Capítulo 13

Mi amante de ensueño y compañera,

Conoces cada parte de mí.

Estamos ligados para siempre, alma con alma.

Sostienes mi corazón.

De Dominic para Solange


Dominic yació sin aliento un instante y luego al siguiente su corazón empezó a latir apresuradamente, el aire fue empujado a través de sus pulmones y sus ojos se abrieron de repente. Totalmente alerta, dejo caer los dedos sobre el grueso y suave pelaje que lo cubría. En algún momento durante el día, Solange había cambiado a su forma de jaguar. Algo la había molestado lo suficiente para que sintiera la necesidad de tomar la forma de su animal para protegerlos mientras él dormía.

Minan, ¿estás despierta? Vertió amor en su voz. El sol no se había puesto aún, pero estaba cerca. Su cuerpo sentía el cosquilleo de la conciencia que le advertía que la noche no había descendido aún pero estaba cerca para que mantuviera su piel protegida.

¿Los oyes?¿Es lo que te despertó? Han estado trabajando alrededor de la entrada de la cueva durante algún tiempo, pero tus salvaguardas se sostienen. Brodrick no está con ellos.

El jaguar femenino levantó el hocico y se estiró lánguidamente, como sólo un felino podía hacer, pero no saco sus garras para comprobarlas. El conjunto de lisos músculos ondeó bajo la lujosa piel de rico color rojizo y oscuros rosetones.

No había necesidad de que te levantaras aún, ella añadió. Puedo alejarlos si están demasiado cerca. He estado estudiando la situación y sé a dónde los llevaré.

Ésta era su mujer. Calmada. Flemática cuando se enfrentaba a la muerte. Podía manejar una temible batalla con mucha facilidad y cuando se enfrentaba a él era una mujer, era tímida y vulnerable. El contraste de sus dos lados era una de las muchas cosas que lo tenían intrigado. Ella era solo su mujer, ningún otro hombre vería alguna vez su atractivo y suave cuerpo, ruborizado, tan excitado, sólo para él. Nunca le mostraría su mirada aturdida, confusa a nadie más. La Solange que el mundo veía era sólo un lado de ella; él tenía ambas y esto lo complacía enormemente.

Esperaba despertarte con un beso esta mañana. La diversión se desbordaba en su voz.

El jaguar giró la cabeza hacia él, había travesura en sus brillantes ojos verdes. Su larga lengua salió y le raspó la cara. Él se echó a reír. El jaguar le sonrió abiertamente, muy contento con su trabajo. Dominic la empujó, usando su enorme fuerza, cayendo el gato lejos de su cuerpo en el rico suelo, luego se lanzó sobre ella.

Solange se retorció quitándose de su camino de modo que él aterrizó de cuclillas a centímetros de ella. Siguió rodando, se puso de pie y se lanzo sobre él. Él se disolvió en vapor.

Eso es trampa, le acusó, los ojos de su gata miraban la corriente de vapor que salía del profundo pozo hasta el suelo de la caverna. Sabía que a ella no le importaba. Ella tenía sus propias habilidades. Podía saltar unos seis metros y correr a casi cincuenta kilómetros por hora. Tenía una columna vertebral flexible y un radar que decía que él estaba… Su suave risa se burlaba de ella. Estaba buscando en el lugar equivocado.

Ella saltó a la superficie detrás de él, mirando alrededor. Lo podía oler pero no verlo. Alzo la vista. Dominic cayó del techo aterrizando a horcajadas sobre su espalda, enredándole las piernas alrededor del vientre y los brazos fuertemente envueltos alrededor del cuello. Ella giró al instante, repetidas veces, hasta que sintió que aflojaba su agarre. Utilizando su enorme fuerza, ella saltó unos buenos tres metros en el aire, bajó la cabeza hacia la tierra y lo lanzó sobre su hocico. Él aterrizó de espaldas y antes de que pudiera volver a disolverse, Solange se abalanzó sobre su pecho.

Riéndose, él literalmente la levantó, arrojándola por el aire, dio un salto mortal y se puso de pie. Ella era rápida y fuerte y él podía sentir la alegría estallar por su cuerpo ante el juego áspero y rudo. Casi había olvidado como jugar.

Solange giró en medio del aire, atravesó el cuarto y cargó, levantándose sobre sus patas traseras en el último momento cuando se juntaron, apoyó las grandes patas delanteras sobre sus amplios hombros, con las manos de Dominic sobre sus patas. Bailaron en círculo, cada uno ejerciendo su fuerza sobre el otro, tratando de empujarlo. Dominic se encontró de repente más cerca, vientre contra vientre, envolviéndola con sus brazos, anhelándola de improviso.

