CAPITULO CUATRO

– ¿FUE UN OBJETIVO ANTES DE QUE LA VIERA CORRIENDO en el parque de forma habitual y a continuación preparó el juego?,- se preguntó Peabody, -¿o incluso antes de eso? Me refiero, en concreto a Deena MacMasters y no sólo una adolescente, tal vez una con ciertas características físicas. -

– Es una buena pregunta.-

– Parece que, si era cuestión de suerte, él tendría que dar marcha atrás cuando se enteró de que su padre era policía. Hay presas más fáciles. -

– O puede haber sido parte de su atractivo para él-, dijo Eve. -Ella sería un reto. Sabía lo suficiente acerca de ella cuando se reunieron. Él ya había hecho o por lo menos comenzado la investigación sobre ella. Él sabía que su padre era un policía, cuando organizó la linda reunión. Conocía sus gustos. Chico tímido, torpe, amable. -

– Específicamente ella, entonces.- Peaboby frunció el ceño. -Así que, por qué, es una buena pregunta-

– Debido a que podemos descartar la otra opción. Yo voy a dejarte al próximo amigo, dejar que lo hagas. Creo que Jo estaba en lo correcto cuando dijo que nadie más sabía de este tipo, -pero vamos a pasar eso-.Cuando hayas terminado de entrevistar a los amigos, ve a la Central. Voy a reservar una sala de conferencias. Quiero que EDD venga con un informe preliminar lo antes posible.

– Se fueron de paseo,- murmuró Eve, pensando en lo que Jo había dicho. -Puedes apostar a que no caminaba con ella en su propio vecindario. En ninguna parte donde sería probable que se encontrara con alguien que la conocía. A cines, donde está oscuro. Mantener todo en secreto. Es más romántico, y estoy avergonzado de mi transgresión menor. Soy tímido. Un par de semanas, dijo Jo. Tiempo para ir enredándola poco a poco. Hijo de puta paciente. -

– Joven, si realmente tiene diecinueve años.-

– Tal vez lo es, o tal vez él parece tener diecinueve años.- Ella volvió a la acera. -Vamos a revisar delitos y delincuentes. Voy a empezar en eso después de pasar por el depósito de cadáveres. -

– Dile a Morris… bueno, sólo dale la bienvenida de nuevo.- Peabody salió.

Un demonio de bienvenida, pensó Eve, pero inició su camino de regreso hacia el tráfico. Los atascos, los enjambres de los peatones en tropel hacia la Quinta para el desfile, las mareas de vendedores con los carritos y las cajas con ruedas cargadas de recuerdos atascaban las calles y aceras.

Dentro de las calles su marcha se retrasó debido al avance lento. Ella entrecerró los ojos ante la multitud de turistas y locales que formaban paredes impenetrables y pensaba que si veía una persona más luciendo un signo de la paz o agitando una bandera de flores, podía ser que sacara el arma y les haría salir corriendo.

Aquí tienes tu paz, pensó.

Echó un vistazo, dejó escapar un suspiro, a continuación, utilizó su enlace del tablero para contactar con Roarke.

– Teniente. ¿Puedo entender que esto no es para hacerme saber que estás en camino a casa?. -

– No. Estoy luchando por el maldito caos del Día de la Paz. Si esta gente quiere la paz, ¿por qué demonios no se quedan en casa? -

– ¿Por qué quieren compartir la buena voluntad con sus semejantes?-

– Y una mierda. Porque quieren emborracharse y tener a la policía en la aglomeración. -

– Hay algo de eso. ¿Hacia dónde vas? -

– Al depósito de cadáveres. A un mal sitio. -

– Lo siento. ¿Puedes contármelo? -

– La hija de dieciséis años de un policía condecorado, quien recientemente obtuvo las barras de capitán. Violación y asesinato, en su casa. Sus padres encontraron el cuerpo esta mañana cuando regresaron de unas vacaciones de fin de semana. -

– Lo siento mucho.- Esos ojos azul intenso miraron su rostro buscando, ella lo sabía, las arrugas.

