Capítulo 6

Empezaron a pelear en el instante que entraron en la casa donde Kadan había establecido el cuartel general. Tansy iba a llamar a sus padres le gustara a Kadan o no. Y a él no le gustaba. Ella sacudió la cabeza, los ojos mostrando desafío.

– Puedes aullar todas las órdenes que quieras, hombretón, pero yo no estoy bajo tu mando. No soy exactamente una novata en este negocio, y no descenderé a la categoría de tú subordinada, así que supera también esa idea. De todas formas, ¿quién te crees que eres?

Kadan caminó paso a paso hacia ella, invadiendo deliberadamente su espacio personal, inhalando su esencia de canela, desafiando su idea de lo que era igualdad.

– Soy el único hombre que va a acostarse contigo por la noche, sostenerte cerca y mantenerte segura. Soy el único hombre que va a hacer el amor contigo en cualquier lugar, cualquier momento, cualquier manera que ambos necesitemos o deseemos. Más importante aún, Tansy, soy el hombre que va a matar a cualquiera que te amenace. Así que puedes escucharme condenadamente bien.

Ella pestañeó, abrió la boca y la cerró otra vez, parecía confundida y completamente seducida y desconcertada para resistirse. Kadan inclinó la cabeza hacia abajo y tomó posesión de aquella suave y temblorosa boca. Besarla era tan condenadamente bueno. Quería perderse en ella, simplemente hacer desaparecer el mundo, así podría pasarse la vida piel-contra-piel, besándola.

– Sabes cómo bajarle los humos a una mujer -dijo ella de manera acusadora, cuando pudo hablar otra vez-. ¿Qué se supone que tengo que decir a eso?

– Nada. Sólo bésame otra vez.

Tansy alzó la boca hacia él. Esta vez la atrajo más cerca, con la mano en la nuca sujetándola quieta mientras la exploraba concienzudamente, saboreando su sabor a canela.

– Se supone que nunca deberías discutir conmigo. -Descansó la frente contra la suya, examinando los extrañamente coloreados ojos de ella.

Ella se rió bajito.

– Odio chafarte el pastel, amigo, pero todos los besos del mundo no van a impedir que diga a mis padres dónde estoy, con quién estoy y lo que voy a hacer. No les escondo cosas.

Kadan se apartó de ella, caminando a través de la habitación.

– No puedo confiar en ellos. Esa es la verdad tanto si quieres creerla como si no. Hasta que les dé el visto bueno, tengo que tratarlos como el enemigo.

– ¿Mis padres? ¿Enemigos? ¿Qué crees que van a hacer? ¿Contactar con los asesinos y decirles dónde estamos?

Él se dio la vuelta y la agarró con fuerza por los hombros.

– Creo que llamarán al doctor Peter Whitney y le informarán de lo que estás haciendo.

Tansy trató de soltarse, el horror afloró en su cara, pero él la sujetó con su enorme fuerza, negándose a permitir que ella se alejara de su firme calor. Le dio una pequeña sacudida.

– ¿Me oíste, Tansy? ¿Entendiste lo que te dije? ¿Lo que quise decir? Soy el hombre que matará a cualquiera que te amenace.

Ella tragó saliva y negó con la cabeza.

– No mis padres. Nunca me traicionarían. Nunca. No importa lo que pienses, ellos no lo harían.

– ¿Por qué eligieron una niña dañada, Tansy, cuándo eran lo bastante ricos para comprar la perfección? Cualquier agencia de adopción les habría dado lo quisiesen, hasta el color de pelo y ojos. ¿Por qué tú? Cuando te consiguieron, probablemente no podías soportar su toque, ni siquiera utilizar sus utensilios para comer. Vamos. Tienes un cerebro. Úsalo ahora. Comprende qué demonios estaba pasando en aquel entonces. Te llevaron a un doctor que tú claramente no querías ver, y a pesar de tus lágrimas y ruegos, te dejaron a solas con él.

Tansy cerró los ojos brevemente, tratando de no recordar la manera en que su madre suplicaba a su padre, aferrándose a ella antes de que él la cogiera con firmeza de los brazos de su madre y la empujara dentro de la habitación con Whitney. Kadan no podía estar en lo cierto. No le dejaría estar en lo cierto. Hasta pensar de esta manera era una traición del amor de sus padres por ella.

– Cállate. Lo digo en serio, Kadan, no quiero que hables más de mis padres.

– Entonces prométeme que no vas a llamarlos.

– Tengo que llamarlos. Tenemos un trato. Si no lo hago, vendrán a buscarme. -Tansy lo fulminó con la mirada al instante-. Ellos me quieren, Kadan. No me traicionarán.

– Entonces pregúntales cual es su relación con Whitney y pregúntales por qué no te dijeron que todavía estaba vivo. Vamos hazlo. No me hagas tener que averiguar su paradero y descubrirlo yo mismo, Tansy. No quieres que me enfrente a tus padres.

Se veía tan adusto, tan atemorizante, como si fuera capaz de entrar y poner un arma en sus cabezas. Sus padres. Dos personas que ella amaba.

