo. -
– Hay un ensayo.-
Roarke le dio un beso ligero. -Solucionado-.
– Bueno, infiernos, ahora tiene otra cosa para husmear a mi alrededor. Quiero hablar con Baxter y Trueheart, sólo para asegurarme de que todo está en su lugar en la casa de Mimoto-.
– Haz eso si te ayuda a relajarte. Tengo un par de cosas mías para ver. Luego quiero comida. -
Se retiraron a los extremos opuestos de la habitación con los enlaces de bolsillo-. Cuando terminó, Eve estaba sentada, con el ceño fruncido mirando al espacio.
– ¿Problemas?-
– No, ellos están, la casa está asegurada. Van a tomar turnos durante toda la noche, por si acaso. Baxter dijo que la señora Mimoto, y su esposo, están de acuerdo en ello. Más que bien. Ellos quieren hacerlo. Están apurados para hacerlo. -
– Hablaste con ellos hace apenas unas horas.-
– Lo sé, y ellos aceptaron. Son sólidos. Es solo que esperaba algunos nervios, más preguntas de ellos, la necesidad de más garantías. En su lugar, prepararon la cena. Con los ingredientes, ahí mismo en la cocina. Baxter dijo que iban a comprar cosas, especialmente después de hablar con ellos para que pudieran hacer una gran comida casera para él y Trueheart-.
La apreciación iluminó el rostro de Roarke. -¿Qué tienen?-
– Pollo asado, puré de patatas, salsa de carne, judías verdes. Todo real, también. Lo que les debe haber costado. Y tenían pastel de merengue de limón para el postre. Ellos hicieron todo eso para un par de policías. Baxter está enamorado de ella, por cierto. Ella va a abrir la puerta de su casa mañana a un hombre que sabe que la quiere matar, que tiene la intención de violarla, maltratarla, y matarla. Y hornea un pastel para un par de policías. -
– Es más sorprendente para ti ser tratado con cortesía y amabilidad.-
– Prepararon una habitación de huésped para que el cambio pueda dormir un poco. Sí, es más que sorprendente. Y alguien quiere matarla. Él quiere poner fin a la clase de persona que haría eso, que piensa en esas cosas. Y eso no me sorprende. Yo estaba sentada aquí, me preguntaba si eso es algo bueno o malo. -
– Eres un buen policía, y el hecho de que te hagas esa pregunta te hace uno mejor.- Él se inclinó para besar su ojo golpeado. -¿Por qué no vemos si hay algún pollo asado por aquí para comer?-
Deke Y Charity Mimoto vivían en una casa agradable unifamiliar en White Plains. El antiguo barrio, había sobrevivido bien a los años y se había beneficiado de las actualizaciones y la afluencia de ricos jóvenes habitantes de los suburbios. Grandes, frondosos árboles y hermosos jardines salpicaban un paisaje donde el césped estaba recortado, incluso las aceras, y la pintura estaba fresca.
– Hemos estado aquí cincuenta y tres años-, le dijo Charity a Eve. -Queríamos echar raíces cuando empezamos nuestra familia, y en un barrio donde hubiera patios para que los niños pudieran jugar. Deke tiene buena mano, así que ha hecho un montón de cosas a lo largo de los años. Un hombre que puede arreglar la pérdida de un inodoro es tan bueno como un multimillonario, desde donde estoy sentada. ¿Es su hombre práctico en la casa? -Le preguntó, moviendo un dedo hacia el anillo de boda de Eve.
Ella decidió que era probablemente la primera vez, y la última, que realmente se preguntaba si Roarke había arreglado un baño. -A su manera.-
– Deke construyó la terraza acristalada con sus propias manos, y terminó la planta baja así que tenemos una habitación familiar muy agradable, grande. He perdido la cuenta de las veces que remodeló la cocina, o uno de los baños. Nos gusta mantener el ritmo. -
– Es una casa muy agradable, señora Mimoto.- Pero Eve estaba más interesado en su plan que en los nuevos mostradores.
