– Estás embarazada.
Briony sorprendida, miró al doctor.
– Eso es imposible. Estoy tomando la píldora. Me la prescribiste tú mismo -detestaba al hombre; la manera en que la miraba tan reptiliana, a menudo pensaba que las escamas le saldrían en cualquier momento. Tenía una sonrisa fría, casi satisfecha cuando la miró. No confiaba en él, nunca había confiado. Incluso cuado era una niña, había querido huir gritando de la habitación cuando había entrado. Cuando dejase la oficina, iba a ir al coche y retorcerle el cuello a Jebediah por llamarle. Sólo había estado de acuerdo en venir porque quería algunas respuestas. Esta era definitivamente la última visita que le haría al doctor Spark.
– Estás embarazada, Briony, de unas ocho semanas. Quizás olvidaste tomar la píldora cuando tenías que hacerlo -le dedicó una sonrisa de tiburón, que nunca alcanzó sus ojos-. El padre estará lleno de alegría.
Una sombra cruzó su mente. Su cuerpo se puso en alerta, sintió la alarma moviéndose rápidamente a través de ella, pero mantuvo su mirada sorprendida y balanceó su pierna adelante y atrás con agitación.
– ¿Tony? Estoy segura de que lo estará. Ha querido casarse conmigo desde siempre y esta será su gran oportunidad. Mis hermanos sacarán las escopetas y se pondrán de su lado.
Por primera vez su sonrisa satisfecha decayó. Sus ojos se volvieron aún más fríos.
– ¿Tony?
Se encogió de hombros, tratando de parecer casual.
– Uno de los entrenadores de tigres. Hemos tenido una relación estable durante un tiempo -le miró directamente a los ojos, determinada a seguir con la mentira sólo para ver su reacción, porque algo no estaba bien y tenía un mal presentimiento de que estaba en más problemas que estar embarazada.
¿Embarazada? ¿Era realmente posible? ¿Le estaba mintiendo? Estaba enferma todo el tiempo, incapaz de tomar cualquier comida. No se sentía como si le estuviera mintiendo, pero nunca podía decirlo con el doctor, incluso si su mente no estuviera escudada de ella.
Spark se aclaró la garganta.
– Pensé que me dijiste que no podías ser tocada y dudaba que alguna vez tuvieras una relación. ¿Ha mejorado esto?
Se frotó las sienes. Divertida, con el doctor no sentía dolor, pero un zumbido extraño en su mente siempre persistía cuando estaba cerca de él.
– Los ejercicios ayudaron mucho y he estado trabajando con la bioretroalimentación y la meditación -esa parte era verdad, pero ninguna cantidad de meditación la liberaría del dolor lo suficiente como para permitir a una relación cercana con nadie que no fuera Jack, y nunca iba a pensar en confiar nuevamente en él con su corazón. Intentó una pequeña sonrisa, siguiendo la mentira-. Por alguna razón, cuando estoy con Tony, no está tan mal, aunque no sé si casarme con él.
– ¿Quieres quedarte con el bebé entonces? -preguntó el doctor Sparks, mirándola de cerca.
Reprimió la primera respuesta. Por supuesto que iba a quedarse con el bebé -quería al bebé, incluso si su padre era un completo bastardo. Era bastante capaz de cuidar sola de un niño. Se encogió de nuevo.
– Lo pensaré. No había pensado en tener un bebé justo ahora, o alguna vez en realidad. Mis hermanos van a volverse locos conmigo, por eso no le voy a decir nada a nadie hasta que decida.
El doctor Sparks se alejó de ella y abrió un armario.
– Avísame, Briony, y seguramente pueda ayudarte con lo que decidas. Mientras tanto, necesitarás atención prenatal, sólo en caso de que decidas que quedarte con el niño -dándole la espalda, la miró sobre el hombro, ocupándose con una jeringuilla-. ¿Ha venido alguno de tus hermanos contigo? Quizás si hablase con ellos entenderían que será difícil para ti mantener una relación por algún tiempo.
– No, vine sola -no tenía ni idea de por qué mentía. Jebediah la había traído, asustado de que estuviera tan enferma como para quedarse en la carretera, o más probablemente, con miedo de que en realidad no viera al doctor. Sus ojos estaban en la cara de Spark cuando se giró, y su corazón salto con miedo. Sus rasgos reptilianos parecían cercanos a un alien, distorsionados con una especie de regocijo fanático mientras se acercaba con la aguja. Briony retrocedió-. ¿Para qué es eso?
