Capítulo 12

Kadan salió descalzo del cuarto de baño al dormitorio, frotándose el pelo con una toalla, otra colgaba flojamente alrededor de la cintura. Tansy no le había dicho mucho, nada más que ordenarle tomar una ducha una vez que fueron al dormitorio principal. No estaba seguro de qué iba a decirle, o cómo contestaría cuando ella le preguntara qué pensaba hacer respecto a su padre. No tenía ninguna respuesta aceptable que darle.

Se detuvo en seco cuando entró en el dormitorio. La habitación estaba iluminada con luces de velas bajas y parpadeantes, y olía como el cielo. Tansy estaba sentada en la cama desnuda, sólo con el largo cabello cubriendo la dorada extensión de piel cremosa. Parecía sexy, una criatura de fantasía, alzando los ojos a los suyos incluso mientras rodaba una botella de aceite entre las manos para calentarla.

– ¿Dónde has conseguido todo esto? -No estaba seguro de que esa fuera su voz, ronca, baja y ya gimiendo de deseo.

– Tengo mis secretos. -Le dirigió una sonrisa misteriosa, inclinando la cabeza a un lado, con el pelo deslizándose sobre un hombro y bajando por la espalda para derramarse sobre las suaves sábanas. Los senos brillaban atractivamente a la luz de las velas, sus pezones ya apretados, tentándolo a devorarla.

– Ven aquí. -Dio golpecitos a la cama-. Quiero que te tumbes sobre el estómago.

Abrió la boca para protestar; acostarse no era lo que tenía en mente, pero había algo tan especial, tan sensual en su expresión, que perdió la voz. Tiró la toalla a un lado y soltó la que tenía alrededor de la cintura, su miembro ya creciendo duro de anticipación. Se había curado las pequeñas abrasiones y laceraciones del cuerpo, pero era poco lo que podía hacer con el moratón. Solo esperaba que ella no lo notara demasiado a la suave luz. Se tendió boca abajo y apoyó la cabeza en las manos, los ojos abiertos para mirar cada movimiento.

Tansy se inclinó sobre él, el largo cabello acariciándole de modo seductor la espalda y los costados. La sensación de los mechones sedosos deslizándose sobre su piel desnuda hizo que el cuerpo se le tensara instantáneamente. Ella empezó un lento masaje en el cuello, frotando el aromático aceite profundamente en su piel. Puso una atención muy cuidadosa en cada línea de músculos, cada duro nudo. Bajó por el cuello hasta que él estuvo gimiendo de placer, su cuerpo relajándose bajo las manos de ella.

Los dedos viajaron por el bíceps con lentas caricias hipnotizadoras, ella tiró hasta que él enderezó el brazo, y continuó por el antebrazo, hasta que enlazó los aceitosos dedos con los suyos. Cada dedo fue lubricado y frotado hasta que se sintió casi sin huesos. Comenzó por el otro brazo, hasta que una vez más enlazó los dedos con los de él y luego empezó un masaje lento e individual de cada uno.

– ¿Estás planeando poner eso por todo mi cuerpo?

Ella empezó a masajearle los músculos de la espalda, frotando más fuerte en algunos puntos, con un círculo sensual en otros, que casi lo condujo a la locura.

– Sí -contestó ella suavemente-. Por todas partes.

Su miembro dio un fuerte tirón.

– Estoy goteando por toda la cama -dijo, su voz volviéndose de terciopelo. Estaba tan duro como una piedra, casi dolorido, incluso sus pelotas estaban apretadas. Ella iba a matarlo, sin embargo nunca se había sentido tan completamente en paz y feliz.

Las manos siguieron la cuesta de su flanco, masajeando los tensos músculos. El pelo le acarició a lo largo de la parte posterior de sus muslos, y él dio un tirón sorprendido cuando le mordió. La pequeña punzada envió relámpagos a través de su corriente sanguínea y se arquearon sobre su piel. Por un momento la mano llena de aceite se deslizó bajo él. Levantó las caderas para acomodarla y la mano se cerró alrededor de su miembro, resbaladiza por el aceite caliente. Gimió de satisfacción mientras ella lo acariciaba varias veces, pero cuando fue a girar ella paró.

– No, quédate quieto. -Las manos iban por la parte trasera de sus muslos, amasando y masajeando los pesados músculos y luego bajaba a las pantorrillas e incluso a sus pies.

Kadan no estaba seguro de que fuera a sobrevivir. Sus manos eran exquisitas en los músculos, y el aceite se volvía más tibio, calentándose más con la manipulación de los dedos de ella, hasta que la piel empezó a sentir primero un hormigueo y luego una vibración de descargas eléctricas, introduciéndose más profundamente en el tejido, hasta que un rayo de fuego atravesó su sangre y se derramó de un modo pecaminosamente malvado en la ingle.

Cuándo estaba gimiendo, tan lleno y pesado que tenía miedo de estallar, ella lamió su muslo hasta el flexionado costado, mordiendo otra vez.

– Gírate.

Se movió rápidamente, queriendo arrastrarla bajo él, pero ella sacudió la cabeza y le sujetó los brazos, llevándolos sobre la cabeza, inclinándose, los senos se acercaron tentadoramente a la boca mientras le colocaba las manos sobre la almohada.

