Hay un tipo que lleva toda la tarde junto al buffet sin más ropa que unos calzoncillos largos, lamiendo el polvillo naranja de las patatas fritas a la barbacoa. A su lado hay otro tipo que se dedica a mojar una patata en la salsa de cebolla y a lamer la salsa de la patata. La misma patata empapada, mojándola una y otra vez. La gente tiene un millón de maneras de mear en lo que ellos aseguran que es su casa.
En materia de catering, estamos hablando de dos mesas plegables atiborradas de bolsas abiertas de nachos de supermercado y latas de refrescos. Y todo el tiempo van llamando a los tipos para que entren a hacer su parte: la coordinadora anuncia sus números y esos actores se dirigen tranquilamente a correrse ante la cámara sin dejar de masticar palomitas al caramelo, con los dedos escociéndoles por la sal al ajo y pegajosos del glaseado de los bollos al jarabe de arce.
Para algunos tipos es la primera vez que hacen esto, y han venido solo para poder decir que estuvieron aquí. Los veteranos estamos aquí para dejarnos ver y también para hacerle un favor a Cassie. Ayudarla con una polla más para que alcance su récord mundial. Para ser testigos de la historia.
En el buffet han colocado tupperwares llenos de condones al lado de tupperwares llenos de minipretzels. Chocolatinas en miniatura. Cacahuetes asados con miel. En el suelo, envoltorios de plástico de chocolatinas y de condones, abiertos a mordiscos y masticados. Las mismas manos que cogen Lacasitos de la bolsa se meten por las braguetas y los elásticos de los calzoncillos para acariciarse las pollas medio erectas. Dedos teñidos de caramelo. Erecciones con fuerte olor a salsa de barbacoa.
Aliento a cacahuete. Aliento a zarzaparrilla. Aliento a patatas fritas a la barbacoa que los jadeos llevan hasta la cara de Cassie.
Adictos a las metanfetaminas que se rascan los brazos hasta tenerlos rojos. Vírgenes de instituto de secundaria que quieren dejar de serlo delante de la cámara. Hay un chaval, el señor 72, que está esperando ser desflorado y pasar a la historia en el mismo plano.
Tipos flacos que se dejan la camiseta puesta, unas camisetas más antiguas que algunos de los actores que están aquí, enviadas hace una vida entera para el lanzamiento de Sexo en Nueva York. Camisetas de clubes de fans de la época en que Cassie fue protagonista de Horizontes marranos. Camisetas más viejas que el señor 72, serigrafiadas antes de que él naciera.
Tipos gritones que hablan por el móvil, que hablan de acciones de bolsa y de oportunidades de inversión mientras se pellizcan y se ordeñan los prepucios. A todos los actores la coordinadora les ha escrito con rotulador permanente en el bíceps un número entre el uno y el seiscientos. Sus cortes de pelo, un monumento al fijador y la paciencia. Bronceados y nubes de colonia.
La sala llena de sillas plegables de metal. Para subir los ánimos, revistas guarras manoseadas.
La coordinadora de actores es una chati, Sheila. que lleva un portapapeles en la mano y que ahora llama a gritos al número 16, al número 31 y al número 211 para que la sigan por la escalera que lleva al set.
Tipos que llevan zapatillas de tenis. Mocasines de cordones. Calzoncillos de slip. Zapatos de vestir con calcetines azul marino hasta la espinilla sujetos con esas ligas anticuadas. Chancletas de playa todavía cubiertas de arena que hace que crujan a cada paso.
Aquel viejo chiste: para conseguir que una chati actúe en una peli guarra le tienes que ofrecer un millón de dólares. Para que actúe un tío lo único que tienes que hacer es pedírselo… Pues no es realmente un chiste. Por lo menos no de los de reírse.
Con la excepción quizá de los que somos habituales en esta industria, la mayoría de estos don nadies ha visto el anuncio que había en la contraportada de la revista Adult Video News. Una convocatoria abierta de casting. Tener la polla dura y un informe médico que demuestre que estás sano, eso era la audición. Eso, y el hecho de que no se está rodando porno infantil, o sea que hay que tener dieciocho años.
Tenemos pollas afeitadas y vello púbico depilado a la cera, en la misma fila que un equipo de softball con síndrome de Down.
Tíos asiáticos, negros e hispanos. Un tío en silla de ruedas. Representantes de cada segmento del mercado.
El chaval, el número 72, lleva en la mano un ramo de rosas blancas que ya se están empezando a poner mustias y caídas, con los pétalos flácidos y un poco marrones. El chaval tiene una mano extendida y algo escrito a bolígrafo azul en el dorso de la misma. Mirándolo, el chaval dice:
– «No quiero nada, pero siempre te he amado»…
Otros tipos llevan paquetes envueltos para regalo con lazos voluminosos y cintas que arrastran por el suelo, cajitas lo bastante pequeñas para caber en una mano, casi escondidas en la mano cerrada.
Los actores veteranos llevan batines de satén, batines de boxeador con cinturón de tela, mientras esperan a que los llamen. Actores porno profesionales. La mitad de ellos incluso han salido en algún momento con Cassie, han hablado de matrimonio con ella, convirtiéndose en los Lunt, en los Desi y Lucy de la industria del porno.
No hay un actor en este rodaje que no ame a Cassie Wright y que no quiera ayudarla a hacer historia.
Otros tipos no se han follado nunca nada que no sea su mano, y sin ver otra cosa que vídeos de Cassie Wright. Para ellos, es una especie de fidelidad. Un matrimonio. Para esos tíos, con sus regalitos en la mano, hoy viene a ser su luna de miel. Su consumación.
Hoy es la última actuación de ella. Lo contrario del viaje de una doncella. En el piso de arriba, para todo el mundo que llegue después del tío número cincuenta, Cassie Wright parecerá un cráter abierto por un misil y engrasado con vaselina. Carne y sangre, pero como si algo le hubiera explotado dentro.
Mirándonos, nunca dirías que estamos haciendo historia. El récord que no se superará nunca.
La coordinadora de actores va con ellos y les dice, levantando la voz:
– Caballeros. -La tal Sheila se empuja las gafas nariz arriba y dice-: Cuando los llame, tendrán que estar listos para cámara
Con eso quiere decir completamente erectos. Listos para el condón.
Lo que más se parece a la sensación que produce el día de hoy es cuando te limpias de atrás hacia delante. Estás sentado en el retrete. No piensas y te manchas de mierda la parte de atrás de la piel colgante y arrugada de las pelotas. Y cuanto más tratas de limpiarlo, la piel se estira y todo se enguarra cada vez más. La fina capa de mierda se extiende por el pelo y muslos abajo. Esa es la sensación de un día como hoy, la que produce guardar el secreto.
Seiscientos tíos. Una reina del porno. Un record mundial para la posteridad. Una película indispensable para cualquier coleccionista de material erótico que se precie.
Ninguno de nosotros se propuso nunca hacer una película snuff