– Un buen lugar para criar a los hijos, y un buen lugar para cuando los nietos y bisnietos llegaron. No hemos dicho nada acerca de todo esto a la familia. Por lo general, la mayoría de nosotros sabemos lo que está pasando con el resto, por lo que esta no es nuestra costumbre. -
– Le agradezco su cooperación, señora Mimoto. Nuestras preocupaciones son mantener la seguridad, y detener a este hombre. Vamos a hacer las dos cosas hoy, luego, saldremos de su camino. -
– Oh, ahora, no están en nuestro camino.- Charity hizo gestos con sus manos. -Hemos disfrutado con David y Troy-, agregó, obviamente, con placer, pronunciando los nombres de Baxter y Trueheart. -Estos jóvenes agradables Toma un panecillo-, le invitó a ella, sosteniendo un recipiente con forro de tela a Eve. -Yo los horneé frescos esta mañana.-
– Yo…
– Vamos, vamos. Usted podría meter un poco de carne en sus huesos. -
– Gracias. Sra. Mimoto, me gustaría repasar con usted lo que necesito que haga, y diga, donde estarán los oficiales. Su seguridad es la prioridad número uno. -
– Usted quédese aquí. Voy a conseguir un poco de café, y hablaremos. -
Eve comió el panecillo -realmente excepcional- bebió el café -nada mal, considerando el mal estado en que estaba- y repasó cuidadosamente cada paso del plan.
Con la charla de las pérdidas de inodoros y productos de panadería, Eve pensó que la mujer no entendía completamente el riesgo, la gravedad. La charla serviría al doble propósito de informar plenamente a su cebo, y aliviar la mente de Eve.
La mujer hizo las preguntas correctas, dio las respuestas correctas. El ama de casa que estaba en su brillante cocina con un tablero repleto de dibujos de los niños, poseía una mente sagaz y una columna de acero.
– ¿Tiene usted alguna otra pregunta? ¿Hay algo que le incomode o inquiete?-
– Debes dejar de preocuparte.- Charity palmeó la mano de Eve. -Eres muy aprensiva con mi serenidad. Lo puedo ver. Preocuparse da dolores de cabeza tensionales y mala digestión. -
– Sra. Mimoto, tengo que preguntarle. ¿No tiene miedo? -
– ¿Por qué debería tener miedo cuando tengo a la policía por toda la casa?- Esos ojos suaves y exóticos brillaron en la cara vieja. -¿Vas a dejar que me lastime?-
– No, señora, yo le prometo que no le hará daño. Pero nosotros le estamos pidiendo que abra la puerta a un asesino. Y también tengo que decirle, de nuevo, que podríamos detenerlo afuera. Tenemos suficiente para un arresto. -
– Pero va a ayudar a cerrar bien su caso si te lo llevas dentro, y después él trata de drogarme. Tengo una hija juez, y un montón de abogados en la familia. Policías también. Yo sé como es. -Ella se inclinó hacia delante. -¿Sabes lo que quiero, cariño? Yo quiero que usted tome a ese hijo de puta bien abajo, y lo tome duro, y quiero tomar una parte en ello. -
Los labios de Eve se contrajeron sin un sonido ante la exclamación del ama de casa suburbana.
– Eso es lo que haremos.-
– Bien. ¿Qué tal otro panecillo? -
– No, en serio.- Eve se levantó de la mesa cuando MacMasters entró
– Perdón por la interrupción. Sra. Mimoto, su esposo pregunta si le podría dar una mano con algo cuando tenga un minuto. -
– No puede encontrar sus calcetines de la suerte.- Ella negó con la cabeza mientras se ponía de pie. -Setenta años, y nunca puede poner su mano sobre ellos. Sírvete el café.- Mientras caminaba con MacMasters, le dio unas palmaditas con la mano en el brazo. -Lo vamos a atrapar hoy, y tu chica podrá estar tranquila.-
La cara MacMasters se tensó mientras miraba al suelo.
– Esto es parte de ello-, dijo Eve, cuando se acercó a él. -Es lo que hacemos. Lo mejor que podemos hacer. Tengo que preguntarte algo, Jonás, y tengo que escuchar la verdad. ¿Atraparlo va a ser suficiente? -
MacMasters llevó su mirada hacia Eve. -Necesitas saber si puedes confiar en mí.-
– Necesito saber si puedo confiar en ti. Yo no estoy en tu posición, pero eso no quiere decir que no entienda el conflicto-.
