Capítulo 11

Ian McGillicuddy era muy alto y muy musculoso, con cabello castaño que parecía rojo cuando le daba el sol. Los ojos castaño oscuros eran muy intensos, y tan grandes como él, Tansy podría haberlo encontrado intimidante, pero su contagiosa sonrisa evitaba que eso sucediera. Era muy amable y educado con ella todo el tiempo, incluso cuando ella estaba paseándose, probablemente volviéndolo loco.

Tucker Addison era casi tan alto como Ian, con una rica piel oscura y músculos que ondulaban cada vez que se movía, tranquilos ojos marrones que parecían verlo todo, y una sonrisa simpática y cercana, el pelo cortado al estilo militar que no ocultaba los rizos elásticos sobre los que Ian le tomaba el pelo. Parecía muy paciente y tranquilo, aunque a menudo disparaba a Ian con gomitas por alguna observación molesta.

A Tansy le gustaban los dos, pero eso no ayudaba a que el tiempo pasara más rápido. Un sentimiento de pavor aumentaba, y varias veces se encontró estirándose hacia Kadan, sólo para encontrar… nada. Intelectualmente sabía que no podía alcanzarle e esa distancia, pero eso no hacía que el temor disminuyera. Probablemente le preguntó a Tucker un millar de veces si habían oído algo, y él siempre era suave y paciente con su respuesta.

Después de un rato no pudo soportar la compasión en sus ojos y entró en la cocina con el pretexto de hacer té. Tucker la siguió a la habitación y se encaramó sobre la mesa, doblando sus grandes brazos sobre el impresionante pecho y mirándola con su siempre presente calma.

– La parte más dura de cualquier misión, aún cuando eres el único participando en ella, es la espera. Aprendes, con el tiempo, que todo tarda más de lo que deseas, a dormir siempre que puedas, y sobre todo, a no jugar a las probabilidades en tu cabeza. Solo vives el momento. Acción, no acción, todo está bien. Justo ahora, necesitamos estar viviendo en nuestro momento y dejarles tener el suyo.

Tansy llenó el hervidor.

– ¿Realmente puedes hacer eso? ¿No te preocupas por ellos? ¿O por ti mismo cuando entras en combate?

Le dirigió una sonrisa y había un peligroso borde que ella no había visto antes.

– No, madam, no me preocupo tanto. No va a darme más que arrugas en mi cara. No puedo cambiar lo que les está sucediendo. Lo que nuestra imaginación evoca es probablemente peor que lo que realmente está pasando. -Esperó hasta que ella le miró, deteniéndose en el acto de poner té en una pequeña tetera-. Tengo fe en ellos. En Rye, Kadan, Nico y en Gator. Creo en ellos. Harán lo que dicen que harán.

Ella dejó salir el aliento y trató de calmar su caótica mente.

– No son invencibles.

La sonrisa se amplió.

– Seguro que lo son. Ahí es donde te equivocas en tus pensamientos. Tienes que creer en ellos. No hay ningún otro resultado que el éxito… el éxito total. Una vez que lo crees, no malgastas todo tu tiempo armándote un lío.

– Le permití ir a por mis padres. Está mal intercambiar la vida de una persona por la de otra, como si él no fuese tan valioso. Debería haber ido yo misma.

– Eres más lista que eso. Kadan está entrenado para este trabajo. Es lo que él hace y lo que es. Saldrá una y otra vez en misiones. Tansy. Tienes que estar a bien con eso.

– ¿Por qué lo hace? ¿Por qué lo haces tú?

Sus blancos dientes relampaguearon.

– ¿Por qué hace alguien cualquier cosa? Somos buenos en ello. Somos muy buenos en ello. Te devolverá a tus padres.

Ella bajó la cabeza.

– No quiero que le pase nada a él.

Él aspiró el aliento bruscamente.

– ¿Estás preocupada por Kadan? -La sonrisa se amplió-. Hombre, soy lento. -Se dio una palmada en la frente-. Todo este tiempo estaba pensando que tenías eso de la moralidad, o que estabas toda preocupada por tus padres…

Ella le frunció el ceño.

– Estoy preocupada por mis padres.

– Es Kadan. Estás preocupada por nuestro chico Kadan. -Tucker levantó la voz-. Ian. Ven aquí. Tienes que oír esto.

Ella se puso las manos en las caderas.

– Te estás divirtiendo demasiado con esto. No voy a hablarte nunca más.

Ian metió la cabeza.

– ¿Qué pasa?

– Nuestra chica aquí está toda preocupada por Kadan. Cree que podría caerse y despellejarse la rodilla.

Ian silbó.

– ¿Estás nerviosa por Kadan? ¿Todo ese pasear es sobre ese gran cabrón? -Los dos hombres intercambiaron una mirada larga y luego se echaron a reír-. Cariño, no tienes ninguna razón para pensar que ese hombre vaya a hacerse daño. Compadece al otro tipo.

– Seguid riéndoos, hienas -bufó Tansy-. No voy a haceros té a ninguno.

– Vamos -dijo Tucker-. No puedes culparnos por reír. Kadan es como un perro del infierno.

