Capítulo 20

Eres la calma en la tormenta, el poder más apacible.

En tus manos, soy una flor. Cerca de ti, mi corazón brilla.

De Solange para Dominic


El más pequeño de los sonidos despertó a Dominic. Un suave llanto. Su corazón tartamudeó despertándose, sus ojos se abrieron de golpe y volvió la cabeza para encontrar a Solange. Estaba acurrucada a unos treinta centímetros, lcon as rodillas levantadas, la cabeza abajo, el cabello oscuro besado por el sol le escondía el rostro. Pero lloraba. Su Solange. Su corazón y su alma.

Por un momento, apenas pudo respirar, la ansiedad se precipitaba por todo su cuerpo. Habían intercambiado sangre por primera vez antes de irse a dormir. Había esperado varios alzamientos para asegurarse de que todos los parásitos hubieran desaparecido de su cuerpo antes de intentar su primer intercambio. Ella no parecía haber experimentado ningún mal efecto, pero… El proceso en sí había sido difícil, cuando debería haber sido erótico. Solange no podía ser puesta bajo compulsión. Tuvo que tomar voluntariamente su sangre y había luchado, pero confió en él lo suficiente como para llevarlo a cabo.

– Solange. -Su voz era infinitamente tierna-. ¿Qué pasa, mi vida? -No pudo evitar el fusionarse con ella, temiendo que el cambio la hubiera herido de alguna manera.

En vez del dolor físico, sintió los restos de su pesadilla, la niña desesperada por retener a su madre, y quiso llorar por ella. Siempre habría momentos de tristeza en su vida que él no podría evitar, que no podría sanar sin importar cuánto lo deseara. Cruzó la corta distancia entre ellos y se sentó a su lado, atrayéndola a sus brazos, la acunó en su regazo y enterró la cara en su hombro. La meció suavemente hasta que se calmó y se quedó en silencio.

Se apretó los oídos con las manos.

– He soñado con mi madre y cuando desperté no podía dejar de llorar. Los sonidos son tan fuertes, Dominic, todo, hasta mis propias lágrimas. El sonido del agua, de pequeños animales e insectos. Puedo oír lo que pasa fuera de la cueva y no puedo bajarlo. Me duele la cabeza de tanto el ruido. Y los sonidos estaban tan amplificados, y tú estabas tan completamente silencioso. -Se calló. Se llevó una mano al corazón-. Y ahora puedo escuchar el sonido de mi corazón latiendo con fuerza. Tenía tanto miedo a pesar de saber intelectualmente que estabas a salvo.

Él puso la mano a la nuca, masajeando los músculos tensos.

– Siento mucho lo de tu madre, cariño. Iremos a su encuentro de nuevo en la próxima vida y ella te dará la bienvenida con los brazos abiertos. Y siento haberte asustado. -Apretó su abrazo en un intento de consolarla. Él no era su madre, pero la amaba con fiereza-, Déjeme ver qué estás escuchando -añadió con suavidad.

Los carpatos podían escuchar el batir de alas en la distancia, la más pequeña de las piedras rodando por una ladera. Dominic y Solange había intercambiado sangre y la conversión estaba empezando, pero ella debería haber sido capaz de bajar el sonido a un volumen aceptable. Dominic salió de su cuerpo, enviando su espíritu al cuerpo de ella, examinándola con cuidado, tratando de determinar qué le había hecho su sangre carpato.

Su sangre debería haber comenzado el proceso de conversión, sin embargo, las células eran distintas, sus células se estaban uniendo a las de ella, separadas pero juntas. No tenía sentido. Su jaguar parecía perfectamente intacta, excepto por los glóbulos rojos carpatos que se unían sin fusionarse. No había ningún caos, ningún anticuerpo corriendo para frustrar el proceso. Era como si sus líneas de sangre se hubieran combinado, una encima de la otra, coexistiendo en lugar de competir por el dominio.

Su audición era un asunto diferente. Ya antes era aguda debido a su jaguar, la sangre carpato había amplificado su capacidad hasta que los sonidos fueron abrumadores. Se movió a través de ella, comprobando otras diferencias. Había cambios sutiles, nada como lo que esperaba que sucediera. Confundido, volvió a su propio cuerpo.

– ¿Mejor así? Se trata de una cuestión de bajar el volumen. Cuando algo no está bien, piensa en cómo funciona y puedes arreglarlo como acabo de hacer yo por ti. Si no es suficiente, puedes intentarlo tu misma para ver si funciona.

Ella giró la cara húmeda de lágrimas contra su garganta y suspiró.

– Sí, está mucho mejor, gracias. Siento haberte despertado. No deberías levantarte aún.

