Capítulo 17

Briony se agachó en el túnel que se dirigía abajo en la mina. Algo no estaba bien, pero no daba con ello. ¿Cómo la habían encontrado? Si Ken estaba en lo cierto, nunca habrían enviado soldados contra él y Jack. ¿Cómo podría salir impune Whitney enviando soldados detrás de miembros del ejército? No tenían a nadie en quien pudieran confiar.

El túnel era más oscuro que los bosques, y se sentó en la entrada, desde donde podría escapar apresuradamente de vuelta a la mina si alguien viniera, pero había consuelo en estar tan cerca del bosque. Ocasionalmente veía un destello de luz en el cielo y oía el sonido de disparos, pero parecían lejanos. ¿Cómo la habían encontrado?

Tenía que haber lógica en lo que Whitney había hecho. La había sacado del orfanato donde la encontró, y experimentado con ella, pero a diferencia de algunas de las otras chicas que había mantenido, a ella la había adoptado una amorosa familia. Pero era todavía un experimento. Él había querido ver como se desarrollaría y funcionaría en comparación con alguien a quien había mantenido con él. ¿Qué necesitaba exactamente alguien para un experimento? Briony se sentó derecha, su corazón empezando a golpear, sabiendo que estaba en el borde de un importante descubrimiento. Sus sienes latieron y el estómago se retorció. Demasiadas veces en su vida había sentido los mismos dolores punzantes, el estómago revolviéndose terriblemente, y había parado de tratar de recordar su pasado. ¿A quien controlaba Whitney y con quien la estaba comparando? Whitney necesitada sus experimentos de la manera en que otros necesitaban respirar. Debería haber alguien, otro niño a quien había mantenido atrás, criado sin una familia, criado en un ambiente duro, difícil, uno que mantenía.

– Oh, Dios.

Horrorizada por sus propios pensamientos, empezó a mecerse adelante y atrás, presionando sus manos contra su estómago. ¿Una de las otras niñas? ¿Qué le mostraría eso a Whitney? ¿Solo que ella reaccionaba de forma distinta bajo presión? ¿Bajo el dolor? No, Whitney necesitaría más que eso. ¿Por qué había sido escogida para ser adoptada? ¿Qué tenía de especial que la había enviado fuera cuando había mantenido a tantas otras?

Trató de recordar, forzando a sus pensamientos hacia su niñez antes de su familia adoptiva. Tenía cinco años, bastantes para tener memoria. Su cráneo latía. La sangre chorreaba de su nariz en advertencia, pero las sombras se movían, eludiéndola, pequeñas briznas. Una voz infantil. Llorando. Suplicando. ¿Era su voz? ¿Eran dos voces llorando? Duras manos apartándola lejos cuando se aferraba… cuando se aferraban la una a la otra.

Se frotó las manos por los brazos, súbitamente helada hasta los huesos. Había dos voces. El dolor se disparó a través de su cabeza, apuñalando profundamente en su cerebro, pero no lo soltaría cuando estaba tan cerca. La sangre goteaba constantemente de su nariz y comenzó a salir de una oreja. Presionó las palmas contra su cabeza. Se sentía como si alguien estuviera apretando un tornillo allí, pero empujó a través de la barrera, el dolor y vio…

Briony ahogó un grito, y se cubrió los ojos como si eso bloqueara el conocimiento. Dos pequeñas niñas con las mismas cabezas, el rubio pelo cayendo alrededor de sus caras, sus mismos ojos marrones enormes, andando, hablando y sosteniéndose una a la otra hasta… Briony corrió a la profundidad de la mina, se agachó y vomitó.

Tenía una hermana gemela. Whitney las había separado, enterrado sus recuerdos detrás de un muro de dolor y enviándola sola mientras él mantenía a su hermana. ¿Cómo podía haberle permitido borrar el conocimiento de que tenía una hermana? Todos los años que habían pasado, ¿qué le había hecho a Mari? Marigold. ¿Le había borrado los recuerdos a ella también? ¿O sabía su hermana que Briony estaba allí fuera en algún lugar, libre, mientras ella permanecía encerrada con un loco y sus experimentos? ¿Esperaba su hermana ser rescatada? ¿Sería él tan cruel como para atormentarla de esa manera? ¿Se preguntaría su hermana todos los días de su vida porqué Briony no iba por ella?

Lagrimas corrían desnudas por su cara mientras Briony se tambaleaba hacia la entrada de la mina. Recordaba trozos y pedazos solo, pero sabía que tenía razón, lo sentía, la garra del vacío, justo lo mismo que cuando Whitney las había separado hacía tantos años. Tenía que haber un modo de encontrarla. Briony la encontraría, pero primero, tenía que averiguar como los hombres de Whitney continuaban rastreándola. Antes de que pudiera ajustarle las cuentas al doctor tenía que escapar de él.