– Dos personas que están metidas en esto hasta el cuello -interrumpió Kadan, leyendo su mente con claridad-. Whitney experimentaba con niñas. Contigo. Y ellos tenían que haberlo sabido, pero no dijeron nada. No hicieron nada para detenerlo. Al menos admite que tenían que haberlo sabido.

Ella empujó el muro de su pecho.

– ¡Maldito seas! Simplemente no puedes dejarlo. Me estás dejando sin nada. Ellos son mi cordura. Son todo mi mundo y no vas a quitármelos. Esto es un error. Un gran error. Estaba loca al venir aquí contigo.

Clavó los dedos, más hondo, sin permitirle escapar.

– Tienes mucha razón. No pareces tener la idea básica de seguridad, incluso cuando tienes sobradas razones para tener miedo. Pero yo no soy tu problema, Tansy, y no estarías tan alterada si no lo supieras ya. No me culpes porque hay algo que huele mal sobre la forma en que te obtuvieron tus padres.

– Eres un bastardo. Quítame las manos de encima. Voy a llamar a mi padre.

– Ponlo en manos libres. Este número está oculto y será difícil de rastrear, pero aún así, sólo tienes unos pocos minutos para hablar. Te estaré cronometrando. Si empiezas a decir algo que comprometa nuestra misión o tu seguridad, desconecto. ¿Lo entiendes?

La mantuvo inmovilizada, los ojos llameantes enganchados en los de ella con esa despiadada, implacable y muy molesta expresión. Ella tuvo la salvaje urgencia de darle una fuerte patada. Al fin asintió. Él dejó caer las manos inmediatamente. Ella masculló una repetición del no agradable nombre que le había llamado antes, sólo que esta vez añadió adjetivos no agradables para reforzarlo por si acaso. Él simplemente la ignoró.

Tansy se dio la vuelta, atravesando indignada la habitación hacia el teléfono. Pulsó con fuerza el número de sus padres, negándose a mirar a Kadan cuando él se acercó detrás de ella y pulsó el manos libres. Respondió su madre.

– Hola, mamá -dijo Tansy al saludar, retorciéndose los dedos-. ¿Está papá allí contigo?

– Estás hablando por teléfono, no por radio -observó su madre-. ¿Dónde estás?

– ¿Está papá allí? -repitió.

– Está aquí mismo. Voy a poner el manos libres del teléfono así ambos podemos escuchar -añadió Sharon-. ¿Cuándo bajaste de la montaña?

– Hola, papá. Necesito que me contestes una pregunta -dijo Tansy, agarrándose fuertemente la muñeca, clavándose las uñas-. ¿Por qué no me dijiste que el doctor Whitney todavía estaba vivo?

Hubo un silencio. Ella cerró los ojos imaginándose la conmoción en las caras de sus padres.

– ¿Te molestó ese hijo de puta, Tansy? -exigió Don Meadows-. ¿Qué ha hecho? Dímelo, cariño, y me encargaré de eso.

Ella buscó alrededor una silla para arrellanarse. Kadan le empujó una y Tansy se derrumbó en ella.

– ¿Por qué no me lo contaste, papá? He sufrido lo suficiente para merecer saberlo. ¿Por qué tienes tratos con un hombre así? Tienes que decirme la verdad.

– ¿Qué ha hecho? Dime dónde estás y te enviaré a Fredrickson para que te recoja. No confíes en nadie más -insistió su padre.

Kadan dejó caer las manos sobre los hombros desplomados de Tansy en un esfuerzo por mostrar camaradería.

– ¿Qué tiene contigo? -preguntó Tansy quedamente.

Hubo silencio otra vez. Su madre contuvo un sollozo.

– Vuelve ahora a casa, Tansy. Te lo contaré todo, pero vuelve a casa.

Kadan la agarró más fuerte y negó con la cabeza cuando se inclinó hacia atrás para mirarlo. Es necesario que salgan de allí, a algún lugar seguro. Probablemente está escuchando esta conversación. Diles eso. Diles que salgan.

– Tengo que irme. Probablemente está escuchando esta conversación, papá, y no es seguro para ti. Coge a mamá y escondeos. Hacedlo ahora y no confiéis en nadie.

Su madre gritó.

– No tiene que hacer eso -bramó Don Meadows-. Ella regresará.

Tansy se levantó de golpe.

– ¿Mamá?

– ¿Tansy? -Había otra voz masculina al teléfono-. Lo siento, mamá no puede hablar ahora mismo. Tampoco papá. Tienes veinticuatro horas para regresar aquí o ambos morirán. Dí que lo has entendido.

Fredrickson, el guardaespaldas de papá, identificó ella para Kadan.

– ¿Qué estás haciendo, Fredrickson? -preguntó.

Su madre gritó de nuevo; esta vez el sonido estaba repleto de dolor, no de miedo.

– Lo entiendo -dijo Tansy y colgó el teléfono. No quería dar a Fredrickson, o a nadie más, una oportunidad de hacer más daño a sus padres-. Consígueme un avión.

– Respira. Tracemos primero un plan.

Tansy le apartó la mano de un manotazo.

– El plan es hacer lo que Fredrickson quiere que haga. No voy a dejarle matar a mis padres.

