Capítulo 15

Briony miró a Jack mientras caminaba suavemente con los pies descalzos alrededor de la oscura habitación. Se había quedado hasta tarde leyendo, en su mayor parte estaba segura, con la esperanza de que estaría dormida cuando él llegara a la cama. Su proximidad tenía que ser tan difícil para él como para ella, estar continuamente rodeada por su olor. Era difícil estar en su cama y no fantasear sobre él.

– Deberías estar dormida -le dijo él bruscamente, estando de pie a su lado.

Sus hombros se veían amplios, los brazos esculpidos con músculos definidos y en la oscuridad ella no podía ver el horrible nombre tallado en el pecho. Era impresionante. Su pulso trazó una muesca.

– También deberías.

Él se apoyó por un momento, solo mirándola hacia abajo, casi indeciso.

– Te tomaste las vitaminas hoy, ¿verdad?

Él se deslizó en la cama al lado de ella, no bajo las colchas sino encima, dándole una medida de privacidad, pero ningún alivio temporal verdadero de la necesidad sexual que la atenazaba tan bruscamente. La luz de la luna lo atrapó durante solo un momento y sus ojos brillaron como la plata, fríos como el hielo y desprovistos de emoción, como si se hubiera distanciado de ella.

– Has estado leyendo ese libro otra vez, ¿verdad? -lo acusó ella.

– Es un buen libro, muy informativo, sobre todo con todas las nuevas adiciones. Pienso que deberíamos encontrar las específicas para llevar gemelos.

– Eres malo. Sabes que no quiero pensar en gemelos. Siempre lo mencionas y tienes a tu hermano haciendo lo mismo, tengo dolor de estómago.

Sus ojos le sonrieron. Rieron. A Briony el aliento se le quedó atrapado en la garganta. ¿Cómo podían unos ojos ser tan planos, fríos y desprovistos de emoción y al próximo momento ser calientes, brillantes y moverse sobre ella con una pasión tan cruda?

– Jack -dijo su nombre y escuchó el dolor.

Él lo escuchó también. Ella observó los cambios en la cara, la dureza, la palidez, el ligero desvanecimiento. Él se retiró, pero ella sintió como le temblaba el cuerpo.

– Briony -la voz de Jack era tensa, tal vez un poco demasiado ronca, pero no podía parecer indiferente u ocasional cuando era la última tentativa para hacer las cosas correctamente-. Quiero que me escuches hasta el final y de verdad me escuches por una vez.

Su mano encontró la suya en la oscuridad. ¿Comodidad? ¿Una oferta? ¿Miedo? No sabía, porque no le abría la mente, no cuando sabía que lo que le iba a decir haría que echara a correr. Él no sería capaz de soportar su terror hacia él, su repugnancia, la repugnancia hacia el monstruo que sabía que era. Sus dedos se enredaron con los suyos, cerrándolos como si fueran de su propiedad. Cerró los ojos y buscó la fuerza interior. ¿Por qué era más fácil hablar después de que se cerrara la noche?

Briony no dijo nada, pero su mano, sostenida tan fuerte, le dio fuerza adicional para intentar hacerla entender. Él soltó el aliento y tomó el riesgo más grande de su vida.

– No soy un buen hombre, Briony. Sigues pensando que lo soy. No quiero que me vengas con que no sabías dónde te estabas metiendo. Cuando salgo para una misión y tengo un objetivo, es simple para mí. Nada más.

– Has sido entrenado así, Jack -dijo ella con cuidado.

– No, nena. Esa es mi naturaleza. Es lo que soy. Escapé del campo rebelde, y en vez de desparecer de allí como cualquier otro haría, regresé y les saqué todo lo que pude. Eso no se entrena, Briony, es mi naturaleza. A ti no te gustan los conflictos y no luchas conmigo solo por no discutir, pero tarde o temprano te vas a oponer a mi punto de vista lo suficiente como para luchar conmigo y no ganarás. No lo harás. Intentaré verlo a tu manera, pero al final, si pienso que tu seguridad o tu salud o algo más importante para nosotros está comprometido, lo haremos a mi manera y entonces podrías querer despreciarme.

– Lucha de parejas, Jack. Nadie se lleva bien todo el tiempo, pero eso no significa que se abandonen el uno sobre el otro. Mírate a ti y a Ken. Él es un hombre muy fuerte y definitivamente piensa por sí mismo. Debes tener argumentos.

– Él conoce mis motivaciones y me apoya cuando golpeamos. Me acepta como soy. Créeme, Briony, si pudiera, sería diferente.

– Lo que pasó hoy fue un error estúpido por mi parte, Jack. Puse a nuestro bebé en peligro. No lo pensé, pero debería haberlo pensado. Te pedí que me enseñaras. Quiero entenderlo. Tenías derecho a estar furioso conmigo.

– Bebés -la corrigió automáticamente-. Eres condenadamente afortunada de que no te pusiera sobre mis rodillas. No lo hice por que eres una mujer crecida y probablemente cogerías un arma y me pegarías un tiro después, pero te juro, Briony, que si me vuelves a asustar así otra vez, me arriesgaré -presionó la palma contra la palpitación de su cabeza-. Maldita sea, sé que lo haría.