Alzó la cabeza. Whitney nunca había renunciado realmente a su control sobre ella. Tenía pleno control sobre su educación y ciertamente sobre sus necesidades médicas. Ella no había estado disponible para continuar con sus experimentos, ni siquiera para serle dada su habilidad para cambiar el color de su piel. Así que si ese fuera el caso, él tenía la habilidad de implantar cualquier cosa que creyera necesaria, tal como un dispositivo de rastreo.

Ella juró suavemente para si. Desde luego que tenía que haber un dispositivo de rastreo. No querría que ella escapara de él cuando era la futura madre de sus supersoldados. ¿Cuándo lo había implantado? No cuando era una niña; había sido hacía demasiados años y la tecnología avanzaba demasiado rápido. Él habría querido lo mejor, lo último. ¿Cuándo fue la última vez el Dr. Sparks le había hecho algo de importancia? Hacía dos años había sido hospitalizada para cirugía en pacientes externos. Sparks tenía a su propio equipo allí, no el personal regular del hospital.

Briony se tocó la cadera. Había despertado con puntadas, y el doctor Sparks le había contado que habían encontrado y extirpado un bulto sospechoso, y con sus súper habilidades físicas no podían ser demasiado cuidadosos. No había mencionado específicamente cáncer, pero lo había insinuado y su madre había estado obsesionada con cada magulladura y golpe.

Pasó un dedo por la pequeña cicatriz, apretando profundamente para tratar de sentir si había algo bajo la piel. El aliento se le quedó en la garganta. Si presionaba muy fuerte, había claramente pequeñas aristas contra la almohadilla del dedo. Whitney tenía que haber implantado el dispositivo. Y eso significaba que no importaba si Jack y Ken rechazaban a un ejército entero tan bien como si la escondían en la jungla más profunda, ella sería encontrada.

Con el corazón latiendo salvajemente, abrió el paquete que Jack había juntado apresuradamente. Armas al igual que un kit médico colocado encima de sus ropas. Sacó el cuchillo de su vaina y lo giró para inspeccionar su filo. Jack y Ken parecían tener el mejor equipamiento. El cuchillo tenía un equilibrio agradable al igual que una empuñadura confortable. Miró fijamente a la hoja durante unos pocos momentos, la indecisión luchando contra la resolución.

Briony tocó la mente de Jack, necesitando la tranquilidad, esperado que hubiera pasado el peligro y pudiera venir con ella, pero su mente estaba totalmente ocupada con el objetivo. Se retiró de Jack y miró fijamente otra vez al cuchillo. Muy despacio abrió el paquete de antiséptico y empapó la hoja del cuchillo. Esparció más por su carne desnuda, justo encima de la cadera. Era frío y un temblor bajó por su espina dorsal.

Tomó un profundo aliento y presionó la punta del cuchillo contra la esquina del pequeño disco de aristas en su cadera. Su cuerpo se estremeció y empezó a sudar mientras el cuchillo perforaba la piel. Lo hundió más profundo, sintiendo la manera de encontrar las dimensiones del objeto extraño. Empezó a temblar, el dolor golpeando a través de ella, arañando en su estómago, pero estaba decidida a extraer la cosa. Una vez supo el tamaño, pasó la hoja con cuidado por su piel, creando una solapa. Tenía solo cerca de tres cuartos de una pulgada, pero parecía que la mitad de su cadera estaba implicada, con el dolor irradiando por su pierna y su espalda. Incluso su estómago se endureció. Una vez que cortó, dejó el cuchillo y usó las pinzas para extraer el objeto, todo el tiempo susurrando tranquilidad a los bebés, temerosa de que pudieran saberlo.

Tuvo que descansar un momento, respirando profundamente y evitando ponerse enferma otra vez. Era un lugar difícil para coser, y la sangre fluía libremente, haciéndolo todo resbaladizo. El kit médico contenía varias agujas, suturas, gracias a Dios, ya enhebradas. Había practicado costura de campo antes, pero de algún modo parecía más doloroso y difícil de lo que recordaba.

Las manos le temblaban, lo cual no ayudaba, pero se mordió el labio inferior con fuerza y forzó a la aguja a través de la piel. Trabajaba en hacer diminutas puntadas mientras cerraba el corte. Cuando terminó, Briony se sentía enferma del estómago y se echó hacia atrás para cerrar los ojos brevemente. El olor de su propia sangre era insoportable en los pequeños límites del túnel. Cerró los ojos y trató de concentrarse en detener a su revuelto estómago.

