Capítulo 8

Briony miró fijamente por la ventana la lluvia torrencial. La pequeña villa donde Jebediah los había llevado pertenecía a un viejo amigo de sus padres, un actor de un circo ahora retirado. Habían viajado la mayor parte de la noche para llegar allí y llegaron cansados, enfadados e irritables. Estar en los confines cerrados del coche había sido un infierno para Briony. Sus hermanos estaban enfadados, asustados y preocupados. Tyrel tenía dolor y trataba de esconderlo. Nadie dijo ni una palabra sobre la muerte de Tony, pero estaba en la mente de todos. Ella vomitó tantas veces que Seth empezó a maldecir, frustrado por todas las paradas que tuvieron que hacer.

– ¿Briony? -Tyrel estaba en la entrada-. ¿Estás lista para hablar o necesitas estar a solas por un momento?

Se giró para mirar a su hermano, el amor por él la abrumó por un momento. Siempre preguntaba y eso significaba mucho para ella.

– ¿Qué estás haciendo levantado? Creí que estarías profundamente dormido por ahora -deliberadamente se enroscó sobre el sofá para indicar que no le importaba la compañía.

– Estaba durmiendo, pero mis brazos dolían así que subí a buscar alguna aspirina. Te traje alguna por si acaso -levantó la tableta y un vaso de agua.

– Gracias, Tyrel, aprecio lo atento que siempre eres. No estoy realmente segura de que debería tomar una aspirina. No pregunté a Sparks cómo cuidar del bebé -le dirigió una sonrisa pesarosa-. Nunca se me ocurrió que fuese a tener un bebé, por eso nunca investigué qué hacer si me quedaba embarazada. No querría tomar nada que pudiera ser dañino.

Tyrel se dejó caer en la silla opuesta a ella.

– Todavía no puedo creer que vayas a tener un bebé. No tenía ni idea de que estuvieses viendo a alguien.

– No lo estoy, no exactamente. No puedo estar alrededor de alguien lo suficiente para intimidar con ellos por norma.

– ¿Estás diciendo que Tony no es el padre?

Agachó la cabeza, mirando sus manos.

– Le dije a Sparks que era él. Quería ver su reacción. Estaba actuando tan raro y no quería nombrar al verdadero padre, por eso usé el nombre de Tony -miró a su hermano, vio horror en su mirada-. Lo juro, no sabía que lo iban a matar.

– Briony -Tyrel puso su mano sobre ella en un esfuerzo por reconfortarla-. Por supuesto que no lo hiciste.

Con alguien más, Briony se habría alejado, pero Tyrel era siempre genuino. Podía fácilmente leer sus pensamientos llenos de amor y preocupación. Dejó que su mano permaneciera sobre ella aunque fuera incómodo.

– Lo que hicieran esos hombres, no es culpa tuya. Nadie podía saber que iban a hacerle daño a Tony. Teníamos que habernos imaginado lo que querían.

Briony frunció el ceño.

– Primero creí que querían al bebé, pero entonces el hombre grande, Luther, pareció enfadado de que Tony fuese el padre. Incluso dijo que me prometieron a él, que se había presentado voluntariamente para ser el donante del esperma -se frotó las sienes-. Tengo el extraño presentimiento, que se suponía que iba a tener a un súper niño.

En vez de reírse de ella, Tyrel asintió con la cabeza.

– Tiene sentido si piensas en ello, Bri. Puedes correr más rápido que nadie que conozca y eres más fuerte incluso que Jebediah.

Briony respiró profundamente y se humedeció los labios.

– Creo que fui un experimento, genéticamente realzada. No creo que fuese la hija de Whitney después de todo, Tyrel.

Tyrel se sentó en la silla, con una mirada seria. Antes de que Sparks hubiera querido secuestrarla, cualquiera de sus otros hermanos se habría reído y acusado de ver mucha ciencia ficción, pero Tyrel siempre se tomaba todo lo que decía en serio.

– Nunca tuvo sentido para mamá que Whitney insistiese en cederte su doctor. Eso la molestó, especialmente cuando te volviste más mayor. Viajábamos mucho, y era un inconveniente esperar que Spark volase para verte cuando teníamos un doctor viajando con nosotros.

– Odiaba ir con Spark -Briony tembló y miró su brazo envuelto por una gasa-, creo que esto fue un accidente. Honestamente creo que Luther te habría matado, pero no creo que me quieran muerta después de todo. Creo que soy la portadora del bebé.

– ¿Me vas a decir quién es el padre?

Briony suspiró.

– Jebediah me matará -incluso mientras lo decía sabía que su hermano mayor estaba cerca, captó su olor y levantó la vista.

Holgazaneaba en la entrada, los fuertes brazos doblados a través de su pecho.

Se encogió ligeramente.

– Más probablemente tiraré al tipo al suelo. ¿Quién?