– Estoy bien.-

– Muy bien. ¿Hay algo que pueda hacer? -

Solo lo haces, pensó, con preguntar. -Estoy tratando de encajar las piezas. Una de ellas es Jamie. -

– ¿Jamie? ¿Cómo? -

– Ellos eran amigos.-

– Seguramente tú no crees-

– No, no lo creo. Voy a comprobar su coartada, simplemente porque no quiero dejar ningún espacio en blanco, pero no es un sospechoso. Ella tenía un novio secreto -uno que parece la hizo su objetivo, estableciendo todas las bases. Estoy camino a la morgue para ver si algunas de las piezas de la evidencia toman forma en mi cabeza. Después de eso, voy directa al laboratorio. -

Vio un hueco en el tráfico, aceleró, inició la vertical, salió disparada, – le encantaba este nuevo auto- y giró al oeste.

– Le pedí a Whitney que estuviera Morris en esto. Luego voy a convocar una reunión informativa en la Central. Tenemos que ir mirando delitos, pasarlo por el sistema electrónico, iniciar un barrido en sus áreas de interés, así que -

– Creo que voy a bajar y verte trabajar.-

– Mira-

– Me puedo quedar fuera del camino, si eso es lo que quieres. Pero no mantendrás fuera a Jamie. Puedo ser un poco de ayuda allí. Tú has dicho que sus padres -un capitán de policía-, regresaron a su casa para encontrar a su hija muerta. Pero no mencionaste los discos de seguridad o el sistema. Uno asume que un policía veterano adoptará todas las medidas necesarias, incluida una fuerte seguridad, para proteger a su familia. Hay algo de e-trabajo aquí. -

– Eso es trabajo de Feeney.-

– Voy a estar en contacto con él entonces.-

Sabía que lo haría. -¿No te gustaría tener un buen domingo tranquilo en casa?-

– Si tuviera a mi mujer aquí, si. Pero ella tiene un tipo diferente de día. -

– Haz lo que quieras. Pregunta. ¿Por qué no me dijiste que complementabas la beca de Jamie? -

– Mierda-. Pareció ligeramente desconcertado. -No es un crimen. Bueno, ahora no estoy del todo seguro, de que no se vea como un soborno, para atraerlo a mi empresa.-

– ¿No es así?-

– Maldita sea, de acuerdo, y lo otro también. Pero el niño está decidido a ser un policía. Si todavía tiene esa idea cuando haya terminado la universidad, su ganancia es mi pérdida. Es sangre brillante. -

– ¿Tan bueno como tú?-

Los ojos azules brillaron salvajes. -No, pero bastante más honesta. Nos vemos en la Central-.

– No tomes la Quinta. ¡Jesús! Ojala pudieras ver esto. Hay algunos gilipollas vestidos como un signo de la paz. Es un círculo amarillo grande, con extremidades desnudas. La gente es tan condenadamente extraña. Te veré más tarde. -

Ella había sabido que iba a venir, tal como ella había llegado a conocer lo útil que era tener a un ex- ladrón, ayudando a analizar la derivación de bloqueos y códigos.

Deena podría haber dado a su asesino el código de acceso para la sala de control, si lo hubiera tenido. Pero si él apagó las cámaras, limpió el disco duro, tuvo acceso a los discos, necesitaba más que el código. Él había necesitado excelentes e-habilidades.

Y allí su ex-ladrón- era insuperable.

– Sangre brillante-, murmuró, con el propio término de Roarke.

Había un cambio de turno en día festivo en la morgue, y los que se quedaron de guardia para ocuparse de los muertos llevaban pantalones cortos coloridos debajo de las batas de laboratorio. La música sonaba con desenfado desde las oficinas y salas de autopsias.

Dudaba que los residentes se preocuparan demasiado de una u otra manera.

Se detuvo el tiempo suficiente para fruncir el ceño ante la máquina de bebidas. Ella quería un tubo de Pepsi, y no quería que ninguna mierda de la maldita máquina.

– ¡Tú!- Ella señaló con el dedo a un técnico que pasaba, y el gesto le puso el rostro tan blanco como las huesudas piernas. -Dos tubos de Pepsi.- Ella empujó unos créditos hacia él.

– Claro, está bien. -Obedientemente, los enchufó, hizo su petición. A pesar de que cuando los tubos cayeron en la ranura, la máquina comenzó con su retahíla actual sobre la bebida, Eve los sacó.

– Gracias.- Ella se alejó de inmediato.

El primer sorbo fue terriblemente frío, y era exactamente lo que buscaba. Ella siguió por el túnel negro, perseguida por el eco de sus propias botas y los restos pegajosos de la muerte que se aferraban al aire bajo la explosión de los cítricos y desinfectantes que flotaban fuera de las rejillas de ventilación.