Ian asintió.

– El propio diablo.

Ella les hizo muecas.

– Sois horribles. Sabed que no tenéis que estar conmigo. Puedo cuidarme sola.

Había estado considerando intentar poner algunas piezas más del puzzle de los asesinatos juntas, pero necesitaba estar sola para hacerlo. Estaba segura de que Kadan no les había dicho nada a sus amigos. Eran sospechosos, aunque Kadan no sospechara de ellos por un momento. No podía imaginarse que no tuviera ninguna reacción incluso a través de los guantes si eran asesinos en serie, pero nunca se sabía. Colocó una taza de té delante de cada uno de ellos.

Tucker retrocedió, mirándola como si le fuera a morder.

– ¿Madam?

– Se supone que lo bebes.

Tucker intercambió otra larga mirada con Ian antes de coger delicadamente la taza como si pudiera morderle.

– Tú también -exigió Tansy cuando agarró a Ian sonriendo burlonamente a su socio-. Es bueno para ti. Llevo una mezcla especial en mi mochila. Apaciguará vuestros nervios.

Tucker arrugó la cara.

– Tengo nervios de acero. No necesito esta mie… cosa.

– Quizá podamos encontrar algo de whisky para echarle -sugirió Ian, contemplando la infusión con evidente aprensión.

Ella estaba bastante segura de que sus estrambóticas reacciones a una taza de té estaban hechas para distraerla, y se lo permitió, embromando a ambos hombres acerca de ser tan infantiles.

– ¿Alguno de vosotros está casado?

– No -dijo Ian-. Las mujeres no aprecian mi particular encanto.

Tucker sacudió la cabeza.

– No tengo problemas con el encanto, pero ellas son un riesgo demasiado alto para mi.- Le hizo un guiño-. Claro que ahora que Kadan está dando el paso decisivo…

Tansy levantó la cabeza.

– ¿Qué quieres decir con que está dando el paso decisivo? -Tendría suerte si Kadan estuviera comprometido. Al momento en que el pensamiento entró en su cabeza, se dio cuenta de cuánto la había sacudido la posibilidad de que sus padres la traicionaran con Whitney. Había estado en la cabeza de Kadan numerosas veces. No había duda sobre sus sentimientos, aunque fueran confusos eran también genuinos, todavía crudos, fuertes y verdaderos. No podía falsificar eso, nadie era tan bueno. Lo habría sabido.

Tucker silbó otra vez y se golpeó el muslo. Incluso tomó un sorbo saludable de té.

Ian casi arrojó el suyo.

– Casarse. Atarse. La vieja bola y la cadena.

– ¿Estás implicando que Kadan va a casarse con alguien? ¿Quién sería? -Lo sabía ahora, ¿cómo si no podía ella? Era como si Kadan se lo dijera a todos excepto a ella.

– Tú, por supuesto -dijo Tucker.

Ella advirtió que sus ojos se habían vuelto fríos y atentos, como si estuviera esperando una señal de que ella no iba a desilusionar a su compañero.

– Nos dijo que eras su prometida y que planeaba agarrarte en el momento en que esto acabara. Dijo que lo habría hecho antes, pero no pudo hacer el papeleo.

– Dijo eso, ¿en serio?

– Sí, madam.

– Que extraño que olvidara decírmelo a mí.

Tucker encogió sus enormes hombros.

– No tan extraño cuando tú quizás le arranques el corazón. Sería más listo si solo lo tuviera hecho antes de que te lo pienses demasiado.

Sí, eso sonaba como Kadan, aunque le sorprendiera que Tucker pudiera ver en su alma de ese modo. Pero claro, Tucker era un hombre interesante. Todos los amigos de Kadan lo eran. Se sintió un poco culpable de charlar y esperar a que dejaran la habitación para poder lavarse, pero estaba dejando que esos hombres protegieran a sus padres mientras ella estaba cazando a un asesino. Tenía que estar absolutamente segura de que no iba a dejar al asesino con las personas que amaba. Llenó el fregadero con agua jabonosa, observando con cuidado la puerta hasta que se fueron, antes de quitarse los guantes.

Tansy se acomodó en una silla y estudió la taza de Tucker desde todos los ángulos ahuecando las manos alrededor, sin tocarla del todo con las palmas, esperando no tener que tocarla realmente para conseguir impresiones. Cerró los ojos, permitiendo que la energía se derramara sobre y a través de ella. Le había estado mintiendo… estaba preocupado por Kadan y los otros y deseaba estar allí, guardándoles las espaldas. Estaba muy inquieto por no estar con su equipo, en su lugar habitual, vigilándolos, protegiéndolos en medio de un tiroteo. Le preocupaba que Kadan estuviera demasiado obsesionado con ella.