Cambia. Quiero sentirte cambiando en mis brazos. Él sabía que había seducción en su voz. Su cuerpo era implacable ante su necesidad de ella, las urgentes demandas eran cada vez más difíciles de ignorar, aún con sus siglos de disciplina. Quería excitar su suaves y exuberantes curvas, aunque no pudiera tenerla todavía. Necesitaba besar la perfecta boca, y si había usado inconscientemente su voz hipnótica, que tenía poco efecto en su real… línea de sangre, no podía evitarlo.

Ella se rió suavemente, el sonido tarareó por cada terminación nerviosa del cuerpo de Dominic. Él sintió el deslizamiento de la mente de ella en la suya. Estabas pensando “real dolor en su culo”, pero cambiaste de opinión por si acaso yo escuchaba ¿verdad?

Él frotó su cabeza contra el grueso y rico pelaje del hocico del jaguar. Estaba pensando en tu hermoso trasero, es cierto. Cambia, ahora mismo mientras te sostengo. Esta era una maniobra muy difícil, como lo era el cambio corriendo.

¿Me retas? Puedo hacerlo, lo sabes.

Él la sintió brillar ante su seguridad. Su mente se torno más suave, más íntima, abriéndose más a él, como si su aprobación le permitiera relajarse en su compañía solo un poco más.

Seré de más ayuda cazando de esta forma.

Es verdad y puedes volver a cambiar cuando nos vayamos, pero ahora mismo me gustaría abrazar a mi mujer y darle las buenas noches. Lo cual era totalmente cierto, aunque él quisiera trazar un mapa de su cuerpo con las manos y la boca, además de aprenderse de memoria cada curva y cada valle para siempre.

Él sintió el movimiento en su mente primero, ese impresionante momento cuando la mujer alcanzaba su forma; la mente rápida e inteligente, el suave y casi temeroso principio de su sensualidad, de su conciencia; la vacilación al descubrirse desnuda en sus brazos; la rápida reunión de valor para realizar lo que él le había pedido, porque adoraba complacerlo. Ansiaba la aprobación en sus ojos, en su mente, y la pequeña sonrisa que él siempre le otorgaba cuando hacia lo que le pedía. Lo cual no solo era humillante, sino también una tremenda responsabilidad.

Sintió el tirón de sus huesos, el estallido y el crujido de la transformación de un cambiaformas. La piel retrocedió a lo largo de sus brazos y pecho. El hocico se retrajo. El jaguar giro la cabeza apartándola de él, dejando caer la barbilla para proteger su garganta expuesta.

Mírame. Mírame a los ojos. No podía perderse la intensidad del momento. Verla viniendo a él. Necesitaba este momento. Tenía que examinar los ojos de su gata y ver aparecer a su mujer. Surgir solo para él. Porque ella nunca haría tal cosa con nadie más, dejar que alguien atestiguara su total vulnerabilidad en ese instante, cuando estaba completamente a su merced, incapaz de protegerse como jaguar o humana.

Esos asombrosos ojos verdes brillaron para él. Toda inteligencia. Mirándolo a él, a su interior. Él mantuvo la mirada fija en la de ella, sosteniéndola en su momento más indefenso, viendo el miedo desgarrador, inhalando su lucha por confiarle su vida, con la misma esencia de quien ella realmente era. Sabía que ella luchaba con su propia naturaleza, esa naturaleza evasiva y salvaje que insistía en que permaneciera sigilosa, escondida del mundo. Pero por él, luchaba para exponerse en su posición más débil. Sus ojos cambiaron de manera sutil, todavía rasgados, todavía enormes, pero mucho más humana. Parecía casi aterrorizada, pero no apartó la mirada, tampoco se separó cuando su forma menuda se deslizó contra la de Dominic.

Dominic sostuvo las suaves y sedosas curvas apretadas contra la dureza de su cuerpo, mirando la expresión cambiante de esos ojos, del miedo a la alegría. Sus largas pestañas se agitaron y la dulce timidez asomó en esos brillantes ojos verdes, una mirada que sacaba apresuradamente a la superficie cada instinto protector de él. Todavía sosteniendo su mirada inclinó la cabeza hacia la suya, tomándose su tiempo, lentamente centímetro a centímetro, queriendo verla encontrar su natural sensualidad. Necesitaba que ella lo deseara tanto como él necesitaba el suelo que día a día lo rejuvenecía.

Los ojos de ella se volvieron somnolientos, atractivos. Sus labios se separaron con anticipación. La dejó sin aliento cuando sus labios se apoderaron de los de ella. Sus manos se deslizaron hacia las curvas de su real trasero y la levantó por la cintura, mientras tomaba posesión de su boca.

Estaba muy duro; su erección llena y dolorosa, y por un momento la entrada acalorada descansó sobre la punta palpitante de su miembro, tentándolo más de lo que podía soportar. Pero ella tenía que saber a ciencia cierta lo que quería, por mucho que él no quisiera admitirlo para sí mismo, ella todavía no confiaba plenamente en él. No se había entregado completamente a él.

