Briony rodeó el cuello de Jack con sus brazos y cerró los ojos, abriendo su boca a él, igualando el fuego de su beso con el de ella. Tenía callos en las manos y olía a armas. Le gustaba la aspereza contra su piel y sabía que, sin importar el peligro, la protegería a ella y a sus niños.
– Haces que me sienta segura cuando me abrazas, Jack -le confió Briony-. Siempre he tenido tanto miedo, pero incluso ahora, rodeados por nuestros enemigos, me haces sentir segura -murmuró las palabras contra el calor de su boca, besó su barbilla y las pequeñas patas de gallo alrededor de sus ojos, no líneas de risa, si no de entornar los ojos en el sol.
Agradecida que Ken estuviera en el turno de guardia y los hubiera dejado solos para dormir mientras esperaban el anochecer, estaba determinada a aprovechar su oportunidad a solas con Jack.
Jack besó la punta de su nariz, las esquinas de su boca, la pequeña hendidura en su barbilla. Le parecía imposible estar allí, en el césped de Montana, en el lugar que amaba, y abrazando a esta mujer única. Y ella seguía mirándole con amor en sus ojos. Genuino amor.
– Eres un jodido milagro, Briony -la besó otra vez, y deslizó sus manos hacia abajo hasta su estómago, subiendo la tela de su blusa para entonces poder cubrir la piel desnuda con su palma-. Quiero sentirlos moverse dentro de ti. Una parte tuya y una parte mía. Nunca imaginé tener niños ni siquiera tener una mujer propia. Ahora que estás aquí conmigo, no puedo imaginar la vida sin ti.
Ella cerró los ojos para saborear la sensación de sus manos acariciando su estómago. Durante un momento pensó haber sentido la agitación de un bebé moviéndose dentro de ella, pero el movimiento fue tan pequeño y breve, que podría haberlo imaginado.
– No digas joder Jack -la verdad era que, a pesar de ella, le empezaba a tomar cariño a aquel término cuando decía esas cosas sobre ella-. Tienes que mejorar tu lenguaje por los bebés. Pero por si acaso no lo sabes, también pienso que eres un milagro. Te amo.
Se quedó completamente quieto, absolutamente quieto. Incluso su aliento cesó en sus pulmones. Esperó hasta que ella abriera sus ojos y lo mirara.
– No diga eso a menos que quieras decirlo Briony. No quiero que haya ningún error.
– No hay ningún error. Te amo más que a nada. Soy feliz de llevar a tus niños. Amo estar contigo.
– Está frío aquí arriba y el camino estará infranqueable en poco de tiempo. Nevará. Te podrías sentir sola.
– Amo el lugar donde vives y la casa, y todo.
– A veces estoy tan malhumorado como una serpiente. Me gustan las cosas a mi manera, nena, tal vez demasiado.
– ¿Estás tratando de disuadirme de ello? Sé que nieva. No me sentiré sola, ciertamente no contigo, Ken, y dos niños corriendo alrededor, y si estás malhumorado, veré lo que puedo hacer para calmarte -deslizó su mano sobre su pecho, con una caricia ligera y sugestiva-. Y en cuanto a hacer las cosas a tu manera, probablemente lo harás la mayor parte del tiempo, así que cuando realmente quiera algo, por supuesto que estarás más que feliz de acomodarte a mí.
– ¿Lo estaré? -una lenta sonrisa curvó su boca, le tomó unos momentos para que sus ojos se iluminaran-. Dudo que alguna vez tengas muchos problemas para conseguir lo que quieras de mí, pero ya lo sabías, ¿verdad?
– Sí, y ¿sabes lo que quiero exactamente ahora? -se apoyó hasta rozar sus labios contra su oreja-. Te quiero dentro de mí tanto, que no puedo pensar correctamente -porque había una parte de ella que temía que pudiera perderle, que ésta podría ser la última oportunidad que tuvieran para estar juntos-. ¿Crees que Ken se alejará lo suficiente para darnos tiempo? -le susurró la invitación como una seductora.
Ken, necesito un poco tiempo a solas con Briony.
¿Tú crees? Estoy aquí sentado girando mis pulgares, conquistador. Mejor deberías persuadirla con tus habilidades porque tienes profundas carencias en el departamento del romance. No quieres perder a esa mujer.
No, Jack definitivamente no quería perderla. Se cerró a Ken, y la besó suavemente.
– Tengo un maldito gran hermano. Vigilará nuestro rastro por nosotros.
– Ve lento, Jack. Necesito que vayas lento -quería sentirse amada, quería estar con él otra vez, sólo por si acaso ésta fuera la ultima vez, el único tiempo que ella había dejado. Estaba mal con el pobre Ken tan cerca y adaptándose a ellos. Debería sentirse avergonzada, pero sólo se sentía agradecida. No pasaría mucho antes de que tuvieran que luchar por sus vidas otra vez, y necesitaba a Jack, ahora-. Siento parecer un desastre.
