Capítulo 20

CERCANÍAS DE DULCE, NUEVO MÉXICO. 93 horas, 30 minutos.

Le habían introducido algo en los brazos y en los muslos. Johnny Simmons sintió también tubos entre las piernas; eran sondas colocadas en todos sus orificios. También tenía un dispositivo en la parte derecha de la boca que emitía un ligero vaho. Otro tubo salía por el lado izquierdo de la boca y eso le permitía respirar. Había algo sobre su rostro que lo obligaba a tener los ojos cerrados y le obstruía la nariz. Aparte de eso, Simmons no sabía cuál era su situación. Esos descubrimientos los había hecho durante las breves pausas que había entre los períodos de dolor intenso.

Supuso que por lo menos uno de los tubos que llevaba era suero. No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero le parecía que toda su existencia la había pasado en aquella oscuridad.

Si no hubiera sido por las agujas y los tubos, Johnny se habría creído muerto, y su alma, enviada al infierno. Pero aquello era un infierno en vida, una vida física.

Notó un sabor a cobre en la boca. No se molestó en esperar el dolor. Su boca se abrió y chilló en silencio.

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