Se detuvo fuera de las puertas dobles de la sala de autopsias, no para hacer frente a la muerte, sino al hombre que la estudiaba.

Ella respiró, después empujó las puertas.

Allí estaba él, y parecía el mismo.

Llevaba una capa protectora transparente sobre un traje negro oscuro de noche. Lo había combinado con una camisa dorada, y una corbata fina en los dos colores tejidos juntos. Ella frunció el ceño ante el signo de la paz de plata prendido en la solapa, pero tuvo que admitir que en Morris funcionaba.

Tenía el pelo negro apartado de su rostro exótico en una sola trenza, brillante.

Él estaba sobre la niña muerta que había abierto ya con su corte preciso, Y casi artístico.

Cuando levantó sus ojos oscuros hacia Eve, ella sintió que su vientre se apretaba.

Él tenía el mismo aspecto, ¿pero era él?

– Supongo que esto es una porquería de bienvenido de nuevo.- Ella cruzó, ofreció el segundo tubo. -Siento haber tenido que llamarte temprano y en un día de fiesta.-

– Gracias.- Él tomó la bebida, pero no abrió el tubo.

Su vientre apretado comenzó a saltar. -Morris-

– Tengo algunas cosas que decirte.-

– Está bien. Muy bien. -

– Gracias por encontrar justicia para Amaryllis-.

– No lo…

Levantó la mano libre. -Tengo que decir estas cosas antes de volver a nuestro trabajo, a nuestras vidas. Es necesario que lo diga. -

Con un sentimiento de impotencia, metió las manos en los bolsillos y no dijo nada.

– Nos ocupamos de la muerte, tú y yo, y con lo que la muerte deja de duelo. Creemos -o tenemos la esperanza- de que encontrando las respuestas, encontrando la justicia ayudamos a los muertos, y a la pena que envuelve a las muertes. Así es. De alguna manera lo es. Ya no lo creo, ni lo espero, ahora sé que así es. Yo la quise, y su pérdida… -

Hizo una pausa, abrió el tubo, bebió. -Fue inmensa. Pero tú estabas allí para mí. Como policía, y como amiga. Tomaste mi mano durante esos primeros pasos horribles de dolor, me ayudaste a mantenerme firme. Y encontrando las respuestas, me diste, y a ella, un poco de paz. Es un día para recordar la paz, supongo. El trabajo que tú y yo hacemos a menudo es feo e ingrato. Tengo que darle las gracias. -

– Está bien.-

– Hay más, Eve.- Rara vez utilizaba su nombre de pila, y al usarlo ahora, él cerró la mano sobre su brazo para mantenerlo quieto. -Aunque estés incómoda.- Y sonrió, sólo un poco -sólo lo suficiente para aflojar los nudos más apretados en su vientre. -Gracias por sugerir que hable con el padre López.-

– ¿Fuiste a verlo?-

– Lo hice. Yo había pensado en irme, alejarme hasta… Hasta. Pero no había ninguna parte donde quisiera estar, y, francamente, me sentía más cerca de ella aquí. Así que me quedé, y fui a ver a tu sacerdote. -

Ella tuvo que luchar para no retorcerse. -No es mío.-

– Él me dio consuelo-, añadió Morris ante su respuesta nerviosa. -Es un hombre de fe incuestionable, con una mente flexible y compasión ilimitada. Él me ayudó con los siguientes pasos difíciles, y me ayudó a aceptar que tendré más para tomar. -

– Él es… bueno, no un dolor en el culo al respecto. Es mucho más-.

Ahora la sonrisa llegó a los ojos oscuros y alivió más su tensión. -Un excelente resumen. Y gracias por confiar en mí cuando yo no me tenía confianza. -

– No sé lo que quieres decir.-

– Antes de que tu solicitud entrara en la mañana, buscaba las razones -excusas- para no volver todavía. Otra semana, quizás dos. Yo no estaba seguro de estar listo para estar aquí, para hacer frente a este lugar, para manejar el trabajo. Pero pediste por mí. Confiaste en mí, así que ¿qué otra opción tengo sino confiar en mí mismo? -

– Ella te necesita.- El único punto que Eve tenía de la inexpugnable fe de López. -Deena MacMasters te necesita. Tú tienes un buen equipo aquí, gente buena. Pero ella te necesita a ti. Ella nos necesita-.

