CAPÍTULO 16

Jess bajó la mirada hacia el rostro de Saber. Ella yacía acurrucada, profundamente dormida, exhausta, una de sus manos se extendía hacia su almohada y a él… esperaba. La pequeña lámpara al lado de la cama derramaba luz sobre su rostro. Su piel era suave y luminosa, sus pestañas eran largas, extendiéndose como amantes contra su piel. La sostuvo cerca, el cuerpo alrededor del suyo, la mano bajo su pecho, su polla presionando contra sus nalgas. Y que Dios lo ayudara, estaba tan duro como una roca.

Se rió quedamente, el nudo en su pecho por fin tenía alivio. Patsy estaba en un hospital siendo atendida y Saber estaba en su cama donde pertenecía. Bajó la cabeza para rozar un beso en su pelo antes de deslizarse de la cama hacia su silla de ruedas. Saber necesitaba dormir y él necesitaba mantenerse ocupado y terminar la investigación.

Él y Logan habían intentado de recuperar los datos del disco y no habían tenido éxito, pero Neil debería haber sido capaz de hacer algo. Había algunos Caminantes Fantasmas que eran muy buenos con el sonido y Neil debería haber logrado recuperar algo. Esperaba que hubiera un mensaje de él.

Pero lo más importante, por primera vez, tenía una buena dirección por donde encaminar su investigación. Los hombres que habían venido tras él definitivamente pertenecían al ejército. Ryland Miller y su equipo querrían saberlo. Ellos conducían la investigación con su informador, el General Rainer. Una vez que todos tuvieran la misma dirección, Jess estaba seguro, progresarían.

Y tenía que hacer algo con la biónica. Si no podía conseguir que sus piernas se movieran, tendría que considerar la idea de llevar un paquete externo. Incluso si pudiera caminar parte del tiempo, en realidad no podría confiar en sus piernas, así que le serían inservibles en su condición actual.

– Jesse -Saber se había dado la vuelta, sus pestañas se habían alzado, su mirada encontró la suya.

– Aquí estoy, nena. Vuelve a dormir, voy a trabajar por un rato. Estas agotada. -Y la contusión en su cara se destacaba crudamente contra su pálida piel. También había descubierto otras en su cuerpo, uno era particularmente malo en su cadera donde le habían dado un puntapié. Cada vez en que pensaba en el peligro en que había colocado sin querer a su hermana y a Saber, se sentía enfermo.

Ella atrajo la sábana cerca a sus hombros y se rió de él.

– Amo la forma en que me miras, Jesse.

Su voz sonaba soñolienta y atractiva, él la sintió vibrar por su cuerpo, calentando su sangre, despertando sus sentidos.

– Vuelve a dormir. Vendré a despertarte en unas horas.

– Eso está mejor. Tengo que ir a trabajar esta noche -bostezó y luego se rió de él, sus pestañas cayeron seductoramente-. O mi jefe podría despedirme.

Su jefe ya estaba pensando en despedirla. Estaba totalmente seguro de que no podría sobrevivir a que fuera a trabajar, no después de lo que le habían hecho a Patsy.

– Vendrán un par de chicos, tan sólo no vayas afuera con nada más que mi camisa.

– Buen consejo. -La diversión teñía su voz, una leve sonrisa curvo su boca, pero no abrió los ojos.

Jess la abandonó dormida, luego se duchó y vistió, eligió su silla de carreras, en lugar de la eléctrica que era más pesada para usarla en la oficina. Se necesitaron veinte minutos para que Logan y Neil hicieran acto de presencia, y pudo decir por sus rostros que Neil había logrado extraer algo del disco.

– Vas a odiar esto -saludó Neil.

Logan echó un vistazo alrededor.

– ¿Dónde está ella?

– ¿Ella? -Jess lo miró ceñudo-. ¿Querrás decir Saber? ¿Realmente quieres cabrearme, Max? Porque sólo he pasado un par de horas observando las contusiones en su cara y cuerpo. La he visto tirada en la tierra en posición fetal, por el contragolpe psíquico después de disparar un arma y matar a un hombre… por mí, por Patsy. No estaba lo suficiente cerca para protegerla de la energía, tú y yo sabemos que sin un ancla, ni siquiera un escudo ayudará. Ella también lo sabía, pero continuó haciéndolo.

Logan se sirvió taza de café de la cafetera en el escritorio.

– Seguiré alerta te guste o no.