Poniéndola sobre la manta tejida, sus manos le rozaron el cuerpo mientras la besaba. Cuando levantó la cabeza, ella parecía un poco aturdida, confundida y hasta decepcionada.

– Buenas noches, Solange -saludó.

La medio sonrisa de Solange se convirtió en un ceño fruncido cuando posó la mirada sobre la pesada erección que rozaba su estomago.

– No entiendo. Claramente me deseas.

– Sí. -Le sonrió, deslizaba el pulgar por el pequeño ceño fruncido de su cara.

– .Te deseo.

– Un poco. No lo suficiente. Solange, tienes dudas.

Ella lo recorrió con su mirada, solo un pequeño y rápido movimiento, pero fue bastante para decirle que tenía razón. Solange sacudió la cabeza.

– Realmente te deseo. Mi cuerpo está en un constante estado de excitación.

Fue difícil para ella confesarlo. Podía ver que había tenido que hacer un tremendo esfuerzo para decirle la verdad. Pero se sentía victorioso porque lo hubiera hecho. Estaba mucho más cerca de aceptarlo de lo que él pensaba.

– Como está el mío -estuvo de acuerdo él-. La diferencia es, kessake, que debo cuidar de tus necesidades. Tú también quieres cuidar de tus propias necesidades.

Ella abrió la boca para protestar y luego la cerró de repente, su ceño se hizo más profundo. Le estudió la cara y luego su mirada se desvió hacia su desvergonzada y gran erección.

– ¿No se supone que debe ser mutuo?

– No para mí. Necesito sentir tu aceptación Solange. En tu mente, en tu corazón, en tu misma alma. Cuando ardas por complacerme, cuando sea la única cosa que te importe, entonces sabré que me aceptas.

– Realmente te acepto Dominic. -Bajó las pestañas y su labio inferior tembló ligeramente.

Él acarició con sus dedos su infinitamente suave mejilla.

– Cuando tome tu cuerpo, Solange, no puede haber ninguna duda en tu mente. Pase lo que pase, te pida lo que te pida, debes confiar en mí para hacerlo sin dudar porque sabrás que cada pensamiento que tengo es para ti. Tu seguridad. Tu salud. Tu comodidad. Si yo te hiciera el amor ahora, satisfaría tu cuerpo, pero todavía te preguntarías si te amo por ti misma o porque tengo que hacerlo.

Ella se estremeció. Definitivamente la había leído correctamente. Estaba preocupada por eso. No entendía como él podía estar enamorado de ella. No creía que fuera posible.

– No soy una persona agradable, Dominic.

Él le agarró el mentón con la mano y le levantó la cabeza hasta que su mirada verde se encontró con la suya.

– Ni yo, Solange. No es así como me vería la sociedad. Tomo vidas, como haces tú. Tomo decisiones de vida o muerte cada día y lo he hecho durante siglos. No dudo de mí como tú, quizás porque llevo mucho tiempo persiguiendo a los no-muertos.

– No es lo mismo. Los hombres jaguar son mi gente.

– Maté a mi mejor amigo mientras aun tenía mis emociones, Solange. Habría matado a Zacarías si no hubieras interferido. Le salvaste la vida.

Ella suspiró.

– Simplemente no quiero que tengas una falsa impresión de quién soy.

Él rió suavemente.

– Examino tu mente y veo un alma hermosa. Brillas para mí. Ahora ponte uno de tus vestidos y come algo. Cazaremos más tarde.

Ella respiró hondo y soltó el aire, cuando se giró sus dedos rozaron la pesada erección. La pene se sacudió. Cada terminación nerviosa se incendió. Ella le sonrió descaradamente y se dirigió a la pequeña alcoba, sus caderas tenían un balanceo definitivamente atractivo. Él no podía quitarse su sonrisa predadora.

Miró mientras sacaba el largo vestido rojo metálico.

– El verde. Quiero ver si hace juego con tus ojos.

– ¿El verde?

Había un pequeño hipo en su voz. No estaba completamente lista para ponerse un micro mini-vestido y desfilar delante de él sin otra cosa que la ajustada y ultra reveladora prenda. La estaba empujando fuera de su zona de confort, con fuerza, pero él no estaba seguro de cuánto tiempo más podría resistir. Había pasado de querer su confianza a necesitarla.

Solange se humedeció los labios, pero no se dio la vuelta. Vaciló, pero se las arregló para obligarse a dejar el vestido y sacar el verde de tirantes. Le costó un poco de meneo conseguir que pasara por sus caderas. El material elástico se amoldó a cada curva. Las tiras, hechas de pequeños y delgados tirantes, se arrastraban por delante y por detrás, dejando desnuda la mayor parte de su piel. Los finos tirantes se ajustaron a sus hombros como si hubieran sido hechos para ella, como, se dio cuenta, así había sido. Esto le dio un poco más de confianza.

