DIECINUEVE

Michael, Patsy y Jason volvieron a New Seabury, y al cabo de una semana, Michael escribió una carta de dimisión a Edgar Bedford en la que le decía que había decidido no trabajar más en investigaciones de seguros.

Empezó a trabajar en un invento de fibra óptica para crear imágenes holográficas de cebos, que aparecerían al final de los sedales de pescador y que serían capaces de atraer a cualquier clase de peces que quisieran. Al contrario que las moscas de verdad, éstas se moverían, cambiarían de color y costarían menos de diez dólares cada una.

La mayor parte del tiempo parecía bastante feliz. Ya no tenía pesadillas con Rocky Woods, ni con el «señor Hillary».

Pero de vez en cuando salía de su estudio y se quedaba mirando cómo trabajaba Patsy, y el corazón se le rompía en silencio, en silencio.

Matthew Monyatta volvió a ejercer como abogado, aunque añadió un nuevo cuadro a las paredes de su despacho: una enorme silueta de cabra que se alzaba contra el cielo rojo del desierto. Nunca le explicó a nadie lo que significaba.

Thomas Boyle dejó de fumar. Megan Boyle publicó Cocina desafiante, un libro de recetas para hombres y mujeres inválidos.

El inspector John Minatello dimitió de la policía de Boston, dejó su apartamento de la calle Parkman y se fue a vivir a St. Cloud, en Florida, una pequeña comunidad situada al oeste de Orlando.

Nunca abrió una cuenta corriente en un banco. Cuando necesitaba dinero, lo único que tenía que hacer era abrir la bolsa de deporte, que tenía guardada encima del armario, y sacar parte del dinero que Jambo DuFreyne había dejado caer al suelo cuando le tendieron la emboscada en la calle Seaver, y que John Minatello había recogido más tarde.

Los disturbios de la calle Seaver fueron consumiéndose poco a poco. Patrice Latomba fue detenido, y luego puesto en libertad por falta de pruebas. Cuando le aseguraron que el riesgo de nuevos brotes de violencia era «mínimo», el presidente se decidió a volar a Boston desde Washington para realizar una visita de dos horas a la calle Seaver y a la avenida Blue Hill, como acto dirigido a la «mejora de relaciones sociales, raciales y emocionales».

El día antes de la visita del presidente a Boston, Michael metió la mano en el fondo del cajón de su mesa sólo para asegurarse de que el cuchillo de Jacqueline seguía allí.

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