– ¿Piensas eso Briony? Nadie podría ser más hermoso para mí. Un ojo hinchado, contusiones eso nunca importará. Eres una luchadora, nena, y haces que me sienta orgulloso de ti -él levantó su blusa por delante, hasta que la parte oculta de sus pechos fue expuesta, los dedos acariciaron la piel suave-. Cuando te toco, lo juro Briony, cada vez, no se parece a nada que haya alguna vez experimentado. Me siento como un tonto tratando de decirte lo que me haces, pero no quiero que alguna vez pienses que no vales el esfuerzo, para tratar de poner en palabras la forma en que me haces sentir.
Jack dio ligeros besos sobre su vientre suavemente redondeado. Mechones de su pelo se rozaban contra sus pechos, enviando temblores de conciencia a su columna. Briony no sabía por qué encontraba tan erótico estar afuera con él, rodeados de peligro, y mirando sus ojos oscurecerse por el deseo y su cuerpo tensándose por la anticipación.
– Tendrás que estar encima así no tendremos ninguna posibilidad de lastimarte a ti o las bebes -levantó su cabeza para mirarla, sus ojos grises casi del color del carbón-. Seré tan gentil que ni siquiera sabrás que soy yo.
No podía creer lo mojada y caliente que se ponía con sólo de mirarlo. Sus manos acunaban sus pechos, amasándolos con exquisito cuidado, girando su pezón hasta que ella jadeó, su visión se nubló. Briony sintió la ropa demasiado apretada, la tela raspando su sensible piel e impidiendo que sus manos vagabundearan. Abrió deprisa sus jeans y se sentó para quitarse la ropa, echó un vistazo alrededor para asegurarse que estuvieran ocultos por los arbustos y el grueso dosel de árboles. El ángulo de las paredes del cañón ayudaba, podía ver por qué Jack había escogido ese punto para esconderse mientras esperaban la oscuridad.
Jack también se había despojado de la ropa y alcanzó y tiró de su muñeca hasta que la sentó a horcajadas sobre su regazo. Tomó con las manos su pelo e inclinó su cabeza hacia atrás, queriendo devorarla, su lengua recorrió su boca, dientes tirando de sus labios, y todo el rato presionó deliberadamente su dura polla contra su mojado canal. Durante un momento se quedó quieto, absorbiendo el sentirla, su olor, el milagro de que estuviera con él. Sepultó su cara contra su cuello para esconder la repentina emoción aplastante que sabía estaba desnuda en su cara.
– ¿Jack?
Él tiró sus brazos alrededor de su cuello hasta que sus dedos se clavaron en sus músculos cuando colocó sus piernas alrededor de su cintura. Ella cerró sus tobillos detrás de su espalda, abriendo aún más su cuerpo para él, y él meció su espalda, frotando su polla en lo más profundo de su calor femenino. Él podía escuchar por siempre su nombre en sus labios, esa entrecortada vacilación, la forma como el amor se derramaba por su voz. Se movió otra vez deliberadamente para liberar un pequeño gemido de ella.
Briony agarró sus hombros con fuerza e hizo un pequeño sonido de profundo deseo, un suave gemido de placer añadiendo llameantes llamas de excitación a través de sus venas. Jack la besó repetidas veces, ahogándose en su sabor, amando el modo en que ella respondía, dándole su boca de la manera en que ella le daba su cuerpo totalmente incondicional. Bajó besando su garganta y hombros, hasta encontrar los pequeños puntos calientes de sus pechos, ya tiesos para él. Ya estaba tan caliente y mojada, meciéndose contra él, avisándole cuánto lo quería. Eso por si solo era un afrodisíaco.
Jack tomó su pecho en su boca, sintió su increíble dulzura, tiró de su pezón con los dientes, lo hizo girar con su boca, y cuando ella lanzó un grito, volvió a succionar. Con cada fuerte tirón, la sintió ponerse más caliente y húmeda para él. Amó la reacción de su cuerpo, y sus manos comenzaron a acariciar y estrujar sus hombros, la parte baja de su espalda, sus nalgas, su boca todo el tiempo prodigando atención a sus pechos.
Briony arrojó su cabeza hacia atrás, arqueándose dentro del calor de su boca, uñas clavándose en sus hombros. Sus lentas manos y su devastadora boca enviaron a su cuerpo pulsaciones con tan dolorosa necesidad que trató de retorcerse en él.
– Para -dijo bruscamente y bajó su mano hasta su trasero, enviando una llamarada inesperada de calor moviéndose en espiral por su cuerpo-. Nos lo íbamos a tomar lento y con calma, ¿recuerdas? Déjalo construirse -porque quería quedarse dentro de ella por siempre.
Jack quería tenerla de cualquier forma que pudiera. No tenía ni idea de cómo había logrado invadir su corazón y alma, pero ella los tenía, y la necesitaba como seguramente necesitaba que el sol subiera por la mañana. La quería para siempre, y sólo tenía un poco de tiempo, pero cada momento iba a contar.
La terrible dolorosa necesidad ya estaba construida, ya rabiando fuera de control. Briony sintió la tensión rebelándose en ella, la presión apretándose profundamente dentro, hasta que su cuerpo se tensó y lloró de necesidad.
