CAPÍTULO 18

Cuando entraron en la sala de Ardry End, a Jury le sorprendió ver a Lady Ardry y a Vivian Rivington allí.

Agatha pareció igual de sorprendida al ver al inspector Jury.

– ¡Conque acá estaba! Ya sabrá que el superintendente Racer, un hombre bastante desagradable, a decir verdad, ha estado tratando de ubicarlo desde que llegó. – Era evidente que luchaba entre ayudar y encubrir la causa de Racer para así asegurarse algo de información. Luego se dirigió a Melrose Plant: – Te pregunté cuando me llamaste dónde estaba el inspector, Plant, y me dijiste que no lo habías visto en todo el día

– Te mentí.

– ¿Dónde está el superintendente Racer? – preguntó Jury, queriendo asegurarse de los lugares que debía evitar.

– No lo sé. Le arreglé el cuarto primorosamente, nunca tengo inconvenientes en hacer todo lo que esté a mi alcance. Pero ese hombre asqueroso entró, miró a su alrededor, dio media vuelta y se fue. Con razón el país está como está.

– Perdóneme, señor – dijo Ruthven, luego de una discreta tosecita -. Pero creo que el superintendente se alberga en la posada del señor Matchett. Creo que quería estar en la escena del crimen. – Ruthven no parecía muy entusiasmado.

– Gracias, Ruthven. – Jury sonrió para sí. Matchett tenía la mejor bodega en millas a la redonda y además la mejor cocina.

– ¿Martha está lista? – preguntó Plant. Ruthven asintió -. Y usted a preparó la antesala. Bien, bien.

Jury vio entonces que en la antesala al final de la habitación habían puesto una cortina, como si fuera un pequeño escenario. Las puertas ventanas daban al jardín, cubierto de nieve. Pero en lugar de la mesa con sus sillas Reina Ana que siempre había frente a la ventana, habían colocado una especie de chaise longue y la habían cubierto con almohadas y colchas de terciopelo, de modo que parecía una cama.

– ¿Qué pasa? – preguntó Jury.

– No me lo pregunte a – dijo Agatha, tocándose el amplio pecho con la mano -. Será otra de las locuras de Melrose. Siempre ha sido teatral.

– Si dejan de quejarse podremos continuar – dijo Vivian -. Aunque debo admitir que a mí también me gustaría saber qué es.

– No tienen por qué saber nada – dijo Melrose -. Cumplan con los papeles asignados. Ahora, inspector, si nos permite unos segundos, mi elenco y yo debemos ensayar.

Ruthven escoltó a Jury fuera de la habitación, como si lo llevara en custodia. Lo dejaron observando las picas y las lanzas en el pasillo. A los pocos minutos vio a una mujer (que debía de ser Martha, la esposa de Ruthven) avanzar por el vestíbulo y hacerle una breve reverencia. Luego entró en la sala. A los diez minutos Plant abrió la puerta y lo llamó.

Plant puso una silla para Jury a unos tres metros del telón.

– Muy bien, inspector Jury. Vamos a representar una escena, mejor dicho, parte de una escena de Otelo. Yo seré Otelo, Martha será Emilia y Vivian será Desdémona. Bien, ¿todos saben sus papeles?

Agatha dijo con agresividad:

Ustedes tienen papeles. Lo único que yo tengo que hacer es…

– No hables de lo que tienes que hacer, sólo hazlo – dijo Melrose.

– Todavía no entiendo por qué no soy Desdémona. Después de todo, Vivian es…

– ¡Dios! ¡No estamos haciendo una prueba para la Royal Shakespeare Company!, no es más que una demostración para el inspector. Tiene que verlo. Vayan detrás del telón y hagan lo que es dije.

Lady Ardry se fue, enfurruñada.

– Ni siquiera abro la boca.

– Si te diera un parlamento, no pararías en toda la tarde.

Agatha le hizo una mueca a Melrose sin que éste la viera y se escabulló detrás del telón.

Melrose se volvió hacia Martha, la cocinera.

– Ahora, Martha, lea las líneas que le marqué y no se preocupe por cómo salgan. – Martha se ruborizó. Parecía considerar esa pantomima como su debut teatral.

– Hagan de cuenta que este sector es el escenario. El sitio donde están las cortinas es la cama de Desdémona. Hace un rato que Otelo está en el escenario con Desdémona. Se habla del pañuelo, de Yago, etcétera. Vivian, quiero decir Desdémona, está en la cama.