Se quedó completamente inmóvil. Ella estaba en lo cierto. Su cuerpo sabía la hora exacta de cada alzamiento. Había vivido siglos y no había duda de que sabría cual era la hora de la noche en que era seguro levantarse. No tenía dudas de que el sol todavía estaba alto. En este momento del día su cuerpo debería sentirse como plomo, imposible de moverse. Estaba en su momento más vulnerable con el sol tan alto. Incluso debajo de la tierra sentiría la sensación de picor que amenazaba con quemar su piel, sin embargo, estaba perfectamente bien. Se movió incómodo. Todos los carpatos necesitaban un sistema integrado de alerta y el suyo parecía fallar.

– El sol todavía no se ha puesto -declaró, pero su mente se sorprendió al darse cuenta. El sol todavía estaba en el cielo y sin embargo, hacía unos minutos se había acercado a ella, se había sentado, tirado de ella a su regazo. Se había movido sin dificultad, sin letargo. ¡Imposible! Era un antiguo y el sol, todavía en el cielo, debería haberlo dejado indefenso.

Ella se mordió los labios, abriendo los ojos de par en par, la conmoción traicionaba a su comprensión.

– Si el sol todavía está fuera, Dominic, ¿deberías estar despierto? ¿Esto puede hacerte daño? ¿Despertarte mientras el sol todavía está en lo alto? -preguntó con ansiedad en la voz.

– Despertar no es el problema. -Muy suavemente la alejó y se levantó-. Este es el problema. No debería ser capaz de moverme en este momento.

Estudió su rostro. Ella había cambiado sutilmente. Sus ojos felinos eran todavía directos y brillaban en la oscuridad, dando prueba de su excelente visión nocturna, pero no de la misma forma que antes.

– ¿Qué? -Solange se tocó la cara. Un repentino pánico cruzó su expresión. Cambió sin dudarlo, asegurándose de que su jaguar estuviera a salvo.

Dominic la había visto cambiar muchas veces y ella había sido increíblemente rápida, pero esta vez apenas parpadeó y ella ya era totalmente jaguar. La gata se estiró lánguidamente y le dio un golpecito con la cabeza, estaba claro que no estaba afectada por la sangre Carpato. Estaba más confundido que nunca.

– Esto no tiene sentido, Solange.

La conversión era siempre dolorosa, algunas veces menos que otras, pero aún así difícil. Su jaguar debería reaccionar negativamente, pero en cambio lo estaba mirando somnolienta y bostezando. Solange cambió, riendo.

– Está enfadada conmigo por molestarla. No está en absoluto disgustada con el primer intercambio de sangre, de hecho, le gusta. Se siente más fuerte y más rápida. -La risa desapareció de sus ojos y la ansiedad se arrastró de vuelta-. Revisa tu cuerpo, Dominic, tal vez mi sangre está haciéndote algo.

Había preocupación en su voz. Él ya estaba evaluando su cuerpo. Su audición, como la de ella, parecía más aguda, aunque hubiera bajado automáticamente el volumen. Su visión nocturna un poco más nítida. No sentía el aviso del sol sobre la piel y su cuerpo, aunque pesado, no se había vuelto de plomo como debería.

– Minan, no puedo detectar ningún daño. Todavía soy plenamente Carpato. Nuestra sangre no se mezcla. La mía no toma el control de la tuya, mejor dicho, las dos cepas se unen. Es extraño. -Suspiró, frunciendo un poco el ceño-. Sabemos que tu sangre puede eliminar cualquier hechizo de magia negra hecho con un sacrificio de sangre y sana el daño causado por la magia negra, pero no entiendo por qué, cuando te doy mi sangre, las células parecen acoplarse, en vez de que una tome el control de la otra.

– Estoy preocupada por ti.

– No me gusta nada de lo que no entiendo. No tiene sentido que yo pueda moverme ahora, o que no sienta el cosquilleo de advertencia debajo de mi piel que me dice que el sol está en lo alto.

– De hecho, me siento rejuvenecida -admitió Solange-. Estaba esperando con mucha ilusión otro intercambio de sangre, pero si piensas que mi sangre te afecta negativamente de alguna manera, supongo que no deberíamos probar con otro hasta que sepamos lo que está pasando.

La nota nostálgica en su voz le tocó el corazón. Ella estaba plenamente comprometida con él, con la forma de vida de los Carpatos. Su único miedo, su jaguar, se estaba tomando todo el proceso de conversión con calma, como si no estuviera ocurriendo nada en absoluto. ¿Se atrevería a tratar de introducir a Solange más plenamente en su mundo? Sin embargo, aún mientras se lo preguntaba, la mano ya estaba, por voluntad propia, se estaba curvando en torno a su nuca, atrayéndola hacia él. Anhelaba su esencia, Solange pura, el sabor y la energía tan diferente de cualquier otra. Ella era una adicción que nunca superaría, ansiándola en la profundidad de sus huesos y ardiendo irrevocablemente en su corazón.

Ella negó con la cabeza.

– Todavía no. Primero ve al suelo de la caverna y mira si tu sistema de alarma funciona desde allí -insistió ella.

