14

Lizzie me ha dicho que era un maldito idiota por venir hoy, que estaba loco por ir a la ciudad y, ahora que estoy aquí, no puedo estar más de acuerdo. Quería quedarme en casa pero no tenía alternativa. En los últimos tiempos he faltado demasiado. Recibí una advertencia disciplinaria a causa de mi historial de ausencias hace un par de meses y ahora no me pagan si no ficho. Me han amenazado con despedirme si no aparezco en el trabajo y, no importa cuánto lo odio, pero no me puedo permitir perderlo. Quizá sea el único que aparezca hoy. Quizá deba aprovechar la oportunidad y darme la vuelta y volver a casa. No sé qué será peor: la idea de otra reunión disciplinaria con Barry, Penny y Tina, o correr el riesgo de verme involucrado en el tipo de problemas que vimos por aquí la pasada tarde.

Las calles están hoy más tranquilas. Aún hay un montón de gente por todas partes pero parece más un domingo por la mañana que un miércoles. Todo el mundo está silencioso y serio, y casi nadie habla con otra persona. Sé por qué es así. Yo tampoco quiero hablar con nadie. No quiero arriesgarme a hacer ningún contacto -ni siquiera los miro- por si existe la más mínima posibilidad de que estalle un incidente. Mantengo la cabeza baja y la boca cerrada, supongo que es lo que están haciendo todos los demás.

Todo esto es muy raro. Ayer por la tarde, cuando volvíamos a casa desde el hospital, y después, cuando estaba hablando con Harry, empecé a sentir como si el mundo se estuviera resquebrajando y llegando a su fin. Esta mañana la realidad parece diferente. A pesar de la tranquilidad y la ausencia de conversaciones todo parece extrañamente normal. Resulta difícil creer las cosas que hemos visto y de las que hemos oído hablar.

Cruzo Millennium Square para ir a la oficina. Se trata de una gran extensión pavimentada de baldosas y con una horrible y moderna fuente colocada justo en el centro. Está en pleno centro de la ciudad y la gente la cruza desde todas direcciones para ir a donde sea que vayan. Siempre está concurrida. Entre las ocho y las nueve de la mañana, entre mediodía y las dos de la tarde y casi sin interrupción después de las cuatro hasta primera hora de la noche, el lugar está lleno de gente. Si existe un sitio en el que puedes esperar que ocurra algo, es ése. Quizá lo debería haber evitado hoy, pero eso me habría hecho perder como mínimo otros diez minutos y ya voy tarde al trabajo. Parece como si las autoridades estuvieran preparadas para lo peor. Hay más agentes de policía patrullando por aquí de los que he visto con anterioridad y la mayoría, si no todos, van armados. Eso puede ser normal en cualquier otro lugar del mundo, pero aquí no. Joder, ver a los policías andando entre la multitud con sus armas semiautomáticas en ristre hace que me dé cuenta de cuán peligrosa e impredecible es la situación. Pero ¿su presencia no agravará el problema en vez de solucionarlo?

Mis últimos minutos de libertad antes de llegar a la oficina.

¿Por qué ocurre todo esto? Mientras atravieso la multitud silenciosa y adusta, no puedo dejar de preguntarme otra vez la causa de toda esta locura e histeria. ¿Por qué el mundo ha perdido la cabeza? ¿Toda esta situación ha sido creada por los medios como cree el padre de Lizzie o hay algo más? ¿Realmente ha ocurrido algo? ¿Todo el mundo se está alejando, aterrorizado de algo que ni siquiera existe? ¿Es que hay algo en el agua? ¿Hay algo en el aire dispersado por terroristas? ¿Estamos viviendo un extraño escenario del tipo de La invasión de los ultracuerpos?

¿O es algo muchísimo peor que todo eso?


Mediodía.

Menos de la mitad de la plantilla ha aparecido en el trabajo. He intentado pasar desapercibido todo lo que he podido. Manteniéndote ocupado parece que el tiempo pasa más deprisa y yo quiero que el día pase lo más rápidamente posible. He hablado brevemente con Liz hace más o menos una hora. La escuela sigue cerrada. Han intentado abrirla esta mañana pero han aparecido la mitad de los niños e incluso menos maestros, de manera que Lizzie está pasando otro día encerrada en casa con los niños. La están volviendo loca pero sé que está mejor allí. A mí también me gustaría estar en casa.

