CERCANÍAS DE DULCE, NUEVO MÉXICO. 223 horas, 30 minutos.
Johnny Simmons se despertó en la oscuridad. Por lo menos, creyó estar despierto. No podía ver nada ni oír nada. Al intentar moverse el pánico se apoderó de él. Sus extremidades no le respondían. Tenía la terrible sensación de estar despierto pero dormido, incapaz de conectar su mente consciente con el sistema nervioso para moverse. Se sentía desprendido de su cuerpo y de la realidad. Era una mente flotando en un vacío oscuro.
Luego le sobrevino el dolor. Al no ver ni oír, el dolor estalló en su cerebro y le ocupó todo su pensamiento y todo su mundo. Surgía de cada uno de sus nervios y desembocaba en unos pinchazos hirientes como garfios, que le provocaban un dolor más allá de cualquier cosa que hubiera considerado posible.
Johnny chillaba y lo peor de todo era que no podía oír su propia voz.