– Sí. Así que… -Él la sorprendió al rozar sus labios, muy suavemente sobre ella. -Es bueno verte.-

– Um. Igualmente-.

Él le dio un rápido apretón en el brazo, y luego la soltó. ¿Y dónde está la inestimable Peabody? -

– Haciendo trabajo de campo. Tenemos mucho camino por recorrer. -

– Entonces vamos a empezar. Conozco a MacMasters, por supuesto. Él es sólido. Esto hará un agujero en él. -

– Él se está manteniendo.-

– ¿Qué más hay? Su nombre es Deena. -Él miró a Eve, obtuvo su visto bueno.-Mujer, de dieciséis años de edad con un estado de salud excepcional antes de su muerte. Se cuidaba y preocupaba por ella misma. La exploración no mostró lesiones anteriores de cualquier tipo, y confirma una excelente nutrición. Su última comida, consumida aproximadamente a las 18:30 de la tarde, fue la pizza con un relleno de pimientos, champiñones, aceitunas negras, y cerca de seis onzas de gaseosa de cereza. Ante la bandera de toxicidad, he determinado que el barbitúrico que ingirió con la comida estaba mezclado con la bebida. -

– La drogaron.-

– No puedo decirlo, solo que se ella ingirió el barbitúrico, y no hay signos de uso regular del misma en su análisis. Todo lo contrario. Teniendo en cuenta su peso, y la suposición de que no estaba acostumbrado a tomar drogas, la dosis hubiera sido suficiente para dejarla inconsciente, para tal vez tanto como una hora. -

– Un montón de tiempo para que él la lleve a la planta alta, la espose, a continuación, apague la cámara y tome los discos. Si lo hizo, en ese orden. Un montón de tiempo. Ella habría estado aturdida, desorientada cuando volvió en sí. -

– Sí. Ella ingirió otra dosis más pequeña -cerca de la medianoche. -

– ¿Una segunda dosis?-

– Sí. Tenía las manos esposadas a la espalda en las muñecas- hay profundas contusiones, laceraciones que indican que luchó en contra de ellas, muy violentamente. Las marcas en sus tobillos indicar una restricción diferente. Probablemente tela. -

– Sábanas-.

– Eso es consistente. Luchó contra ellos, también. Y si miras. -Hizo una pausa para tomar un segundo par de microgafas, que le dio a Eve. -Aquí-. Se inclinó sobre los tobillos juntos. -Los límites eran muy apretados, cavando en la piel. Aquí, aquí, aquí. -

– Atado, desatado, atado de nuevo.- Ella lo vio en la cabeza también. -Atado, violada, desatada, dada vuelta, atada, sodomizada. Desatado, dada vuelta, violada de nuevo. -

– Sería mi conclusión. Múltiples violaciones, sodomías múltiples, todo extremadamente violento. Como se puede ver… -

Se trasladó el cuerpo. Una línea de sudor, frío como el hielo, se deslizó por la columna vertebral de Eve. Sin embargo, se movió con él, puso más bloqueos a sus recuerdos, y estudió el daño.

– Las lágrimas, el trauma. Su himen estaba intacto antes de la violación. Tan joven -murmuró. -Y utilizada sin piedad. Yo no encontré semen. Estaba sellado, y se mostró cauteloso para hacerlo con cada violación. No tenemos ni rastro de él en o sobre ella. Mi especulación es que se quitó el propio vello de los genitales, posiblemente, todo el pelo del cuerpo antes del acto. De lo contrario, incluso sellado, con múltiples violaciones, violencia, deberíamos haber encontrado un pelo perdido. Hay algunos moretones en sus piernas, su torso, en las manos. Moretones más profundos en los hombros donde se considera que la sujetó con más fuerza. En su garganta…

– Él la ahogó. Veía su cara mientras lo hizo. La vio hasta que ella perdió el conocimiento. Entre las violaciones, entre ellas porque no quería arriesgarse a ir demasiado lejos, matarla antes de tiempo, echar a perder la diversión. -

Ella podía ver, en la sala con las paredes color violeta suave y los muebles blancos brillantes. Ver el terror, el horror. Sentir el dolor.

– Él la ahoga mientras ella lucha, lucha por el aire, se desmaya. Luego desata sus piernas, la da vuelta, la ata ella. Y espera a que se recobre para que pueda sentir que él la va sodomizar. No sirve si está desmayada. Él quiere hacerle daño. Tiene que hacerle daño. Tal vez se corre de esa manera. Con su dolor, sus luchas, sus suplicas…

– Te has puesto pálida.- Morris le tocó el brazo. -Retírate de aquí, siéntate-.