– Entonces terminemos con esto. Dime en que es diferente ella. Eric Lambert tiene la misma objeción hacia ella, pero él no es un Caminante Fantasma. Tú puedes matar. Yo puedo. En realidad todos nosotros lo hacemos. ¿Es en verdad una diferencia en cómo lo hacemos? No tienes ninguna objeción con Mari o Briony.

Logan suspiró.

– Mari es un soldado y Briony no tiene un hueso falso en el cuerpo.

Neil se limpió la garganta.

– ¿Y qué con las otras mujeres? ¿Flame y Dahlia?

Logan pasó una mano por su pelo.

– Conozco a Dahlia. Esto es diferente. Para ser sincero, no confié en ella al principio. Y Flame, puede matar con el sonido. Así que, ella también me pone un poco nervioso.

– Puedo matar con el sonido -señaló Neil.

– No es la misma cosa.

– ¿Por qué?

– Porque las mujeres no deben combatir. No deberían corretear matando gente. Se supone que son el sexo débil. Debemos cuidarlas. Deberían tener bebés y preparar la cena, no matar a la gente. ¿Qué demonios pasa con el mundo cuando pensamos que es bueno que las mujeres manejen armas?

– Flame, Dahlia, y Saber no necesitan, ni quieren armas, hermano -indicó Neil.

– Bien eso sólo es un gran alivio de mierda para mí -gruñó Logan.

Hubo un aturdido silencio y luego tanto Neil como Jess se echaron a reír.

– Supongo que no deberían permitirles votar tampoco -dijo Neil.

– ¿Te sentirías mejor si te dijo que ella puede cocinar? -Preguntó Jess.

Logan los fulminó con la mirada.

– Vamos sigan así y ríanse. Eso no está bien.

– Bendito Dios, Max. Eres un puñetero machista -dijo Jess.

– ¿Y qué si lo soy? ¿Y qué contigo? No finjas que no te vuelve loco un poco que esta mujer pueda matar con un toque. ¿Y si tiene su periodo? ¿Alguna vez has visto a una mujer con un auténtico SMP? [2] Mi madre solía perder el juicio. Yo me iba a la casa de un amigo por una semana hasta que ella llamaba y decia que era seguro regresar a casa.

– Bien, tengo que concordar con Mac en eso -sostuvo Neil-. Piensa en eso, Jess. La capacidad de matar con un toque y una mujer con SMP. Tienes que tener pelotas muy grandes para vivir con una amenaza como esa.

Jess suspiró.

– Confesaré, que nunca pensé en eso.

– Podría ponerse feo -dijo Logan-. Realmente feo

– Tendré que mantenerla embarazada.

– Sí. Eso funcionara -Logan puso los ojos en blanco-. ¿No ves las películas? ¿Alguna vez has visto a una mujer de parto? ¿O teniendo a un bebé? Una contracción dura, hombre, y estarás frito. La vida del marido ya está en peligro sin que una mujer sepa como matar. En serio, Jess, tienes que pensar largo y tendido en esto, y pensar con el cerebro, no con otras partes de tu anatomía.

– Sólo intentais asustarme -dijo Jess, fulminándolos con la mirada.

Logan y Neil se echaron a reír.

– Iros al infierno, vosotros dos -Jess se sirvió una taza de café-. Sois un par de tontos. ¿Nos ponemos a trabajar o qué?

– Traje a esto para ti -Neil sacó un disco de su bolsillo, la sonrisa se desvaneció de su cara-. Te dejaré escucharla. Tomó un rato limpiarla y conseguir la conversación. Todavía hay algún ruido de fondo, pero creo que reconocerás un par de voces -él insertó el disco en el ordenador-. El original está a buen resguardo y verás por qué.

Hubo un momento de silencio y luego el sonido de pasos.

– No podemos permitirnos dejar a cualquiera de ellos vivo, Senador, a ninguno. No me importa si son responsables de esto o no. Tiene que cerrar ese programa. El peligro más grande para nosotros ahora mismo consiste en ese megalómano, Whitney, y las abominaciones que crea. -La voz estaba amortiguada, y un poco deformada, pero Neil había logrado amplificar lo suficiente el sonido para captar las palabras.

– Lo intento.

– Intentelo más fuerte. Whitney sabe de nosotros. Va a encontrar un modo de derribarnos y usted caerá con el resto de nosotros, Senador. Todos seremos acusados de traición y mi conjetura es, que algunos de nosotros seremos eliminados o recibiremos un tiro antes que nos abran un proceso. ¿Cree usted que el presidente va a querer que alguien sepa que hemos estado vendiendo secretos a terroristas y financiándolos durante años? Nadie querrá que esa información se haga pública. Nos matarán, y los súper soldados de Whitney serán quienes apreten los gatillos. El hombre está mal de la cabeza pero no se desharán de él. Tenemos a unas personas en sitios claves que nos proporcionan información, pero no es suficiente. Tiene que encontrar un modo de eliminarlo.