Un pequeño sonido la alertó, el chasquido de una ramita. Sus ojos se abrieron de repente y alcanzó el arma más cercana, una piedra, lanzándola fuerte, usando cada parte de fuerza que tenía para lanzarla. Su mano estaba todavía sangrienta y la roca se resbaló mientras la tiraba. La cara de Luther se oscureció por el enfado mientras atrapaba la roca contra su pecho donde le golpeó. Dio un paso en la entrada de la cueva, alzándose sobre ella.

– Si es la pequeña puta, de vuelta con su hombre. Ese defectuoso mocoso en tu vientre es suyo, ¿verdad? No del domador de leones, puta mentirosa -Luther la pateó.

Ella rodó en el último momento, mientras la punta de su bota se dirigía directamente a su estómago. Siguió rodando hasta que salió de la estancia tratando de ponerse de pie. Luther era demasiado rápido, siguiéndola, su gran cuerpo atrapándola contra la pared del túnel. Levantó las rodillas en un esfuerzo por proteger a los bebés y esperó al siguiente ataque. Luther estaba respirando con dificultad, la terrible rabia en sus ojos.

¡Jack! Olvídate de la calma. Olvídate de ser estoica. ¡Jack, Luther me ha encontrado!

Él contestó inmediatamente y ella podría haber llorado. Su voz era totalmente calmada, completamente seguro. Estamos en camino. Entretenle si puedes. Si no, coopera, nena. No le des ninguna razón para cabrearse contigo.

Bien pensado, pero un poco demasiado tarde. Estoy realmente asustada de que intente hacer daño a los bebés. No sé cuál es su intención, pero parece creer que le he traicionado de alguna manera. Tengo el cuchillo, pero no sé si puedo manejarlo.

¿Ha visto él tus armas? ¿Sabe que lo tienes?

No.

Mantenlo como último recurso. Y, nena, mantén tu mente abierta a la mía. Tengo que ser capaz de protegerte de las emociones incluso a esta distancia. Y seré capaz de encontrarte si te lleva con él antes de que llegue allí.

– Estoy realmente harto de ti, Briony -dijo Luther, agachándose para mirarla fijamente a los ojos. Quería que tuviera miedo de él; podía verlo en su cara-. Mentiste sobre que Jack fuera el padre.

Briony se encogió más en las sombras, sintiendo el paquete detrás de ella, y encontrando el cuchillo ensangrentado todavía encima del montón. Se inclinó contra el paquete, la hoja del cuchillo oculta por su cuerpo.

– Lo sé. Lo siento. Estoy tan confusa. Nada tiene sentido ya -mantuvo un tono bajo, incluso sumiso.

Era la última cosa que había esperado de ella, y paró su avance, la sospecha en su cara. Deliberadamente Briony levantó una temblorosa mano y se enjuagó el sudor de la frente, manchándose de sangre la frente, pareciendo tan frágil como fuera posible.

– Has encontrado el disco rastreador -su comportamiento entero cambió-. Sonó incluso orgulloso de ella-. Sabía que lo harías, y lo extrajiste de tu cuero. Eres como… -Luther se interrumpió bruscamente, agachándose a su lado, sacando una cantimplora-. Aquí, bebe un poco. Es solo agua. Déjame echar un vistazo a eso.

– ¿Cómo mi hermana? -Briony cogió la cantimplora y bebió, su mirada nunca dejando la suya, mirando su reacción.

Sabía que lo averiguarías. Te elegí porque eres tan dura como los clavos y nuestros niños van a ser increíbles -sus dedos le acariciaron la cadera mientras examinaba su obra.

Briony se mordió fuertemente el labio, forzándose a permanecer quieta y no moverse bruscamente alejándose de su toque.

– ¿Dónde está ella?

– La verás muy pronto. No está en muy buena forma en este momento. Brett tiene que disciplinarla a menudo. Es sumamente combativa.

– ¿Quién es Brett? ¿Y por qué es combativa?

– Ella no quiere cooperar con él -sacudió la cabeza-. No quiero tener esa clase de problema contigo.

– ¿Mi hermana está con alguien llamado Brett? ¿Y él la disciplina? ¿Ves por qué estoy tan confundida? Pensé que Whitney quería que ciertas parejas tuvieran niños y se cercioró de fueron atraídos físicamente -tomó otro trago de agua, tratando de retrasar lo inevitable, entreteniéndolo por un tiempo.

Luther sacó su propio kit médico y enjuagó el área alrededor de la cadera con más antiséptico antes de aplicar un antibiótico tópico.

– Nos dimos cuenta que no era necesario para la mujer estar atraída por el hombre, solo que el hombre la quisiera.

Briony frunció el ceño.

– Eso es ridículo. ¿Por qué estaría de acuerdo ella en tener el bebé de alguien si no está atraída?

