Capítulo 16

La ventana junto a la cabeza de Briony estalló, esparciendo cristales a su alrededor. Algo la tiró al suelo en el mismo instante en que la segunda y la tercer ventana estallaron. Jack envió rodando a Briony fuera de la cama hasta el suelo, cubriéndola con su cuerpo cuando el humo proveniente de una lata que rebotaba y saltaba por el suelo, invadió la habitación.

¡Ken!

Estoy en ello.

No respires, Briony, conserva los ojos cerrados. No respires. Si tienes problemas, házmelo saber, te ayudaré.

¿Cómo han podido encontrarme? No lo entiendo. No deberían haber podido encontrarme.

No te asustes, nena. Sabíamos que vendrían en algún momento. No es gran cosa.

Jack estaba tan tranquilo. Ella apretó sus ojos cerrados y contuvo el aliento, deseando haber logrado tomar aire cuando cayó al suelo. Quiso alcanzarlo, aferrarse, pero le oyó moverse con algún propósito alrededor del cuarto.

¿Qué estás haciendo?

Necesitaremos tus ropas, el libro infantil y algunas cosas. Metió unos vaqueros y una camisa a la fuerza en sus manos y empujó sus zapatos cerca antes de ponerse sus propias ropas.

¿El libro infantil? ¿Estamos siendo atacados y recoges tranquilamente el libro infantil? ¡Jack, estás chiflado! Necesitamos armas.

Tengo armas escondidas en reserva; estaremos bien. Jack sonó tan tranquilo como si estuviera actuando. Simplemente quédate quieta y mantén los ojos cerrados. ¿Ken? ¿Dónde diablos estás?

Entran por la fuerza por la sala de estar. Envía a Briony por el túnel.

Jack reunió las últimas prendas en la mochila y apartó la alfombra para levantar una trampilla con un movimiento fluido, ensayado. No había nada apresurado en sus movimientos deliberados. Golpeó ligeramente a Briony en el hombro.

Tres pasos hasta la trampilla y después salta. Sé que no puedes ver dónde aterrizarás, pero confía en mí, es seguro. Puedes abrir los ojos una vez que estés en el túnel. No hay gas allí aún. Cuando llegues al suelo, sigue el túnel. Ken te encontrará.

La sostuvo al borde del agujero, dejándola tantear el espacio vacío con el pie. Sintió la boca de él en su cuello, una caricia de sus labios que parecía una despedida. ¡Un momento! ¿No vas a venir conmigo? Jack, ven conmigo.

Él ignoró el miedo y la desesperación en su voz. Estaré pronto allí. Ve, cariño. Haz lo que te digo. La atrajo hacia él y besó su boca, manteniéndola cerca. Sal de aquí antes de que se nos acabe el tiempo.

Briony vaciló y Jack la dejó caer en la oscuridad. ¡Jack!. Su alarmada protesta fue más brusca que otra cosa cuando aterrizó hecha un ovillo, a la espera de que sus ojos se ajustaran a la oscuridad.

Vete de aquí, cariño. Tengo trabajo que hacer.

Mantente con vida, Jack. Por mí. Mantente con vida.

El corazón de Jack se retorció en su pecho por la preocupación en su voz, el amor que lo envolvía. No podía permitirse el lujo de pensar en otra cosa excepto en el enemigo, y lo volvía del revés. Atrapó las gafas de visión nocturna y serenamente colgó un rifle alrededor de su cuello, colocando dos pistolas en su cinturón y añadiendo los cargadores de municiones en las presillas. Cubrió la trampilla y volvió a colocar la alfombra antes de colocarse a un lado de la ventana rota. Las sombras se movieron rápidamente a través de los árboles, rodeando la casa. Las luces intermitentes de su habitación y probablemente de la de Ken empezaron a brillar cuando las alarmas se dispararon. Alguien había usado las ramas del árbol para acercarse lo suficiente como para tirar las latas de gas a través de las ventanas, y eso le dijo a Jack que al menos algunos de los soldados habían sido realzados.

Lanzó dos bombas de humo al patio, una detrás de otra, y salió detrás, saltando por encima de la barandilla y asiendo el borde del techo para dar un salto mortal hacia arriba. El momento en que pisó, supo que no estaba solo. Olía el sudor, oía el aire salir ansiosamente de unos pulmones y se giró hacia el sonido, disparando rápidamente, a ciegas, confiando solamente en sus sentidos realzados. Cuando tiró del gatillo, se movió rápido, un borrón de velocidad a través del tejado, abriéndose camino hasta la amplia chimenea, la única cobertura posible.