Ella negó con la cabeza, apartó el brazo. Ella se recuperó así. Mirando su propio pasado tanto como a Deena, Eve deslizó el tubo frío sobre la frente.

– Es lo que hace cuando está terminando, sin embargo necesita hacerlo muchas veces. Cuando está tendida temblorosa, o cuando se ha ido a otro lugar, a algún lugar donde no puede sentir el dolor, empuja su cara en la almohada, la sujeta, sofocándola hasta que ella se recupera de nuevo. Entonces él la da vuelta y empieza de nuevo. Él trabajó por cerca de ocho horas, un día de trabajo completo. Así que él podía dejarla descansar un tiempo para que se recuperara de nuevo.

– Tal vez le prometió dejarla ir si le daba la clave de acceso para la sala de control. Pero creo que ya se había ocupado de eso. De cualquier manera, mucho tiempo. Ella le preguntaba por qué, por qué hacía esto. Él se lo diría, se lo diría con exactitud. Debido a que la iba a matar, y él disfrutaría de decirle por qué. -

– ¿Por qué?- Morris habló en voz baja, mirando su rostro.

– No lo sé. Todavía no. Pero tenía que asegurarse de que ella sabía que no era porque él la quería. Que no era porque le gustaba. Si se tomó todo este tiempo, todo este esfuerzo para herirla físicamente, una y otra vez, ¿no querría herirla emocionalmente, mentalmente? Romperla, demostrar lo poco que le importaba cada centímetro de ella. Además de la violación, y todo lo que le hace a su cuerpo, su mente, su maldita alma, quiere asegurarse de que ella sepa que no significaba nada. Que él la había engañado. Saliendo, sosteniendo su mano, siendo un chico tímido. Hacer que se sienta como una tonta. Una buena bonificación-.

Ella mantuvo su respiración, incluso pudo hacerlo, aunque no pudo detener el pulsante martilleo en la cabeza.

– Se quita la máscara. No hay necesidad de ella ahora. Él quiere que ella vea quién es. Quiere que ella sepa quién está dentro de ella cuando él la viola, la está desgarrando y haciendo llorar. Una chica joven y sana, una chica fuerte, por lo que puede hacerlo durante horas, hasta que la última vez que puso sus manos alrededor de su garganta, la última vez que vio sus ojos fue cuando empezó a apretar. Hasta que lo terminó. -

Ella dio un paso atrás ahora. No tembló, aunque quería hacerlo. Sin embargo, tomó un trago largo y lento de la ahora tibia Pepsi. -Deja las esposas. Esposas de policía. Elemento estándar. Desata sus piernas, pero deja las manos esposadas. Porque eso es un mensaje a su padre. Eso es un golpe más para sus tripas. No era a ella, no sobre ella. Ella era sólo un instrumento. Un arma. Podría haberla matado docenas de veces antes de esto, en docenas de formas. Él quería que fuera en esa casa, dentro de la casa donde el policía cree que su hija siempre estará a salvo. -

Estudió la cara. -La segunda dosis, también fue para MacMasters. Quería asegurarse de que se encontrara la droga en su sistema. Por lo que él sabía, en el momento del asesinato, sus padres no debían volver hasta la tarde, a mediados de la tarde. No habríamos llegado a una toxicidad aún en ese tiempo. No habríamos llegado a una hasta la noche, incluso marcado y acelerado. Sólo un nuevo impulso para asegurarse de que la encontráramos. Es por eso que dejó el vaso-.

– ¿El vaso?-

– Es la copa que dejó sobre el mostrador en la cocina, y no habrá rastros de barbitúricos para que el laboratorio lo encuentre. Es como… demostrar su desprecio. Un insulto a todos. Mira lo que puedo hacer en la santidad de tu propia casa, a tu preciosa hija, con la misma cosa con la que trabajas todos los días de tu vida. No se trataba de ella, de Deena. Eso es peor, ¿no? -

Miró a Morris de nuevo, compuesta de nuevo. -Es peor para MacMasters sabiendo que no era por ella. Ella era el conducto. -

– Sí. Sería peor. -¿Y qué te hicieron a ti? se preguntó. ¿Quién fue la persona que te utilizó de esta manera?