Tuvo la inmediata impresión de una fuerte lealtad; este era un hombre que permanecía junto a aquellos a los que amaba, sus amigos, estaba obligado por el honor y era muy patriótico. Destellos de su pasado corrían por su mente, misiones que se habían venido abajo. El Congo. Colombia. Vio imágenes de Kadan, manchado de sangre, atravesando una puerta, la cara cruel, las armas ardiendo, gritando con voz ronca. El humo se curvaba alrededor de ellos, espeso y oscuro. Tucker, un hombre colgado de su hombro, corría por un pasillo de llamas y disparos mientras Kadan y Nico, proporcionando fuego de cobertura, corrían a ambos lados de él. Ryland abría camino, la automática tartamudeando, y detrás de Tucker y el hombre herido estaban Gator y otros dos que no reconoció.

Tucker no era un asesino en serie, y no necesitaba saber nada más acerca de su pasado. Forzó las manos lejos del campo de energía y curvó los dedos en el regazo, esperando que su mente se vaciara. El familiar latido en las sienes le advirtió que había estado utilizando su don con demasiada frecuencia y demasiado seguido, pero, aunque estaba segura de que encontraría que Ian no era más culpable de asesinato que Tucker, por consideración a sus padres, tenía que asegurarse.

Tomó otra profunda respiración, sopló en sus palmas, y se inclinó hacia delante para rodear la taza vacía de Ian. Su energía era más débil que la de Tucker, y por un momento el corazón saltó, atemorizado que tuviera que agarrar realmente la taza. Eso la hundiría mucho más profundo de lo que quería ir. Acercó las palmas, hasta que estuvo a la distancia de un cabello. Entonces estaba en la onda de energía, y las impresiones corrieron por su mente.

Como Tucker, Ian estaba preocupado por su unidad, especialmente por Kadan. El hombre raramente compartía información personal, e Ian estaba seguro de había más de lo que Kadan les había dicho. A Ian no le gustaba el hecho de que nunca hubiera oído nada de Tansy y tenía la sensación de que era una de las niñas «perdidas», lo que eran malas noticias porque significaría que Whitney la estaría cazando.

Eso envió un temblor por su columna. Se forzó más profundo en la impresión, queriendo pasar sobre eso. No era un asesino, pero ciertamente había matado. Había imágenes de Kadan otra vez, vestido esta vez con el equipo de combate en la selva. El equipo estaba sentado, enterrado hasta las narices en el barro, en un pantano con caimanes y serpientes, respirando apenas, compartiendo la comunicación telepática que Kadan y Ryland parecían mantener para el resto de los hombres. Vio la hierba ondear sobre sus cabezas, pero incluso así, utilizaban una paja para respirar a través del barro y los pocos centímetros de agua sobre sus cabezas.

El asco de Ian era fuerte. Miró enfurecido a Gator, quien seguía pinchándolo. Di caimán una vez más y voy a alimentar a uno con tu cuerpo, pedazo a pedazo. No había verdadera maldad en las palabras; podía detectar cariño.

Tenía la impresión de los otros moviéndose alrededor de ellos, casi pisándolos. Nadie se movió, todos permanecieron tranquilos, incluso Ian, cuándo Gator hizo un movimiento de natación por el barro con una mano como un caimán, derecho hacia el vientre de Ian.

En serio, Rye, voy a hacerlo. Voy a cortarle la garganta y a dejarle aquí.

Una sonrisa de diversión barrió el círculo. Sí y tú puedes contestar a Flame. Ella te comerá vivo, Ian, contestó Ryland.

Tansy tomó nota de conocer a la mujer de Gator. La mujer parecía capaz de provocar temor en los hombres cuando un pantano lleno de enemigos y caimanes sólo les hacía reír.

¿Por qué es que cada vez que rescatamos a alguien, algo falla? Reclamó Ian. De ahora en adelante, toma las misiones donde consigamos matar a todos. Necesitamos eliminar objetivos, no sentarnos aquí en el barro con los amiguitos de juegos de Gator.

Tansy escuchó las palabras, pero sentía sus emociones. Prefería las misiones de rescate incluso aunque casi cada vez algo fallara, y por esa razón, quería desesperadamente estar con su equipo, proporcionando cobertura, vigilando sus espaldas justo como Tucker hacía. Ella se dio cuenta de que Tucker había estado pensando en un rescate que no había ido exactamente como en el manual tampoco. Respiró hondo y alejó las manos de la taza.

Inmediatamente sintió el mareo y el dolor de cabeza que acompañaban al uso de su don. Había tenido cuidado de no ir demasiado profundo, pero todavía estaba temblorosa. Se tocó la cara y encontró un hilito de sangre desde la boca y otro desde la nariz. Mientras se ponía de pie, Ian entró corriendo.

– Tienen a tus padres y han salido. Deberían estar aquí en cualquier momento. -Se paró en medio del piso, notó las dos tazas de té delante de ella, la sangre en la cara y el hecho de que ya no llevaba los guantes que había estado llevando desde el momento que la había conocido-. ¿Qué coño estás haciendo?

Ella sintió que se ruborizaba. Era embarazoso ser descubierta como un mirón mirando por la ventanas la vida privada de alguien. Se enjugó la sangre, consiguiendo mancharse mientras andaba sin los guantes.

– Lo siento. Sentí que no tenía elección.

Tucker se impulsó detrás de Ian, frunciendo el entrecejo cuando vio la sangre. Se movió rápidamente al fregadero y empapó una pequeña toalla.