– No tiene que estar de acuerdo. no tienes que estar de acuerdo. Podemos forzar la conformidad. No es fácil si la mujer es una luchadora, pero por otra parte, es una buena cosa, y todos reconocemos eso. Si la mujer está dispuesta a luchar y es lo bastante dura para extraer un disco de su cuerpo, ella es definitivamente alguien a quien queremos como madre de nuestros niños -puso una gasa sobre la herida y la sujetó en el sitio-. Esto debería sujetarla hasta que volvamos al laboratorio.

Briony se tragó su opinión de que estaba loco.

– ¿Podré ver a mi hermana?

– Si quieren verse la una a la otra, tendrás que hacer lo que haga falta.

– ¿Quieres decir tener relaciones sexuales con alguien con quien no queremos? ¿Por qué Whitney no utiliza in vitro antes que forzar a una mujer a intimar con alguien que no quieren?

– Porque cuando tengamos a los soldados que queremos, nadie podrá decir que fueron engendrados genéticamente. Serán humanos más allá de cualquier protesta o gritos.

– Es violación -indicó Briony.

– Solo si lo haces violación -argumentó Luther, sus dedos asentándose alrededor de su muñeca para empujarla y ponerla de pies-. La mujer tiene una elección. Siempre la damos una opción. La manera fácil o la difícil. No seas como tu hermana.

El fanatismo de su cara la enfermó. Creía todo lo que decía. No pensaba que hubiera nada malo con lo que estaba proponiendo, forzarla a tener relaciones sexuales para producir un niño con fuerza y habilidades sobrehumanas. No tenía sentido que no usaran in vitro para producir un niño, tenía que haber otras razones.

Se tambaleó contra él y la empujó por el túnel hacia la noche. Rápidamente estuvo sobre ella, haciéndola girar, golpeándola contra un lado de la entrada, apretando fuertemente con una mano mientras la sujetaba por la cintura con la otra, exponiendo el cuchillo. Lo sacó de sus dedos y lo tiró al suelo.

– ¿Crees realmente que soy estúpido? -la abofeteó, lo bastante fuerte para balancearla, después siguió empujándola contra la pared otra vez-. Estoy enfadado contigo, así que no me toques los huevos.

– ¿Por qué? -la bofetada trajo lágrimas a sus ojos-. ¿Qué hice aparte de intentar huir? Tú lo habrías intentado también.

Intentaba pensar, evitar asustarse. Jack estaba en camino. Solo entretenlo. Sería un momento, un momento cuando Luther no estuviera poniendo atención y encontraría una forma de huir, o matarlo.

Él inhaló, presionando la cara contra su cuello.

– Apestas a él. Has dormido con ese asesino. Eso es todo lo que él es, todo lo que conoce. No es un soldado. No entiende la lealtad a la unidad. Es un asesino y estás llevando a su bebé. Vas a ir a un doctor antes de que te llevemos al laboratorio y te desharás de eso. Les contarás que perdiste al bebé. ¿Entiendes? Si no lo haces, tu vida va a ser un infierno durante muchísimo tiempo. Estoy tentado de extraer yo mismo esa cosa de ti, tal como hiciste con el disco rastreador.

Briony no podía detener el estremecimiento que corría a través de ella mientras sus manos vagaban sobre su cuerpo. Él la besó en un costado del cuello, le mordió el hombro fuerte, un castigo por sus pecados.

– Siempre has sido mía, nunca suya. Porque querían su niño, nunca lo sabré, pero no van a tenerlo. No voy a ser capaz de esperar mucho tiempo por ti, pero al menos quiero su hedor lavado.

Estaba presionando fuertemente contra ella, tan apretado que lo sentía como una roca sólida, las manos explorando su cuerpo. El sonido de un disparo resonó por la noche, a lo lejos, y supo que Jack estaba todavía muy lejos.

No reaccionaría. Si le mostraba a Luther cuanto detestaba sus manos sobre ella, la golpearía y forzaría un aborto, pero su lengua le lamía el cuello y sus manos se arrastraban para asir los senos, y no pudo detenerse.

– Sé lo que estás pensado y no quieres intentarlo, Briony. Eres lo bastante dura, pero en una pelea, te atraparía todas las veces. No eres lo suficientemente mala. Te he estudiado, cada cinta de entrenamiento que tienen de ti, cada movimiento que tienes.

Los labios viajaron al lóbulo de su oreja y sus manos acunaron el peso de sus pechos.

Por un pequeño momento ella trató de entender lo que era para él, conducido por la diabólica mente de Whitney para perseguirla, necesitando perseguirla porque su cuerpo hacía demandas implacables. Ninguna otra mujer iba a satisfacerlo jamás. ¿Por qué Luther no veía que era una victima al igual que ella, igual que Jack, que su hermana y probablemente Brett? Whitney los movía a todos alrededor como piezas de un tablero de ajedrez.