Se cepilló el cabello espeso y ondulado antes de mirarse de verdad en el espejo de cuerpo entero. El vestido no solo hacía juego con sus ojos, sino que lucía su cuerpo. Las tiras exponían sus pechos, la tela apenas cubría sus pezones. Como era casi transparente, podían verse los pezones de punta a través del material. Las tiras formaban una V hacia el dobladillo del vestido de modo que mostraba su ombligo entre las delgadas tablillas y hasta vislumbró su pubis cuando se movió. Se giró para mirar por encima del hombro. Su espalda y trasero solo estaban cubiertos con las delgadas tiras. Podía ver la mitad inferior de su trasero asomando por el material.

Se contempló, impresionada de cuan excitada se sentía solo vistiendo tal revelador atuendo. Era sexy, y más sabiendo que Dominic lo había hecho para darle la confianza de llevarlo puesto. Quería que él estuviera en tal estado de urgente necesidad que la próxima vez que encontrara una oportunidad, no fuera capaz de resistírsele.

Cuando entró en la caverna las luces suaves jugaban sobre las paredes, la llama ardía sobre la laguna y había puesta una mesa con velas. Él vestía un traje. Alto. Hermoso. Magnifico. Estaba de infarto con su cabello largo recogido con una cinta de cuero y sus ojos cambiantes de un intenso azul turquesa. Sus amplios hombros y estrechas caderas estaban hechos para un elegante traje. Parecía más que nunca del Viejo Mundo. Muy galantemente le tomó la mano y con una pequeña reverencia besó sus nudillos, metió los dedos en el hueco de su codo y caminó con ella hasta la mesa. Le retiró la silla y esperó a que se sentara.

– Puedo oír el latido de tu corazón -le murmuro inclinándose, con la boca en su oído mientras empujaba la silla-. Sigue el ritmo del mío.

Para sorpresa de Dominic y su placer, Solange le sonrió y había seducción en su sonrisa. Ella se movió solo unos centímetros, pero los pechos se estiraron contra las pequeñas tiras delgadas del material, captando su atención. Los dedos de Dominic vagaron sobre la tela elástica deteniéndose un instante en los pezones.

– Me complaces, Solange, haciendo lo que te pedí. Gracias.

– Quería ver esa mirada en tus ojos -confesó, apartando la mirada.

Él abrió la mano y le mostró unos pendientes de rubíes y esmeraldas que hacían juego con su pulsera.

– ¿Puedo?

– Por favor. -Ella se quedó quieta mientras se los ponía en las orejas. Esperaba que doliera, pero no fue así. Se tocó uno-. Combinan con el verde del vestido.

– Las piedras hacen juego con tus ojos -corrigió suavemente-. ¿Qué mirada en mis ojos?

Caminó hasta el otro lado de la pequeña mesa y se sentó frente a ella. Tomó una botella y vertió un líquido brillante en su copa y uno mucho más oscuro en la propia. La luz de la vela jugaba sobre la cara de Solange, acariciando su piel suave e iluminando sus ojos felinos. El deseo golpeó de forma malvada, un asalto inmediato y bastante brutal a su cuerpo. Era tan hermosa por dentro y por fuera, tanto si ella lo creía como si no.

– Me gusta el modo en que me miras -dijo-, como si estuvieras contento conmigo cuando hago algo tan simple como llevar puesto lo que me pides. -Pasó la mano a lo largo de su muslo-. Es un vestido hermoso. ¿Pero no estás preocupado por los jaguares que están cazando cerca?

La mirada de Dominic siguió la nerviosa progresión de la palma cuando ella se acarició el muslo desnudo. El vestido era muy sexy, su cuerpo estaba impresionante bajo las suaves luces parpadeantes. Adoraba cómo jugaban las luces sobre su cara. Ella no era experta en ocultarle sus pensamientos, así que se encontró casi volando cuando tocó su mente y vio el deseo de complacerlo, que hacerle feliz la excitaba. Estaba empezando a verse como él la veía: femenina, atractiva y totalmente suya.

Le indicó que tomara un bocado de su filete. Esperó hasta que hizo lo que le pidió antes de contestar.

– En realidad, dudo que nos estén cazando. Parecen nerviosos, no están cazando. Demasiados vampiros en un área significan que alguien de sangre caliente está en peligro.

Ella empujó los pequeños bocados a un lado del plato.

– Cómo has logrado todo esto, nunca lo sabré.

– Nunca me he sentado en una mesa y compartido una comida -dijo él-. Es una experiencia nueva y muy agradable para mí.

Descubrió que no podía apartar los ojos de ella. Todo lo que ella hacía le encantaba. La forma en que masticaba y tragaba. Sus miraditas nerviosas. La mano que bajaba para tirar del dobladillo imposiblemente corto del vestido. Cada vez que se movía en la silla, su trasero desnudo se deslizaba sobre la madera pulida y él vislumbraba la cautivadora tentación entre sus piernas.