El enemigo devolvió los disparos, cintas de color moviéndose a gran velocidad en la oscuridad. Jack se deslizó hacia la chimenea, arrastrándose y aplanando su cuerpo lo mejor que pudo mientras se quedaba inmóvil, permitiendo que las sombras lo absorbieran. Esperó, escuchando, inspirando para rastrear a su enemigo por el sudor y el olor, el calor del cuerpo, lo que fuera.

El humo cubrió la casa y las copas de los árboles. A ras de tierra el humo formaba formas extrañas, de modo que los troncos de los árboles parecían emerger de nubes oscuras, turbulentas. Oía un roce, el sonido de botas examinando rápidamente su casa, voces informando por radio, pero no los sonidos que necesitaba oír. Olía sudor y miedo y excitación junto con los productos químicos del gas y el humo, pero no podía encontrar los olores que necesitaba para decir dónde estaban sus adversarios. El resto no tenía importancia aún. Tenía que hacer salir a los soldados realzados en primer lugar, y estaban lo bastante adiestrados como para guardar la calma y tratar de esperarle fuera.

Ken regresaría tan pronto como Briony estuviera a salvo, y se metería en un avispero si Jack no lograba terminar el trabajo. Al diablo con todo, los soldados sabían exactamente dónde estaba él. Los dejaría venir a por él. Se quedó inmóvil, acomodando el rifle con cautela, la mira en su ojo y divisando a un soldado abriéndose paso por el bosque, moviéndose de arbusto en arbusto, de árbol en árbol. Jack apretó el gatillo y apuntó al siguiente blanco.

Una ráfaga de balas cayó a su alrededor y mantuvo la cabeza agachada. El susurro de movimiento en el techo le alertó, y empuñó su pistola y disparó tres veces hacia el sonido.

Habla conmigo, Jack. Pidió Ken.

Una maldición le dijo que se había anotado un tanto que aunque pequeño, era un tanto. Whitney debe querer muertos a estos palurdos, informó a su gemelo mientras volvía serenamente hacia su blanco original. Y son jodidamente idiotas para venir detrás de nosotros. Saben quiénes somos y sus egos van a conseguir que los maten. Puedo oler la sangre de uno de ellos. Es hombre muerto si es lo bastante estúpido como para moverse. Apretó de nuevo el gatillo, observando como su objetivo caía al suelo. ¿Y por qué enviaría Whitney estos infantes tras nosotros? Es como apuntar a los patos en un estanque.

Simplemente no dejes que tu ego te mate, le advirtió Ken.

Dos soldados en tierra abrieron fuego sobre Jack, pero Ken había diseñado el techo para dificultar el obtener un blanco claro desde tierra. Jack abatió a ambos tiradores, luego colocó el rifle sobre el suelo, tiró de la pistola y comenzó a rodar hacia su izquierda, hacia el olor de la sangre, y disparó de nuevo tres tiros en rápida sucesión, antes de rodar de regreso a cubierto. Ken y él habían practicado los movimientos en el techo centenares de veces. Conocía cada pulgada cuadrada, cada depresión, cada lugar en que un enemigo podría pensar que estaba a salvo.

Un realzado ha caído, Ken, dijo Jack. No podía fallar. Le disparé entre los ojos por si llevaba chaleco antibalas. Pueden sacar el infierno de nuestra propiedad o pueden morir aquí. Es su elección. No me importa demasiado.

Eres un hijo de puta, hermano, le informó Ken. ¿Reconociste al soldado realzado? Podríamos saber quién es nuestro enemigo.

No le vi, disparé por el olor. Está muerto, sin embargo, oí la caída, y era un muerto golpeando nuestro tejado.

El tejado no. Maldita sea, Jack. No bajaré su culo muerto; tendrás que limpiar tu propio desorden.

¿Qué diablos querías que hiciera? Jack colocó la mira en su ojo otra vez.

Espera hasta que se ponga de pie cerca del borde del tejado y dispárale para que se caiga. ¿Es demasiado pedir?

Jack apartó el ojo de la mira, se le escapó una pequeña sonrisa, sin humor. Siempre habían hablado el uno con el otro, años atrás, cuando eran niños, mucho antes de la muerte de su madre, utilizando las bromas para atravesar los momentos de miedo, cuando su padre estaba en casa y los buscaba por la casa. Más tarde, ocurrió lo mismo en las numerosas casas de acogida, y después en la calle. No abandonaron esa costumbre, el reconfortante toque de mente a mente, saber que el otro todavía vivía, todavía respiraba, que ningún monstruo había logrado tragarle.