El calor estalló. Su Solange. Protegiéndolo otra vez, esta vez de él mismo, de sus propias necesidades. Flotó fácilmente hacia la superficie. Al acercarse al suelo de la caverna, comenzó a sentir la inquietud de un carpato cuando el sol estaba alto en el cielo. La sensación no era particularmente fuerte, pero la advertencia estaba allí. Se dio cuenta de que su fuerza se desvanecía, su cuerpo suspendido en el aire comenzó a sentirse torpe y extraño. En lo profundo de la tierra, era capaz de moverse con la gracia fluida de un Carpato a pesar de que el sol estuviera alto. Pero cuanto más cerca de la superficie se alzase, o quizás cuanto más tiempo permaneciese despierto durante el día, perdía fuerza. Volvió a Solange.

– Si tu sangre me hace algo, es permitirme estar alerta durante el día. No tengo problemas con eso.

Su sonrisa disipó la ansiedad de los ojos de Solange. Ella le devolvió la sonrisa y se inclinó hacia él en una descarada invitación.

– Entonces debemos seguir adelante. Toma mi sangre, Dominic. Lleváme más cerca de tu mundo.

Su corazón dio un vuelco. Más que nada quería que ella fuera parte de su mundo. Quería muchas vidas con ella, no sólo una. Había pasado tanto tiempo sin nadie, y ahora que la había encontrado no quería renunciar a ella tan rápido. Lo que era más importante, ella nunca había tenido alegría en su vida, y quería siglos para darle tanta alegría como fuera posible.

– ¿Estás segura, Solange? -susurró, acariciándole el cuello con la nariz. Depositó un rastro de besos hasta la hinchazón de sus pechos.

Ella se arqueó contra él con su cuerpo suave y flexible.

– Creo que deberíamos darle una segunda oportunidad. Mi jaguar esta soñolienta y molesta de que me sigas preguntando si está bien. Habría protestado si estuviera herida. -Le deslizó los brazos alrededor del cuello y apretó su cuerpo contra el suyo.

Adoraba cuando ella hacía esto, entregarse a él sin reservas. Solange. Susurró su nombre, sorprendido por el amor abrumador que manaba a través de él. Hundió los dientes en su pulso tentador. Ella lanzó un grito, un pequeño sonido entrecortado que hizo que un latigazo del calor erótico se precipitara por todo su cuerpo. Pasó la lengua sobre ese punto dulce y hundió los dientes profundamente.

Todo el cuerpo de ella se estremeció. Él sintió las ondas que comenzaban profundamente en su corazón y se extendían como un reguero de pólvora por todo el cuerpo. Su néctar caliente y dulce se vertió en él, llenando sus células con un chisporroteo de energía. Se alimentó, devorándola, tomando esa fuerza vital en su cuerpo, deleitándose hasta que un gemido femenino rompió el embeleso. Pasó la lengua sobre los pinchazos y, colocándola suavemente, se abrió una herida en el pecho para ella. Le acunó la cabeza, animándola, su cuerpo ya estremeciéndose por la necesidad de sentirla alimentándose.

Una vez más ella dudó, pero la sangre Carpato había hecho algunos cambios en ella. Esta vez ella lo lamió con lánguidas y sensuales pasadas de la lengua. Lo lamió como la gata que era. Cada caricia de la lengua hacía que un fuego trémulo atravesara sus venas. Ella abrió la boca, la movió sobre el pecho con labios suaves y tiernos. Mordió y todo el cuerpo de Dominic se tensó, acercándose al orgasmo. Sus dientes se habían extendido lo suficiente como para tomar su sangre a la manera carpato. Ella no pareció notarlo, su mente se nublaba con la pasión.

Fue difícil para él a renunciar a la increíble y sorprendente experiencia sensual del intercambio de sangre con su compañera, pero su fuerza se estaba desvaneciendo definitivamente. Cuando ella hubo tomado suficiente sangre para un verdadero intercambio, le presionó la mano sobre la boca y ella se retiró inmediatamente, lamiendo de nuevo con la lengua. Él tuvo que cerrar la herida, pero descubrió que los bordes ya se estaban reparando a sí mismos suavemente.

Volvió a besarla con pasión y la devolvió a la tierra con él, colocando el edredón a su alrededor, observando con cuidado en busca de signos de molestia. Ella se remetió el edredón y se quedó dormida mucho antes de que él se permitiera seguirla.

Dominic despertó antes que Solange, decidido a comprobar su estado de salud. Yacía sobre él, con las piernas sobre sus muslos, debajo de la capa de rica tierra. El edredón estaba enrollado en su mano a un lado, pero en algún momento de su sueño ella había excavado instintivamente una madriguera debajo de la tierra. El limo oscuro la cubría casi hasta el cuello. Se lo tomó como una buena señal.