– Haré todo lo posible. -La voz era más clara, como si quizás estuviera más cerca del grabador de voz.

Jess se inclinó para hacer una pausa en la grabación.

– Es el Senador Ed Freeman. Esto debió suceder antes que le pegaran un tiro. ¿Quién es el otro hombre?

Neil sacudió la cabeza.

– No tengo ni idea. He estado intentando emparejar la voz con huellas de voces que tengo, pero hasta ahora, no hay suerte.

– El senador suena como si tuviera miedo de algo.

– Escucha el resto -sugirió Neil y una vez más activó la grabación.

– Whitney continuará hasta que sea asesinado. No hay otra forma de detenerlo. Tiene que matar a todas las mujeres en su programa de cría… a todas. No podemos añadirlas en este lío.

– Él no confía en mí. Creó que está intentando matarme.

– Debe saber que usted contribuyó decisivamente al envío de un par de sus Caminantes Fantasmas al Congo. Debe hacerlo. Y cuando digo que todas las mujeres tienen que morir, quiero decir todas ellas.

– Violet nos está ayudando -siseó el senador.

– Ella es la única que le contó sobre Higgens. Si no le hubiera informado habríamos conseguido al bastardo en esa oportunidad. En cambio, Higgens está muerto y Whitney está suelto.

– Ella no hizo…

Hubo un sonido alguien tocando la puerta, goznes crujiendo, y luego más pasos. Ambos hombres guardaron silencio al instante. Las sillas chirriaron.

– No, no, sigan sentados.

El grabador se apagó repentinamente. Jess y Logan se miraron el uno al otro. La tensión en la oficina se elevó.

– ¿Es quién pienso que es? -Preguntó Logan.

– Ese era el vicepresidente -dijo Jess-. Tiene una voz muy distintiva. Simplemente entró caminando en ese cuarto. ¿No creerás que quienquiera que estuviera hablando con el senador está en la Casa Blanca, verdad?

– ¿Llegará tan alto la podredumbre? -Logan respiró hondo-. Hablaban traición a nuestro país desde la Casa Blanca.

– Estamos muertos -dijo Neil-, si no encontramos a esa gente.

– Son traidores -bramó Jess-. Traidores de mierda y vamos a encontrarlos. ¿No era Higgens el hombre que Ryland tuvo que matar?

– Debe haber formado parte de un círculo más amplio y creímos que lo habíamos conseguido, pero ni siquiera hemos conseguido la punta del iceberg. Cuando hablas de senadores y de alguien trabajando en la Casa Blanca…

– O el Pentágono. La grabación pudo ser hecha allí también.

– Sabemos que la conversación ocurre en algún sitio que el vicepresidente visitaría. ¿Neil, puedes aislar algún ruido de fondo?

– Lo intenté. La grabación está dañada. No sé quién podría haber puesto la grabación en la caja fuerte privada de Louise.

– ¿La esposa del senador? Es una Caminante Fantasma. Pero también ha hecho una especie de trato con Whitney para salvar la vida de su marido. Whitney encargó que lo mataran. Cuando ella hizo el trato, vendió a las muchachas en el programa de cría.

– Fue uno de los soldados de Whitney quien puso una bala en su cabeza -confirmó Jess-. Aunque cualquiera de nosotros hubiera estado feliz de hacerlo. El senador es responsable de la captura y la tortura de Jack y Ken. Los entregó a Ekabela en el Congo. Antes de esto, Whitney había intentado asesinar al senador usando a Saber. Ella se escapó en vez de cumplir la orden.

Jess tomó otro sorbo de café, su ceño fruncido se hizo más profundo mientras intentaba resolver el rompecabezas.

– Entonces tenemos dos facciones. Tenemos a Whitney que está loco, haciendo armas para su país y creyendo que es tan patriótico que todos se quieren deshacer de él.

Logan cabeceó.

– Y tenemos a algún grupo, pequeño o grande -supongo que grande- vendiendo nuestros secretos al mejor postor. Ocupan altos cargos en el gobierno y sabemos que pertenecen al ejército al menos algunos de ellos.

– Los bastardos que fueron tras mi hermana eran del ejército -confirmó Jess-. Necesitamos hablar con Ryland Miller cuanto antes y entregar esta información a su equipo.