– Jack Norton -incluso decir su nombre todavía dolía.

Inclinó la cabeza, esperando la tormenta de fuego estallar a su alrededor.

Hubo un silencio asombroso. Jebediah parecía como si alguien le hubiese golpeado.

– ¿Te tocó? ¿Ese hijo de puta puso sus manos sobre ti? ¿Después de arriesgar nuestras vidas por él?

– Jebediah -advirtió Tyrel-. Ha sido un día largo. Ha pasado suficiente.

– ¿Jack Norton? -repitió Jebediah, obviamente aturdido. Se hundió en otra silla y puso la cabeza entre las manos-. Briony, no tienes ni idea de lo que has hecho.

– Estoy embarazada, Jebediah -dijo Briony, permitiendo que la desesperación se arrastrara en su voz-. No soy una adolescente. Crecí hace mucho tiempo, y estar embarazada no es el fin del mundo. Si no me quieres alrededor, sólo dímelo.

La cabeza de Jebediah se alzó, mostrando sorpresa en su cara.

– No estoy enfadado de que tengas un bebé. Sorprendido tal vez. Traumatizado de que mi hermana pequeña tenga sexo realmente, pero sobrinas o sobrinos están bien para mi. Pero Jack Norton… -se cortó bruscamente.

Briony suspiró.

– ¿Es realmente importante quién es el padre, Jeb? Nunca va a estar en la foto. Está en los Estados Unidos, muy lejos, y nosotros estamos en Italia. ¿Qué importa eso?

– Ah, dulce -le aseguró Jebediah-, esto importa. Jack Norton siempre importa. Es totalmente imprevisible y vive por un conjunto de reglas completamente diferente que el resto de nosotros. ¿Recuerdas cuándo lo vi primero en tu cuarto y te gritaba por salir a la selva sola?

– Desde luego.

– ¿Recuerdas la amenaza que hizo?

– Dijo que iba a arrancarte el corazón si seguías hablándome así -dijo Briony.

– Así es. No era una amenaza, Bri. Jack lo habría hecho -se inclinó hacia atrás-. Soy serio, dulce, Bri. Jack Norton es un asesino directo. Tiene un código y todo eso, pero cuando la presión empuja, Jack sería el único que quedaría en pie. Hay algo diferente acerca de él.

El dolor retorció su corazón.

– Es como yo.

– No es nada como tú -se opuso Jebediah-. ¿De dónde has sacado una idea como esa?

– Pensé que te gustaba.

– No te gusta Jack Norton. Lo respetas. Podrías temerle, pero no te gusta. Jack es alguien que querrías de tu lado en un apuro, pero nunca lo invitarías a casa a cenar.

– Es extraño, Jeb, porque por primera vez en mi vida estaba a gusto. No había dolor cuando estaba con él, ni un simple dolor de cabeza. Me relajo, sonrío. Disfruto estando con Jack.

Jebediah intercambió una larga mirada con Tyrel. Su tono había temblado, alertando a ambos hermanos que estaba cerca de las lágrimas.

– Nunca he conocido a Jack por hablar demasiado y estoy seguro que nunca le he visto sonreír. Debes haber sacado lo mejor de él, Briony. ¿Te dijo que salvó mi vida una vez?

– ¿Lo hizo? -eso no tenía sentido por la manera en que Jebediah se sentía respecto a Jack, aún ahora, cuando ella más lo necesitaba, su hermano le había dado un regalo y estaba agradecida-. Nunca lo mencionaste, y él nunca lo hizo.

– Jack nunca diría una palabra. Controlábamos un rescate, yendo detrás de dos Rangers cogidos en territorio enemigo. Se suponía que los Rangers irían al punto de extracción pero terminaron en medio de un nido de avispas.

– ¿Dónde estabas tú? -preguntó Tyrel.

Jebediah le lanzó una mirada represiva.

– Donde se suponía que estaríamos y nunca admitiríamos estar, entonces era imperativo salir de allí sin que nadie fuese cogido. Entramos por el lado norte, esperando ser capaces de cubrirlos. Jack estaba tumbado en algún árbol esperando y yo me moví a una posición en el suelo. Sólo necesitábamos darles suficiente tiempo para entrar en el barranco, donde los miembros del equipo habían establecido una emboscada. Los rangers entrarían, arrastrando al enemigo tras de si, y el cañón iba a volar por los aires. Eso nos daría tiempo para volver a nuestro vehículo.

– ¿Algo fue mal? -pinchó Tyrel cuando Jebediah se quedó en silencio.

Jebediah sonrió, pero la diversión ni siquiera alcanzó sus ojos.