Eres un maldito enclenque, siempre buscando la salida fácil. Puedes arrastrar su culo fuera del techo. Es un buen entrenamiento para ti. Y deja de perder el tiempo y regresa aquí. Estoy un poco agobiado.


– Dame un arma, Ken -pidió Briony mientras corría hacia él-. Jack no entró en el túnel.

– Tranquilízate, dulce. No tenía intención de entrar en el túnel. Se encontrará con nosotros cerca de la mina. Los mantendrá alejados, nos dará una oportunidad para salir por si deciden incendiar la casa.

Briony derrapó al pararse, reteniendo el aliento.

– ¿Planeaste esto? ¿Sin decirme nada? ¿Por qué le dejaste jugarse la vida de ese modo, Ken?

– Jack es Jack, Briony. No hay que discutir con él en ciertas situaciones, y ésta es una de ellas. Si tuviera que hacerlo, te pondría fuera de combate y me haría cargar tu culo hasta un lugar seguro. Se toma muy en serio lo que se refiere a tu vida, y a la mía.

– Le podrían matar. Si le ayudamos…

– Le distraeríamos. No va a dejar que te acerques a esos hombres, así es que olvídate de tratar de ayudarle y muévete.

– Ken, sé que eres un tirador, como yo. No le puedo dejar luchando con todos los soldados realzados que Whitney ha enviado -apenas podría respirar por la imagen de Jack en peligro.

Comenzó a apartarse poco a poco de Ken, de regreso hacia la escalera de mano.

– Ven aquí ahora mismo, Briony -su voz se endureció inesperadamente, su agradable fachada desvaneciéndose, al ser reemplazada por el mismo tono autoritario que usaba Jack-. Me confió tu vida y me lo tomo muy en serio. Llevas a sus hijos. Trae tu culo aquí y deja de pensar con el corazón.

– Esto no está bien -protestó Briony, yendo a su lado a regañadientes.

Parecía muy capaz de tirarla sobre su hombro como el típico cavernícola. Se le ocurrió que Ken era tan autoritario como su gemelo, sólo que lo disimulaba mejor.

– Bien o no, muévete -su voz se suavizó al tiempo que le daba un pequeño empujón-. Ahora mismo, todos con los que Jack se encuentra son enemigos. No tiene que preocuparse por no dispararnos a nosotros. Se encargará de todos los que pueda y desaparecerá

– Están realzados.

– Y él también, y apuesto que tiene más experiencia de combate que todos ellos juntos. Ve todo recto. A paso ligero.

Briony presionó una mano sobre su estómago revuelto. Había venido a Jack para que la protegiera, protegiera a su bebé, los bebés, pero no había contado con enamorarse. Se debatía entre querer preservar a los niños nonatos y regresar corriendo para guardar las espaldas de Jack.

– Deberías estar con él, Ken. Siempre estás con él. Lucháis juntos.

– Te esconderé en un lugar seguro y luego me uniré a él. Pero tengo que saber que vas a quedarte quieta, Briony. Nada de heroicidades.

– No soy estúpida, Ken. Y puedo cuidar de mí misma si tengo que hacerlo.

– Por esto tienes magulladuras y un corte en el brazo. Si alguien te hiciera eso ahora, Jack le arrancaría el corazón, o lo haría yo. Nadie te tocará, Briony. Lucharás sólo como último recurso.

– Te lo prometo, Ken. No quiero perder a los bebés, o dejarme atrapar por esos maníacos.

El túnel comenzaba a curvarse hacia arriba, y Briony corría a toda velocidad, quería que Ken volviera con Jack lo antes posible.

– Dame un arma y algunos cargadores, si tienes de sobra -le dijo, por encima del hombro-. Soy buena tiradora, Ken.

– Tenemos un alijo de armas en la mina, aquí en el túnel, fuera en la tienda, y también en la casa. Si ocurre algo, busca a un hombre llamado Logan Maxwell o a Kadan Montague. Puedes confiar en cualquier de ellos. No te acerques a tu familia; estarán vigilándolos.

Ella rodeó una esquina y derrapó al detenerse. No había salida.

– ¿Cómo salimos?

Ken señaló hacia arriba.

