Capítulo 16

– ¿Qué va mal? -preguntó Tansy mientras Ryland, Gator, y Nico entraban en la casa.

El sol se había puesto, dejando sombras sobre las ventanas. Había tenido que dormir durante todo el día, esperando que el dolor de cabeza la abandonara. Sin la luz deslumbrante, sus ojos se sentían mejor y comenzaba a sentirse viva otra vez.

Los tres hombres respingaron colectivamente ante su pregunta y luego intercambiaron una larga mirada unos con otros.

Para hombres que eran normalmente inescrutables, Kadan encontró sorprendentemente fácil reconocer un problema en el momento en que vio las caras de los tres Caminantes Fantasmas. Parecían serios, enojados y muy disgustados de que Tansy estuviera en la habitación con él. No había nada malo con el radar de Tansy. Recogió la señal casi en el mismo momento que él.

Kadan. A ella no le gustará oír lo que tenemos que decir. Su padre está implicado, advirtió Ryland. Ella está en peligro inmediato.

Kadan sintió el golpe en su estómago, pero permaneció impasible. Peligro inmediato. ¿Cómo?

– ¡No! -dijo Tansy bruscamente-. Si crees que puedes excluirme de esto ahora, Kadan, te juro que saldré de esta casa. Merezco algo mejor que eso.

– Pensaba que te estaba escudando -dijo Ryland un poco tímidamente-. Lo siento, Tansy.

– La estoy escudando. Es muy sensible a las vibraciones. -Kadan se estiró y sujetó las muñecas de Tansy empujándola bajo su hombro para poder rodearle la cintura con un brazo. No me amenaces de ese modo. Intenta salir y verás qué sucede. No le importaba nada si los tres Caminantes Fantasmas sabían que estaba hablando telepáticamente. Su amenaza le había sacudido más de lo quería admitir. En lugar de hielo, de repente tenía un caldero de fuego rugiente en el vientre.

– Queríamos protegerte, chere -añadió Gator con su denso y arrastrado acento cajun.

Tansy empujó en la pared del pecho de Kadan, sin ni siquiera desequilibrarlo. Eso hizo que su genio subiera otro grado.

– Me estoy poniendo en peligro también. Si tienes algo que decir, solo dímelo. No me rompo tan fácilmente, y no necesito ser envuelta en algodón como una muñeca.

– Cálmate, Tansy -dijo Kadan sin mirarla. No podía mirarla. ¿Ella pensaba que iba a salir de la casa? ¿Qué demonios significaba eso? Su apretón en la cintura de ella se tensó-. ¿Necesitas café, Ryland?

– No estoy seguro de que tengamos tiempo para café. ¿Cómo de bien protegido está este lugar? ¿Tienes una ruta de escape?

– Por supuesto. Podemos defenderlo bastante fácilmente, por eso lo escogí. Tenemos una ruta al techo y otra bajo el suelo si lo necesitamos. Si los bastardos quieren venir a por nosotros, conseguirán más de lo que esperan.

Gator y Nico ya se movían hacia las ventanas, verificando alarmas y cerrando las cortinas. Gator apagó las luces y fue a la siguiente habitación para hacer lo mismo allí.

– ¿Quién está tras nosotros? -preguntó Kadan.

– Nuestro amigo en Washington.

– ¿El mismo que envió al primer equipo tras Tansy?

Ryland asintió.

– Saben dónde está.

Kadan sintió que el aliento salía de golpe del cuerpo de Tansy, pero ella permaneció quieta, esperando la explicación de Ryland.

– ¿Aquí? ¿Saben que está aquí? ¿Cómo? -La atrajo más cerca, el brazo era una banda de hierro de protección.

– He pasado algún tiempo con el periodista que abrió la historia de los asesinatos y cómo podrían estar conectados. -Ryland no entró en cómo había pasado el tiempo con el periodista, pero Kadan conocía a su amigo y su paciencia cuando perseguía información-. También fue uno de los que escribió acerca del paradero de Tansy en la Sierra. Parece que le pasó el chivatazo una amiga, la secretaria de la mujer del senador Freeman, Violet.

– Violet Freeman. Sigue apareciendo. Pensaba que tendría bastante que hacer con su marido en cuidados intensivos. -Kadan sacudió la cabeza-. Deberíamos haberle disparado cuanto tuvimos la oportunidad.

– ¿Estáis hablando de Violet Smithe-Freeman? ¿Qué tiene ella que ver con esto? Ella y el senador son buenos amigos de mis padres. He estado en su casa montones de veces -dijo Tansy-. Su marido fue candidato a la presidencia y alguien le disparó en la cabeza, dejándole en cuidados intensivos. Es una tragedia terrible.

– Sí, una verdadera tragedia -dijo Kadan-. Todos rezamos unas oraciones por él.

Tansy frunció el entrecejo.

– Era un amigo.