Vivian tomó su lugar, se acostó con bastante torpeza entre las almohadas y dijo:

– “¡Matadme mañana! ¡Déjame vivir esta noche!”.

– Acá las indicaciones de escena dicen “La ahoga”. – Melrose tomó una almohada de la cama y la sostuvo encima de la cara de Vivian. Luego se apartó, dejó caer la almohada y corrió la cortina. Martha, de pie a la izquierda, luego de observar muy concentrada la escena anterior, avanzó y simuló golpear ante una puerta invisible.

– “¿No está del todo muerta?”.

Luego avanzó, descorrió la cortina y dejó ver a Desdémona, parcialmente cubierta por la ropa de cama y las almohadas en desorden. Levantó la almohada y la bajó, diciendo:

– “¡No quiero prolongar tu sufrimiento!”. – Desde la cama se oyó otra vez un ruido de quejidos y temblores.

Mientras tanto Martha seguía simulando dar fuertes golpes a la puerta invisible con los puños. Melrose se levantó de la cama, donde estaba inclinado sobre la pobre Desdémona y volvió a correr la cortina. Fue hasta la puerta invisible, hizo como que la abría y Martha entró, leyendo sin entonación:

– “¡Oh, mi buen señor! / Quisiera deciros / una palabra”.

Plant apoyó la mano sobre el brazo de ella.

– Está bien, Martha. Ya probamos lo que queríamos. Aquí, inspector, hay que hacer un cambio. En el texto, Emilia va a la cama y Desdémona dice: “Encomiéndame a mi buen Señor” y muere. Eso lo habrán omitido. Porque Desdémona – dijo Melrose, descorriendo la cortina – ya está muerta.

Agatha se incorporó en la cama, restregándose el cuello y diciendo:

– Lo hiciste a propósito. Casi me matas, estúpido.

Mientras tanto, Vivian entraba por la puerta ventana desde afuera, temblando de frío.

– Por Dios, Melrose, la próxima vez que quieras que haga de Desdémona, dame un saco. Me estoy helando.

Jury quedó mudo de sorpresa. Un pequeño cambio. Había habido un pequeño cambio: el cuerpo drogado de Celia Matchett colocado sobre la cama en lugar de Harriet Gethvyn-Owen. Jury aplaudió.

Melrose hizo una reverencia y dijo:

– Eso es todo, señoras. Gracias.

Agatha, que se había bajado de la cama y acomodado la pollera, lo miró con la boca abierta.

– ¿Qué? ¿Nos arrastras hasta aquí, nos haces pasar por esa ridícula charada, y ahora no nos explicas de qué se trata? ¡Idiota!

Hasta Vivian pareció incomodarse.

– Sí, es verdad, Melrose. ¿Qué es esto?

Ella lo ignoraba, pero Melrose Plant acababa de salvarle la vida, pensó Jury.

Después de que Plant se libró de las mujeres, él y Jury se sentaron junto al fuego con un whisky y los bocadillos que Martha pudo preparar luego de su breve contacto con las tablas.

– No había que ser una actriz excepcional para decirle algunas palabras a la mucama imitando a Celia Matchett.

– No. Y supongo que tendría la ropa de Celia debajo de la de Desdémona y el peinado de ella debajo de la peluca. Probablemente primero se cuidó de que la habitación no estuviera bien iluminada. Tenían que asegurarse de que alguien viera a “Celia” viva mientras la obra se representaba. En realidad estaba muerta sobre el escenario. – Plant encendió un cigarro.

– Sobre el escenario. Dios, qué coraje, estrangularla delante de todo el mundo.

– ¿Le parece que estaba drogada? – preguntó Plant -. Seguramente Matchett la llevó hasta el lugar cubierto por la cortina antes de la escena. Había otra cortina detrás de la cama. Por eso Celia pudo salir y volver a entrar. Cuando cerré la cortina Vivian, es decir, Harriet, se levantó de la cama, salió por la puerta ventana y Agatha se metió en la cama. Claro que Harriet habrá tenido que levantar a Celia y colocarla allí, vestida con un traje de Desdémona idéntico al suyo. Pero desde lejos, entre las almohadas y la ropa de cama y con Otelo tapando la visión, nadie del público habrá podido sospechar que había dos Desdémonas, ¿no le parece?