– Sean quien fuera el que hablaba con el senador es el único que daba las órdenes al almirante y el general, enviando a nuestros equipos en misiones suicidas. Tiene que ser él. Tenemos su voz ahora. Deberíamos ser capaces de atrapar al bastardo -dijo Neil-. Seguiré trabajando para limpiarlo y ver si puedo realzarlo aún más.

– Y trata otra vez de conseguir algo de los ruidos de fondo, a ver si podemos entender exactamente donde ocurrió la conversación. -Añadió Logan.

Neil asintió con la cabeza.

– Dudo que pueda conseguir mucho más. No fue fácil limpiarla y obtener lo que conseguí.

– ¿Había algo más en la conversación?

– No, salvo que estuviera dañado más allá de mis capacidades para recuperarlo. Puedo preguntarle a Flame, es un genio con esta clase de cosas, pero no contaría con conseguir mucho más. Creo que el hombre debe haber estado a una buena distancia del grabador.

– No podía imaginarse que la conversación estaba siendo grabada -dijo Logan.

Jess chasqueó los dedos.

– Pero el senador podría. Escucha las cosas que dijo. Respuestas cortas. Nada incriminatorio. Él podría haber sido quien lo grabara todo. Violet probablemente lo impulsaría a conseguir un seguro. No sé como el senador se vio implicado con ellos, pero apostaré a que quería salir.

– Así que intentó negociar con Whitney, un intercambio de información, en especial, si la esposa del senador se convierte en un blanco -completó Logan-. Whitney no traicionó a esas mujeres, ni el senador iba a rescatarlas, sólo trataba de demostrarle a Whitney qué lo sabía, y que callaría a cambio.

– ¿Entonces por qué Whitney mandó matarlo? -Preguntó Neil.

– No sabemos si está muerto.

– Fue un tiro a la cabeza. Dudo que sobreviviera, y si lo hizo, debe estar en estado vegetal.

– Entonces Violet querrá vengarse. No puede ir a casa por Whitney y no puede recurrir a nosotros. Está allí sola con todo el mundo deseando su muerte -dijo Jess-. ¿Así qué que va a hacer? Planta la grabación en la oficina de Louise, porque ha oído el rumor de que conduzco una especie de investigación.

– Estamos haciendo una gran suposición aquí -dijo Neil.

– Tal vez -concordó Jess- pero encaja.

– Hablamos de una mujer enfurecida -dijo Logan-. Veamos, tengo un punto. Es una bala perdida y nadie sabe en qué lado caerá. Mientras tanto, cada uno debería cuidar sus espaldas. Ahora ves de qué hablo con esas mujeres. Con armas o no, es peligrosa como el infierno.

– Al menos ella tiene una buena causa, y deberías estar feliz, Logan, protegía a su hombre -dijo Jess.

– Muy malo que tuviera al hombre equivocado. Qué desperdicio.

Jess se echó a reír.

– Qué hipócrita eres, Logan. Dices que las mujeres no deberían ser realzadas, pero si lo son, no quieres compartirlas con nadie.

Logan se encogió de hombros.

– Soy un hombre complicado.

– Eres un pirado.

La sonrisa se desvaneció del rostro de Jess.

– Eres un pirado listo, Max. Antes de que Saber se escapara, estuvo en la oficina de Whitney y descubrió dos archivos. Uno era sobre el senador. No habló mucho sobre ello, pero cuando le pregunte esta noche, apostaré a que ella que este documenta acciones de traición.

– Lo que confirmaría al menos nuestras especulaciones.

– Y había un archivo sobre biónica. Ambos archivos estaban en castellano, mecanografiados y dejados justo en el escritorio para que ella lo encontrara. Whitney siempre, siempre, usa un código matemático. Le pregunté a Lily y cada vez que ha tenido acceso a un archivo de su ordenador este está en código.

– Lo que significa que él quería que ella encontrara esos archivos -dijo Logan.

– Exacto, pero ¿por qué?

Logan estudió su cara.

– Creo que ya lo sabes.

Jess se quedó en silencio por un momento.

– Te equivocas sobre ella.

Logan se veía sorprendido.

– Eso fue un cambio brusco de tema.

– Salvó la vida de Patsy. Había algo mal con el corazón de Patsy y Saber lo sabía. Patsy tuvo un ataque cardíaco, Logan. Habría muerto sin Saber. Puede ser capaz de matar con un toque, pero también puede dar la vida. Quizás quieras pensar en eso. Podría ser tu vida la que tuviera que salvar un día.

