CAPÍTULO 12

– Bien, es hora, mientras me siento toda cálida y confusa hacía ti, para que me cuentes cómo corriste detrás de mí usando tus dos piernas. -Saber inclinó la cabeza atrás para contemplarle. No podía hablar de amor. No sin tener la impresión de que su corazón iba a ser arrancado.

– Es clasificado.

– ¿Es una broma? Vaya sorpresa. estás clasificado, Jess. Yo estoy clasificada. Por supuesto que cualquier cosa que te hayas hecho está clasificada también.

– Pero técnicamente, tú no estás en las fuerzas armadas porque no existes.

– Tienes mi archivo -señaló con un pequeño bufido de desdén-. Y también tú amiga.

– Lily. Lily Whitney-Miller.

Saber le dio la espalda y se quedó con la mirada fija en el agua efervescente.

– La hija del doctor.

– No empieces con Lily también. Lily me dio el archivo, no a la inversa. Y ella está intentando encontrar a las otras chicas, mujeres, con las que su padre experimentó. Ella salvó mi vida, Saber. La conozco y te digo que no está aliada con él.

– Qué afortunado para ti que estés tan seguro.

Su ceja se alzó rápidamente.

– Ese fue un comentario sarcástico.

– Apuesta a que lo fue.

– Si te consuela, ella tampoco confía en ti.

Saber se echó a reír.

– De verdad, eso me hace sentir mejor. Si ella fingiera aceptarme inmediatamente, me alarmaría -volvió a dejar caer la cabeza y la frotó contra su hombro-. ¿Qué te está haciendo? La hija del Dr. Whitney y el otro. ¿Qué están haciendo?

– El Dr. Eric Lambert -suministró-. Eric y Lily salvaron mi vida.

– ¿Y? -Apremió.

Él suspiró, pero realmente, si Whitney ya supiera de sus piernas, ¿qué importaba?

– Estoy en un programa experimental de biónica.

Ella se dio la vuelta, salpicando agua en todas direcciones.

– ¿Tú qué? Vi a la hija de Whitney… -Las palabras se desvanecieron-. ¿Lily Whitney te pidió que hicieras esto?

– No, ella no estaba involucrada del todo al principio. Eric y yo estábamos considerando la idea de usar los bionics externos con los que las fuerzas armadas están experimentando. Eric hizo algunos intentos acerca de un par de viejos programas de televisión y cómo era realmente posible tener bionics internos. Dijo que ya había estado intentando usar una ‘funda inteligente’ que recogiera y registrara movimientos de músculos existentes y usar eso para provocar movimiento en la parte apropiada, pero en teoría era posible regenerar o estimular nervios existentes, así los bionics funcionarían completamente con mi propio cerebro y mi cuerpo. La idea despegó de allí. -Él la atrapó por la barbilla cuando su mirada fija se apartó de la suya-. ¿Qué viste en la oficina de Whitney? ¿Qué ibas a decirme?

Ella cerró sus ojos brevemente, negando con la cabeza, no queriendo que él lo supiera, pero dándose cuenta de que no tenía alternativa. No si iba a mantenerle a salvo. Comenzaba a darse cuenta de amar a alguien era realmente difícil. Se escabulló lejos de él por si acaso, porque iba a tener que confesar que planificaba una ejecución premeditada. Si Jess la condenaba, si no podía entender, entonces no había esperanza en absoluto para ellos. Se quedó con la mirada fija en el agua efervescente.

– Whitney me dio órdenes de eliminar a un senador de Estados Unidos y a su esposa. Supe que tenía que escapar. No había modo de que Whitney me dejara ir. Finalmente me habría derribado o matado o readmitido, así que decidí que ya que era una asesina y la mejor forma de salvar la vida era matar a Whitney, tendría que hacerlo antes de escapar.

Le echó una mirada furtiva a su cara impasible. Jess esperaba en silencio, sin darle ningún indicio de en que estaba pensando o sintiendo. Ella se mojó los labios y se obligó a continuar.

– Conocía su horario en las instalaciones, así que esperé a que regresara. Siempre iba a su oficina a altas horas de la noche a trabajar. La seguridad era increíble y tenía sus propios guardias…, soldados realzados.

