NOTA HISTÓRICA

El presente relato transcurre en el año 664, durante el famoso sínodo de Whitby. Algunas costumbres de este período de la edad oscura pueden sorprender a muchos lectores. En particular, merece la pena señalar que, tanto en la Iglesia romana como en la que ha sido conocida como la Iglesia celta, el celibato entre los religiosos distaba mucho de ser universal. Ambos sexos convivían en abadías y fundaciones monásticas que recibían el nombre de conhospitae, o casas dobles, donde hombres y mujeres criaban a sus hijos en el servicio de Cristo. El monasterio de santa Hilda de Whitby, conocido en la época como Streoneshalh, era una de esas casas dobles. Incluso a los sacerdotes y obispos les estaba permitido contraer matrimonio, y no eran pocos los que lo hacían. El concepto de celibato, que originalmente estaba reservado a los ascetas, era visto con buenos ojos por Pablo de Tarso y muchos otros antiguos dirigentes de la Iglesia, y de hecho se estaba extendiendo en esa época. Sin embargo, no fue hasta el papado reformador de León IX (1048-1054) cuando se llevó a cabo un intento serio de obligar al clero occidental a aceptar dicho voto.

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