CAPÍTULO 9

– No has dicho ni una sola palabra en todo el camino a casa -dijo Jess-. Pensé que hablaríamos.

– No en el coche. -Saber sabía que sonaba cortante, pero no podía evitarlo. Quería creer en él, pero en su profesión la traición era un modo de vida. Sería típico de Whitney arreglar una forma de que se enamorara, y entonces hacerle ver cuán inútil era para alguien como ella tratar de tener una vida normal.

Jess le echó un vistazo mientras metía la camioneta en el garaje. Se mantenía tiesa lejos de él, como si fuera a romperse si la tocaba. Así que no lo hizo, aunque era difícil oponerse a sus instintos básicos. Apagó el coche y envió un mensaje. Nos quedaremos en casa por ésta noche. Saber no va a ir a trabajar. Haré que llame a la estación y se tome el día por enfermedad. Gracias a todos.

Cuando apagó las luces se quedaron sentados en la oscuridad. Saber suspiró y decidió arriesgarse.

– Sé que una vez que Whitney decide que te quiere, no hay manera de luchar contra él. Goza de tanto poder, tanto dinero y además tiene los últimos dispositivos electrónicos a su alcance. Tiene centros de investigación montados por todas partes y si un lugar es descubierto, sólo se traslada al siguiente. Si no me mantengo en movimiento, soy vulnerable.

– Clausuraron un centro hace poco. No es intocable, Saber.

– Sí, lo es. Ninguno de nosotros existe, Jesse. Si nos quiere muertos, estamos muertos y nadie es más astuto que él. Está formando un ejército y tiene tentáculos en todas partes. Nunca estaremos a salvo, ninguno de nosotros. Sé cuán fácil es matar a alguien -preocupada, echó un vistazo alrededor del amplio garaje-. No quiero hablar aquí afuera.

– Aún si tuviera aquí un micrófono oculto, la frecuencia estaría interferida -no parecía asustada, más bien… vencida. Whitney había sido el único adulto constante en su vida y lo consideraba todopoderoso-. Entremos. Te llevaré sobre ruedas. -Sabía que no debía habérselo ofrecido, aún no estaba lista para confiar en él completamente, pero parecía vulnerable, frágil y deseaba, no, necesitaba confortarla.

Saber abrió la puerta del pasajero mientras él apretaba el botón del elevador, optando en cambio por saltar fuera desde su lado. En el momento en que sus pies tocaron el piso, supo que estaban en problemas.

¡Jesse! No pudo evitar advertirle, incluso mientras se le ocurría que le había tendido una trampa. No habría testigos si se la llevaban. Había sido estúpida. Tan estúpida. Anhelaba tanto creerle que regresó dócilmente a la casa, y ahora estaba atrapada en un espacio pequeño sin ayuda.

Tres hombres. Eran grandes, además. Surgieron de las sombras, sonriendo burlonamente, como simios, parados hombro con hombro, intimidantes, sigilosos. Su silencio era amenazador. Sus puños, enormes como jamones se abrían y cerraban mientras se desplegaban lentamente. Oyó que algo se movía tras ella y supo que estaba atrapada entre los hombres y la camioneta.

¿Cuántos, cariño?

Su voz era serena, calmante y la tranquilizó porque estaba de su lado, no la había traicionado. Había sido entrenada para escuchar, para apreciar la cadencia en las personas, y reconocía una mentira cuando la oía. Jess no le estaba mintiendo. Estaba peleando a su lado y estaba en una silla de ruedas. Ella no podía escapar sin más. Debía ganar, vencer. No podía dejar que ninguno de ellos llegara hasta Jess.

Tres al frente, uno detrás de mí. Tenía que llegar a Jess y protegerle. Oirían el elevador mientras él lo bajaba para salir de la camioneta. Tomala camioneta y sal de aquí, pide ayuda. Tu equipo aún debe estar cerca.

¿Estás loca? No voy a dejarte. Voy a salir.

Claro, tenía que ser un héroe. Iba a hacerle la lucha más difícil, tratando de protegerlo mientras se abría camino, pero supo que no tenía sentido discutir con él. Y los sujetos se estaban moviendo hacia ella. Espera.Voy a meterme debajo de la camioneta y a salir por detrás. No atraigas su atención hasta que yo esté allí.

Sin esperar una respuesta, se introdujo por debajo de la carrocería, rodando hacia la parte trasera del vehículo. Era lo suficientemente pequeña para caber sin sacrificar un brazo o una pierna mientras giraba entre los neumáticos y retrocedía hasta salir por detrás. Estoy libre.