– Puedes decirlo así. Un tipo salió del suelo, prácticamente en mi cara. Juro que su cuchillo era del tamaño de Texas. No escuché el disparo, mi corazón latía tan alto, pero vi el agujero exactamente en medio de su frente. Jack acabó con él antes de que pudiera terminar su primera cuchillada. Más tarde, le agradecí por salvar mi culo y sólo se encogió de hombros. Nunca dijo una palabra a nadie acerca de ello. Probablemente salvó a muchos de nosotros ese día.

– Dijo que era una responsabilidad.

La cabeza de Tyrel se movió bruscamente.

– No te merece, Briony.

– Todavía duele.

– Por supuesto que lo hace, dulce -dijo Jebediah-. Pero es lo mejor, La vida con Jack sería muy difícil. No es fácil estar alrededor del hombre. No sé por qué fue tan bueno contigo, pero no es la norma. Tiene días en los que no dice ni una sola palabra. Su hermano, Ken, bromea con todos, pero no Jack. No parece dormir. Algunos de los tipos les gustaba gastar bromas, pero el más inteligente sabía que meterse en el área de Jack no era prudente. Más de uno se encontró en el suelo con un cuchillo en su garganta, y no era suave con eso. Incluso puedes mirar a sus ojos y ver la muerte allí -Jebediah extendió las manos-. No querrías criar a tu hijo con él, dulce. Quieres un lugar donde haya risa y diversión. Te ayudaremos. Sabes que te queremos y te queremos con nosotros.

– Soy muy afortunada por teneros a todos. Gracias, Jeb. Es muy dulce que me cuentes sobre Jack. Es algo para el bebé, sabes. No sé mucho sobre él.

– Conozco un poco -admitió Jebediah-. Le contaré al bebé historias de Jack.

– La lluvia es tan ruidosa -se quejó Tyrel. Se frotó la cabeza, sus vendajes muy blancos en el cuarto débilmente alumbrado-. Estoy muy cansado esta noche.

La lluvia era muy, muy alta. Una pequeña campana de alarma saltó en la cabeza de Briony. En algún lugar, la ventana o la puerta estaban abiertas, permitiendo que la fuerza de la tormenta penetrase en la casa. Su mirada saltó a sus dos hermanos. Ambos estaban muy quietos, la conciencia golpeándolos al mismo tiempo.

¡Despertad! ¡Seth! ¡Ruben! ¡Peligro! Mandó la advertencia con un empuje tan fuerte como fue posible, esperando que penetrase su sueño.

Jebediah tocó a Tyrel, gesticulando hacia la parte trasera de la villa, donde Seth y Ruben estaban durmiendo en los cuartos de huéspedes. Señaló a Briony, y se levantó en silencio siguiéndolo hasta el pasillo. Mientras pasaba por la pequeña habitación donde se suponía que dormiría, cogió su mochila y se la colgó, estremeciéndose cuando la correa rozó sus vendas.

Jebediah la puso frente a él, señalando con tres dedos hacia el pasillo izquierdo que conducía al patio. Briony se acercó sigilosamente hasta las amplias puertas cubiertas con encaje y deseó que no crujiesen mientras las empujaba para abrirlas. Inmediatamente la lluvia entró, conducida por el viento feroz. A un toque en el hombro y se dio la vuelta para mirar a su hermano.

Jebediah se inclinó cerca, poniendo su boca en su oído.

– Coge el coche.

Sabía que iba a volver por sus hermanos. Tyrel estaba despertándolos, pero debían haber estado justo detrás de ellos. Tyrel los tendría en movimiento inmediatamente, aún no había signos de ninguno de ellos. Vaciló, pero Jebediah la empujó hacia la noche, las sombras. En su impulso, Briony resbaló en el patio entre los arbustos crecidos y los árboles inclinados por el viento.

Adoptó los colores de la noche, las rayas de las sombras, negro y verde y una multitud de sombras de gris. Se movió con el viento, haciendo juego con el flujo de energía mientras las hojas y las ramitas se arremolinaron alrededor de ella en medio de la tormenta. Las baldosas de mosaico estaban resbaladizas, por eso abandonó el camino y tomó la hierba y los arbustos, tratando de evitar las ramas espinosas cuando se balanceaban para coger su ropa. Sólo estaba a unos pasos del pequeño punto donde Jebediah había escondido el coche cuando el viento cambió sutilmente.

Captó un olor familiar y se detuvo, mirando alrededor, tratando de encontrar a su enemigo. Estaba cerca. Le podía oler, lo conocía por la mezcla de sudor y colonia que había llevado en la oficina de Sparks. No estaba enmascarándolo, y miró hacia arriba cuando Luther saltó desde el tejado. Era segadoramente rápido, dándole poco tiempo para reaccionar. Lo mejor que podía hacer era dar un paso a un lado y golpearlo tan fuerte como pudiera, esperando golpear sus piernas y que cayera.

Luther cogió su pelo en su puño mientras caía, llevándola hacia atrás con él de modo que aterrizó pesadamente sobre él.