– ¿Cuántos crees que reciben órdenes de Whitney personalmente?

– Tal vez diez realzados. Tiene dos equipos que mantiene con él en todo momento. Viajan con él y responden directamente ante él para su uso personal y como protección. Tiene otros, pero son enviados a misiones por el gobierno. Los hombres que están con él son completamente diferentes.

Jess respiró bruscamente.

– Así que estás diciendo que además del equipo de Ryland y el nuestro, ¿hay otros?

– Al menos otros dos equipos que conozco seguro y luego los guardias de Whitney. Los hombres en los equipos no son tu enemigo, Jess. Están en la misma situación que tú. Son militares y realizan misiones encubiertas.

Él asintió con la cabeza.

– Continúa. ¿Qué viste cuándo entraste en su oficina?

– Tenía un par de archivos sobre su escritorio. Uno era un archivo de biónica.

Jess cambió de posición, sus ojos agudos y penetrantes.

– ¿Cuál era el otro archivo?

– El senador y su esposa. Mis blancos. Tenía una foto de ellos con un círculo de rotulador rojo y el archivo era muy grueso.

El único sonido era el flujo de los motores y el reloj haciendo tictac en la pared. La mirada fija de Jess se encontró con la de ella.

– ¿Pudiste leer los archivos?

Afirmó con la cabeza.

– Lo hice. Pensé que esperaría a que regresara, así que me coloqué debajo de su escritorio y pasé el tiempo leyendo. No regresó. Aparentemente había cerrado la oficina y había dejado la instalación para otro negocio.

– Saber. -Jess estudió su cara, sus ojos eran como los de un halcón, tan intensos que ardía a través de ella, excepto que eran fríos y distantes-. Los archivos del Dr. Whitney están encriptados con un código numérico.

Saber dejó salir el aliento lentamente, un escalofrío le bajó por la espina dorsal aunque estaba sentada en agua caliente.

– No me crees. -Cruzó los brazos sobre sus pechos, repentinamente consciente de su cuerpo desnudo. Había tirado la camisa a un lado, estaba en algún sitio, pero… Miró alrededor impotentemente.

– Él cambia el código todo el tiempo, pero siempre es numérico. Siempre.

Ella alzó la barbilla, y cerró la boca con un pequeño chasquido, pero se forzó a expulsar su cólera. ¿Cuántas veces había creído que él era su enemigo? No después de hacer el amor, pero aún así.

– No estaba en código, estaba escrito pulcramente en lenguaje claro y yo estuve bajo ese escritorio durante cuatro horas leyendo ambos archivos.

– Una de las razones por las que tenemos tanta dificultad por saber que está haciendo es porque tenemos que decodificar todo en su ordenador. Lily le conoce mejor que nadie, su cerebro incluso trabaja en patrones numéricos, pero aún así consume mucho tiempo.

Bien, ahora su temperamento estaba pateando. Golpeó la superficie del agua antes de poder detenerse, enviando una columna justo a la cara de Jess.

El agua se detuvo en mitad del aire, flotó allí y cayó de vuelta al jacuzzi. Hubo un pequeño silencio mientras ella le miraba fijamente.

– Joder, Jesse. -Había genuino temor en su voz-. ¿Por qué no puedo lograr hacer algo parecido? Es simplemente estupendo.

– No es tan útil como pensarías. Lleva demasiada concentración. Si cualquier otra cosa hubiera continuado sucediendo no habría podido hacerlo.

– Además de ser un ancla, eres un escudo también, ¿verdad?

Él arqueó la ceja.

– Nos estamos saliendo un poco del tema, ¿no crees?

Ella se encogió de hombros tan casualmente como pudo.

– ¿Cuál es el punto? Obviamente no voy a convencerte, así que cualquier cosa que diga es sospechosa, ¿verdad? Porque, sabes, tiene mucho sentido que Whitney envíe a un asesino para espiarte. Eso no es un desperdicio de un arma seria, ¿verdad?