– Jack. No tenemos tiempo.
– Para esto, para nosotros, tenemos el tiempo -besó su cuello, mordió suavemente su barbilla, encontró su pecho otra vez, y envió otro haz de deseo rizándose a través de ella con un fuerte tirón de su boca caliente. Su cuerpo frotándose sobre él, suplicando, demandando, endureciendo su polla en un grueso instrumento de acero de carne y sangre.
Las manos de Briony lo agarraron más fuerte cuando la levantó y la colocó sobre su regazo. La bajó hasta que la amplia cabeza de su eje comenzó a forzar la entrada, invadiendo su cuerpo lentamente pulgada tras pulgada. Ella era suave, tan suave que la sentía como un guante de seda que lo tomaba, y caliente, tan caliente que gimió y dejó que la gravedad lo ayudara a sentarla, necesitando estar tan profundo como fuera posible. Su cuerpo lo envolvió en seda y terciopelo, estrujándolo y apretándolo de modo que él jadeara con el puro placer de ello. Tomó sus caderas y comenzó a moverla lentamente, en un sensual ritmo.
– Eso es, nena. Sólo toma un sencillo y agradable paseo.
Con ella a horcajadas sobre sus muslos, Jack se sepultó profundamente en su cuerpo. Briony se contoneó, un pequeño movimiento, pero la empujó aún más profundo, presionándolo fuertemente contra su clítoris, así que cada golpe le enviaba una corriente eléctrica corriendo por su cuerpo, directamente hasta sus pezones. Un rayo caliente de excitación la llenó cuando sintió su clímax construirse. Ella se arqueó de atrás hacia adelante, levantando sus caderas a su ritmo lento, fácil, pero añadiendo un movimiento circular, mirando a sus ojos, su cara, deleitándose en la mezcla de lujuria y amor que vio allí.
Sus pechos estimulados eróticamente con cada empuje de las caderas; sus pezones rozaron el pecho de Jack enviando una lluvia de chispas calientes sobre su piel. Ella comenzó a cerciorarse como su cuerpo se enroscaba más tenso y más tenso, levantándose más alto, frotándose más duro, montándole a un ritmo más rápido. Su aliento quedó atrapado en su pecho y ella le tomó más profundo, aumentando la fricción, deliberadamente contrayendo los músculos alrededor de él, liberando un áspero gemido de él.
– Hijo de perra, Briony, vas a matarme antes de que lleguemos.
Quería inducirlo a jurar. Con nadie más le habría parecido bien o sexy, pero con Jack sabía que empujaba sus límites y él le dejaba. No le gustaba dejar el control, ni siquiera sexualmente, pero la dejó marcar el paso, que hiciera lo que quisiera o tal vez lo que necesitara hacer.
Lo miró directamente a los ojos y sonrió, una sensual y sexy sonrisa de pura felicidad.
– ¿Sabes qué, Jack? Esta es mí forma de amarte.
Su corazón brincó en su pecho. Su pene se tensó y se sacudió en respuesta.
Las yemas de sus dedos se deslizaron sobre su cara, trazando cada querida línea. ¿Cuándo se había vuelto tan necesario para ella? Sintió el amor mezclarse con las ansias terribles de su cuerpo, y si fuera posible, el amor incrementó su placer aún más. Ella se meció hacia adelante y tomó su boca, la lengua deslizándose sobre sus labios, dientes probando y mordisqueando. Su boca se abrió, caliente y dura y sabiendo tan perfecto. Gimió y envolvió sus brazos alrededor de su cuello, todo el tiempo meciéndose y retorciéndose y manteniendo un ritmo estable diseñado para volverlo tan loco como solo ella podía.
Y luego su boca se movió contra la suya, y de repente él era el dominante, manos apretando sus caderas, forzando su cuerpo a un ritmo diferente, mucho más difícil y más rápido. Ella sintió la inmediata llamarada de excitación, el calor precipitándose como una bola de fuego por su cuerpo apretando cada músculo y aumentando su placer aún más. Inclinó su cabeza hacia atrás en una invitación, su boca vagó bajando por su garganta hasta sus bellos senos saboreando y pellizcando, conduciéndola a la locura. Podía sentir su clímax crecer y crecer, su boca, manos y cuerpo llevándola más cerca y más cerca del borde. La llenó y estiró, sus cuerpos combinados más calientes de lo que hubiera imaginado posible, cuando él aumentó el ritmo presionó deliberadamente el bulto de sensibles nervios.
Briony se tragó un grito y se dejó ir, músculos sujetándola abajo fuertemente, tomándola, ordeñándolo hasta secarlo, mientras su cuerpo ondulaba y temblaba con un terrible orgasmo. Jack gimió roncamente, cuando se vació en ella y la arrastró contra su pecho para sostenerla en sus brazos, mientras ellos se mecían juntos, aferrados, su cara sepultada en el pelo de ella, la de ella en su hombro. Se quedaron de esa manera mucho tiempo, sólo sosteniéndose el uno al otro, mientras sus corazones dejaban de correr, sus cuerpos todavía uno, ambos sintiéndose en paz.
