Capítulo 16

MIAMI, FLORIDA.207 horas, 15 minutos.

A sólo quince minutos de su vuelo, Peter Nabinger se debatía entre comprobar o no su buzón de voz; su impaciencia lo venció. Marcó el código de larga distancia y luego, su número. Al cabo de dos llamadas, el aparato se activó. Tras oír el saludo, introdujo su código de acceso y activó la recuperación de mensajes. «Profesor Nabinger, le habla Werner von Seeckt en respuesta a su llamada. Su mensaje me resulta muy interesante. Sé algo sobre el poder del sol pero necesito saber más sobre el resto del mensaje. Tanto lo que usted tiene como lo que yo tengo. Voy a ir a un lugar donde hay más runas. Acompáñeme. Estaré en Phoenix. Calle veintisiete, sesenta y cinco veinticuatro. Apartamento B doce. El día doce por la mañana.»

Allí acababa el mensaje. Nabinger se quedó mirando el auricular por un momento y luego se encaminó hacia la puerta con aire satisfecho.


LAS VEGAS, NEVADA.


Lisa Duncan se encontraba en una habitación de hotel de Las Vegas. El motivo aducido por Gullick sobre su alojamiento fue que no había habitaciones adecuadas para ella en el Área 51. Lisa creía que aquello era una mentira asquerosa, como mucho de lo que había visto y oído sobre Majestic12, conocido más popularmente como Majic12.

Lisa Duncan tenía toda la información disponible sobre Majestic12 en los archivos oficiales y era una carpeta bastante delgada y fácil de leer. Majestic12 se había iniciado en 1942, cuando el presidente Roosvelt firmó una orden presidencial secreta que puso en marcha el proyecto. Al principio nadie entendió por completo los extraños sucesos que quedaron al descubierto cuando a finales de 1942 los británicos traspasaron a un físico alemán, Werner von Seeckt, y una pieza de una maquinaria sofisticada escondida en una caja negra.

Como no podían abrirla, los británicos nunca supieron exactamente qué contenía aquella caja, sólo sabían que era radiactiva. En aquellos días del Proyecto Manhattan, las cuestiones atómicas eran competencia de los Estados Unidos, razón por la cual Von Seeckt y la caja fueron enviados al otro lado del océano.

Al principio se creía que la caja había sido desarrollada por los alemanes. Pero era evidente que Von Seeckt lo desconocía, y el contenido de la caja, una vez abierta, levantó una serie de nuevos interrogantes. Si hubieran sido de los alemanes, ciertamente éstos habrían ganado la guerra. En el interior de la caja había unos símbolos, que ahora se sabía correspondían a un lenguaje llamado runa superior, que confundieron por completo a los científicos. Sin embargo, algo estaba claro: había un mapa que esbozaba América del Norte y en él había un punto marcado, que situaron en algún lugar del sur de Nevada.

Se envió hacia allí una expedición provista de un equipo de detección y, tras varios meses de búsqueda, descubrieron la caverna de la nave nodriza. Los hombres de Majestic12 identificaron rápidamente el metal oscuro de la caja con el metal empleado en la nave nodriza. Ahora tenían más información, pero distaban mucho de saber quién había dejado ese equipo y por qué la caja se había encontrado en la pirámide, y las naves, abandonadas en el desierto. Los demás agitadores se descubrieron en la Antártida gracias a los mapas que se encontraron en el hangar dos. De ese modo pudieron concluir que los alemanes probablemente habían llegado a la cámara inferior de la gran pirámide gracias a mapas hallados en algún otro lugar.

El programa Magic12 continuó siendo el proyecto más secreto de los Estados Unidos durante los últimos cincuenta y cinco años, sobre todo a causa de la información atómica. Después de que los soviéticos hicieran estallar su propia bomba, gracias a la información robada a Estados Unidos, la existencia de la nave nodriza y de los agitadores se mantuvo en secreto por varias razones.

La doctora Duncan pasó a la página siguiente del informe y leyó las razones oficiales. Una era la incertidumbre sobre la reacción pública ante la emisión de aquella información, un tema que el doctor Slayden trataría en la reunión informativa.

Una segunda razón fue que, en cuanto se logró dominar el vuelo con los agitadores, a mediados de los cincuenta, las naves se incorporaron a la Comandancia Estratégica del Aire para ser empleadas sólo en caso de emergencia. Todos los agitadores estaban equipados con soportes externos para cargas nucleares que se emplearían en caso de emergencia nacional. Se creía que, merced a su velocidad, su agilidad y la imposibilidad de ser detectados por radar, los agitadores podrían constituir un último recurso para entrar en el corazón de la Unión Soviética y suministrar un golpe fatal en caso de guerra total.

Otro motivo, derivado de la guerra fría, fue simplemente, la seguridad. Los rusos habían sido capaces de desarrollar sus propias armas atómicas a partir de planos robados a los Estados Unidos. Aunque los científicos norteamericanos no habían descubierto el sistema de propulsión de los agitadores ni tampoco cómo entrar en la nave nodriza, temían que los rusos tuvieran más suerte. Ese temor se incrementó especialmente después de que los rusos lanzaran el Sputnik al espacio, lo cual constituyó un gran golpe para los Estados Unidos.