Logan levantó la mano en señal de rendición.

– No sé por qué o como dimos vueltas de regreso a esto, pero estoy más que complacido si me equivoco. No me gusta arriesgarte, pero si ella fuera mía, lo confesaré, arriesgaría todo por ella.

– ¿Estamos bien?

– Estamos bien -Logan empujó la silla y puso la taza de café a un lado-. Me voy. Se hace tarde y ella se levantará pronto. No nos querrá aquí.

– No le gusta que conozcas su pasado -concedió Jess-. Pero lo superará.

Neil colocó su tasa al lado de la cafetera.

– Me voy también. Le daré la grabación a Flame y veré lo que ella puede hacer con él. Sabes que estaremos cerca si nos necesita. Martin está de guardia esta noche. Y me gustaría indicar, y puedes decírselo a ella, que ni sé, ni me importa, nada sobre su pasado. Ella es uno de nosotros.

– Gracias, Neil. Se lo haré saber -le sonrió abiertamente a Logan-. Sólo es a Max a quien ella tiene que evitar. Gran trabajo, Neil. No hubiera podida salvar nada de ese pedazo de chatarra.

Neil se rió.

– Nuestras extrañas y pequeñas habilidades son prácticas.

– Sí, lo son. -Jess pensó en su hermana cuando los hombres salieron. Si Saber no hubiera reanimado su corazón cuando se estaba muriendo, estaría con toda probabilidad muerta, o su corazón irreparablemente dañado. Saber podía hacer cosas con su talento… cosas buenas. Y él tenía una idea de cuál era la razón del porque Whitney había dejado ese archivo a la vista para que Saber lo leyera. Tenía que convencer a Saber de la necesidad hacerlo, sin embargo, no iba a ser fácil.


Se sentó durante mucho tiempo observando su sueño. Estaba acurrucada como un gatito, sus rizos azul oscuro resaltaban contra la almohada, competían en color con sus finas pestañas. Disfrutaba verla en su cama. Parecía algo perdida sin su cuerpo al lado del suyo, pero eso también le gustaba.

Mientras se sentaba observando su sueño, su cuerpo se endureció, demandando. No tardó mucho en despojarse de su ropa, sin dejar de mirar su menudo cuerpo. Se sentía tan correcto que estuviera en su cama. Dejó caer su camisa, luego luchó con su pantalón, estremeciéndose un poco mientras su cuerpo se tensaba y endurecía por la anticipación. Ella parecía una hermosa invitación con su pelo revuelto y sus labios ligeramente separados, allí en medio de una cama tan grande.

– Deja de contemplarme. -Ella no abrió los ojos.

– Quiero nadar.

– Ve a nadar y déjame sola.

– No se supone que nade solo. Mi doctor lo dijo.

Ella hizo un ruido grosero, pero todavía mantenía los ojos tercamente cerrados.

– Nadas solo todo el tiempo. ¿Desde cuándo escuchas a tu doctor?

– Piensa en cuan mal te sentirás si me ahogo.

Sus pestañas revolotearon.

– Creo que podría ayudarte a ahogarte. Si te marchas, puedo dormir por… -Ella alzó sus pestañas apenas un centímetro y miró detenidamente el reloj antes acostarse sobre la almohada otra vez-. Un par de horas más.

Él descansó su barbilla en su palma, colocó un codo junto a la cama, inclinándose hasta colocarse a pulgadas de su rostro.

– ¿Sabías que eres una gruñona cuándo te despiertas?

– Sólo porque tus amigos se marcharon no quiere decir que puedes molestarme.

Él debería haber sabido que ella sería consciente de la presencia de otros en la casa. El conocimiento sólo le hizo sentirse orgulloso de ella. Tiró de la sábana.

– Natación. Ejercicio. Podemos nadar como Dios nos trajo al mundo.

– Realmente no vas a dejarme, ¿verdad? -Ella abrió los ojos y lo fulminó con la mirada, entonces su mirada se ensanchó y ella enrojeció cuando vio que estaba desnudo y más que alerta.

Él se rió de ella.

– ¡No!

– No eres exactamente el hombre soñado que pensé que eras. Eres implacable cuando quieres algo.

– Soy tu hombre soñado -arrancó las mantas de ella y deslizó su mano sobre su estómago, hasta su pecho-. Quiero algo ahora. -Él bajó su cabeza en invitación, disfrutando de la forma en que los músculos de su estómago se tensaban y como jadeaba cuando su boca se ubicó cerca, invitante.