– Vitaminas, para ti y el bebé. Pareces un poco pálida. No quieres defectos de nacimiento si decides que vas a tener al bebé después de todo.
Inhaló y supo que no había vitaminas en la jeringuilla.
– Atrás, doctor Sparks, no quiero recibir una inyección de nada -estaba en peligro, cada sentido en alerta. La adrenalina fluyó por su cuerpo, corriendo a través de sus venas con un conocimiento certero.
– No seas tonta, querida; esto es necesario y es sólo un pequeño pinchazo. Has tenido puntos de sutura mucho peores que esto.
– Tal vez, pero me voy a marchar ahora sin un pinchazo. Si necesito vitaminas, las tomaré por el método antiguo, sin receta médica en forma de pastilla.
El doctor Sparks alzó la voz.
– Luther, ¿puedes venir aquí, por favor?
La puerta se abrió de golpe y Luther bloqueó la única salida. Era grande, y Briony supo inmediatamente que estaba realzado. Tal vez era su olor, pero más probablemente sentía el realce de la misma manera que la sintió en Jack. Briony inhaló bruscamente y se encontró frunciendo el ceño. Había algo con respecto a Luther que la repelía.
– Quédate quieta, Briony; no tenemos que hacer esto más duro de lo necesario -dijo suavemente el doctor Sparks, todavía sonriéndola.
Luther la sonrió abiertamente.
El mono y el reptil, pensó un poco histéricamente.
Briony mantuvo su mano en alto como si rechazará al doctor, su mirada en Luther, su mente trabajando para encontrar una forma de salir de la habitación.
– ¿Qué es exactamente esto? Y no me digas que vitaminas ¿Qué está pasando?
– No puedo dejar que salgas corriendo y abortes. Creo que te calmaremos hasta que seas más razonable.
Sparks caminó acercándose.
– Soy más que razonable -dijo Briony-. No lo entiendo. -bajó la mano como si se rindiera, pero mantuvo su mirada en el hombre grande en el camino a la puerta.
– Eso es, buena chica.
– Incubadora querrás decir -dijo Luther con una pequeña sonrisa satisfecha-. Incluso me ofrecí para ser el donante.
El doctor Sparks miró a Luther. Briony pateó fuerte mientras Sparks volvía su atención lejos de ella. Tiró la jeringuilla de la mano del doctor cuando el se agachó, gritando y agarrándose la ingle.
La sonrisa satisfecha desapareció de su cara, Luther se apresuró hacia ella, saltando sobre el doctor, con los brazos extendidos para agarrarla. Estaba agradecida por su tamaño más pequeño, lo que le permitía realizar toda clase de trucos aéreos, y deslizarse por pequeños espacios. Usó la camilla para empezar, subiendo y pasando sobre el brazo que se estiraba hacia ella, y apuñalando a Luther con la jeringuilla. No pudo empujar el émbolo para liberar el líquido, líquido que estaba segura era una droga que dejaba inconsciente, pero logró completar un salto mortal completo en el aire y dio una patada, atravesando la ventana con los pies por delante. Protegió al bebé con una mano y su cara con la otra, mientras sus pies empujaban la mayoría de los cristales a la calle.
Aterrizó de cuclillas, se levantó y corrió hacia el aparcamiento. Luther era muy grande para pasar a través de la ventana, pero lo suficientemente fuerte para romper el marco. Lo escuchó jurar mientras golpeaba el pavimento.
– Pon en marcha el coche, Jebediah -gritó, poniendo tanta urgencia y mando en su voz como pudo.
Afortunadamente Jebediah, sentando en el asiento del conductor, lanzó el periódico, encendió el coche y abrió la puerta del pasajero.
– ¡Vamos! ¡Vamos! -ordenó, gesticulando con las manos, corriendo a toda velocidad hacia el coche. Se lanzó en el asiento mientras él quitaba el freno. Cerrando de golpe la puerta, miró hacia atrás para ver a Luther corriendo hacia un vehículo con dos hombres en él. Tenía un arma en el puño y furia en la cara-. ¡Deprisa, Jeb! Viene detrás de nosotros. Tiene un arma.
Jebediah no preguntó, pero reaccionó de la manera que sabía que lo haría, afrontándolo sombrío, conduciendo como un profesional, saliendo de la calle principal en el momento que pudo y tomando una ruta de vuelta hacia las tierras del circo a través de calles estrechas.
– ¿Qué demonios esta pasando, Bri? -demandó Jebediah mientras corrían carretera abajo.