– He pensado en matarlo, en lo fácil que sería. Tú sabes que he pensado en ello. -
– Si usted dijera que no lo hizo yo no lo creería.- No podía leer su cara, sus ojos. Era demasiado buen policía para mostrar lo que había en su mente. -Me gustaría pensar que ha sopesado la satisfacción de la misma frente a las consecuencias. Dejar a su esposa sola cuando más le necesita. Hay un montón de otras consecuencias, pero realmente no van a pesar mucho para usted ahora mismo. -
– Quiero matarlo. Quiero que sufra. Me gustaría poder decir que la placa, lo que representa, lo que es para mí me detendría de matarlo. Me gustaría poder decir que saber que me dejaría fuera del servicio y que dejaría a Carol sola es lo que me detendría. -
– ¿Pero?-
– Yo quiero que sufra. Creo que voy a despertarme todas las mañanas de mi vida, y mi primer pensamiento va a ser que mi chica se ha ido. -Tomó un aliento, lento, largo. -Quiero despertar cada mañana por el resto de mi vida con el segundo pensamiento de saber que aún está pagando por ello. Cada día, cada hora durante el resto de mi vida quiero saberlo. Así que será por mi esposa. Tengo que estar aquí cuando comience su sufrimiento. Puede confiar en mí. Y si eso no es suficiente…
Tomó el arma en la cadera, se la ofreció.
– Usted me dio la respuesta-, le dijo.
Asintió con la cabeza, enfundó el arma.
Eve subió las escaleras cuando los hombres de Mimoto cargaban un par de bolsas para su viaje de campamento. Ella, junto con Feeney, observaba la actividad exterior para la configuración del EDD en la casa de Deke Mimoto. Fotografías y parafernalia deportiva llenaban la sala. Un enorme sillón estaba ante una pantalla de entretenimiento flanqueada por estantes abarrotados de más fotografías e incontables trofeos.
– El viejo jugaba béisbol en la secundaria, en la universidad y en Doble A. Fue recogido por los Yankees, jugó una temporada – un hit de trescientos cincuenta y dos.-
Intrigada, Eve dio a los recuerdos un estudio más detallado. -¿En qué posición?-
– Catcher. Luego, se accidentó de la rodilla, y eso fue todo. Entró en la enseñanza, como entrenador de secundaria. Subió a director, a continuación, administrador del condado, algo de politiquería. Trabajó la mayoría de los veranos en la construcción. Un infierno de hombre -, agregó Feeney con admiración evidente. -Estuvo aquí interrogándome sobre el equipo. Espero estar la mitad de fuerte a su edad. -
Se volvió hacia los estantes. -¿Estoy haciendo lo correcto, Feeney? ¿Dejando a MacMasters en esto? -
Se recostó en su silla. -¿Se siente como correcto?-
– Sí. Sí, sí. -
– Entonces tienes que ir con él.-
Volviendo a la pantalla, Eve miró a Charity Mimoto. Estaba parada, con las manos en las caderas, dando órdenes a sus hombres mientras cargaban. Parecía solo otra mañana, pensó Eve. Otra mañana de verano en los suburbios. Una familia gritándose unos a otros, riendo, bromeando unos con otros.
Vio cómo el Sr. Mimoto daba a su esposa un abrazo entusiasta, vio que sus labios se movían cuando le susurró al oído.
– ¿El está preocupado?-
Feeney negó con la cabeza. -Uno pensaría que lo estaría. Se lo pregunté, pensando en darle una charla. Pero él dijo que su Charry se puede manejar. Estaba orgulloso de ella. Tengo que decir, estoy inclinado a pensar que ella tomaría a este bastardo abajo sin nosotros. -
– Tal vez sea así.- Eve puso una mano sobre el hombro de Feeney. -Pero vamos a hacer esto por ella. Allí van -, murmuró, cuando el último de los hombres se apiló.
Charity estaba de pie, agitando alegremente la mano. Entonces se volvió, caminó hacia la casa, haciendo una pausa para agacharse y tirar de algunas malas hierbas de un cantero de flores en el camino.
En momentos, Eve escuchó el sonido de la música del piano que subía por las escaleras.
– Bueno-, comentó Feeney después de algunos compases. -Es bueno escuchar un clásico, y oírlo tocar con algo de estilo.-
– Sí, supongo. -Eve se acercó a la ventana de privacidad- para mirar la calle desde otro punto de vista. -¿Qué es, Beethoven o algo así?-
– Niña-. Feeney dejó escapar un fuerte suspiro. -No sé que hice mal contigo. No tienes la cultura. Eso es Springsteen. Es el jefe. -
– ¿El Jefe de quién?-
Feeney sacudió la cabeza con disgusto. -Sin esperanza. ¡Fuera de aquí y envía a Jamie adentro. Estamos ahora en el reloj. Y, además, él puede ser educado sobre la música clásica. -
– Muy bien. Comprueba los ojos y oídos una vez más,- le dijo mientras salía. -Vamos a asegurarnos de que funcionan en todas las partes que los necesitamos.-
Ella hizo otro recorrido de la casa, controló la posición de sus hombres, controló todos los comunicadores. Ningún error, pensó, no esta vez.