Jess podía ver el daño crudo en sus ojos y no importaba cuan duramente intentara no dejarle llegar a él, su corazón estaba en serio peligro. Juró para sí mientras repentinamente comprendía la implicación de su pregunta.

– Saber, eres un escudo. Eso es por lo que en todos los meses que has vivido aquí, nunca he sentido una subida de energía. -Se golpeó la frente con la mano-. ¿Cómo puede escudar, pero no ser un ancla?

Ella se aclaró la voz.

– Él dijo que su obra maestra era defectuosa.

Jess cerró los puños y mantuvo las manos fuera de la vista. Tenía más sentido ahora, la manera en que ella podía matar y no sufrir repercusiones inmediatas y severas. Un escudo era raro. Podían evitar que un equipo entero fuera detectado. Podían escudar áreas de ataques de armas durante un corto tiempo. Whitney no la querría muerta. Pero si pensara que era defectuosa…

– Querría otro con el que trabajar -murmuró Jess en voz alta.

Los dedos de Saber se curvaron en el borde del Jacuzzi, como si fuera a escaparse, pero permaneció donde estaba, pareciendo más pequeña de lo normal, pero sus ojos eran desafiantes y su barbilla se veía terca y determinada.

Jess negó con la cabeza y se pasó los dedos a través de su pelo otra vez.

– Te envió a mí porque quiere otro. Hizo los preparativos para una vacante en la estación de radio y esperó que tragaras el anzuelo.

Saber se encogió.

– No me estás contando nada que no hayamos sospechado ya.

– Tiene un programa reproductor, Saber. Quiere bebés. Soy un escudo y un ancla, y aunque tú no eres un ancla, eres un escudo también. Sabe que nos sentiremos físicamente atraídos porque cuando estuvo ocupado agrandando nuestro código genético e incrementando nuestras habilidades psíquicas, se aseguró de eso. Está ocupado jugando a ser Dios otra vez.

Debajo del agua burbujeante, Saber presionó una mano sobre su estómago como si sintiera a un niño.

– No estoy segura de lo que estás tratando de decir.

– Estoy diciendo que si estás en lo correcto, él no querría recuperarte, no sin que estés embarazada.

– ¿Quiere que yo tenga un niño?

Mi bebé. Quiere que tengas mi bebé. Tiene que estar convencido de que nuestros rasgos van a aparecer en el niño, posiblemente más fuertemente que en nosotros.

Ella presionó su mano más fuerte.

– No usamos protección, Jesse. Ni siquiera pensé en eso. ¿Qué tan completamente irresponsable es eso?

Ella sonaba tan cerca del pánico, Jess se estiró hacia ella y la atrajo de regreso a él.

– Pensé acerca de eso, simplemente no me importaba. Si tienes a mi bebé, estoy bien con eso.

Saber sacudió la cabeza.

– Eso es una locura. ¿Ves lo que ha hecho? Nos está quitando todas nuestras opciones. No quiero quedarme embarazada y preocuparme cada segundo de si va a quitarme a mi hijo.

– Él siempre va a merodear por nuestras vidas, Saber. Whitney no va a irse porque queramos, sin importar si estamos juntos o si elegimos tener hijos.

Jess envolvió los brazos a su alrededor. Ella temblaba y él necesitaba confortarla del mismo modo que le decía la verdad tal como la veía.

– Está allí y siempre estará allí hasta que muera. Y aun después podrían haber otros trabajando con él sobre los que aun no sabemos nada.

Ella dejó salir un jadeo ahogado y él le acarició la parte superior de su cabeza con la nariz.

– Y esto me trae de vuelta a los archivos en su oficina. ¿Por qué plantaría algo en su oficina para que lo encontraras cuando sabía que te estaba enviando a mí? Porque si no estaba codificado, Saber, estaba allí para que lo encontraras y lo leyeras. Whitney nunca comete errores de aficionado. Quería que leyeras esos archivos.

– ¿Sobre biónica? Podría escribir todo para ti, cada detalle de ambos archivos, pero no tengo ni idea de por qué querría darme información médica.

– A menos que supiera que iba a tener una operación y necesitaba informarme a mí.

