Capítulo 9

Briony miró por la ventana el salvaje escenario mientras subían más y más alto por la montaña en un páramo en Montana. A veces la montaña parecía más un sendero débil, lleno de baches, con hierba y arbustos demasiado crecidos. Cuanto más aprendía de Jack Norton, más podía verlo en un ambiente salvaje. Un regreso a tiempos pasados, un hombre que hacía sus propias reglas y era tan peligroso como los animales salvajes que lo rodeaban. Podía desaparecer en cualquier momento y sobrevivir bastante bien en la tierra. Dudaba que alguien pudiera encontrarle, y eso era por lo que lo necesitaba. Podía enseñarle esas mismas habilidades y protegerla mientras las estaba aprendiendo.

No importaba que no la quisiera. Responsabilidad. La palabra se repetía a través de su mente. Presionó las manos sobre el estómago, su boca se tensó con determinación. Muy mal por Jack. No era la única que llegaba a su umbral, estaba llevando a un niño. Concebido, todavía no había nacido, pero iba a tener que vivir con ello. No podía verle dándoles la espalda una vez que le dijera que su hijo estaba en peligro.

Sus dedos se apretaron alrededor de la ventana mientras se asomaba para mirar al suelo del valle. Estaba en el camino correcto. Le sentía, de la misma manera que había sentido mucho antes de que alguna vez hubiera puesto los ojos sobre él. Estaba más cerca de lo que anticipaba, y saboreó el miedo en su boca. Su pulso se aceleró, y lentamente e involuntariamente, sus dedos se apretaron alrededor de la jamba en la ventana hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Sintió el peligro aumentar con cada milla que viajaba.

– ¿Estás segura, Bri? -preguntó Jebediah, su voz fuerte por la tensión mientras caía la noche-. Se hace más duro ver, incluso con la luz de la luna, y no quiero usar las luces a menos que tengamos que hacerlo absolutamente. Nos las hemos arreglado tan lejos sin que nos sigan, y si informamos a Norton de que venimos, podría escaparse y nunca le encontraremos -la miró-. Una vez que hagamos esto, no habrá vuelta atrás.

– Sientes la amenaza también, ¿verdad? -pocas cosas preocupaban a Jebediah, pero definitivamente tenía un sexto sentido cuando había peligro.

Estamos en peligro, Bri. Jack podría fácilmente decidir dispararnos por entrar sin autorización como escucharnos. ¿Cuántos signos de advertencia hemos visto?

– Unos diez -Briony les ofreció una sonrisa débil-. Si se molesta en poner signos, no quiere matar a nadie.

– Puedes apostar cada céntimo que tienes que ha sido su hermano Ken quien puso esos signos.

– Espero que puedas confiar en el SEAL con el que te contactaste por la dirección de Jack.

– Jess Calhoun es la cosa más cercana a un amigo que Jack y Ken tenían -se encogió de hombros.

– ¿Quién sabe si lo que estoy haciendo está bien? No confío en nadie que no conozca. Ninguno de nosotros puede ahora, pero Jack Norton es el padre del bebé. No le voy a pedir responsabilidades. No estoy buscando un compromiso de por vida, pero si es el machote que sigues diciendo que es, entonces, a ciencia cierta, es mi mejor oportunidad para proteger nuestro bebé. Incluso Kadan Montague dijo que si quería desaparecer, nadie podría encontrarle. Eso quiere decir que me puede enseñar.

Jebediah sacudió la cabeza.

– Me asusta como el demonio, Bri, y el pensamiento de ti con él… -paró el SUV justo en medio de estrecho camino y se giró hacia ella-. Algunos hombres viven por sus propias reglas, y Jack es uno de ellos. Nunca será un hombre fácil, nunca cabrá en la sociedad, y es peligroso como el demonio si cruzas su sentido de la justicia. El gobierno usa a hombres como él, los entrena, afila sus instintos naturales, y los llaman cuando los necesitan, pero no los reconocen, porque son asesinos. Jack es extremadamente inteligente, y tiene más muertes registradas que cualquier otro francotirador que conozca, a no ser que sea su hermano -golpeó los dedos con agitación sobre el volante-. No sé si nació de esta forma o si los realces del doctor Whitney le hicieron así. No habla mucho, pero ¿no sientes el peligro cuando estás a su alrededor? ¿No lo ves en sus ojos?

Briony miró lejos de él. Había vislumbrado mucha emoción en aquellos ojos de los que hablaba. Esa intensidad todavía atormentaba su sueño de noche. Jack no la había mirado con los ojos de un asesino. Había sido todo un hombre y había sido dominante, cariñoso y espantoso todo envuelto en uno. Tan inexperta como era, todavía reconocía que Jack podía haber llevado las cosas más lejos de lo que lo hizo. Podía haberla atado sexualmente, dejándola ansiándolo sólo a él, esperándolo sólo a él, pero no lo hizo, no deliberadamente. No estuvo casi tan frío o insensible como aquellos a su alrededor lo acreditaban que era, y eso era con lo que contaba.

– Hay una posibilidad de que quiera proteger al niño. Protege a su hermano. Es parte de una unidad militar y tú mismo dijiste que no abandona a su gente atrás. Tiene que tener un sentido de la responsabilidad.

– Esto es un infernal salto de fe.