– Spark trato de drogarme -dijo-, no sé que quería, pero tiene algo que ver con el bebé. -se presionó ambas manos sobre el estómago.
La miró duramente, la sorpresa escrita en su cara.
– ¿El bebé? ¿Qué bebé?
– Estoy embarazada.
– No puedes estar embarazada. Nunca has estado con nadie. ¿Dónde demonios he estado? ¿Y por que Sparks te drogaría por el bebé? Mira en el pequeño compartimiento bajo mi asiento y saca la pistola y la munición. Deprisa, Bri.
– No sé, Jeb, pero me preguntó si estabas conmigo y tuve el presentimiento de que podrías estar en peligro también -Briony encontró el arma y metió deprisa el cargador. Se la dio a su hermano. Había un cierto consuelo en ser inundada por sus emociones. No había duda de que Jeb la quería y quería protegerla-. Algo no está bien con mi adopción y la historia que les dieron a Mamá y Papá. Creo que quienquiera que sea esa gente, asesinaron a Mamá y Papá también -mantuvo la mirada pegada a la luna trasera-. Por mí.
La mandíbula de Jebediah se tensó.
– Quienquiera que asesinara a Mamá y Papá es el responsable, Bri, con toda certeza tú no, y no quiero oírte insinuar eso de nuevo. Ellos te quisieron cada instante tanto como lo hicieron con nosotros. No tuvieron remordimientos por adoptarte. Ninguno en absoluto, ni ellos ni nosotros. Maldita sea, Briony -golpeó el volante con la palma-. Debería haberme dado cuenta. Sabías que algo estaba mal. Siempre lo supiste. No quise saberlo -juró de nuevo-. ¿Cuántas armas hay atrás?
– Sólo veo al hombre que Sparks llamó Luther con un arma, pero Sparks probablemente tiene una también. Siempre he detestado a esa serpiente. Me dio las píldoras anticonceptivas. Toda mi medicación venía a través de él, no de una farmacia. ¿Cómo puedo estar embarazada con píldoras anticonceptivas? ¿No le molesta eso a nadie excepto a mí? ¿Por qué un doctor volaría para verme cada vez que lograba coger un constipado?
– No cogías constipados, Briony. No has tenido uno en tu vida; eso es por lo que estaba tan preocupado porque estuvieras enferma ahora. No tuviste la gripe ni las enfermedades infantiles. Mamá y Papá consintieron en permitir que el doctor Whitney cuidase de tu salud. Era parte del contrato de adopción y siempre he insistido porque eres tan diferente y otro doctor podía no ser capaz de tratarte adecuadamente. Sparks conocía tu historia, sabía como tratar tus circunstancias especiales -todo el tiempo que habló para mantener la calma, Jebediah condujo por las calles con la precisión de un conductor de carreras, con la pistola en su cadera.
– Y eso es otra cosa. ¿Por qué soy tan diferente? Conocía mi historia muy bien, mucho más de lo que nos contaba.
– Ambos Whitney y Sparks dijeron que tenías un tipo de autismo, que es por lo que no podías conectar con la gente.
– Conectaba, Jebediah. Te quiero, a Mamá y Papá y a los otros chicos. Sabes que lo hago. Siento dolor cuando estoy demasiado cerca. Te puedo decir lo que estas pensando, no exactamente, pero tus emociones. Justo ahora estás asustado, te sientes culpable y estas enfadado porque Sparks tratase de secuestrarme. Crees que tenías que haber visto el peligro hace tiempo.
– Debería haberlo hecho -giró el volante y tomó una carretera sucia lejos de la ciudad-. Tengo algunas conexiones, Briony. Veré lo que puedo desenterrar sobre Sparks y Whitney. Mamá y Papá guardaron todos los papeles originales pertenecientes a tu adopción en la caja fuerte del trailer. Echaré un vistazo y veré si algo en los papeles puede ayudarnos a solucionarlo. ¿Y quién demonios te ha dejado embarazada? No sabía que salías con alguien.
Se encogió de hombros, teniendo cuidado de evitar encontrarse con sus ojos.
– Tenía curiosidad, pensé que no podía quedarme embarazada, y dormí con un tipo caliente solo para ver como era.
– Eso no suena a ti. ¿A quien estas protegiendo? ¿Tony? ¿Randall? ¿Cuál? Tienen que asumir alguna responsabilidad.
Briony se echó a reír.
– ¿Sabes lo ridículo que suena cuando tenemos a alguien tratando de drogarme y tal vez secuestrarme? El hombre grande me llamó incubadora -cerró los ojos brevemente-. Dijo que se presentó voluntario para ser el donante.