– Se me agotó la paciencia contigo -gruñó él-, compórtate antes de que haga algo que los dos lamentaremos.

Golpeó con los codos en las costillas, seguido por la parte trasera de su cabeza en su cara. Sacó la cabeza fuera de su camino justo a tiempo, pero ella ya estaba rodando lejos de él, gateando para ponerse sobre sus pies.

– Mantente lejos de mí.

Él amagó a su izquierda y saltó a sus pies, aterrizando en una posición agachada, su puño golpeó demasiado deprisa para bloquearlo. Trató de esquivar el puñetazo, moviendo la cabeza a un lado, pero la golpeó lo suficientemente fuerte para mandar estrellas danzando momentáneamente enfrente de sus ojos. Briony se tambaleó hacia atrás, resbalando en las baldosas, y cayó.

Luther estaba sobre ella en segundos, sujetándola, la mano sobre la boca.

– Maldita sea, no me diste opción. Para de pelear conmigo. He sido cuidadoso para no herirte, pero mantén esto y va a pasar.

Briony se quedó quieta. Era increíblemente fuerte, y cuanto más luchaba, más fuerte la sujetaba. Trató de convertirse en una pelota, en un intento de proteger al bebé.

– No quiero hacerte daño -dijo Luther-. Y seguramente no quiero enfadarte matando a tus hermanos, pero no me estás dando otra opción. Tienes que venir al laboratorio conmigo -apartó el pelo de su cara y sondeó la hinchazón de su mandíbula con los dedos-. No deberías haberme empujado tan lejos.

Briony lo miró y se apartó bruscamente. Su mente bullendo con ideas para escapar. Tenía sólo segundos. Sería algo vulnerable cuando cambiase y desplazase los pies. Podía ser su única oportunidad. Giró la cabeza lejos de él, y los colores danzaron por un momento, sensores de color amarillo y rojo, sólo un breve borrón alertándola de la presencia de sus hermanos. Briony rápidamente miro a Luther, enganchando sus dedos en su camisa.

– Pararé de luchar contigo si me dices la verdad. ¿Van a hacer daño al bebé?

– ¡No, No! Sparks debería habértelo dicho. Quieren al bebé vivo. A ambos, tú y el bebé son valiosos para ellos. No quieren dañar a ninguno de vosotros. No pueden tentar a la suerte con ninguna de vuestras vidas. Hay otros que te quieren muerta porque están asustados del poder que manejamos.

Briony olió a su hermano justo cuando Luther se giró, un susurro de sonido le advirtió. Jebediah le golpeó duro sobre la cabeza, dejándolo inconsciente sobre el cuerpo de Briony. Seth y Ruben rápidamente envolvieron yardas de cinta adhesiva impermeable alrededor de sus piernas, muñecas y boca mientras Jebediah se agachaba para ayudar a levantarse a su hermana.

– ¿Estás bien, dulce? -cogió su mandíbula en la palma para inspeccionar el moretón-. Realmente la cogió, ¿verdad? -se giró y golpeó a Luther en las costillas, usando toda la rabia acumulada por la situación.

– No está consciente -le señaló Briony.

– No doy ni una mierda.

– ¿Has oído lo que ha dicho?

Jebediah asintió.

– Lo escuché. Mataron a Tony porque pensaban que era el padre del bebé. El resto es una gilipollez. ¿Puedes caminar?

Ella asintió.

– ¿Están esos otros? No podía haber estado sólo.

Tyrel le guiñó un ojo.

– Seth y Ruben se despertaron. Ambos dijeron que escucharon una voz advirtiéndoles. Consiguieron dejarse caer sobre ellos y atarlos a la cama.

Luther abrió los ojos y la miró. Cuanto más miraba a sus hermanos, más asustada estaba. Incluso atado, Luther tenía poderes y habilidades que sus hermanos no podían concebir.

– Vámonos de aquí -sugirió.

Jebediah la abrazó y miró a Luther.

– Estoy de acuerdo. Tenemos que irnos ahora.

¿Piensas que fue el padre del bebé? Escuchó la voz, alta y clara en su cabeza. Dándose la vuelta, miró a Luther. Jebediah había sido descuidado, y Luther no era ningún idiota, podía ver la comprensión apareciendo en su cara.

Briony arrastró a Jebediah al coche.

– Deprisa. No puede seguirnos por un tiempo.

Jebediah se deslizó tras el volante del coche.

– ¿Comprobaste que no hubiera un dispositivo de rastreo, Ruben, como te dije?

– No encontré nada -dijo Ruben-. Tal vez lo omití.

– Vamos a deshacernos del coche -decidió Jebediah-. No tenemos otra elección.

– Lo sabe -susurró Briony-. Luther sabe sobre Jack. Sabe que Jack es el padre.

Jebediah la miró, puso su mano sobre las de ella.