Sus dedos le acariciaron la cara.

– Tuviste mucho miedo por mí… por nosotros. ¿Pensaste que te culparía por estar tan enfadado?

Él podía sentir cómo luchaba por entender lo que intentaba decirle. Él suspiró.

– Mi padre era un hombre muy abusivo. No quería solo amar a mi madre, quería poseerla. Ella le pertenecía. Era su posesión y cada vez se hizo más celoso de todo o todos incluyendo sus niños.

Los recuerdos se desbordaron e intentó rechazarlos, intentó impedir el olor a sangre, la sangre de Ken, su sangre, intentó impedir sentir las palizas, tantas que todas ellas se juntaban hasta que no podía recordar el no ser golpeado. Fracturas, contusiones, caras hinchadas y la huida ante la evidencia para que nadie lo supiera. El movimiento constante para que nadie nunca sospechara, ninguno de ellos pudo hacer amigos, para que nunca compartieran a su madre, se preocupaban por su madre.

Sus dedos apretados alrededor de los suyos, su pulgar deslizándose sobre la palma de la mano.

– Me siento posesivo hacia ti. No me gusta que nadie más te toque o que se acerquen demasiado.

Briony respiro profundamente, frunció el ceño, pensando en Ken haciéndole bromas, riéndose con ella y Jack sentado allí viéndose tan relajado.

– Dime que pasó, Jack -le animó Briony, por que él tenía que sacarlo, necesitaba sacarlo.

– Él fue cada vez a peor, hasta el punto que ella nos ocultaba cuando había bebido. Nos quería muertos porque le quitábamos su amor por él, porque le quitábamos su tiempo. Ella pensaba en nosotros y Dios la ayudara, nos amaba. Estaba celoso hasta de sus propios hijos. Finalmente intentó abandonarlo por nosotros y la mató.

– Oh Dios, Jack. Qué terrible.

– Salí caminado de la pequeña choza que ella había encontrado para nosotros y lo vi de pie sobre ella con su sangre cubriéndolo y el bate de béisbol en sus manos. Ken había pasado por él primero y estaba cubierto de sangre. Todavía balanceaba el bate sobre Ken. La sangre estaba en todas partes, por todo el suelo, untando los pasos, salpicando sobre las paredes y los brazos de Ken estaban rotos, ambos… -Jack sostuvo sus manos-. No sé como lo hice, probablemente cuando salté sobre él para apartarlo de Ken, pero recuerdo su sangre sobre mí, la sangre de Ken -movió la cabeza como para aclarar la visión-. Estaba por todas partes.

Ella quería consolarlo, calmarlo, sostenerlo entre sus brazos pero no había ningún modo de reconfortar al chico cuando él había encontrado a su querida madre muerta y de acuerdo a ese momento, Jack era un joven muchacho que volvía a revivir el asesinato de su madre.

– Te juro, que sentí algo en mi como un chasquido, Briony. Le dije a Ken que corriera, pero no lo hizo – presionó las yemas de los dedos sobre sus sienes-. Nunca puedes borrar los recuerdos, no importa lo que hagas. Nunca puedes olvidar el olor de la sangre o el odio en los ojos de alguien. Él quería matarnos y si no hubiera estado tan ávido de hacernos pagar, debido al hecho de que era culpa nuestra que hubiera tenido que matarla habría tenido éxito.

Briony se golpeó con fuerza en los labios para impedir que el pequeño sonido de horror se le escapara de la garganta. Jack veía cada vivo detalle, tanto que también se había desbordado en su mente.

– Vino sobre mí rápidamente, siempre era muy rápido y grande -Jack la miró- Como yo. El infierno lo condene, justo como yo. Grandes hombros fuertes y brazos musculosos naturales, no trabajados en un gimnasio. Era fuerte. Cuando me golpeó yo sabía que pensaba matarme. Ella no estaba allí para detenerlo e iba a golpearme hasta matarme con las manos desnudas. Intenté aguantar y en vez de correr, Ken saltó sobre su espalda para apartarlo de mí. Incluso con los dos brazos rotos, Ken intentó defenderme. Cuando me caí, mi padre siguió golpeándome y dándome patadas, hasta que ya no pude respirar. Creo que pensó, que con tanta sangre y el sonido de mi respiración vibrando en mis pulmones y mi garganta, me estaba muriendo. Me dejó allí, sobre la sangre de mi madre, y se giró hacia Ken. Ken podía haberse escapado, pero no iba a abandonarme.

– No más que tú lo habrías abandonado -le recordó Briony.

– No sé cómo me levanté o dónde encontré las fuerzas para moverme, pero mi cuerpo de algún modo se había separado de mi mente. No sentía el dolor. No sé si realmente respiraba. Más tarde, me dijeron que tenía clavadas las costillas y que esto hacía imposible que estuviera de pie, pero lo hice. Podía ver la cara de Ken, las lágrimas corriendo junto con la sangre. Y vi al monstruo que gobernaba nuestras vidas. Mi mundo se centró en él. Recogí el bate de béisbol y lo cogí justo como cojo cualquier otro objetivo, con frialdad, con precisión y bastante a fondo.