– ¿Qué dices, Jesse? ¿Piensas que estaba tratando de ayudar? Y eso querría decir que él sabía desde hace unos meses que ibas a tener la operación. ¿Cómo sabría algo así?

Sonaba asustada y su corazón dio bandazos. Ella estaba debajo del agua, sus pechos flotando invitadoramente, los ojos casi violeta con alarma. Las manos de Jesse se deslizaron por sus brazos.

– Ven aquí, cariño.

Quería sostenerla, consolarla, quitar el miedo de sus ojos y reemplazarlo con deseo. Le besó el lado del cuello, mordiendo suavemente su hombro. Deslizó la mano por su brazo para intentar dejarla enfrente de él.

Los ojos azules de Saber se oscurecieron. Se humedeció el labio inferior.

– Jess. Tenemos que pensar sobre lo que estamos haciendo aquí. Estamos atrapados en mitad de alguna telaraña gigante. Tengo realmente miedo.

– Ven aquí. -Tiró fuertemente de sus brazos para atraerla más cerca.

Esta vez vino a él, un poco renuente, pero se movió para quedar delante de él. El agua empujaba entre ellos, las burbujas feroces, efervescentes contra la piel, añadiéndose a la lenta acumulación de calor que se esparcía por el cuerpo de Jess. Manteniendo su mirada cautiva, le abrió las piernas y la atrajo encima de él, para que se montara a horcajadas sobre su regazo. Ella se sujetó, colocando las manos sobre sus hombros mientras él ahuecaba su trasero para atraerla sobre su cuerpo.

– Sé que tienes miedo de Whitney, cara de ángel, pero al final, sólo nosotros tenemos importancia. Él va siempre a ser nuestro hombre del saco, pero no le podemos permitir que nos impida conducir nuestras vidas. Esa es nuestra elección. No le dejamos regirnos o hacernos temer vivir la vida.

Los labios de ella temblaron y él se inclinó para besarla, capturando su labio inferior entre los dientes y pellizcando y tironeando juguetonamente. Todo el tiempo sus manos le acunaban el trasero, masajeando y amasándolo mientras las burbujas explotaban contra su piel desnuda. Ella meció las caderas, de acá para allá, un movimiento deliberado o compulsivo que rozaba la ancha cabeza de su polla. Cada vez que se deslizaba sobre la cabeza sensitiva, el cuerpo de Jess se sacudía con fuerza y se endurecía más.

Jess se inclinó hacia delante, mordisqueó su cuello y luego le excitó el lóbulo.

– Quiero que te sientes sobre mí, Saber, y que envuelvas las piernas alrededor de mi cintura. -Su voz era espesa, casi ronca. La necesidad por ella barrió sobre él rápida y furiosamente, un puño de lujuria que parecía construirse mientras observaba las burbujas crecer y romper alrededor de su cuerpo. Le besó toda la columna del cuello y la curva de su seno. El cuerpo de ella se estremeció mientras le lamía el costado del pecho y trazaba la curva con la lengua.

Todo el tiempo sus caderas se movían con ese ritmo constante que mantenía el calor pulsando por su cuerpo. La respiración de Saber se le atascó en los pulmones, los dedos se tensaron en sus hombros mientras las piernas amenazaban con fallar.

Jess se echó para atrás para mirarla a los ojos. La deseaba hasta que no podía pensar correctamente, no podía encontrar suficiente aire para respirar. La necesidad había aumentado fuerte y rápidamente cuando él ya debería haber estado saciado. Su piel era tan suave, completamente desnuda, brillando como si la mañana la hubiera cubierto de gotas de rocío como pétalos de rosa. Todavía manteniendo la mirada fija en la suya, se inclinó hacia adelante y lamió su piel aromática, respirándola mientras las puntas de los dedos comenzaban a explorar.

Saber jadeó y tembló bajo las caricias.

Él tenía que ir lentamente, no simplemente devorarla como quería hacer. Era toda una mujer, pero ésta era una experiencia nueva y aunque respondía ansiosamente, había una vacilación que le decía que estaba un poco asustada. Él nunca había sentido tal fiebre de absoluta necesidad. Le despedazaba por dentro quererla. Por primera vez en su vida, consideró que su control estaba en peligro. Su mirada fija cayó a sus pezones, las duras puntas rosadas. Sopló sobre ellos y se relamió los labios anticipadamente.