– Tenemos que conseguir descansar algo -apuntó Jack finalmente, de mala gana dejando a sus brazos escabullirse-. Nos espera una larga noche -vertió agua en una pequeña toalla-. Túmbate y nos limpiaré. Tendrás que vestirte y dormir con tu ropa. Tenemos que estar listos para movernos.
Briony debería haberse sentido avergonzada por hacer que limpiara suavemente sus muslos, pero se sintió amada y querida. Sus ojos permanecieron oscuros por la emoción mientras se vestían y ella se recostó a su lado, su brazo la acercó a su cuerpo, tiró la manta sobre ellos.
– Gracias, Jack. Tenía que estar contigo.
Su beso fue suave.
– Vamos a salir de ésta. Todos lo haremos.
Ella cerró los ojos y se fue lejos a la deriva en un tranquilizador sueño por la confianza en su voz y el calor de sus brazos.
Jack. Ken se resistió tocar el hombro de su hermano, sabiendo que Jack despertaría blandiendo un arma y probablemente cortaría su garganta. Se quedó fuera del alcance, de cuclillas, mientras su gemelo se sentaba, ya buscando un arma. Ken movió con su mano la boca del arma lejos de su cuerpo. Estamos en problemas, hermano. Subí el paso…
– ¿Hiciste qué? -Jack siseó-. Maldición, Ken. Era peligroso.
Inmediatamente Briony se movió y se sentó también, mirando de un hermano al otro.
– ¿Qué pasa?
Ken se hundió a un lado de ellos, el rifle apoyado en sus brazos.
– Perdón por levantarte, Bri, pero vamos a tener compañía pronto.
– ¿Qué esta pasando Ken? -exigió Jack.
– Empecé a sospechar cuando el maldito helicóptero nunca hizo ningún rastreo. ¿Por qué lo harían? No lo puse fuera de servicio. Pueden haber querido que yo pensara que lo hicieron, pero pensé mejor. Así que mientras me sentaba en las rocas, refrescando mis talones, me vino esta idea sobre el doctor Whitney y sus archivos. Sólo supón que logró encontrar un mapa de nuestra propiedad y lo estudió, sabía si íbamos por este cañón que teníamos que pasar por el paso.
– El hijo de perra -chirrió Jack.
– Así que tomé un pequeño paseo, y me aseguré que teníamos compañía esperándonos -Ken abrió su cantimplora y bebió, limpiando su boca con el reverso de su mano.
– ¿Podremos capturarlos?
– Ellos tienen la mejor posición y un helicóptero, Jack -Ken echó un vistazo a Briony, empezó a hablar, y cerró su boca. Nos matarían con seguridad.
– No hagas eso -dijo Briony bruscamente-. No soy un niño y no me marchito porque las cosas se ponen difíciles. Quiero saber qué va mal -capturó la dura mirada fija de Jack con la suya-. ¿Soy parte de esta familia o no?
– Sabes malditamente bien lo que eres para mí -dijo Jack-. La única verdadera salida del cañón es el paso. No pensamos que alguien sabría del camino. El cañón es una caja, y esencialmente estamos atrapados aquí. No hay ningún otro paso hasta que nosotros hagamos uno.
– Entonces, ¿cómo se han enterado? -preguntó Ken-. Ninguno ha estado aquí.
– Lo adivinó. El bastardo lo adivinó -dijo Jack-. Es un maldito genio, miró el mapa y entendió exactamente cómo pensamos. El cañón es una trampa natural. Sabía que los conduciríamos aquí, y puso a sus hombres arriba a sentarse y esperar. Haríamos una subida que es escarpada y peligrosa, debilitaría nuestra fuerza, y nos pegarían un tiro como patos en un estanque.
Briony respiró hondo, inhalando para tratar de captar el olor de peligro. Olió pino y abeto y aire de la noche, pero no soldados. La temperatura caía rápidamente, como si a menudo subiera en las montañas. Tembló y alcanzó el bolso de Jack, sacando una chaqueta para abrigarse.
– Estaremos bien -le aseguró Jack.
– Lo sé. Sólo tengo frío -no estaba segura que fuera verdad lo que le dijo a Jack, pero quería que fuera verdad.
El miedo era un compañero constante, familiar y por lo tanto fácil de sobrellevar. Se encogió de hombros deshaciéndose de ello y entrelazó sus dedos con Jack.
– No tenemos muchas opciones -dijo Jack-. Si intentamos el paso, equivaldría al suicidio. Tal vez con ambos Ken y yo te podríamos dar una ventaja, protegiéndote, podrías hacerlo, sobre todo si ellos no quieren matarte.
Ella sacudió la cabeza.
– Me quedo contigo.
– Podría proteger a los dos -ofreció Ken-. Tiene sentido, Jack. Sabes que tenemos que sacarla. Esto se trata de quién es más importante. Briony lleva a los bebés. Subiré al paso con el rifle…
– Al infierno con eso. Vamos juntos o nada -Jack chasqueó-. Si piensas que correría cuando te dispararan Ken, no me conoces muy bien.