El elevador hizo ruido, y se tomó su tiempo. Uno de los hombres apareció bruscamente por un lado de la camioneta y ella dirigió el puño a su garganta, golpeándolo efectivamente, haciendo que se desplomara con fuerza; el cuerpo golpeando el suelo con un golpe sordo, de tal manera que supo que estaba muerto. Y ahí quedaba el propósito de nunca más volver a matar.

Siguió corriendo, directo hacia el segundo hombre. Él ya la esperaba, por lo que plantó el pié en el costado de la camioneta y se elevó por encima de su cabeza, para dar una patada voladora al tercer sujeto justo en la sien. Apuntó con precisión, usando el impulso hacia adelante para redoblar la fuerza del golpe. Sintió la fractura del cráneo antes de oírla y el tipo cayó incluso antes de que ella aterrizara en el suelo.

El segundo hombre se dio la vuelta con un robusto brazo extendiéndose a por ella. Saber se mantuvo en movimiento, rodando a través del capó del auto para poner el vehículo entre ella y su agresor. No están realzados.

Jess surgió de golpe de la camioneta, impulsando las ruedas con fuerza para salir acelerado del elevador y rechinando las ruedas alrededor para ubicarse entre Saber y el tipo que la amenazaba. Pontedetrás de mí. El otro viene hacia aquí.

¿Estaba de broma? ¿Realmente creía que podía pelear contra dos enormes sujetos desde su silla de ruedas? Saber negó con la cabeza. Con dos hombres muertos en el piso ya había perdido el elemento sorpresa. Sus amigos no iban a tratarla con tanta gentileza. Necesitaba alejarlos de Jess.

– ¿Qué buscan? -Exigió ella-. No tenemos dinero.

– Puta. Mataste a Charlie.

– Él se estrelló contra mi puño.

– Lo pateaste en la cabeza -protestó el hombre.

– Lo siento, me equivoqué -bordeó un camino junto del auto, manteniéndolo a la vista mientras vigilaba a Jess-. Fue el otro el que chocó contra mi puño.

– Se supone que yo debía aporrear al lisiado, antes de tener contigo un poco de diversión -sacó de repente una videocámara-. El quiere un pequeño video dulce. -Su sonrisa se apagó un poco-. ¿Qué edad tienes?

– Catorce. ¿Quién quiere un video?

El hombre soltó una maldición.

– ¡Eso es una mierda! ¿Quiere que te lo hagamos, a una menor, frente a una cámara?

¿Quién es este idiota, Jess? Está dispuesto a matarte y a violar a una mujer, pero no quiere violentar a una menor. ¿Está de broma?

Los criminales deben tener algunos principios morales, nena. Jess sonaba divertido.

El atacante que estaba parado frente a Jess sostenía una pistola, muy pagado de sí mismo. Jess estaba silencioso, agazapado. Podía sentir su energía creciendo hasta algo poderoso y le sorprendió que los otros no lo sintieran. Las ventanas de la camioneta, del auto, y del garaje brillaron. Sintió el aire expandirse y contraerse como si respirara.

– Dispárale, Lloyd -ordenó el hombre más próximo a ella.

Saber sintió la corriente de adrenalina mientras saltaba sobre el capó de su coche dirigiéndose hacia Lloyd; se impulsó con fuerza con las piernas para impactar ambos pies contra su rostro. Simultáneamente, Jess lo pateó con una pierna desde su silla de ruedas; su pie golpeó la muñeca del hombre con fuerza suficiente para romper los huesos. El arma salió volando justo cuando los talones de Saber chocaban con la cara de Lloyd, dándolo vuelta y alejándolo de Jess.

Ella trató de caer sobre sus pies, pero no pudo alejarse del cuerpo y cayó sobre él. Lloyd se desmoronó con fuerza, agitando los brazos, y ella recibió un golpe en el rostro que la hizo tambalear. Enterró los pulgares en sus puntos de presión para que apartara sus manos de ella, al tiempo que se bajaba de él e iba por el arma.

El primer hombre trató de golpearla, pero Jess estaba allí, irguiéndose como un ángel vengador, poniendo su cuerpo entre ella y su atacante. Derribó con fuerza al otro hombre, enterrando profundamente los dedos en su tráquea.

– No te muevas, o termino contigo ahora mismo -siseó-. Voy a aflojar la presión lo suficiente para permitirte hablar, pero será mejor para ti que sea lo que quiero escuchar. ¿Cómo te llamas?

– Bill. Bill Short.

– ¿Quién te envía?

– Un tipo nos pagó. Dijo que su puta lo estaba engañando, que quería al hombre muerto y que a ella le dieran una lección. Dijo que lo quería filmado en video. Nunca dijo nada de que ella tuviera catorce años.

Jess apretó cruelmente la garganta del tipo.