– ¿Qué opción tengo, Jeb? -preguntó Briony-. Si lo que dice Montague es verdad, y ha tenido suficiente prueba de que un loco está tras de mí, ¿dónde puedo ir? Especialmente si Whitney es parte de algún proyecto secreto del gobierno. No conocemos un camino o el otro, pero dime que encontraste suficientes pruebas en los papeles de mamá y papá para saber que fui adoptada y Whitney, el mismo nombre que Kadan Montague usó, insistió que tenía que ser educada con un programa de entrenamiento extraño. Sparks trató de drogarme y Luther trató de raptarme. No creo que haya duda de que estoy en problemas aquí.

– No parezcas amargada, Bri. Mamá y papá te querían y adoraban absolutamente -le echó un vistazo rápido-. El dinero tenía sentido. Querían comprar el circo como sus compañeros. Esperaban un bebé, una niña, y querían darte la mejor educación posible. Hablas varios idiomas, eres un genio, y puedes patear en serio cuando lo necesitas, no es como si no te quisieran genuinamente y querían lo mejor para ti. Te querían, nunca lo olvides en todo esto.

– No lo haré, Jeb -puso su mano alrededor de su barriga ya redondeada-. Pero eso no cambia el hecho de que no seremos capaces de proteger al bebé indefinidamente. No estoy dispuesta a dejar que Whitney, o cualquier otro, use a mi bebé para un experimento. ¿Dónde más puedo ir? Dímelo y lo haré.

– Te ofrecieron protección, Briony -le recordó Jebediah.

– ¿Y qué sabemos de ellos? Ese hombre, Kadan, estaba realzado tanto psíquica como físicamente. No sólo sentí la diferencia sino que lo admitió. Y tuve el presentimiento de que era más poderoso que Luther. Al menos conoces a Jack Norton. Salvó tu vida. Me dijiste que tenía integridad y que nunca se detenía si cogía un trabajo. Voy a pedirle que tome este trabajo, para mantenerme a salvo hasta que el bebé nazca. Puede enseñarme como esconderme, y una vez que tenga al bebé, puedo desaparecer. Seremos capaces de pensar una manera para hacer que pase. La gente desaparece todo el tiempo.

– ¿Y si dice que no?

– Nos debe mucho, pero si es ese gran bastardo -se encogió de hombros-, entonces adivino que investigaremos a esta gente y trataremos de imaginar quienes son los chicos buenos.

– Mírame a los ojos, Briony -la desafió Jebediah-. Mírame y dime que no albergas ninguna fantasía infantil de que Jack Norton se enamore de ti. Esto no es un cuento de hadas y no es un príncipe encantador. La última cosa que quieres es tratar de vivir con un hombre como éste. Estoy aterrorizado de dejarte sola con él.

Tocó el brazo de su hermano.

– No tengo nociones tontas, Jebediah. Me conoces. Tengo una inteligencia por encima de la media, estoy realzada y seguramente tengo mi parte de orgullo. Leí el archivo a fondo, especialmente la parte donde reaccionaría a cierto olor. Jack dijo que sería una responsabilidad y que no era el tipo de hombre que tiene una mujer alrededor. Esas fueron casi sus palabras exactas. Independientemente lo que hay entre nosotros fue simplemente fabricado por el doctor por eso hemos tenido un niño. No tiene nada que ver con la emoción y todo con el olor. Era inexperta y me cogió pensando que Jack podría enamorarse de mí. Dejó muy claro que no podía. No cometeré ese error dos veces.

– Me asusta más que se pueda enamorar de ti, Briony. Se apoderaría de cada aspecto de tu vida -dio un vistazo, uno diminuto-. No es un hombre fácil. Tiene demonios en su pasado, y no van a desaparecer mágicamente. Odio decirte este tipo de cosas, pero Jack es diferente. Cuando estábamos ahí fuera con armas en el territorio enemigo, rezábamos para no acercarnos a nadie, y si lo hacíamos, que no nos localizaran, porque no queríamos apretar el gatillo, pero Jack… -Jebediah sacudió la cabeza-, pase lo que pase, no le importa nada.

– Créeme, respeto tu opinión, Jeb. Si dices que es peligroso, no soy estúpida, te creo. Pero también veo cuanto le respetas y sus habilidades -su cuerpo se sacudió con un repentino chorro de adrenalina-. Nadie va a llevarse a mi bebé. Puedo ser absolutamente despiadada si tengo que serlo. Y Jack Norton me subestimará, igual que todos. Tendré ventaja.

Jebediah golpeó la parte trasera de la cabeza contra el asiento varias veces con frustración y golpeó sus manos contra el volante.

– Esto apesta. Seré capaz de ayudarte por mí mismo. ¿Cómo pudo pasar algo como esto, y por qué demonios papá y mamá no sospecharan que algo estaba mal cuando Whitney exigió todo ese entrenamiento especial para un niño? Nadie hace estar a un niño bajo el agua por largos periodos de tiempo y hacer toda la mierda que tuviste que hacer.

– Me divertía -le señaló Briony-. Si no me hubiera divertido, probablemente se hubieran opuesto, tal y como hicieron cuando Whitney exigió que fuese a un campo de entrenamiento en Colombia -le dirigió una pálida sonrisa-. Al menos estoy equipada para manejar lo que me lancen.

Miró por la ventana de nuevo, al entorno salvaje. Amaba el aire libre. Adoraba la noche. Pero, Briony suspiró. Justo ahora, la oscuridad la hacía sentirse vulnerable en vez de envolverla con la seguridad como normalmente hacía. Los árboles y los arbustos tomaron una cualidad siniestra, creciendo altos y oscuros, como si lo que estuviera al acecho entre las sombras fueran monstruos listos para saltar y devorarla.