Se unió a Peabody en lo que Charity llamaba sala de sentarse, justo al lado de la sala de estar.
– La música es agradable-, comentó Peabody.
– Sí, eso me han dicho. Él va a llamarla primero, a su enlace de bolsillo -, para que esté lista para él, le abra rápido la puerta. Y es una manera de asegurarse de que está sola, de que la casa está vacía. Es el mismo patrón que con Deena. Buen barrio, la mayoría de los residentes en el trabajo. Ella le dará de beber, de comer. Esa es su costumbre, su manera. Él lo sabe. -
– Es casi la hora-, agregó Peabody. -Y ella sólo sigue tocando el piano.-
– Ella sería un buen policía.- Eve miró la minipantalla que le dio una visión completa de la sala de estar.
Tenía hombres apostados dentro y por fuera, algunos de ellos-como ella misma y Peabody- a pocos pasos de Charity Mimoto.
No, Eve no le permitía hacerle daño.
Pero ella lo necesitaba en el interior. Él no debía oír cuando la puerta de la jaula se cerraba, pensó. No debía saber que había entrado en la trampa.
– Lo tenemos-, dijo Jenkins en su oído. -Hacia el este a pie, a dos cuadras. Camisa marinera, pantalones marrones, gorra de béisbol, anteojos negros. Lleva una mochila negra y trae unas flores. -
Eva pensó en las flores que había traído a Deena. -Entendido. Mantengan su posición. Todas las posiciones en espera. Los equipos A y B, esperan a que esté adentro, dentro de la caja, a continuación, pasan a segundo plano. Sonido apagado. -
Esperó hasta que recibió un acuse de recibo de cada jefe de equipo. -¿Sra. Mimoto?-
– ¿Sí, querida?-
– Él está en camino. Sólo a un par de cuadras. ¿Está bien? -
– Estoy muy bien. ¿Cómo estás? -
Eve movió la cabeza ante el aplomo inquebrantable de la mujer. -Estamos bien. Está trayendo flores. Quiero que haga todo lo que ensayamos, pero luego va a querer poner las flores en agua. Usted se excusa, y va a la cocina.-
– ¿Es entonces cuando él droga mi limonada, no es cierto?-
– Eso es probable. Usted permanezca en la cocina. Lo detendremos, señora Mimoto-.
– Estoy seguro de que lo harán, pero vamos por él.- Sonó el enlace de bolsillo-. -Apuesto a que sé quién es. No se preocupe. ¿Hola? -
En la pantalla, Eve vio sonreír a Charity al enlace. Ella lo inclinó, tal como le habían dicho, para que Eve pudiera ver su rostro en la pantalla del vínculo.
Ahí estás, cabrón, pensó. Sigue viniendo. Sigue llegando.
– Hola, Denny. Yo estaba pensando en ti! -
– Hola, Sra. M. estoy llegando un par de minutos tarde, sólo quería que lo supiera, y para asegurarme de que nos reuniremos y que su marido y todos se fueron bien.-
– Por supuesto que estamos en pie. Tengo para nosotros una buena limonada y algunos bollos. Mis hombres están en camino a la selva! -Ella se echó a reír, con facilidad. -Será bueno tener un poco de compañía antes de asentarme en mi soledad.-
– Oh, usted no tiene que tomarse esa molestia, señora M. Pero si esas son sus magdalenas, estoy caminando más rápido! Estaré allí en un minuto. -
Sí, vamos, pensó Eve cuando varios equipos transmitieron su progreso a través de su auricular. Ven directamente, hijo de puta.
– Bueno, voy a servir la limonada-, dijo alegremente Charity. -Nos vemos en un minuto.-
Charity apagó el enlace, lo puso sobre el piano. -¿Cómo lo hago?-
– Perfecto-, dijo Eve.