La luna estaba alta, sintió los rayos que le daban la bienvenida incluso debajo de la tierra,como hacía en cada alzamiento. Se permitió un breve suspiro del alivio. Eso no había cambiado. Su cuerpo estaba completamente sintonizado con la noche. Podía oír los insectos e incluso el suave roce de los ratones. Fuera de la cueva, algo salpicó en la corriente. El cachorro dio un pequeño suspiro de lloriqueo en su sueño inducido por la compulsión.

Dominic se quedó inmóvil, consciente de que Solange había pasado toda la vida en peligro. Sabría si él se movía. Apenas permitió que su aliento se elevara y cayera en sus pulmones cuando abandonó su cuerpo para examinar el de ella. Había muchas más células carpato unidas a sus células ahora, de las que había habido antes de su último intercambio. El cambio también era más pronunciado ahora. Los órganos estaban definitivamente transformándose. Estaba satisfecho y tenía miedo, todo a la vez. Tenía que encontrar a su jaguar. Hasta el momento, Solange no había experimentado ninguna molestia y tampoco su gata.

Su jaguar estaba completamente intacta, aunque cuando la estudió con cuidado, los órganos que compartía con Solange estaban transformándose también. Su corazón latió más fuerte, sólo por un momento, ante el descubrimiento. El cambio en su ritmo fue suficiente para despertar a Solange. Estuvo completamente alerta en un momento, levantando su cabeza, moviendo los ojos rápidamente a su alrededor para buscar cualquier amenaza.

– ¿Qué pasa?

– Estamos a salvo, Solange. Me desperté un poco temprano para asegurarme de que no estabas sufriendo efectos adversos. -Agitó la mano para limpiarlos a ambos antes de que ella pudiera procesar que había estado durmiendo bajo una manta de tierra.

Solange le acarició el pecho con la nariz, inhalando su aroma.

– Me encanta cómo hueles, Dominic. -Lo miró y sonrió-. Hay ventajas claras en ser Carpato.

Él enredó los dedos en su pelo. Ella lo miró con estrellas en los ojos. Le parecía increíble tener una mujer que lo mirara como si fuera todo su mundo. Y tal vez lo era, ella ciertamente era el suyo.

Ella le acarició el pecho con una mano, mostrando placer en su cara ante el simple hecho de tocarlo.

– ¿Has comprobado que mi sangre no te hace nada extraño?

Dominic rió en voz baja, ya atrapado en su hechizo.

– Nuestra sangre junta hace algo un poco extraño, pero todavía soy plenamente carpato. Y parece que tu jaguar todavía es totalmente jaguar.

– Entonces no hay ninguna razón para esperar, ¿verdad? -preguntó ella.

Él negó con la cabeza.

– Debemos ser cautelosos, Solange. No quiero apresurarte a tomar una decisión que puedas lamentar.

Solange se le tumbó sobre los muslos, su pelo se extendió como seda sobre la piel de Dominic, con una mano le acariciaba el saco aterciopelado entre las piernas. Apoyó la barbilla en el muslo, su boca estaba a centímetros del pene erecto.

– Me siento increíble.

Mientras hablaba, él podía sentir el calor de su aliento excitándole la punta del pene. Se sacudió con expectación. Ella se inclinó un poco más cerca y lamió desde la base de su miembro hasta el punto muy sensible debajo de la ancha punta. Cada terminación nerviosa se puso en alerta. Todo su cuerpo se estremeció. Había fantaseado con despertar con su boca sobre él, pero la realidad superaba con creces la fantasía.

– No veo ninguna razón para no finalizar la conversión, Dominic. -Lamió su miembro por segunda vez, tragó toda la punta durante un largo momento de infarto, y luego se retiró-. Me siento genial. Tú también. Creo que deberíamos hacer el intercambio y ver qué pasa.

Él tragó con dificultad, observando todos sus movimientos. Ella iba a seducirlo para conseguir cualquier cosa que quisiera y en este momento, parecía como si le deseara a él.

– Me siento bien. Te deseo tanto.

Los ojos de su gata brillaron de un profundo verde esmeralda cuando lo llevó al interior del calor ardiente de su boca. Él se recostó, saboreando la sensación de su suave boca. Ella formó un anillo apretado con el dedo índice y el pulgar cuando lo atrajo profundamente, se retiró para equilibrarlo sobre sus labios llenos y luego lo envolvió completamente de nuevo.

El aliento de Dominic explotó fuera de sus pulmones. Enredó los dedos en su pelo.

– Podría despertar así para siempre. -Mientras las seducciones funcionaran, ella encontraría un modo de conseguir lo que quisiera.

Eso es lo que estoy tratando de decir aquí. Ésta sería una buena manera de empezar cada alzamiento durante los próximos siglos.