– He pasado mi vida entera sintiéndome una cobarde, siempre asustada, pero esta situación es realmente terrorífica -se tragó las lágrimas repentinas que quemaban en sus ojos-. No he estado nunca sin vosotros y el circo. Sé que es diferente, mamá solía decirme que me escondía todo el tiempo, y tal vez ese fuera el atractivo de Jack Norton. Finalmente encontré a alguien como yo. En el momento en que posé mis ojos en él, supe que era como yo. Quise pertenecer. Sólo por una vez.

– Maldita sea Briony, siempre perteneciste a nosotros. Siempre. Quisimos tener una hermana tanto como papá y mamá quisieron tener una hija.

– Lo sé. No tiene nada que ver con la adopción. Eres mi familia y siempre lo serás -no se sentía no amada, sólo diferente-. Lucho por hacérselos entender. No tuve que esconder quien era realmente con Jack. Me vio y lo vi. No tuve que esconder el hecho de que soy más fuerte y más rápida y puedo ver a la gente de formas que otros no pueden. Más que eso, no me dolió -cerró los ojos-. ¿Puedes imaginar lo que fue para mí? Por primera vez pude estar alrededor de alguien y no saber que estaba pensando o sintiendo. Las emociones no me hundían o me hacían sentir enferma. Era un alivio.

– Desearía como el demonio poder darte esto, Bri -dijo.

– Lo sé, Jeb. Y sé que todos me queréis.

– El mismo atractivo estará allí cuando lo veas de nuevo -le advirtió.

Giró la cabeza para mirarlo.

– Lo sé. Pero no soy tan inexperta esta vez. Fue honesto conmigo, y tú y yo sabemos como de resistente soy. Le parezco frágil al mundo, pero tengo al bebé, a ti y a los chicos y no voy otra vez a subestimarlo. No voy a caer en la misma trampa dos veces -miró a su alrededor a los árboles que se balanceaban con el creciente viento-. Está muy oscuro, Jeb, y estoy determinada a pasar por esto, así que vamos hasta allí, averiguar de qué va, y terminemos con todo.

– ¿Se te ha ocurrido que podría decidir que quiere al bebé?

– Por supuesto he considerado eso. ¿Qué haría con un bebé? -giró la mirada hacia su hermano, y esta vez el fuego en sus ojos le hizo estremecerse-. Haré todo lo que tenga que hacer para proteger a mi niño, Jebediah. Ni Jack Norton ni ningún otro va a quitarme este bebé.

Jebediah juró por lo bajo mientras encendía el SUV.

– Sabía que eras obstinada, Bri, pero no tenía ni idea de que fueras imposible.

Briony descansó la cabeza contra el asiento y mantuvo los ojos en el escenario por el que pasaban. Rezó por estar haciendo lo correcto. Jack Norton la aterrorizaba a muchos niveles. Había esperado hasta después de tres tentativas de secuestro, tres, antes de tomar la decisión de contactar con él. Y no fue porque podría querer matarla o llevarse al bebé. Era porque Jack Norton era la única persona en el mundo que temía que podría absorberla. Era muy fuerte, dominante, definitivamente a años luz de ella sexualmente. Le había dicho en voz alta a su hermano las cosas hirientes que Jack le había dicho, para mantenerlos enfrente suyo así no podría engañarla otra vez. Era demasiado obvio que sería tragada por la personalidad dominante si no era cuidadosa.

No vengas cerca de mí de nuevo. Nunca, porque no seré capaz de dejarte dos veces. ¿Le había escuchado susurrar mientras se despertaba, o había sido la última esperanza de una chica inexperta? Tal vez había sido su propio sistema de alarma, gritando, chillando que se mantuviera alejada. El instinto de conservación que obedecía, aunque estaba metiendo la cabeza justo en la boca del león.

El Bosque Nacional de Lolo estaba por los cuatro lados, rodeando completamente la propiedad que trataban de encontrar. La montaña estaba exuberante de árboles, y a veces captaba vistazos de animales salvajes.

– Creo que es eso, Briony -dijo Jebediah, reduciendo la marcha del SUV y mirando fijamente el estrecho camino que conducía a su derecha-. Tienes que estar absolutamente segura de que esto es lo que quieres hacer. Creo que si seguimos este riachuelo por otras cuatro millas estaremos allí. Una vez que lleguemos, va a ser demasiado tarde para cambiar de idea.

Por un momento no pudo respirar. Levantó la mano y su hermano detuvo el vehículo. Briony saltó fuera y vomitó, una y otra vez, apoyándose contra la puerta, mientras su estómago protestaba por la necesidad de pedir ayuda a Norton. El orgullo sólo le dictaba que se alejase, pero tenía que pedirle protección, Briony sacudió la cabeza mientras tomaba el paño que Jebediah le tendía. La idea de abandonar la seguridad de su familia cuando los necesitaba más, para ir con un hombre que no la quería, la dejaba fría por dentro.

– ¿Estás bien? -Jebediah frotó su espalda con simpatía.

– No le digas lo del bebé. Vamos a contarle sobre Whitney. Podemos ver como reacciona.

– Si conseguimos llegar tan lejos -dijo Jebediah-. Ten cuidado, Briony. Podemos ser asesinados.