– No he terminado. Se supone que estás disfrutando de esto. Sé que yo lo hago. -Se inclinó para deslizar un beso sobre su boca, luego le capturó el labio inferior entre los dientes y tiró-. Es justo que conozca cada centímetro de ti. Si voy a casarme contigo, debería ver lo que me estoy llevando.

Las manos se deslizaron por su pecho hasta encontrar su pesada erección. Envolvió ambas manos bien lubricadas alrededor del grueso miembro, acariciando y atrayendo la cabeza hacia ella, inclinándose para lamer las gotas color perla que extraía. La rugosidad de terciopelo de su lengua envió relámpagos golpeando por él otra vez. Las manos se deslizaron más abajo, hasta el saco, acariciando hacia arriba, masajeando el aceite en las sensibles pelotas hasta que sus caderas corcovearon casi incontrolablemente.

Él se estiró hacia Tansy, pero ella se acomodó sobre los talones, arrodillándose justo fuera de su alcance, sacudiendo la cabeza.

– Se supone que esta noche haces lo que yo quiera.

– ¿De verdad? -Se tumbó, mirándola con los ojos medio cerrados. Era tan hermosa para él, allí a la luz de las velas, tomando el control, dándole más placer del que jamás había conocido en su vida, del que jamás había sabido que existiera.

Ella asintió lentamente y vertió más aceite en las manos.

– Sí. Me has asustado esta noche. Pienso que eso requiere una pequeña colaboración, ¿no crees?

En vez de masajearlo con el aceite, ella empezó una lenta fricción en sus propios hombros y luego por los brazos. El aliento de Kadan se inmovilizó cuando las manos ahuecaron los senos, se deslizaron sobre los cremosos montículos, los pulgares frotando el aceite en sus pezones y amasando su piel hasta que ella brilló a la suave luz de las velas. Las manos se deslizaron mása bajo, trazando costillas y vientre.

Él se tocó los labios con la lengua.

– Podría ayudar.

Ella sacudió la cabeza.

– Estoy mirándote mirarme.

Kadan respiró hondo. Nunca había visto nada tan sexy en su vida. Sus manos se deslizaron sobre el cuerpo, tomándose su tiempo, masajeando el aceite en cada centímetro cuadrado que quería él saborear. Casi podía saborearla ahora, una insinuación de canela en su boca mezclada con miel salvaje. La piel de ella resplandecía a la suave luz, acentuaba las curvas, el cuerpo abierto a su hambrienta mirada. La piel de Tansy amaba el aceite, lo absorbía rápidamente hasta que sólo quedó el resplandor, el olor, y esa acrecentada conciencia, el creciente calor corriendo por el cuerpo de él.

Ella se arrastró sobre la cama, sobre él, un sensual deslizar de piel contra piel, la cabeza hundiéndose para lamerle mientras se movía encima de él. Su largo cabello le excitó caderas y pecho mientras ella empezaba a frotarle el aceite por delante. Puso particular atención en los moratones, añadiendo besos ligeros como plumas para ayudarlo a curarse. Hundió la cabeza otra vez para trazar círculos con la lengua sobre el pecho y los pezones, raspando suavemente con los dientes, excitando y tironeando mientras el estómago de Kadan se tensaba en duros nudos y su miembro se hinchaba hasta estallar.

Bajó por el vientre plano, frotando los definidos músculos, siguiéndolos con golpes de lengua. Kadan siseó cuando ella se movió por los muslos, en el interior, el dorso de sus manos deslizándose sobre su saco, ahora tan tenso y apretado, tan preparado que no pudo evitar los pequeños pulsos que sacudían su polla.

Las manos de ella acabaron con los pies y subieron otra vez por las piernas en un lento deslizar. El aliento se le atascó en la garganta, intentando anticipar lo que ella haría después. Ella alcanzó con despreocupación el vaso de agua helada que había puesto en la mesilla al lado de la cama y tomó un largo sorbo. Todo su cuerpo se puso en alerta, cada terminación nerviosa viva, mientras el desnudo cuerpo se deslizaba sobre el suyo. Ella le envolvió los brazos alrededor de las caderas y bajó la cabeza, otra vez con esa dolorosa lentitud, el largo pelo excitándole la piel.

La boca de ella se deslizó sobre él como un guante, y todo su cuerpo se arqueó en reacción, las caderas corcovearon salvajemente ante la explosiva combinación de fuego y hielo. Ella chupó con fuerza, dando golpecitos con la lengua fría en la sensible cabeza acampanada. La canela ardió alrededor y a través de él, inflamando sus sentidos. Si fuera posible, su miembro se engrosó más, cada gota de sangre en su cuerpo corrió para reunirse en ese punto.

Él le agarró el pelo con las manos, enredando los dedos en los sedosos mechones en advertencia. No podría tomar mucho más sin estallar. El aliento entraba en boqueadas jadeantes y supo que en otro minuto no podría detenerse para tomar el control. Su boca era demasiado efectiva, conduciéndolo más allá de todos los límites.