La falta de personal significa que todos vamos estresados. Jennifer Reynolds es una de las personas que no ha aparecido y eso significa que todos tenemos que hacer turnos de una hora para cubrir Recepción. Si existe un día en el que no quisiera estar ahí fuera es hoy. Incluso Tina ha tenido que realizar un turno. Acabo de finalizar el mío y Hilary Turner ha salido a relevarme. Me gusta Hilary. Es una vieja solterona de rostro frío y agriado, y bastante obesa, pero sabe lo que hace todo el mundo por aquí y no está para gilipolleces. A diferencia de la mayor parte de la gente con la que trabajo, es recta y honesta. Si tiene algún problema con algo que has hecho te lo dice a la cara, nada de las puñaladas traperas que recibes de todos los demás. Es tan dura como una roca y me gusta por eso.

– Ha estado tranquilo -le digo mientras se acerca caminando como un pato-. No ha entrado nadie.

– Eso es el beso de la muerte -gruñe, mientras se deja caer pesadamente en la silla caliente detrás del mostrador-, empezarán a entrar todos juntos ahora que he salido yo.

Estoy a punto de decirle que se calle y que no diga estupideces cuando se abre la puerta principal. Quizá tenga razón. Se produce una súbita explosión de movimiento cuando un hombre se precipita en el edifico. Lleva un montón de papeles que tira con un golpe sobre el mostrador. Ella salta hacia atrás. Este tipo está furioso. Bulle de ira y de repente estoy demasiado aterrorizado para moverme. ¿Es uno de ellos? ¿Es un Hostil?

– Soluciónelo -grita-. ¡Solucione este maldito lío ahora mismo!

Vuelve a dar un puñetazo en el mostrador. Su cara está roja de ira y respira pesadamente. Tiene más de metro ochenta de altura y la constitución de un maldito jugador de rugby. Debería decirle algo pero no puedo. En silencio espero que Hilary hable (habitualmente es muy buena manejando este tipo de situaciones) pero ella también permanece callada.

– Su jodida gente le ha puesto el cepo a mi coche -chilla-. No hay señales ni marcas de ningún tipo. Ésta es una total y jodida vergüenza. No he podido asistir a una reunión por culpa…

Sigo sin poder moverme. Él sigue gritando pero he dejado de escuchar lo que está diciendo. Lo miro a la cara y lentamente me voy alejando hasta que me aplasto contra la pared. ¿Es este hombre un Hostil? ¿Está a punto de explotar y matarnos a ambos? ¿Qué demonios debo hacer? ¿Debo correr? El hombre mira a Hilary y después a mí. Puedo ver a Hilary por el rabillo del ojo. Está temblando como una hoja. Normalmente es dura como una roca pero está tan asustada como yo. Tengo que hacer algo.

– Mire… -empiezo a decir en un tono bajo e inseguro.

– No me venga con más mierda. Sólo soluciónelo y hágalo ahora mismo. Necesito volver a mi oficina. Se me está acabando la paciencia y si no consigo…

Se inclina hacia delante y los dos reculamos.

– Por favor… -murmura Hilary lastimosamente. Empieza a sollozar. Bajo la mesa aprieta la alarma de ataque personal. Puedo oír el agudo pitido de la alarma en la sala principal.

El hombre se queda parado. Su expresión cambia. Él también está oyendo el estruendo. Me mira a mí, después a Hilary, y vuelta atrás una vez más. Sus ojos se han abierto de repente, llenos de sorpresa y miedo. ¿De qué demonios va a estar asustado? Ha sido él el que ha entrado aquí y…

– Lo siento -dice rápidamente, alejándose un par de pasos del mostrador-. Lo siento, yo no quería…

Se empieza a dar cuenta.

Su voz está ahora a una fracción del volumen de antes. Hilary y yo estamos esperando a que vuelva a explotar. En su lugar se encoge. Se da cuenta de que estamos asustados y ahora es él el que está asustado de cómo vamos a reaccionar.

– No soy uno de ellos -nos dice, suplicándonos que lo creamos. Parece como si tuviera lágrimas en los ojos-. De verdad que no lo soy. Me he vuelto loco por la multa de aparcamiento, que me ha sacado de quicio, eso es todo. No soy un Hostil. No quiero pelea. No voy a hacerle daño a nadie…

Sigo sin poder hacer nada. Me he quedado paralizado. Toda esta situación parece ajena y extraña. Es una escena incómoda que finaliza tan rápido como ha empezado. El hombre parece a punto de decir algo, pero no lo hace. Se da la vuelta y sale del edificio, con la multa de tráfico aún en la mano.

Загрузка...