Saber cerró los ojos, rodeando su cabeza con los brazos, acercándolo a sus senos mientras su boca tiraba fuertemente, enviando destellos de fuego por su corriente sanguínea. Era demasiado consciente de su otra mano yendo a la deriva por su cuerpo, deslizándose sobre su suave piel, moviéndose más y más abajo. Sus caderas temblaron en previsión de su toque. Él trasladó la mano hacia su pierna, deslizándose por la parte interior de su muslo.

El pulso de ella palpitó en su sangre. Esperando. Necesitando. Deseando. Él tenía que tocarla. En ese momento, con su boca tirando fuertemente de su pecho, su lengua envió ondas de calor a través de su cuerpo y su mano recorriendo su piel, le hizo ver su futuro, el tiempo se extendía claramente para ella. Nunca sería libre de su necesidad de él. Ansiaría su toque con esa misma intensidad por siempre.

Saber le recorrió con los dedos el pelo, manteniendo los ojos cerrados para absorber mejor las sensaciones. Calor y fuego. Espirales. Era asombroso como él podía traer su cuerpo a la vida.

– Esto es una forma tan perfecto de despertarse -murmuró ella, todavía soñolienta, arqueando su espalda como un gato.

– Estoy de acuerdo -él besó el sendero desde sus costillas a su pequeño e intrigante ombligo-. ¿Sabes cuán suave es tu piel? -Su voz era baja y áspera, con el tono ronco que tanto la excitaba, que le decía que él estaba totalmente concentrado en ella.

Ella alzó las pestañas para ver el deseo crudo grabado indeleble y profundamente en su rostro, la hambrienta necesidad en sus ojos -por ella. Sus manos eran duras contra sus caderas, girando su cuerpo a través de la cama, arrastrándola más cerca a él, su mirada era ávida, centrada entre sus muslos. Su aliento se atascó en los pulmones cuando él abrió sus piernas. Sus manos realizaron largas caricias en el interior de sus muslos, moviéndose despacio hacia su acalorado centro. Ella estaba dolorida por él, su cuerpo palpitaba con conciencia y necesidad.

Sus labios se deslizaron como una pluma por su abdomen, su lengua jugueteó con sus nervios enviando por ella pequeñas explosiones. Él dijo algo bajo y rudo, su voz sensual, el oscurecimiento de sus ojos, añadiendose a la necesidad que se construía dentro de ella. El sentimiento de confort y somnolencia había sido sustituido por una exigente necesidad. Estaba impresionada por la velocidad con que el deseo se construía en su interior, convirtiéndose en fiebre, cuando él sólo estaba besando y tocando su piel. Había algo pecaminosamente atractivo sobre el aspecto áspero de la lujuria en sus sensuales rasgos cuando tiró de sus piernas, apartándole los muslos, usando la anchura de sus hombros para mantener su cuerpo abierto para él.

Él bajó su cabeza otra vez, su aliento era caliente. El cuerpo de ella se estremeció en reacción pero él la sostuvo firmemente. Su lengua la probó profunda y largamente, ella lanzó un grito en un tono roto. Su boca se colocó sobre ella, su lengua se amamantó de ella. De repente la penetró profundamente con la lengua. Ella gimió y casi se cayó de la cama. Él era fuerte, más fuerte de lo que recordaba, y sostenía sus caderas, fijándola en el lugar mientras se daba un banquete.

Su lengua empujaba profundamente y con fuerza, una y otra vez, acariciando su clítoris, para luego amamantarse otra vez, enviando fuegos artificiales que explotaron a su alrededor. Sus dedos se aferraron a la colcha mientras movía la cabeza de un lado a otro, retorciéndose bajo las sensaciones que rasgaban por su cuerpo mientras su lengua daba golpecitos enviándola al orgasmo.

– Jesse -su aliento llegó en jadeos desiguales-. Más lento. Tienes que ir más lento. -Porque el placer se acercaba mucho al dolor, acumulándose demasiado rápido, el orgasmo era demasiado furioso. Se sentía fuera de control e incapaz de respirar o pensar correctamente. Ya otro orgasmo se formaba velozmente, serpenteando por ella más y más duro, tomándola más y más alto.

Él gruñó bajo en su garganta, la vibración envió un espasmo por su matriz mientras sus músculos se apretaban en necesidad. Él se movió otra vez, deslizó la lengua sobre ella una última vez, probando su calor. Él empujó su cuerpo en la cama y se levantó sobre ella sosteniéndose sobre las rodillas, agarrándola de las caderas con las manos y levantándola.