– No me mientas. Habéis irrumpido aquí para robar secretos del gobierno.

Saber se dio vuelta, tratando de no sonreír. ¿Quién creería que iban a encontrar secretos del gobierno en casa de Jess? Cuando recobró el control de sí misma, el hombre parecía como si se fuera a desmayar. Estaba farfullando a raudales para justificarse.

– No soy un terrorista. No estoy mintiendo. No soy un espía para un país extranjero. ¿Y cómo hizo ella todo eso?

No es posible que Whitney haya enviado a éste sujeto tras nosotros, le comunicó Jess a Saber.

Saber se movió alrededor de él y pateó lejos la pistola, a una buena distancia, sin recogerla. ¿Cómo llamo de regreso a los otros?

Desde la casa. Usa el teléfono de mi oficina. Le dio el código, su mirada ardiente enfocada en ella. Estaba confiando en ella completamente y ambos lo sabían. Si iba a traicionarlo, ahora sería el momento. Di a quienquiera que conteste "bandera roja¨. Enviarán a mi unidad y a un equipo de limpieza.

¿Estarás bien? Estaba fuera de su silla de ruedas y desparramado a través del hombre. Ella alcanzó la silla y la enderezó, ubicándola cerca de él.

Jess le lanzó una mirada de profundo fastidio, y ella giró y salió corriendo. La casa estaba protegida, su sistema de seguridad era uno de los mejores que hubiera visto, aún así, al momento que estuvo dentro, supo que habían logrado infiltrarse. Jess, alguien ha entrado.

No ha sido este payaso. De ninguna manera podría evadir el sistema de seguridad. Es posible que aún tengamos compañía.

Saber entró por la cocina, moviéndose silenciosa en la oscuridad. Tenía una memoria fotográfica casi perfecta y si algo estuviera desplazado siquiera una fracción de pulgada, la diferencia de posición sería bastante para disparar un timbre de alarma en su mente. Luego de haber estado en una casa una sola vez, podía trazar en papel una réplica exacta, un mapa hacia cada objetivo. En su propia casa, donde llevaba viviendo cerca de un año, sabía que alguien había movido la taza de café que siempre llevaba al trabajo. Estaba desplazada nada más que una pulgada sobre la encimera de la cocina, pero había sido tomada y vuelta a dejar.

Se deslizó silenciosamente a través del piso, permaneciendo fuera de las áreas abiertas, con cuidado de no activar ninguna alarma de movimiento. Si Whitney estaba involucrado de algún modo, la oficina de Jesse sería el objetivo principal, y se movió en esa dirección.

¿Estás bien? No me gusta que estés allí dentro sola sin respaldo. Dejaré a éste sin sentido y voy a reunirme contigo, solo dame un minuto.

No quería que Jess entrara, no cuando no sabía con qué se estaba enfrentando. El lugar se siente vacío. Estoy rastreándole para ver a dónde fue, pero llamaré de regreso a tu unidad primero. Quédate allí, Jess, es más fácil para mí.

Por que piensas que te retrasará la silla de ruedas.

¿Había allí un dejo de amargura? Aquello la sacudió. Jess nunca había sonado así, nunca se quejaba. ¿Estaba irritado porque ella quería protegerlo?

Eso es una tontería y lo sabes. Siempre he trabajado sola y es más fácil trabajar de la manera en que siempre lo he hecho. Eso si lo entendería. Un equipo no incorporaba un nuevo miembro en medio de una misión ya planeada, al menos, no sin correr un terrible riesgo. Ella llegó a las puertas de la oficina.

Ah si, alguien había intentado conseguir un acceso, pero no parecía que hubieran tenido éxito. Deslizó ligeramente los dedos sobre la puerta buscando trampas. Pretendían revisar tu oficina, Jess. Tu chico de ahí afuera tal vez no sabía en lo que se estaba metiendo, pero fue una distracción. Alguien lo usó para mantenernos ocupados en caso de que no hubieran salido de la casa antes de que llegáramos.

¿Lograron entrar en la oficina?

Creo que el sistema de seguridad se mantuvo firme. Los códigos están intactos. Ahora estoy entrando, registrando en busca de explosivos y micrófonos ocultos.

¿Con qué?

Saber no contestó. Normalmente podía detectar un micrófono, pero no explosivos, no el cien por cien de las veces. Los pulsos de transmisores y receptores eran bastante sencillos para ella, y la oficina parecía estar limpia. Dudaba que el intruso hubiera logrado forzar la entrada.

Tu oficina parece estar limpia pero tendrás que registrar la casa. El resto de las habitaciones están infestadas con pequeños dispositivos de escucha.

¿Puedes percibir un transmisor? Había entusiasmo en su voz. Respeto. Un talento útil de tener.