– Era una babosa. Vendió a su país, Tansy. Envió un equipo de Caminantes Fantasmas al Congo, donde un cabecilla rebelde especialmente despiadado esperaba para tenderles una emboscada. La tortura que un par de ellos aguantaron fue inmensurable. Luego viajó a las instalaciones de cría de Whitney con Violet, sí, ella no sólo sabe de Whitney, es una de sus chicas realzadas, y permite que su trabajo continúe para que ella y su marido puedan entrar en la Casa Blanca. Le dispararon en el complejo de Whitney, no como los periódicos informaron.

Tansy se dejó caer en el sofá.

– ¿Estás seguro? Han estado en mi casa. Violet y mi madre van de compras juntas. Juegan a cartas. Ellas… -las palabras se desvanecieron y alzó la mirada hacia Ryland-. ¿Qué más? Solo dímelo.

Kadan se paró detrás del sofá, dejando caer las manos sobre sus hombros, los dedos le aliviaban la tensión. Se dolía por ella. Su mundo se estaba volviendo del revés.

– Whitney puso un dispositivo rastreador en todas las chicas. Lo implanta quirúrgicamente en sus caderas.

Tansy jadeó y miró arriba y atrás a Kadan, los ojos centrándose en los suyos.

Está bien, cariño. Trataremos con ello. Quería sostenerla, mecerla, llevarla a otra parte donde toda la fealdad estuviera fuera de su vida. Desafortunadamente, esto era su vida y siempre lo sería. No tenía elección. Estaba realzado y también Tansy. No podía cambiar eso.

– Tu padre aparentemente encontró el dispositivo rastreador cuando tenías unos quince o dieciséis y lo quitó. Se lo dijo a Violet. Según la secretaria…

– ¿Has hablado con la secretaria? -preguntó Tansy.

Ryland se encogió de hombros.

– Tuvimos una pequeña reunión. Parece que disfruta conociendo secretos, así que a menudo escucha las conversaciones de Violet con sus huéspedes. Alega que Violet inició el tema de rastrear a niños con tu padre.

– Asume un riesgo inmenso espiando a Violet -dijo Kadan-. Violet no vacilaría en matarla.

Ryland asintió.

– Le sugerí a la señora Harris que consiguiera un trabajo diferente inmediatamente y destruyera cualquier cinta que pudiera tener. Si escucha o no depende de ella. Meadows sabe que Violet fue uno de los experimentos de Whitney. Mi suposición es que ella se lo confió para ganar su confianza.

– Y entonces cuando Whitney perdió su dispositivo rastreador, envió a Violet a averiguar por qué -adivinó Kadan-. Es como él. Ella está jugando con ambos lados.

Ryland asintió, evitando mirar a Tansy.

– Y Meadows colocó uno propio cuando quitó el de Whitney.

– ¿En mí? -Tansy saltó del sofá y caminó a través de la habitación, girando para encarar a Ryland, los dedos cerrados en dos puños apretados-. ¿Mi padre plantó un dispositivo rastreador en mí? ¿Pueden utilizar realmente un GPS para encontrarme?

Ryland asintió.

– Lo siento, pero sí, eso es lo que él le contó a Violet. Aparentemente tuvieron una larga conversación acerca de cómo todos los padres deberían ponéroslo al nacer, y ella estaba interesada porque el senador quizás quisiera plantear de nuevo la idea. Los niños secuestrados podrían ser encontrados fácilmente. La conversación fue toda acerca de para qué podían ser utilizados los dispositivos rastreadores, lo buenos que podían ser. También algo de la técnica de cómo funcionan. Violet supo cómo encontrarte. -Ryland miró a Kadan-. Pasé algún tiempo con la señora Harris, y resultó que Violet quiso que la información sobre los asesinatos y Tansy le fuera dada al periodista. Violet hizo que su secretaria filtrara la información.

La mano de Tansy estaba inmóvil sobre su boca, los ojos muy abiertos.

– ¿Y la secretaria simplemente te dio todo eso a causa del buen corazón generoso que tiene?

– La persuadí de que si quería vivir unos pocos minutos más, sería mejor que me contara la verdad -dijo Ryland sin acobardarse ante su mirada fija.

Tansy miró a la cara impasible de Kadan.

– Jugáis en serio, ¿verdad?

– Sí, señora -contestó Ryland-. Hemos tratado con estas personas durante mucho tiempo. Nuestros amigos acabaron muertos o torturados. A veces ambas cosas. Violet intercambió tu localización, y básicamente tu vida, por algo grande que desea. Qué es, no lo sé, pero el periodista oyó un rumor de que el senador Freeman iba a someterse alguna clase de nueva y experimental intervención de cerebro. Si eso es verdad, adivino que tu vida es el precio que alguien estaba pidiendo para que el senador sea un candidato a la cirugía.

– Así que van a venir aquí y me matarán. -Tragó con fuerza-. Y a todos vosotros.

– Pienso que ese era el plan -estuvo de acuerdo Ryland-. Pero tenemos unos pocos planes propios.

– Genial. -Tansy se pasó una mano por el pelo y miró a Kadan-. ¿Podemos deshacernos del dispositivo rastreador?

– Sí, finalmente. Por ahora, lo mejor que podemos hacer es interferirlo. No quiero abrirte para quitarlo. Necesitamos a un doctor para eso.