– La trampilla. La abriremos. Alguien que entre y no sepa cómo salir está atrapado. No nos van a atrapar en nuestra propia tierra, dulce -le dio el rifle y dio un salto para atrapar una anilla pintada de negro para camuflarla en la oscuridad. Se dio la vuelta, poniendo sus pies a los lados de la trampilla y, usando las punteras para apoyarse, empujó hacia arriba.

Briony se percató de que sólo una persona realzada podría mover la puerta, otra medida de seguridad para los hermanos.

– Si nos siguen por el túnel, no podrían encontrar la puerta -dijo en voz alta.

– Morirían si vienen por el túnel. Cada sección tiene un detonador muy sofisticado. No regreses allí dentro para ninguna razón hasta que desactivemos la seguridad.

– Este lugar es una trampa mortal.

– Para alguien que nos persiga a nosotros o a lo nuestro -él estuvo de acuerdo-. ¿Puedes salir, o necesitas que te eche una mano?

– Eso es un insulto -ella dio un salto, se agarró a los lados de la puerta, y se giró fácilmente, adelantando los pies y lanzándose fuera. Dio una voltereta y aterrizó sobre sus pies.

– Presumida. Yo llevo la bolsa.

Briony miró a su alrededor. Estaban en el bosque, a alguna distancia de la casa, pero podía oír los disparos.

– Tengo miedo de distraerlo, aún para asegurarme de que está a salvo.

– Está a salvo. Preocúpate por el otro tipo. Si ésta es alguna clase de prueba para sus soldados, Whitney debe tener más de los que pensamos, porque estos deben ser prescindibles.

– ¿Piensas que sospechaba que yo estaba aquí?

Ken frunció el ceño mientras negaba con la cabeza.

– Whitney tiene acceso a nuestros archivos. Tiene acreditación de alta seguridad. Nunca enviaría a sus hombres a morir contra nosotros a menos que estuviera seguro. Aunque instalaran una cámara en Brady, él ha sido tratado siempre de la misma manera y enviado de vuelta. Nunca se acercó a la casa, o a ti. No pudieron haberlo sabido de ese modo.

– ¿Pero lo supieron?

Algo en su voz le alertó, y se detuvo en el acto de disimular la trampilla para mirarla.

– Lo que sea que estés pensando, no lo hagas. No nos pones en más peligro del que estamos normalmente.

– Sí, porque tenéis soldados realzados persiguiéndoos todo el tiempo. Éstos son militares. No podemos distinguir a los buenos de los malos. Por lo que sabemos, Ken, algunos piensan que hacen el trabajo para el que su comandante les envió. No tenemos ni idea de qué les han contado.

– Whitney no va a arriesgarse a dejar que alguien más te atrape. Éstos son sus hombres. Pudo haber tenido un equipo militar que lo autorice, y sin duda alguien, un almirante, un general, quizás el senador que saqué del Congo, le ayude, pero éstos son definitivamente sus hombres. No hagas nada estúpido, Briony, como intentar salir. No sería heroico, sería la cosa más tonta que podrías hacer. Jack vendría detrás de ti. Le conoces ahora. No va a dejarte ir.

– Voy a hacer que os maten a ambos.

– Ten un poco de fe, mujer. Y piensa en mis sobrinos. Que me condenen si se crían en un laboratorio.

Briony le volvió la espalda, entrando en el bosque, apresurándose por una tenue senda para animales en la dirección que Ken indicaba, pero su mente trabajaba furiosamente. Había venido a ellos sin nada. Jack incluso había insistido en que se deshiciera de sus ropas. Tocó los lóbulos de sus orejas y palpó los rubíes, no los diamantes de su madre. Todo había quedado atrás. Entonces, ¿cómo la estaban rastreando tan fácilmente?

– Gira a tu derecha. Quiero que andes por las rocas. El campamento minero original está todavía aquí con la cabaña original. En realidad nunca hemos explotado la mina, pero la exploramos para asegurarnos que era segura y es un buen lugar para que nos esperes. Puedes proteger la entrada, nadie puede acercarse a hurtadillas desde atrás, y si alguien trata de entrar va a ser un blanco claro. Me desharé de las huellas que conducen a la mina y haré algunas bifurcaciones en el rastro para que si alguien nos sigue se dirija en la dirección equivocada. El arroyo serpentea a través de la propiedad desde aquí unas buenas cuatro millas.

Briony lo miró con dureza.

Ken le envió una sonrisa reconfortante.

– Me gusta cubrir todas las bases. Si por algún milagro los soldados de Whitney tienen suerte, necesitas una ruta de escape.