Y latidos cardíacos. No sabía por qué se lo contaba. Tal vez para avisarle. Para hacerle desistir. Quizás por algún sentido de equidad, o por instinto de conservación. Como fuera, le dijo la verdad mientras cogía el teléfono.

– Bandera Roja -dijo suavemente en el micrófono y luego colgó sin más explicación.

Presumida. Había respeto y provocación en su voz y eso la animó.

Su oficina era un centro de equipamiento de alta tecnología. Realmente. Era obvio que estaba contemplando cientos de miles de dólares. De ninguna manera podía Jess haberse retirado, no con éste tipo de sistema electrónico a su disposición. La mayoría de aquello no estaba siquiera en el mercado. Bonito montaje.

Gracias.

Voy a recorrer el resto de la casa. Tu unidad debería estar aquí en un par de minutos. Realmente odiaba dejarlo allí afuera solo y estaba indecisa. Quienquiera que hubiera entrado en la casa ya se había ido, estaba segura, bueno, casi segura, pero de todos modos tenía que revisar, en caso de que ese pequeño margen de error se hiciera efectivo.

No. Jess mantuvo la voz calmada. Te necesito aquí afuera. Lloyd está volviendo en si. Y no está muy contento. Mi situación no es muy buena. No quisiera que se les ocurriera alguna idea a estos dos.

De ninguna manera quería que estuviera sola en la casa, no mientras le fuera imposible protegerla. Ya había cometido un error frente a ella, pateando la pistola de la mano de su atacante, y tarde o temprano ella lo recordaría. Tenía ojos y memoria para los detalles.

No le importaba jugar la carta de la silla de ruedas, si eso era lo que necesitaba para que volviera a su lado. No tenía idea si la casa era segura. Ella aún vacilaba. Tienes que ayudarme a volver a mi silla antes de que lleguen los otros. Bueno, eso fue bajo, pero funcionó, pudo sentir su reacción inmediata. Calidez y satisfacción se fundieron dentro de él. Ella le amaba. Tal vez no quisiera admitirlo, pero le amaba.

– ¿A qué se debe esa sonrisa? -Le preguntó recelosa mientras entraba en el garaje. Estaba sentado en el piso al lado de su silla de ruedas, enfrentando a Bill, quien aún lo miraba con miedo. Uno pies más allá, estaba Lloyd, rodando de adelante a atrás y gimiendo-. No parece que necesites mucha ayuda. -Pero se le acercó y sujetó la parte posterior de su cinturón mientras él se disponía a volver a la silla.

Él vaciló. Era un hombre grande y no quería correr el riesgo de lastimarla, sobretodo pudiendo subirse a la silla de ruedas por si mismo. ¿Has sido realzada físicamente tanto como psíquicamente?

Ella asintió. Suficiente. No tengo la fuerza muscular con la que fueron dotados muchos otros, pero basta para ayudar.

– Deja que mis brazos soporten el peso.-Manteniendo la mirada en Bill, Jess se aseguró de que los frenos estuvieran puestos antes de elevarse hasta el asiento. Podía sentirla tirar, su pequeño cuerpo rozándose contra él mientras su peso la arrastraba hacia delante-. ¿Estás atascada?

– Te estás riendo de mí. -Le tomó un momento sacar los dedos de alrededor de su cinturón. Se apoyó en él, inhalando su aroma-. Creo que estás disfrutando de esto.

– Tal vez. Ha pasado un tiempo desde que he visto algo de acción.

Ella estudió su rostro.

– ¿Estás diciéndome la verdad?

– Estoy sentado en una silla de ruedas, nena, y eso es bastante y malditamente real. No van a enviarme a una misión a no ser que Ken o algún otro me cargue a su espalda.

Le había visto patear a su atacante, sin ninguna duda, e iba a tener que mentir, o dar una explicación. Otro experimento, otra parte artificial del mismo. Había sido genéticamente realzado, física y psíquicamente. Y ahora era biónico. No quedaba mucho del verdadero Jess Calhoun. Una vez que supo la verdad, el miedo se arrastró por su interior, por que él era de lejos mucho más peligroso de lo que ella nunca había imaginado. Aquella silla de ruedas había sido su señuelo, su cebo.

– Pero tú trabajas para ellos. -Ella mantenía la voz baja y no le miraba.

– Te dije que lo hacía. Ellos han invertido un montón de tiempo y dinero en mí y en mi entrenamiento, cara de ángel. No van a dejar que me marche tranquilamente.

Ella giró bruscamente la cabeza, su mirada enfrentando la de él.

– Ni a mí. Eso es lo que estás diciendo, ¿no, Jesse? Estás diciendo que no van a dejarme ir tan fácilmente.

