Para Gary W. Hamilton, mi marido, que se leyó este libro a pesar de no gustarle nada relacionado con el terror.


A Cari Nassau y Gary Chehowski por darme a conocer el extenso mundo de las armas. A Ricia Mainhardt, mi agente, por creer en mí. A Deborah Millitello por el entusiasmo desbordante, que supera ampliamente sus obligaciones. A M.C. Summer, nuevo amigo y valioso crítico. A Mary Dale Amison, por su buen ojo para los detalles que se nos escapan a los demás. Y a todos los miembros del grupo Altérnate Historians que llegaron demasiado tarde para comentar este libro: Janni Lee Simner, Mamila Sands y Robert K. Sheaf. Gracias por la tarta, Bob. Y a todos los que asistieron a mi lectura en la decimocuarta Archon.

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