– Si no regresas a buscarme, te buscaré -dijo Briony-. Lo digo en serio, Ken. Podría ayudar.

– Puedes ayudar quedándote para que no tengamos que preocuparnos por ti.

¿Dónde diablos estás? Crees que esto es una reunión para tomar el té.

De hecho, Briony y yo acabamos de servirnos una taza. Puedes encargarte de eso Jack. Todavía tengo algo de sueño.

Todo recto está el cobertizo. ¿Ves los arbustos a tu derecha, Briony? Detrás de ellos está la entrada de la mina. La comprobaré sólo para estar seguro -le dio un arma y varios cargadores-. No me dispares -Ken deslizó la bolsa al suelo y le indicó que la retirara.

Briony le observó desaparecer entre los arbustos. A su alrededor las hojas se volvían rojo y dorado. Un profundo color verde vibrante alfombraba la tierra y adornaba los árboles por encima de ella. Una suave brisa traía las primeras luces de día cruzando velozmente el cielo. Era un hermoso día para morir.

Tanto Ken como Jack exudaban confianza y la derramaban sobre ella. Tenía miedo, pero no era el miedo que acelera el corazón y retuerce los intestinos, el que normalmente experimentaba. Los dos Norton eran hombres que se conocían a sí mismos y a sus capacidades, y dispuestos a hacer lo que hiciera falta, pero sobre todo conservaban la calma en una crisis. Más aún, no experimentaba ni una sola consecuencia por presenciar la violencia. No había punzadas de dolor en su cabeza, enfermándola tanto que apenas pudiese respirar. Con Jack y Ken cerca, podría manejar incluso un asalto a gran escala.

Ken regresó para conducirla hasta un claro, atravesando un cobertizo hasta la mina misma. Era vieja, pero sólida. Briony permaneció en la entrada.

– Si tengo que volver a esconderme, ¿cómo encuentro la salida?

– No es un laberinto como muchas minas. Tiene dos túneles. Ambos tienen una salida. El túnel izquierdo es la mejor opción; termina en un frondoso bosque, más a cubierto. Estarás bien, dulce. Uno de nosotros vendrá a por ti. Si no te avisamos antes, dispara a todo lo que se acerque -le entregó la bolsa con su ropa-. Voy a borrar el rastro y a ayudar al idiota de mi hermano. Se nos podría volver un psicópata y sería un infierno limpiar el desorden.

Briony inclinó la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa.

– Ten cuidado, Ken.

Ken se inclinó para abrazarla, en un torpe intento de reconfortarla, y luego se colgó el rifle al hombro y corrió de regreso hacia la casa.


Jack estaba rodeado, intentando disparar a los soldados uno a uno, pero estaba atrapado por el segundo soldado realzado. Ken se apresuró a borrar las huellas que iban desde la entrada de la mina de regreso al túnel. Estoy en camino. No me dispares.

Venga, Ken. Encárgate del hijo de puta a mi espalda. Whitney no puede permitirse el lujo de perder demasiados soldados realzados. Podría poder realzar algunos físicamente, pero tienes que partir de alguna habilidad psíquica previa que puedas fortalecer.

Tengo a algunos soldados entre nosotros.

Al tiempo que enviaba el pensamiento a Jack, un soldado se reveló delante de él, cubierto de hojas y ramas, disparando una pistola. Ken abatió su cuerpo en un giro, golpeando con el pie, para evitar los disparos, pero el cuchillo en la otra mano del soldado envió un rayo ardiente por su muslo. Atrapó al soldado por las caderas y le envió tambaleándose hacia atrás. El arma se disparó una segunda vez, la bala atravesó los árboles, arrancando algunas hojas de las ramas.

Ken saltó en el aire, dando una voltereta sobre la cabeza del soldado para evitar el siguiente disparo. Aterrizó sobre un árbol y pateó al soldado en la cabeza, metiendo la puntera de su bota en la nuca del hombre. Cayó como un ladrillo, y Ken estuvo sobre él, rompiéndole rápidamente el cuello y dejando el cuerpo caer al suelo. Le quitó las armas, munición, y una radio diminuta, y de nuevo empezó a seguir el arroyo hacia la casa, con mucha más cautela. Obviamente los soldados camuflados se habían dispersado y rodeaban la casa.

Me aproximo por el este.

Ya era maldita hora. Jack avanzó poco a poco y con dificultad para conseguir un mejor ángulo de uno de los soldados moviéndose a través del patio hacia el este. Tenía que cubrir el acercamiento de Ken, pero el soldado realzado no le daba nada con lo que trabajar.

