Capítulo 46

Win se miró en el espejo. A pesar de que estaban a punto de dar las doce de la noche, su tarde no había hecho más que empezar. Se retocó el pelo, se sonrió a sí mismo y dijo:

– Por Dios, pero qué guapo que soy.

Myron le dedicó un bufido de desdén.

– ¿Vas a llamar a Jessica? -preguntó Win.

– Quiero repasar todo el caso de nuevo.

– ¿Ahora?

– Ahora.

– ¿Y hacer esperar a esa muchacha en edad núbil?

– Sobrevivirá.

– Es que tú no lo entiendes. Esta chica es muy especial para mí.

– ¿Cómo se apellida?

Win se quedó un momento pensativo, luego se encogió de hombros y dijo:

– Muy bien, de acuerdo… ¿qué era lo que querías repasar?

– Ya te he contado todo lo que sé -dijo Myron-. Ahora quiero que me digas lo que piensas tú.

Win se apartó del espejo de anticuario. El piso de Central Park West fue un regalo de su abuelo. Era enorme, valía millones y estaba decorado como Versalles. A Myron le daba reparo tocar nada. Estaba sentado en una silla de anticuario que tenía unos reposabrazos de madera que se le clavaban en las costillas.

– ¿Te importa que divida el caso en tres partes independientes? -le dijo Win.

– Como quieras.

– Perfecto. Entonces vamos a empezar. Parte uno: la desaparición de Kathy Culver. Durante su último año de instituto, la personalidad de Kathy dio un giro radical por las razones que su madre te acaba de revelar. A causa de ello, Kathy intentó hacerle daño a la madre mediante su promiscuidad. De ahí las fotografías subidas de tono que Kathy le enviaba a Carol. Sin embargo, Kathy Culver no vio el peligro que entrañaba aquel modo de actuar. Dio por sentado que podía poner fin a aquello cuando ella quisiera, pero no fue así, ya que cuando quiso dar marcha atrás al conocer a Christian, no consiguió salirse con la suya.

Myron asintió.

– Y aquí es cuando entra en escena el señor Júnior Horton. Éste decidió sacarle dinero a la nueva y virginal Kathy Culver haciéndole chantaje. Kathy aceptó pagarle a cambio de las fotografías y de que no dijera nada. La noche en cuestión, el señor Horton llamó por teléfono a la habitación de Kathy y ésta accedió a encontrarse con él en los vestuarios. Una vez allí, fue violada en grupo por Júnior Horton y varios discípulos suyos.

Win hizo una pausa y se dirigió a una licorera.

– ¿Te apetece un poco de coñac?

– No, gracias.

Win se sirvió una copita.

– La violación la llevó más allá del límite -prosiguió Win-. Le dio un ataque. Cambió de súbito y lo que más ansiaba en el mundo eran la redención y la justicia. Así pues, se dirigió a toda prisa a la casa del decano de estudiantes, el señor Gordon, para informarle de la agresión. El decano había sido su superior y probablemente lo considerase un amigo. Le contó lo que le acababa de ocurrir en los vestuarios. La reacción del señor Gordon resultó superflua o perjudicial para la determinación de Kathy, lo que tú quieras.

– Seguramente perjudicial -dijo Myron.

– Sí, seguramente fue perjudicial. Kathy salió de la casa del decano muy desanimada. Me imagino que iría andando por el campus en una especie de estado catatónico. Ricky Lane la encontró, se disculpó y le devolvió las bragas, o sea, la prueba de la agresión. Y después de eso, ¿quién sabe? Hay todo un abanico de posibilidades. Lo único que sabemos seguro es que varios días después encontraron las bragas encima de un cubo de basura. ¿Alguna pregunta hasta aquí?

Myron hizo un gesto negativo con la cabeza.

– Entonces pasemos a la parte dos: la implicación de Adam Culver. Algún tiempo después de la desaparición de Kathy, su padre encuentra las fotografías subidas de tono de su pequeña princesita en el desván. Sabemos que fue Carol Culver quien las escondió allí, pero estoy seguro de que Adam lo desconocía. Por lo tanto, como es lógico, supuso que había sido Kathy quien las había escondido allí. Y, como es lógico, también dedujo que las fotos guardaban relación con la desaparición de su hija.

– Lógico -asintió Myron.

– Sí, bastante. -Win hizo girar el coñac en la copa, como observando su color-. Luego Adam Culver consigue reclutar a Paul Duncan para que lo ayude en su investigación. Gracias a Fred Nickler logran encontrar el lugar donde se hicieron las fotografías y también descubren lo de Gary Grady. Continúan investigando pero no descubren nada más. Paul quiere dejarlo. Adam está desesperado, tan desesperado que intenta que el agresor se delate a sí mismo de una manera muy poco ortodoxa.

Win hizo una pausa para pensar un momento antes de seguir.