– No van a dejarte ir de ninguna manera, Saber. Pero hay más que un ‘ellos’. Tenemos a los chicos buenos y a los chicos malos, y vas a tener que escoger un bando.

– ¿Por qué? Estoy fuera. Déjale venir tras de mi.

– Es implacable y más tarde o más temprano te encontrará. Tiene un sistema de rastreo en cada uno de vosotros. Y me imagino que no lo has hecho muy feliz huyendo de él.

– Sé sobre el dispositivo de rastreo. Solía colocar los chips en la cadera, pero como algunos de aquellos que escaparon los quitaron, ahora está usando un sistema diferente. Eso no me preocupa, no puede usarlo conmigo. -No había humor en su sonrisa-. Whitney cree que es superior a todos, y esa es su perdición.

– No va a detenerse, Saber. -Trató de ser gentil, pero quería que ella entendiera las consecuencias-. Tendrás que unirte a nosotros.

Los ojos de ella relampaguearon.

– No, no tengo que hacerlo, Jesse. ¿No es esa la meta del entrenamiento que todos nosotros pasamos? ¿Conseguir la libertad para la gente? Bueno, tal vez yo no tenga padres y un hogar, pero soy una persona. Y quiero ser libre.

– Eres un depredador, nena, igual que yo. Vivimos en las sombras y salimos para cazar. -Ella parecía joven y frágil parada allí mientras él aplastaba sus sueños. Se extendió hacia ella, pero ella retrocedió, de modo que solo las yemas de sus dedos rozaron su muñeca. Pero no estás sola, Saber. Estoy aquí y permaneceré a tu lado. Todos nosotros permaneceremos contigo y le haremos frente.

Ella se apartó mientras la primera oleada de Caminantes Fantasmas irrumpía en el garaje, con las armas desenfundadas, los rostros serios. Logan Maxwell y Neil Campbell se acercaron desde ambos lados.

– Dos muertos -informó Logan después de agacharse a tomarles el pulso-. Dos vivos. -Miró a Jess-. ¿Ambos estáis bien?

– Saber tiene un moretón formándose en el rostro, pero aparte de eso, estamos bien. Ella revisó la planta baja, pero no la planta alta.

Ken y Mari están en el techo. Logan envió la información a Jess y dio un tirón a Bill para ponerlo de pié.

– Tú darás un pequeño paseo con nosotros.

– Quiero un abogado -exigió Bill.

– ¿Te parezco un policía? -replicó Logan-. No me cabrees más de lo que ya lo has hecho.

Neil tiró del sujeto hacia él.

– Entonces ¿te gustan las jovencitas?

– ¡No! No sabía que tenía catorce. Él no nos dijo eso.

– Vamos.

– Pero, mis amigos… Los mataron.

– No te mataron a ti o a tu colega de allí. Os reservaron para nosotros. Así que será mejor que digas todo lo que queremos escuchar -le instruyó Neil, empujando al hombre por delante de él hacia fuera del garaje.

Eres un tipo tan cruel. Logan reía por lo bajo. El idiota va a ponerse a berrear en un minuto. Llévate también a éste. Levantó a Lloyd, sin importarle que la mandíbula del sujeto estuviera dislocada y su nariz rota.

– Fuera de aquí.

Saber observó al equipo moverse con rápida eficiencia, ocupando la casa mientras ella se quedaba absolutamente quieta, sin querer llamar la atención sobre si misma.

La mano de Jess envolvió la suya. Ella apretó sus dedos, con el corazón asentándose a un ritmo más estable.

– Vamos a entrar. Tienen que remover los cuerpos y limpiar aquí dentro. Quiero volver a controlar mi oficina.

– No hemos despejado la casa. -Advirtió Logan.

– Estaremos en la oficina. Deben haberla peinado lo primero -dijo Jess-. Y no lograron entrar allí.

– Salvo en la oficina, colocaron micrófonos muy sofisticados por todos lados.-Logan le alcanzó uno-. Mira esto. No es uno de los nuestros y no es de los que he visto usar a Whitney. -Le echó una mirada a Saber-. Tú debes ser Saber Wynter, la compañera de apartamento de Jess.

Ella asintió. Sus ojos le recordaron a un halcón, agudos e inquietos, que no se perdían nada. La hizo sentir mas vulnerable que nunca. Su mirada cayó hacia la mano de Saber, unida a la de Jess. Instintivamente ella comenzó a soltarse, pero Jess apretó su agarre.

– Estaremos en la oficina, Logan -dijo Jess.

Envíala por delante.

La mirada de Jess saltó a la cara de Logan.

– Saber, ¿sostendrías la puerta para mí?