El aire a su alrededor brilló tenuemente, se volvió opaco. Notó el impacto en el pecho y la cabeza, como si algo sacase el aire de su cuerpo. El soldado realzado estaba haciendo su movimiento, formando un escudo alrededor de Jack.

Jack comenzó a rodar, alzando el rifle, pero no tenía blanco. No estaba seguro de que una bala pudiera penetrar en el escudo psíquico. Sólo dos hombres que conociera podrían hacer tal cosa. Kadan Montague y Jesse Calhoun. Jesse trabajaba con los SEAL y Kadan pertenecía a otro cuerpo, una mezcla de varias fuerzas especiales a las órdenes del General Rainer. ¿El Almirante o el General los habían enviado? Alguien estaba trabajando con Whitney y ellos tenían que encontrar a quién, o tarde o temprano ambos equipos iban a ser asesinados. Ahora que Whitney había conseguido su propio ejército, todos ellos debían ser prescindibles.

– Así es que tú eres Jack Norton. Oigo hablar de ti todo el tiempo. La elite. Lo mejor. Tú y tu hermano sois imparables. Nadie puede disparar contra ti desde tierra. Veamos cuán bueno eres en realidad. Si me quieres, baja el rifle y luchemos.

Jack guardó silencio, intentando obtener la posición exacta por el sonido de la voz.

– Andas buscando una reputación.

– Tengo una reputación. Tú eres un modelo antiguo, defectuoso.

– Quieres decir que puedo pensar por mí mismo -Jack trató de avanzar poco a poco y con dificultad hasta el borde del techo, pero una bala se estrelló contra las tejas junto a su bota, advirtiéndole de que se quedara quieto.

– Voy a matarte -dijo el otro hombre, la confianza se reflejaba en su voz.

– ¿Quién diantres eres?

– Me llamo Will Gunthrie. Me recuerdas. Me pusiste un arma en la cabeza cuando estuvimos en la selva en Colombia. No te gustó mi actitud.

Jack le recordaba, el recuerdo le traía bilis a la garganta. El muchacho era un auténtico asesino, disfrutaba infligiendo dolor. Era más que un trabajo; quería hacer daño. No había matado directamente, aunque había dejado a dos guardas con cuchilladas en el vientre, tratando de reponer sus intestinos adentro. Los hombres como Gunthrie le ponían enfermo a Jack.

– Has estado practicando con el cuchillo, ¿no, Willie? -preguntó Jack suavemente-. Te lo quité y te puse un arma en la boca y te measte en los pantalones. Te despiertas por las noches bañado en un sudor frío, verdad, pensando en mí pateando tu penoso culo.

El escudo se expandió y se contrajo como si el temperamento de Will hubiera dado una llamarada, pero cuando habló, su voz era tan calmada como siempre.

– Quiero mi oportunidad, Jackie. Eres tan machote, el hombre del saco de los francotiradores, tú y ese hermano tuyo. Es extraño cómo nadie lo ve o lo oye hasta que es demasiado tarde. Pero tú eres el único de quien hablan. El Gran Jack el Malo.

– Sí, está allí afuera, en alguna parte en las sombras, Will, hay una gota a tu derecha. ¿Estás sudando otra vez? Empiezas a sentirlo, ¿verdad? ¿Aun tienes el tic en el ojo izquierdo? Yo apuesto por el entrecejo, pero a Ken le gusta el ojo izquierdo.

– Si quieres matarme, Jack, atácame con un cuchillo. Tus armas no van a servir esta vez.

Jack suspiró.

– No tengo el tiempo para estas tonterías, Willie, pero si tu ego necesita un empujón, hagámoslo y supérate.

¡Sabes que es una trampa, Jack! Aún no puedo ver el tejado. Hay algún tipo de luz que me deslumbra. Estoy en posición. Debería poder veros a ambos, pero la neblina cubre el techo. ¿Puedes salir de ahí?

Creo que no, Ken. Voy a tener que hacer esto a su manera. Ha estado esperando mucho tiempo. Debería haberle pegado un tiro en el culo en Colombia cuando le encontré torturando a los guardas. Debí hacerlo, pero tuvimos que combatir para salir de allí y necesitábamos a cada hombre.

¿Sabías que formaba parte de los experimentos psíquicos, Jack? ¿Le viste haciendo las pruebas?

No. Pensé que lo habían matado un par de meses después que hicimos las pruebas. Le estuve controlando y se rumoreaba que recibió un tiro en Afganistán.