– Ven aquí. Déjame ver que puedo hacer.

El dolor de cabeza seguía adelante y ella no lo deseaba, no con sus padres y Kadan de camino. No debería estar sintiéndose culpable por haber utilizado su don sin Kadan presente, pero tenía la sensación de que él estaría molesto, y por alguna extraña razón, eso la perturbaba. Su vida ya estaba trenzada con la de él en un tiempo tan corto que apenas lo podía creer.

Tucker le levantó el mentón y dio unos golpecitos en la sangre, mientras Ian continuaba de pie con las manos en las caderas, mirándola con furia.

– También puedes confesar -dijo Tucker-. La mirada de Ian puede agujerearte. Me está asustando a muerte.

– Estáis protegiendo a mis padres -explicó-. Tenía que saber qué clase de hombres sois. He intentado no curiosear demasiado profundo.

Algo peligroso parpadeó en los ojos de Tucker, pero las manos permanecieron suaves en su cara mientras le quitaba la sangre.

– ¿Encontraste lo que necesitabas?

Ella asintió, dirigiéndole una sonrisa tentativa.

– A Ian no le gustan los caimanes. -Levantó la mirada al alto irlandés-. Realmente siento mucho haberme entrometido. Tuve cuidado.

Ian hizo un esfuerzo por parecer ofendido.

– Yo habría hecho lo mismo.

Tucker le envió una mirada, recordándole claramente que estaban allí no sólo para mantenerla a salvo sino para evitar que saliera si lo tenía en mente, así que se sentían igualmente culpables.

– ¿Tienes dolores de cabeza junto con el sangrado?

Ella asintió.

– Tengo alguna medicina en mi bolsa.

– La traeré -dijo Ian y salió a zancadas.

– No le culpo por estar molesto -dijo Tansy-. Nadie quiere que le lean sus pensamientos privados.

– ¿Puedes hacer realmente eso? -preguntó Tucker.

Ella cabeceó.

– Tengo cuidado de llevar guantes de manera que no toco cosas. Mantiene una barrera entre mí y los otros a menos que la energía sea particularmente fuerte, como la energía violenta. Entonces la leo tanto si quiero como si no.

Él estudió la fatiga en los ojos.

– Tiene su precio.

– Sí. ¿Para ti no? -Ella sacudió la cabeza apresuradamente cuando su mirada se volvió dura y peligrosa-. No recogí secretos de seguridad nacional. No tengo ni idea de lo que puedes hacer, pero tu energía y la de Ian indica capacidad psíquica fuerte. Sin Kadan aquí, puedo leer eso estando simplemente en la misma habitación con vosotros.

Tucker asintió. Él había leído la energía de ella también.

Ian regresó y le entregó su bolso a Tansy.

– Pareces pálida. Quizá debieras sentarte. Si Kadan te ve de esta manera pateará nuestros traseros.

Tanto Ian como Tucker eran hombres muy grandes con músculos definidos y sobresalientes. No parecía como si él pudiera golpearles en el trasero muy fácilmente.

– En realidad no es tan aterrador como lo haces parecer -dijo Tansy, tragando las píldoras.

Ellos se miraron el uno al otro.

– Dulzura -dijo Ian-, no te vayas a engañar. Kadan Montague es un verdadero infierno sobre ruedas en un combate. No quiero ninguna parte de él.

Una luz estroboscópica destelló, y ambos hombres pasaron de estar despreocupados a estar alerta, su comportamiento cambió bruscamente. Tucker se deslizó poniéndose en pie silenciosamente, agarrando a Tansy por el brazo y arrastrándola con él al salón. Ian sumió la casa en la oscuridad, sacando su arma.

– Entrando -se oyó la voz de Ryland y la puerta principal se abrió.

Entró primero, barriendo el área con ojos fríos y duros, el arma fuera por si acaso estaban entrando en una trampa. Ian se relajó y bajó el arma. Tucker aflojó su agarre de Tansy. El resto del equipo de rescate entró, con Don y Sharon Meadows en el centro.

– ¡Mamá! ¡Papá! -Tansy eludió el agarre de Tucker y se apresuró hacia su padre, cargando a través de la habitación, casi derribándolo cuando se lanzó a sus brazos antes de que cualquiera pudiera pararla.

Kadan estaba cerca de Don, a unos centímetros a su lado, el puño de su cuchillo ya en parte en la mano, y el conocimiento que ardía en él de que podría apuñalar profundamente, cortando la yugular antes de que Meadows supiera quien le había golpeado, si el padre de Tansy hacía un movimiento equivocado hacia ella.

Tucker e Ian se movieron para cubrir a Kadan, y Nico y Gator tomaron posiciones a espaldas y frente a Meadows. Cada uno tenía un cuchillo con la hoja hacia arriba contra la muñeca donde nadie lo podía ver. Ryland estaba aguantando a Sharon, todavía aturdida por la droga que Kadan había inyectado en su cuerpo para calmarla. La movió a un lado, fingiendo colocar su cuerpo entre Meadows y su mujer.