Luther le levantó la camisa y bajó la boca a su seno, la urgente necesidad de su cuerpo venciendo a todo razonamiento.

Briony le pisoteó el pie, tan fuerte como pudo, dándole una patada con el tacón en la rodilla. No alcanzó la rodilla, pero le golpeó en la espinilla. Él gruñó de dolor, pero sus manos la apretaron para sostenerla. Doblándose hacia delante, lo agarró del cuello y tiró de él, usando su espalda para hacerlo rodar. Luther se colgó de su muñeca cruelmente mientras volaba sobre su cabeza, tirando de su brazo, casi sacándoselo mientras daba un salto mortal y golpeaba el suelo. Ella cayó de cara y trató de rodar en el último momento, protegiendo instintivamente a los bebés.

El aire salió de sus pulmones y ella levantó una pierna mientras Luther se abalanzaba sobre ella para inmovilizarla. Intentó alcanzar su entrepierna, golpeándola fuertemente, pero el se giró lo bastante como para encajar el duro golpe en el muslo. Él juró, doblando su puño y golpeándole la cara. Briony vio estrellas, su ojo izquierdo hinchándose tan rápido que perdió visión inmediatamente. Bloqueando todo el dolor, se empujó hacia arriba mientras él se sentaba sobre ella, levantándose para encontrarlo tratando de quitar su peso de su estómago. Deliberadamente él empujó su rodilla contra su cadera, rompiendo las puntadas que ella había puesto allí.

– Maldita, te dije que no intentaras ser violenta conmigo. No puedes ganar. ¿Tienes alguna idea de cuanto puedo herirte si uso toda mi fuerza? Esto era solo para enseñarte una pequeña lección.

Ella le empujó en el pecho, en su pierna, doblando los puños y golpeándole en un esfuerzo de quitárselo de encima.

¡Quédate abajo! ¡Quédate abajo!

La voz de Jack se movió por su cabeza, casi perdida en la adrenalina y el miedo por sus hijos. Vaciló y entonces se dejó caer al suelo. Advirtiendo una pequeña incertidumbre, Luther se tiró lejos de ella, rodando mientras una bala desgarraba su hombro, donde había estado su cabeza. Siguió rodando lejos de ella, entrando en la mina.

Briony trepó a gatas hacia la cubierta más gruesa del bosque. Su ojo estaba hinchado, evitando que viera apropiadamente. Unas manos duras la agarraron y luchó, balanceándose salvajemente.

– Nena, soy yo. Estás a salvo. Estás a salvo ahora -Jack la envolvió en sus brazos, apretada contra su pecho. Ella podía oler su olor, oír su latido del corazón. La echó para atrás para mirarla-. ¡Joder! ¡Hijo de puta!

La atrajo más cerca y entonces la empujó hacia Ken, girando su cabeza hacia la mina, sus ojos eran un frío hielo.

– ¡No! -Briony le agarró del brazo y trató de empujarlo de vuelta a ella-. Sabe donde está ella. Tengo una hermana. Él sabe donde está Jack.

Jack ni siquiera giró la cabeza para mirarla mientras corría hacia la mina.

– ¡Jack! ¡Por favor!

Tu asno. No estás pensando. Ken se lanzó hacia su hermano. No rastreas a un oso herido en su guarida, no importa cuanto necesites la matanza. Golpeó a Jack abajo, en sus rodillas, y lo atrajo abajo mientras un disparo salía de la mina.

¡Aléjate jodidamente de mí!

Tienes una boca sucia. Mantén tu cabeza fuera de tu culo, Jack. Briony ya ha pasado por suficiente y no necesita verte morir porque te precipitas. Salgamos de este infierno. Podemos rastrear a ese bastardo más tarde.

¿Has visto lo que ese hijo de puta le ha hecho?

Lo he visto. Le atraparemos, solo que no ahora. Ella necesita que pienses, Jack.

Jack tomó aliento, calmándose. Todo lo que tenía que ver con Briony parecía quebrantar su serenidad, pero la vista de su cara hinchándose y la sangre empapando sus vaqueros y su camisa en un lado… Empujó a Ken lejos de él y avanzó lentamente a través de la maleza de vuelta a Briony.

Jack recogió su cuerpo más pequeño contra él.

– Está bien, nena, solo he perdido el juicio por un minuto. Has conseguido un ojo morado como el infierno aquí.

– Tengo una hermana, Jack -era humillante, pero no podía parar de llorar-. La tienen. La están reteniendo en alguna parte, y Luther dijo que estaba siendo disciplinada porque no quería que Brett la tocara. Dijo que no importaba si la mujer estaba atraída, solo el hombre. ¿Qué clase de personas son?