– Creo que podría haber errado mi vocación-, dijo mientras se levantaba para servir la bebida. -Podría haber sido una estrella de la pantalla.-
Eve miró sus ojos ponerse feroces, la vio tomar una respiración larga y profunda antes de que su rostro se volviera inofensivamente agradable otra vez.
– Aquí vamos-, murmuró Charity y se dirigió hacia la puerta.
– Aparece caminando-, le dijo Feeney.
– Mantengan las posiciones. Lo hacemos por los números. No hay charla. Esperen a que les de mi señal. -
Vio a Charity abrir la puerta delantera, y sonreír placidamente, con encanto a la cara de Darrin Pauley.
– Se ve realmente bien hoy, señora M.-
– Oh, escúchate. Ven aquí! Oh, mira esas margaritas. ¿No son bonitas? -
– Sólo quería darle las gracias por dejarme tener mi lección hoy.-
– Esa es la cosa más dulce.- Charity olfateó las flores. -Toma un minuto para sentarte, toma un poco de limonada. Apuesto a que caminar te dio sed. -
– Creo que lo hizo.-
– Un joven como tú siempre tiene hambre. Sírvete un panecillo. -
– Gracias.- Él se encogió de hombros para quitarse la mochila, la puso al lado de una silla antes de retirarse la gorra, sus gafas de sol.
Charity se quedó donde estaba, sonriéndole. -¿Cómo está tu mamá?-
– Oh, ella está bien. Me gustaría que no trabajara tan duro. Me gustaría poder hacer más por ella. -
– Apuesto a que estás haciendo más de lo que ella había pensado alguna vez pedirte-, dijo Charity, y Eve esperaba ser la única que oyó el hielo subyacente en su tono. -¿Y no se sorprenderá cuando toques para ella? No sé, otro chico de tu edad nunca se iba a tomar tantos problemas para complacer a su mamá. -
– Le debo todo. Apuesto a que su familia siente lo mismo por usted. Sobre todo sus hijos. ¿Está segura de que va a estar bien aquí sola? ¿Sola hasta el domingo, me dijo no?-
– Oh, voy a estar bien y feliz de tener el lugar para mí hasta que Deke y los chicos vuelvan el domingo. Ahora come un bollo mientras voy a poner estas margaritas en agua. Vuelvo en un minuto-.
– Está bien.-
Charity salió de la habitación, sin perder la calma, incluso cuando envió una feroz mirada satisfecha en dirección a Eve.
Cuando el eco de sus pasos se alejó, Darrin sacó un pequeño frasco de su bolsillo, vaciando su contenido en el vaso.
– En marcha. Todas las posiciones, vayan. -
Arma en mano, Eve corrió a la sala sólo unos segundos antes que una media docena de policías hicieran lo mismo.
– Hola, Darrin-, dijo Eve. Ella sonrió mientras la miraba. -Las manos detrás de la cabeza. Ahora. De rodillas-.
– ¿Qué es eso?- Él obedeció, pero volvió la cabeza de lado a lado, con la perfecta mezcla de miedo y confusión en su rostro. -Denny Mi-mi nombre, Denny Plimpton. Tengo mi identificación. -
– Apuesto a que la tienes. Darrin Pauley, también conocido como Denny Plimpton, entre otros, está bajo arresto por asesinato, dos cargos. -Eve lo agarró de la muñeca, tiró su brazo a la espalda.
Ella levantó la vista y miró a MacMasters. -Capitán, ¿podría leer a este hijo de puta sus derechos?-
– Yo…- MacMasters despejó el óxido de su voz. Miró el arma en su mano, luego, lentamente, la enfundó. -Usted tiene el derecho a guardar silencio-, comenzó mientras ella aseguraba en las muñecas de Darrin las esposas.
– Pensaste que se la jugarías, ¿no es así, Darrin?- Eve lo levantó. -Que se la jugarías a una anciana. Pero ella te la jugó. Ella se desempeñó como en un piano. ¿En esta ocasión? Tú eras la marca. -
El niño asustado desapareció, y sonrió. Y cuando sonrió, volviendo la cara hacia MacMasters, la sombra del monstruo acechaba detrás de sus ojos. -Tal vez tenga intención de robar, pero eso es todo lo que obtendrá.-
Eve lo tiró para que se enfrentara a ella. -Sigue diciéndote eso, Darrin.-
– Mira lo que encontré-. Baxter levantó un par de esposas como las que los agentes judiciales utilizaban en los tribunales. -Hay una grabadora, también, una lata de sellar, y hmmm.-, Abrió otro bolsillo y sacó un pequeño paquete de píldoras -Apuesto a que éstas contienen sustancias ilegales-.