Justo cuando se levantaba a por ella, Tansy se incorporó y lo cabalgó, dejando caer su cuerpo, tan resbaladizo, apretado y caliente, sobre el de él, para que la llenara, empujando a través de los gloriosos pliegues sedosos y alojándose profundamente. Se alzó sobre él, las sombras de la luz de las velas parpadearon amorosamente sobre su cuerpo cuando empezó un paseo lánguido y sensual. Él podía ver las líneas de su cuerpo, la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados, la garganta expuesta y una expresión de puro éxtasis en su cara mientras sus músculos lo trabajaban, mientras subía y bajaba con ese mismo propósito lento con el que le había estado incitando desde que salió de la ducha.

– Eres tan jodidamente hermosa -susurró llevando las manos a sus pechos.

Nunca olvidaría esta noche ni lo que ella parecía. Le había amado con cada toque de sus manos, con su boca y ahora con su cuerpo. Le había amado y él sentía y sabía lo que la palabra quería decir, lo que era esa emoción. Amor. Saboreó la palabra, sabía como a canela… como Tansy.

No tengo nada más para darte. Sólo yo, sólo mi cuerpo, sólo la manera en que me siento por ti.

Tansy quería que esta noche fuera perfecta, que su regalo fuera la máxima expresión del amor. Él se había sacrificado por ella, arriesgado su vida, y regresado a ella sin esperar nada a cambio. Esto era todo lo que tenía para mostrarle lo que él significaba para ella.

Tú lo eres todo para mí. Y él quería decirlo, llenando su mente con la manera en que se sentía, con la intensidad arrolladora de sus emociones por ella.

Ella levantó su cuerpo pausadamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo, girando a un lado y luego al otro, moviendo las caderas en pequeños círculos mientras se deslizaba arriba y luego abajo, centímetro a centímetro, llenándose con su dura y gruesa longitud. El miembro abrasaba, fieramente caliente, duro, como terciopelo sobre acero, estirándola y llenándola hasta hacerla explotar. Yendo tan lenta podía sentir cada centímetro de él, la fricción enviaba rayos de placer por su cuerpo, esparciéndose a sus muslos y senos en oleadas.

Abrió los ojos para mirarlo y lo encontró mirándola con ojos medio cerrados y brillantes. La emoción era absoluta, cruda y tan intensa que las paredes vaginales se ondularon en respuesta y el corazón dio un peculiar golpe. La miraba con más que oscura lujuria, la miraba como si ella fuera la única en su mundo. Ella podía ver esa clase de veneración en sus ojos. El aliento entraba en roncos jadeos mientras ella sentía que le hundía los dedos en las caderas.

Una lenta sonrisa abrió los labios de ella

– ¿Realmente te gusta esto, verdad?

Kadan no estaba seguro de pudiera salir algún sonido por sus apretados dientes. Infierno sí. Era lo mejor que podía hacer cuando su vagina apretada le agarró y exprimió, más caliente que nada que hubiera conocido. Quería que la cabalgada fuera dura y rápida, agarrarla y golpear dentro de ella, el ritmo lento lo estaba matando poco a poco, pero, ¿cómo podía renunciar a la sensación de puro placer que se derramaba sobre él mientras ella levantaba el cuerpo y flexionaba sus músculos?

Ella se levantó otra vez, un movimiento sensual y caliente que lo dejó sin respiración mientras volvía a bajar, retorciendo las caderas en un tenso giro que casi lo destruyó. Sus dedos se le hundieron en las caderas con fuerza, los muslos se tensaron mientras él se empujaba enérgicamente hacia arriba para encontrar esa espiral descendente. Los relámpagos golpearon otra vez y sus pelotas se apretaron dolorosamente, los músculos de Tansy tensos y calientes lo estrangulaban.

Estaba acabado. En su fin. Él dobló las manos una vez, la única advertencia para ella, y luego tomó el control, levantándola con su enorme fuerza, llevándola hacia abajo con fuerza, irrumpiendo a través de esos pliegues apretados una y otra vez, golpeando dentro de ella del modo en que necesitaba. Golpeó el cuello de la vagina y siguió hundiéndose profunda y duramente, utilizando su fuerza y su velocidad. La matriz se contrajo alrededor de él y las paredes se ondularon y latieron. Siguió entrando en ella, golpeando a un ritmo que la llevó sobre el borde rápidamente.

Sintió su estremecimiento, sintió su cuerpo cerrándose fuertemente en él. Se negó a dejar que acabara para ninguno de ellos, conduciéndola a un segundo orgasmo antes de que el primero disminuyera. Los músculos se cerraron, ordeñándole con fuerza, de forma que no pudo parar la violenta explosión desgarrándole las piernas, centrándose en la ingle, inundándola profundamente con su caliente liberación. Su agudo grito resonó más en la mente de él que por la habitación, pero su propio grito ronco de satisfacción se unió al suave sonido.

Kadan envolvió los brazos alrededor de ella y la bajó sobre él como una sedosa sábana viviente mientras las paredes de su vagina continuaban ondulándose poderosamente a su alrededor.

Tansy. Susurró su nombre, su suave voz sonaba inestable por la emoción incluso en la mente de ella. ¿Cómo puedo jamás volver a vivir sin ti? No podía. No lo haría.