– Lo sé -asintió con la cabeza, su estómago se retorció de nuevo-. Lo siento, te estoy poniendo en peligro. Tal vez deberíamos caminar desde aquí.

– No es una opción. Si entras, yo lo hago también.


Un sonido lo despertó, algo fuera de tono con los familiares ruidos nocturnos. Jack permaneció un momento completamente alerta, los sentidos destellando, buscando el disturbio que rompía el ritmo de la noche. Raramente dormía por mucho tiempo, y siempre muy ligeramente. Un ulular como un búho, sin la resonancia correcta desde algún lugar cercano, no en el patio, más en el bosque justo antes de la casa.

Jack dejó caer los pies al suelo en completo silencio. Cogió sus vaqueros y una camisa, se los puso, y se ató una funda larga de cuero que contenía un cuchillo afilado como una cuchilla. Un Smith y Wesson en su mano, se acercó silenciosamente a la puerta. Bajó al hall infaliblemente en la oscuridad y se movió con cuidado a través de la puerta de la habitación de su hermano.

Tocó el hombro de su hermano ligeramente. Ken ya estaba despierto, metiéndose en los vaqueros, consciente de la necesidad de silencio. Usaron señales de manos, como hacían cuando eran niños, prefiriendo usar la telepatía cuando la distancia los separaba. Ken cogió su rifle, una mira de noche y una caja de balas.

Jack decidió salir por la puerta lateral, moviéndose en la noche silenciosamente, furtivamente. Le señaló a Ken un terreno alto y entonces caminó a través del patio, una sombra entre sombras, primero una roca, luego un árbol, una parte de la noche.

Una vez en la cobertura del bosque, Jack escogió su campo de batalla cuidadosamente, buena cobertura, buenas rutas de escape, un claro disparo para Ken. Jack susurró suavemente, llamando al intruso. Ken usaría la mira para tener el número exacto de intrusos.

– Jack -la voz era un suave siseo de sonido-. Es Jebediah, Jack -continuó la voz-. Jebediah Jenkins.

– Vamos dentro -dijo suavemente Jack a la noche, un desafió más que una bienvenida.

Cerró los ojos brevemente, reprimiendo el recuerdo de Briony, la suavidad de su piel y el éxtasis puro, un puerto y refugio de placer que lo llevó fuera de él y del infierno en el que vivía constantemente. Nunca iba a estar libre de ella.

No está solo, la voz de Ken llenó su mente.

Jack suspiró suavemente. Seguramente Jebediah no sería lo suficientemente tonto para venir detrás de él porque había averiguado que Jack durmió con Briony. La idea era demasiado infantil para ponerla en palabras, y no era el estilo de Jebediah.

Déjalos que vengan, Ken.

El viento cambió sólo un poco, lo suficiente para que captara su olor. La necesidad golpeó su cuerpo, las feromonas giraron fuera de control, envolviéndolo en su encanto femenino. Briony estaba con Jebediah, y su olor lo llamaba, embriagador e intoxicante, amenazando su fuerte control. Jack dejó salir su aliento lentamente. ¿Cómo podría dejarla una segunda vez? No era un hombre que viviera con reglas. Quería a Briony, y la tentación de tomarla, de guardarla, de atarla a él irrevocablemente era aplastante. No tenía duda de que podía hacerlo. La advirtió. ¿Por qué demonios no le había escuchado? ¿Y qué estaba mal con su hermano que Jebediah no la mantuvo a salvo, lejos de Jack, un continente lejos?

Jack esperó allí en la oscuridad, mirando el calor de sus cuerpos antes de que atravesasen el follaje para aproximarse a él. Tenía que ver a Jebediah, pero no podía apartar los ojos de Briony. Estate con él, Ken. Tengo a la chica.

Era todo lo que recordaba y más. Había llenado sus noches y días con el recuerdo del tacto de su piel, su cuerpo alrededor de él, la ferocidad, la necesidad primitiva de poseerla. Totalmente, la emoción cruda surgió y fluyó por sus venas hasta su sangre latiendo con calor. Sobre todo, recordaba la forma en que le miraba, como un hombre, de modo que él pudiera ver en sus ojos, el hombre que él debería haber sido, si la hubiera encontrado años antes. Le parecía la mujer más bella del mundo, y aquí estaba él, en las montañas donde nadie sería capaz de alejarla de él.

Su pelo era corto y grueso, platino y trigo, fresco e invitante, de forma que anhelaba enterrar la cara en las suaves hebras. Sus ojos eran tan grandes y tan hermosos como recordaba, tan oscuros que eran casi negros. Cuando ella y su hermano se acercaron, se estiró hacia Jebediah, tomando su mano, como si estuviera asustada. Jack pudo ver la tensión alrededor de su boca, las sombras en sus ojos. Mientras se acercaba, captó la pequeña diferencia en su olor. Incluso más femenino, como si hubiesen ocurrido cambios químicos en su cuerpo desde la última vez que la vio. Recordaba su propio olor mezclado con el de ella, poderoso y atractivo. La cruda sexualidad de su unión, la lujuria y una emoción aplastante se mezclaron hasta que ambos estuvieron tan envueltos el uno en el otro que estaban encerrados en otro mundo.