– Encontraré la manera de decírselo, de advertirle, Bri.

– Gracias, Jebediah. No tienes ni idea de adonde podríamos ir, ¿verdad?

– Esta noche vamos a poner tantas millas como sea posible entre Luther y nosotros, y luego vamos a escondernos un rato y salir de esto. Si no nos movemos, no dejaremos huellas para que nos sigan. Vamos a coger otro coche y deshacernos de éste lo antes posible.

Era más fácil decirlo que hacerlo. En la noche, con la tormenta todavía descargando, no era tan fácil encontrar otro coche. Jebediah quería algo rápido con buena maniobrabilidad en caso de que tuviera que escapar de alguien. Ruben robó un mercedes y cambió las placas con un segundo que encontraron a varias millas en la carretera.

Briony se cubrió la cara con las manos, horrorizada porque se hubieran reducido a ladrones de coches. Durmió a intervalos, y sus hermanos condujeron por turnos a través de la noche y la mañana. Se deshicieron del coche después de lavarlo por dentro y por fuera, dejándolo aparcado en una calle estrecha y desierta mientras caminaban hacia una pequeña tienda.

Ruben se apresuró calle abajo para comprar otro coche en un lote de coches usados que habían pasado. Mientras le esperaban, sus otros hermanos entraron en la tienda para abastecerse de alimentos y cosas necesarias. Briony optó por quedarse fuera, necesitando un pequeño respiro de la constante compañía en los pequeños confines del coche.

Había poca gente en la calle, y respiró profundamente para calmar su estómago revuelto.

– Vamos bebé, no me pongas enferma esta mañana -canturreó-. Mis hermanos están un poco histéricos con esto -mientras hablaba con el bebé, notó a un hombre sentado en su coche aparcado justo abajo de la calle de la tienda. Su corazón saltó, empezando a palpitar. Inmediatamente se levantó y empezó a caminar hacia la tienda. Habían sido seguidos.

El hombre salió del coche, se quitó las gafas oscuras y caminó hacia ella con largas zancadas seguras y en ángulo para interceptarla antes de que pudiera ponerse a salvo.

– Ma’am, mi nombre es Kadan Montague. Necesito hablar contigo y tus hermanos sobre algo que os concierne a ti y a Jack Norton.

Briony giró lejos de él, cautelosa de la calma en sus ojos, la expresión tranquila, pero más que todo, el conocimiento instintivo de que estaba realzado. Levantó su brazo y se empujó la manga de la camisa, revelando los mismos tatuajes que Jack llevaba. Los miró, conociendo el tinte extraño sólo visible usando la visión realzada.

– Debes haberte equivocado de persona. No conozco a nadie llamado Jack Norton.

Tyrel emergió de la tienda, el conocimiento llameando en sus ojos y soltó una orden a sus hermanos por encima del hombro antes de apresurarse hacia ella. Tomó el brazo de Briony y tiró de ella protectoramente hacia él.

– Es importante, ma’am. Sólo escúchame. Podemos sentarnos fuera, tal vez en la mesa de allí -Kadan indicó una sombrilla coloreada sobre una mesa redonda en la acera donde había estado-. He estado viajando sin parar para encontrarte y podría necesitar una taza de café justo ahora.

Sus hermanos salieron de la tienda, apresurándose a rodear al hombre. Calmadamente le tendió a Jebediah su identificación. Era su calma, su control completo, lo que preocupaba a Briony. Este hombre le recordó mucho a Jack. No confiaba en nadie, y sin duda, Kadan Montague estaba realzado tanto física como psíquicamente. Más que eso, lo comprendió enseguida, era un ancla. En público, su cuerpo temblaba continuamente y tenía que rechazar el dolor que apretaba su cabeza como un tornillo. En el momento en que se acercó, los sistemas habían retrocedido.

Se presionó ambas manos sobre el estómago. Nunca iba a sentirse a salvo de nuevo. Peor, sus hermanos estaban huyendo con ella. No tenían una dirección clara. Incluso no sabían en realidad por qué estaban huyendo. Sabía que Jebediah podía leer la desesperación en sus ojos, porque puso su brazo alrededor de ella y la empujó más cerca.

– Por favor, sólo te pido unos minutos de tú tiempo.

– ¿Estás armado? -preguntó Jebediah.

– Sí. Y deberías estarlo también. Llegué muy tarde para ayudar en el circo, te rastreé hasta la villa, y te seguí hasta aquí. No soy el único tras tú rastro.

Seth maldijo por lo bajo.

– He mirado todo el tiempo, nunca vi ni una cola.

Jebediah gesticuló para que Kadan los precediera a la mesa.

– Parece que medio mundo está tras nuestro rastro. ¿Qué es lo que quieres?

Kadan esperó hasta que la familia Jenkins se sentó alrededor de él, los hermanos formaron un anillo protector alrededor de su hermana.