– Dios, Jack.

– No sentí nada en absoluto. Debería haberlo sentido, él era mi padre, pero no lo hice, Briony. No lo hice… y no sentí remordimiento u horror o incluso alegría o la satisfacción de que estuviera muerto. No sentí nada entonces y no siento nada ahora. Cuando apunto hacia un objetivo, es siempre de la misma manera. Mi mente se separa y no es más que un trabajo.

Ella regresó a su lado, apoyando su cuerpo contra el suyo, deslizando su brazo a su alrededor.

– Sientes remordimientos cuando le haces algo a Ken o a mí. Lo he visto. Cuidas de nosotros dos. ¿Es de esto de lo que tienes miedo, Jack? ¿De no amar al bebé y que si me fuera nos seguirías y nos asesinarías? ¿Es realmente lo que piensas que harías? ¿Intentarías detenernos?

– Bebés -la corrigió automáticamente-. Y yo no lo intentaría, Briony, te pararía -suspiró, un sonido más doloroso que esperanzador-. Querría que tuvieras un hombre decente.

– No nos asesinarías, Jack. Es increíble que puedas concebir eso. No podrías. No está en ti. Desde luego que intentarías detenernos si nos amaras. Cualquier hombre lo haría. Eres un hombre decente, idiota. Solo eres un hombre difícil. Hay una diferencia. ¿Y se te ha ocurrido que tienes tanto miedo de parecerte a tu padre que examinas tus motivos demasiado? La gente se pone celosa, posesiva e intentan aferrarse demasiado fuerte. Conoces tus debilidades y fuerzas. Tal vez te desbordarías un poco para mantener a la mujer que te gusta contigo, pero no le harías daño. Nunca, Jack. No lo pienso, lo sé con absoluta certeza.

– A veces te asusto.

– Todos me asustan a veces. Me avergüenza admitir que soy la gallina más grande sobre la faz de la tierra. Eres un hombre que intimida un poco por el lado despiadado y nunca sé lo que vas a hacer.

– O de lo que soy capaz de hacer.

– No puedo saber de lo que eres capaz, Jack, pero sé de lo que no eres capaz. Soy una buena jueza sobre los caracteres y he estado en tu cabeza. No eres capaz de asesinar a una mujer sobre todo si te gusta. En cuanto a los bebés, Jack, nunca dañarías a tus propios niños. Morirías por protegerlos. Eres muy diferente de tu padre pero aun no lo sabes.

– Te amo sólo por cómo eres, pero yo querría dominarte, insistiría en que lo hicieras a mi modo.

– ¿Cómo no voy a ser consciente de eso? Crecí con cuatro hermanos, Jack. Mientras no me consideres sumisa, tampoco discutiré por ello. Si es realmente importante para mí, te avisaré y si no te echas atrás, probablemente lo haré de todos modos y podrás gritar todo lo que quieras.

Sus ojos se encontraron con los suyos, y había algo allí en el oscuro y peligroso parpadeo; pero mirando más allá, había algo más. Algo profundo y duradero, una emoción en la que quería envolverse.

– Te doy una última oportunidad Briony. Conseguiré otro equipo que cuide de ti. Puedes quedarte con Lily en la fortaleza. Ella es un ancla. No sentirás ningún dolor alrededor de los demás.

– No estoy contigo porque seas un ancla.

– Maldita sea, Briony, ¿has escuchado algo de lo que te he dicho? Si te quedas conmigo, nunca te dejaré marchar. Te volveré loca…

– Es una agradable clase de locura, pero si no me quieres aquí…

Él en realidad gruñó, como un lobo. Ella escuchó el gruñido de cólera y su mano cogió la suya y lo obligó entre sus piernas a rozarse sobre la dolorosa y llena erección.

– ¿Sientes esto como que no te quiero? No puedo pensar claramente con el deseo por ti, y maldita sea, todo esto no es sobre el sexo tampoco. Whitney puede pensar que nos sobre-medicó directamente con las feromonas, pero este es un infierno mucho más complicado. Mi necesidad por ti, esta monstruosa erección, viene desde el corazón, no solo de la lujuria.

Hubo un momento, un latido del corazón, cuando ella no pensó que tendría el coraje para seducirlo, tomar lo que quería, pero entonces lo consiguió, conquistando el temor como siempre hacía. No dejaría a Jack Norton escabullirse de ella porque tuviera miedo a lo desconocido. Ella lo quería con cada respiración que tomaba, no debido al ansia que le atenazaba el cuerpo y el hecho de que sintiera que sus pechos aumentaban y dolían, si no por lo que veía dentro de él y amaba y necesitaba qué y quien era.

– Jack -dijo suavemente-. Siempre vienes a la cama con demasiada ropa encima. ¿Piensas que podrías hacer algo sobre esto por mí?

Él no llevaba camisa, pero llevaba puestos unos suaves pantalones de cordel de franela en concesión a su modestia. Él soltó el aliento retenido y su cuerpo suspendido, los ojos grises moviéndose sobre su cara con algo cercano a la esperanza, algo cercano a la desesperación y una intensidad tan oscura de crudo deseo que le quitó el aliento.