– Claro. -Se movió sin vacilación, en línea recta a través del garaje, giró ligeramente en la puerta de la cocina con la mano en el picaporte, y dio una ojeada en el parabrisas del coche. Se produjo una entrega de algo que ella no pudo distinguir, pero Logan definitivamente le dio una cosa a Jess y él la deslizó en la bolsa que siempre llevaba en su silla. Su boca se tensó, pero ella siguió caminando.

Maldito fuera. Hasta allí llegó eso de unirse al equipo. Estaba loca por pensar que podría construir un lugar para si misma. En esencia, estaba intercambiando un amo por otro. Porque si trabajaba para el jefe de Jess, quien quiera que fuera, tarde o temprano la enviarían allá afuera a hacer exactamente lo mismo que Whitney quería de ella, y no podía vivir con eso.

Se sentó sobre el escritorio, balanceando las piernas, y observó pausadamente a su alrededor. La oficina era enorme, más grande que la sala de estar de la planta alta. Había una foto enmarcada de ella, con los brazos rodeando el cuello de Jess. La cabeza de él estaba inclinada de manera que podía mirarla y se estaban riendo. Le recordaba bromeando con una cámara digital que no podía hacer funcionar, salvo que aparentemente se las había arreglado para repararla.

Giró la cabeza para observar a Jess rodar a través de la puerta. Ni siquiera tenía una mancha de suciedad en él.

– Tú, bicho rastrero. Dijiste que la cámara no funcionaba. -Ella señaló la fotografía sobre su escritorio.

– Era la única manera de conseguir tu foto. Ven aquí, déjame ver tu rostro. Se te está formando un moratón.

Sus manos eran gentiles mientras las deslizaba sobre los delicados planos de su rostro.

– ¿Tienes alguna otra herida?

– No. Pero no pienses que no noté ese corte en tu cabeza de antes. Se que tu orgullo masculino es muy frágil, pero luce peor que mi moretón.

Sus cejas se elevaron.

– ¿Estamos compitiendo?

– No. -Inclinó la cabeza-. Me asustaste, Jesse. Te enfrentaste a un asesino con un arma. -Se le subió el corazón a la garganta y sintió pánico por él, pero sabía bien que debía elegir sus palabras con cuidado. Él creía que los hombres debían proteger a las mujeres, y que ella se preocupara por que él estuviera en una silla de ruedas no le sentaría nada bien.

– Lo pateaste.

– ¡Hey! -La voz de Logan se deslizó desde la sala de arriba-. Jess, te necesitamos aquí arriba.

– Enseguida voy -contestó Jess y giró la silla en redondo.

Saber se tragó la protesta y resbaló del escritorio.

– Iré contigo.-Debían haber encontrado su equipo de campo. Lo había ocultado cuidadosamente, pero tal vez no lo suficiente. No era el fin del mundo. Él ya sabía que era una Caminante Fantasma. Solo tenía que ir arriba con una explicación plausible sobre su equipo.

Subió en el ascensor, tomada de su mano, tratando de encontrar una manera de explicar las sustancias químicas en su bolso. Un pequeño grupo de hombres se habían reunido en su puerta. Un débil aroma almizclado le advirtió de que tal vez no sería su bolso de campo lo que habían encontrado. El súbito silencio llevó a Jess a deslizarse por delante de ella, y entre su silla y Logan bloquearon el vano de la puerta. Jess se puso rígido y ella sintió la casa vibrar con furia.

Saber evitó el brazo extendido de Jess y empujó pasando a Logan para poder entrar a su dormitorio. Horrorizada, miró a su alrededor. La bilis se elevó a su garganta, pero la forzó a bajar. Que alguien invadiera su cuarto ya era una violación, pero hacer esto…la habitación olía como si los ocupantes hubieran tenido una orgía. Sus ropas estaban acuchilladas en jirones y cada trozo de ropa interior estaba tirado alrededor del cuarto, muchos llenos de asquerosas manchas blancas. La cama había sido hecha prolijamente, pero uno de los limpiadores había sacado las sábanas para encontrar más ropa íntima cubierta con semen.

Saber presionó la mano contra su boca, atónita al ver que estaba temblando. Percibía la compasión en el cuarto, y se sintió agradecida de que los hombres no la miraran. Giró abruptamente y salió con paso airado.

– Logan -empezó Jess.

– Estamos en ello. Dejó aquí suficiente ADN como para identificar un ejército. Éste bastardo es un enfermo, Jess, ella no está a salvo. Si está conectado a Whitney de alguna manera, en éste punto se ha convertido en un canalla. Whitney nunca lo aprobaría. Es demasiado…científico. Esto sería aborrecible para él.