Incluso mientras Tansy le besaba, Don captó el movimiento, interpretando correctamente la amenaza. Suavemente apartó a Tansy de él, sosteniéndola por los hombros a la distancia del brazo.

– ¿Estás bien, Tansy?

– Estoy bien. Papá, tenía miedo por vosotros. Oí gritar a mamá y pensé lo peor. ¿Estás herido? ¿Te hizo daño?

– No, sólo nos golpeó un poco. Fue todo un golpe averiguar que nos había estado traicionando todos esos años. Le consideraba de la familia.

Don Meadows estaba mintiendo a su hija. Kadan echó una rápida mirada a Ryland. Meadows había sabido que Fredrickson pertenecía a Whitney.

– ¿Qué le hizo a mamá? ¿Y cómo ha podido, después de sentarse con nosotros todos estos años comiendo y viendo películas y siendo parte de nuestra familia? -miró más allá de su padre a la delicada forma de su madre.

Los ojos se le oscurecieron cuando vio las magulladuras.

– ¡Mamá! Oh no. ¿Qué pasó?

Kadan miró de Don Meadows a su hija adoptiva y luego a su diminuta mujer, Sharon. El cabello de Tansy era una gruesa masa de oro casi blanco, un color excepcional a su edad, casi un oro plateado. El pelo de Sharon estaba teñido del mismo color, pero el pelo de Don era prematuramente oro plateado, prestando a los padres una apariencia semejante a la de su hija adoptiva.

Tansy no le había mirado ni una vez, ni siquiera una mirada robada, ni una insinuación de reconocimiento, y parte de él se sentía muerto por dentro. Mantuvo la mano curvada alrededor del arma, sin hablar, sin interrumpir la reunión, cuando lo que realmente quería era arrastrarla contra él y hacerla fijarse en él.

Sharon se tocó la magulladura de la cara.

– Fredrickson me golpeó muy fuerte cuando se hizo cargo de la llamada telefónica. Casi me desmayé.

– Siento que hiciera eso, mamá. Era una persona horrible. ¿Qué le sucedió a tu boca?

Sharon lanzó una mirada a Don.

– Estaba enojado con tu padre. No sabíamos que Watson estaba en ello, y cuando entró, Don intentó saltar sobre Fredrickson. No le tocaron, creo que sabían que no sería bueno.

Don juró.

– Malditos cobardes. Golpear a una mujer.

– Sabían que si me amenazaban, Don haría cualquier cosa que dijeran. Esperaban que tú también.

Tansy fue más cuidadosa con su madre, abrazándola suavemente y besando las magulladuras en la cara.

– Ven a sentarte. -Agarró a su madre de la mano, tirando de ella y dirigiéndola al sofá-. Habría cambiado de buena gana mi vida por la tuya, mamá, pero afortunadamente tengo amigos que estaban dispuestos a ayudar.

Don hizo un sonido que era sospechosamente como una burla. Tansy no miró a su padre. Quería ir con Kadan. Él era todo en lo que podía pensar. Llenaba su mente, pero necesitaba consolar a su madre. Necesitaba tocarla y saber que estaba bien antes de ser egoísta, antes de reconocer para sí misma, a todos, que Kadan era su corazón y su alma. Porque si sus padres estaban implicados con Whitney, los había perdido y necesitaba ésta última vez de ser amada enteramente por ellos y amarlos sin reserva. Una vez que viera la cara de Kadan, nada más iba a importarle durante mucho tiempo.

Dejó salir el aliento, pasando los dedos enguantados por el brazo de su madre, sintiéndose inexplicablemente triste. Quería tocar a Sharon piel con piel. Ser normal.

– Te quiero, mamá -dijo, el corazón pesado-. Siempre te he querido mucho. Lo siento por todas las decepciones pasadas, pero principalmente por esto. No se que quieren, pero tienes esto -le tocó la magulladura otra vez con dedos temblorosos-, por mí.

– ¡No! -Sharon atrajo a su hija a sus brazos-. Te quiero más que a nada. Ambos, tu padre y yo. No hay lamentaciones. -Sorprendentemente su voz era fuerte, violenta incluso-. Nunca habrá, no importa lo que suceda. Y estoy agradecida de que vinieran tus amigos en vez de ti. Habría estado furiosa contigo si hubieras intentado cambiar tu vida por las nuestras.

Tansy besó a su madre otra vez y tomó otra profunda inhalación, antes de atreverse a levantar la mirada hacia Kadan.

Kadan vio que el aliento se le atascaba en la garganta. Juró mientras sentía que el corazón le dejaba de latir. El color abandonó su cara y sus ojos se volvieron de ese peculiar color violeta.

– Kadan -susurró su nombre y él sintió un movimiento en su mente. Kadan. Un aliento. Una caricia en su mente.

De repente no había nadie más en la habitación para él. Sólo Tansy. Sólo esa mirada en su cara que valía todas las esperas del mundo. Ella no apartó la mirada de la suya mientras cruzaba los pocos pasos hacia él, aparentemente inconsciente de las miradas curiosas de sus padres. Su mano le acarició, ligera como un pluma, la cicatriz, entonces le rozó el pecho, el dedo tocando el rasgón de su camisa.