– No va a matarles -dijo Kadan-. Hasta que no te tengan, nadie va a matarlos. Cuando te consigan, la utilidad de tus padres desaparecerá. Entonces es cuando estarán en verdadero peligro.

– Oíste gritar a mi madre.

– Eso fue deliberado para convencerte de aceptar inmediatamente.

Ella lo fulminó con la mirada.

– Bien, surtió efecto. Consígueme un avión.

Kadan la contempló con esa fría e impasible mirada que iba a llegar a odiar.

– Siéntate, Tansy. Necesitamos pensar, no salir corriendo sin pensarlo dos veces.

– Jódete, Kadan. -Dio media vuelta y se encaminó a la puerta.

Sus dedos se posaron alrededor de su muñeca como unas esposas de acero.

– Eres demasiado emocional para esta clase de trabajo. Tranquilízate.

Ella se balanceó, usando el impulso para darle potencia al puñetazo que le lanzó. El puño iba directamente a su mandíbula, pero él lo atrapó, un sonido fuerte sonó cuando los nudillos golpearon en la palma de su mano. Él simplemente le dio la vuelta, abrazándola estrechamente contra él.

– No seas estúpida, Tansy. Yo no soy el enemigo. Si quieres que tus padres sobrevivan, diablos, siéntate y déjame calcular como sacarlos con vida. Necesitamos saber qué está pasando. ¿Está relacionado con los asesinatos? ¿Se trata de Whitney y tú averiguando sobre él? Fredrickson era obviamente un infiltrado en tu casa, ¿pero quién lo puso allí? ¿Para quién trabaja? -Él susurró las palabras, en voz baja y calmada, en el oído de ella. Su respiración era cálida, su cuerpo ardiente, su agarre demasiado fuerte para romperlo-. Utiliza el cerebro.

Tansy odiaba que tuviera razón. Lo odiaba. Ella quería darle otro puñetazo sólo por estar en lo cierto.

– Suéltame. Vamos, suéltame. Estoy sentada.

A regañadientes Kadan la soltó, observándola de cerca con los ojos entrecerrados. Esperando. Le sintió en su mente y le miró furiosa.

– Necesito la distribución de la casa y los jardines, con tanto detalle como sea posible, y eso incluye la posición de los muebles y las luces. Necesito conocer la seguridad. Cámaras. Guardias. Alarmas. Los códigos de las alarmas. Todo lo que me puedas dar.

Tansy apoyó la frente en la mano.

– Tenías razón.

En lo que concernía a ella él era el diablo, y realmente no la podía culpar. Rechazó con un gesto su reconocimiento.

– Oigamos qué tienen que decir antes de condenarlos. Tienes que tener mucho cuidado. Whitney es un monstruo.

Ella le echó otro rápido vistazo.

– Sé que es un monstruo y debe tener algo contra ellos. Lo que sea, tiene que ser grave para que ellos estén de acuerdo con algo que ese hombre haya hecho. He sido el insecto bajo su microscopio. ¿Qué vamos a hacer para impedir que mate a mis padres?

Al menos le había incluido.

– Vamos a recuperarlos. Haré un par de llamadas y conseguiré algo de ayuda. -Kadan no quería pensar demasiado sobre el modo en que su padre había dicho a Fredrickson, No tienes que hacerlo. Ella regresará, pero las palabras estaban grabadas en su mente y las ramificaciones eran espeluznantes.

Ella arrastró el aire dentro de sus pulmones.

– Los Caminantes Fantasmas. Vas a pedirles que nos ayuden. -Había miedo en su voz.

– Y vas a saber que no están involucrados. No seremos capaces de probarlo, pero examina cada pieza del juego, y cuando conozcas al equipo, sabrás si alguno de ellos encaja en alguna parte del juego, ¿de acuerdo? Tienes fuertes impresiones de la personalidad.

– Por supuesto que lo sabré. ¿Qué ocurre si uno de ellos está involucrado?

– Me lo señalas; sacaré un arma y lo ejecutaré.

Hubo otro corto silencio mientras ella examinaba su cara, buscando una señal de que estaba bromeando.

– Lo llevaremos a juicio -le corrigió.

– No va a haber un juicio para ningún Caminante Fantasma atrapado asesinando civiles. Hay una orden de ejecución. Cada Caminante Fantasma está con la soga al cuello, gracias a esos asesinos. Cuando sepa quiénes son, estoy autorizado a cazarlos y exterminarlos.

– ¿Y estás de acuerdo con eso?

Por un momento algo peligroso se arremolinó bajo la calma helada de su mirada.

– Esos hombres son soldados, más que soldados. Son súper armas, juraron proteger este país y a su gente. Están traicionando a cada soldado que les ha precedido, los soldados que ahora luchan, y a todo el que vendrá después. Tenemos un código. Ellos han roto este código. Y más que eso, Tansy, sabes exactamente a lo que nos enfrentamos mejor que nadie.

– Siempre es difícil enfrentarse a los psicópatas.

Él negó con la cabeza.

