Para Micke, tú, que con tu sabiduría y amor,
lograste que por fin todo valiera la pena.
El amor es paciente y bondadoso.
No tiene envidia,
ni orgullo, ni jactancia.
No es grosero, ni egoísta;
no se irrita ni lleva cuentas del mal.
No se alegra de la injusticia,
sino que encuentra su alegría en la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo aguanta.
I Corintios, 13,4-7
No hay recompensas ni castigos,
solamente consecuencias.