La Reina Madre de los Cielos Occidentales

– ¡Oh! Hwai dungsyi (Mal bichejo) -dijo la mujer, bromeando con su nietecilla-. ¿Acaso Buda te enseña a reír sin motivo?

El bebé siguió gorjeando y la mujer sintió que un profundo deseo se agitaba en su corazón.

– Aunque pudiera vivir eternamente -le dijo al bebé-, no sé en qué dirección te enseñaría. En otro tiempo fui muy libre e inocente, y también me reía sin motivo. Pero luego prescindí de mi absurda inocencia para protegerme, y enseñé a mi hija, tu madre, a desprenderse de su inocencia, para que tampoco sufriera daño.

»Dime, hwai dungsyi, ¿es erróneo pensar así? Si ahora reconozco la maldad en los demás, ¿no será porque también me he vuelto mala? Si veo que alguien tiene una nariz suspicaz, ¿no he olido acaso las mismas cosas nocivas?

El bebé reía, escuchando los lamentos de su abuela.

– ¡Ah, ah! ¿Dices que te ríes porque ya has vivido eternamente, una y otra vez? ¡Dices que eres Syi Wang Mu, la Reina Madre de los Cielos Occidentales, que has vuelto para darme la respuesta! Bien, bien, te escucho…

»Gracias, pequeña reina. Entonces debes enseñar a mi hija esta misma lección, cómo perder la inocencia pero no la esperanza, cómo reír eternamente.

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