El rescate

4 de enero de 2000


Le he contado todo a Giovanni. Los comentarios de Mae sobre mí, las sospechas y las amenazas de Manolo, mi situación personal y la sensación de que también me he enamorado de él.

– ¡Sal de allí inmediatamente! -me grita Giovanni al teléfono, preocupadísimo.

– ¿Y cómo lo hago? Además, aún me quedan cosas en la casa que tengo que ir a buscar.

– Olvídate de tus cosas y coge el primer avión. Quizá sepan dónde vives y vayan a darte una paliza. Te vienes a pasar una temporada a Italia. Cuando vuelvas, te cambiarás de piso. ¿Has entendido?

Creo que Giovanni está exagerando un poco. Pero le noto tan nervioso que acepto todo lo que me va diciendo.


23 de enero de 2000


Hoy he soñado con Mami. Ella estaba corriendo a través de un bosque denso, empujando a la vez un carrito de niño con ruedas oxidadas. Debía de ser otoño, muchas hojas multicolores yacían en el suelo. Mami se había recogido el pelo en un moño complicado pero perfecto, para estar más cómoda seguramente. Se habla camuflado con un largo abrigo negro con botones de arriba abajo, como los que llevan los militares. Sus gestos, pese a tropezar con el montón de hojas que le entorpecían los pies y obstaculizaban su paso, eran ligeros y armoniosos. Se paró de repente, sin aliento, y se puso a acariciar el rostro del bebé que estaba en el carrito.

Sus caricias me dan calor al corazón y su rostro dulce me reconforta. Siento que siempre ha estado, que nunca se ha separado de mí. Va enrollando sus dedos entre las mechas de mi cabello. La sensación de un amor infinito me invade y cuando vuelvo mi cabeza hacia su rostro, tiene los ojos cerrados pero esboza una sonrisa porque sabe que la estoy mirando. Sus labios parecen llevar un carmín rosado suave y no paran de moverse, intentando decirme algo.

– Descansa, mi niña.

Y para dar énfasis a sus palabras, Giovanni me aprieta más contra su cuerpo. Nos volvemos a dormir así, en la pequeña habitación de hotel donde me he instalado para una temporada.

Загрузка...