«La lechuza está paralizada», dice el guardián nocturno. «Un día de duelo con un aguacero es demasiado incluso para ella. Si esta noche no ve la luna, no volverá a volar nunca más. Y si se muere, el agua apestará.»
«Las lechuzas no descansan nunca, y el agua tampoco», dice Windisch. «Si ésta se muere, vendrá otra lechuza al pueblo. Una lechuza joven y tonta, que no sabrá adonde ir. Y se posará en todos los tejados.»
El guardián nocturno mira la luna. «Y volverá a morir gente joven», dice. Windisch siente que el aire que tiene ante su cara pertenece al guardián nocturno. Aún le queda voz para una frase cansada: «Y todo será otra vez como en la guerra», dice.
«Las ranas croan en el molino», dice el guardián nocturno.
Y vuelven loco al perro.