Briony sacudió la cabeza violentamente.
– Estoy con Jack. Absolutamente no.
– Era una idea.
– Una estúpida.
– ¿Y si regresamos? -interrumpió Briony, sus dedos cavando en la palma de Jack-. Podríamos bajar la montaña para conseguir un poco de ayuda.
Ken sacudió su cabeza.
– De ninguna manera. Nos tienen apresados con la artillería pesada.
– Tenemos una posibilidad si tratamos de resistir aquí mismo y esperar a que lleguen los refuerzos -dijo Jack-. Podemos usar el equipo de radio y vendrán lo más rápido posible.
– Veinticuatro horas como mucho. Doce probablemente. Si tenemos suerte podrían estar aquí por la mañana. Tenemos las municiones. Podríamos hacerlo -estuvo de acuerdo Ken-. Tenemos bastante C4 y ya has aparejado algunos cables. Eso podría ser nuestro mejor tiro, Jack.
– ¿Qué tiene de mala la idea? -preguntó Briony-. A ninguno le parece gustar mucho.
– Ellos también pueden traer refuerzos fácilmente -contestó Jack-. Whitney tiene acceso a un equipo mucho más sofisticado, si nos quedamos demasiado tiempo. No podemos darle esta clase de tiempo, no, a menos que no tengamos ninguna otra opción.
Hubo un pequeño silencio. Ken suspiró.
– Subiré tan alto como sea posible y veré si puedo conseguir una señal lo bastante clara para pedir ayuda.
– Espera -Briony sostuvo su mano-. ¿Tienes que subir el acantilado de todos modos para conseguir una señal? ¿No es peligroso?
– No tenemos opción -explicó Jack-. Estamos en un cañón, nena. No podemos llamar a un perro, sin dejar solo nuestro equipo.
– Si hay un camino para que Ken pueda subir el acantilado y lo bastante alto para llamar, ¿por qué no podemos escalar los acantilados y salir de aquí? Todos somos fuertes -aventuró Briony.
Otra vez hubo un pequeño silencio, los hombres intercambiaron una larga mirada.
– Tal vez -Jack dijo pensativamente-. Contigo embarazada, probablemente es la última cosa que él esperaría.
Ken frotó una cicatriz de su mejilla izquierda mientras fruncía el ceño.
– Intentemos la cara norte en este momento, Jack. Tiene dedos y apoyos, algunas grietas que tal vez podríamos usar, pero aparte son de unos buenos quince pies. Sería complicado, sobre todo en la oscuridad.
Jack echó un vistazo al cielo.
– ¿Cuánto tenemos de luna?
– Bastante decente. Más de la mitad. Es una noche clara -Ken giró su cabeza para estudiar el acantilado escarpado, creciente. No podrá hacerlo, Jack. Es fuerte, pero está embarazada.
Briony sabía que hablaban de ella en privado. Separó su mano de Jack.
– Soy una acróbata, de la cuerda floja y soy jodidamente buena en ello. No hay mucho que no pueda hacer.
– No te gustan las alturas -le recordó Jack-. Todo está bien, Bri, podemos aguantar aquí fuera.
– No me gusta mucho, Jack, pero nunca has parado por mí antes. Si no estuviera contigo, ¿qué harías? -lo desafió.
– Estás con nosotros, así que no importa.
– Es importante para mí. No quiero sentarme aquí y esperarlos si tenemos una posibilidad para salir. Puedo manejar alturas también o mejor que alguno de ustedes. No me vendas barato porque estoy embarazada o peor, porque soy mujer.
– No podemos subirla de la manera convencional Briony -explicó Jack-. Tenemos que hacernos una escala humana, uno es el ancla mientras el otro se balancea como un péndulo y se lanza hasta el siguiente apoyo. Es difícil y peligroso.
– Entonces está aquí. ¿Lo harías si no estuviera aquí? Di la verdad.
– Ya habríamos empezado -dijo Jack.
– Es eso entonces -Briony dio una patada a la manta y se levantó-. Vamos.
Ken sacudió la cabeza.
– Así es como esto comienza, hermano. Se vuelve mandona. He oído que las mujeres hacen eso. Comienzan todas suaves y coquetas, engañando a un hombre, y luego salen las garras, las entierran y están al mando -se levantó, el rifle parecía una parte natural de él-. Estás en problemas, Jack.
– Probablemente -Jack estuvo de acuerdo, había orgullo y respeto en su voz para ella-. Vamos a movernos -le dirigió una pequeña sonrisa, aprobatoria.
Jack alcanzó a enrollar el saco de dormir, y una explosión estremeció la noche, sacudiendo la tierra, una bola roja y naranja enorme arremolinándose con una explosión ascendente y extrínseca de humo negro como una violenta nube en forma de hongo. Las aves chillaron, tomando los cielos, y el mundo pareció estar en caos.
– Vienen por nosotros -dijo Jack.