– No, no lo necesitamos. No si está en la cadera donde estaba el primero. Recuerdo tener puntos en la cadera. Papá me dijo que me caí y me golpeé la cabeza y sufrí una laceración en la cadera pero… -Se detuvo bruscamente y apartó la cara lejos de ellos-. Haré té. ¿Alguien quiere una taza?

Kadan llenó su mente con él, envolviéndose alrededor. Quería empujarla a sus brazos, pero ella mantuvo espacio entre ellos. Lo único que tenía era su mente y la utilizó, empujándose dentro de ella donde estaba llorando en silencio, donde el dolor de la traición de su padre cortaba como un cuchillo. Aún cuando ansiaba que le mirara, ella mantuvo la cabeza baja, los brazos cruzados sobre los senos en un gesto protector. Él odiaba esa separación. Y odiaba más que su reacción pasara desde ella y el dolor que su padre le había causado, a él y a su propia necesidad de estar completamente con ella.

La miró salir y sintió que se llevaba todo el calor de la habitación con ella. Se encontró con los ojos de Ryland.

– Nunca he querido machacar a nadie en mi vida del modo en que quiero destrozar a su padre -admitió.

– Tío -Ryland colocó la pesada bolsa que había llevado en el sofá y abrió la cremallera-. Siento haber tenido que contárselo. Y él se jactó de ello, se jactó de que la podría encontrar en cualquier lugar del mundo. Puede no haberse dado cuenta de que puso a los asesinos tras su rastro, pero lo hizo. Los dirigió directos a ella.

– Ella lo soportará -dijo Kadan.

– Sí, pero no debería -dijo Ryland, sacando armas fuera de la bolsa-. He traído unos pocos suministros. Pensé que podrían venir bien. Y tengo transporte esperando solo en caso de que lo necesitemos.

– ¿No es la mujer de Gator realmente buena con los ordenadores?

– Puede piratear cualquier cosa -confirmó Ryland.

– Voy a necesitar que trabaje en unas cuantas para mí. Con su ayuda, creo que puedo encontrar y eliminar a los asesinos del equipo de la Costa Este, pero no hasta que Tansy manipule las piezas del juego del otro equipo y me dé lo bastante para encontrarlos. Los habré eliminado tan rápido que ninguno tendrá tiempo de desaparecer.

– ¿Tansy puede hacer eso? Parece un poco agotada.

Kadan sacudió la cabeza.

– Casi la perdí con la última. Tendremos que tener cuidado. Pero no puedo eliminar a nadie sin que los otros pasen a la clandestinidad. Tengo que saber quiénes son.

– Puedo preguntarle a Lily si hay más rastreadores, pero no he oído nada, no legales de todos modos. -Ryland empezó a sacar armas y munición de la bolsa y a esparcir el alijo a través del sofá- ¿Entonces cuantos objetos más tiene que manipular ella antes de que podamos ir tras ellos?

– Cuatro.

– Eso quema. -Agregó granadas y minas claymore [12] a la mezcla-. Mejor que guardes cualquier evidencia que tengas y te prepares para moverte rápidamente. Aseguramos otra casa, y la montamos parcialmente. Podemos utilizar ésta como cebo, pero dudo que estén muy lejos de nosotros. Han tenido la información desde hace tiempo. Estarán intentando averiguar quién está con ella.

Gator y Nico entraron y sacaron las claymores.

– Nos ocuparemos del montaje de fuera -Gator arrastró las palabras.

– No mates a los perros del vecindario -advirtió Kadan.

Gator lo dirigió una sonrisa.

– Oye, tío, no deberían estar en mi propiedad. ¿Dónde está esa guapa mujer tuya? No la dejes apartarse mucho de tu vista.

Kadan le envió a su amigo una helada mirada que no consiguió borrar la sonrisa de la cara de Gator. El cajún solo se encogió de hombros, se colgó el arma del hombro y siguió a Nico fuera con un puñado de claymores.

– ¿Deja alguna vez de sonreír? -preguntó Kadan.

– No en todo el tiempo que lo he conocido. -Ryland metió un cargador en la automática-. ¿Esta mujer es la única?

– La única.

– Entonces nos aseguraremos de que esté a salvo -dijo Ryland.

Un ruido amortiguado, como algo golpeando contra el suelo vino de la cocina. Kadan se dio la vuelta, inhalando bruscamente, y captó el olor cobrizo de la sangre. Corrió, utilizando su velocidad realzada, el corazón en la garganta.

¡No! ¡Maldita sea, no! Supo lo qué Tansy estaba haciendo. Debería haberlo sabido desde el momento en que vio su cara cuando se lo contaron.

Se paró en la entrada de la cocina, el corazón casi parándosele. Se detuvo durante un segundo mirando fijamente casi sin comprender la sangre que empapaba el mosaico de la cocina y el cuchillo en la mano de Tansy. Se movió con velocidad realzada, le agarró de la muñeca, retorciéndosela con fuerza para quitarle el arma y tirarla a través de la habitación con tanta fuerza que hizo una muesca en la pared donde golpeó, antes de caer con estrépito al suelo.