Se inclinó sobre la mesa y esperó a que alzara las pestañas.

– Sueño con tomar tu cuerpo una y otra vez, mientras estás húmeda y caliente con tu néctar sabor a caramelo. Adoro oír el modo en que gimes y lloriqueas, una música tan hermosa, mi gatita. Quiero oírte rogar que nunca abandone tu cuerpo.

Él mantuvo el mismo tono, como si estuvieran hablando de jaguares y vampiros. Los ojos de ella se abrieron de par en par. Su cuerpo se ruborizó y se movió inquieta en la silla. Él captó la esencia de su excitación. La pequeña lengua de ella salió disparada como una flecha para lamerse nerviosamente los labios. Bajo la delgada tela verde, los pezones se le endurecieron.

– No puedes decirme cosas como esas.

– Es cierto -señaló con la cabeza hacia el cuenco de fruta-. También necesitas comer algo de eso.

– No puedo comer cuando dices cosas como esas. -Se apartó el pelo de donde se le había enredado alrededor de la cara. Las manos le temblaban-. Creo que desde que hemos llegado a casa, he estado en un constante estado de excitación.

– ¿Eso es malo? -Los ojos de ella le intrigaban, pero había una pequeña reprimenda en su voz que envió una onda de calor a través de su cuerpo.

– Lo es cuando se supone que tendríamos que estar concentrándonos en planificar cómo vamos a sobrevivir al irrumpir en una reunión con quién sabe cuantos vampiros, cuando a todos ellos les encantaría desgarrarte y darse un festín con tu sangre.

– Antes de considerar el intentar sobrevivir a los vampiros, tengo que resolver un modo de sobrevivir a este implacable dolor que has puesto aquí. Se niega a irse, Solange. -La mano bajó deliberadamente hacia sus inmaculados pantalones, llamando su atención sobre el grueso bulto de allí-. Y tú lo pusiste ahí.

Los ojos de ella cambiaron. La mujer dolorosamente triste desapareció, solo para ser reemplazada por una seductora. Mostró una sonrisa pequeña y bastante orgullosa mientras cogía el vaso de chispeante champán a la vez que cambiaba de posición de nuevo en la silla, atrayendo la atención de él a sus exuberantes pechos.

– Es muy gratificante saber que no soy la única que está sufriendo.

– ¿Estás sufriendo? -la voz de él bajó una octava.

Ella se lamió las gotas de champán de los labios.

– Sabes que sí.

– ¿Por qué?

– He tenido algunos sueños por mi cuenta -señaló ella-. Mientras tú dormías, he pensado en todas las cosas que me gustaría hacerte.

– Ahora tienes toda mi atención. -Se sentó en la silla, con el corazón palpitante. Por fin. Estaba pensando en él y en la mejor manera de darle placer. Podía ver la determinación en su expresión y en esa sexy e intrigante inclinación de su boca.

– En realidad -le corrigió ella, jugando con el pie de la copa-, siempre tengo toda tu atención, tu completa y absoluta atención. Me haces sentir no sólo hermosa, sino importante y sexy y todo lo que tú necesitas. Me haces sentir importante.

– Eres todas esas cosas.

Ella comió otro bocado de su bistec con un pequeño ceño de concentración en la cara.

– He tenido mucho tiempo para pensar en cosas mientras estabas durmiendo, y me he dado cuenta de que en realidad todo tiene que ver con el valor. Tengo que encontrar el valor de ponerme a mí misma totalmente en tus manos. -Entonces levantó la mirada hacia él, los ojos mostraban la misma determinación, pero esta vez mezclada con temor-. Eso es lo que me estabas diciendo, ¿no?

Él asintió. En ese momento de auto-descubrimiento, ella estaba más hermosa que nunca para él.

– Quieres que reconozca que esta parte de mí es absolutamente tan importante como la luchadora.

– No sólo importante para mí, Solange -estuvo de acuerdo él-, sino también para ti.

– Es mucho más fácil considerar todo esto cuando estoy en mi forma de jaguar. Me siento segura.

– Quiero que te sientas segura conmigo.

Su ceja se alzó.

– Sí y no -señaló ella, demostrándole que era tan astuta e inteligente como él había sospechado-.Te gusto un poco desequilibrada. Tengo el presentimiento de que enredarme contigo es un poco como jugar con fuego. -El pulso del lateral de su cuello palpitó-. No quiero quemarme.

Él le mostró una sonrisa depredadora.

– Solo tú puedes decidir si vale la pena entregarte a mi cuidado. Solo tú puedes decidir confiarme tu corazón, Solange.

Ella dio un bocado a la manzana con expresión pensativa.