– Bastardos, nena -dijo Jack, enjuagando sus lágrimas con los pulgares. Aunque era infinitamente suave, ella respingó y él dejó caer la mano-. ¿Qué le ha ocurrido a tu costado? -le levantó la camisa para ver la almohadilla de gasa empapada en sangre-. ¡Qué infiernos, Briony! Nena, para de llorar, me estás matando.

– Se sentó sobre mí. Le viste sentado sobre mí. No sé si podría matarles solo sentándose en mi estómago, Jack. No se lo bastante sobre bebés.

Las lágrimas corriendo desnudas por su cara le rompían el corazón.

– He leído que los bebés no nacidos están en un ambiente muy protegido, Briony. Están bien. Están a salvo.

– Dijo que iba a eliminarlos de mí. Planeaba llevarme a una clínica para abortar -un estremecimiento la recorrió, y una ola nueva de lágrimas empezó.

Jack la envolvió en sus brazos y la arrastró a la protección de su cuerpo, mirando un poco impotentemente a su hermano.

– Nada va a pasarles, Briony -le levantó la camisa otra vez para rebelar la herida de su cadera.

– Tenemos que movernos o seremos atrapados, Jack -advirtió Ken, mirando su rastro-. No los engañaremos mucho tiempo. Sabrán que nos fuimos y vendrán corriendo. Y Luther o uno de los otros soldados realzados tiene que ser telepático. Está inmovilizado en la mina pero los otros estarán corriendo para cortarnos.

Jack le bajó la camisa con un leve ceño y la atrajo bajo su hombro. Los dos hombres empezaron a correr con ella entre ellos, a través del bosque lejos de la casa y lejos de la mina. Briony presionó la mano en su costado y trató de acallar el constante dolor punzante.

– ¿Qué sucedió? -repitió Jack.

– El doctor plantó un dispositivo rastreador en mi cadera. Lo extraje para que no pudieran seguirnos.

Jack la miró enfurecido.

– ¿Hiciste qué?

– Jack -advirtió Ken.

– ¿Qué hubieras hecho tu? -le preguntó.

El no podía gritarle o ella iba a enfermar. El ojo le latía con cada paso que daba, disparando el dolor por la cabeza y su estómago seguía revolviéndose incómodamente. Estaba preocupada por los bebés con Luther sentándose encima de ellos, a pesar de las garantía que Jack le había dado.

– ¿Sabemos a donde vamos?

– Nos dirigimos al paso. Tomaremos la ruta del cañón. Parece un callejón sin salida podemos atraerlos dentro -explicó Ken-. Pensarán que estamos atrapados, pero tenemos nuestra salida a través del paso.

– El sol está arriba y necesitaremos un buen comienzo con ellos -agregó Jack-. Deberíamos parar y remediar tu cadera y el ojo. Hay una arboleda un poco más adelante y tiene una ladera agradable para ello. Estaremos un poco más seguros allí. Necesitarás beber agua. Si te cansas y necesitas descansar, no seas estúpida, dilo.

– Van a golpearnos con todo lo que tengan una vez que estemos en el cañón. Sabes que tienen todavía un helicóptero, y van a usarlo también para rastrearnos. Tenemos que permanecer en los árboles tanto como sea posible -Ken tomó la delantera mientras el camino se estrechaba-. Vigila las ramas bajas, Briony.

– Podrán ver donde vamos, Jack -dijo Briony temerosamente.

– Nosotros siempre esperamos un helicóptero -le aseguró Jack-. Podemos con ellos. Los matorrales van a empezar a espesarse. Si necesitas ir más despacio, podemos. El helicóptero no puede entrar aquí.

– Estamos dejando pistas -indicó Briony.

– Queremos que vengan detrás de nosotros, nena -dijo Jack-. No te preocupes. Tenemos una ruta de escape. Ken, ¿llamaste a los refuerzos?

Ken sacudió la cabeza.

– Pensé acerca de eso, pero no sabemos, aparte de nuestro equipo, en quien podemos confiar. Si contacto con nuestro comandante, el almirante, y él está en esto, estaremos jodidos.

Jack echó un vistazo a Briony, valorando el esfuerzo en su cara. Había pasado por mucho y todavía tenían varias millas por delante hacia arriba por la falda de la montaña. Ella le dirigió una pálida sonrisa.

– Estoy bien, Jack. Quiero poner distancia entre ellos y nosotros.

No le parecía que estuviera bien, y si la llevaba a un hospital, lo cual tenía intención de hacer para comprobar a los bebés, corría el riesgo de ser detenido por violencia doméstica. Ella parecía como si hubiera estado en una guerra. Él aflojó el ritmo acortando las zancadas. Ken le miró con dureza y entonces miró la cabeza inclinada de Briony y mantuvo su boca cerrada, pero empezó a quedarse atrás desde donde podría proteger a su hermano y a Briony si alguno de los soldados realzados viniera por atrás.