No obstante, una cosa que el informe no indicaba y que la doctora Duncan sabía, era la existencia de la operación Paperclip y su efecto en el proyecto Majic12. Oficialmente, Paperclip se había creado en 1944, cuando la guerra en Europa tocaba a su fin. Para la doctora Duncan, Paperclip había comenzado realmente el día en que Von Seeckt fue enviado en barco desde Inglaterra a los Estados Unidos.

Paperclip era un nombre inocente para una operación fraudulenta. Cuando la guerra en Europa estaba terminando, el gobierno de los Estados Unidos ya miraba hacia adelante. Había un tesoro de científicos alemanes esperando ser rescatados de entre las cenizas del Tercer Reich. El hecho de que la mayoría de los científicos fueran nazis importaba muy poco a los que idearon Paperclip.

La primera vez que la doctora Duncan leyó algo sobre Paperclip quedó asombrada por la incongruencia aplastante de la situación. La idea de que el fin justificaba los medios había movido a quienes se encargaron de reclutar y permitieron la entrada de científicos en los Estados Unidos de forma ilegal. Simultáneamente, algunos colegas de esos científicos eran juzgados por crímenes de guerra allí donde se consideraba inmoral que la defensa de un fin justificara los medios. En muchos casos, una unidad especial de espionaje secuestró científicos nazis a las unidades del ejército para crímenes de guerra. Ambos grupos iban a la caza de los mismos hombres si bien con objetivos muy dispares.

A pesar de que el presidente Truman firmó una orden que prohibía la inmigración de nazis a los Estados Unidos, esta práctica no disminuyó, pues se hacía en nombre de la seguridad nacional.

Majestic12 comenzó con Werner von Seeckt, un nazi indiscutible, y prosiguió durante años, utilizando para ello todo tipo de sistemas. Varios científicos empleados para los primeros trabajos en los agitadores y la nave nodriza eran nazis reclutados por Paperclip. Si bien los nombres de varios antiguos nazis que trabajaban en el proyecto espacial de la NASA se difundieron ampliamente, la mayor parte del trabajo llevado a cabo por Paperclip pasó inadvertido. Cuando surgieron noticias sobre ese proyecto, se adujo que Paperclip se había cancelado en 1947. Sin embargo, la doctora Duncan tenía declaraciones juradas procedentes de la oficina de un senador interesado de que el proyecto se prolongó durante varias décadas tras esa fecha.

Una de las cosas que más inquietaban a la doctora Duncan sobre el estado de las cosas en ese momento no era tanto el trabajo que se llevaba a cabo en el Área 51 con la nave nodriza y los agitadores, sino saber qué era lo que el general Gullick estaba ocultando. Estaba convencida de que se guardaba algo para sí. Tenía la impresión de que eso estaba relacionado con algunos aspectos del programa Majic12 de los que no había sido informada.

El senador que había facilitado a la doctora Duncan la información sobre Paperclip estaba presionado por varios grupos judíos empeñados en hacer pública la historia del proyecto y en perseguir a algunos de los implicados. A la doctora Duncan le preocupaba el pasado, pero más le inquietaba el futuro.

Mientras que los físicos alemanes habían ido a parar a Majic12, y los científicos alemanes expertos en cohetes a la NASA, todavía no se había descubierto el mayor grupo de científicos nazis involucrado en Paperclip: los especialistas en armas biológicas y químicas. Por muy avanzada que estuviera la industria alemana de cohetes al final de la guerra con el V2 y el avión a reacción, sus avances en el ámbito de las armas químicas y biológicas habían sido escalofriantes.

Con la cantidad de seres humanos de que los alemanes disponían para experimentar, habían avanzado mucho más de lo que los Aliados podían imaginar. Mientras que los norteamericanos todavía acumulaban gas mostaza como primera arma química, al final de la guerra los alemanes disponían de tres mucho más eficaces y mortíferas: el tabún, el somán y el sarín; del último de ellos, al acabar la guerra, los militares norteamericanos inmediatamente hicieron acopio para su uso.

¿Dónde estaban todos aquellos científicos expertos en biología y química a los que Paperclip salvó de ser perseguidos por la justicia?, se preguntaba la doctora Duncan. ¿Qué habían estado haciendo durante todos esos años?

Irritada, dejó la carpeta a un lado. Había demasiadas preguntas y todo iba demasiado rápido. El problema no sólo era la cuestión de Paperclip, también se interrogaba sobre la prueba de la nave nodriza. ¿Acaso Gullick iba tan rápido con aquel vuelo por razones que no eran evidentes y, al hacerlo, dejaba de ver los problemas de la nave nodriza y su sistema de propulsión? Recordó además la sensación de mareo que la invadió en el hangar durante la prueba.

Había sido enviada a esa misión por los asesores del Presidente para comprobar la situación y analizar las posibles consecuencias de dar a conocer a la opinión pública la existencia del proyecto Majic12. Al fin y al cabo, el Presidente llevaba ya tres años en el cargo y su administración podría verse afectada por cualquier encubrimiento.