– Si hacemos esto, Dominic…

– Cuando -la corrigió él-. Cuando hagamos esto. Porque kessake, no hay duda de que me perteneces. Llegarás a aceptarme finalmente. -Estaba tan cerca. Podía sentir cómo su mente se extendía hacia él, queriendo entregarse, pero el temor de una traición la mantenía paralizada. Le gustaba que estuviera trabajando en ello, analizando cada paso cuidadosamente, como haría su gata. Su reticencia la hacía quererla incluso más.

Ella tomó aire.

– Cuando hagamos esto, tendremos un futuro. ¿Qué significa eso para ti?

– Te uniría a mí, por supuesto -dijo él, clavando su mirada en ella para que no fuera capaz de apartar la vista.

Ella tragó casi convulsivamente.

– Está bien, entendí eso. ¿Pero luego qué?

– Tomaré tu sangre… y tu cuerpo… y te haré completamente mía. -No había ningún compromiso en su voz, o en sus ojos.

Sus pechos subían y bajaban mientras respiraba de forma irregular. Dejó el tenedor y cogió una vez más la copa aflautada.

– Siempre haces que todo suene tan simple.

– Es muy simple, Solange. Cuando estamos en una batalla, confías en mí con tu vida, al igual que yo hago contigo. Aquí, cuando estamos solos, tienes que otorgarme la misma confianza. Ya tengo tu total sinceridad, y eres más leal que nadie que haya conocido nunca. Yo te daré esas mismas cosas a ti todo el tiempo.

Solange se humedeció los labios de nuevo.

– Confío en ti -dijo. Había vacilación en su voz.

Él le sonrió.

– Estás empezando a confiar en mí, y encuentro eso un asombroso regalo. Gracias por creer en mí. Estás sentada ahí llevando un vestido que hice para ti porque quieres complacerme. Y haces mucho, mucho más.

Ella se ruborizó ligeramente, el color resaltaba el verde de sus ojos.

– Dominic, ¿qué hay de después? Juliette fue convertida. Mary Ann, también. ¿Todas las compañeras se convierten?

– Por regla general, pero es una elección. Si escogieras no hacerlo, envejecerías y morirías, y entonces, por supuesto, yo escogería envejecer y morir cuando tú dejases esta vida por la siguiente.

La llama de la vela titiló, lanzando una sombra oscura en la pared. Dominic se incorporó inmediatamente. Ningún enemigo podía penetrar sus salvaguardas. Lo sabía. Hasta ahora… Se giró lentamente, rastreando la oscura sombra.

Lo vislumbró justo un momento. Se camufla dentro de la oscuridad mientras cesa todo movimiento.

Solange se quitó el vestido por la cabeza y lo depositó cuidadosamente sobre la parte trasera de la silla como si fuera precioso para ella. No había ni rastro de pánico en sus movimientos, y Dominic quiso sonreírle. Era la mujer idónea para él, sin lugar a dudas. Toda eficiencia. Cualquier otra cosa se dejaba a un lado, todas las dudas y temores se desvanecían, allá iba su fuerte guerrera, espalda contra espalda con él, contra cualquier adversario.

¿Vampiro? ¿Jaguar? Él no podía oler un enemigo, pero cada instinto le decía que ya no estaban solos.

No lo creo. Mi jaguar puede sernos de más utilidad.

Cambió sin preguntarle si podía, confiando en sus propios instintos como siempre había hecho en la batalla. A pesar del peligro, él sintió el primer atisbo de inquietud ante la idea de perderla. Ella había sido la única en preocuparse por qué ocurriría si algo le sucedía a él, pero en estos extraños momentos, sabía que no querría afrontar la vida sin Solange. Sin su espíritu fiero y luchador y la sensual, tímida mujer que estaba llegando a conocer.

Déjame ir delante de ti.

Cada músculo en el vientre de Dominic se retorció sobre sí mismo en un apretado nudo de protesta. No sabía con lo que estaban tratando. Ella no le había preguntado en realidad, ni siquiera le había dicho que necesitara tenerlo cerca y el guerrero decía que sí mientras que el hombre decía no. Descubrió que estaba en guerra con sus propios instintos.

Mi gata está furiosa. Sabe que tenemos compañía.

Ella no hizo ninguna petición, simplemente esperó. Dominic no podía obligarse a dar un paso tras el gran animal, por lo que se deslizó por el lateral. Ella se sentó sobre los cuartos traseros y levantó el hocico.

Le gusta la oscuridad. Ilumina la habitación.

Dominic lo hizo sin vacilación y percibió un destello de algo que pasaba rápidamente por las paredes a la grieta de la cercana charca, donde manaba el agua. No pudo identificarlo, pero ahora que se había fusionado con Solange, sus sentidos se volvieron diferentes y pudo “sentir” a la criatura. No tenía la misma sensación de ello que Solange. Ella y su gata eran una y la misma, y ella podía dar sentido al patrón del jaguar en su mente

Nunca he encontrado algo como esto.

Dime.