Ella le había dado más que la experiencia más erótica que jamás había conocido, le había dado un regalo fuera de toda medida. No había retenido nada. Había vertido todo su ser en su forma de hacer el amor. Le había dado el regalo de ella misma… de su amor.

La meció suavemente, tratando de recobrar el control de su respiración, de sus dispersas habilidades. Alrededor de él, su cuerpo continuaba meciéndose con pequeñas réplicas. Podía sentir los pequeños estremecimientos que la atravesaban y la manera en que luchaba por respirar. Le frotó la espalda hacia abajo, masajeando las curvas de sus nalgas, besándole hombro y cuello.

Cuándo ella estuvo más calmada, rodó sobre ella, todavía enterrado profundamente, y encontró su boca con la suya. La besó con todo lo que era, con cada trozo de ternura que podía manejar. Nunca había sido un hombre apacible, y ciertamente nunca podría articular en palabras la profundidad de sus sentimientos por ella, ni su apreciación de lo que le había dado, pero intentaba mostrárselo, besándola una y otra vez, tomando su boca y dándole la suya mientras las manos le acariciaban el pelo.

– ¿Dónde demonios conseguiste ese aceite? -Rodó a un lado, permitiendo que su cuerpo se separara del de ella, empujándola cerca de él.

– Lo hice -ella le apartó el pelo de la cara-. ¿Te ha gustado?

Él giró la cabeza para besarle los dedos.

– Sabes que lo he adorado, Tansy. ¿Qué significa que lo hiciste?

– Supongo que no has notado todas los jardines de flores en la propiedad. Cuándo era pequeña, mi madre trató de pensar cosas que pudiéramos hacer juntas que fueran divertidas, de chicas, y que no implicara tocar. Así que trabajamos en el jardín al principio. Tenía mi propio pequeño jardín que creció hasta un proyecto inmenso. Adoraba estar fuera con ella. Hablaba de todas las diferentes plantas y de sus diferentes usos históricamente. Mencionó perfumes y aceites y estuve intrigada. Ella siempre olía tan bien, y me dijo cómo mi padre la llevó a esa tienda de perfumes e hizo hacer una esencia especial solo para ella. Decidí que quería hacerlo yo misma.

Él le acarició el cuello con la nariz. Olía deliciosamente.

– Así que lo fabricaste.

Asintió, girando la cabeza solo un poco para darle mejor acceso. Quizá era porque había estado privada de toque humano durante tanto tiempo que anhelaba sus manos en ella, pero quería sentir la palma acunando sus senos, el pulgar acariciando de aquí para allá sobre su pezón y la boca rozando el hueco del hombro.

– Lo hice. Y descubrí que diferentes aceites podían ser bases utilizadas para diferentes propósitos. La árnica puede ayudar con las magulladuras y es genial para masajes. Las semillas de uva son una gran crema hidratante. Hay tantos aceites naturales, hierbas y flores que pueden ser utilizadas para todo tipo de cosas mientras crean grandes perfumes. La canela es mi favorita, y afortunadamente encontré un modo de absorberla, saborearla y oler bien.

– ¿Y sucede que, simplemente, también llevas velas en tu mochila? -Se inclinó y las apagó, luego se tumbó otra vez, lamiéndole el hombro y excitándola con los dientes, produciendo un pequeño temblor.

– Estaba de acampada y la luz tiende a herir mis ojos, así que generalmente tengo una caja en mi mochila. No son terriblemente lujosas, pero tienen su truco.

Hubo un pequeño silencio. Él podía oír el tictac de reloj. Inhaló el olor de ella, llevándolo más profundo a sus pulmones, y le acarició el seno con la nariz. Ella nunca se apartaba, mientras que él medio esperaba que lo hiciera. En vez de eso, su cuerpo le daba la bienvenida, caliente y tan suave, siempre invitador. Apenas podía respirar amándola. Ella deshelaba algo congelado en él cuando estaba cerca. No había esperado que fuera así, pero no había vuelta atrás.

Gracias. No lo podía decir en voz alta. Se habría atragantado con las palabras.

Ella le miró, la mirada vagando sobre su cara, viendo más de lo que él quería que viera.

– ¿Por qué? -La punta de los dedos le trazó los labios.

Por hacerme sentir como si tuviera alguien al que volver. Demonios. Se estaba atragantando de todos modos. Joder. Por amarme. Despreciaba ser tan inepto con las palabras, no cuando ella merecía mucho más, pero era lo mejor que podía hacer con la garganta en carne viva y los ojos ardiendo.

– Te amo -dijo ella, dándose la vuelta para extenderse sobre él, encuadrando su cara con las manos. Lo besó, deslizándole la lengua por los labios, y, cuando él los abrió, en la boca, para enredarse en un baile lento con la de él.

– No sabía que lo haría, pero ¿quién podría resistirse a ti alguna vez?

– Quiero estar dentro de ti otra vez -susurró él-. Lo necesito. Deslízate por mi cuerpo y ponme duro, cariño.

Ya se estaba poniendo rápidamente, pero ella no vaciló, besando hacia abajo por su pecho hasta que las manos le acunaron el escroto, acariciando hacia arriba, y la boca se cerró sobre él, apretada y caliente.