– Tienes que estar segura que esto es lo que quieres, nena -le dijo mientras se quitaba el ofensivo material de su cuerpo.

No era lo bastante fuerte para mantenerla a salvo. La quería tan fuerte que quería sentirla en los huesos, directamente sobre su piel. La había querido desde el momento en que la vio por primera vez y más después de que estuvieron juntos, es más, sabía que ella era la correcta para él.

Parte de él, la parte sana, casi la apartó, sabiendo el resultado, pero su instinto de conservación lo pateó y lo echó hacia atrás, dejando que sus manos le acariciaran el cuerpo, con suavidad, barriendo los golpes que le enviaban los estremecimientos de placer hacia su espina. Sálvame, entonces, Briony, pero Dios te ayude, espero que sepas lo que estás haciendo.

El aliento se deslizó sobre él, provocando sus sentidos, aumentando sus necesidades sexuales. Ella le besó la barbilla, mordisqueándolo por un momento y luego dejó un rastro de besos hacia su pecho, sobre las cicatrices, bajando hacia el vientre, hasta que él no pudo encontrar el modo de respirar adecuadamente. La lengua salió revoloteando, humedeciendo sus labios como un sedoso tobogán. Él no podía pensar claramente, sólo pudo jadear cuando su lengua se rizó alrededor de la gruesa longitud de su erección y comenzó con largos y lentos lametazos, como si saboreara un helado. Realmente nunca he hecho esto, si lo hago mal, dímelo.

No hay nada mal hecho. Si no disfrutas con ello… Ella lo estaba matando con aquella boca caliente, ahora mojada, tan apretada, el movimiento de la lengua y los diminutos golpecitos juguetones que casi lo llevaron a perder la cabeza. Ella besó el camino de su eje y a través de sus apretadas pelotas, la lengua continuó la pequeña incursión, tuvo que mantener apretados los dientes y aun así se le escapó un gemido. Para alguien que no sabe lo que está haciendo, está haciendo un maldito buen trabajo.

Solo sigo la pequeña fantasía de tu cabeza.

Infiernos. No sabía que podía fantasear sobre eso tan bien. Su imaginación nunca podía haberlo tomado del modo que su boca lo hacía. Ella hizo una pequeña figura en forma de ocho sobre su rígido eje y de repente se hundió en él, amamantándose, dibujando el aliento desigual sobre su cuerpo. Su boca se apretó otra vez, aspirando y atormentándolo, esta vez deslizándolo despacio casi hasta la garganta. La electricidad chisporroteó a lo largo de su endurecida polla. Estaba tan duro que pensó que explotaría, pero no hizo nada para pararla.

Esto era algo más que las sensaciones que creaba su boca, era su placer, el obvio placer que ella tenía amándolo. Él lo sentía en ella, aquello no era falso y definitivamente Briony disfrutaba de ello. Más que gozar ella misma, estaba caliente y mojada, sus caderas moviéndose al automático ritmo del deslizamiento de su boca.

La lengua lo azotó con calor, rodeándolo y explorándolo y luego chupándolo otra vez y él no podía detener los rayos de relámpagos que le atravesaban el cuerpo o la necesidad de tomar el mando. Su mano tomó el pelo en un puño, tirando la cabeza hacia atrás solo para tener el ángulo perfecto para poder ver como empujaba más profundamente en su boca, entonces podría asumir la dirección y el ritmo.

Ella vaciló y él saboreó el miedo en su mente ante la pérdida del control de la situación. Esto es muy bueno, nena, muy bueno. Relájate para mí, tú puedes hacerlo. Él se retiró, gimiendo cuando las sensaciones eróticas le subían vertiginosamente a través del cuerpo. Él empujó más profundamente, manteniéndola en el lugar, la vista de su polla desapareciendo en el calor aterciopelado de su boca casi lo condujo al borde. Más fuerte. Eso es, nena. Más fuerte. Ella lo mataba y él no podía parar, no podía ser apacible con ella con las pelotas en tensión y los truenos rugiendo en los oídos. Le iba a explotar la garganta.

Él quería saborear este momento, mantenerlo en la memoria para siempre, pero era demasiado tarde, le acariciaba el saco, agarrando la base de su eje mientras él empujaba profundamente, sintió la carrera de fuego a través de su columna extendiéndose y extendiéndose caliente y penetrante, hasta que explotó, gritando con voz ronca, cuando su eje hizo erupción en caliente, a chorro. Incluso entonces no podía dejarla ir, manteniéndola, hasta que francamente no supiera si lo dejaba seco o la obligaba a aceptarlo.

Briony se atragantó y después tragó, manteniendo la mirada nada más que con el deseo, una tímida sensualidad y una persistente duda de que no lo había complacido. Aceptando quien era él. Su particular necesidad de dominarse y controlar cada situación. No había ninguna aversión, o repugnancia, tampoco la sombra acechándola en la mente solo el deseo de darle placer.