Podría ser una trampa, Jack. Hay dos helicópteros, y uno está sobrevolando el tejado. Tengo una radio, y están ordenando a tu chico que se sosiegue y quite el escudo. Tan pronto como te dejes ver, podría hacerlo y dejar que los chicos del helicóptero se permitan una cacería de pavos.

Jack sacó la correa del rifle por su cabeza y dejó a un lado el arma. Dio una palmadita a la Glock en su pistolera y sacó el rifle fuera de la chimenea, dónde Will lo pudiera ver.

Tal vez, Ken, pero creo que me está tocando las pelotas. Ha estado planeando esto durante mucho tiempo. Ésta es su única oportunidad y lo sabe. Y podría ser también la única para mí. Si quita el escudo, tendré que luchar con ambos helicópteros y con él.

Ken juró.

Hazlo entonces. Veré lo que puedo hacer con los helicópteros.

– ¿De verdad quieres hacer esto, Will? -preguntó Jack-. Pon tu rifle donde pueda verlo. Sé que tienes una pistola, pero yo también. Baja ese escudo y te mataré antes de que me atrapen. Si no crees cualquier otra cosa, cree en eso.

Will Gunthrie colocó su rifle a la vista sobre el techo y dio un paso fuera. Jack estaba tentado de dispararle allí mismo y terminar con él.

– Puedes dispararme -dijo Will-, pero bajo mi punto de vista eres hombre muerto igualmente. Mantén tu mano a distancia del arma. Esto es personal para mí, Jack, y vas a morir por eso. Para ti todo es un negocio.

– ¿Intentas matarme hablando? -preguntó Jack suavemente.

Gunthrie sacudió su mano, con un golpe de muñeca, lanzando un cuchillo velozmente por el aire. Jack se agachó, rodando, levantándose justo frente al hombre más joven, dándole una cuchillada en el muslo y yendo a por las partes blandas. Will brincó hacia atrás, empuñando un segundo cuchillo, dando vueltas con recelo.

– Debo admitir que eres rápido. No esperaba eso.

Jack lo observaba, sus ojos absorbían cada detalle, registrando el movimiento más leve, la tensión de los músculos, el tic en la mandíbula. Jack sonrió, dejando al descubierto sus dientes.

– Estás sudando, Gunthrie, y no hemos empezado aún.

Will hizo una finta para provocar a Jack. Jack simplemente le observaba sin reaccionar, mirándolo sin parpadear, los ojos fijos, fríos, sin abandonar su blanco. La sangre goteaba de la pierna de Gunthrie desde la herida de su muslo, pero se había alejado de un salto antes de que el corte pudiera volverse lo bastante profundo como para hacer verdadero daño.

– ¡Vamos! ¿Qué estás esperando? -lo llamó por señas con los dedos, pero Jack sólo lo miraba sin reaccionar.

Will se movió con borrosa velocidad, atacando con el cuchillo, hacia el estómago y el abdomen de Jack, fallando por poco en abrir de un corte la camisa de Jack. El hombro de Jack se movió, le alcanzó con un golpe de muñeca y retrocedió de un salto. Había un corte poco profundo a lo largo de los antebrazos de Gunthrie y uno cruzando su pecho, sobre el corazón. La expresión de Jack no había cambiado. Su mirada permaneció fija y fría, sus ojos brillaban plateados mientras esperaba el siguiente movimiento de Will.

Rápidamente, Gunthrie dio un salto en el aire, apuntando con una patada trasera al estómago de Jack y golpeando con el cuchillo mientras se volvía. La patada no acertó, Jack atrapó su tobillo, pero al girar su oponente, el cuchillo alcanzó con una abrasadora cuchillada el bíceps de Jack.

Jack clavó profundamente la hoja en el muslo de Gunthrie, retorciéndola al sacarla, apartando al hombre de él y saltando hacia atrás, sólo para precipitarse hacia delante de nuevo, lanzando varias cuchilladas, haciendo cortes poco profundos a fin de que cuando él diera otro paso, la sangre fluyera de media docena de pequeños cortes.

Will Gunthrie juró salvajemente y se aproximó, dirigiendo su cuchillo hacia arriba en un ataque clásico, queriendo acabar con él. Jack apartó su muñeca de un golpe y repitió el ataque en ocho cortes poco profundos en brazos y vientre, añadiendo uno en el rostro de Gunthrie. Will retrocedió tambaleándose y se quedó mirando la sangre que manada de los numerosos cortes.