Kadan volvió a la vida instantáneamente bajo la creciente experiencia de su fantástica boca. Le hizo el amor otra vez, tan suavemente como pudo y mientras pudo, pero inevitablemente, se volvió áspero y duro, hundiéndose más profundo y más rápido, cabalgándola con todo lo que era. No importaba que los llevara a los dos sobre el borde otra vez. Su cuerpo podría estar temporalmente saciado, pero su mente nunca lo estaría. Tocarla, amarla, era un milagro.

Curvó su cuerpo alrededor del de ella con su brazo de manera posesiva alrededor de la cintura, y escuchó su respiración. Podría pasar toda la vida sosteniéndola cerca. Esperó, allí en la oscuridad, con aroma de canela y sexo colgando en el aire, hasta que estuvo durmiendo profundamente. Muy suavemente presionó un beso contra la nuca y le apartó la mano de encima de la suya. Rodando con cuidado fuera de la cama se puso vaqueros y una camisa y arrastró su cinturón con las armas y unos pocos pertrechos alrededor de la cintura, antes de deslizarse fuera de la habitación.

Ryland le estaba esperando en el vestíbulo.

– Te llevó bastante.

– Quise cerciorarme de que estuviera durmiendo en caso de que esto vaya mal.

Ryland asintió.

– Tendremos que abrirnos paso desde fuera. Ha levantado barricadas en la puerta.

Kadan se encogió de hombros.

– No es estúpido, pero está lleno de mierda. Está hasta las orejas en el lío de Whitney. Aunque la mujer está limpia. La he podido leer y desprecia a Whitney. Pienso que la única verdadera fuente de conflicto en el matrimonio ha sido Whitney.

– Así que ella quería llevar a Tansy a un médico diferente y su marido se negó -dijo Rylan-. Me pregunto por qué haría eso. -Frunció el entrecejo y se inclinó cerca de Kadan, oliendo-. ¿Canela?

– Cierra la jodida boca -dijo con brusquedad Kadan y le empujó pasando por delante de él.

Ryland inhaló otra vez y dio un silbido bajo.

– Hueles delicioso. Me está entrando hambre. Quizá de bollos de canela.

Kadan le enseñó el dedo groseramente.

Nico estaba esperando en la puerta principal. Como siempre, él era su respaldo. Frunció el ceño cuando los dos Caminantes Fantasmas se acercaron.

– ¿Qué demonios es ese olor?

– La nueva colonia picante de Kadan.

– Vete al infierno Rye -dijo Kadan y le disparó una mirada que le debería haberlo fulminado en el sitio-. Podéis iros al infierno los dos.

– Creo que su nivel de azúcar en sangre está cayendo -explicó Ryland-. Debe haber sido por todos los dulces de canela que consiguió esta noche.

Nico puso una cara de inocente.

– Tu mujer huele un poco como a canela.

– Te provoca hambre, ¿verdad? -dijo Ryland.

– Sí. No puedo esperar a contárselo a Dhalia. El hombre del hielo se pone todo caliente y molesto alrededor de la canela. ¿Quién lo habría adivinado?

– No me machaqueis más. -Kadan abrió la puerta principal de un tirón-. Porque lo haré en un latido del corazón y nunca miraré atrás.

Ryland le sonrió burlonamente, ni en lo más mínimo intimidado. Empezó a tararear para sí una melodía, excesivamente en alto.

Kadan le disparó una mirada de intensa irritación.

– ¿Qué estás haciendo ahora?

Nico le dio un codazo.

– ¿No conoces esa melodía? Pensaba que era tu favorita. Eres tan cretino en música. Neil Young escribió algunas grandes canciones. -Cuándo Kadan le miró todavía en blanco, Nico cantó la letra mientras Ryland tarareaba-. «Quiero vivir con una chica canela… [9]»

– Realmente voy a dispararos -Kadan sacudió la cabeza.

No le iban a dejar olvidarlo. Para mañana los dos payasos iban a comprarle el álbum de Neil Young con la canción «Cinnamon Girl». Sacudió la cabeza y mantuvo la sonrisa para él. Probablemente la oiría, pero al infierno si se lo decía alguna vez a cualquiera de ellos.

Hizo un pequeño saludo a Tucker, quien estaba haciendo las rondas y surgió de los arbustos como si se acabara de materializar.

– Todo está tranquilo. Gator se ha deshecho del Humvee al otro lado del pueblo. Regresará dentro de un rato -dijo Tucker.

Ryland le dio un codazo.

– ¿Hueles el amor en el aire, Tucker?

Tucker inhaló.

– Kadan. Hombre. Choca esos cinco, hermano.

– Voy a hacer que todos vosotros os comáis esas sonrisas -se quejó Kadan y se abrió paso a través de ellos para ir al otro lado de la casa, ignorando la suave risa burlona que lo siguió.