Su lengua acarició y excitó, curvándose a lo largo de la parte inferior de la punta. Las caderas de Dominic se estremecieron mientras ella le tomaba más profundamente con cada golpe. Ya podía sentir la explosión formándose. Era asombroso cuán rápidamente había aprendido ella a complacerlo con una maestría que apenas podía creer. Lo miraba con tanta intensidad, prestando completa atención a cada uno de sus jadeos y gemidos, aprendiendo de cada reacción la mejor manera de volverlo loco.

Y era una estudiante increíblemente rápida.

– Solange… oh, Dios. -Él casi explotó cuando ella comenzó a tararear, el sonido vibrando a través de su pene y extendiendo el calor por sus venas.

Adoro cómo esto te hace sentir, ronroneó ella en su mente. Me encanta tu olor, lo suave que tu piel es aquí. Como terciopelo.

Los músculos del estómago de Dominic se contrajeron cuando las uñas rasparon ligeramente a lo largo de su saco y sus dedos tocando y acariciando, hicieron rodar suavemente las pelotas de terciopelo. Era buena con los detalles y estaba muy concentrada en su placer. El fuego abrasador se extendió por su cuerpo y lo dejó sin respiración.

Ella comenzó a mover la cabeza al ritmo de sus caderas, tomándolo más profundo, estrechándole fuertemente antes de permitir que el pene se deslizase a lo largo del áspero terciopelo de su lengua. Él cerró los puños en su pelo y le empujó la cabeza hacia abajo, cerrando los ojos cuando ella abrió la garganta.

– Eres tan hermosa, Solange. Tan increíblemente sexy. ¡Oh, Dios! así, minan, me encanta cuando haces eso con la lengua.

Tú me haces sentir sexy.

Dominic adoraba la confianza en su voz. El hambre en ella, la forma en que disfrutaba de lo que estaba haciendo, deseando su placer, aprendiéndose todas sus zonas sensibles, usando su conocimiento para empujarlo más allá de su control, todo esto lo hizo sentirse más excitado que nunca. Él llenó su boca, sus ojos ahora entreabiertos, mirándola con el cabello en los puños, sosteniéndola mientras sus caderas empujaban dentro y fuera, estirándole los labios, cada empuje llevándolo más lejos en las calientes profundidades estrechas.

Como si ella leyera su mente, y probablemente fuera así, comenzó a succionar con más fuerza cuando él la arrastró más cerca. Su pene se hinchó y palpitó con salvaje necesidad. La boca apretaba alrededor de él mientras los rápidos y fuertes empujes lo hacían penetrar más profundamente. Ella respiraba cuando él salía. Permaneció durante un largo período de tiempo en su caliente y húmeda boca, el fuego lo atravesaba. Podía sentir su cuerpo contrayéndose.

Ella gimió, y el sonido vibró directamente a través de su pesada erección, hizo que el fuego se precipitara por su cuerpo. Se dio cuenta de que estaba tirándole del cuero cabelludo, sin embargo, ella estaba en el borde de su propio orgasmo, el mordisco de dolor sólo se sumaba a su torrencial deseo. Su pene se apretó, ardió. Empujó fuerte y profundamente. La explosión pareció comenzar en los dedos del pie y subió vertiginosamente a través de su cuerpo cuando se vació en ella.

No podía pensar o respirar a causa del abrumador placer, sin embargo, todavía seguía estando duro y dolorido, necesitando más, necesitando el consuelo de su cuerpo. Las manos en su pelo tiraron insistentemente hasta que ella subió por él. La agarró por las caderas y la guió hasta que le sentó encima a horcajadas. Ya podía sentir el calor abrasador de su vagina, con una lentitud infinita ella comenzó a empalarse en su gruesa y palpitante longitud.

El aliento siseó fuera de sus ya ardientes pulmones. Ella era tan estrecha, le apretaba, lo aferraba fuertemente mientras se abría lentamente a él y permitía su invasión. A él le encantaba la sensación de toda esa seda caliente aferrándolo con tanta fuerza. Cuando ella apretó los músculos a su alrededor y él se deslizó entre esos pliegues calientes, la fricción fue increíble a lo largo de su miembro.

Dominic la miró a la cara, al maravilloso aturdimiento en sus ojos, la expresión de sorpresa mientras el deseo aumentaba. Sus turgentes pechos se balancearon suavemente, y el rubor se extendió por su cuerpo mientras las caderas se elevaban y caían con un ritmo estable y lento. Él dobló los dedos en las caderas, agarró y empujó hacia arriba cuando ella bajaba, todo el tiempo mirándola a la cara. Ella se quedó sin aliento cuando el placer la atravesó. Los ojos se abrieron inmensamente, casi completamente felinos. Él la observó registrar la miríada de sensaciones mientras su grueso pene, duro como el diamante, empujó a través de sus apretados pliegues sedosos.

Dominic. Respiró su nombre en una especie de maravillado asombro.

La mirada en los brillantes ojos, la exaltación absoluta, la brillante excitación que aumentaba, su necesidad urgente y desvergonzada, hizo que el corazón de Dominic se contrajera. El amor lo inundó.