– Súper armas. Nunca olvides que esos hombres que perseguimos no son sólo soldados bien entrenados, lo cual dificulta enormemente nuestro trabajo. He tenido toda clase de entrenamientos posibles. Como esos hombres. Estoy realzado psíquicamente. Como ellos. Estoy realzado físicamente. Ellos también. Si alguien me persigue para matarme, tienen una oportunidad. Una. Tienen que cogerme por sorpresa; después de eso, los cazo y están muertos. Esos hombres son como yo. Una vez que sepan que vamos detrás de ellos, desaparecerán y nunca los encontraremos a menos que salgan a la superficie para tomar represalias.

Ella asintió lentamente.

– Desafortunadamente, tengo que estar de acuerdo con esa valoración después de tratar con el Potro. El hombre que posee esa pieza del juego definitivamente se cree superior y por encima de todas las leyes. El sentido de estar en su derecho es absoluto. Creo que vendría tras nosotros en un abrir y cerrar de ojos, y nunca se le pasaría por la cabeza que podría perder.

– Va a perder -dijo Kadan, ninguna inflexión patente en su voz.

Tampoco hubo inflexión en su mente cuando ella la tocó. Sólo determinación y una creencia de que él era mucho más inteligente que sus adversarios y que su código exigía que los hombres que cometieron los asesinatos pagaran por arrojar una sombra sobre sus compañeros Caminantes Fantasmas. Pagarían por traicionar a su país y el honor de cada soldado que los Caminantes Fantasmas representaban. Un escalofrío le recorrió la columna. Al igual que los asesinos, Kadan creía que era superior y mucho más inteligente. Más rápido. Más fuerte. Que con su entrenamiento podía llevar a cabo cualquier situación. Creía en sus compañeros de equipo y tenía un fuerte sentimiento patriótico del deber. Sobre todas las cosas, esos hombres habían traicionado a todos los soldados, a su país, y su código. La condena ya había sido aprobada. Para Kadan, eran muertos vivientes.

Kadan extendió la manó y capturó la de ella, tirando hasta que estuvo cerca. A un suspiro. El calor del cuerpo de ella encontrando y amplificando el calor del de él.

– Tansy, no me tengas miedo. Tienes acceso a mi mente…

Ella negó con la cabeza.

– No. Tengo acceso a lo que me dejas ver. Tú me ves completamente.

– Tienes acceso a todos los rincones que te pertenecen. No escondo cómo me haces sentir. Te quiero, no para una noche, sino para siempre.

– A causa de Whitney. Crees que tu atracción por mí es a causa de Whitney, y no estás contento con esto.

– Lo pensé -admitió sin sobresaltarse-, y estaba enojado por la manipulación. Pero Whitney sólo puede manipular la atracción física. No tiene poder sobre mis emociones. Y tú… -le enmarcó la cara con las manos-. No tengas ninguna duda de la emoción intensa y profunda que siento por ti, Whitney nunca podría haberlo soñado, ni mucho menos arreglárselas para producirla en mí. Por lo general no siento emoción. Ni siquiera sabía que era capaz de tan profundo sentimiento. Así que nunca te preocupe que mis sentimientos por ti sean fabricados. Nunca te podría lastimar, bajo ninguna circunstancia.

Los ojos de ella lo inspeccionaron, buscando algo, algún consuelo que fuera más allá de lo que le había dicho, de lo que veía en su mente.

– ¿Mis padres? -le preguntó en voz baja, incapaz de dejar de preocuparse. Kadan era implacable y un hombre sin misericordia. Ella sabía que ejecutaría a quien fuera, amigo o no, si eran culpables, y lo haría sin titubear.

Él se encogió de hombros.

– No estoy dispuesto a mentirte, Tansy. Espero que no sean culpables de nada aparte de la estupidez, pero si tratan de hacerte daño, si su intención es traicionarte y entregarte a Whitney, tendrán que pasar sobre mí para hacerlo.

El pulgar acarició los contornos de la estructura ósea de ella, trazando su mandíbula y los altos pómulos, bajando para flotar sobre los labios. Las yemas de sus dedos se sentían duras, sin embargo suave terciopelo, y ella no pudo contener el estremecimiento de necesidad o la inevitable excitación que iba de sus pechos hasta sus muslos. Él era cautivador, y el atractivo del toque de otro humano era ineludible, pero más que todo eso era la intensa sensualidad, la forma en que su mirada se volvía ardiente y se movía sobre ella con tal posesión, la forma en que un parpadeo de sus ojos parecía quitarle la ropa.

Él le tocaba la cabeza, le acariciaba el seno o le pasaba la mano por el muslo en los momentos más inesperados. En el helicóptero, antes, cuando habían sido recogidos, ella se había acurrucado con las rodillas juntas y la cabeza baja, haciéndose pequeña. Él se sentó a su lado, su forma grande protegiéndola de ojos curiosos, aunque parecía estar durmiendo. Entonces y ahora, lo había encontrado en su cabeza y él le estaba acariciando el interior del muslo. Acariciándole con las puntas de los dedos el pecho, inclinándose para besarle la garganta. Él podía derretirle el corazón sin grandes esfuerzos.

– Eres un hombre muy peligroso, Kadan.

– Pero no para ti. -Inclinó la cabeza y la besó-. Nunca para ti.

Ella levantó la ceja. No sonrió.