Se agachó justo debajo de la ventana del dormitorio que les habían dado a Don y Sharon Meadows. Era hora de ofrecer al hombre una pequeña visita. Le habían dicho que la ventana estaba alambrada, pero la alarma no estaba encendida, no hasta que Kadan supiera exactamente con qué estaba tratando. Por si acaso Don tenía su propio método de alarma, verificó la ventana por todas partes y escuchó el zumbido revelador de un alambre conectado. Había silencio, aparte de algunos suaves ronquidos del padre de Tansy.

Kadan deslizó la hoja por el alféizar antes de hacer palanca y levantar la ventana. Para comenzar se había asegurado de que no hubiera ruido cuando abriera la ventana, antes de poner a la pareja en el dormitorio. Primero metió la cabeza en la habitación, arrastrándose hacia abajo por la pared hasta el suelo alfombrado, con el cuchillo en los dientes, Ryland justo detrás de él.

Se separaron, cada uno a un lado de la gran cama matrimonial. Ryland sacó la jeringuilla y se cercioró de que Sharon permaneciera dormida. Cuando estuvo seguro de ello hizo señas a Kadan y se deslizó a las sombras donde Don no le detectaría. Nico tomó posición justo fuera de la ventana, desde donde podía apuntar al hombre con el arma todo el tiempo.

Kadan se arrastró por la pared hasta la cabecera de la cama y se deslizó detrás de Don para asentar su peso cuidadosamente. No se preocupó del cuchillo, si tenía que matar a Don lo haría con las manos desnudas. No quería sangre para que Sharon despertara y lo encontrara.

Colocó la mano con cuidado en la garganta del hombre y apretó lo suficientemente fuerte para despertarlo.

Los ojos de Don se abrieron de golpe y se tensó.

Los dedos de Kadan se hundieron más profundamente, dejándole sentir su enorme fuerza.

– No me movería si fuera usted -dijo calladamente-. Soy un hombre paciente, señor Meadows, pero esta noche estoy cansado y mañana me espera un largo día. Voy a hacerle un par de preguntas y que viva o muera en los siguientes minutos dependerá de sus respuestas.

Don dirigió una rápida mirada a su mujer, apretando tensamente los labios

– Ella está bien. Puedo leer las mentes, y la de ella está bastante abierta. Ella le ama a usted y a Tansy. Los dos son su mundo. Desprecia a Peter Whitney y no puede comprender por qué usted insiste en tenerlo en sus vidas cuando sabe que es un monstruo. -Kadan se inclinó acercándose-. No puedo comprender por qué arriesgaría a su hija con ese hombre. Sabe que ella es uno de sus experimentos.

Don dio un tirón, los ojos abriéndose de la sorpresa.

– ¿Cree que el gobierno no sabe acerca de todas las pequeñas niñas cuyas cabezas jodió? Les hizo lo mismo a un grupo de hombres de las Fuerzas Especiales. Soy uno de esos hombres. No le tengo mucho cariño a Whitney y usted tampoco debería.

– No lo tengo -gruñó Don-. Desprecio a ese hombre.

Kadan miró fijamente los ojos desafiantes y enojados y leyó culpabilidad. No dejó de presionar.

– Lo desprecia, pero fuerza a su hija a verlo incluso cuando ella dice que la hace sentir incómoda.

– Era parte del acuerdo de adopción.

– Sabía lo que él había hecho cuando la adoptó. -Kadan lo hizo una declaración.

La mirada de Don cambió.

– Maldita sea, esto no es de su incumbencia.

Kadan se inclinó, mirando fijamente a los ojos del hombre. No quería errores, porque esta vez, Meadows haría mejor entendiendo completamente con qué y con quién estaba tratando.

– Tansy es mía ahora y cuido de lo mío. Le mataré y nunca miraré atrás. Meadows. Déme una razón para no hacerlo. Usted no me gusta mucho y seguro como el infierno no tengo por qué gustarle, pero si quiere vivir, mejor que conteste a mis preguntas. Puedo oler las mentiras y el engaño está por todo su lamentable culo.

Don apretó los labios más fuerte.

Kadan le dio una última oportunidad

– ¿Sabe lo que está haciendo con esas chicas ahora? ¿Sabe por qué quiere que Tansy vuelva? Tiene un programa de cría. Las mujeres no tienen que ser cooperativas, solo quedarse embarazadas por los hombres que escoge para ellas. Quiere a los bebés. Ese es el hombre que está protegiendo. Ese es el hombre al que está entregando a su hija.

Don le miró fijamente con ojos sagaces. El hombre tenía un enorme coeficiente intelectual. Había tenido éxito en un mundo sumamente reservado, era bastante brillante y muy respetado en su campo preferido. Quizás fuera arrogante, pero tenía que ser por alguna causa. Kadan permaneció silencioso bajo el cercano escrutinio. No había duda en su mente de que Don estaba decidiendo sobre su futuro yerno. Kadan sabía lo que estaba viendo. Duro, frío, con arrugas grabadas. La imagen no era bonita y no debería serlo. Kadan le mataría si era necesario y no perdería el sueño por eso. Si Don Meadows no veía nada más, Kadan quería que viera eso.