Pero él no le preguntó. La conocía muy bien, la entendía demasiado bien para preguntar.


Más tarde, se quedó fuera, respirando en Nueva York, parada en el calor pegajoso de un día en el que parecía haber llegado el verano. Ella había pasado por de él, se dijo, había pasado por lo que debería ser lo peor del día. Se fue de nuevo a su coche y se dirigió al laboratorio.

Esperó toparse con el Jefe de Laboratorio Técnico Dick Berinksi. De hecho, esperaba aliviar la tensión con la patada en el culo que esperaba dar al hombre conocido no tan cariñosamente como Dickhead. -Es una mierda, pero es el mejor-, ella decía de él.

Ella encontró el laboratorio vacío, salvo por un puñado de ratas de laboratorio escondidas en sus cubos de vidrio o dormitando sobre papeles. Y la cabeza en forma de huevo pegado con un pelo negro muy fino del jefe inclinada hacia una pantalla de computadora, mientras que sus espeluznantes dedos, jugaban sobre la pantalla y el teclado.

– Estado-. Lo dijo como un desafío.

Él le lanzó una mirada resentida. -Tenía entradas para el futbol. Asientos en palco. -

Un soborno, sin duda. -El capitán MacMasters tenía una hija. Ahora pregúntame si me importa una mierda tu palco. -

– No iba a estar menos muerta si estaba comiendo un perro, bebiendo una cerveza, y viendo a los Yankees en el maldito Día de la Paz.-

– Vaya, tienes razón. Es una lástima que ella fuera violada, sodomizada, violada de nuevo, aterrorizada, y ahogada a muerte el maldito día de la paz sólo para ocasionarte un inconveniente. -

– Jesús, relájate.- Su propia ira le ponía un brillo asesino en los ojos, mientras agitaba sus dedos de araña en el aire. -Estoy aquí, ¿no? Y ya analicé el vaso. Tiene gaseosa de cereza y barbitúricos. El Mickey aparece como deslizador de la droga, en forma líquida, con una pequeña dosis en polvo de Zoner-.

– ¿Zoner?-

– Sí, sólo un toque. No lo necesitas, no con lo que contenía el deslizador, pero la combinación da sueños extraños al usuario. Por lo general, se despierta con la madre de las migrañas. No veo el lado positivo de tomar este cóctel en particular, pero hay gente para todo. -

– Por lo tanto, ella había sufrido, incluso cuando estaba fuera. Y regresado al dolor. -

– Si él quería drogarla, el deslizador lo haría. Tienes que calcular que quería que estuviera al borde. Tengo el ADN y las huellas, y ambos coinciden con la de la víctima. Acabo de enviarlas ahora mismo. Usted podría haberse ahorrado el viaje. -

– ¿Qué pasa con las sábanas, la ropa?-

– No soy una maldita máquina. Tengo que empezar a hacerlo, y lo voy a hacer. Las barredoras iluminaron la escena -me imagino que lo hicieron-, no hay semen. Se parece a la mayoría. Pero vamos a hacerle un análisis completo. Si de su traje surgió una fuga del tamaño de un alfiler, o se le cayó la baba, lo encontraremos. Antes de preguntar, las esposas son oficiales. Le di un vistazo y son nuevas. O por lo menos no habían sido usados hasta ahora. La sangre y el tejido coinciden con el de víctima. No hay huellas. Las fibras atrapadas en ellas, probablemente de las sábanas. Harpo pueden analizarlas mañana. -

No podía discutir. Había hecho el trabajo. -Envía el informe sobre el vaso y lo demás tan pronto como termines con las sábanas y la ropa.-

Ella lo dejó allí y se dirigió a la Central con el zumbido de un dolor de cabeza en la base de su cráneo.

Incluso el Día de la Paz, llegando hacia el atardecer, la Central zumbaba. Proteger y servir significa 24/7 de maldita paz. Los malos, en sus diversas formas, en sus diversos niveles, no tomaban tiempo libre. Se imaginó que había recintos llenos de chicos en toda la ciudad que no eran tan malos, que solo habían tomado demasiada cerveza en sus vacaciones, asistido a alguna fiesta compartida, o levantado billeteras en el aplastamiento del desfile.

Ella tomó el deslizador en lugar de los ascensores más rápidos para darse sólo un poco más de tiempo para nivelarse.