Jebediah golpeó el volante con la palma.
– Eso no tiene sentido, Briony. ¿Qué quieren de ti?
– Mis diferencias tal vez. Jack Norton me dijo que se suponía que Whitney estaba muerto, que fue asesinado el año pasado, pero todavía le enviamos actualizaciones y el doctor Sparks todavía venía también. ¿Recuerdas el año pasado cuándo me dijo que era tan importante trabajar más duro sobre mis habilidades en el agua? Y justo después de que Mamá y Papá fueron asesinados, me ordenaron ir a Colombia para algo estúpido. Me negué. Era la primera vez que les negaba algo, pero no podía funcionar después de encontrar los cuerpos.
Jebediah la miró.
– Tenía miedo por ti. Estabas casi comatosa. Por supuesto les dije que no. Y más tarde, cuando hicieron el entrenamiento en el agua, casi te ahogaste por permanecer bajo el agua tanto tiempo. Eras una ruina. ¿Por qué no me cuestioné nada de esto? ¿Qué está mal conmigo?
– Mamá y Papá permitieron el entrenamiento; nunca cuestionarías su juicio. Una pregunta mejor sería ¿por qué era el entrenamiento tan importante para ellos? Me querían para algo, Jebediah -su mano masajeó el estómago-. O a mi bebé.
Su hermano le lanzó una mirada aguda.
– ¿Y qué sabe Jack Norton acerca de Whitney? No estás manteniendo correspondencia o viéndote con él, ¿verdad?
– No tengo una pista de donde está y no lo he visto desde que dejo Kinshasa. Hablamos mucho, eso es todo.
– No es un hombre del que quieras estar alrededor, Briony -le advirtió Jebediah.
– Pensé que era tu amigo.
– Los hombres como Jack Norton no tienen amigos. Nos conocemos el uno al otro. Le respeto, pero es peligroso y no le quiero en ningún lugar cerca de ti.
– Nunca he entendido por qué usas esa palabra siempre que su nombre sale. ¿Significa esto que de repente estalla en ataques de rabia y dispara a la gente? Estoy embarazada; no es como si fuera a querer tener sexo alucinante conmigo.
Jebediah se estremeció.
– La última cosa que un hermano quiere escuchar es que su hermana esta teniendo sexo alucinante. Jesús, Bri -traspasó las puertas de la "ciudad" del circo y condujo directo hacia su trailer. Le indicó que se quedara y salió, dejando el coche en marcha mientras sondeaba el área alrededor-. Deslízate en el asiento del conductor y si no salgo de la casa en un minuto, sal. Vete de aquí, y llama a este número -garabateó un número de teléfono de los Estados Unidos en una servilleta rasgada-. No confíes en nadie más.
Briony asintió y se sentó detrás del volante, la ansiedad precipitándose por ella. Por una vez Jebediah la creyó, en vez de insistir en que estaba paranoica y sólo eso era claramente espantoso. Estaba aliviada cuando sacó la cabeza por la puerta del remolque y gesticuló para que entrase. En el momento en que estuvo en la casa, Jebediah cerró de golpe la puerta y le ordeno a Tyrel echar un vistazo fuera.
– Vendrán por ella -Jebediah le dijo a los hermanos-. Recoged ahora. Vamos a tener que salir rápido. Coged todo lo importante y abandonad el resto. Seth, saca el alijo de armas; vamos a necesitarlas. No digas nada más sobre esto. Briony, ponte en movimiento, cariño; no tenemos mucho tiempo.
– La lluvia está empezando a caer de verdad -dijo Ruben-. Esto nos ayudará si estamos en la carretera.
– ¿Qué les diremos a los demás? -preguntó Seth.
– Absolutamente nada. No queremos poner a nadie más en peligro -contestó Jebediah-. El bastardo grande empuña un arma. Nuestra gente aquí no podrá decirles nada si no saben nada.
– Su nombre es Luther -la mano de Briony revoloteó hasta su garganta-. ¿Crees que me va a disparar?
– No, cariño, va a dispararme a mí.
Los ojos de Briony se abrieron con sorpresa.
– Jeb, no puedes quedarte conmigo, ninguno de vosotros. Alguno podría salir herido, o peor, asesinados como Mamá y Papá.
– No te hagas la tonta con nosotros -dijo Ruben-. Quienquiera que sea esa gente, lo arreglaremos -lanzó los archivos en un petate y se lo tendió-. Mete algunas ropas aquí y vámonos.
– No puede llevar nada pesado -objetó Jebediah-. Está embarazada.