– Fui a la escuela con él. Él era de la élite. Toneladas de dinero. Sus padres eran billonarios, sabe. La escuela estaba llena de personas con dinero, pero pocos de su clase. Estuve allí con una beca. Era un internado privado y yo era joven, queriendo encajar sin ninguna esperanza de hacerlo. Tenía añoranza, pero era una oportunidad única en la vida y mis padres estaban tan orgullosos de que hubiera sido escogido para el honor de asistir a tal escuela de élite.

Don suspiró y se movió ligeramente, miró a su mujer y luego otra vez a Kadan.

– Si voy a contarle eso, ¿puedo incorporarme al menos?

Kadan sostuvo su mirada.

– Tiene un francotirador que nunca falla apuntando el arma a su cabeza. Tiene a uno de mi equipo sentado al otro lado de la habitación sosteniendo otra arma en las manos y tampoco falla. Y solo para que lo sepa, le mataría yo antes de que cualquiera de ellos disparara. -Apartó la mano de la garganta del hombre y retrocedió unos pocos pasos, completamente seguro de su velocidad y capacidad para llevar a cabo su amenaza si Don hacía un movimiento equivocado.

Don se frotó la garganta, deslizando su cuerpo cuidadosamente hacia adelante y doblándose a una posición sentado. Se estiró hacia Sharon y comprobó su pulso.

– Mi mujer no tiene nada que ver con esto. Si me mata, déme su palabra de que no la herirá a ella.

La ceja de Kadan se disparó hacia arriba.

– ¿Me creería?

– Usted es un asesino a sueldo, señor Montague, pero no es un mentiroso.

Kadan mantuvo su expresión en blanco. Eso no era exactamente verdad. Haría cualquier cosa para completar una misión, pero se encogió de hombros.

– Su mujer no sufrirá daños.

Por un momento el alivio se mostró en los ojos de Don, luego su mirada se alejó. Sí. Había culpa allí. El hombre estaba hundido en la suciedad.

– Peter Whitney es un hombre increíblemente inteligente. Admiro la inteligencia. Gravitamos el uno hacia el otro. Yo era más joven, y en una escuela donde todos tienen dinero, y rango social, es difícil encajar. Quería lo que todos ellos tenían.

Kadan permanecía en silencio. Quizás lo comprendía, pero tenía un mal presentimiento, y parte de él ya estaba llorando por Tansy. Mientras observaba hablar a Don, captando la forma de los ojos y el pelo de plata, las cosas comenzaron a hacer clic.

– Whitney tiene ese radar incorporado para la capacidad psíquica. Puede pasar junto a alguien en la calle, e incluso si ellos no lo saben, él si. Puede proteger su cerebro y puede localizar a psíquicos, pero es todo extensión. Él es muchas cosas, señor Montague, pero es un patriota tan retorcido como lo son sus visiones para el país. Por supuesto al principio no lo vi tan retorcido. Era mayor, más listo, lo que poca gente era, y tenía más dinero que nadie más en el planeta. Todo lo que decía sonaba a oro.

Kadan permaneció paciente cuando quería sacudir al hombre. Sus revelaciones iban a hacer daño a Tansy… y ella tendría que saberlo. Maldito este hombre y su avaricia juvenil.

– Whitney imaginó un mundo sin hombres muriendo en la batalla. Dijo que podríamos crear súper soldados. Honestamente yo no creía que las habilidades psíquicas fueran suficientemente fuertes en las personas. La mías no lo eran. Siento cosas a veces. Cuando veo un helicóptero o un avión, lo puedo rediseñar para un mejor funcionamiento, velocidad y maniobrabilidad porque «veo» los desperfectos.

– Y tiene un escudo natural.

Don asintió.

– No lo supe durante mucho tiempo. ¿Cuántas personas pueden leer las mentes? Conocí a Sharon mientras estaba en la escuela de postgrado. Ella era tan pequeña y frágil, con un corazón débil. Caí como una tonelada de ladrillos, pero ella viene de la misma clase de dinero que Whitney, y aunque me estaba haciendo un nombre por mi mismo, no estaba de ninguna manera en su liga. No creí que me mirara dos veces.

Kadan comenzaba a reunir las piezas. Don Meadows era un tonto. Todo esto era sobre su mujer.

– Me las arreglé para conseguir que saliera conmigo, y al final, se casó conmigo. Su familia estaba furiosa y amenazó con quitarle la herencia, pero nos casamos de todos modos. Finalmente su padre me apoyó en mi negocio, hemos tenido suerte y hemos establecido suficientes contactos con el gobierno para ser más que exitosos.

– Pero… -incitó Kadan. Don Meadows estaba dando vueltas al tema, esperando que fuera suficiente sin revelar las ataduras con Whitney. Kadan no iba a permitirle alejarse de eso.

Meadows suspiró pesadamente y acarició la débil mano de Sharon.

– Mucho tiempo antes de que el padre de Sharon me diera una oportunidad, trabajé para Peter. Tenía un inmenso centro de investigación y me dieron mi propio departamento. Tuve visiones de quizá llegar a ser socio de él un día y demostrar a la familia de Sharon que no los necesitábamos. Peter y yo hicimos un viaje de negocios a Europa. Yo tenía veintiséis. Sharon estaba enferma y no pudo venir conmigo. -Sacudió la cabeza, su expresión curvándose de dolor-. Su salud es muy frágil.