El cuerpo de Saber reaccionó con una sacudida. Los músculos del estómago se tensaron y las manos apretaron sus hombros y otra vez sus caderas se mecieron, deslizando la entrada caliente y mojada sobre la cabeza ancha de su polla. Él se estremeció, su corazón latiendo en reacción. Eso tampoco había ocurrido nunca, esa reacción en cadena de su cuerpo, mente y corazón deshaciéndose en un único deseo tan fuerte y ensordecedor que se convirtió en un dolor tan físico que estaba desesperado por el alivio. Nunca había estado tan duro, tan preparado para explotar.

El cuerpo de Saber estaba ruborizado, los montículos cremosos de sus pechos eran invitadores. Se inclinó hacia adelante hasta que su cara acarició la suave curva, hasta que pudo saborearla con la lengua. Ella jadeó, un suave gemido de placer se le escapó, desmenuzando el control de Jess aún más. La lengua se curvó sobre el pezón raspándolo antes de que su boca lo cubriera y empezara a amamantarse, usando los dientes para tironear y raspar suavemente hasta que los dedos de ella se hundieron profundamente y echó la cabeza atrás, arqueándose ante él.

Deslizó la mano por su muslo bajo el agua burbujeante. La mirada de Saber, vidriosa ahora con la excitación, saltó a su cara. Cambió su atención a su otro seno, intercalando provocativos pellizcos con largos lametones y caricias. Le cubrió el caliente y expectante montículo y ella saltó, oscureciendo los ojos con lujuria y dejando escapar un suave grito.

– Mírame a mí, nena -susurró cuando los párpados bajaron para cubrir su expresión. No quería eso, no lo tendría. Necesitaba ver su placer, necesitaba ver su deseo.

Esperó, la mano empujaba en su calor, su boca en su pecho hasta que ella abrió los ojos y fijó su mirada en la de él. Deslizó un dedo en sus apretadas profundidades. Ella gritó otra vez, con los ojos vidriosos. Curvó un segundo dedo dentro de ella, explorando el suave calor, rodeando su punto más sensible mientas las caderas empujaban con fuerza contra su mano. Empujó más profundo y los músculos se agarraron con fuerza alrededor de sus dedos, su pequeño grito sin aliento envió pulsos de fuego como relámpagos por todo su cuerpo directamente a su ingle.

Ella estaba en problemas. Reconoció que Jess estaba uniendo su cuerpo al suyo. Estaba en peligro de convertirse en adicta, obsesionarse con la necesidad de su toque. El placer barría a través de ella, y su cuerpo se tensó hambriento.

Jess atrapó sus caderas y la sujetó directamente sobre su duro eje. Ella podía sentir la ancha cabeza alojada en su apretada entrada. El fuego bajó por sus muslos y subió a su funda femenina. Todos los músculos se contrajeron. Él la mantuvo inmóvil.

– Adoro cuan receptivo es tu cuerpo al mío. Amas esto, ¿verdad?

¿Cómo podría no hacerlo? No parecía tener importancia lo que él hacía, a donde la llevaba, ella iba a seguirle, porque lo quería todo, le quería a él y al ardiente placer que podía darle. No había sabido que existía, pero ahora, cada vez que le miraba, su cuerpo iba a inundarse de calor y necesidad.

Manteniéndola inmóvil, la llenó lentamente, abriéndose camino entre los músculos apretados, suaves como terciopelo, el canal ardiente que le agarraba hasta estrangularle. Ella intentó moverse, intentó obligarlo a llenarla, pero él la sujetó firmemente y se tomó su tiempo, observándole la cara y el aturdido placer que ruborizaba sus rasgos delicados.

– ¿Sabes cuántas veces, de cuántas formas he imaginado tenerte así? -le preguntó él, su voz gruesa, casi ronca de deseo-. Quiero dormir envuelto alrededor de tu cuerpo, mis dedos dentro de ti, mi boca en tu pecho. Cuando estés en la cocina por la mañana no llevando nada puesto excepto mi camisa, quiero sentarte en el mostrador y devorar toda esa brillante miel caliente y especiada que espera por mí.