– Estás muy equivocado acerca de eso. -Porque le estaba robando su voluntad, sin darse cuenta o no. Suspiró. No podía detener la reacción física ante él, pero necesitaba empezar a pensar con el cerebro si iba a ayudar a sus padres-. ¿Cómo sabemos que tus amigos nos ayudarán?

– Ayudarán. No tenemos mucho tiempo. Haré las llamadas. Anota todo lo que puedas acerca de la seguridad y los planos de las plantas. Ryland y Nico son asombrosos infiltrándose en territorio hostil sin ser vistos. Esta será una buena oportunidad para que veas a los Caminantes Fantasmas en acción y veas a lo que nos enfrentamos de verdad.

– Voy a tomar una ducha. -Todavía estaba un poco dolorida por su batalla mental con las voces y mientras el agua caliente caía sobre ella y la limpiaba, esperaba practicar los ejercicios mentales que él le había dado para reforzar sus barreras.

– Echa un vistazo -invitó mientras se giraba hacia el teléfono.

Tansy lo hizo. Él había preparado una habitación de guerra. Imágenes de las víctimas asesinadas forraban las cuatro paredes. Cada crimen estaba documentado cuidadosamente con la cámara, las posiciones de los cuerpos, la escena misma, las salpicaduras de sangre, todo estaba allí. Cerró la puerta, negándose a dar un paso dentro de la pesadilla sin él para ayudar a escudarla. Como fuera, su estómago se rebeló y retrocedió apresuradamente por el vestíbulo al dormitorio principal, donde Kadan había tirado su mochila en la cama.

El agua caliente se sentía bien en su dolorido cuerpo. Se tomó tiempo lavándose el largo cabello. Habían pasado meses desde que había sentido agua caliente de verdad en su cuerpo. Bañarse en la piscina natural había sido un golpe para su sistema hasta que se había acostumbrado, pero había olvidado lo bien que se sentía el agua caliente. Era el éxtasis completo.

– He metido tu ropa en la lavadora -dijo Kadan, sosteniendo una toalla. No apartó los ojos, sino que bebió ante la vista de su cuerpo, notando cada marca que había puesto allí la noche anterior-. Sólo estaremos aquí unas pocas horas, así que me imaginé que lo mejor era hacerlo rápidamente.

Ella envolvió la toalla a su alrededor.

– Gracias, la he estado lavando en cubos.

Él le indicó con el dedo que se diera la vuelta. Tansy se giró dándole la espalda y él le deslizó otra toalla sobre la cabeza, frotándole la cabellera y la masa de largo cabello.

– Ryland Miller está casado con la hija de Whitney, Lily. -Ignoró como sus hombros se tensaron y siguió masajeándola-. Rye la tiene vigilada por otros Caminantes Fantasmas para que esté a salvo mientras él viene aquí para echarnos una mano. Acaban de tener un bebé.

– ¿Estás seguro…?

– Estoy seguro de él. Le conozco desde hace mucho, y recuerda, puedo leer las mentes. Él sabe que tengo telepatía, pero no la extensión de penetrar en las mentes. Nadie excepto tú sabe que puedo hacer eso.

– ¿Por qué confiarías en mí cualquiera de tus secretos?

Él descansó las manos en los hombros desnudos y luego le acarició el vulnerable cuello, los dedos fuertes, deslizándose por la piel suave.

– Todo lo que tengo para darte es la verdad de quién soy. Tienes que saber con qué estás tratando.

Ella giró la cabeza para mirarle sobre el hombro. Había temor en sus ojos. Excitación. Confusión. Necesidad.

– Kadan, he viendo aquí para ayudar a resolver estos asesinatos, no para entregarme a ti.

La mano se deslizó alrededor de su cuello hasta la garganta, la palma forzando la cabeza hacia atrás, inclinándola contra el pecho hasta que estuvo mirando su fría mirada.

– ¿De verdad? Porque eso no es lo que veo en tu mente.

– Mi mente está confundida. -Tansy trató de levantar la cabeza, pero él contrarrestó el movimiento, retrocediendo, forzando su peso contra él hasta que se desequilibró-. Kadan -dijo su nombre suavemente. Una súplica. Había un ruego en sus ojos. Otra vez brillando en color violeta.

– Encajamos. Tú no quieres estar sola y yo tampoco. Danos una oportunidad, Tansy. No soy fácil, pero soy leal, tuyo, completamente.

– Tengo miedo de ti. No de que me hagas daño, pero tu código es… diferente. Estoy asustada.

– ¿Crees que no lo sé? Seré suave contigo.

Él inclinó la cabeza, trazando un camino con besos por su cara, lamiendo su boca hasta que la abrió para él. Los labios se asentaron sobre los suyos. El corazón de ella revoloteó. Los músculos del estómago se le arremolinaron. Un calor líquido inundó su centro. Ella quería gritar debido a que él podía viajar tan fácilmente por su mente. No había sabido cuan fácilmente podía ser influenciada por la atracción física.

– ¿Kadan, es real? ¿Nos atrevemos a creer que es real? No quiero sentir cosas por ti, amarte y ver que todo desaparece. Finalmente encontré paz en mi vida. Podía vivir del modo en que estaba viviendo. Nunca sería capaz de regresar si me entrego a ti y pierdo.

