Capítulo 13

Juntos otra vez

Carver estudió su corazonada en el ordenador, mientras Stone recogía las cosas que quería llevarse. Entre búsquedas, Carver borró las páginas de la papelera de reciclaje de Stone. Quería dejar al FBI algo que mantuviera ocupados a sus agentes.

Lo detuvo todo cuando la foto y el artículo aparecieron en pantalla. Lo hojeó deprisa, y luego miró a través del almacén de Stone. Estaba echando ropa en una bolsa de basura de color negro. No tenía maleta. Carver se dio cuenta de que estaba trabajando con cautela y de que todavía se sentía un poco dolorido.

– Tenía razón -dijo Carver-. Está en Los Ángeles.

Stone dejó caer la bolsa que estaba llenando y cruzó el suelo de cemento. Miró por encima del hombro de Carver al centro de la pantalla. Este hizo doble clic en la foto para ampliarla.

– ¿Es ella? -le preguntó.

– Te lo dije, solo pude echar un vistazo rápido al pasar junto a la habitación. Ni siquiera le vi la cara. Estaba en una silla un poco a un lado. No tenía ángulo para verle la cara. Podría ser ella, pero tal vez no -contestó Stone.

– Creo que era ella. Estaba con Jack. Rachel y Jack, juntos de nuevo.

– Espera un minuto. ¿Rachel?

– Sí, la agente especial Rachel Walling.

– Creo que… Creo que dijo ese nombre.

– ¿Quién?

– Mc Evoy. Cuando abrió la puerta y entró en la habitación. Como iba detrás de él, lo oí. Ella dijo: «Hola, Jack». Y entonces dijo algo y creo que fue su nombre. Me pareció entender algo así como «Rachel, ¿qué estás haciendo?».

– ¿Estás seguro? No habías dicho nada acerca de un nombre.

– Ya lo sé, pero al decirlo tú me he acordado. Estoy seguro de que dijo ese nombre.

Carver se entusiasmó con la posibilidad de que Mc Evoy y Walling le siguieran la pista. Tener dos adversarios de esa categoría aumentaba las apuestas considerablemente.

– ¿De qué va el artículo? -preguntó Stone.

– Es sobre ella y un policía de Los Ángeles que consiguieron acabar con el tipo que ellos llamaban el Asesino de las Bolsas. Cortaba a mujeres y las metía en bolsas de basura. Esta foto fue tomada en la conferencia de prensa que dieron. Hace dos años y medio, en Los Ángeles, lo mataron. -Carver oía a Stone respirando por la boca-. Ahora termina de recoger tus cosas, Freddy.

– ¿Qué vamos a hacer? ¿Iremos tras ella ahora?

– No, no lo creo. Creo que nos sentaremos a esperar.

– ¿A qué?

– A ella. Rachel Walling vendrá a buscarnos, y cuando lo haga, será un premio.

Carver esperó a ver si Stone decía algo, si se oponía o manifestaba su opinión. Pero no dijo nada, demostrando que al parecer había retenido algo de la lección de la mañana.

– ¿Cómo tienes la espalda? -le preguntó Carver.

– Me duele, pero está bien.

– ¿Seguro?

– Estoy bien.

– Bueno.

Carver se desconectó de Internet y se levantó. Metió la mano por detrás de la torre del ordenador y desenchufó el cable del teclado. Sabía que el FBI podría encontrar ADN en los fragmentos microscópicos de piel que caían entre las letras en un teclado. No lo dejaría ahí.

– Date prisa y terminemos de una vez -dijo-. Después iremos a que te den un masaje para la espalda.

– No necesito un masaje. Estoy bien.

– No quiero que te duela. Necesitaré toda tu fuerza cuando aparezca la agente Walling.

– No te preocupes. Estaré listo.

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