La levantó de nuevo, instándola con sus manos a un ritmo más rápido. Ella trazó un pequeño círculo con las caderas mientras bajaba que le quitó el aliento. Los músculos femeninos se tensaron, lo apretaron hasta que el placer lo desgarró. Solange hizo un pequeño sonido inarticulado, echando la cabeza atrás cuando él empujó profundamente, levantándose cuando ella bajó. La amplia punta del pene, llena de terminaciones nerviosas, golpeó su matriz, acomodándole, abrazándolo con calor. Los ató juntos, él la hizo rodar bajo él, cubriendo su cuerpo con el suyo propio. La acción hizo que un fuego se precipitara por su vientre y muslos.

Solange cerró los ojos, permitiendo que el fuego la inundase. Nunca se había sentido tan sensual o hermosa en su vida. Él había hecho esto. Dominic. La había hecho consciente de lo maravilloso que era ser una mujer. Le mostró cómo dar, podía ser tan perfecto como recibir. Le demostró su amor.

Él se inclinó sobre ella, mirándola a los ojos, su expresión haciendo que el pulso se le acelerase. Sus ojos eran turquesa, calientes, intensos, quemándola con tal deseo hambriento y adoración desvergonzada que quiso dárselo todo.

En su interior Solange sintió que su grueso y duro miembro la estiraba, llenándola, enviando sensación tras sensación en ondas a través de su cuerpo. Él impuso un ritmo duro, rápido, que la dejó sin aliento, la fricción se intensificaba con cada profundo empuje. Apretó los músculos en torno a él, tratando de emparejarse con su ritmo feroz. Las oleadas de fuego amenazaron con tragarla, consumirla, hacerla arder hasta que no quedara nada de ella.

Este era Dominic, llevándola a un frenesí de necesidad y pasión, llevándola más allá de lo que nunca creyó posible, su cuerpo le pertenecía a él, reclamando el suyo para ella. Dejó que la niebla la tomara, dejó que su mente vagara, volando por el espacio mientras la hoguera creciente comenzaba a tragarla. Se retorció bajo él, sus caderas se agitaron, encontrándose con las de él en frenética necesidad. Su orgasmo arrasó la atravesó como un maremoto, aumentando más y más, más y más fuerte, hasta que oyó el grito ronco de él. Las manos de Dominic la apretaron con fuerza cuando se introdujo en ella una vez más, conduciéndola tan alto que la explosión fue tan rápida y fuerte que la desgarró, dejándola sin respiración, de modo tal que sus músculos lo sujetaron como un torno haciendo que explotara con ella. Cayó sobre él, luchando por respirar.

Yacieron así algún tiempo, simplemente respirando con dificultad. Solange mantuvo la mano enredada en su largo cabello. Cuando pudo moverse, lo besó a lo largo de la mandíbula.

– Creo que me agotaste.

Él la besó en la frente.

– Creo que fue al revés.

Lo miró, desando que él viera que había hablado en serio.

– Quiero completar el ritual, Dominic. Quiero entrar plenamente en tu mundo.

Dominic tomó aire. Este era el momento. Fijó su mirada en ella, apartándole los mechones sueltos.

– Tienes que estar segura, kessake. Una vez hecho, no hay manera de deshacerlo. -Muy tiernamente la besó en la boca, notando que ella comenzaba a temblar. La enormidad de su decisión hacía mella en él-. Yo te amo con todo mi corazón y mi alma tal como estamos. No tienes que hacer esto por mí.

Solange tomó aire, lo soltó y le sonrió. Arrastró las yemas de sus dedos sobre las líneas grabadas de su rostro.

– No hay nadie con quien prefiera estar, en esta vida o en la siguiente. He pensado en esto y siento que es lo correcto.

– Puede ser muy doloroso. Puedo ayudarte con el dolor si se trata de eso, pero he oído que es terrible de atravesar. -Sabía que era él quien vacilaba, no ella, y sin embargo lo anhelaba.

Sus ojos felinos lo miraban directamente a los suyos.

– No tengo miedo, Dominic, y pase lo que pase, no me arrepentiré.

– ¿Incluso si no puedo garantizar la vida de tu jaguar?

Ella se tocó los labios con la lengua.

– Ella sobrevivirá.

La alegría se apoderó de él. Dominic hizo que el fuego se arrastrara desde sus labios a la hinchazón de sus senos. Los dientes tiraron suavemente del pezón y su lengua lamió antes de succionar con fuerza. Ella jadeó y se arqueó contra él. Él trazó un camino de besos hasta donde el pulso latía en la cremosa hinchazón, lamió una vez, dos veces, y luego hundió profundamente los dientes. Ella gritó, su cuerpo se volvió suave y flexible. Enredó las manos en su pelo, acunándole la cabeza mientras él bebía, su cuerpo estremeciéndose a causa de un segundo orgasmo.