Ella había estado en su mente, había visto cómo era él. Duro. Despiadado. Implacable. Un guerrero que, una vez enviado a una misión, nunca se detendría hasta que estuviera completada. Un hombre que la anhelaba del modo en que anhelaba la luz del sol y el aire. Quería consumirla. Y deseaba su cuerpo… estaba obsesionado con conocer cada centímetro de ella, con darle cada placer que podía imaginar y tomar el suyo propio. Había sido un hombre que nunca creyó que tendría su propia mujer, una mujer que compartiría más que su cuerpo. Pero ella podía tomar su mente, y podría ser suya. Le podría pertenecer a él enteramente, y ahora que lo sabía, se negaba a rechazar la única oportunidad que tenía.

– Whitney no puede manipular nuestras mentes. Tú me ves como soy y todavía me deseas. Yo te veo y estoy desesperado por ti. Él no está en ninguna parte de la ecuación.

Ella giró en sus brazos y descansó la cabeza contra su pecho. La forma en que él sentía sobre ella, tan completamente entrampado, era a la vez estimulante y aterradora. El hecho de poder tocarle, estar en sus brazos, hacer el amor con él y tener el placer agregado de sexo mental realzaba lo que ya era una química física explosiva, lo cual era tan atractivo que dudaba que pudiera resistirlo… pero la supervivencia demandaba que lo intentara. Si le amaba… si realmente le amaba… le dejaría entrar completamente, sería tan difícil vivir con el vínculo.

Pero lo valdría.

Ella sacudió la cabeza.

– ¿Cómo lo sabrías?

Él le agarró la barbilla con dos dedos y le levantó la cabeza arriba otra vez, tomando su boca con mucha más posesión esta vez, excitando y batiéndose en duelo con la lengua, enviando llamas diminutas lamiéndole la piel.

Cuándo él levantó la cabeza, los ojos de ella habían pasado del azul a ese hermoso color violeta que adoraba especialmente. La cara ruborizada, los pechos subiendo y cayendo, la respiración en pequeños jadeos irregulares acelerados y reveladores. Tansy dio un paso alejándose de él, frotándose la boca con el dorso de la mano, sacudiendo la cabeza. Él podía pasar de frío como el hielo a ardiente en segundos.

– ¿Cuándo vienen tus amigos?

– Tenemos unas pocas horas. Necesitaré la distribución y la seguridad tan pronto como sea posible para planear nuestra entrada. No estarán esperando resistencia. No saben de mí… todavía.

Su tono le hizo estremecer. Sus ojos no parecían parpadear nunca, fríos e hipnotizadores al mismo tiempo.

– Alguien envió un par de asesinos detrás de ti y te rastrearon hasta mi montaña, quizás lo saben -indicó ella.

Él se encogió de hombros.

– No tiene importancia. Sacaremos a tus padres.

Y él tenía la intención de tener una tranquila charla con el querido y viejo papá antes de que el hombre pudiera estar sólo con su hija otra vez.

– Quiero ver las piezas del juego. Toma una ducha y luego veremos si puedo averiguar algo que nos ayude antes de que tus amigos lleguen aquí.

Él le agarró por la muñeca mientras ella se giraba alejándose.

– Tansy. -Esperó hasta su mirada se encontró con la suya- Cuando este rescate esté en marcha, no interfieras con lo que sea que hagamos. Sigue las órdenes.

Ella le frunció el entrecejo.

– No sé lo que quieres decir.

– Quiere decir que, en una misión, nos organizamos del modo en que lo hacemos en una operación militar. Muy preciso. No puedo tener una bala perdida corriendo de aquí para allá. Estás de acuerdo en seguir órdenes o permaneces aquí y esperas.

Una rápida mueca de impaciencia cruzó la cara de Tansy.

– ¿Oh, de verdad? ¿Y cómo esperas lograr eso?

Él dejó caer la muñeca y empezó a desabrocharse la camisa.

– Encerrándote. No importa. Organizo una operación complicada y no voy a tenerte jodiéndola porque estés asustada por tus padres. Estarás en la planificación en cada paso del camino, pero una vez que estemos dentro, estamos sincronizados.

– Eres tan inesperadamente encantador, Kadan. ¿Crees que soy idiota?

Hizo una bola con la camisa en el puño y la tiró hacia al cesto de la ropa sucia que mantenía a un lado de la cómoda.

– No, creo que eres emocional. Hay una gran diferencia.

Ella abrió su mochila. Estaba vacía.

– ¿Has puesto toda mi ropa en la lavadora?

– Utiliza mi camisa. Es lo bastante larga para cubrirte.

Tansy trató de apartar los ojos mientras él se quitaba los vaqueros y los pateaba lejos. Bien, era imposible. Estaba bien dotado. Y había cicatrices. Muchas. Cuchillos. Pistolas. Marcas que no podía identificar.

– Quizá deberías aprender a agacharte.

El fantasma de una sonrisa le rozó la boca.

– Quizá lo haré. No es educado mirar fijamente.

Ella había estado mirando fijamente. Todavía estaba mirándolo fijamente. Y su dotación estaba creciendo más grande por momentos, lo que significaba que ella podía estar en apuros. Necesitaba tiempo para aclarar qué estaba haciendo realmente con él, porque él era demasiado abrumador y no podía pensar con claridad.