– ¿Cómo? -exigió Seth.
– ¿Quién? -rugió Ruben.
– Oh, por Dios. -Briony giró los ojos-. Cogeré mis ropas.
– Deprisa -urgió Jebediah.
Se apresuró a la habitación, ignorando a Ruben gritando preguntas detrás de ella. Mientras llenaba de ropa una bolsa pequeña, escuchó a sus hermanos discutiendo sobre dónde ir. La lluvia caía a un ritmo estable, añadiéndose al color gris oscuro de su mundo. Costase lo que costase, sus hermanos la protegerían, y tenía el terrible presentimiento de que si Whitney la quería de vuelta, no podría detenerlo hasta que la tuviese, aunque tuviera que pasar sobre cada miembro de su familia.
Los gritos perforaron la noche, y los tigres rugieron un desafío. Briony se pudo rígida, la adrenalina invadió su cuerpo. La lluvia caía con mucha fuerza y los tigres continuaron, un malestar constante, sus voces amenazadoras, llevándolas a través de la ciudad del circo.
Los gritos agudos aumentaron, la impulsaron a la acción. Corrió hacia la puerta.
Jebediah la detuvo.
– Quédate aquí. Vamos a averiguar que está pasando. Tyrel está haciendo un barrido alrededor de las casas.
Sus hermanos corrieron hacia las jaulas de los animales para ayudar con cualquier emergencia que hubiera. Tan pronto como estuvieron fuera de la vista, la puerta de atrás se estrelló abierta. Briony no esperó a ver que pasaba o quién estaba allí. Salió corriendo por el frente detrás de ellos. Briony se negó a gritar, esperando no poner a Tyrel en un posible peligro. Era muy rápida y tenía una buena oportunidad de alcanzar a Jebediah.
La lluvia cayó sobre ella, mojando su pelo y su ropa mientras se precipitaba hacia el sonido del desastre. Cuando pasó a toda velocidad por delante de los arbustos azotados por viento, un enorme hombre surgió de los arbustos, dirigiéndose hacia ella. Luther. Y no estaba solo.
Briony casi corre hacia el segundo hombre, cambiando de dirección para evitarlo, y se encontró atrapada entre el hombre y el siguiente trailer. Se detuvo y se giró para enfrentarlos, con resolución en su cara. Mantuvo los pies en línea con los hombros, manteniéndose de lado para presentar un objetivo más pequeño, una mano se mantenía flojamente sobre su cintura y la otra gesticulaba mientras hablaba.
– ¿Qué quieres Luther? -miró hacia sus manos. Estaban empezando a sacudirse y sentía su cabeza aplastada, como en un torno. El miedo era muy severo para ser sólo las emociones de los dos hombres, pero podía sentir la reacción violenta de la muchedumbre cerca de las jaulas de los tigres.
– A ti. Sólo ven con nosotros ahora y nadie más tiene que salir herido.
Había algo vagamente familiar en él, algo fuera de su alcance.
– ¿Qué has hecho? -su estómago se apretó y presionó la mano protectoramente sobre el bebé.
– Tu novio no se sentía demasiado bien cuando le dimos un lugar donde dormir -dijo Luther. Se frotó el hombro donde ella había clavado la aguja-. No va a ayudarte con el bebé, así que mejor te preparas mentalmente para venir con nosotros o no tendrás a ninguno de tus supuestos hermanos vivos tampoco.
Respiró profundamente y miró hacia las jaulas de los animales donde la multitud se había reunido.
– ¿Heriste a Tony? -tenían que haberlo hecho, o no estaría tan violentamente enferma. La sangre empezó a gotear por su oído derecho.
– Basura sin valor. Podrías haber elegido a una docena de hombres para el padre de tu hijo. Hombres que merecían algo. Por qué demonios escogiste a ese gigoló está más allá de mí -gritó como una chica.
La boca de Briony se secó.
– ¿Por qué lo heriste?
– No tenía derecho a tocarte.
– Él… -se calló bruscamente. No se atrevió a decirles que Jack Norton era el padre de su hijo. Podrían decidir matarlo-. Esto es una locura. No entiendo nada de esto -se limpió el pequeño trazo de sangre de su oído.
– Venga. No quieres a tus hermanos heridos -dijo el otro hombre, un vestigio de simpatía en su voz-. Sólo ven con nosotros y nadie más morirá. Te lo explicaremos todo. No puedes soportar mucho más esto. ¿Y si tienes un ataque? Eso heriría al bebé.