Kadan asintió. Ya sabía lo que venía.

– No sé que sucedió. -Don se frotó las arrugas de la frente-. Pienso en ello todo el tiempo. Estaba bebiendo y estaba esa chica. No podría haber tenido más de quince. -Levantó la mirada hacia Kadan, con dolor en los ojos-. Trece. Tenía trece. -Sacudió la cabeza otra vez-. No recuerdo mucho de esa noche. Sólo que debí volverme loco. El sexo no fue consensuado. Lo sé porque he visto la cinta de vídeo unas cien veces y es horrible. Es malditamente horrible saber que eres capaz de algo así cuando es tan repugnante para ti.

Había amargura en su voz, incluso auto-aborrecimiento. Don atrajo la mano de su mujer hasta su boca.

– Peter limpió el lío, su dinero por supuesto, y volvimos a casa. Juró que nadie lo sabría jamás.

– ¿Y confió en él? ¿No sospechó que quizás habría tenido algo que ver con que usted actuara tan fuera de su carácter?

– Confié en él. Era mi amigo. No se me ocurrió hasta mucho tiempo después, y para entonces tenía mucho que perder. Sharon no podía tener niños. Ella sabía que yo los deseaba. Tuve miedo de que si averiguaba que no solo la había engañado, sino que fui capaz de violar, de una brutalidad animal, me dejaría. Pensaría que me casé con ella por su dinero. Había una parte de mí que deseaba el dinero y yo había forzado a una niña. ¡Dios! -Dejó caer la cabeza en las manos-. Usted no tiene la menor idea de qué se siente al saber que un monstruo vive dentro de uno mismo.

– ¿Lo ha hecho alguna vez desde entonces?

La cabeza de Don se sacudió hacia arriba, los ojos destellando con ira, con negación.

– ¡No! Me dispararía primero si alguna vez tuviera tal inclinación. No sé que sucedió esa noche, pero yo me vi. Era yo violando a esa niña. El video no fue manipulado.

– Pero alguien colocó la cámara en primer lugar.

Don asintió.

– Sí. Pero no supe que había un video hasta cinco años después.

– Cuando Whitney le trajo a Tansy. ¿Ella es su hija biológica, verdad?

Don tragó con dificultad y agachó la cabeza otra vez, sacudiéndola de un lado a otro.

– Whitney me llamó a su laboratorio privado y sacó a Tansy. Debería haberla visto. Toda blanco cabello y esos ojos. Tenía la misma boca que su madre. Supe que ella era mía en el momento en que puse los ojos en ella. Whitney me mostró la cinta. Y tenía cintas de la chica en lo que parecía un hospital durante su embarazo. Ella vendió el bebé a Whitney. Más tarde, él declaró que ella murió en un accidente de tráfico, y quizá lo hizo, la busqué, pero no pude encontrarla.

– Y Whitney tuvo a Tansy durante cinco años.

Don asintió.

– Había realzado sus capacidades psíquicas. Aparentemente la chica, su madre, era psíquica y Peter quería ver qué podía hacer con el bebé. Ella no era la única que tenía. Me contó que eran huérfanas que había reunido, niñas no deseadas. Tenía enfermeras para ellas y dijo que se estaba deshaciendo de ellas, dándolas en adopción. Me contó que podía tener a Tansy con la condición de que él continuara siendo su médico para poder ver su progresión.

– Y usted se plantó.

– Infiernos sí. El hijo de puta. Tenía a mi hija. Me había tendido una trampa. Y cuando reprodujo el video, me di cuenta de que tenía que haber sido el que estaba detrás de la cámara, que durante todos esos años, había sido parte de lo que yo había hecho. -Suspiró pesadamente y se recostó contra la cabecera, todavía acariciando la mano de Sharon-. No fue siempre un loco. Vi los signos, pero no quise creerlo. Era mi amigo y yo no tenía demasiados de ellos.

– Y él abrió puertas para usted -Kadan no le iba a permitir escaparse. Don Meadows era un hombre inteligente. También ambicioso. Quería el respeto, contactos, y el dinero que venía de su asociación con Whitney.

– No puedo negar eso

– Así que vino con su propuesta. Quería que usted adoptara a su propia hija. Y si no cooperaba con él, iba a destruir la vida que usted había construido con tanto cuidado.

– Le mostraría el video a Sharon y a su familia. Dijo que iría al público con él. Ese video es enfermizo -dijo Don-. Nos habría destruido a todos nosotros.

– Y las otras niñas que tenía en su laboratorio. Estaba experimentando con ellas y usted lo sabía.

– Las estaba dando en adopción. Todas tenían problemas, como Tansy. Prometió que las entregaría a cualquiera que tuviera suficiente dinero para cuidar de sus necesidades especiales.

– Y usted quiso creer eso.

– Tenía que creerlo, para mi propia cordura. Ella era mi hija. Mi propia niña. Deseaba que viviera con nosotros de cualquier modo en que pudiera conseguirla. Y sabía que Sharon tomaría a una niña herida, sin importar cuan mal estuviera. Sharon deseaba desesperadamente niños.

– Usted es un hijo de puta egoísta, ¿verdad? -dijo Kadan con tono suave.

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