Sus miradas se encontraron. Él parecía salvaje, sus ojos casi negros por el deseo, su rostro resplandecía. La cabeza de su dura erección presionaba contra su entrada. Ella podría jurar que su corazón dio un salto. El aire se atascó en sus pulmones. Y luego él se sumergió en ella, surcando profundamente por sus suaves pliegues y apretados músculos, alojándose tan hondamente que lo sintió contra su matriz. La estiró, invadiéndola, obligando a su cuerpo a aceptar la intrusión de su grueso eje. El placer se derramó sobre ella ante la intensidad de la fricción, meciéndola hasta que quiso gritar.

Jess comenzó un ritmo rápido que la hacía elevarse para encontrarlo, desesperada por la liberación. Los potentes golpes la llevaron más alto, forzando a su cuerpo a una espiral más y más apretada. La temperatura se elevó, hasta que sintió como si se quemara, derritiéndose alrededor de él, hasta que la tensión siguió creciendo como algo que nunca hubiera imaginado.

– Quédate conmigo, nena -pidió él-. Resiste, Saber. Déjame tenerte. Dios. Cariño. Entrégate a mí.

Ella no era consciente hasta ese momento de estar forcejeando bajo él, su cabeza se movía a la deriva, le clavaba las uñas, las caderas corcoveaban. Ella luchaba contra ella, no contra él. La tormenta creciendo en su interior era demasiado, demasiado grande, demasiado atemorizante. Era más que su cuerpo, era toda ella, y si se abandonaba, sacrificaría todo, confiaría en él mucho más…

Él sostuvo sus muslos abiertos, sumergiendose en ella, obligándola a seguir subiendo con él. Ella podía sentir que su cuerpo palpitaba, apretándose alrededor del de él, aferrándose con fuerza, apretado y ondulante. No se detendría aun si ella quisiera hacerlo… y no quería. Su visión se enturbió, su aliento se convirtió en sollozos ahogados cuando la explosión se elevó por ella, construyendo una ola… una sucesión de olas. Altas. Calientes. Seguidas.

Su cuerpo estaba tenso, fieramente apretado, su canal se contraía y adaptaba, su carne se derretía alrededor de su polla. Él sintió la primera ráfaga del orgasmo, la resbaladiza y caliente crema, la feroz sujeción de la vaina a su alrededor, y su propia liberación estaba cerca, haciendo erupción rápida y fuertemente. La sostuvo mientras las olas explotaban sobre ellos, y cuando las explosiones finalmente comenzaron a amainar.

Se derrumbó sobre ella, su respiración era brusca mientras batallaba por aire. El sexo nunca había sido tan bueno con otras, y estaba puñeteramente seguro que no se arriesgaría a perder lo que tenía. Se apartó y se ubicó a su costado, sus dedos se enredaron con los de ella. A su lado, Saber le trasmitía su calor, sus músculos aún temblaban con secuelas.

Ella volteó la cabeza y se rió de él. El corazón de Jess realmente brincó en su pecho. La vista de ella, tumbada desnuda a su lado, su olor que se mezclaba con el suyo, esa expresión un poco aturdida, le hizo sentirse algo mareado.

– Cásate conmigo.

A su lado, ella jadeó. Y se puso rígida.

Jess se sentó.

– Cásate conmigo, Saber. Te quiero en mi vida para siempre.

– No puedes pedirme que me case contigo, Jesse. Santo cielo, ¿en qué estás pensando? -En verdad estaba horrorizada y se reflejaba en su rostro.

– Sólo lo hice.

– Bien, no. Por supuesto que no. -Ella se sentó también, tirando la sábana alrededor de ella.

– ¿Por qué? -Él debía haber estado herido y quizás lo estuviera más tarde, pero ella estaba tan afligida e impresionada que sintió la necesidad de consolarla.

– ¿Por qué? -Repitió ella. Colocó el talón de su mano contra los ojos y sacudió la cabeza antes de mirarlo, su expresión decía que él era un idiota.

– Por un millón de motivos, pero antes que nada, Jesse, tú tienes padres.

Hubo un pequeño silencio mientras él se esforzaba por no reírse.

– No entiendo tu lógica aquí, nena.

– Entiendes mi lógica muy bien, Jesse. Apenas puedo manejarme cuando Patsy viene a casa. Ella es maravillosa, pero es una chica normal.

Ahora en verdad la boca de Jess se curvaba involuntariamente. Se la cubrió con la mano y sacudió la cabeza de un lado a otro, más confuso que nunca.