– ¿En qué demonios estabas pensando? -Apretando las manos con fuerza en la herida profunda de la cadera, alzó la voz-. Ryland. Trae el equipo médico de emergencia ahora.

– Lo quiero fuera de mí.

– Cállate. -Los penetrantes ojos de Kadan la miraron afiladamente mientras presionaba la herida-. No hables ni te muevas. ¡Maldita sea! Solo maldita sea. Ryland. Joder, entra aquí.

Ryland vino corriendo con el botiquín en la mano. Se tiró al suelo al lado de Kadan, ignorando la sangre que empapaba sus vaqueros.

– Bien -Ryland respiró-. Bien -repitió, esperando que el corazón comenzara a latir otra vez-. Tenemos a Nico. Él puede tratar con esta mierda. Es bueno, Kadan. Le he llamado.

– Necesito más presión. Está perdiendo demasiada sangre. -Kadan trató de aislarse, de encontrar esa calma que siempre estaba en su centro, pero sólo había miedo. Nunca había estado tan sacudido por el temor. No había suficiente aire en la habitación para respirar.

Nico y Gator entraron corriendo, y Nico se abrió camino entre Kadan y Ryland, indicando a Kadan que le dejara ver el daño.

Kadan agarró la cara de Tansy con las manos empapadas de sangre.

– Te juro que estoy a dos dedos de darte la azotaina de tu vida por esto. Maldita seas por esto, Tansy.

– No estás ayudando -dijo Nico-. Retrocede y dame algo de espacio. Necesito agua caliente y algunas toallas rápidamente. Ryland, pásame el yodo.

Sin una palabra, Kadan se situó junto a la cabeza de Tansy, para que la apoyara en su regazo. Trató de mantener la mente en blanco por una vez en su vida, permitiendo que sus compañeros de equipo hicieran el trabajo.

– Normalmente cuando utilizo la energía para curar, Dhalia está conmigo para enfocar los cristales. De algún modo ella puede conseguir que lo que está dentro de mí fluya con mucha más facilidad. -Mientras hablaba, Nico vertió el antiséptico en la herida.

Tansy gritó y casi saltó del regazo de Kadan. Era fuego líquido vertido a través de su carne. Kadan la sujetó y ella se agarró a sus brazos.

– Haz que me lo quiten.

Él juró salvajemente. Kadan, el hombre de hielo, estaba a punto de estallar como una explosión nuclear.

– ¿Puedes hacerlo y aún así detener el sangrado? ¿Puedes sacárselo?

Nico murmuró para sí mismo, pero enjuagó la herida y escudriñó el profundo corte.

– Puedo ver el borde. Está cerca del hueso, Kadan. Quizá. Dame el bisturí pequeño del botiquín, Rye. -Sostuvo la mano extendida esperando el instrumento mientras miraba a Tansy-. ¿Puedes soportar el dolor?

– Lo que sea para que lo saques -dijo Tansy. Alzó la mirada hacia Kadan, con lágrimas en sus ojos. Sé que estás enojado conmigo.

Maldita sea, permanece quieta en este momento. Tenía el pecho tan apretado que quemaba. No la podía perder. El trueno rugía en sus oídos. El fuego ardía en su vientre. Sus tripas estaban anudadas tensas, duras y peligrosas… oh tan peligrosas. Su mente estaba realmente entumecida, en blanco, menos la protesta, la letanía. No te la lleves. No puedes llevártela. Cualquier cosa que hagas, no te la lleves. Ni siquiera sabía a quién estaba implorando, pero había demasiada sangre.

Tansy quería que él comprendiera cuán desesperada se sentía. Los asesinos llenaban su cabeza, las víctimas compartían el espacio. No había manera de decírselo, no ahora cuando estaba tan enojado con ella. Casi deseaba su fría máscara. Daba miedo, un hombre peligroso al borde de la cordura. Debería haberlo pensado antes de haber decidido quitarse el dispositivo rastreador ella misma. ¿Cuán profundo podría estar?

Su mano había resbalado. Había habido más sangre, el golpe de dolor; la mano solo resbaló. No pudo soportar el pensamiento de algo más extraño en su cuerpo. Y no podía soportar la idea de que podría causar la muerte de Kadan o de cualquiera de sus amigos.

Kadan la agarró por los hombros con fuerza y Gator empujó una toalla en su boca, mientras Nico tomaba la punta de la hoja y cortaba más profundo alrededor del pequeño rastreador. Ella oyó su chillido amortiguado, su cuerpo se arqueó por el tormento pero luchó contra la reacción, deseando que Nico tuviera éxito.

Kadan tragó bilis y se agachó sobre ella. Estarás bien, cariño. Lo está sacando. Solo respira así. Casi está.

Todo el tiempo mientras Kadan la calmaba tenía la mirada moviéndose de aquí para allá entre la cara de Tansy y Nico. Ryland puso pinzas en la mano de Nico, y Nico insertó con cuidado las puntas en la herida. El sudor punteaba la frente de Tansy; había líneas blancas alrededor de la boca. Sus párpados revolotearon y sus ojos se volvieron opacos.