– Peleas como una chica.

Jack no respondió, sólo le observaba, rehusándose a tener una conversación con un hombre que ya consideraba muerto. A cierto nivel, percibía el helicóptero sobrevolando en lo alto, tratando de encontrar un camino alrededor del escudo que Gunthrie había construido, y era muy consciente de que cuando ese escudo cayera, tendría que moverse más rápido que nunca en su vida. Su mente planificó cada paso, incluso recuperar su rifle, y todo mientras vigilaba a Gunthrie, en espera del error que sabía que vendría.

El soldado levantó su mano para enjugarse la sangre de la cara, y Jack atacó rápidamente, lanzando a fondo el cuchillo, desgarrándole el pecho y enterrándolo en el corazón de Gunthrie. Permanecieron frente a frente, mirándose fijamente.

– Esta vez es muy personal para mí, Gunthrie, y deberías haber tenido eso en cuenta.

La luz se desvaneció de los ojos del otro hombre, se volvieron opacos, y tan muertos como el cuerpo al caer desde el tejado. Al morir Gunthrie, el escudo brilló tenuemente, disolviéndose para dejar a Jack de pie sobre el tejado con media docena de armas apuntándose y un helicóptero dando vueltas.

El soldado que manejaba la ametralladora lanzó una ráfaga. Jack se lanzó hacia el borde del tejado, atrapó su rifle con una mano y deslizó la correa por su cabeza en un movimiento ensayado mientras daba una voltereta sobre el alero y se giraba bruscamente para lanzar sus pies a través de la ventana, a la relativa seguridad de su dormitorio.

Abajo, abajo. Ya llego.

Todo a su alrededor estalló, lanzándolo contra la pared y quemándole la pierna, achicharrando sus pantalones y chamuscando su carne mientras gateaba para el alcanzar la protección del cuarto de baño. Sacudió sus ardientes vaqueros, revolcándose para apagar las llamas. Juró mientras las ampollas se levantaban por la pantorrilla y el muslo y la piel enrojecía.

Quítame de encima a ese hijo de puta.

Estoy en ello, mientras Ken hablaba, Jack apretó el gatillo, apuntando primero al tirador de la ametralladora y en segundo lugar al soldado que lanzaba las granadas. Voy por el helicóptero.

Espera hasta que la maldita cosa se aparte de la casa. No lo quiero cayendo sobre mi cabeza.

Ken disparó tres ráfagas en rápida sucesión, y el helicóptero comenzó a dar vueltas sin control. Jack levantó su cabeza lo suficiente como para tomar puntería y añadir otras dos ráfagas. El helicóptero se escoró y giró de nuevo, soltando humo negro.

Maldita sea, Ken. Va a darle al garaje. Mi Jeep está aparcado ahí. Tu Rover debería estar en el cobertizo. ¿Cómo ha pasado?

Me cago en la puta. Sal de ahí. Alguien saltó del helicóptero, y por la manera en que aterrizó, es un supersoldado.

El helicóptero se deslizó hasta el suelo, desmoronándose, casi a cámara lenta, con un fuerte chirrido metálico y humeando. Nubes de humo estallaban alrededor de ellos.

Está cubriendo la zona, Jack, puede llegar hasta ti. ¿Te han dado?

No exactamente, pero estoy realmente cabreado porque volaste mi coche.

No volé tu coche, burro. Te salvé la vida. Te dije que lo aparcaras en el cobertizo. Hubiera limpiado el garaje y no tendrías que moverlo. Que te sirva de lección.

Algo se calmó dentro de Jack.

¿Dónde está el segundo helicóptero?

Le disparé un par de veces y retrocedió.

Jack negó con la cabeza, tratando de obligar a su mente a sobreponerse al modo de combate. Algo no está bien, dijo. Nos han atacado, Ken, pero no con mucha fuerza. ¿Piensas que tienen miedo?

Ken le dio unas cuantas vueltas a eso en su mente, frunciendo el ceño mientras lo hacía.

Pienso que obedecen órdenes.

Así es que nos mantienen ocupados. Whitney calculó las probabilidades como hace en cada misión, y su maldita computadora dijo que esconderíamos a Briony en lugar seguro. Las tripas de Jack se anudaron, no era una buena señal. Las alarmas comenzaban a chillarle.

Las alarmas de Ken sonaban igual de fuerte.

Briony estaba preocupada porque continúan localizándola. ¿Cómo, Jack? ¿Cómo la han encontrado?

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