– Entonces la chica Gethvyn-Owen salva los pocos metros que la separan de la oficina de Celia, se saca el traje y la peluca y se sienta al escritorio – dijo Jury -. Viene Daisy Trump, y supone que la mujer sentada frente al escritorio es Celia. Después Harriet regresa al escenario y coloca el cuerpo ya muerto de Celia en a oficina. La señora Matchett era una mujer menuda, no habrá tenido problemas. Además, eran uso pocos metros. Entonces Harriet estuvo libre para volver a escena. ¡Dios, qué coraje!

– Pero con esa sangre fría, me llama la atención que no haya salido de su cama en el escenario, y haya ido a la oficina de la Matchett para matarla allí mismo. Mucho más simple – dijo Melrose.

– ¿Le parece? ¿Habría hecho usted lo mismo en el lugar de Harriet? ¿Habría permitido que su amante tuviera una coartada perfecta, mientras usted no tenía ninguna? Era una mujer de mucha sangre fría, pero nada tonta, al parecer. De esta manera, los dos estaban comprometidos – dijo Jury. Luego se encogió de hombros. – Claro que la posibilidad de que haya matado a Celia en la oficina sigue en pie, de no ser por estos cuatro asesinatos cometidos en Long Piddleton para mantener oculto lo sucedido dieciséis años antes. – Jury se inclinó hacia adelante. – Mi teoría es que Ruby Judd encontró la pulsera cerca de la cama del escenario. Para Simon Matchett habrá sido una sorpresa mayúscula, ¿no? ¿Qué diablos hacía la pulsera de su esposa, la pulsera que ella usaba siempre, en el brazo de Ruby Judd dieciséis años después? Habrá adivinado dónde la había encontrado la muchacha. No tenía modo de recuperarla. Se habrá sentido en peligro de que ella recordara. – Jury se sirvió más whisky. – Entonces descubre que más de una persona sabe lo ocurrido. Quizá Ruby habló con el tío Will para pedirle consejo. Entonces Will se puso en contacto con su viejo amigo Ansy el mariposón. No interesa cuál de los dos conocía a Creed. Piense en esto: habrá sido un horrible juego de dominó para Matchett. Primero descubre que Ruby se lo ha contado a su tío; después el tío le hace saber que le ha contado a Hainsley y quizás a Creed. Matchett tenía que hacer venir a Hainsley y a Creed aquí. Corría contra el reloj y no podía irse del pueblo. Siendo actor, no le habrá sido difícil imitar la voz de Smollett y hacerlos venir. Eso explicaría el carácter fantástico de los asesinatos. No podía andar por Long Piddleton con una pala para enterrarlos. Así que hace lo contrario: los exhibe. Qué osadía. De esa manera, podíamos pensar que se trataba de un maniático.

– ¿Le parece que Ruby estaba chantajeando a Matchett?

– Me parece que era chantaje sexual. Quizá creyó que podría obligarlo a casarse con ella. Después de todo, lo intentó casi con todos los hombres del pueblo, y Matchett es el más atractivo de todos.

– ¿Adónde iba cuando se fue, si no a encontrarse con alguien? Muchacha estúpida. Sin embargo, dejó la pulsera. Y no hay que olvidar el diario.

– Small y sus amigos pensaban chantajear a Matchett, pero Matchett no tenía demasiado dinero. En cambio, Vivian Rivington sí. Por eso, Matchett tenía que casarse con Vivian para conseguirlo, no se olvide.

– Y le habrá dicho a Ruby que, después de conseguir el dinero, se desharía de Vivian y se casaría con ella. Con franqueza, creo que Matchett puede convencer a cualquier mujer de cualquier cosa. Como a… – Jury se detuvo. Dejó que las palabras flotaran en el aire.

– ¿Cómo a quién?

– Como a Isabel Rivington, por ejemplo.

Plant quedó en silencio un instante.

– ¿Qué quiere decir?

– ¿Nunca le llamó la atención el hecho de que Isabel, que parecía enamorada de Matchett, empujara a Vivian hacia él? Sin contar con que además perdería el control que tenía sobre el dinero.

– No estará sugiriendo que Simon e Isabel tenían una especie de “arreglo”, como el que quizá tenían Simon y Ruby…

– Sí, claro. Aunque dudo que alguna vez lleguemos a saber la verdad. Es lo que siempre pensé.

Melrose miró a Jury un largo rato.

– ¿Qué le habrá pasado a Harriet Gethvyn-Owen?

Jury reflexionó.

– Lo que me pregunto, en realidad, es qué iba a pasarle a Vivian Rivington.

Bebieron el whisky con soda, se miraron y luego miraron el fuego.

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