Resueltamente fue a su armario y sacó una camisa de largos faldones. Dejó caer la toalla, manteniendo la espalda hacia él y deslizó la camisa por los hombros. No hubo ningún sonido para avisarla y casi chilló cuando las manos de él le rodearon la espalda, empujándola contra él de forma que sólo se interponía el delgado algodón entre su rígido miembro y su trasero. Sus dedos le acariciaron los senos mientras le cerraba la camisa, abrochando un botón a la vez. Profundamente en su interior, la matriz se le apretó con pasión.

Kadan le apartó el pelo mojado a un lado y presionó un beso en el hueco del hombro, a un lado del cuello, y entonces los labios susurraron en su oído.

– Eres tan hermosa, Tansy, que me duele. -La mano resbaló hacia abajo por el contorno de la espalda para moldearle el culo-. Y tu piel es aún más suave de lo que parece.

– No me seduzcas. -Se recostó contra él, sintiéndose indefensa bajo el violento ataque de malvada lava fundida que le inundaba el cuerpo-. No ahora. Tengo que aclarar cosas.

Los labios le rozaron la oreja otra vez.

– No quiero que pienses demasiado. Te darás cuenta de que soy una pobre perspectiva como marido y correrás.

Sus palabras, o quizá fuera la boca, causó un temblor de conocimiento. Los pezones se le tensaron y sintió el líquido calor reuniéndose. Nunca había considerado tener un marido. Nunca había pensado que podría ser tocada… o que tocaría.

– Toma una ducha, Kadan. -Las palabras salieron estranguladas. No había manera de ocultar lo que le estaba haciendo.

Le pellizcó en el hombro, sintió el temblor que mecía su cuerpo. Deseaba que ella supiera que le pertenecía, que podía seducirla si escogía hacerlo. Los ojos de ella le dijeron que ya lo sabía. Satisfecho, depositó un beso en la comisura de su boca y suavemente la enderezó.

– Una ducha -estuvo de acuerdo-. No entres en la habitación de batalla sin mí.

– Realmente tengo un cerebro. -Le hizo una pequeña mueca-. Evidentemente no te lo he mostrado todavía, pero está allí.

Tansy encontró sin ayuda la cocina. Cada puerta tenía un extraño dispositivo a través de ella, y sospechó que el dispositivo era alguna clase de bomba. Delgados alambres corrían por las ventanas. Descolgó el teléfono y no escuchó señal de marcar. Él había hecho algo para evitar que llamara. Frunciendo el ceño, volvió al dormitorio, a su mochila. Su teléfono móvil debía haber estado dentro, pero se había ido también.

Anduvo a zancadas hasta el cuarto de baño.

– ¿Dónde está mi teléfono?

La puerta de la ducha era de vidrio transparente. Él se giró hacia ella, brindándole una vista frontal completa. Ni siquiera la ira detuvo la oleada de excitación ante ese espectáculo. Ella juró para sí, cerca de las lágrimas por cómo podía ser tan estúpida. Él la había hecho virtualmente una prisionera. Él la miró muy tranquilamente, su expresión remota, los ojos fríos y eso sólo añadía llamas al destello de genio y pánico aflorando. Las dos emociones estaban retorcidas tan apretadamente que ella no reconocía ninguna de ambas.

– Pensé que era mejor guardarlo por un rato, hasta que esté seguro de que no vas a perder el juicio.

Ella se quedó sin aliento. La puerta en su mente crujió. Los cuchicheos le llenaron la cabeza. Apenas registró la expresión cambiante de él mientras se movía bruscamente y retrocedía a la puerta.

– ¡Tansy! -Kadan abrió la puerta de la ducha de golpe y alcanzó una toalla mientras corría tras ella, el agua volando por todo el suelo, los pies desnudos golpeando mientras corría por la casa hacia la habitación delantera. ¡Para! No puedes moverte. Dirigió cada palabra como un clavo a su mente, el temor le anudaba los músculos del vientre y su voz era irreconocible.

Tansy se paró justo delante de él, una mano extendida hacia la puerta, su cuerpo congelado en el lugar. Él cruzó la distancia en un solo salto, brincando sobre los muebles y su cabeza, para aterrizar sólidamente entre ella y la puerta. La arrastró a sus brazos, sobre las puntas de los pies, sosteniendo su cuerpo contra el pecho, el aliento saliendo en jadeos desiguales.

– Maldita sea, Tansy. Podrías haber muerto, joder. ¿Qué demonios está mal contigo? ¿Por qué harías eso?

Los pulmones le ardían por falta de aire y respiró hondo para estabilizarse. Se lo estaba haciendo otra vez. En apenas dos segundos ella podía destruir el control que se había pasado toda su vida construyendo. Se hundió en el sofá y le agarró la barbilla con la mano, forzándola a encontrar el hielo en sus ojos.

– Si haces algo tan estúpido otra vez, juro que te daré la paliza de tu vida.

Incluso mientras las duras palabras salían de la boca de Kadan, estaba haciendo llover besos sobre su cara, por las mejillas, siguiendo el sendero de las lágrimas, y todo el tiempo la mecía suavemente de adelante a atrás.