– ¿Te encontraste con Jack Norton en Kinshasa? -preguntó sin rodeos.

– No voy a responder a eso -dijo Jebediah.

– Tal vez esto os ayudaría a entender lo que sigue -dijo Kadan, abriendo su maletín.

Antes de que pudiera recuperar algo, Jebediah sujetó su muñeca. Kadan simplemente lo miró, una ceja alzada. Jebediah lentamente quitó la mano.

Kadan sacó un archivo.

– Érase una vez, hace muchos años, un investigador brillante, con más dinero que buen sentido y moralidad, vino a Europa y fue a través de los orfanatos buscando unos niños específicos. Quería niños, todas hembras, que mostrasen promesas de una inteligencia superior pero más importante, un regalo psíquico.

Tyrel se inclinó hacia atrás.

– ¿Cómo el investigador sería capaz de decir si los niños eran brillantes y con regalos psíquicos? ¿Qué edad tenían esas chicas?

– Muchas de ellas eran bebés. Compró a las chicas y las llevó de vuelta a su laboratorio, donde procedió a realizar experimentos sobre ellas. Más tarde, cuando temió que pudieran cogerlo, concibió un plan para hacer ver al mundo que había dado en adopción a las niñas. Mientras tanto, llevó a cabo sus experimentos en voluntarios, militares entrenados en las Fuerzas Especiales.

Jebediah dejó escapar el aliento en un lento silbido de comprensión.

– Estaba desarrollando un soldado superior, un arma, usando el realce físico y psíquico.

– Exactamente. Briony, tú eres una de esas chicas.

– El doctor Whitney -dijo Jebediah-, un hombre llamado Peter Whitney se acercó a mis padres. Era un millonario. Completamente verificado, tenía todo tipo de lazos con varios gobiernos aquí en Europa así como en los Estados Unidos. Conocía al presidente y a cualquiera que fuera alguien. Dijo que su mujer murió y no podía criar a su hija sólo. La quería en un ambiente amoroso, pero en algún lugar donde pudiera desarrollar sus habilidades inusuales.

Kadan asintió.

– No lo sabemos todo. Supuestamente Whitney estaba muerto, pero ninguno de nosotros creía que lo estaba. Hemos recuperado a tres de las chicas, ahora mujeres crecidas, por supuesto. Lily, Dahlia e Iris y ahora tú Briony. Hemos estado buscando en todas partes. Sé que no eres un ancla. ¿Cómo has logrado sobrevivir todos estos años sin una, en tal proximidad con otros? -había una abierta admiración en su voz.

Briony apretó la mano fuertemente.

– ¿Conoces a un hombre llamado Luther? ¿Realzado psíquica y físicamente como tú? -deliberadamente le golpeó con un cierto conocimiento.

Kadan sacudió la cabeza.

– Lo siento, no. Hay dos equipos de hombres de los que soy consciente. Si hay otros, Whitney los realzó en secreto.

– ¿Qué les hizo a ellos? -preguntó Tyrel.

Todos tenían preguntas. Ella tenía cientos de preguntas, pero no conocían a este hombre. Si Luther y Sparks estaban detrás de ella, era posible que Kadan Montague representara a las otras personas que la quería a ella y a su bebé muertos.

– Es un proceso complicado -dijo Kadan-. Si vuelves conmigo a los Estados Unidos, Lily puede explicártelo. Es una de las chicas que compró en el orfanato. Está trabajando no sólo para encontrar a las otras chicas, sino para encontrar la forma de ayudar a los que no son anclas a ser capaces de vivir en el mundo sin un dolor constante.

– ¿Quieres decir qué es real? -preguntó Seth.

– Ah, sí, es real -dijo Kadan. Se inclinó a través de la mesa-. Has sido capaz de hacer esto, Briony, cuando incluso la mayoría de los hombres tienen problemas, y son adultos y fuertes. Tu aportación sería inestimable para el resto de nosotros.

La cara de Jebediah se oscureció con ira mientras leía rápidamente el archivo de su hermana. La mayor parte estaba en términos médicos que no podía entender, pero la idea esencial estaba allí y era horrendo.

– ¿Sabe Jack de esto?

– Todavía no. Creímos que Briony estaba en un peligro más inmediato. ¿Está embarazada?

Hubo un largo silencio. Kadan miró alrededor del conjunto de caras. Dio un golpecito al archivo.

– Sólo captamos la información de que estabas embarazada o nos habríamos movido antes para alertarte. Jaqueamos el ordenador de Whitney e indicaba que estabas embarazada. Si el hijo es de Jack y ambos están realzados, ¿sabes lo qué eso podría significar? Whitney haría cualquier cosa para poner las manos sobre el bebé. Y por lo que me han dicho, Briony, hará todo lo que está a su alcance, incluyendo matar a cualquiera que quieras, para llevarte de vuelta. Le gustaría usarla en su programa de cría.