Enfadado consigo mismo, se disparó. Soy un jodido bastardo. Eres una inocente, me das algo increíble y especial y yo lo cojo en vez de permitirte dármelo. Incluso ahora, la mantenía con los puños en el pelo mientras los rayos corrían velozmente a través de su cuerpo con su boca húmeda picante rodeándolo. La dejo ir, los dedos deslizándose con renuencia de su pelo. Jack se puso un brazo sobre los ojos, avergonzado de su naturaleza y de la propia carencia de capacidad de control. Tenía demasiados demonios siempre atormentándolo y no podía dejarse ir así, no podía ceder ante su naturaleza de base. Ella no se lo merecía.

Briony se movió, deslizándose fuera de la cama, distanciándose de él. Él la oyó en el cuarto de baño, al agua corriendo, la almohadilla de los pies desnudos cuando ella volvió y se apoyó en la ventana, bebiendo despacio.

– Eres tan tonto, Jack. No supondrás que tienes el control cuando practicas el sexo; ¿ese es el punto? Quería conducirte hacia lo salvaje, sentirte loco por mí, por las sensaciones que puedo traerte. Esa era la idea. No soy frágil. Tengo la misma tremenda conducción que tienes tú, las mismas feromonas, la misma hambre terrible por ti. Para mí, ha sido maravilloso, apasionante y muy, muy sexy. Sentir tus manos sobre mí, sabiendo que te había llevado al límite, era perfecto.

Dejó caer el brazo hacia abajo y la miró, los ojos eran plata brillante a la luz de la luna.

– ¿Tienes idea de las cosas que quiero hacerte? -la voz áspera, ya espesa por la lujuria-. La potente poción de Whitney, mis sentimientos por ti y mi necesidad por el constante control son una mala combinación.

– Tal vez son una gran combinación, ¿alguna vez pensaste en eso? -ella se sentó en la repisa de la ventana y bebió a sorbos el agua del vaso-. Tal vez sólo tienes miedo porque el tirón es tan poderoso. Tal vez tienes que controlar a todos y a todo en tu ambiente porque tienes miedo de perderlos, asustado porque te hieran. La suposición es, tipo duro, que todos perdemos a gente, todos somos heridos, es parte de la vida.

– ¿Asustado? -él se sentó, los ojos estrechos y peligrosos. La erección había regresado, estaba duro y dolorido como antes, como si la combinación de su olor fuera una droga que lo llenara de materia prima, dolorosa hambre que no podía ser aliviada-. Mírame. ¿Piensas que esto es normal en mí? Estoy temblando por lo que te quiero así me condene mucho.

– ¿Y es algo malo? Jack -su voz lo acarició, susurrando sobre su piel hasta que él juraría que sentía su boca sobre él otra vez, su aliento-. ¿Piensas que no me siento de la misma manera? ¿Vacía e incompleta? Tan mojada que puedo sentir la crema goteando a lo largo de mi muslo.

Jack se pasó ambas manos por el pelo, un gemido se le escapó con esas palabras.

– Maldita sea, no digas esas cosas. Quiero enterrar las pelotas profundamente en ti y si me tientas…

– ¿Tengo que suponer que nunca tendré nada o a nadie conmigo debido a un poco de miedo? He vivido con miedo toda mi vida. Tú sólo tratas con ello, Jack, tú no permites que te conquiste.

– Te protejo.

– ¿De la manera que haces con Ken? ¿Alguna vez se te ha ocurrido que no quieres que alguien te guste porque entonces tendrías que aceptar un poco de protección? Ken podría morir por ti, de hecho casi murió por ti y eso no es aceptable, ¿verdad? Sólo tú quieres elegir, pero la vida y las relaciones no funcionan de esa manera. Ken es parte de quién eres, pero incluso entonces, no te gusta dejar el control, ¿verdad?

– Vas a meterte en problemas, Briony.

– ¿Por qué? ¿Por qué no puedes aceptar la verdad? Me quieres bajo tus condiciones. Quieres que me quede y te acepte como eres, pero maldito seas si aceptas quien soy. Soy una mujer con mis propias necesidades. No voy a permitir que un poco de miedo se ponga en mi camino, especialmente si la experiencia es tan placentera.

– No tienes ni idea de cuales son mis necesidades, Briony, lo que estás pidiendo.

– Te pido que me ames, Jack. Si puedes amarme y aceptarme, puedo hacer lo mismo por ti. Puedo darte algo que necesitas. No quiero estar aquí, obligándote a que dejes tu vida por mí porque hicimos un bebé juntos. Y no soy ninguna mártir para dejar mi vida por ti por nada a cambio excepto protección.

Jack extendió las manos, las palmas hacia arriba.

– Esto es, Briony. Esto soy yo amándote. Nunca lo he sentido por nadie más o he querido en mi vida de la manera que hago por ti. No sé cómo tener un romance con una mujer, o como ser gentil o tierno…

Ella negó con la cabeza.

– Eres tan triste, Jack. Eres muy romántico, gentil y tierno. No lo ves por ti mismo en absoluto.

