Ante todo, quiero dar las gracias a mi agente, Sloan Harris. Tengo una deuda eterna con él, por su apoyo incansable, sus valiosos consejos y la calma y sensatez con que maneja todas las situaciones que le planteo. Cada día me despierto y me siento agradecida por tener a Sloan de mi parte. También admiro profundamente la habilidad que tiene para intercalar la palabra kabuki en casi todas las conversaciones.
También quiero dar las gracias a mi particular dream team editorial. Por orden de aparición: Marysue Rucci, Lynne Drew y Greer Hendricks. Todos los autores deberían saber lo que significa beneficiarse de los consejos y opiniones de personas tan brillantes y competentes. Le mando un abrazo especial a Lynne, por su viaje al otro lado del Atlántico y siempre más allá (¿tradición anual?).
Doy las gracias a Judith Curr, que contagia energía y entusiasmo, y a David Rosenthal, por creer siempre en mí (seguramente detesta la frase «por creer siempre en mí»). También agradezco muchísimo a todo el personal de Atria, en particular a Carolyn Reidy, Chris Lloreda, Jeanne Lee, Lisa Sciambra, Mellony Torres, Sarah Cantin, Lisa Keim, Nancy Inglis, Kimberly Goldstein, Aja Pollock, Rachel Bostic, Natalie White, Craig Dean y todo el departamento de ventas. ¡Me encanta formar parte de la familia!
Betsy Robbins, Vivienne Schuster, Alice Moss, Kate Burke, Cathy Gleason, Sophie Baker, Kyle White y Ludmilla Suvorova: ¡gracias! Os adoro a todas. Agradezco especialmente a Kristyn Keene por asesorarme en todo, desde el desarrollo de la trama hasta los zapatos de tacón. ¡Siempre tienes razón, Kristyn! Un abrazo a Cara Weisberger, por las fantásticas sesiones de devanarnos los sesos buscando ideas. Gracias a Damian Benders, por iluminarme sobre la industria discográfica, y a Victoria Stein, por educarme en todo lo relacionado con la nutrición. Todos los errores que se hayan colado son enteramente míos.
Quiero dar las gracias también a mi increíble familia: mamá, papá, Dana, Seth, abuela, abuelo, Bernie, Judy, Jonathan, Brian, Lindsey, Dave, Allison, Jackie y Mel, por aguantar interminables horas de cháchara sobre este libro, y por hacerlo con tanto amor y espíritu de apoyo. Nanny, sé que estás leyendo esto en algún lugar y quiero decirte que te echo mucho de menos.
Por último, siento un agradecimiento enorme para Mike, mi marido. Sin él, no existiría esta novela (ni tampoco mi cordura). Hablábamos de los personajes en el desayuno, de la trama en el almuerzo y de la estructura en la cena, y no sólo se abstuvo de amenazarme con el divorcio, sino que me hizo reír a cada paso del camino. MC, te quiero.