Ambos hombres llevaron tranquilamente sobre sus hombros el equipo e indicaron a Briony que caminara entre ellos en una sola fila, Ken mostraba el camino. Cuando el humo y el destello se decoloraron, la noche se volvió otra vez sorprendentemente silenciosa.
Jack le dio a Briony un arma y un cuchillo, que ella colocó en su cinturón mientras caminada detrás de Ken. Los hombres hicieron poco ruido, y ella trató de hacer lo mismo. Había bastante luz de luna para ver los alrededores. No había ningún rastro, ni siquiera de ciervos, pero Ken parecía saber exactamente donde iba.
Briony anduvo con ellos, tratando de analizar por qué, cuando estaba en medio de una situación extremadamente peligrosa, no estaba ni de cerca tan asustada como normalmente. Ah, la adrenalina corría y su pulso iba a toda velocidad, pero no era debilitante como el miedo que casi siempre tenía en su actuación. No tenía que esforzarse por mantenerlo bajo control; sólo caminaba entre los hermanos, tratando de emular su conciencia aumentada. No era el hecho de que los dos hombres le impidieran sentir los efectos de la violencia que los rodeaba, o de las batallas que ya habían luchado.
Confianza. Exudaban completa confianza. Esto estaba en la forma de sus hombros, la forma en que se movían con fluidez, en la fácil zancada, en el sencillo compañerismo entre ellos, y en el hecho de que simplemente trabajaban tan bien juntos. Le echó un vistazo a Jack sobre su hombro mientras andaba. No miraba el piso, sino todo a su alrededor, arriba en los árboles, las crecientes paredes del cañón, y su rastro. Ella trató de seguir sus movimientos, tratando de ver con su visión aumentada y oír lo que la noche tenía que decir.
– Recuerda, nena -susurró Jack suavemente contra su oído cuando ellos se pararon justo debajo de un saliente que había crecido a unos 20 pies sobre sus cabezas en una pared abruptamente inclinada-. La noche se lleva el sonido. Nos comunicaremos con telepatía, y cuando subamos, trataremos de hacer el menor ruido posible. Si vamos a hacerlo, tenemos que ser fantasmas que sólo se desvanecen.
Ella asintió con la cabeza para avisarle que había entendido. ¿Cómo lo haremos?
Saltamos el saliente e iremos desde allí. Tomaré la delantera y tendremos que usar un movimiento balanceador para conseguir que la persona de abajo llegue al siguiente soporte. Ya verás. Se parece mucho al trabajo que haces en el trapecio. Jeb te atrapa, aquí seremos Ken o yo. Se inclinó para mirar en sus ojos. ¿Estarás bien? No puede haber ninguna vacilación una vez que empecemos.
Ella respiró. ¿Has subido éste antes? ¿Con éxito?
Jack la jaló a sus brazos. Sí. No me arriesgaría si no estuviéramos en aprietos, nena, pero no lo intentaría si no pensara que puedes manejarlo.
Esto le dio más seguridad que cualquier cosa que pudo haber dicho. Él tenía fe en su capacidad y la respetaba lo bastante para intentar una jugada arriesgada. Era más que una acróbata buena, era una dotada. No defraudaría a Jack. Briony trazó su mano sobre su estómago en una pequeña caricia, sus nudillos se rozaron contra Jack. Él al instante colocó su palma sobre la suya y la sostuvo durante un momento, su aliento caliente contra su cuello.
Va a funcionar Briony.
Odio tener que dejar nuestra casa.
Regresaremos algún día. Tendremos un equipo de limpieza aquí afuera mañana por la noche si Whitney no se lleva sus muertos con él, como sospecho que lo hará. Hicieron algunos daño a la casa, pero nada que no podamos reparar rápidamente.
Otra explosión sacudió la tierra, enviando pequeñas rocas rodando hacia abajo la cuesta del barranco para saltar sobre ramas y golpearlas. La luz destelló, y alguien en la distancia gritó en voz ronca.
Ken se aclaró la garganta suavemente para conseguir su atención. Tenemos que movernos ahora, antes de que ellos atraviesen todas las trampas. Sólo los hemos hecho más lentos, no los hemos parado.
Estoy lista, Briony les aseguró, y echó su cabeza atrás para mirar el saliente.
Jack fue primero, agachado directamente debajo del saliente, saltó. Era una extraordinaria distancia para un salto parado.
¿Necesitas ayuda?, preguntó Ken.
Briony sacudió la cabeza, pero retrocedió unos pocos pasos para empezar a correr. Nunca había sido buena en sólo pararse y brincar como Jack había hecho. Borró fácilmente la distancia y aterrizó al lado de Jack, que al instante la agarró de los brazos y la arrastró contra la cara de roca. Ken los siguió.
Ponte contra la pared tan cerca como puedas para darme espacio, nena. Jack ató su paquete firmemente y ató su rifle con correa. Ken, usa la radio tan pronto como estemos lo suficiente alto para hacer la llamada. Cada minuto contará. Hazlos conscientes de ello. Llama a ambos equipos si tienes que hacerlo, pero diles que necesitamos una extracción como ayer. Todas las condiciones de combate, diles que nos estamos quemando
Lo haré. Tendré que subir otros treinta o cuarenta pies antes de intentarlo.