Ella sabía a gloria. Como Solange, su compañera. La mujer que amaba por encima de todo. Su sabor le explotó en la lengua. Cada célula de su cuerpo reaccionó, absorbiendo el dulce néctar, llenándolo de energía. Su cuerpo respondió con urgencia, queriendo reclamarla, unirse a ella y ser uno. Le deslizó la lengua sobre los pinchazos y levantó la cabeza.

– ¿Estas absolutamente segura, Solange?

Sus ojos estaban vidriosos, sus labios hinchados por sus besos. Ella le sonrió y le tocó la cara con suaves dedos.

– Lo más segura que he estado alguna vez sobre algo.

Ella había llegado tan lejos, confiando en él para hacer esto. Su corazón se hinchó, casi explotando de amor por ella. Su confianza era un regalo precioso. Su deseo de complacerlo. Que ella pudiera aceptar ese riesgo, que pudiera correr ese riesgo por él, era humillante.

Dominic se hizo una herida en el pecho y le acunó la cabeza.

Entra en mi mundo, mi vida, la invitó. Bebe.

Solange no vaciló. Quería esto. Todas las reservas habían desaparecido. Nunca había pertenecido realmente a ningún lugar, y ahora había encontrado un hogar con Dominic. Sus pestañas bajaron y se acurrucó más profundamente en sus brazos, deslizó la lengua sobre la herida en una exploración preliminar. Sintió cómo el cuerpo de Dominic se tensaba y se estremecía de placer, y se alegró de poder darle esto. Era muy consciente de que su pene se estaba poniendo duro una vez más, estirándose y llenándola.

Solange sintió con la lengua que sus dientes se alargaban, un poco sorprendida al sentir que ambos se habían alargado. La necesidad ya la dominaba, un deseo terrible al que no podía resistirse aunque hubiera querido. Dominic, su amado. Hundió los dientes profundamente. Él gritó roncamente y Solange se aferró a él con su cuerpo. Su esencia fluyó en ella. Caliente. Potente. Rica. Sintió la conexión entre ellos, compartiendo mente y cuerpo, la sangre que fluía en sus venas.

Movió el cuerpo contra de él,, suave, hecha para él, encajaba perfectamente. Las caderas de Dominic empujaron profundamente y el fuego ahora familiar la dominó. Él tomó el mando con facilidad, levantando las caderas contra ella, penetrando profundamente, arrasando sobre sus terminaciones nerviosas inflamadas repetidas veces. Cada movimiento era más poderoso que el anterior, más alto, hasta que ella flotó directamente sobre el borde del gran precipicio.

Dominic compartía su mente, le robaba el corazón y completaba su alma. Con el sabor de él llenándola, el aliento de él entrando y saliendo de sus pulmones, levantó las caderas para encontrarlo, apretando todos los músculos en torno de su endurecida longitud, extrayéndole otra explosiva liberación cuando la suya la llevó a lo alto.

Pasó la lengua por la laceración y la observó cerrarse, un poco asombrada por lo que había hecho. El sabor de él estaba en su boca y se inclinó para besarlo, para compartir la fuerza de vida que había él compartido con ella.

– Te amo, Solange -dijo Dominic.

Ella se acomodó en sus brazos, sabiendo que estaba mucho más nervioso por lo que estaba por venir que ella.

– Va a estar bien. -Murmuró con voz soñolienta-. Hacer el amor es un asunto agotador.

– Tu cuerpo está cambiando, kessake ku toro sívamak, amada gatita. Tan pronto como sepa que es seguro, voy a ponerte a dormir en la tierra, entonces la Madre Tierra podrá hacer el resto.

– Tendrás que velar por nuestro gatito y alimentarlo -dijo soñolienta-.Y asegúrate de jugar con él. Es apenas un cachorro y necesita mucha atención.

Dominic le acarició la coronilla con la nariz. Cada músculo se contrajo en previsión de verla retorciéndose de dolor.

– Lo haré, Solange. No te preocupes.

– Comprueba a mi gata ahora. Asegúrate de que esté bien.

Él inhaló, permitió que su espíritu se liberara y abandonara el cuerpo físico atrás para entrar en el cuerpo de ella. Sus órganos estaban transformándose a un ritmo acelerado, tanto los de ella como los del jaguar. Ya debería estar sintiendo dolor, pero de alguna manera su sangre estaba todavía intacta y parecía sanar los órganos tan rápidamente como la sangre de él los cambiaba.

Volvió a su cuerpo.

– El jaguar no está prestando atención a lo que está pasando.

Ella levantó el rostro.

– Sabía que estaría bien. Estoy cansada Dominic. Voy a dormir.

Sus pestañas bajaron y se quedó dormida, confiando en que él cuidaría de ella y del cachorro. Con el corazón palpitante y la boca seca, él la abrazó durante horas, esperando que comenzara el dolor. Ella simplemente se durmió. Su jaguar se durmió. Dominic mantuvo la vigilia durante toda la noche y finalmente, cuando estuvo seguro que podía hacerlo, la puso en la tierra con él y cerró la tierra sobre sus cabezas.