Kadan quería que se desmayara. El desmayo sería bueno para ambos. Deseaba que se dejara ir, y por suerte, lo hizo, desplomándose en sus brazos, haciéndoselo mucho más fácil a Nico.

– Lo tengo. -Triunfantemente, Nico sostuvo el pequeño chip. Se lo entregó a Gator y se volvió al profundo corte a lo largo de la cadera y muslo de Tansy-. Necesitaré coser esto. ¿Sabemos su grupo sanguíneo?

Kadan asintió.

– Estaba en su archivo. Tiene el mismo tipo que yo.

– Eso no es una sorpresa -dijo Ryland-. Lily encontró documentación según la cual Whitney ha estado intentando hacerlo universal para que todos podamos donarnos los unos a los otros. Al emparejarnos, intentó asegurarse. Recuerda, se supone que todos nosotros somos el arma final en situaciones de combate, así que significa que tenemos que ser capaces de curarnos unos a otros.

– Sí, bien, si no puedo utilizar mi habilidad con ella, estará fuera de servicio un rato. Podríamos necesitar llevarla a un hospital.

– Hazlo entonces -dijo Kadan, el hielo arrastrándose por su voz-, porque protegerla en un lugar público sería casi imposible.

Nico no contestó. Simplemente empezó el trabajo complejo y difícil de reparar meticulosamente el daño que Tansy se había hecho en la pierna.

– ¿La movemos? Vamos a tener compañía y probablemente necesita una transfusión -dijo Ryland-. Es cosa tuya, Kadan.

– Luchamos aquí. Ponle fluidos y mira si podemos retrasar la transfusión hasta que nos movamos. Si tenemos suerte, quizá no necesite una. -Kadan deseaba una batalla… incluso necesitaba una. Sentía la familiar calma asentándose sobre él. El guerrero era más fuerte que el amante, más reconocible. El personaje encajaba en él-. Tengo las rutas de escape preparadas. Si tienes que subir, hay una escala de cuerda así como un cable para descender al techo de la zona del oeste. No quiero dejarlos llegar tan lejos.

– ¡Estaré fuera entonces! -dijo Nico-. Cuando acabe aquí, me encontraré un sitio.

– Enviarán un equipo -advirtió Kadan-. Eliminé a dos de ellos en las montañas. No van a estar contentos por ello.

– Me estoy sintiendo un poco malvado ahora -dijo Nico mientras daba otro punto.

Gator asintió, y la sonrisa no sólo se desvaneció de los ojos, sino que la boca se volvió apretada y cruel.

– Me estoy sintiendo malditamente cansado de que nuestras mujeres tengan que sufrir.

Kadan miró a Ryland, que se encogió de hombros.

– He estado buscando un poco de acción desde que averigüé que Freeman estaba implicado. Es una traidora del peor tipo, atacando a sus hermanas por su propia causa. Podría utilizar un poco de tiempo de combate.

– Le pondré una IV [13] en el dormitorio -instruyó Nico-. Trataré de curarla. No te preocupes, hermano, la pondremos bien.

– No puedo hacer lo qué hace Dhalia -dijo Kadan-, pero soy bastante bueno enfocando energía. Puedo hacer un intento para ayudarte.

Nico asintió y siguió trabajando. Ryland agregó más luz mientras Gator encontraba una fregona y un cubo para tratar de limpiar el lío.

– ¿Qué vamos a hacer con su ropa? -preguntó Ryland.

Kadan suspiró.

– Va a quedarse sin nada a este paso. Cortaré sus vaqueros. Están arruinados de todos modos. Tendrá que estar preparada para irse una vez eliminemos al equipo. La tendré lista, no te preocupes.

Nico se dejó caer sobre los talones y se enjuagó la cara, manchándosela con la sangre de Tansy.

– Prepárala entonces. ¿Estás listo para lo demás?

– No. Rye, tendrás que recoger la habitación de guerra. No toques nada con tu piel. Usa guantes, dobles si puedes. Necesitaré todo fuera de allí, y se especialmente cuidadoso con las piezas de juego sobre la mesa. Ella las utiliza para rastrear a los asesinos.

Kadan levantó a Tansy en sus brazos. Ella se estremeció y murmuró una protesta, tratando instintivamente de apartarse.

– ¿Tienes analgésicos en esa bolsa?

– Sí. De prisa, Kadan. Te necesitaremos para esto. Entrarán cuando piensen que os hayáis acostado. -Lanzó un vistazo a su reloj-. Probablemente sólo hemos conseguido una hora antes de que vengan tras nosotros. -Tiró una toalla en la cama mientras Kadan sacaba un cuchillo de la bota-. Traeré el equipo, pero si ella acaba por necesitar una transfusión podríamos estar en problemas.

Kadan apreció que Ryland le diera unos pocos minutos de intimidad para quitar la ropa manchada de sangre del cuerpo de Tansy. La limpió lo mejor que pudo y la envolvió en una de sus camisas, pero no le puso el pantalón del chándal que había encontrado en la mochila de ella hasta que Nico hiciera un intento de curación. La estaba cubriendo cuando Ryland volvió con el equipo de IV.