– Es gracioso dónde trazan sus límites algunos. A veces me pregunto a dónde llegará el mundo.-Hizo una pausa y miró al equipo de limpieza a su alrededor-. Quiero ésta habitación despojada de cualquier cosa que él pueda haber tocado. Separen las huellas digitales de ella, para que solo salgan las que sean de él. No quiero una bandera izándose en algún remoto ordenador que Whitney pueda estar monitoreando.

Logan asintió hacia el equipo y caminó por el pasillo al lado de Jess.

– Whitney sabe que ella está aquí, Jess. Puedo olerlo. Está en problemas.

– Si. Ya me di cuenta.

– Y se está preparando para huir. Ésta vez está muy cerca, le echará el guante.

– Estoy oyendo una nota en tu voz que no me gusta, así que deja de irte por las ramas, escúpelo ya.

– A menos que él la haya infiltrado.

Jess empujó con fuerza las ruedas y se introdujo en el ascensor. Logan embutió su cuerpo dentro con él. Las hojas se deslizaron para cerrarse y Jess masajeó sus sienes.

– Él no la ha infiltrado.

– Entonces ¿cómo es que ella consiguió encontrarte? Eres el único Caminante Fantasma llevando a cabo una investigación dentro de nuestra cadena de mando. Dime cómo terminó en el umbral de tu casa. Cuando no pudiste encontrar sus antecedentes te dije que era otra Chaleen. Vienen tras de ti por que eres un buen tipo, y eso te hace vulnerable. Piensas lo mejor de las personas, especialmente de las mujeres.

– No estaba pensando en absoluto en Chaleen, al menos no con mi cerebro. Me estudiaron y enviaron alguien programado para ser todo lo que deseaba. Tú lo viste porque no estabas durmiendo con ella. -Se abrieron las puertas y Jess esperó a que Logan saliera antes de salir disparado del pequeño espacio en un acceso de mal genio-. Fui un estúpido, lo admito, pero me di cuenta a tiempo.

– Te rompió el corazón.

– Ella nunca lo tuvo. Pulverizó mi ego, pero nunca alcanzó mi corazón. Saber, por otro lado, definitivamente podría arrancar la cosa fuera de mi pecho, de modo que será malditamente mejor que no sea espía de Whitney.

– ¿Podrías matarla? -La voz de Logan era baja, incluso suave, pero su mirada era fría y firme-. Si tuvieras que hacerlo, para defenderte, ¿podrías matarla?

Jess permaneció en silencio.

– Por un momento, allí en el club, cuando se dio cuenta de que estaba rodeada por tu unidad, la vi mirarte, Jess. Consideró eliminarte en ese mismo momento y lugar.

Jess se tragó su primera respuesta, negarlo. Maldito infierno, si, ella analizó la posibilidad de hacerlo. No estaba seguro de cómo planeaba salirse con la suya, pero lo había pensado.

– Se que lo hizo -admitió él-.Y tenía todo el derecho a hacerlo. Por que si ella me traicionara, desearía estrangularla con mis propias manos.

Un latido pasó. Otro más. Logan suspiró.

– No me has contestado, Jess. Desear hacerlo no es lo mismo. No voy a permitirle que te mate. Si hace un mal movimiento…

Jess negó con la cabeza.

– No soy un suicida, Logan. Nunca lo he sido. He perdido mis piernas, no mi mente. Me encuentro mejor que la mayoría, todo lo demás está funcionando en orden. Y voy haciendo algunos progresos con el otro asunto, lo suficiente para pensar que hay esperanza. Pero si resulta que ella está con Whitney, no se si sabré como enfrentarlo, o si seré capaz de dejarte eliminarla. Simplemente no lo se. Y es una cagada estar hablando de esto como si ella no estuviera pasando por más que suficiente.

Logan se encogió de hombros y se alejó, dejando a Jess con deseos de golpear algo. Al final, Jess fue a buscar a Saber. No estaba en la cocina o en su dormitorio. Sabía que no estaría afuera al aire libre. No se sentiría segura. En su casa, en la propia casa de Saber, no se sentía segura. Quería gritarle a alguien, pegarle a algo. Preferentemente a Logan. Porque Logan tenía razón y él estaba equivocado. Y maldito fuera todo, aquello apestaba.

Llamó a la puerta del cuarto de baño.

– Sal de ahí. Quiero echarle otro vistazo a esa contusión en tu cara.

Se hizo un momento de silencio.

– Estoy bien, Jesse -respondió finalmente-. Solo necesito un minuto a solas.

– Ya has tenido tu minuto.

Ella abrió la puerta de un empujón y lo fulminó con la mirada.

– Soy la víctima aquí, rey dragón, así que supera eso de estar furioso.