– Llegados a este punto -prosiguió Win-, la cosa se pone muy interesante. Sabemos que Adam Culver tenía las fotos. Sabemos que consiguió que las publicaran en una revista pornográfica. Encuentro curioso que lo hiciera sólo en la revista Pezones.

Myron se inclinó hacia delante poniendo cara de interés al ver que Win y él estaban en la misma onda.

– La revista con menos tirada, prácticamente inexistente.

– Eso te ha inquietado desde el principio -repuso Win.

Myron asintió y dijo:

– Alguien no quería que esa revista la viera mucha gente.

– Como su padre.

– Exacto.

– Y -prosiguió Win- sabemos que a Adam Culver le gustaba ir a los casinos de Atlantic City. Puede que conociera a tu amigo Blackjack en una de sus visitas a la ciudad o que, como mínimo, oyera hablar de él. Podría haber contratado a alguien más para falsificar la letra de su hija. Probablemente tuviera una cinta con su voz grabada de un antiguo contestador. Es decir, Adam Culver lo preparó todo. Envió la revista a todo el mundo que podría haber estado relacionado con la desaparición de Kathy. Como a su novio, por ejemplo. O a la gente que salía en las fotos, como Júnior Horton.

– ¿Y por qué le envió una a su mujer? -preguntó Myron.

– No lo sé.

– ¿Y al decano?

– Puede que el decano saliera en alguna de las fotos del desván. O puede que Adam descubriera que Kathy había ido a ver al decano aquella noche. Lo más seguro es que Adam quisiera cubrir todas las posibilidades. Pero eso no es relevante para el caso, lo que sí es relevante es por qué no volvió a pedirle ayuda a Paul Duncan.

– Porque Adam descubrió que Paul se acostaba con su mujer -dijo Myron.

– Paul ya no era amigo suyo ni podía confiar en él. Adam estaba solo. Le envió el paquete al señor Blackjack y se aseguró de que nadie pudiera descubrir su relación con él. Después, Adam puso en marcha su segunda operación, la que tenía que ver con su esposa y Paul. Los descubrió, salió corriendo y lo mataron.

– ¿Y entonces quién lo mató? -preguntó Myron.

Win dejó la copa de coñac sobre el clavicémbalo del siglo XVII y luego juntó las manos por las yemas de los dedos, haciéndolos repiquetear suavemente entre sí.

– Hay dos posibilidades básicas -dijo Win-. La primera, Paul Duncan. No podemos descartarlo así como así. Tenía motivos y tuvo la oportunidad. Y la segunda, Adam quería hacer reaccionar al asesino, eso está claro, pero puede que la revista le hiciera reaccionar más de lo que él esperaba.

– Si no fuera por un detalle -intervino Myron-. Aún no se habían enviado las revistas. Adam murió dos días antes de que Blackjack las echara al buzón.

– Entonces puede que alguien descubriera los planes de Adam antes de que se enviaran las revistas.

– ¿Otto Burke?

Win se encogió de hombros.

– Pero Otto no tiene ninguna relación con Kathy Culver -dijo Myron.

– No, que nosotros sepamos. Lo cual nos lleva a la parte tres: las incógnitas. Una gran incógnita, tal y como yo lo veo, es Nancy Serat. Podemos suponer que le dio a Adam Culver información muy valiosa, pero no sabemos quién la mató. Ni tampoco lo que quiso decir cuando le dijo a Christian que era el momento de que las hermanas volvieran a encontrarse. Y sobre todo, no sabemos por qué encontraron cabellos de Kathy en su mano.

Win volvió a comprobar el estado de su peinado. Perfecto. Sonrió, guiñó un ojo e hizo de todo menos besar a su reflejo en el espejo.

– Tampoco tenemos ninguna explicación para la cabaña de Adam Culver en el bosque. Puede que estuviera tan desesperado como para raptar a los sospechosos e interrogarlos él mismo. O puede que quisiera vengarse por lo de las fotos. De alguien como Gary Grady. O como Júnior Horton. Aunque no sé por qué, ninguna de esas posibilidades acaba de encajar del todo.

Myron asintió. A él tampoco le encajaban.

– Y ahora llegamos a la incógnita final: la señorita Kathy Culver. ¿Está viva? ¿Es ella quien está detrás de todo esto? ¿Estará involucrada en todo esto?

Win volvió a coger la copa que había dejado sobre el clavicémbalo. Tomó un sorbo de coñac, hizo gárgaras con él y se lo tragó.

– Fin.

Los dos se quedaron sentados sin decir nada. Myron siguió dándole vueltas al asunto, pero no llegó a ninguna conclusión. Win lo miró fijamente.

– Todo esto ha sido un ejercicio mental -dijo Win-. Una especie de prueba.

Myron no contestó.

– Tú ya sabes lo que ocurrió. Lo sabías antes de que yo empezara a hablar.

– Cancela la cita -le dijo Myron a Win dándole el teléfono-. Tenemos un montón de cosas que hacer.

Загрузка...