Trabajaron rápidamente, pasando los goteros mientras Nico se arrodillaba al lado de la cama. Desenvolvió un cristal de una tela suave que tenía en el bolsillo.

– Esta es una amatista para concentrarse, Kadan. Tienes que dirigirlo a través de esto. Usaré el cuarzo rosa para curar.

Desenvolvió la segunda pieza.

– Colocaré mis manos sobre la herida y tú reunirás la energía utilizando la amatista. Trata de empujarla hacia a ti y luego enfócala sobre mis manos. Nunca he hecho esto sin Dahlia.

– Puedo hacerlo -dijo Kadan. Tenía que hacerlo. No tenía elección-. La energía se arremolina en torno a mí, y generalmente puedo enfocarla, dirigirla e incluso doblegarla a mi voluntad. Dame la imagen de lo que Dahlia hace y podré captarla de tu cabeza.

Nico extendió las manos sobre la cadera desnuda de Tansy, directamente sobre la larga cuchillada. Deseaba el interior de la herida rota para curar, para que el desgarro se reparara a sí mismo. Sus manos se sentían frías, como siempre cuando comenzaba. Utilizó un canto Lakota de sanación que su abuelo le había enseñado años antes, el ritmo constante ayudaba a bloquear todo a su alrededor excepto la tarea entre manos.

Kadan alcanzó la onda exacta del cerebro de Nico, encontró dónde podía unirse y se deslizó respetuosamente. Vio la imagen de la mujer de Nico, Dahlia, con los dos cristales en las manos, y él los sujetó, cerrando los dedos alrededor de ellos. El aire alrededor de él se cargó instantáneamente, crujiendo con electricidad mientras la energía se precipitaba a través de él, llenándole, de manera que su temperatura central subió y, con ella, el calor invadió la habitación. Los cristales en las manos resplandecieron calientes, sintió una sacudida y luego el hormigueo de una corriente eléctrica. Colocó las manos sobre Nico, las palmas hacia abajo, los cristales entre ellos.

La corriente golpeó a Nico con fuerza, estrellándose contra su cuerpo con mucha más fuerza que cuando Dhalia la conducía. El látigo de electricidad crepitó por él, candente, casi aterrador en su fuerza, y luego saltó de vuelta a Kadan. Chispas diminutas llovieron alrededor de ellos.

– Contenlo -siseó Nico entre los dientes apretados-. Demasiado poder.

– Lo estoy intentando. -El calor que salía de los cristales quemaba contra sus ásperas palmas. Odiaba pensar lo que haría a las manos de Dahlia.

Kadan hizo una inspiración y forzó a su mente a permanecer conectada con Nico. Oyó el latido del corazón del hombre, el flujo de sangre por sus venas. Le tomó un momento darse cuenta de que no era el corazón de Nico lo que estaba escuchando, sino el de Tansy. Hizo otra inspiración y llamó a la energía a él otra vez. Se hinchó en respuesta, una quemadura caliente lo atravesó, cobrando fuerzas una vez más, hasta que hirvió y borbotó en una masa violenta mientras él enfocaba y apuntaba a través de los cristales. Imitando las imágenes de Dahlia en la mente de Nico, Kadan presionó el cristal de amatista en la mano de Nico.

Hubo un momento, un aliento entre el tiempo. Kadan vio prismas de luz estallando bajo la mano de Nico e irradiando por la cadera de Tansy. Otro golpe de tiempo y se fueron, pero el calor estaba allí, subiendo alrededor de ellos, candente. Compartir la mente de Nico permitió a Kadan sentir el poder desenrollándose, cambiando y moviéndose, viniendo de un apretado centro para esparcirse y crecer.

El universo se desplegó, extendiéndose ante ellos, ambos hombres parecían ser una parte integrante y fundamental de él. Átomos y moléculas estallaron alrededor ellos, iluminados como rayos cósmicos.

Polvo de estrellas venía de todas las direcciones y se reunía dentro de ellos. El poder se movía a través de sus cuerpos, crepitando en venas y arterias e incluso en los cerebros. Kadan colocó el cuarzo rosa en la mano de Nico.

Inmediatamente la fuerza creció, reuniéndose en una inmensa piscina colectiva de energía eléctrica. Kadan sintió el cambio en Nico, el foco repentino. Inmediatamente la energía se encrespó hacia las manos de Nico y los cristales que sostenía. La luz estalló brillante y resplandeciente bajo las palmas, saturando la herida, cauterizando los desgarros y apresurando el proceso curativo. Los Caminantes Fantasmas ya poseían una capacidad natural para curarse más rápidamente, pero la energía curativa de Nico reparaba visiblemente el daño.

El flujo sólo duró unos pocos momentos, pero la luz era cegadora y el calor intenso. Cuándo Nico dejó caer los cristales de vuelta en las palmas de Kadan estaban tibios, casi al punto de estar calientes. Nico se desplomó contra la cama.