Parece muy pequeño, algo así como un gato doméstico, pero lleno de sombras, como si no tuviera sustancia del todo. Entró a través del agua, por lo que nada.

Él había visto cuatro patas nítidas, por lo que era un animal, o al menos lo había sido. ¿Garras? ¿Pies palmeados, quizás?

Dominic inhaló profundamente y notó que el jaguar confiaba en el oído y la vista. Había un leve olor a engaño en la criatura, por lo que él no pudo identificarla de esa manera.

Quizás ambos. Se ha metido en la oscuridad antes de que pudiera obtener una impresión. He oído el roce de pelaje contra las paredes de la cueva. Sólo un susurro, le informó ella.

¿Nos está cazando?

Esta cazando algo. No huelo miedo. ¿Y tú?

No. Ahora que sabía dónde estaba escondida la criatura, se disolvió en vapor, atravesando la sala como un rayo para verterse dentro de la grieta. Un aullido llenó la caverna y la cosa se lanzó a través del aire, con las garras extendidas, apuntando a los ojos del jaguar.

Solange se retorció en el último segundo, y las garras de la criatura le dejaron profundos surcos a lo largo del cuello y bajando por su costado mientras caía al suelo. Dominic, fusionado como estaba con Solange, sintió la quemadura en carne viva, el ardiente dolor mientras el gato sombra atacaba. Ella se revolvió y desgarró al intruso. Sus enormes garras atravesaron directamente a la insustancial criatura. Le llevó un segundo saltar y salir disparada hacia el interior de las sombras cerca de las rocas y de la entrada de la cámara, una vez más reducida al tamaño de un pequeño gato doméstico.

¿Estás bien? Él mantuvo la preocupación alejada de su voz. No sería bueno para ninguno de los dos. Ella podía manejarse en una pelea… incluso contra vampiros. Esa… cosa… no la alteraría.

Ella le dedicó el equivalente mental de un encogimiento de hombros, reforzando su creencia en ella. ¿Qué es?

Algo muy peligroso. Dominic apareció de nuevo otra vez a su lado. Aléjate de mí, pero déjate bastante espacio por si ataca de nuevo.

¿Crees que me está cazando? Una vez más la voz de ella estaba muy calmada.

Probaremos esa teoría. Le dejaré entreverme.

La oyó contener la respiración, pero no protestó, confiando en que él sabía lo que estaba haciendo. Dominic se movió para bloquear la visión que la criatura tenía del jaguar, llenando la caverna con su poder y presencia, aumentando su estatura. Solange permaneció muy pequeña tras él agachándose cerca del suelo aunque, según notó Dominic, alejada de las paredes, donde tendría espacio para maniobrar.

Dominic se concentró en intentar alcanzar a la criatura con su mente. No había nada en absoluto. Ni vacíos como los que los no-muertos o una abominación de la naturaleza podrían dejar; realmente nada, como si la criatura no fuera real. Lo consideró. ¿Una alucinación compartida con Solange? Sabía que podía ser posible, aunque improbable. Era un antiguo y difícil de engañar. Y la sangre que manchaba el pelaje del jaguar era muy real.

El sonido de polvo cayendo de las paredes de la caverna fue su único aviso. Giró la cabeza y captó un atisbo de una sombra escabulléndose rápidamente a lo largo del techo sobre su cabeza, pareciendo una veta de negro, alargándose con cada salto.

Llegando a ti, la advirtió mientras saltaba al aire para intentar poner sus manos sobre la cosa.

Sus palmas se encontraron, pasando a través del gato sombra, pero sintió una respiración caliente, y justo cuando la criatura saltó a su lado, el roce de piel áspera.

Solange encontró al gato en el aire, esta vez clavando profundamente su amplio hocico y una boca llena de dientes en la cavidad torácica. De nuevo, atravesó al gato, pero éste se dio la vuelta cuando ella empezaba a caer, agarrándose a su espalda con las garras y hundiéndole los dientes en el cuello, derribándola. Rodó sobre sí misma, rugiendo, mientras los dientes profundizaban, buscando la vena.

Dominic golpeó con fuerza, arrancando al gato de la espalda de Solange y arrastrándolo lejos de ella. Sintió pelaje, fuertes músculos y gotas de sangre sobre su cara, y entonces la criatura se volvió insustancial de nuevo, escurriéndose de su agarre para ser una vez más nada, sólo una sombra.

Solange. ¡Háblame!

La respiración de ella siseó en una silenciosa agonía. Cambió, apretándose el cuello con la mano. La sangre caía entre sus dedos. Dominic giró y la atrajo hacia él, presionando la palma sobre la herida para cauterizarla y parar el flujo de preciosa sangre.

La criatura surgió del suelo, una vez más volviéndose sustancial, bebiendo ferozmente a lengüetazos la sangre del suelo.

Cierra los ojos. Como precaución protegió los ojos de ella él mismo, poniéndole la mano sobre la cara.