Desplegó la pantalla de su ordenador portátil y se dispuso a informar de sus descubrimientos hasta el momento.

«Clasificación: confidencial «Acreditación Q, sólo destinatario»A: Jefe de Personal, Casa Blanca»DE: Lisa Duncan, Observadora Presidencial en Majic12.

»TEMA: Investigación Área 51.


»He estudiado la información oficial, me han conducido por las instalaciones del Área 51 y he asistido a una reunión de Majic12. Según estos precedentes, mi impresiones son las siguientes:

»1. La tecnología que se encuentra en el Área 51, en particular, la nave nodriza, va más allá de lo imaginable a través de la documentación y el informe en vídeo.

»2. La seguridad del recinto es excesiva dada la actual situación mundial.

»3. La preocupación del Presidente por los efectos psicológicos y sociológicos de la revelación del proyecto se tratará en una reunión mañana por la mañana.

»4. Ante la prueba de vuelo de la nave nodriza prevista, aconsejo que el Presidente retire su autorización y se efectúen más investigaciones. En el consejo de Majic12 existe cierta disensión ante la prueba y, aunque es posible que no tenga importancia, me inclino a pensar que hace falta más tiempo.

»5. Como era previsible, el general Gullick y los demás miembros de la plantilla se muestran muy evasivos con respecto a los primeros tiempos del programa y a cualquier relación con la operación Paperclip. Quien más sabe es Werner von Seeckt, pero no he vuelto a verlo desde la reunión de presentación y tampoco ha contestado a mis llamadas. Intentaré hablar con él mañana, después de la reunión sobre psicología.

»6. No he recibido información alguna del capitán Turcotte. Imagino que no ha encontrado nada importante para informar.

»Fin

«Clasificación: confidencial,

«Acreditación Q, sólo destinatario»


Conectó un cable de su ordenador portátil a una caja negra del tamaño de una rebanada de pan que le había dado en Washington el agente de los servicios secretos cuando fue informada de su nueva misión. Por lo que sabía, aquella caja codificaba su mensaje de modo que sólo el destinatario podía leerlo. Enchufó el cable de la caja al enchufe del teléfono y esperó hasta que a un lado brilló una luz verde; por lo visto, el aparato marcaba el número por sí solo.

La doctora Duncan esperó hasta que la luz verde se apagó y luego desconectó todos los aparatos. Fue hacia la ventana de su hotel y observó a la gente que iba de un lado para otro, entrando y saliendo de los casinos. ¿Cómo reaccionarían si supieran lo que había escondido en el desierto? ¿Si supieran que, por lo menos, en una época la humanidad no había estado sola en el universo? ¿Si se les explicara que, mientras sus antepasados todavía vivían en cavernas y se esforzaban por hacer cabezas de flecha, los alienígenas visitaron la Tierra en naves que todavía hoy no podían comprenderse?

Eran grandes cuestiones teóricas. La preocupación más inmediata para la doctora Duncan era seguir las instrucciones que había recibido del jefe de personal de la Casa Blanca. Al Presidente le preocupaba lo que no se le había dicho en los informes semestrales sobre Majic12. Como aquella organización llevaba mucho tiempo en marcha y tenía miembros de casi todos los departamentos del gobierno, no confiaba en los canales habituales para comprobarlo; por eso, encargó la misión a la doctora Duncan. El asesor de seguridad nacional del Presidente había recomendado la participación de Turcotte. Por lo visto, aquel capitán era una especie de héroe por acciones en misiones secretas realizadas al otro lado del océano. Había contactado con él personalmente, pero hasta el momento no había recibido ninguna llamada.

La doctora Duncan se frotó la frente, fue hacia la cama y se tendió. Esperaba sinceramente que al día siguiente la gente del Área 51 le proporcionara buenas respuestas y que éstas tuvieran algo más de calidad que las que se le habían dado hasta el momento.


EL CUBO, ÁREA 51.


El mayor Quinn vio la señal de aviso que parpadeaba en la esquina derecha superior de su monitor. Terminó la orden que estaba ejecutando y la envió; luego comprobó la señal que había causado el aviso.

Como el Cubo tenía acceso a todos los equipos punteros disponibles por el gobierno, y también a todos los códigos y técnicas de descodificación, el ordenador sólo precisó seis segundos para descifrar el mensaje de la doctora Duncan al jefe de personal de la Casa Blanca. Quinn leyó el texto. Vinculó el nombre «Turcotte» al del hombre herido en la misión Nightscape en Nebraska. Otra complicación que no lograba entender. Aquello era zona de Gullick.

Imprimió una copia en papel y fue al pasillo posterior con el mensaje. Gullick no se encontraba en su oficina. El código en la empuñadura de las habitaciones privadas de Gullick indicaba: «No molestar». Quinn permaneció unos segundos pensativo, con la mano a punto para llamar. Luego se dio la vuelta y regresó a la oficina de Gullick. Puso el mensaje dentro de una cubierta confidencial y la colocó en la bandeja de lectura del general Gullick.

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