– No seas amable con ella, Ron, es una fiera -le advirtió Luther.
– ¿Está muerto? ¿Le matasteis? -Tony era un hombre generoso con una sonrisa lista que lanzaba sin queja donde se necesitase-. ¿Por qué haces esto? -se frotó la palpitante cabeza. Por supuesto que lo habían hecho, porque lo había nombrado como el padre de su bebé. Había apuntado a la cabeza de Tony con un arma por su declaración irreflexiva-. ¿Por qué Whitney quiere a mi bebé? -iba a enfermar en otro minuto si la presión de su cabeza no aflojaba. Su visión estaba empezando a enturbiarse.
Ron tendió una mano.
– Vamos. Sabes que no te van a dejar corretear suelta cuando eres tan valiosa para ellos.
Briony empujó hacia atrás su pelo alisado por la lluvia y se froto los ojos para tratar de aclarar su visión.
– Está bien. Soy valiosa. El bebé es valioso. Supongo que eso significa que no puedes usar la pistola conmigo.
– Puedo dispararte en la pierna -advirtió Luther-y después de aquel truco en el que me tiraste la jeringuilla, me divertiré. Trae tu culo aquí ahora mismo.
Briony sacudió la cabeza.
– No lo creo. Ven y cógeme.
– Nadie quiere herirte -dijo Ron-, sólo terminar con esto. Métete en el coche y lo resolveremos.
Luther empuñó el arma y apuntó más allá de Briony.
– Tu hermano esta viniendo por ese camino, y seguro como el demonio que no me importa dispararle. Métete en el coche ahora.
Briony giró la cabeza para ver a Tyrel apresurándose a través del aguacero hacia ella. No había tiempo para nada excepto la acción, y lo asumió, haciendo una pirueta a través del suelo, se agachó para barrer las piernas de Ron de debajo de él. Mientras caía, volvió a levantarse y le pisó con fuerza la muñeca, invirtiéndose para patear su rodilla, esperando incapacitarlo.
El arma salió volando y saltó para usar un segundo salto mortal. Fue capaz de sacarla y continuar hacia adelante hacia su hermano.
– ¡Cógela! -tiró el arma. Con los tremendos reflejos con que estaban dotados los Cinco Voladores, Tyrel cogió el arma en el aire, empujando a su hermana tras él mientras retrocedían hacia su propio trailer.
– No podemos quedarnos atrapados, Tyrel -le advirtió.
Luther arrastró a Ron a la cubierta de los arbustos y envió un tiro de advertencia que roció hojas sobre ellos.
– Sólo entrégala y nadie resultará herido -dijo.
– ¿Realmente mataron a Tony? -los temblores sacudieron el cuerpo de Briony por la violencia que se precipitaba en los espacios a su alrededor. Las emociones obstruyeron su respiración y palpitaron en su cabeza. Se inclinó y vomitó, incapaz de detener los calambres de su estómago.
Tyrel siguió empujándola detrás de él con un brazo mientras se retiraban.
– Alguien le golpeó la cabeza y lo lanzó a uno de los tigres -contestó sombrío su hermano.
– Malditos. Les dije que Tony era el padre de mi bebé. No debería haber hecho eso, Tyrel. No debería haber dicho nada -profundamente en el interior se estaba desmoronando, haciéndose pedazos, incluso gritando. Era directamente responsable de la muerte de Tony, y una gran parte de ella estaba segura de que estaba conectada con la muerte de sus padres-. Tal vez debería irme con ellos. Si me quedo contigo, trataran de matarte, a Seth, a Ruben y a Jebediah.
– Cálmate -dijo bruscamente Tyrel-. ¿Crees por un minuto que les dejaremos alejarte de nosotros? Mantente tan lejos de esto como puedas. Estás realmente enferma. En otro minuto vas a caerte, Bri, y no puedo cuidarte y mantenerlos alejados.
Briony retrocedió hasta que alcanzó el borde del trailer. No permitiría que su incapacidad comprometiese la seguridad de Tyrel. Respiró profundamente, lo dejó salir e ignoró los fragmentos de cristal perforando su cráneo. Quería a Tyler, y Luther se iría al infierno si contaba con que se derrumbase bajo presión. Miró hacia el techo mientras Tyrel intercambiaba otro disparo con Luther. Alguien oiría los disparos y vendría corriendo justo en medio de una zona de guerra.
– Voy a subir al techo, Tyrel, y me pondré detrás de él.