– Mírate -dijo en voz baja-. Mira lo que te han hecho.

Debería haber estado avergonzado con los otros Caminantes Fantasmas mirando, especialmente cuando captó un vistazo de la sonrisa de Gator; el hombre iba a divertirse atormentándolo más tarde, pero nada más importaba excepto esa mirada en los ojos de Tansy. Todas las bromas del mundo valían ese momento. Estaba centrada completamente en él, suave por dentro, preocupada, el corazón en los ojos. Los labios se arrastraron por un lado de la cara hasta el pecho.

¿Cómo de malo es? Los dedos fueron a su camisa, sacándola de los vaqueros en un esfuerzo por llegar al pecho. Tengo que saber cómo de malo es. Había desesperación en su voz, en su mente, y (que Dios le ayudara) lágrimas.

El corazón se le tensó. El vientre se le anudó. ¿Cómo coño sobrevivían los hombres a las mujeres que los amaban? Porque él honestamente no lo sabía. Le enmarcó la cara con sus manos, incapaz de no ver la sangre que le manchaba la piel y los dorsos ásperos y con cicatrices contra sus suaves mejillas como pétalos de rosa. Las almohadillas de los dedos, coronados con las microscópicas cerdas de terciopelo, rozaron su boca. Esa hermosa y llena boca que lo aterrorizaba cuándo nada más podía hacerlo, sonriéndole, besándole, llevándole al paraíso, amándolo como si nadie más lo hubiera hecho o pudiera hacerlo. Ella era un maldito milagro.

Inclinó la cabeza sobre la de ella, despreocupado de que sus padres miraran, indiferente a que sus amigos probablemente pudieran ver la desesperación cavernícola en él. El reclamo. La posesión. El amor que no podía ocultar. Estaba volviendo a casa. Su boca suave, caliente como el infierno, tan sexy como podía ser. Cerró los ojos y saboreó el sabor de canela de ella. No era suficiente. Nunca lo sería. Las manos le resbalaron a sus hombros, pasaron por los lados de su cuerpo para descansar en las caderas, los dedos se hundieron profundamente para empujarla contra él. El verdadero milagro era que… ella le besó. No se alejó, se acercó más apretadamente contra él, maleable, suave y rendida, como si le perteneciera.

Gracias por traer a mis padres a salvo a casa. Y por cumplir tu promesa de que regresarías a mí.

Nunca tienes que preocuparte por eso, nena, siempre regresaré a ti. Y que Dios les ayudara, lo decía en serio.

De mala gana levantó la cabeza, buscando sus ojos por un momento, necesitando sentir la conexión entre ellos cuando, sin que ella le tocara, sentía tanto más vacío el espacio entre él y sus emociones. No podría tender un puente en ese vacío sin ella.

Tansy tiró de su camisa.

– Quítatela. Necesito verlo.

Si ella hubiera dicho que quería verlo, la habría ignorado, pero la necesidad en su voz, en su mente, en la admisión absoluta, le hizo tirar de la camisa con una mano sobre la cabeza y quitarse el chaleco. Su pecho era un moratón negro y púrpura.

Detrás de él, Sharon jadeó.

– Watson iba a dispararme -susurró ella, los dedos yendo a sus temblorosos labios-. Le vi apuntar a mi cabeza. No me di cuenta de que te disparó.

Tansy cerró los ojos por un momento, los dedos tocando apenas la enorme magulladura en el pecho. ¿Por mi madre?

Sabía que él no creía en la inocencia de sus padres.

¿Recibiste esto por mi madre? Levantó la mirada, amor y admiración mezclados con su expresión con orgullo y algo tan sexy que quería tirarla en el suelo y enterrarse profundamente.

Kadan estaba tan fuera de su elemento que no supo como responder. Infiernos no, no lo había hecho por su madre… había recibido la bala por ella. Por Tansy. Bueno, quizá había sido instintivo por su parte, protegiendo el paquete, pero si tenía que pensar en ello, diría que el riesgo era todo por su mujer. Estaba tan lejos de ser un santo que no era divertido, pero si recibir una bala hacía que ella le mirara como si fuera el mejor hombre del mundo, lo haría otra vez.

No es nada, Tansy. Estoy perfectamente bien. Le acarició con la lengua desde el borde de un ojo hasta la comisura de la boca, frunció el ceño, tocó con la lengua el costado de la boca, y se echó para atrás con sospecha ente el sabor cobrizo.

– ¿Qué has estado haciendo?

Ella no pudo evitar la pequeña mirada culpable que disparó a Tucker y a Ian. Kadan siguió el movimiento de su mirada y deslizó las manos desde sus caderas hasta la cintura.

– Estás en problemas.

Por qué eso envió un pequeño estremecimiento eléctrico atravesándola, Tansy no lo sabía, pero de repente sus senos dolieron y sintió la humedad familiar entre las piernas.

– Tenía que asegurarme… -Las palabras se desvanecieron ante la mirada en los ojos de él.

Kadan le agarró el mentón y le levantó la cara hacia arriba.