Maldición. La quería con cada célula de su cuerpo. Cada parte de su cerebro. Siguió andando por el bosque pareciendo demasiado joven. Demasiado inocente. Demasiado suave y dulce para un hombre como él. Era el epítome de cada cosa que él no era, que nunca sería. Casa. Familia. Niños. Era buena y él había perdido eso hacía mucho tiempo. Todo lo que había dejado era su honor, y si no hubiera llegado a su maldita montaña, no le privaría de eso. Ella lucharía contra su naturaleza posesiva y finalmente él rompería su espíritu. En ese momento, mientras se acercaba, verdaderamente odiaba al monstruo en que se había convertido.

– ¿Qué demonios quieres? -escupió, permaneciendo en las sombras, sabiendo que Jebediah no podría localizarlo. Estaba menos seguro de Briony. Sabía que estaba tan realzada como él.

Jebediah y Briony intercambiaron una mirada. Jack pudo oler su miedo. Se filtró por sus poros e impregnó el aire a su alrededor. La tensión creció con fuerza. Jebediah caminó protectoramente delante de Briony y esto enojó como el infierno a Jack. Quería su miedo, pero al mismo tiempo, si alguien tenía que protegerla, debía haber sido él. Le pertenecía.

– Si vienes a retarme a un duelo porque follé con tú hermana, Jebediah, eres malditamente más estúpido de lo que te di el crédito de ser -las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas.

La rabia, usualmente escondida profundamente, salieron con Briony estando en tan cercana proximidad, su ansia le estaba conduciendo como un estúpido. Odiaba estar allí viendo a Jebediah poner sus manos sobre ella. Para un hombre con una necesidad de fuerte control, era peligrosa, rompiendo cada escudo protector de Jack. Tenía que ahuyentarla. Incluso mientras el pensamiento vino, su corazón se hundió. Era muy tarde para él, para ella.

Una cólera feroz nubló su cara, y ella saltó la distancia hasta él, su mano moviéndose tan deprisa que realmente fue un borrón. La bofetada fue fuerte, reverberando a través de la noche clara. El miedo lo galvanizó en una acción inmediata.

– ¡Abajo, Jeb, mantente abajo! -gritó la orden mientras tiraba su cuerpo duro contra Briony, tirándola de espaldas al suelo, cubriendo su forma más pequeña con la suya más grande. ¡Retírate! ¡Retírate!

La bala se clavó en el árbol derecho donde la cabeza de Briony había estado, astillando la madera y enviando corteza que llovió sobre ellos. Jack mantuvo a Briony inmovilizada, sosteniéndola bajo su cuerpo. Sabía que podía sentir la erección despiadada presionando muy fuerte contra su estómago, y esto le dio suma satisfacción por ver el borde del miedo mezclado con su furia. Sus dedos se clavaron en sus hombros y le dio una sacudida pequeña.

– Maldita sea tu estupidez. ¿Crees que no habría alguien en las sombras con una mira sobre ti? Podrías haber muerto.

Su cuerpo cubrió el suyo. Imprimiéndose en el de ella. Deseándola. El susto de casi perderla mandó un temblor profundo a través de su cuerpo, sacudiéndolo. Nunca se había sacudido, sólo su cercanía le tenía desequilibrado. Maldita sea, Ken, no le dispares de nuevo. Te mataré yo mismo.

La risa divertida de su hermano resonó en su cabeza. Era un disparo de advertencia.

Mi culo que eso era un disparo de advertencia.

– Quítate de encima -los ojos de Briony, tan negros por la ira, casi echaban chispas-. Olvidaba que eres un completo bastardo. Quítate ya -había una amenaza evidente en su tono.

En algún lugar en su tripa, la admiración creció, tal como cuando disparó a un hombre para defenderle. Briony podría ser dulce e inocente y demasiado buena para sus gustos, pero era una luchadora de tono y lomo.

– ¿O qué?

Detrás de él, Jebediah se sentó cautelosamente, mirando a su alrededor por el tirador.

– O te voy a golpear hasta que quedes como una pulpa sangrienta. Quítate de encima.

Las sombras cambiaban con los árboles, la luna se derramaba a través de su cara. Jack vio la hinchazón, la magulladura se extendía a través de su mandíbula, la barbilla, y la mejilla. Había notado la gasa envuelta en su brazo, pero ¿quién la había golpeado? La furia cruda corrió a través de su cuerpo, rabia helada y asesina.

– ¿Quién te golpeó? Maldita sea, no me mientas tampoco. Si tu hermano se atrevió a ponerte una mano encima…

– Mi hermano no me golpearía, idiota. Déjame levantarme ahora.

– Quítate de encima de mi hermana o voy a quitarte yo -amenazó Jebediah, despreocupado del tirador.

– ¿Quién la golpeó? Dímelo ahora, Jebediah, o Ken va a volar tu cerebro por todo el lugar.

– Un hombre llamado Luther me golpeó. Quítate antes de que te hiera -dijo bruscamente Briony.

– ¿En qué estabas pensando para traerla aquí? -exigió Jack, ignorando su amenaza.

– Estaba pensando en salvarte la vida, burro -Briony empujó la pared de su pecho, esta vez lo suficientemente fuerte para moverlo. Tocar su pecho le trajo a la memoria las cuchilladas frescas, o bajar besando las heridas dentadas, más y más abajo hasta… cerró su mente a los pensamientos caprichosos.

Jack había olvidado lo fuerte que era.

– ¿Quién es Luther y quién quiere matarme?

– Quién no quiere -dijo bruscamente Briony-. Me estás haciendo daño. Quítate.