Él la miró, su expresión furiosa, protectora. Podía ver el sudor en su cuerpo, el costo que la violencia se estaba cobrando en ella. El dolor atravesó a Briony, pero al mismo tiempo se sentía humillada por pensar que a pesar de sus dones especiales y sus capacidades, sus hermanos tenían que protegerla porque era incapaz de usar su rapidez o su agilidad o su puntería.
– No, no lo harás. Esta gente va en serio. Seth, Ruben y Jebediah estarán aquí en cualquier momento y te sacaremos de aquí. Sólo quédate aquí.
Luther se estaba moviendo, tratando de encontrar un mejor ángulo sobre Tyrel. Briony no podía pararse a pensarlo, las emociones de todos los hombres la estaban hundiendo. Rabia. Determinación. Luther tenía ansia por destruir, por matar. Estaba realmente enfadado con ella, no por lo de la jeringuilla, sino porque el pensamiento de que Tony fuese el padre del bebé era de algún modo un golpe para su ego. No tenía sentido para ella, pero lo difundía alto y claro.
Briony se agachó y saltó directamente al techo, agazapándose para permanecer fuera de la vista, corrió ligeramente y saltó a la siguiente azotea y luego a la siguiente. Desde su punto aventajado pudo ver a la multitud reunida alrededor de la jaula y Randall, el otro entrenador dentro. Jebediah permanecía fuera con un arma tranquilizante y el tigre tendido de lado pesadamente, la cabeza colgando por el disparo tranquilizante. Randall se inclinó para separar el cuerpo de Tony del enorme gato.
Debajo de ella y a su derecha estaba Luther. Estaba tumbado en el suelo, sujetaba el arma con ambas manos, los brazos extendidos, determinado a alinear un disparo sobre Tyrel.
Al su lado, Ron maldijo y gimió, sujetándose la rodilla.
– Creo que mi pierna esta rota. Me rompió la pierna, Luther.
– Idiota. ¿Por qué crees que la escogieron como la madre el niño? Te lo advertí, pero tuviste que enamorarte de sus grandes ojos negros -escupió Luther con desprecio-. Ve al coche y mantenlo encendido. Necesitaremos salir de aquí rápido. No podrá aguantar mucho más, y cuando le dispare a su hermano, va a caer duro. He estado estudiándola por algún tiempo.
¿Luther la había estado estudiando? ¿Pensó que conocía sus capacidades y sus debilidades? Briony se limpió una mancha de sangre de su boca con el dorso de la mano. No conocía la primera cosa sobre su determinación. El hombre no iba a matar a sus hermanos, y seguro que no conseguiría a su bebé. Estaba tumbada en el techo, anclándose mientras el viento y la lluvia la acuchillaban, volviendo el techo resbaladizo.
Briony se concentró en el arma en las manos de Luther. Ron empezó a volver poco a poco a través del arbusto, hacia el coche en marcha a unos pocos metros. Arrastraba su pierna, maldiciendo cada pocos pasos. Rechazó permitir que su mente vagara, manteniendo un sólo pensamiento, una acción, todo su ser concentrado en el objeto de metal que Luther agarraba tan fuertemente.
El metal parecía oscuro en la lluvia y las sombras, pero mientras continuó mirando, brilló levemente. Luther de repente juró y la lanzó a la hierba. El arma brilló con indicios de amarillo y naranja a través del gris de la lluvia. Luther miró alrededor, una pequeña sonrisa apareció de repente.
– Eres buena. Mejor de lo que pensé o esperé. Ven a casa donde perteneces.
La voz fue lanzada baja, y la vibración recorrió su cuerpo anudando su estómago. La alarma se extendió por ella. ¿Qué estaba haciendo? Era un ataque, pero no sobre ella, sobre el niño no nato.
– Páralo -sintiendo desesperación, Briony presionó una mano cubriendo al bebé y se agarró al techo con la otra para no deslizarse.
– El bebé debió de ser mío. Ven conmigo o no pararé y el niño inútil que llevas va a morir.
Briony no se molestó en discutir. Podía sentir la resolución de Luther. No pararía hasta que tuviera a Briony. Apartó su miedo por el bebé y por ella misma y se concentró de nuevo en el arma.
– Harías mejor en escucharme. Sé que puedes oírme. Estabas prometida a mí, quiero decir para mí. Entra en el coche o voy a matar a tu hermano. Sabes que puedo hacerlo también.
El arma empezó a moverse en la hierba, empezó a alzarse, y cayó a la tierra. Briony respiro profundamente y forzó la calma en su mente. No importaba lo que él estaba pensando, sintiendo o diciendo. Sólo el arma importaba. Era la única cosa en su mundo. Se alzó lentamente, se dio la vuelta hasta que el cañón estuvo apuntando directamente a Luther.