Dominic permitió que Solange durmiera durante tres alzamientos. La examinó cuidadosamente, asegurándose de que estuviera sanando adecuadamente. Jugó con el gatito, asegurándose de que tuviera suficiente comida, pero cada alzamiento se despertaba más y más temprano para ver si sentía la advertencia de que el sol estaba fuera todavía. No lo hizo. Sobre todo se preocupó por Solange. Encontró, por tonto como fuera, que la echaba de menos. Estaba acostumbrado a compartir su mente en busca de su risa, y a disfrutar de estar con ella. El mundo parecía mucho menos brillante sin ella a su lado.

En el tercer alzamiento decidió despertarla antes de que el sol se pusiera. Quería ver el efecto que tenía en ella. La despertó suavemente, acunándola contra su pecho, flotó con ella fuera de la tierra y se dirigió a la charca. Ella envolvió los brazos alrededor de su cuello y lo abrazó.

– Quiero comprobar a mi gata -protestó ella cuando él la colocó en el agua caliente.

– Un baño primero -dijo con firmeza. Su cuidado tenía que venir primero.

Ella sonrió con satisfacción y cambió ahí mismo en el agua. Solange. Su milagro. Su gato resopló su descontento y negó con la cabeza, los ojos verdes brillaban con picardía. El radar de avisos se apagó, pero estaba demasiado embelesado con la risa que veía construirse en los ojos del jaguar. Se preparó, sus músculos ondularon bajo la piel bronceada, y saltó, golpeándolo en el pecho y tirándolo. Trató de atraparla, pero ella lo empujó al suelo, allí encima de él le pasó la lengua sobre la cara.

Él le cogió el hocico entre las manos y la miró a los ojos risueños.

– Sabía que ibas a ser un problema desde el primer momento que posé los ojos en ti.

Ella cambió entre sus brazos y lo besó.

– No, no lo sabías. Pensaste que iba a ser dócil y dulce. -Se levantó de un salto-. Vamos, quiero volar.

Dominic la tomó del brazo, reteniéndola.

– El sol está en lo alto. Tenemos que ser un poco prudentes.

Ella se pasó la mano por el brazo con el ceño fruncido.

– No me siento diferente, Dominic. ¿No debería? He dormido debajo de la tierra. Soy plenamente carpato, ¿verdad?

Él le pasó el brazo a su alrededor, limpiando el agua de ambos mientras lo hacía.

– Ambos somos carpatos, kessake, pero también somos algo más.

– No entiendo.

– Yo tampoco Tu sangre es única y se mantiene intacta. Creo que, de alguna manera, a pesar de que somos completamente carpatos, ambos conservamos todas las propiedades de tu sangre.

Ella se mordió el labio.

– No sé cómo sentirme acerca de eso.

– ¿Debido a Brodrick?

Asintió con la cabeza.

– Tu sangre también proviene de tu madre.

Los ojos felinos parpadearon una vez y una sonrisa lenta curvó su boca.

– Debería haber sabido que dirías lo correcto, Dominic. Gracias.

Él le tomó la mano, agitando la otra para cubrir su cuerpo con pantalones vaqueros y camiseta, su armadura de guerrera. Subieron hacia la superficie de la cueva, maniobrando a través del estrecho túnel. Cuando alcanzaron la entrada, la luz se derramaba filtrándose entre los árboles circundantes que sombreaban el área. Dominic recordó salir de la cueva no hacía mucho tiempo con el sol ardiendo sobre su piel a pesar de la cubierta, arder a través de las plumas del águila harpía. Ahora no hubo reacción alguna. Habían pasado siglos desde que anduvo bajo el sol.

– Permanece aquí, hän sívamak. -No era una orden ni mucho menos, bajó la mirada hacia su cara vuelta hacia arriba, dejándola ver que lo decía en serio.

La protesta de Solange murió en su garganta. Asintió con la cabeza.

Dominic se acercó lentamente a la entrada. La luz se volvió más fuerte, llegó hasta él. Su corazón palpitó con anticipación. Dio unos pasos prudentes fuera de la cueva. El sol cayó sobre su cuerpo. Todos sus músculos se tensaron. No pasó nada. No hubo ninguna quemadura. No había ampollas. No había repercusiones terribles, sólo la sensación del sol sobre su piel.

Se giró y miró a Solange. Su milagro. Le quitaba el aliento. Le tendió la mano. Solange caminó lentamente hacia él, buscando su mano, sonriéndole con el amor brillando en los ojos. Dominic entrelazó sus dedos con los de ella y gritó silenciosamente para despertar al gatito. Esperaron juntos hasta que el cachorro se unió a ellos, antes de caminar juntos a la luz del sol.

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