Jack desplazó inmediatamente el peso, levantándola con él, reteniendo la posesión de su brazo cuando trató de llegar hasta su hermano.

– ¿Quién está tratando de matarme? Jebediah, quédate justo donde estas. No querrás que mi hermano de gatillo fácil te dispare.

Jebediah se congeló en el acto. El sudor goteó por sus axilas.

– Tuvimos un visitante reciente, Jack -le explicó-. Un hombre que se llamaba Kadan Montague. Nos contó lo de los experimentos del doctor Whitney que había llevado a cabo en las chicas huérfanas y después sobre los hombres del ejército.

– Continúa hablando

– Aparentemente Whitney todavía está vivo y buscando recuperar a algunos de los que se le escabulleron.

Jack estudió la cara de Jebediah. Había una furia honrada allí. Y verdad. Pero no toda la verdad. Cambió su mirada a Briony. Todavía estaba, luchando contra su sujeción, pero no encontró su mirada. Tan cerca de ella, podía oler su perfume embriagador, recordándole las sábanas de satén y luz de velas. De cosas más finas. Cosas que no podía tener.

Sus dedos se apretaron en su brazo y la atrajo más cerca, hasta que estuvieron casi piel con piel. Su mirada se estrechó en Jebediah.

– No habrías traído a tu hermana para decírmelo. Habrías venido sólo -se inclinó más cerca de Briony, inhalando el olor de su pelo, de su cuerpo. Algo era diferente. Muy sutilmente, pero diferente.

– Insistí en venir con él.

Su voz fue baja. Un débil temblor recorrió su cuerpo sorprendiéndolo lo suficiente que tuvo la urgencia de estrecharla entre sus brazos y consolarla. Estudió su cara por mucho tiempo. Jebediah le tenía miedo. Briony podría temer su posesión, pero no le tenía miedo. ¿De dónde venía todo ese miedo? Dejó salir el aliento lentamente.

– Eres una de las huérfanas con las que experimentó. Eso es lo que Kadan te dijo. Es todo información clasificada. Sospechó hacía mucho que Whitney había experimentado con ella y la había dado en adopción, pero no lo había perseguido -estar tan cerca de ella le había hecho pensar en otras cosas. Como el sabor de ella en su boca. El sonido de su risa.

Briony vaciló tan brevemente que casi se perdió el vistazo que le echó a su hermano.

– Sí. Kadan vino a advertirme. ¿Entonces es legítimo? ¿Las cosas que dijo son verdad?

Kadan. No quería a Kadan Montague en ningún lugar cerca de ella. Kadan era un ancla y muchísimo mejor hombre de lo que él era. El pulgar de Jack se deslizó por la piel desnuda de Briony en una pequeña caricia. El tacto de su suave piel puso a palpitar su corazón. ¿Qué era diferente? Su olor. La química de su cuerpo. El tacto de su piel. El aire se precipito por sus pulmones. Donde antes su estómago había sido como una roca dura y plano, ahora era suave y redondeado. El conocimiento inundó su cerebro. La adrenalina inundó su cuerpo. Sus manos subieron por sus brazos hasta sus hombros.

Había dejado a otro hombre tocarla de la manera que él lo hizo. Estar dentro de su cuerpo. Besarla. Yacer y reír con ella. ¿Cómo pudo? Su corazón se aceleró hasta que pensó que iba a explotar en su pecho. ¿Cómo pudo estar con otro hombre después de estar conmigo, de pertenecerme? Sabía que no habría otra mujer para él.

– Hijo de puta, estás embarazada.

Briony permaneció perfectamente quieta bajo sus manos. Los dedos de Jack estaban alrededor de su cuello como si pudiera estrangularla. La miró, sus ojos negros y fríos, los ángulos y planos duros de su cara sin expresión. Su piel había cambiado de color, un matiz más oscuro, más violento, reflejando la emoción turbulenta que se negaba a permitir elevarse a la superficie. Sintió la primera verdadera oleada de miedo hacia él, pero entonces sus dedos empezaron a dar pequeñas caricias sobre su pulso que latía frenéticamente. Deliberadamente respiró y lo dejó salir lentamente para calmarse y mantener el control.

No estaba preparada para su reacción física a él. Incluso ahora, sabiendo que estaba plantado, las feromonas diseñadas especialmente para atraerla hacia ese hombre, no podía ayudar el torrente de calor que fluía entre ellos.

– Puedo ver que estás encantado con la noticia.

Había cólera en su voz, pero algo más, algo más profundo, pena tal vez. ¿Pena? ¿Era posible que el bebé fuera de él? La esperanza se agitó cuando no se atrevió a permitirla. Trato de pensar.

– ¿Por qué demonios no me lo dijiste enseguida?

– Obviamente no sabía dónde demonios estabas. ¿Crees qué podrías parar de decirme palabrotas? Me doy cuenta de que no somos bienvenidos aquí, pero parecía la única cosa que hacer bajo las circunstancias.

– ¿Y cuáles son las circunstancias? -contuvo el aliento.

– El doctor Whitney quiere a nuestro bebé. Ya ha hecho tres intentos de secuestrarme -puso su mano sobre la mejilla-. No puedo permanecer con el circo porque pondría en peligro a mis amigos y mi familia. Cuando esté más avanzada, va a ser difícil defenderme. Pensé que si venía contigo, podrías ser capaz de protegernos hasta el nacimiento del bebé y enseñarme habilidades de supervivencia al mismo tiempo para después. No te estoy pidiendo ayuda financiera o algo más, y comprendo que es peligroso. Whitney está mandando soldados realzados tras de mí. El hombre que enviaron, Luther, hizo esto. Y por alguna razón está muy enfadado porque no estoy llevando a su bebé, por eso estoy asustada por nuestro hijo -le miró, sus ojos negros encontraron su mirada directamente-. No me quitarán este bebé.