Lo más difícil era mantener el arma levitando mientras se concentraba en el gatillo. En realidad nunca había disparado de esta forma, pero todo era posible.
Luther giró la cabeza, su ojo captó el movimiento. Rodó fuera de la línea de fuego, su mano culebreo tan rápido que fue un borrón, golpeando el arma de vuelta al suelo.
– Deberías haberme escuchado.
Briony vio la determinación en su cara mientras se deslizaba en los arbustos. Iba tras Tyrel. Sin vacilación. Rodó hacia atrás, directa al borde del techo, girando en el aire de la forma que lo haría durante una actuación, para caer sobre sus pies. Se apresuró por la esquina del trailer y corrió hacia su hermano.
Luther salió de las sombras, golpeando el arma lejos de la mano de Tyrel, el cuchillo brillaba cuando cortó brutalmente su yugular. El cuchillo falló por media pulgada cuando Tyrel se echó hacia atrás. Hizo un par de volteretas para poner varios pies de distancia entre ellos, pero Luther fue igual de rápido, cubriendo la distancia de un sólo salto, el cuchillo apuñalaba deprisa, una y otra vez, cortando los brazos de Tyrel mientras este trataba de defenderse contra un ataque increíblemente rápido.
La sangre salpicó en todas direcciones, las gotas golpearon a Briony cuando salió del jardín para golpear a Luther con el canto de la mano en el pecho, poniendo su peso detrás y usando cada onza de adrenalina y fuerza realzada que tenía. La apuñaló con el cuchillo mientras caía. Briony sintió la mordedura de la hoja a lo largo del antebrazo, pero se mantuvo yendo directa a él, pateando sus manos para tratar de deshacerse del cuchillo. Erró su brazo, pero lo clavó en sus costillas.
Mientras atacaba de nuevo, captó un movimiento por el rabillo del ojo. Ron emergió, cojeando, el arma en la mano. Briony saltó hacia Tyrel, tirándolo hacia atrás mientras Ron disparaba varias rondas en rápida sucesión. Briony y Tyrel golpearon el suelo, rodando lejos para protegerse.
Luther se levantó y miró hacia las jaulas de los animales, donde la gente estaba empezando a girar la cabeza.
– Esto no ha acabado -gruñó Luther-, y cuando consiga poner mis manos sobre ti, vas a desear estar muerta.
Briony mantuvo la cabeza baja, tratando de no estar enferma, el dolor estrujaba su cabeza casi tan mal como el día que había encontrado a sus padres. ¿Era posible que Luther pudiera amplificar lo que estaba sintiendo?
Tyrel acarició su pelo.
– ¿Cómo estás de mal, cariño?¿Te cortó?
Esperó hasta que escuchó el coche marcharse antes de sentarse, meciéndose de delante a atrás.
– Pasará, Tyrel. No puedo tener un ataque, no sé que le haría al bebé -alzó la mano para presionar la palma contra la cabeza. La sangre goteó de forma constante.
Tyrel juró.
– Eso es profundo. Necesitas puntos.
– Tal vez deberíamos llamar al doctor Sparks -sugirió Briony un poco histérica y se inclino y vomitó otra vez.
El sonido de pasos anunció la llegada de sus otros hermanos. Seth se agachó y la arrancó de la hierba mojada, mientras Ruben le envolvía el brazo en su camisa.
– ¿Cómo está de mal, Tyrel? -preguntó Jebediah-. Estás herido gravemente.
– Son poco profundos -confirmó Tyrel-pero Briony necesita puntos.
Jebediah juró.
– Llévala a la casa. Os curaré a ambos y luego tenemos que marcharnos.
– ¿Dónde vamos a ir? -preguntó Ruben-. ¿Por qué están de repente detrás de Briony?
– Ella cree que mataron a Mamá y a Papá -dijo Jebediah-. Y estoy empezando a pesar que tiene razón. Saca todo lo de la caja fuerte y vámonos ya.
– Jebediah -la voz de Seth los detuvo a todos. Estaba de pie en la entrada de cuarto de Jebediah.
Se giraron despacio para mirarle. Se echó atrás para permitirles ver el caos en el trailer. El lugar había sido revuelto y la caja fuerte abierta, el contenido desaparecido.
– Había tres de ellos -susurró Briony-. No pude olerlos -miró a sus hermanos con miedo en la cara-. ¿Quién es esa gente?