– No corras riesgos. ¿Me entiendes? No te arriesgues de ese modo. Si querías saber, podrías haberme esperado.

Parecía cansado, fatigado, cubierto de sangre, su pecho negro y azul, pero su mirada sostenía la de ella, tranquila y firme. Tansy le sonrió, inclinó su cuerpo un poco hacia el suyo.

– Te escucho. Seré más cuidadosa.

– Tansy -dijo Sharon-. Por favor, preséntanos a estos hombres. Ellos ciertamente protegieron nuestras vidas. Gracias. -Sonrió a cada uno de los hombres y ellos se retorcieron un poco bajo la atención-. Muchas gracias a todos. Ni siquiera sé vuestros nombres. Y Tansy, este hombre es obviamente muy especial para ti. ¿No crees que deberías presentarnos?

Sharon miraba a Kadan como si él fuera un héroe, pero una mirada a Don Meadows le dijo a Kadan que el hombre no tenía la misma opinión de él. Lanzó al padre de Tansy una mirada dura. No, no iban a llevarse bien en absoluto, pero papi no se daba cuenta de que a Kadan no le importaba una mierda si le gustaba o no. Sólo si el hombre tenia intención de hacer daño a Tansy.

– Lo siento mamá, estoy tan feliz de que todos lograrais salir vivos -dijo Tansy-. Este es Kadan Montague, mi…

Ella parecía tan confundida que Kadan le tomó la mano y la trajo a la boca.

– Prometido, señora Meadows. Soy el hombre que va a casarse con su hija.

La ceja de Tansy se disparó hacia arriba, su mirada todavía cautiva por la de Kadan. Has olvidado preguntarme algo.

Te lo estoy preguntando ahora.

El corazón le saltó. Estaba cubierto de sangre, parecía fatigado como el infierno, tenía la camisa rota y un chaleco aplastado, magulladuras en el pecho, pero estaba delante de ella, la cabeza erguida, los ojos destellando con hielo azul, conteniendo la respiración. Ella sentía eso. Se le atascó el aire en los pulmones de él. La necesidad la golpeó. El deseo la golpeó. Suyo. Esas emociones que él apenas reconocía, él pensaba que congeladas y ella sabía que volcánicas… esas emociones eran por ella.

Bien, de acuerdo entonces. ¿Cómo demonios podía resistirse a él? No con las manos de él subiendo y bajando por sus brazos y esa mirada de absoluta necesidad en sus ojos tanto si él lo supiera o no.

– ¿Qué demonios pasa aquí, Tansy? -preguntó Don Meadows, rompiendo el hechizo.

Tansy miró a su padre.

– Te estoy presentando al hombre del que estoy enamorada, papá.

Don frunció el ceño y dio un agresivo paso hacia adelante. En el momento que se movió, Kadan cambió, su cuerpo se orientó para proteger a Tansy. Como una unidad, su equipo tomó posiciones, Nico rodeando detrás de Meadows, Tucker y Ian flanqueando a Kadan. Gator paseó hacia la puerta, dándose una clara línea de tiro tanto a Sharon como a Don. Ryland se deslizó detrás de Tansy.

Don se congeló instantáneamente.

– No sabemos nada acerca de este hombre. Nunca hemos oído de él antes. Difícilmente creo que puedas estar enamorada de él, Tansy. Dile que todo es un error y que te gustaría dejarle.

– Lo que quiere decir es que no soy suficientemente bueno para ella. -Le acosó Kadan utilizando su voz más tranquila, conociendo el contraste entre su bajo e hipnotizador tono y la manera dura en que Don rechinaba sobre Tansy.

– Infiernos no -estalló Don claramente furioso. La cara se le oscureció de ira y dio otro paso hacia su hija, incapaz de pararse, a pesar de la amenaza del equipo de Kadan-. Esto son sandeces, Tansy. ¿Quienes son estos hombres? ¿Qué quieren? No creo que aceptes a este… este mercenario por un momento.

Tansy jadeó ante la atrocidad.

– Supongo que los mercenarios son suficientemente buenos para emplearlos para poner sus cuerpos entre tú y una bala, pero no lo bastante bueno para casarse con tu hija.

– Cállate, Tansy. Ya tienes bastantes problemas.

– Don -interrumpió Sharon-. ¿Qué te pasa? Este hombre ha salvado nuestras vidas. Es obvio que Tansy lo ha conocido.

– Nada es obvio -dijo bruscamente Don, su tono desdeñoso-. No tienes ni idea de lo que pasa aquí, ninguna de vosotras.

Don Meadows era claramente un hombre que gobernaba su mundo y estaba acostumbrado a la obediencia de aquellos que lo rodeaban. Ellos ciertamente se dirigían a él en tono de respeto y Kadan estaba seguro de que nadie había pisoteado jamás a Don. Las pautas estaban todavía allí, débiles pero discernibles.

Kadan puso unos dedos tranquilos alrededor del brazo de Tansy y la empujó completamente detrás de él, protegiéndola de la cólera de su padre.

– Cálmese, señor Meadows. Admitiré que estoy muy lejos de ser lo bastante bueno para Tansy, pero afortunadamente, no parece que a ella le importe. En este momento, antes de que entremos en algo personal, tenemos que aclarar un pequeño asunto.