– Esto asusta como el demonio, Jeb -miró a su hermano mayor-. No podría aguantar si cualquiera de vosotros fuera herido por mí.

Kadan golpeó su maletín.

– No pararan, Briony y más pronto o más tarde mataran a tus hermanos y te devolverán al laboratorio. Necesitas protección. Vuelve conmigo, y nos aseguraremos que Whitney nunca ponga sus manos ni en ti ni en tu bebé.

Jebediah continúo frunciendo el ceño con el archivo.

– ¿Por qué estarías dispuesto a ponerte en peligro de esa forma por mi hermana?

– Porque es uno de los nuestros -dijo Kadan.

– Luther se presentó voluntariamente para protegerme también. Asesinó a Tony -dijo Briony, mirando la cara de Kadan cuidadosamente. No le sirvió de mucho, el hombre nunca cambiaba la expresión.

– ¿Quién es Tony? -preguntó.

– El padre de mi bebé -mintió.

Kadan parpadeó, su única reacción.

– ¿No Jack?

Briony sacudió la cabeza.

– No Jack. Desdichadamente cuando fui al doctor, pensaba que el embarazo era imposible porque estaba tomando la píldora…

– Estaban dándole placebos -dijo bruscamente-. Malditos. ¿Dónde conseguiste este archivo?

– Jaqueamos el ordenador del doctor y lo robamos. Ha estado tratando de juntar a Jack Norton y a tu hermana desde el año pasado. No contaba con tu capacidad para estar con otro hombre. No ser un ancla era su salvaguarda contra que Briony encontrase una relación -la voz de Kadan estaba desprovista de expresión cuando transmitió la información. Sus ojos miraron directamente a los de Briony-. Como Whitney, no puedo imaginar como podría ser posible que tuvieras una relación sexual con un hombre que no es un ancla.

Briony se encogió de hombros.

– No pensó que pudiera permanecer viva con mi familia tampoco, pero lo hice todos estos años. Incluso actuó enfrente de miles de personas. ¿Alguien pensó que podría hacer eso?

– Briony -Jebediah simplemente dijo su nombre suavemente, la emoción moviéndose en la profundidad de sus ojos-. Deberíamos haber sabido esto. Habríamos sido… -se cortó, mirando en vano a sus hermanos.

– Mejor contigo, más comprensivos -terminó Tyrel.

– Estoy bien. Mamá siempre dijo que era suficientemente fuerte y lo soy -tocó el brazo de Jebediah porque parecía tan apenado. Afortunadamente, con Kadan tan cerca no podía sentir su angustia.

– Espera un momento -interrumpió Ruben-. Nada de esto tiene sentido para mí. ¿Por qué querría este doctor Whitney juntar a este tipo Jack Norton con Bri?

– El doctor Whitney era, o es, un genio, un hombre con conexiones en todo el mundo, bien respetado, las autorizaciones más altas y una campaña para tener éxito en todo lo que hace. Sabes ciertamente que conduce experimentos en orfanatos, las chicas jóvenes que básicamente compró en Europa y trajo, escondiéndolas mientras perfeccionaba su método de realzarlas psíquicamente y eventualmente físicamente. Todos pensaron que las chicas fueron dadas en adopción, pero desde entonces hemos encontrado que Briony ha sido la única que conocemos. Entonces Whitney condujo pruebas para las habilidades psíquicas entre las Fuerzas Especiales y realizó sus operaciones experimentales entre varios de nosotros. Nadie en aquel tiempo sabía de las chicas. Sólo lo averiguamos después de que Whitney fuera supuestamente asesinado. Creemos que todavía está vivo y ahora continua e intensifica sus experimentos, con el permiso de una organización encubierta dentro del gobierno.

– Hijo de puta -gruñó Ruben-. ¿Es esto real?

– Desdichadamente, sí. Os estoy dando información que podría matarnos a todos. Al menos, si averigua que la tenemos, que sabemos que está vivo, Whitney pasará a la clandestinidad, cortará el filtrado y nunca le encontraremos. Arriesgué mi propia vida viniendo aquí para advertiros, para ofreceros protección. Lo menos que podíais hacer es decirme la verdad.

– ¿Qué te hace pensar que no te estoy diciendo la verdad? -preguntó Briony.

– También soy psíquico. Las cosas que te hizo, me las hizo a mí. Puedo ayudarte. Mi equipo puede ayudar. Lo sabes así como yo lo hago, Briony, que cuando tu embarazo avance, no serás tan rápida. No serás capaz de escapar y caerá sobre tus hermanos. Vencerían a uno o dos de los hombres que mande detrás de ti, pero no a los soldados realzados. Esos soldados borraran a tu familia entera y no mirarán atrás.