– Tú no me ves. Me has aumentado en tu mente por que te protejo del dolor -él no podía retirar la mirada de la suya, no importaba cuanto quisiera alejarse, caminar hacia la noche.

Los demonios rabiaban esta noche, exigiéndole cosas, mejor era que se marchara solo, aunque ella estuviera de pie allí, con la suave piel y la hermosa cara y sus ojos demasiado inocentes preguntándole si la amaba.

¿Cómo infiernos sabría que es el amor? Obsesión, sí. Dominación, sí. ¿Pero amor? Viendo como la hería. ¿Eso contaba? Querer mantener segura su sonrisa, ver la luz en sus ojos cuando lo miraba. ¿Qué diablos era el amor?

– Te asusté cuando tomé el control. No podía parar y tú lo supiste. Vi el miedo en tus ojos, lo sentí moverse en mi mente y no podía parar, no podía dejarte marchar y devolverte el control.

– Desde luego que tenía miedo. Estaba haciendo algo que nunca antes había hecho, pero eso forma parte del entusiasmo. Confío en ti, Jack, más de lo que confías en ti mismo. Estabas en mi mente, te sentí allí, dirigiendo mis acciones y sabías que amaba cada minuto de lo que estaba haciendo. El miedo no importaba, nunca ha importado, me sentía más poderosa de lo que nunca me había sentido en mi vida. Más hermosa, sexy y caliente. Te quería tanto que quería que te sintieras exactamente de la misma manera que te sentías.

Miró el movimiento de su garganta, miró cómo tragaba. Incluso aquella pequeña acción ordinaria era atractiva para él. La piel demasiado tensa para su cuerpo y la sangre golpeándole en la ingle. Infiernos sí, tenía miedo. Si le permitía todo a su manera, y de algún modo, de alguna manera, la fea sombra del hombre que era su padre que ocultaba profundamente en su interior donde nunca quería mirar era la escapatoria, destruiría a la mujer que le importaba. Él era demasiado débil para ahuyentarla. La había tenido ahora y pensar en los interminables días y las noches sin ella era soportar demasiado.

– Quítate el top, Briony -su voz sonaba ronca, pero había una orden omnipresente en ello. No podría cambiarlo aunque quisiera.

– ¿Mi top?

Ella puso el vaso en la repisa de la ventana y agarró el dobladillo de la camisa, los brazos cruzados, tirando hacia arriba en un lento movimiento para que pulgada a pulgada la lisa extensión de su piel melocotón y crema fuera revelada. Las costillas, los firmes globos, redondeados y los pezones rosado oscuro. Briony se sacó la camisa por la cabeza, intentando no gemir cuando el material le acarició los sensibles pezones. Dejó la camisa vuelta, la luz de la luna desbordándola, lanzando una aureola de plata alrededor de ella.

Las sombras acariciaron su cuerpo con amor. Cada aliento que tomaba levantaba sus pechos, hasta que los pezones se movían a la oscura sombra de la luz de plata. Aunque no era posible, el cuerpo se le endureció y tensó más. No la merecía, pero iba a tomarla y a mantenerla. Tal vez no era la manera de brindarle el amor, pero le daría todo lo que tenía, todo lo que era.

Jack se humedeció los labios y esperó hasta que pudo respirar. Su polla estaba tan dura como una roca mientras brincaba en su ávido cuerpo y su mano la rodeó, acariciándola, de la misma manera casual que llevaba su desnudez.

– Deshazte de los pantalones, dulce, no los necesitaremos esta noche o ninguna otra noche.

Durante un momento, Briony vaciló, la renuencia cruzó su cara.

– No he ganado mucho peso, pero mi estómago es un poco más grande.

La impaciencia endureció sus rasgos.

– Sé exactamente como te ves, Briony, eres tan malditamente hermosa para mí y también lo es tu vientre. Sólo deshazte de ellos.

La voz sonaba como el papel de lija, cruda y urgente, los ojos oscurecidos por el calor. Briony enganchó los dedos en los suaves pantalones y se despojó de ellos, deslizándolos sobre las redondeadas caderas y por las piernas, donde se fueron a reunir alrededor de los pies desnudos. Dio un paso hacia fuera y se quedó de pie desnuda, vulnerable a la suave luz de la luna. No podía mirar el camino, hipnotizada por la manera en que su mano despacio acariciaba el eje.

– Te ves muy hermosa con mis niños creciendo en tu interior -su voz se hizo más profunda, casi cerca de un gruñido-. Ven aquí -le indicó un punto delante de él.

Todo lo que quería hacer en ese momento era el amor con ella a su manera inundándose de cada cosa que tenía o alguna vez tendría con ella.

Briony cruzó la habitación, sus pechos balanceándose con cada paso, el corazón acelerado y la caliente crema espesándose con anticipación cuando su útero se contrajo. La boca se le secó solo viendo la oscura intensidad en su mirada cuando se movía tan posesivamente sobre ella. Él podía tener miedo de ese rasgo suyo, pero ella se deleitaba con ello.

Sí, desde luego ella sentía miedo a lo desconocido, él era mucho más experimentado sexualmente que ella, pero estaba dispuesta a ir a dónde la llevara, queriendo la caliente pasión que llameaba entre ellos. Esto se extendió por su vientre y por la columna, pequeños movimientos rápidos de electricidad que chispeaban por las terminaciones nerviosas.