– Esto es todo lo que puedo hacer. Espero que sea suficiente. Se cortó ligeramente una arteria, y yo no soy cirujano vascular. Si eso no ha reparado el daño, tendrá que ir a un hospital.

– Si eso no funcionó, ningún cirujano podrá ayudarla.

– Traté de dirigir la energía a la arteria, pero es la primera vez que he trabajado así sin Dahlia, y el poder es mucho más fuerte viniendo de ti y es más difícil trabajar con él. -Lanzó una mirada a Kadan-. Eres un hombre aterrador, amigo.

Kadan se encogió de hombros.

– No me importaría tener tu talento.

Gator metió la cabeza por la puerta.

– Nico, tienes que salir ahora. No creo que tengamos mucho tiempo. Oigo a los perros en el vecindario portándose mal, y el mensaje es que tenemos extraños yendo lentamente de casa en casa.

– ¿El mensaje? -repitió Kadan-. En serio, Gator, hablar con animales te está volviendo más chiflado que nunca.

Gator le dirigió su siempre presente sonrisa y le guiñó.

– Sí, recuerda lo que has dicho cuando los animales tomen el poder y yo gobierne el mundo.

– Gobierna fuera, donde puedes llamar a tu ejército para que ayuden -sugirió Ryland.

Gator saludó y siguió a Nico al salón, sacando armas y munición mientras lo atravesaba.

– ¿Tenemos un vehículo preparado para una fuga rápida? -preguntó Kadan mientras verificaba la intravenosa. Se agachó al lado de la cama, tomando la mano de Tansy en la suya.

– Estamos listos para ellos. Aunque el vecindario se vaya al infierno. -Ryland salió, apagando las luces mientras se iba, hundiendo la casa en la oscuridad.

Kadan apretó la frente contra la de Tansy.

– ¿Estás despierta, cariño? Necesito que despiertes.

– Duele. No estoy segura de querer estar despierta. -Había sido consciente de Nico enviando fuego por su cuerpo y no mucho más. Todo alrededor de ella había tomado una calidad de ensueño.

– Te estoy poniendo un cuchillo bajo la almohada. Utilízalo con el enemigo, no en ti. – Había mordacidad en su voz, suprimiendo el dolor bajo la capa de frialdad.

Ella le agarró por la manga y giró la cabeza, levantando los párpados para poder mirarle a los ojos.

– No te estaba abandonando, Kadan. Fue un accidente. Realmente un accidente. No haría eso. Estaba dolida, molesta y enfadada con mi padre, pero yo no nos haría eso a ninguno de nosotros.

– Hablaremos de esto más tarde. -Sacó un arma-. Mantén esto en tu mano y no me dispares cuando vuelva a por ti. Tendremos que movernos rápidamente cuando nos vayamos.

– Quita la IV entonces. -Trató de incorporarse.

El brazo de Kadan era una barra a través de su pecho.

– Vas a tumbarte justo aquí y descansarás mientras cuidamos de ti. No me des más problemas en este momento Tansy, porque estoy dispuesto a atarte a la cama para mantenerte fuera de los problemas. Me asustaste a muerte y no me gustó demasiado.

– Fue un accidente.

Su mano le abarcó la garganta, inclinándole la cabeza arriba. Los fríos ojos azules la miraron fijamente.

– Los accidentes están jodidamente fuera de cuestión de aquí en adelante. ¿Estamos de acuerdo en eso?

Los ojos de Tansy buscaron los de él. Tragó contra la palma dura y callosa antes de asentir.

Kadan se inclinó para besarla, dejándole besos suaves como plumas sobre toda la cara, garganta y cuello. Cuando llegó al lóbulo de la oreja tironeó con los dientes y luego presionó los labios contra los de ella.

– Nunca me asustes así otra vez. Nunca.

– No lo haré.

A Kadan no le importaba si estaba pidiendo lo imposible. La besó otra vez y le empujó el arma en la mano.

– No te muevas hasta que uno de nosotros venga por ti. -Esperó hasta que ella asintió otra vez antes de darse la vuelta y salir a zancadas fuera de la habitación.

En el momento que estuvo en el salón, entró en modo guerrero, reuniendo su equipo y deslizándose fuera de la casa por una ventana. Subió a donde pudiera tener una mejor vista del vecindario y el patio. No quería que nadie se acercara lo bastante para entrar en la casa, ni siquiera que llegaran donde pudieran disparar a la habitación donde Tansy yacía. En el exterior Kadan tenía a Nico, quien podía acertar a cualquiera con la mira telescópica, y Gator, que tenía un ejército de animales y la capacidad de andar por líneas enemigas y deshacerse de cualquier cosa que viniera hacia él con su cuchillo. Ryland estaba adentro, preparado para evacuar a Tansy enseguida.

– Quiero la cuenta completa, Nico -la voz de Ryland siseó en la oreja de Kadan-. Les vamos a dar. Han estado viniendo tras nosotros, y esta vez enviaremos un mensaje a Violet. Dales duro.