El labio de Meadows se curvó con desprecio.

– Por supuesto. Ahora sale la verdad. ¿Cuánto?

Kadan permaneció silencioso, levantando simplemente una ceja. Cuando Tansy se movió, Ian y Ryland se adelantaron a ambos lados de ella, enjaulándola sin parecerlo.

– Para hacerle irse. ¿Cuánto va a costarme?

Kadan sonrió y no había humor al desnudar los dientes. Parecía lo que era: peligroso, depredador… y malvado.

– No tiene suficiente dinero para hacer que me vaya, señor Meadows. Le sugiero que se siente y conteste a unas pocas preguntas para mí.

– ¡Papá! ¿Por qué estás actuando de esta manera? Estos hombres han arriesgado sus vidas para liberaros. Fredrickson y Watson habrían matado a mamá y quizá también a ti. Les debes tus vidas y me estas avergonzando.

– No sabes el tipo de hombres con quién estás tratando, Tansy, pero yo sí. -Don hizo esfuerzos por suavizar su voz-. Cariño, estos hombres están empleados por Whitney. Tienen que estarlo. -Chasqueó los dedos hacia ella, llamándola con los dedos.

Ninguno de los hombres se movió, haciendo virtualmente imposible que Tansy fuera hacia él incluso si hubiera estado inclinada a hacerlo. En su lugar miró enfurecida a su padre.

– Estás equivocado, papá -dijo Tansy-. Fredrickson era empleado de Whitney, no Kadan y sus hombres.

– Realmente, señor Meadows -dijo Kadan, su voz en un tono muy bajo-. Querría preguntarle acerca de su relación con el doctor Whitney.

Hubo un pequeño silencio. La cara de Don enrojeció más, como si su tensión sanguínea estuviera subiendo.

– Eso no es de su incumbencia.

Kadan permaneció silencioso, esperando simplemente. La tensión en la habitación se espesó.

Sharon presionó una mano sobre su boca y sacudió la cabeza.

– Despreciamos a Peter Whitney.

– Sharon. -La voz de Don fue un latigazo.

Su mujer se estremeció, pero le miró desafiante.

– Lo he dicho en voz alta. No me importa si lo sabe. Desprecio al hombre y lo quiero fuera de nuestras vidas. Le quiero fuera de la vida de nuestra hija.

Kadan alargó la mano hacia atrás y enredó los dedos con los de Tansy. Tu madre está diciendo la verdad. Tenía que darle eso a Tansy. Ella estaba horrorizada por la conducta de su padre. Horrorizada y avergonzada de que desechara tan despreocupadamente a los hombres que habían salvado su vida. Estaba también terriblemente atemorizada de que estuviera mezclado con los negocios de Whitney. Kadan quería que supiera que incluso si su padre era culpable, su madre no.

– ¿Sabía que Fredrickson trabajaba para Whitney?

Don apretó los labios con desaprobación, negándose a hablar.

Sharon sacudió la cabeza.

– Estábamos tan sorprendidos. Whitney es un loco y ha estado conectándose a nuestra familia durante años. Empleamos a Fredrickson porque Whitney comenzó a asustarnos… bien, me asusta. Tenía miedo de él y no comprendía qué quería de Tansy. Él arregló nuestra adopción y al principio estuve tan agradecida, pero incluso cuando ella era pequeña, a Tansy no le gustaba, y yo quería que fuera a ver a otro médico para su… desorden. -Miró a su hija disculpándose, pero Tansy miraba a su padre con una gran sorpresa en la cara.

– ¿Por qué no consiguió usted a otro médico para ella? -preguntó Kadan con calma.

– ¡Eso no es de su incumbencia! -rugió Don-. Sharon. Prohíbo esto. Nuestra vida privada no tiene nada que ver con estas personas. Estás agotada y asustada. No hay necesidad de continuar esta discusión justo en este momento. -Miró a Kadan, desafiándolo abiertamente-. ¿Está claro? A sus hombres parece que les gustaría usar una ducha y una buena noche de sueño. Usted tiene sangre por todas partes. Sugiero que sigamos por la mañana.

Desea una oportunidad para hablar con mamá a solas y decirle que no te diga nada a ti… ni a mí. Contrató a Fredrickson cuando mamá estaba tan asustada por nosotros. Tiene que haber sabido todo el tiempo que Fredrickson trabajaba para Whitney.

Había una callada aceptación en la voz de Tansy y eso dolía más que las lágrimas. Ella no necesitaba oír más.

Kadan se encogió de hombros.

– Bien. Tenemos una habitación preparada para ustedes. El lugar está bien protegido, señora Meadows, y tenemos alarmas en todas las puertas y ventanas. Los teléfonos no funcionan actualmente, pero tenemos montones de comida si tienen hambre. Uno de mis hombres estará alrededor, solo pídale que le muestre todo lo que necesite. -Tomó la mano de Tansy y tiró-. Diremos buenas noches por ahora.

Ella no miró a ninguno de sus padres, pero fue con él sin una palabra.

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