Su mano se deslizó sobre su pecho, el más ligero de los toques, pero estaba ultrasensible y tembló bajo las yemas de sus dedos. Él dobló la cabeza para besarla, pensando en ser despiadado y mostrarle como era, pero su boca se tornó gentil en el momento que sintió la curva de sus labios de seda. La lengua corrió a lo largo de su pliegue, saboreando su suavidad, los dientes tirando de su pleno labio inferior, una demanda para que se abriera para él.

Él se hundió en el atractivo calor de su boca cuando deslizó las manos sobre su cuerpo. Sobre la espalda, bajando la columna, masajeando su redondo trasero, hasta las sensaciones de su boca y la sedosa piel enviando truenos que se estrellaban en su mente. Los brazos se acercaron alrededor de su cuello cuando se apoyó contra su cuerpo, los pezones duros que se apretaban contra el fuerte pecho mientras su toque y el besó la provocaban más. Él se tomó su tiempo explorando su cuerpo, permitiéndole que explorara el suyo. Su toque, ligero y vacilante, casi lo llevaron fuera de su mente.

– No conseguía tocarte -le confió ella-. Estabas tan herido, cortes por todas partes. Todavía no sé como fuiste capaz de tener sexo. Te miré a los ojos y el dolor estaba allí, pero no en tu mente.

Había dolor en su voz lo cual lo golpeó en el centro mismo de su ser. Sabía que era un hombre difícil, pero ella iba hacia él, y no sabía si eran las feromonas de Whitney, su coraje, o sólo el hecho de que su necesidad por él era tan grande como la propia por ella.

– Quería que me tocaras. Pasé más noches de las que puedo contar imaginando tus manos sobre mi cuerpo.

Los dientes la pellizcaron a lo largo del cuello y los hombros, pequeños puntos de dolor, seguido de sensibles atenciones de sus labios. La lengua probó su piel, arremolinada como el terciopelo sobre los diminutos mordiscos, enviando azotes de placer explotando a través de ella.

Sus manos trazaron cada herida de cuchillo, heridas que había atendido, heridas que había cosido. Estaban por todas partes, por todo su cuerpo, frente y espalda, pequeños cortes y horribles quemaduras. Sobre su pecho, ella podía distinguir las letras con la yema del dedo, el nombre del hombre que le había hecho eso, para siempre tallado sobre el pecho de Jack.

Él dio un golpecito al pezón con la lengua y ella tembló de placer. Su espalda arqueada cuando su boca cubrió su pecho, caliente y tenso, la caricia de la lengua y el juego, enviando llamaradas de excitación a través de su cuerpo. Él levantó la cabeza para besarla otra vez y fue adictivo, la dura presión de su boca, la oscura excitación como lava en olas por su cuerpo. Él presionó el muslo sobre la humedad entre las piernas, enviando un rápido dardo zumbando a través de ella.

Briony gritó, retirando la cabeza cuando ella empujó contra él, montando su muslo, para que los destellos de calor ardieran a través de ella. Ella le acarició el cuello, bajó hacia su pecho, y se inclinó hacia delante otra vez para moverse rápidamente su lengua sobre las más profunda de las cicatrices, como si ella pudiera curarlo con la húmeda caricia.

Su toque se hizo más exigente, perdiendo el gentil deslizamiento mientras exploraba su cuerpo. El hambre era tan agudo, tan terrible, su necesidad de ella tan grande que se parecía a un animal, un depredador, oscuro y peligroso en un frenesí alimenticio. Dejó caer las rodillas, las manos arrastrándose por los mulos apartándolos.

Briony jadeó cuando su dedo empujó profundamente en su centro. Los músculos sujetos fuertemente, rabiosos por la liberación mientras otro chorro de fluidos traicionaron su propia necesidad.

Él juró severamente, las manos mordiéndole las caderas, arrastrándola para que avanzara mientras sustituía el dedo por la boca.

Briony casi se cayó, las piernas volviéndose gelatina, estremecimientos que le sacudieron todo el cuerpo mientras arrojaba los brazos intentando anclarse.

– Jack -su nombre salió como un sollozo, pero él no mostró ninguna piedad, la lengua barriendo los resbaladizos lisos pliegues, apuñalando con fuerza, para que a ella le saliera un grito de éxtasis.

Él gruñó otra vez, la vibración enviando un espasmo a través de su útero y una tormenta de fuego y llamas por su sangre.

– No puedo soportarlo -gimió ella-. Esto es demasiado.

Él la lamió ávidamente, desesperado por el gusto de ella, desesperado por atarla de un modo del que podría estar seguro.