Briony corrió otra milla, montaña arriba, sus pulmones ardiendo y su costado le daba calambres. La sangre chorreaba por su cadera en una corriente constante y se sostenía el estómago con una mano. El miedo era lo más importante en su mente, miedo a que estuviera retrasando a Jack y a Ken y no pudieran ser capaces de escapar de los hombres que los seguían. El helicóptero se había retirado hacia una hora para conseguir combustible imaginaba, pero estaba volviendo, volando bajo entre los árboles en busca de ellos.

La bilis le subía continuamente, y trataba desesperadamente de suprimirla, pero finalmente no tuvo elección. Lágrimas enturbiaban su visión, paró y se inclinó, el estómago con nauseas.

– Náuseas matinales. No comí nada. Lo siento.

El rifle de Jack fue a su hombro y miró a los árboles circundantes. Ken guardó las espaldas a Briony, haciendo lo mismo, sus cuerpos quietos mientras sus ojos estaban inquietos. La siguiente hora pasó con una pauta similar. Briony corrió tanto como pudo antes de vomitar, los gemelos corriendo con ella y ambos protegiéndola instantáneamente mientras estaba enferma. Cogió un destello de humor en la mente de Jack y le miró sospechosamente a la cara y entonces a Ken. Ambos tenían expresiones graves, pero no iba a tragárselo.

– Os estáis riendo -acusó.

– Es reír o llorar, nena -Jack la miró-. Tienes que admitirlo, la situación es diferente de lo que normalmente hacemos. Deberíamos haber traído algunas galletas.

– Probablemente habrías pensado en eso también -se quejó Briony, parando otra vez para agacharse.

Jack la golpeó en el costado, enviándola a volar. Ella golpeó el duro suelo y permaneció tumbada mientras las balas llovían a su alrededor. Ken tranquilamente se arrodilló y situando el helicóptero, tomándose su tiempo para localizar al objetivo. Jack hizo lo mismo. No hubo disparos a discreción. Era obvio que creían en hacer que cada disparo contara. Ken disparó primero, y el hombre de la ametralladora desapareció en el interior del helicóptero, golpeado por una bala. El segundo soldado con una automática se desmoronó contra el piso, cayendo mitad dentro y mitad fuera del helicóptero.

El piloto viró rápidamente, dirigiéndose al dosel de árboles para huir de los francotiradores.

Jack ayudó a Briony a levantarse.

– ¿Estás bien?

– Necesito descansar.

Miró a su hermano. Ken negó con la cabeza.

Jack le entregó la cantimplora.

– Podemos descansar unos pocos minutos, en un lugar con más cubierta. ¿Puedes hacer unas pocas millas más, nena? Iremos más despacio y tomaremos unos minutos en el camino, pero necesitamos llegar a una cubierta densa. Si no crees que puedas, encontraremos un lugar para parar.

– Solo estoy preocupada -Briony frotó la mano sobre su estómago-. No quiero perderlos.

Jack puso la mano sobre la suya.

– No vamos a perder a los bebés, Briony. Son duros, justo como nosotros. Se quedarán ahí dentro y confiarán en nosotros para mantenerlos a salvo.

Ella le tocó la cara, una ligera caricia de las puntas de sus dedos, pero Jack la sintió hasta en los dedos de los pies. Su estómago se anudó y su corazón se fundió de una manera que no quiso identificar de cerca. Miró a su hermano impotente.

Maldición, Ken. Estoy tan jodidamente enamorado de ella. Esto no era parte del experimento de Whitney; el no podría hacerme sentir como si no importara lo que plantó entre nosotros.

Podría haberte dicho eso. Lo tienes mal, hermano. Ella te envolverá alrededor de su dedo meñique, y vas a hacer el asno más de lo normal.

Jack envió a Ken una mirada contenida, pero no detuvo la amplia sonrisa que se extendía por la cara de su hermano gemelo.

– Vamos. El helicóptero está dando la vuelta.

Briony asintió y dio un paso al lado de él. Jack impuso su velocidad, pero la disminuyó lo bastante como para que ella pudiera mantener el ritmo, forzando un pie delante del otro, contando sus pasos para mantener la mente lejos del dolor que destelleaba por su costado y cabeza.

Esporádicos disparos no les dejaban ninguna duda de que los seguían, pero la confianza de los gemelos nunca flaqueaba. Se movían a través del bosque como si estuvieran en el patio trasero, tomando estrechos senderos de animales, a veces andando detrás de una pequeña catarata. Escalaron pedruscos y corrieron sobre terreno descubierto hasta volver al dosel protector de los árboles.

Por la tarde, las piernas de Briony se sentían elásticas. Ni siquiera trataba de pensar más, adhiriéndose al hecho de que tenían que huir y sus enemigos parecían tenaces.