– Estoy furioso porque un Caminante Fantasma me encontró en mi propia casa, ha vivido aquí, y durante meses yo ni siquiera lo sospeché. Normalmente reconozco a un Caminante Fantasma segundos después de habérmelo encontrado. Algunas veces incluso antes.

– Por la energía.

– Exactamente. Hay una sensibilidad a ella.

– Bueno, entonces yo también me pondré furiosa, porque no sabía sobre ti. ¿Cómo lo supiste?

– Cometiste un error y hablaste telepáticamente.

Ella se puso las manos en las caderas.

– No lo hice. No cometo errores de esos. -Había cometido errores desde que conociera a Jess. Nunca había sentido tal atracción física por un hombre, y luego, al pasar el tiempo, tal conexión emocional. Jess era fácil de amar. Y, que Dios la ayudara, estaba enamorada de él.

– Lo hiciste.

Ella se mordió el labio inferior, golpeando con el pie con su incansable energía.

– ¿Por qué no dijiste nada?

– Por la misma razón por la que tú no dijiste nada.

– Está bien. Puedo aceptar eso -concedió Saber.

Jess suspiró aliviado.

– Sabes que no puede ser una coincidencia el que estés aquí, Saber.

Ella cerró los ojos brevemente. Sabía que la conversación iba a volver al punto de partida, a Whitney.

– ¿Cuántas vidas supones que ha arruinado Whitney en su búsqueda del soldado perfecto?

– Demasiadas. Entonces sabes que esto no fue alguna coincidencia mística -dijo Jess-. Él debe haber sabido que tomabas anuncios de trabajo en pequeñas estaciones de radio locales. -Se le apretó con fuerza la garganta y le dolió el pecho al darse cuenta de todas las implicaciones, de a dónde iba con esto. Y tenía que estar en lo cierto-. Él orquestó aquel accidente. Él mató a tres de mis compañeros para crear una vacante para ti.

– El prometido de Patsy. -Saber se desmoronó en el suelo y le miró fijamente con desesperación-. Mató al prometido de Patsy para situarnos en el mismo lugar al mismo tiempo. ¿Cómo pudo saber que tú me alojarías?

– ¿Cuánto sabes sobre sus experimentos?

– De nuestros laboratorios, bastante, pero de otros lugares, no mucho. Se que entrenaba soldados, que esa es su meta final. Hace muchísima investigación psíquica, y parece ser muy preciso con su ubicación.

– Estamos bastante seguros de que tiene alguna habilidad psíquica. ¿De qué otra manera sabría qué niñas escoger, qué niños? No lo hace mirándolos. Tiene que hacerlo tocándolos. Tiene un programa de cría, Saber. Cuando hace sus experimentos, intensifica las feromonas en sus parejas para aparearlos.

– ¿Me estás diciendo que me siento atraída por ti por algo que hizo Whitney? -Pensar en ello la enfermaba. Por una vez en la vida había encontrado algo que estaba libre y limpio de Whitney, de sus permanentes test y vigilancia. Alguien bueno y decente.

– Hay evidencia de que hace eso, si. En nuestro caso, no podemos saberlo con certeza, pero tendría sentido. Habría planeado unirnos y dejar que su obra hiciera el resto.

Ella presionó sus ojos con las yemas de los dedos, reuniendo cada poquito de disciplina que le había sido inculcada para contenerse y evitar chillar y arrojar cosas. Incluso esto. Incluso su amor por Jess Calhoun no había sido por su libre voluntad.

Captó un movimiento y levantó la cabeza mientras Logan se aproximaba por detrás de Jess.

– No puedo asimilar todo esto. Creo que Logan quiere hablar contigo.-Por una vez estaba agradecida por la interrupción, porque no quería a tener una crisis emocional en frente de nadie-. Solo necesito irme a algún lugar tranquilo y pensar.

– Saber… -Jess aguardó hasta que ella lo miró-. Lo que sea que haya hecho no importa. Te amo por quién eres, no por como reacciona mi cuerpo al tuyo. Y él no puede hacer que el amor surja. Recuerda eso ¿lo harás, cuando estés pensando en ello? Estaré en mi oficina.

Ella no podía hablar con las lágrimas fluyendo de sus ojos y la garganta apretada así que se dio vuelta y retrocedió al único santuario que le quedaba, el baño de Jess.


Maldición. Maldición. Maldición. Tenía que seguirlos. Tenía que sacarlos fuera de la carretera, impedir que esos dos idiotas fueran interrogados antes de que dieran su descripción. Quería gritar y pulverizarlos a todos con una Uzi. Eliminarlos. Que se jodieran. Que se jodiera Whitney. No tenían ningún derecho a interferir en sus planes.

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