Jack volvió a nuestro bebé. Su voz resonó a través de su mente, repitiendo las palabras en un tono suave, incluso amoroso. Dejó salir su aliento suavemente, los brazos se levantaron para rodear su pequeña forma, atrayendo su espalda contra él mientras sus manos cubrían el redondeado estómago pequeño y suave. Su hijo yacía bajo sus manos, acurrucado profundamente dentro de su cuerpo, protegido por ella. Querido por ella. Dentro profundamente donde era duro, frío y esculpido en piedra, sintió un cambio curioso, un enternecimiento, una suavidad que no podía explicar, y esto lo asustó como el demonio. Por un momento se puso rígida, tratando de soltarse, pero él apretó su asimiento en advertencia.

Briony permaneció muy quieta en sus manos, parecía demasiado íntimo tener sus manos sobre su estómago, cubriendo a su hijo, protegiéndolo, todavía no había dicho nada, no le dio indicación de lo que estaba pensando o sintiendo. Pero era obvio que no iba a dejarla marchar.

– Kadan Montague nos ofreció protección, pero no sé nada de él.

El cuerpo de Jack se sacudió y sus brazos se apretaron a su alrededor.

Nadie va a quitarnos este bebé -corrigió.

Briony se mantuvo rígidamente lejos de él.

– ¿Vas a pedir un test de paternidad?

– Dices que el bebé es mío, entonces es mío.

Briony cayó contra él con alivio. Podía sentir las lágrimas quemando tras sus ojos. No se había dado cuenta cómo había estado manteniendo la compostura bajo un control tan rígido. Respiró profundamente y trató de detener un temblor repentino.

– Pensé que, si estuvieras dispuesto, podríamos resolverlo.

Jack ignoró su declaración, fijando su mirada en Jebediah.

– ¿Volasteis al aeropuerto principal? ¿Es cómo llegasteis?

– No, tuvimos miedo de hacerlo. Whitney se las ha arreglado para encontrar a Briony en cualquier lugar donde la escondimos. Todos mis hermanos volaron a los Estados Unidos, alquilaron coches, y fueron en diferentes direcciones con la esperanza de despistarlos. Tuvimos mucho cuidado para evitar que alguien nos siguiera, pero son buenos. Tyrel estuvo cerca de ser acuchillado y es bueno. Briony salvó nuestros culos esa vez, pero está preocupada por recibir un golpe en el estómago y perder al bebé. Nos encontraron de nuevo en la villa y estuvo cerca de agarrar a Briony, así es como consiguió el moratón de la cara. Le dio un puñetazo.

Las manos de Jack fueron a sus hombros.

– ¿Luchaste con alguien con un cuchillo mientras llevabas a nuestro bebé? -se mordió la lengua mientras aguantaba la reprimenda, las palabras todo el rato resonando en su cabeza. Le dio un puñetazo. Esperaba que Luther encontrara a Briony otra vez porque Jack iba a estar justo allí, y si el hombre quería golpear a la mujer, le iba a dar una lección de forma que nunca lo olvidara.

Briony se movió lejos de Jack, forzándolo a dejar caer las manos.

– ¿Qué esperas que haga? ¿Ir dócilmente hacia ellos? ¿Dejarles matar a mi hermano?

– Tus hermanos son chicos grandes. La única cosa de la que necesitas preocuparte es de mantener a salvo al bebé.

Dio dos pasos hacia atrás.

– He estado manteniendo al bebé a salvo, chico listo. Tú saliste corriendo, después de follarme, ¿recuerdas? Ser el padre biológico no te da derecho a darme órdenes. De hecho no tienes derechos que tengan que ver conmigo. Te pedí ayuda para proteger al bebé, no alguien que me mande.

Jack se estremeció por dentro mientras le devolvió las palabras a la cara. Había cometido un gran error usando esa palabra, implicaba que hacer el amor con ella no significaba nada después de todo para él. Trató de parecer segura, pero había vacilado, sólo un poco, diciéndole que no estaba acostumbrada a usar ese tipo de lenguaje, ni aún alrededor de sus hermanos. Estaba mucho más protegida que su primer pensamiento, y sólo hizo el hueco entre ellos mucho más amplio.

Ignoró su arrebato mientras se volvía hacia Jebediah.

– ¿Rastrean especialmente a Briony, o a todos vosotros?

– Creo que a Briony -dijo Jebediah.

– No puedo imaginarme cómo me rastrean -interrumpió Briony-. He examinado mi ropa e incluso mi joyería. He sido cuidadosa.

– Seguro como el infierno que no nos siguieron hasta aquí -dijo Jebediah. Era fácil ver el rastro trasero en la carretera serpenteante. Miró alrededor inquietamente-. Sólo tengo un mal presentimiento sobre esa gente, Jack. No quiero que pongan sus manos sobre mi hermana.

– No serás capaz de comunicarte con ella por un tiempo -dijo Jack.

– Podemos instalarnos algo seguro -Briony dijo contradiciéndolo.

Jack sacudió la cabeza.