Jack aflojó y se paró en la misma orilla de lo que parecía una pradera abierta. Arriba adelante ella podía ver un cañón, los lados empinados, un barranco que bajaba en pendiente hasta la densa maleza, y la montaña que subía con escarpadas paredes en tres lados.

– Jack, no podemos cruzar en lo abierto, y si lo hacemos ahí dentro, ¿cómo podremos salir?

Él se quitó la mochila e intercambió las armas.

– Este es el cañón que te comenté. Lo lograremos.

– Incluso si pudiéramos escalar esas paredes, tienen un helicóptero -protestó ella.

– Ten un poco de fe, nena -dijo Jack-. Descansa durante unos pocos minutos. Cuando corramos a través de la pradera, vamos a estar corriendo completamente a descubierto, así que estate preparada. Una vez en el cañón, nadie nos verá, la maleza es demasiado densa. Podremos parar y dormir un rato. Subiremos el paso de noche.

Briony estudió los escarpados precipicios que se alzaban sobre el cañón. No parecían a nada que quisiera escalar, pero ambos, Jack y Ken, parecían seguros. Su boca se secó solo con mirar la distancia. Incluso con su velocidad realzada, el helicóptero podría estar sobre ella en segundos.

Jack le agarró la cara en su mano, forzándola a mirarlo.

– ¿Ves algo por ese ojo?

– No. Está demasiado hinchado.

No quería decir eso. Jack la estaba mirando como si tuviera completa fe en que podría correr a través de la pradera en la cara del enemigo, pero ella estaba cansada, sedienta, y verdaderamente muerta de miedo.

– Necesito que hagas eso, nena. Mírame. Mírame a los ojos -cuando ella obedeció, él trazó su mejilla suave con el pulgar-. Nunca permitiría que te pasara nada. Viniste a mí creyendo que te protegería, y lo haré.

El helicóptero daba círculos encima de ellos, una amenaza que ella no podía ignorar. Quería chillar que era diferente, que esta vez él le estaba pidiendo que apostara su vida, las vidas de sus hijos, pero sabía que había estado haciendo eso todo el tiempo. Tenía que tomar una decisión y ponerse completamente en sus manos. Briony respiró hondo y asintió.

– Puedo correr. Dime a donde y un ojo es todo lo que necesito.

– Esa es mi chica -se inclinó para presionar un beso en la comisura de su boca-. Dime cuando, Briony.

Él le dio confianza. Y la hizo sentir segura. Ella descansó la cabeza contra su pecho, solo se inclinó contra él como si fuera la cosa más natural del mundo que hacerle a otro ser humano, algo que no había podido hacer con su propia madre. No hubo destello de dolor, ninguna pena, apenas un sentimiento de tranquilidad en medio del caos. El latido en su cara disminuyó, al igual que el dolor de su costado.

Jack la envolvió en sus brazos, con rifle y todo, manteniéndola cerca de él. Dejó varios besos en su pelo.

– Saldremos de esta.

– Estoy segura de que lo haremos -Briony se presionó mas cerca de él, absorbiendo su fuerza y confianza.

– Dime a donde se supone que tengo que correr.

– Ve directamente a través de la pradera hasta ese tronco en aquel sitio apartado, el único cerca del grupo de árboles rodeados de piedras. ¿Ves el tronco del que estoy hablando?

Asintió. Parecía un largo camino hasta ellos. La pradera era una ancha extensión de hierba, flores y rocas y parecía interminable. Con el helicóptero dando vueltas arriba, no estaba segura de cómo pensaba Jack que entrarían en el cañón.

– Deslízate bajo el tronco, desaparecerás de la vista entre la maleza. Tenemos un camino allí. Puedes empezar bajando el sendero. Estaremos justo detrás de ti -Jack la cogió por el mentón y le empujó la cabeza hacia arriba-. Confía en mi, nena. Te lo juro, no permitiré que nada te pase.

– Solo júrame que vosotros dos estaréis justo detrás de mí.

Jack besó su boca, suavemente. Tiernamente. Preguntándose como infiernos se las había arreglado para encontrarla.

– Estaremos justo detrás de ti -aseguró.

Miró a su hermano.

Jack y Ken dieron un paso saliendo de los árboles, los rifles en sus hombros, Ken apuntó al helicóptero, Jack hacia algo en la pradera. Dispararon simultáneamente. El helicóptero dio bandazos, y en la pradera un bote, enviando humo negro hacia el aire. Dispararon una segunda vez, y un segundo bote envió nubes de humo ondeando y propagándose. El disparo de Ken envió al helicóptero a una vuelta.

– Vete, Briony -instruyó Jack-. Corre, pero no respires. Estaremos justo detrás de ti.

Ella despegó como una liebre, saltando fuera de los árboles a la seguridad del humo.

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