Hubiera querido tener algo para golpear. Lamentó poder tomarse unos veinte minutos y golpear en uno de los gimnasios del lugar y poner a punto un droide de combate. Sin embargo, ocho horas después de la llamada de Whitney, entró en el bullpen de homicidios, y fue directamente a su oficina.

Café, pensó -del verdadero- serviría para sustituir los golpes de los puños para liberarse del nudo en la garganta.

Estaba sentado en la silla de visitante, que ella sabía que era miserablemente incómoda porque no quería que nadie se quedara en el lugar demasiado tiempo.

Pero estaba sentado, trabajando en su PPC, con la camisa arremangada, con el pelo recogido hacia atrás como cuando se preparaba para sumergirse en una tarea espinosa o ya estaba en la metido en ella.

Eve cerró la puerta.

– Pensé que estarías con Feeney-.

– Estaba.- Roarke se volvió de hacia ella para estudiar su rostro. -Ellos han vuelto de la escena hace un rato. Están preparando la sala de conferencias que has reservado. -

Ella asintió con la cabeza, se dirigió directamente a su AutoChef a ordenar café. -Sólo quiero un minuto para organizar mis pensamientos para la sesión informativa. Puedes decir que estoy en camino. -

Hubiera querido acercarse a la pequeña ventana, mientras esperaba el café, pero su inquietud requería estar sola. En su lugar, se dirigió hasta su escritorio.

Él se levantó y se puso detrás de ella. Él hizo menos ruido que su gato. Y tomó la taza de café de su mano para apartarla.

– Hey. Te quiero ver peleando. -

– Lo tendrás en un minuto.- Todo lo que hicieron aquellos dedos fuertes, buscando con sus ojos azules los de ella, fue tocar con su mano sus mejillas.

– Está bien.- Dejándose ir, simplemente dejándose ir, ella dio un paso hacia sus brazos. Podía cerrar los ojos y ser envuelta, ser abrazada, ser amada y comprendida.

– Ahora no.-Volvió la cabeza para presionar los labios a su pelo. -No-.

– Estoy bien.-

– No del todo. No voy a preguntar si pasarás por esto. Lo harías aunque no fuera un colega el que te pidió ayuda. -Ante el temblor de la cabeza, le besó el pelo de nuevo, a continuación, aflojó el abrazo para que sus ojos se encontraran. -Necesitas demostrar que puedes pasar a través de ello.-

– Estoy pasando a través de ello.-

– Lo estás. Pero creo que se te olvida que no necesitas pasar a través de nada sola-.

– Ella era mayor que yo. El doble de mi edad. Sin embargo… -

Él le acarició la espalda cuando ella se estremeció, sólo un temblor fuerte. -Sin embargo. Joven, indefensa e inocente-.

– Yo ya había dejado de ser inocente. Yo estaba… Cuando estaba en la morgue, la miré y pensé, que podría haber sido yo en la losa. Si no lo hubiera matado antes, podría haber sido yo. Él podría haberme matado antes o después, o peor, convertido en una cosa. Ponerle allí primero era lo que había que hacer, y eso es todo. Ella no tuvo la oportunidad, ni siquiera la oportunidad de hacerlo. Un buen hogar, padres que la amaban, y que están rotos, algunas partes de ellos siempre estará rota igual que ahora. Pero ella no tuvo la oportunidad de hacerlo. Nunca lo podrá tener. -

– No, nunca.-

Ella aguantó y esperó un minuto, luego dio un paso atrás. -Deseaba tener tiempo para ir a golpear hasta mandar a la mierda a un droide de combate.-

– Ah.- El sonrió. -Eso nunca falla para ti-

– Sí. Pero esto fue mejor-.

Tomó su café, se lo entregó a ella. -Tomar un bloqueador para el dolor de cabeza sería mejor todavía-.

– No es tan malo, no tan malo ahora. Voy a trabajar fuera. -

– La pizza que pedí debe ayudar.-

– ¿Ordenaste pizza?- La parte de ella que la anhelaba se peleaba contra la parte de ella que quería mantener la disciplina. -Te he dicho que no sigas comprando comida para mis policías. Se echaran a perder y se corromperán. -

– Sólo hay un policía que me interesa echar a perder y corromper, y la pizza es una de sus debilidades.-

Bebió el café haciendo todo lo posible para fruncirle el ceño por encima del borde. -¿Pediste de pepperoni?-


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