Saltaron llamas de la vela de la mesa, uniéndose con la que se alzó del fondo de la charca. Una luz blanca irradió por toda la caverna, un resplandor cegador que golpeó a la criatura antes de que pudiera escabullirse. Ésta dio un alarido y estalló en llamas azul-violáceas, extendiéndose a través de la sala, creciendo hasta ser una sombra gigante con una boca enorme y abierta llena de dientes afilados. Las piernas se le quedaron rígidas y la columna se le dobló.

Dominic pudo ver una pequeña extremidad en forma de tubo dentro de la boca llena de sangre… sangre de Solange… y su corazón se saltó un latido cuando la comprensión despuntó instantáneamente. El gato sombra había sido enviado para recolectar su sangre. Alguien más sabía de su sangre real y la quería para sus propios propósitos maléficos.

Los ojos de la criatura se fijaron en Dominic por primera vez, aparentemente percatándose de su presencia. Los ojos giraron, de negro a rojo, idos y vacíos. De repente, por un momento de los que paran el corazón, fueron de plata brillante, contemplando con inteligente malicia la sala, buscando.

Antes de que esos ojos pudieran centrarse en ellos, Dominic llevó a Solange directamente al suelo, cubriendo su cuerpo con el suyo, la mano todavía sobre los ojos mientras la boca grotescamente abierta se ensanchaba y los ojos plateados barrían la habitación.

Dominic sacudió su mano hacia el fuego, abanicando el aire en un turbulento torbellino que convirtió las llamas en una furiosa bola ardiente. Los ojos de plata regresaron al vacío azul-violáceo. La boca se abrió aún más, emitiendo un desgarrador alarido de horror mientras las llamas consumían a la criatura. En medio de las llamas Dominic pudo ver una diminuta esquirla negra de una sombra que intentaba separarse desesperadamente y escabullirse hacia el agua. Dominic dirigió la bola de fuego hacia ella, contemplando con satisfacción como el último vestigio se convertía en ceniza, completamente incinerado. Una nauseabunda fetidez impregnó el aire, y una vez más envió el viento a romper contra la caverna para ventilarla.

Bajo él, Solange estaba extremadamente quieta. Le levantó la mano de sus ojos y le apartó el pelo, él corazón atronando con fuerza.

– Háblame, minan.

Ella se movió, levantó los párpados hacia él… y sonrió. El corazón de él tartamudeó. Había sangre por toda su mano, cubriendo el cuello y el hombro de ella, había profundos arañazos que rasgaban su piel a lo largo de las costillas y bajaban por su cadera izquierda, pero le sonreía. Los ojos verdes estaban totalmente lúcidos. Podía ver el dolor reflejado en ellos, pero aún así se sentó, levantando una mano para tocarle la cara.

– No me mires de esa forma. Estoy bien. Las he tenido peores. Gracias por parar el sangrado. Puede que no hubiera sido capaz de hacerlo por mí misma.

Tiritó y él instantáneamente la envolvió con una manta, el edredón con todos esos símbolos sanadores. Solange sacudió la cabeza.

– No quiero llenarlo de sangre. Es demasiado bello y odiaría estropearlo.

– Déjalo -le pidió él, manteniendo el cobertor en su sitio-. Puedo quitarle la sangre. Simplemente siéntate aquí un minuto, Solange, mientras te limpio. Estas en estado de shock.

– No, simplemente estoy conmocionada porque esa cosa haya conseguido atravesar tus salvaguardas y entrar bajo nuestras narices. Podría haberme matado. Estaba succionando mi sangre rápidamente, más que intentar acabar conmigo. ¿Qué era? -su voz era débil y ronca, como si su cuello hubiese sido dañado en el ataque. Carraspeó varias veces y tosió, llevándose la mano hacia la boca para cubrirla.

Dominic le bajó la mano. La palma estaba manchada de sangre. La levantó y abrió la tierra, haciéndoles flotar hacia el interior dela fértil tierra. La envolvió en el edredón.

– Voy a curarte, kessake. Simplemente descansa. Lo discutiremos en el próximo alzamiento. Mientras tanto, salvaguardaré incluso nuestra agua y las muchas rendijas de las rocas.

Ella tocó su cara de nuevo.

– De veras que estoy bien, Dominic. -Las pestañas se agitaron y bajaron a la deriva.

Dominic sintió el suave susurro del temor arrastrándose hacia abajo por su columna, un susurro que creció en aras del miedo cuando la respiración de ella se volvió dificultosa. Solange ¡No me dejes! El dolor fue agudo y terrible y por ello inesperado. Ella se había enroscado apretadamente en su corazón. Emitió la orden con cada gramo de fuerza que tenía y se puso a trabajar frenéticamente en ella. Hizo falta que saliera tres veces de sí mismo y entrara en ella antes de localizar las diminutas gotas de veneno dejadas por el gato sombra asesino.

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