– Lo siento, Tansy. Mi elección de palabras fue pobre. No creo que vayas a perder el juicio otra vez y sé que es eso lo que estás pensado. No te engañé para que vinieras. No te seduje para que vinieras conmigo. Habría permitido que te fueras.

– No puedo volver a ese lugar.

Apenas podía sacar las palabras. El miedo de la puerta en su mente astillándose, permitiendo a los asesinos escapar, la aterrorizaba. Por un momento había pensado que él le había mentido acerca de los ejercicios, sobre su capacidad para ayudarla a superar la resolución de los asesinatos. Si él creía que su mente se fracturaría otra vez, ella no tenía esperanza.

Él sentía su terror, oyó el aumento en el sonido de los cuchicheos. Ella era tan frágil, y él la había traído a este lío, y ahora sus padres corrían peligro también.

– Escúchame, cariño. Si no puedes manejar la investigación, no lo harás. Eso es todo. Te apartaremos inmediatamente antes de que algo vaya demasiado lejos. Estaré contigo en cada paso del camino, amortiguando tu mente. Si trabajas con los ejercicios, también ayudarán a reforzar tus barreras. Que sepas esto absolutamente. Antes de a algo o alguien más, te protegeré. Míreme, Tansy. -Obligó a su mirada a encontrarse con la suya-. Comprende que te estoy diciendo la verdad. Lo más importante en tu vida, desde ahora hasta el fin, es que siempre puedes contar conmigo.

Ella buscó su cara. Él supo que lo que veía no podía ser alentador. No era un hombre atractivo bajo ningún concepto. Varias cicatrices se añadían a la amenazadora apariencia. Su mandíbula era fuerte, la boca dura. Había aprendido hacía mucho tiempo a mantener la cara sin expresión, y los ojos eran tan fríos como el agua helada que corría por sus venas. En general, sentía poco o nada, hasta que llegó Tansy. No podía explicárselo a ella, porque no lo comprendía completamente él mismo. Bajo el hielo parecía haber un volcán que sólo erupcionaba alrededor de ella.

– No me controles, Kadan. No quiero ser controlada.

Los ojos de él destellaron con algo crudo que hizo que el estómago de Tansy diera un tirón. Se estiró para trazar su boca. Había siempre un borde cruel ahí, como si él fuera capaz de cosas terribles, mas un pequeño movimiento, solo un leve giro y podía parecer increíblemente sensual. La mirada en sus ojos tenía una oscura lujuria que se intensificaba cuando la sostenía como ahora. Sus brazos se sentían como acero, su cuerpo protector y posesivo. Ella se volvió suave, fundiéndose contra él, en él. Se perdió en su dura fuerza.

La mano de Kadan se deslizó sobre la curva de su desnuda cadera, esos dedos increíbles, duros aunque suaves como terciopelo, rozando la piel eróticamente. La cabeza se hundió para encontrar la oreja otra vez.

– Creo que me estás mintiendo. Siento tu necesidad golpeándome, Tansy. Quieres el modo en que te controlo.

– Se suponía que no ibas a seducirme.

Kadan inclinó la cabeza hacia su cuello, pellizcando con los dientes, primero el hueco del hombro y luego el lóbulo de la oreja.

– Mira en tu mente, Tansy. Tú me sedujiste, no al revés. ¿Cómo podría siquiera resistirte?

Ella cerró los ojos, sabiendo que tenía razón, sabiendo que ella lo estaba tentando, acariciando su mente con la suya, aumentando sus necesidades porque ella quería tan desesperadamente ser sostenida. Pertenecer a algún lugar, a alguien.

Los dientes de él mordieron hacia abajo, destellando dolor por su cuerpo, entonces su lengua se arremolinó, llevándose la punzada.

– No a alguien, Tansy. A mí. Me perteneces

Los ojos de ella encontraron los de él y el estómago se le retorció.

– Dilo.

Ella quería resistirse a él, pero no podía resistir sus propias necesidades.

– Te pertenezco.

Los dedos se movieron con cuidado por el interior del muslo, excitando su suave y húmedo montículo.

– Ábrete la camisa.

Los dedos continuaron su viaje, deslizándose en ella, curvándose y excitando, acariciando y rodeando su sensible brote.

De nuevo quiso resistir, solo por consideración a su orgullo. No se fiaba enteramente de él. Era demasiado frío, demasiado capaz de apagar las emociones, y no estaba enteramente segura de que pudiera confiar en que sería todas las cosas que le decía. Su hambre por ella era absoluta, pero había una necesidad en él que le conducía a la posesión completa. Ella no comprendía lo que quería de ella. La confundía. Se confundía ella misma, anhelándole desesperadamente, queriendo escapar del modo en que la hipnotizaba.

Los dedos se pararon. La matriz tuvo un espasmo. La desesperación ganó. Se desabrochó lentamente la camisa, revelando la hinchazón de los senos y la estrecha caja torácica, el vientre liso y por último los rizos en la unión de las piernas. Cuándo la camisa estuvo completamente abierta, los dedos se curvaron lentamente otra vez dentro de ella y comenzaron a acariciar nuevamente, empujando profundamente.

Загрузка...