Briony cogió su pelo en su puño, intentando tirar de él hacia atrás mientras sus piernas se volvían de goma y explotaba el placer a través de ella, los espasmos de los doloridos músculos cuando sus dientes y la lengua se alimentaban en su canal de seda. Él agregó los dedos y ella realmente gritó, su mente fragmentándose mientras él la empujaba más y más alto. Ella no podía controlarse más, su cuerpo atontado empujando contra su boca, cabalgando sus dedos mientras su cuerpo se apretaba y apretaba, arrastrándola en un remolino de tal placer que la hizo explotar, explotando en fragmentos, los músculos contrayéndose violentamente, el calor quemándole el cuerpo y extendiendo más su necesidad, más hambriento, hasta que sólo estuvo Jack. Hasta que ella fue más tanto por él como por ella misma. Escuchó su propio grito de liberación, el sonido gemebundo conmocionado mientras se empujaba desvalidamente contra él.

Estás a salvo, nena. Segura conmigo. Te tengo.

Él bajó su cuerpo sacudiendo la cama, las caderas manteniendo los muslos separados mientras se ponía de pie entre las piernas y la levantó, arrastrándola hasta que la parte inferior de ella quedó fuera de la cama y solo él la sostenía.

Sus ojos se ensancharon y otro tiro de liberación la atravesó cuando él presionó el amplio eje de su erección en ella. Las llamas amenazaron con consumirla, corriendo sobre su cuerpo, en su interior y fuera, entre sus piernas, sobre su vientre, hasta sus pechos y pezones. Estaba aplastándola con el placer, dándole la vuelta y ella nunca sería la misma.

Su cara se elevó sobre la de ella, oscura por la pasión, los ojos como el acero, las manos le agarraron las caderas cuando su duro eje comenzó a empujar pulgada a pulgada a través de los tensos y espasmódicos músculos, mientras despacio invadía su canal. Un gemido estrangulado escapó de la garganta mientras él miraba hacia abajo su estirado cuerpo tan tenso a su alrededor.

– Estate conmigo, dulce. No luches conmigo.

Ella no comprendía que estaba retorciéndose debajo de él, cada movimiento de su cuerpo, cada tensión de sus músculos enviaba choques de placer, placer tan intenso que bordeaba el dolor.

– Esto es demasiado, Jack. Me pierdo -su voz era ronca y con pánico mientras se ahoga con las palabras.

Él se retiró y casi se le paró el corazón: entonces, sin preámbulo, él se condujo a través de los lisos y los tensos pliegues para enterrarse profundamente. Briony gritó su nombre, las manos clavándose en las sábanas para anclarse mientras su cuerpo latía a su alrededor, arrastrándose hacia él, tensándose y quemándose con un fuego que nunca podría sacar. Él era despiadado, manteniendo sus caderas para que aceptara los duros empujes. El fuego rabió más caliente, la tensión la dejó sin aliento hasta que estuvo segura de que se rompería en un millón de pedazos. Su cabeza golpeaba de un lado a otro y retorcía los dedos en las sábanas, intentando agarrarse, pero él era implacable, empujándola más lejos, hasta que ella casi sollozó por la liberación.

– Jack. Jack -ella cantaba su nombre-. Por favor.

– Puedes tomarlo, nena, todo. Todo ello, todo de mí -la presionó con fuerza, estimulando su área más sensible deliberadamente, sintiendo la reacción inmediata de su cuerpo, la repentina tensión de sus músculos a su alrededor, contrayéndose más y más duramente, hasta que la furia del orgasmo los meció a ambos. Se impulsó por su cuerpo, su estómago y sus pechos, las ondas de choque enviadas por sus muslos y una serie de temblores principales por su ingle, hasta que exprimió sus músculos como una prensa, obligando a su caliente liberación a llenarla con calientes salidas a chorro.

Jack luchó para tomar aliento, las caderas en sus manos, el cuerpo enterrando profundamente hasta las pelotas, exactamente como él lo necesitaba, la verdadera paz adaptándose a su corazón y su mente por primera vez desde que podía recordar. Su pulso corría, y por un momento pensó que podía haber muerto, podía haberle dado un infarto, con el placer disparado por su cuerpo, desde los dedos de los pies hasta la cabeza.

– Hijo de puta, Briony.

Ella respiró.

– Sí, yo también -ella cerró los ojos y fue a la deriva en la tormenta sensual de sus pequeños temblores. Ella lo sintió moverse, saliéndose de ella, arrastrándose a través de sus sensibles nervios, para que ella se estremeciera otra vez con olas de placer y luego le pasaba un paño mojado entre sus piernas.

Jack la recogió como si no pesara en absoluto, cambiándola de posición de regreso a la parte superior de la cama y poniendo la sábana y la cubierta sobre ella. Esta vez él se deslizó debajo de las cubiertas con ella, colocando su cuerpo alrededor del suyo.

– Pienso que vamos a tener que buscar el vigoroso sexo. El libro decía que estaba bien, pero nuestro sexo no puede ser del que ellos hablan.

Ella se acurrucó más cerca de su calor, su corazón todavía corría descontroladamente, el cuerpo todavía tan sensible que hasta el sentir las sábanas contra su acalorada carne causaba que sus músculos se apretaran con placer.

– No sobreviviremos a otra ronda así, Jack; al menos yo no.

Él tomó su boca, suaves besos apacibles de tranquilidad.

– Este fui yo amándote, nena y aun no he empezado.

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