– Es suficiente -habló bruscamente Jebediah-. Tenemos que pensar sobre esto, no vamos a meternos sin pensarlo dos veces. Tengo amigos que lo verificaran por mí. No dejaré a mi hermana con cualquiera hasta que sepa quienes son y que quieren.

– Puede que no tengas el lujo de esperar por una respuesta -dijo Kadan y llamó al camarero-. No creo que esa gente vaya a esperar hasta que llames a tus amigos. Si puedo encontrarte, ellos también pueden -miró los vendajes de Tyrel y Briony, su mirada saltó a la magulladura, negra y azul de su cara-. Otra vez.

Briony sonrió al camarero y tomó entre sus palmas la taza de café que puso enfrente de ella, su mente bullendo con las cosas que Kadan había dicho. No había forma que pudiera confiar su bebé a un extraño, pero tenía una posibilidad. Miró el líquido negro, su estómago revoloteando con miedo. ¿Podría hacerlo? ¿Era suficientemente fuerte?

– ¿Dónde se queda, señor Montangue? Lo hablaremos y le haremos saber que hemos decidido hacer. Tengo que pensar en esto.

Kadan suspiró.

– Lee el archivo. Whitney es un monstruo, y si pone las manos sobre ti, o el bebé, tu vida no va a valer mucho. En este momento no tenemos ni idea de donde está, así que no habrá un equipo de rescate para sacarte. Vuelve a los Estados Unidos conmigo. Si estás preocupada, tus hermanos son bienvenidos. Al menos quédate hasta que tu bebé nazca. Estás realzada, has tenido una gran educación. Podemos enseñarte técnicas de supervivencia, tal vez lo suficiente para protegerte a ti y al bebé.

Habilidades de supervivencia. No abras la puerta. Mantente a un lado. Camina por el lado izquierdo. Sube al techo, no en el callejón. Las palabras se repetían una y otra vez en su cabeza. ¿De quién aprender mejor que del maestro?

– ¿Por qué no has ido con el señor Norton y le has dicho todo esto? -preguntó Briony-. Debe haber más de uno de vosotros. ¿Enviaste a alguno a avisarle?

Kadan la miró con su inquietante mirada fija.

– Norton desapareció, y cuando no quiere ser encontrado, nadie le encuentra.

Briony puso crema en su café y lo revolvió.

– ¿Está desaparecido? Entonces trataste de encontrarle.

– Uno de los miembros de su equipo estaba con nosotros cuando descubrimos esta información. Le dejamos decidir si nos poníamos o no en contacto con Jack y se lo contábamos.

Seth tomó la nata de Briony, vertiéndola en su café mientras miraba a Kadan, un desafío en sus ojos.

– ¿Si mataron a Tony pensando que era el padre, no irían detrás de este personaje Norton por si acaso es él?

Briony levantó la vista cuando Jebediah gruñó. Se cubrió los ojos con una mano y susurró en su oído.

– El pensamiento de ti teniendo dos compañeros es más de lo que puedo tomar.

– Podrían perseguir a Jack. Tienen mucha inteligencia. Whitney tiene una autorización de alta seguridad. Tiene acceso a los archivos de Jack que poca gente tiene. En mi opinión, no querría estar cerca de Jack a menos que no tuviera opción. Removería un nido de avispas.

– ¿Qué significa eso, exactamente? -demandó Seth-. ¿Por qué mataría a Tony y no a Jack?

Kadan se sentó en su silla.

– Tony era un objetivo fácil. Jack no. Whitney no tiene muchos hombres. Tuvimos una pelea con él recientemente y perdió unos cuantos. Si enviase un equipo detrás de Jack, pocos de ellos, quizás ninguno, volvería vivo. Jack no está sólo allí. Tiene a Ken con él, y su gemelo es igual de letal. Son un equipo imparable. Han trabajado juntos por años y cada uno sabe exactamente qué va a hacer el otro en cualquier momento dado. Whitney tiene que estar loco o desesperado para ir tras Jack Norton, especialmente en el césped de su casa.

Briony miró a su hermano, la desesperación en su mirada. Resolución. Parpadeó las lágrimas lejos, Jebediah tragó con fuerza, alcanzando su mano.

– Briony tiene razón, señor Montague. Apreciamos la advertencia y la información, pero necesitamos consultarlo en familia. Dénos unos minutos.

Kaddan asintió.

– Puedo pedir comida. La ordenaré mientras habláis. ¿Puedo pedir algo para vosotros? -recogió el archivo y lo puso en el maletín.

Jebediah quería desayunar y los otros le siguieron convencidos. Esperaban que Kadan entrase en el café.

– No es tonto -dijo Briony-. Sabía que íbamos a marcharnos. Eso es por lo que cogió el archivo.

– ¿Lo haremos? -preguntó Seth.

– Ruben ha vuelto con el coche -dijo Jebediah con gravedad-. Vámonos.

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