– Embólsalas, regístralas y guárdalas. Y también el contenido del vaso de la señora Mimoto. Transporta a esta cosa a la Central y resérvalo. Voy a ir muy pronto, y vamos a charlar.
– Sácalo.- Ella empujó a Darrin hacia Jenkinson, a continuación, se acercó a MacMasters. -Se hizo el trabajo. Usted se mantuvo. Ya lo tenemos. Debe ir a casa, decirle a su esposa que ya lo tenemos. Debe estar con ella. -
– Me gustaría observar la entrevista.- Su cara era como la piedra, pálida y duramente tallada.
– Vamos a dejar que sude un rato. Tiene tiempo para ir a casa, decirle a su esposa. Ella tiene que escuchar esto de usted. -
– Sí, tiene razón.- Él le tendió la mano. -Gracias, teniente.
– Capitán-.
Se encaminó hacia la puerta, se detuvo, se volvió. -Pensé en ello, incluso después de lo que hablamos. Yo podría haberlo hecho. Una línea clara, una corriente. Yo podría haberlo hecho. Ahora tengo que pensar en eso. -
– El bastardo hizo su trabajo ahí-, murmuró Eve. -Socavó la base de un buen policía, el maldito.-
– Creo que, con algo de tiempo, la base va a resultar sólida. Él hizo el trabajo, como usted dijo, -señaló Peabody. -Fue bueno para él haberle leído al bastardo sus derechos.-
– Sí. Ponte en contacto con el juez, asegúrale que su madre está bien, y que lo tenemos. Podemos contactar con su padre, pero supongo que querrá hacerlo ella misma. -
Se dio la vuelta. -Muy bien, chicos y chicas, buen trabajo. Vamos a cerrar. -
En la Central, Eve notificó formalmente a su comandante, a la oficina de la APA, contactó con Mira con una solicitud para observar. Escribió su informe.
Se sentó, apoyó sus botas sobre el escritorio, y bebió una taza de café.
Peabody golpeó en la puerta. -Ha sido reservado y procesado, y estará sentado en la entrevista en una hora.-
– Mmm-hmm-.
– Reo y el comandante están aquí, MacMasters acaba de llegar, y Mira está en camino.-
– Estoy en eso.-
– ¿No crees que deberíamos empezar a trabajar con él?
– ¿Estás nerviosa?-
– No. Sí. Bueno, Nadine está masticando para romper la historia. -
– Todavía no. Nada todavía. -
– Bueno… se supone que debemos estar de vuelta, ya sabes, con el ensayo. Sé que están utilizando sustitutos, pero si terminamos esto, todavía podemos… -
Eve sólo volvió la cabeza, la miró fijamente.
– Y ah… Debemos hablar de cómo vamos a él-, decidió Peabody en el acto. ¿Y si lo dejamos sentado demasiado tiempo?, podría empezar a pensar en un abogado. -
– Él no va a pedir un abogado. ¿Qué nombre va a utilizar? ¿Qué dirección? Su identificación es falsa. Además, ¿qué bien hizo un abogado a su madre? Eso es lo que está pensando. A la mierda los abogados, a la mierda todos nosotros. Él es demasiado inteligente como para caer. O bien, si tenemos suerte, va a caer como un héroe en su propia mente. -
– Bueno, ¿cómo lo trabajamos? ¡Oh, déjame adivinar. -Peabody rodó sus ojos. -Yo soy el policía bueno-.
– No hay policía bueno-.
Una delicia rápida, casi infantil floreció en la cara de Peabody. -¿No tengo que ser bueno? ¿Puedo ser malo? -
– Vamos a darle, darle duro. Obtener la confesión no es la parte difícil. -
– ¿No lo es?-
– Él querrá confesar después de que entienda que lo tenemos frío. Querrá la insignia de héroe. ¿La parte difícil? Cómo volverlo contra su padre. -Dejó caer sus pies al suelo. -Vamos a hacerlo-.
Eve entró en la entrevista, dejó caer su archivo sobre la mesa, tomó asiento. Peabody ocupó su lugar a su lado.
– Registro-, dijo ella y leyó todos los datos, incluyendo todos los alias conocidos que había descubierto.