Kadan echó una larga y lenta mirada alrededor. Había escogido una casa distante de la calle en un tranquilo callejón sin salida. Las farolas no alcanzaban el borde de la propiedad y la casa más cercana estaba a varios metros. Calle abajo, a sólo la mitad de la manzana, había un parque, bien cuidado pero con varios grupos de árboles. Detrás de su casa estaba su ruta de escape, una pista para el Jeep por un terreno no urbanizado que llevaba a una calle cerca de una autopista.

– Tengo seis. Creen que están siendo muy sigilosos y están armados hasta los dientes.

– Dame las posiciones -dijo con brusquedad Kadan.

– Seis en punto, entre dos casas. Viniendo hacia el patio -respondió Nico.

– Le tengo -dijo Gator por la radio-. Puedes moverte, Kadan; ninguno de los perros va a ladrar.

– Segundo hombre viniendo por el techo, tercera casa a la derecha. Le tengo marcado -zumbó Nico-. El tercero corre por la valla a una manzana, pero viniendo rápidamente.

– Es mío -dijo Kadan, y se deslizó sobre la orilla del techo, dejándose caer agachado en el césped.

– Encargaos de los objetivos en silencio, si es posible -dijo Ryland-. ¿Nico, puedes mantener a distancia a tu hombre hasta que situemos a los otros tres? Una vez que dispares, los otros sabrán que les estamos cazando.

Kadan atravesó el patio delantero corriendo agachado, utilizando una velocidad emborronada. El movimiento atraía la vista pero, con la noche y sus enemigos a bastante distancia, estaba seguro de que podía ir a cubierto antes de que fuera localizado. Se aplastó contra el SUV aparcado delante de la casa, esperando otra vez.

– En posición -cuchicheó.

– Acercándose rápidamente, cerca de diez metros.

Kadan subió por un lateral del SUV y llegó al techo, tumbándose, con el cuchillo en el puño. Gator cruzó la pradera abierta en la parte posterior de la casa, una indefinida figura que revoloteaba de un solitario árbol al siguiente, llevándole más y más cerca del patio del vecino. Kadan siempre había admirado la manera suave y sigilosa en que Gator se movía. Nunca había ningún sonido, como si incluso el viento se quedara atrás cuando él estaba en movimiento. Podía fundirse con cualquier cosa, hasta que era imposible verle cuando estaba inmóvil, y luego simplemente fluía como agua sobre las piedras.

Gator se extendió sobre el césped, boca abajo a campo abierto. Kadan marcó donde se había tumbado, pero todavía tenía problemas para localizarlo. Pasos lo forzaron a apartar la mirada. Su presa se estaba arrastrando cerca. Se movió, el movimiento era apenas discernible. Con el rabillo del ojo vio al primer hombre surgir entre dos casas y apresurarse a través del espacio abierto del césped, directamente en el camino de Gator. El cajún se levantó como un espectro, dirigiendo el cuchillo con la mano en un tajo rápido de través, hacia abajo y atrás. Retrocedió y el cuerpo cayó hacia adelante. Gator ya se estaba moviendo rápidamente por las sombras. El golpe había tomado menos de dos segundos.

Kadan se concentró en el corredor que se acercaba. Contó los pasos, levantando la cabeza para mirar al hombre surgir de la línea de árboles y lanzarse por el sendero yendo directamente hacia él.

Invirtió el cuchillo y lo sacó, utilizando técnica de combate, evitando exponerse mientras yacía sobre el techo del vehículo. El hombre se tambaleó hacia atrás, agarrándose la garganta, gorgoteando. Cayó de rodillas y boca abajo en el sendero.

Kadan se deslizó inmediatamente del techo a la casa al lado del SUV, lejos de la calle, y agachado para minimizar cualquier objetivo que pudiera presentar. Miró alrededor en un amplio barrido. Nico tenía el ojo en el visor, avistando al francotirador en el techo varias casas hacia abajo. Detrás de él un hombre se alzó, todo de negro, pistola en mano. Kadan desenfundó y disparó en un rápido movimiento, apretando el gatillo tres veces.

Nico rodó, se puso de pie con el rifle al hombro, y disparó una serie al francotirador. El hombre cayó, su arma saltando por el techo, seguido por su cuerpo.

– Gracias, hermano.

– Cuatro abajo -informó Kadan.

– Encuentra a los otro dos -dijo bruscamente Ryland-. Nadie regresa a casa de éste.

Nico siguió rodando al borde del techo y desapareció cuando saltó al suelo. Gator bordeó algunos cercados y salió luchando mano a mano con el quinto hombre. Era imposible conseguir un disparo claro sobre él. Kadan corrió, cubriendo la distancia rápidamente para apoyar al cajún, mientras Gator hundía su cuchillo en el muslo del hombre. Kadan disparó al tipo cuando dio bandazos atrás.

– Cinco, Rye -informó Kadan.

– Tengo seis. Intentó la ventana. Limpiad y vámonos antes de que los polis lleguen. El reloj corre -dijo Ryland-. Gator, no dejes atrás ninguna de esas minas. Movámonos, todos.

Загрузка...