Briony miró a Jack con el corazón en la garganta mientras este buscaba la escarpada cara del acantilado. Antes de que él pudiera reaccionar, ella agarró su mano y tiró, levantando su cara hacia la de él. Este era de jugada de vida o muerte, una lucha que ellos podrían no sobrevivir, y ella quería que él supiera lo importante que era para ella.
Jack enmarcó su cara y la besó suavemente. Superaremos esto.
Lo sé. Ella vertió su confianza en su mente. Si alguien podía mantenerla segura, era Jack. Sintió su preocupación por ella y sonrió. Puedo hacerlo, Jack. Sé que puedo.
Asintió con la cabeza, la besó una segunda vez, y alzó la vista a la cara escarpada que se elevaba por encima de él, frunciendo el ceño un poco. La grieta estaba a su derecha, tuvo que levantarse de un salto y encajar su brazo en la estrecha apertura. Lo había hecho una vez antes con éxito, pero había sido a plena luz del día. Se puso en cuclillas y saltó, el brazo extendido, el puño fuertemente cerrado.
Bajo él, Ken esperó para atraparle. Si Jack fallaba y se venía a estrellarse, sólo tendría una pequeña esperanza de impedirle golpear la tierra debajo del saliente.
Los bordes de la cara de la roca dentada se rasgaron y pelaron su piel cuando Jack cerró de golpe su puño con fuerza en la grieta afilada. La sangre se filtró bajando por su brazo, y su hombro casi roto cuando tomó la mayor parte de todo su peso. Tomando una respiración, su corazón todavía latiendo rápidamente, y despacio la soltó, aliviando el dolor, alejándolo de su mente mientras buscaba con sus botas el saliente de dos pulgadas que sabía estaba allí. Fue un alivio encontrar la diminuta roca sobresaliente ayudándolo a tomar el peso de su cuerpo. Asegurándose de que su puño se sostendría apretado en la grieta, echó un vistazo debajo de él, extendido el brazo libre atrás, hacia su familia.
¿Listo Ken? ¿Briony?
Briony tragó. ¿Lista para qué? No le habían dicho aún que esperaban de ella, pero Ken tiró de su brazo, apartándola de la seguridad de la pared escarpada. Humedeció sus labios secos de repente. Díganme que hacer.
Sube en los hombros de Ken y ponte de cuclillas para conseguir una vuelta extra. Él te ayudará a lanzarte. Tienes que golpear mi muñeca, nena, justo como en tu trabajo. Te atraparé.
Solo una mano. En la oscuridad. Briony se quedó sin aliento, frotó una mano dulcemente sobre su redondeada barriga, y se subió al muslo de Ken con facilidad para ponerse sobre sus hombros. Una vez en el lugar, era bastante fácil guardar el equilibrio. Era fuerte, sus hombros amplios, y ella estaba acostumbrado a trabajar con el equilibrio. Permaneció en cuclillas, juzgando la distancia, esperando la señal de Jack.
Ahora.
Briony irrumpió en el cielo, lanzada por los fuertes músculos de sus piernas así como el empuje extra de Ken. Voló directamente, brazo extendido, su fija mirada centrada en su objetivo. Su palma palmeó la muñeca de Jack, dedos entrelazándose justamente cuando él la tomó en un apretón parecido al de un tornillo. Siente la repisa con los dedos del pie. Sólo un par de pulgadas de ancho. Con el alcance de tu mano libre siente la grieta encima de tu cabeza. Con su fuerza aumentada la levantó hasta su lado.
Briony estiró los dedos del pie y dirigió el pie a lo largo de la pared tan abajo como podía, tanteando lo largo de la cara de roca hasta que sintió el diminuto saliente. Tuvo que mantener el equilibrio cuando deslizó los dedos de su mano libre hacia la grieta para encontrar el borde. Lo tengo, Jack. Puedes dejarme ir.
Jack no quería dejarla ir. Estaban a treinta y cinco pies en el aire, agarrándose al lado de un acantilado escarpado con rocas abajo. Quería proteger su cuerpo con el de él, envolverla en su fuerza, pero era imposible y Ken esperaba.
Se escuchó una ráfaga cercana, y esta vez la copa de un árbol explotó en la distancia, rompiendo la noche, el tronco se rajó con fuertes gemidos antes de partirse con un chirrido y caer a la tierra.
Jack ignoró las llamas rojas y naranjas, y se inclinó hacia su hermano. Vamos.
Ken no vaciló, saltó con un movimiento liso, experto y agarró la muñeca de Jack con fuerza. En vez de encontrar el saliente y plantar sus pies por seguridad, Jack comenzó a balancearle de acá para allá como un péndulo gigantesco.