Notó el salto rápido de un músculo en la mandíbula de Darrin, y supo que la profundidad de su conocimiento lo agarró con la guardia baja.
– Legalmente, estoy cubierta usando el nombre de tu registro de nacimiento-, dijo conversacional, -pero me gusta ser minuciosa, ya que has utilizado muchos nombres, entre ellos los dos que utilizaste cuando asesinaste a Deena MacMasters y Karlene Robins. Por lo tanto, ¿que nombre quieres que use en esta entrevista? Tú eliges. -
– Vete a la mierda.-
– Para el registro, ¿mierda sería tu nombre o su apellido? No importa. Los tribunales van fruncir el ceño ante mi uso de ese tipo de blasfemias para abordar temas en la entrevista. Aunque, personalmente, creo que encaja-.
– Completamente-, acordó Peabody.
– Yo me quedo con Darrin. Te atrapamos, Darrin. Eres un hombre inteligente, así que lo sabes. Bueno, quizás no tan inteligente como tú crees, dado que fuiste atrapado por una mujer de noventa años. Una a la que tenías intención de incapacitar con una sustancia ilegal, atar, golpear, violar, sodomizar y asesinar.-
– Dame un respiro.- Con su sonrisa burlona le pareció tanto joven como arrogante. -Ella es vieja. Ni siquiera podía conseguir madera para hacerlo con una vieja seca. Me dan ganas de vomitar al pensar en ello. -
– Las píldoras stiffie en la mochila no solo te habrían ayudado con eso, sino que te habría levantado, Darrin. Aunque sospecho que tienes una rama en los pantalones en lugar de un bate decente. Porque todo es sobre el daño para usted, el tormento, el miedo, el dolor. Eso es lo que levanta a los enfermos jodidos -oops, dije joder, como tú. -
– ¿Cómo vas a probar eso?- Él se inclinó hacia atrás en la silla, relajado. Miró a su alrededor como si se aburriera. -Sí, pensé que pondría sacarla. Ella tiene una gran cantidad de objetos de valor en ese lugar. Yo le iba a robar y marcharme. -
– Ya veo. Así que con Deena y Karlene, tu intención de robar terminó yendo un poco demasiado lejos. Dando como resultado… -Eve abrió el archivo, sacó los fotos y las lanzó sobre la mesa.
Esta vez sus músculos faciales temblaron en una pequeña sonrisa.
– Tú eres una mierda enferma.- Peabody empujó hacia atrás su silla mientras se ponía de pie. Ella se inclinó sobre la mesa hasta que quedó cara a cara con Darrin. -Me molesta que estemos perdiendo el tiempo contigo, que tengamos que pasar por esta rutina. Tenemos testigos, imbécil. Tenemos grabaciones de seguridad de que fuiste a la casa de Deena MacMasters la noche en que la mataste. De que entraste en el edificio el día en que mataste a Karlene Robins. -
– Y una mierda. Eso es mentira, porque yo nunca estuve en algún lugar cerca de esos sitios. -
– ¿Y una mierda? Voy a mostrarte la una mierda. Pantalla! -Ella se contuvo, miró hacia Eve.
– Adelante, ya que has echado a perder mi sorpresa.-
– Mostrar imagen 1- ordenó Peabody.
La pantalla se llenó con la imagen de Darrin subiendo los escalones de la casa del MacMasters hacia una sonriente Deena. La marca de tiempo pulsaba en la esquina inferior mientras la grabación continuaba con él llegando a ella, ofreciéndole las flores, cruzando la puerta, entrando en la casa.
– Ella le dijo a sus amigos acerca de ti -David-, agregó Eve mientras miraba fijamente a la pantalla. -Ella les dijo todo sobre su novio secreto de la Universidad de Columbia. El chico tímido que conoció en el parque. -
– Tenemos testigos que vieron el encuentro,- continuó Peabody. -Hemos tenido la cara durante días, recogiendo otros testigos que los vieron juntos.-
– Ella guardó recuerdos, -como el programa del musical al que la llevaste en la universidad. Tus impresiones están en él. -Eve tiró otro documento del archivo sobre la mesa. -Tuvimos una coincidencia una vez que te tomaron las impresiones.-
Con la cara blanca, asintió con la cabeza. -Así que tuve suerte.-
– Sigues pensando eso. Ahora, vamos a discutir los detalles. -