– Vamos a hacerlo a mi manera. Ninguna comunicación entre tú y tus hermanos. Jebediah sal de aquí y vuelve a Europa inmediatamente. Cuando sepamos que estás a salvo, Briony, contactaremos con ellos.

– Esto no va a funcionar -dijo Briony calmadamente-. No me preocupa lo mal que se ponga, quiero saber que mi familia está a salvo todo el tiempo y ellos necesitan saber cómo estoy.

¡Hola! Estoy un poco cansado de sentarme aquí con mi dedo en el gatillo. ¿Los quieres muertos o vas a invitarlos a la casa?

No estás en forma, Ken. Entra. Es suficientemente seguro. No dejaré a la mujer irse. Se quedará con nosotros.

Y un demonio. Hasta que no estés a cubierto, me quedo fuera.

– ¿Me has oído? -le desafió Briony-. Te pido ayuda, no un dictador.

– Te escucho -Jack se encogió-. No creo en discutir, así que no va a ser un problema. ¿Dónde están tus cosas? -pudo respirar de nuevo.

No tenía que encontrar la fuerza para dejarla marchar una segunda vez. No tenía que comprometer su honor para forzar su conformidad. Había tomado la decisión por sí misma. Los nudos en su estómago empezaron a relajarse.

¿Y qué has querido decir, con que se queda con nosotros? Había sorpresa en la voz de Ken cuando asumió el mensaje de Jack.

Lleva a tu sobrino o sobrina. Había una inmensa satisfacción en revelarle las noticias a su hermano. Decírselo a su hermano, hizo las noticias verdad.

Sagrada mierda, Jack. Podías habérmelo dicho. ¿Qué demonios has hecho?

– Sólo traje una pequeña bolsa y está todavía en el SUV. Si alguien estaba mirando, no quería que pensara que tenía intención de estar por mucho tiempo. Además, voy a hacerme mucho más grande y necesitaré nuevas ropas, así que no tenía mucho caso traerme un montón de cosas -Briony se frotó las sienes-. ¿Con quién estás hablando?

La cabeza de Jack se levantó. Nadie había sido capaz de decir cuando estaba hablando con su hermano. Lo habían estado haciendo desde que podía recordar. En vez de contestarla, cogió su muñeca, su toque gentil esta vez.

– ¿Tienes dolor de cabeza? -sus dedos rozaron sus sienes exactamente los mismos puntos que ella había estado frotando.

– Ha sido un viaje largo y estoy cansada -dijo Briony.

– Estuvo bastante enferma en el camino hasta aquí -dijo Jebediah.

Jack se quitó la camisa y se la tendió a Briony.

– Quiero que te desnudes. Quítate todo incluyendo la ropa interior, joyería y el reloj. Ponte mi camisa y dale a tu hermano el resto de las cosas. Mi camisa será suficientemente larga para taparte.

– Ah, por el amor del cielo, no voy a quitarme la ropa y desfilar alrededor con tu camisa. Comprobamos por micrófonos y no encontramos nada. Sus tatuajes brillaron para ella en la oscuridad. No podía menos que mirar su pecho, a las cicatrices terribles talladas tan profundamente en sus fuertes músculos. Su mirada viajó hacia abajo, siguiendo una serie de cuchilladas hasta la pretina de los vaqueros antes de que pudiera detenerse.

Sus ojos se oscurecieron, mirando fijamente su cara.

– Estaré más que feliz de ayudarte si no puedes por ti misma.

Hubo una nota seductora en la orden, y el cuerpo de Briony respondió. Su mirada saltó a la de él. Sintió una ráfaga de calor. Sus pechos dolieron. Había una humedad de bienvenida entre sus piernas. Justo como esto. Una nota en su voz. Quitándole la camisa. Incluso cuando estaba siendo un bastardo, su cuerpo le deseaba.

Se retiró, dando varios pasos lejos de Jack, hacia su hermano.

– No va a funcionar. Pensé que eras razonable -miró a Jebediah-. Fue un error venir aquí.

– Tal vez -concedió Jack-. Pero viniste aquí. Ve a los árboles y quítate la ropa -dulcificó la voz-. Si me haces forzarte, Jebediah va a ponerse todo protector y entonces vamos a tener problemas. No puede tocarme, y hay un rifle de alta precisión apuntándole. Ken tiene un dedo que pica en el gatillo.

Briony se puso muy enferma, su estómago se revolvió, su corazón golpeó demasiado rápido. Jack pareció tan normal. Nunca alzó la voz. Incluso cuando le dio las órdenes, su voz fue siempre suave, esperando ser obedecido. El conocimiento estaba dentro de ella, la comprensión surgiendo de que verdaderamente no vivía con las reglas de la sociedad. Estaba rodeada por el bosque, profundamente en las montañas con un hombre que hacía sus propias reglas, y había escogido ese camino ella sola. Peor, había puesto la vida de su hermano en peligro.

Jebediah esperaba una respuesta. Estaba dispuesto a tratar de sacarla de la situación. Lo veía en su cara.

Jack caminó hacia ella, rompiendo la tensión, su camisa en la mano.

– Tenemos unas cuantas vueltas que solucionar, pero te puedo prometer a ti y a tu hermano, que ni tu bebé ni tú sufriréis ningún daño mientras estéis a mi cuidado. Ponte la camisa, Briony y deja que Jebediah salga de aquí. Cuanto más pronto se vaya, más fácil te será.

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