– ¿Realmente crees que los que dices tiene sentido? Porque no tengo ni idea de lo qué estás hablando.

– Patsy. Tus padres. Familia, Jesse -ella golpeó la almohada con fuerza-. ¿Estás loco? En verdad me altera que siquiera hayas considerado casarte conmigo.

– ¿Por qué? ¿Crees que vas ponerte a debatir con mi padre sobre política o cualquier otra cosa y decidir darle un ataque cardíaco en medio de la mesa? No puedo ver que eso suceda, Saber. Ellos pueden volverme loco, pero nunca he querido matarlos, ni siquiera a Patsy cuando se mete en lo que no debe.

Saber se cubrió la cara con las manos.

– Tienes que parar. Me empujas muy rápido. Nosotros… tú… Yo apenas si puedo mantenerme al corriente de lo que pasa entre nosotros y tú ya quieres más de mí. -Ella agarró la sábana otra vez y lo miró detenidamente, su rostro mostraba toda su angustia.

– Se supone que el matrimonio es algo bueno, Saber.

– No lo es. Es absurdo.

Jess se inclinaba sobre ella.

– ¿Realmente estás molesta por esto, verdad? -El silencio respondió a su pregunta. La empujó hacia sus brazos-. ¿Es tan malo que este enamorado de ti? ¿No quieres estar conmigo?

Ella se meció de acá para allá, sacudiendo la cabeza.

– ¿Da tanto miedo pensar pasar tu vida conmigo? ¿Es porque estoy en una silla de ruedas?

Ella lo fulminó con la mirada, deslizándose de la cama, sosteniendo aún la sábana alrededor de ella en una muestra de modestia.

– No. No es eso. Me insulta que siquiera puedas pensar eso…

– Porque creo que he entendido el problema con la biónica. Podemos arreglarlo. Tú puedes arreglarlo.

Ella se detuvo, su mandíbula cayó, con la boca abierta por la impresión.

– ¿Qué? ¿Por qué crees por un minuto que yo puedo arreglar la biónica? -Ella se sintió absolutamente vulnerable y desnuda, incapaz de hablar cuando no tenía ropa. Al borde de la desesperación, miró a su alrededor-. Puedo haber leído el archivo que Whitney dejó, pero no soy un doctor y no entiendo la mitad de lo que estaba allí -se veía exasperada-. No puedo encontrar mi ropa.

– Saber, mírame.

– Tengo que ir a trabajar.

– En el informe Whitney mencionó algo sobre la electricidad usada para la regeneración, ¿verdad?

Ella giró alrededor, su cara estaba en blanco.

– Sé que no hablas de ese ridículo artículo que citó. ¿En el que los biólogos manipulan los campos eléctricos en tejidos para regenerar las colas amputadas de renacuajos cuándo no pueden regenerarse? No, eso no. Porque hay una diferencia enorme entre un renacuajo y un ser humano.

– ¿Qué más decía el artículo?

Ella aseguró la sábana alrededor de ella, sosteniéndola cerca.

– No importa. Sé adónde conduce esto y no voy a hacerlo.

La discusión no iba bien, determinó Jess. Ella estaba tensa, sus dedos se curvaban, sus nudillos se volvían blancos mientras estrujaba la sábana. Tenía una mirada obstinada en su rostro. Su boca mostraba firmeza y su barbilla estaba en alto.

– Sólo dime lo que decía.

– Había algo sobre la ayuda de campos eléctricos, y citó aquí, “control de filiación celular, el número de células, la posición y el movimiento, lo cual es relevante para todo el desarrollo embrionario, la regeneración, el cáncer y casi cualquier fenómeno biomédico que se pueda imaginar”. No quiero saber lo que esto significa en términos de tu biología, Jess. Sencillamente no puedes introducir electricidad en tu cuerpo. Puede matarte. Yo lo sé muy bien.

– O puede ser usado para salvar a alguien, como hiciste con Patsy.

Ella negó con la cabeza.

– No tendré esta discusión contigo. No. No me importa si te enfadas conmigo, no arriesgaré tu vida. No lo haré. Y deberías mantener a esos dos amigos lejos, porque ninguno de ellos lo hará tampoco -ella le envió una mirada que ardía sin llama, una furia controlada en sus ojos-. Voy a trabajar. Nunca, y quiero decir nunca, me menciones eso otra vez.

Ella se dio la vuelta para salir del dormitorio. La puerta se cerró de golpe, atrapándola en el interior de la habitación.

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