Briony miró con horror cuando Jack lanzó a Ken y al menos diez pies sobre donde ella se agarraba a la cara de acantilado. No podía arrancar su mirada fija de como Ken extendía ambas manos, agarrando lo que parecía ser una superficie lisa. Las yemas de sus dedos enterradas y sostenidas. Colgó allí durante un momento aguantando la respiración, la frente presionada contra la roca cuando comenzó a mover sus pies con cautela, buscando la ensanchada grieta donde podría colocar sus pies.
Tu turno, Briony.
La voz de Jack fue una caricia, pero un temblor de protesta pasó rozando bajo por su columna. Creo que me estoy enfermando.
Mal momento nena. Le sostuvo la mano. Te avisaré cuando tienes que soltarte. Ken esperará. Has hecho esta clase de cosas un millón de veces.
Ella echó un vistazo atrás, al árbol que se quemaba en la distancia lejos debajo de ellos y cuadró los hombros. Jack se hizo hacia atrás para alcanzarla y ella se dijo que no tenía ninguna opción. Tenían que alcanzar el acantilado si querían sobrevivir. Ella saltó y agarró su muñeca, impulsándose con las piernas para ayudar a Jack a balancearla, como Ken había hecho. Una vez en el aire, los instintos tomaron el control y ella ayudó a crear el arco necesario para el vuelo.
Ahora. La orden vino y se liberó, volando hacia Ken y la enorme extensión de roca. Hizo un salto elegante, brazos extendidos, esperando el familiar golpe de la carne en la carne, la punzada de satisfacción cuando se juntaron. Ken agarró su muñeca en un sólido apretón y la sostuvo durante un momento mientras ella aguantaba la respiración.
Grandioso, Briony. El apoyo está justo a la izquierda de tu pie. Sigue buscándolo. Estás casi allí. Ken la dirigió a la seguridad de las pequeñas grietas.
En el momento en que estuvo segura, miró hacia atrás, abajo hacia Jack, su corazón latiendo muy rápido. ¿Cómo vas a hacerlo sin ayuda? Está demasiado lejos para hacerlo por ti mismo.
Fácil, al lado vacío entre tu y el espacio. Ahora subo.
Recordó como lo había hecho antes, pero su boca se secó y sintió al pánico acercarse cuando él quitó despacio su puño de la grieta y giró completamente hacia afuera para afrontarlos. Incluso en el diminuto saliente, se mantuvo en equilibrio, pero apenas podía respirar de miedo por él. Sintió la concentración en su mente, en la mente de Ken, y luego Jack se lanzó al aire, poniéndose en cuclillas precariamente y usando las fuertes pantorrillas y los músculos del muslo para propulsarse en el aire hacia su hermano.
Instintivamente, Briony lo alcanzó, usando un brazo para anclar su cuerpo mientras estiraba el otro hacia él. Ken estaba más cerca y se dobló hacia atrás, los dedos de una mano cavando en la repisa mientras los otros se cerraban como un tornillo alrededor de la muñeca de Jack. Briony tomó la camisa de Jack, y ellos le acomodaron al lado de ellos de modo que todos los tres estaban presionados fuertemente contra el acantilado, respirando pesadamente.
¿Estás lista para hacerlo otra vez? preguntó Jack.
Briony inclinó su cabeza para alzar la vista hacia la cara de acantilado. Pareció que estaba a millas, una tarea imposible. Estaban realzados, pero sus brazos y piernas dolían por la tensión, un diminuto paso en falso mataría a todos. Jack hociqueó su cuello, apoyándose cerca, y se rió de ella, pero la oscuridad escondió cualquier luz que podría haber alcanzado sus ojos. Te hace sentir vivo, ¿verdad?
Jack. Te amo. Lo hago. Pero estás sólo un poquito loco. Y esa era la cosa. Él realmente se divertía. Tienes agua helada en las venas.
Tenemos que llegar a la cumbre antes del alba. Necesitaremos un tiempo de ventaja antes de que ellos vengan detrás de nosotros. Llamaré a los refuerzos en la siguiente parada, dijo Ken. Pero no estarán aquí hasta dentro de unas horas, vamos a necesitar un lugar para escondernos y esperar.
Jack asintió con la cabeza y estudió la pared que se elevaba por encima de él. La grieta traspasa la roca aproximadamente quince pies encima de nuestras cabezas. Más lejos es demasiado a la izquierda para usar para algo, para un trampolín o un dedo, pero hará un bueno empuje para el siguiente nivel.
Briony apenas podía concentrarse en lo que él dijo. La necesidad de envolver sus brazos alrededor de él y mantenerlo seguro era casi aplastante. Lo miró saltar otra vez, esta vez un salto de diez pies, uno más fácil que el último. Dejó de respirar otra vez cuando Jack se colgó encima de ellos esperando unirla a él.
La subida tomó horas, repitiendo una y otra vez el extraño acto volador. Cuando alcanzaron la cima, todos estaban agotados, pero animados por lo que habían hecho. Estuvieron durante mucho tiempo en el borde del acantilado, esforzándose por respirar mientras escuchaban y olían el viento por el enemigo que sabían los esperaba en la oscuridad.