Su cabeza cayó hacia atrás con un gemido suave, sus imágenes eróticas brotaban claramente en su mente mientras él bombeaba profundamente dentro de ella, alojándose contra su vientres. Los músculos se tensaron aún más, su vientre se apretó, el cuerpo luchó por la libertad de montarle dura y rápidamente. Todo mientras las burbujas explotaban como diminutas lenguas en su sensitiva piel desnuda.

Jess se inclinó hacia adelante y se llevó un pezón a la boca con un mordisco suave, enviando olas de calor chocando a través de ella. Un pequeño grito escapó, y ella le clavó las uñas profundamente. Inundó a su miembro con líquido ardiente. Sosteniéndola en posición, la levantó y luego bajó su cuerpo mientras él empujaba hacia arriba, duramente. Ella jadeó mientras la llenaba, su miembro abriéndose camino entre los pliegues suaves, apretados, la fricción creaba un fogoso tango de sensaciones en el nudo sensitivo de nervios.

Ella apenas podía respirar mientras su cuerpo se tensaba y apretaba con fuerza, cada parte de su cuerpo ardiendo.

– No sé qué hacer. -Porque ella tenía que hacer algo o iba a volverse loca.

– Móntame, nena, solo eso. -Las manos le urgieron a un ritmo. La levantó por las caderas para dejarle sentir su polla, dura y caliente, deslizándose como acero, atravesando pliegues de terciopelo. Su aliento salió en ráfagas y los músculos de sus muslos ondularon bajo la avalancha de pura sensación-. Oh, sí, lo tienes -la alentó, deteniéndola poco antes de que se separaran. ¿Eso se siente bien?

Era asombroso cómo la estiraba, llenándola completamente mientras ella se movía en un lento descenso. Gimió suavemente cuando se empaló en su grueso eje con un movimiento largo, lánguido, induciendo tal placer que casi gritó. Jess levantó las manos para tironear de sus pezones mientras se conducía una y otra vez a través de su calor sedoso. Cada vez más dura y profundamente, enviando dardos de fuego por el cuerpo de ella.

– ¿Te gusta así de duro? -Sus ojos brillaban intensamente, oscuros con una mezcla de lujuria y amor inconfundible. Ella podía ver los músculos ondular, los dientes apretados mientras luchaba por el control, por mantener el paso lento y relajado mientras ella aprendía a darse placer con el cuerpo de él.

Ella sólo podía asentir con la cabeza mientras sus caderas ascendían, los músculos agarrándose y apretándose al derredor de él. Iba a destrozarla, desmontarla antes de que él terminara. Bajó otra vez mientras él empujaba arriba, otra lenta pulgada seguida de otra insoportable pulgada, matándoles a ambos con un disturbio de sensaciones que entraban a raudales a través de ellos. Nunca se había sentido tan lasciva mientras arqueaba su cuerpo para obtener un ángulo diferente, para sentir la gruesa longitud de él, tan dura como el acero, presionada contra su clítoris palpitante.

Sus pechos empujaron en dirección a él y él se inclinó para arañar con los dientes las curvas suaves. La electricidad chisporroteó, caliente y mojada desde sus pechos hasta su vientre como un rayo de fuego líquido a través de su corazón femenino.

Le metió una mano en el pelo y le besó la garganta hasta los labios, otra vez sujetándola quieta. Ella se estremeció, sus músculos apretándose, su cuerpo sujetándose fuertemente alrededor del de Jess, las paredes sedosas de su canal ordeñándole mientras él evitaba que sus caderas se mecieran. Ella echó la cabeza atrás, los ojos aturdidos y oscuros con el deseo.

– Eres tan hermosa -susurró él-. Así. Amándome. Eres tan condenadamente hermosa que hace daño mirarte.

Abajo, los muslos se tensaron en duras curvas, y luego él cambió el ritmo, absorbiéndola, hundiéndose profunda y duramente con exquisito propósito, construyendo el calor hasta que estuvo fuera de control. La respiración de Saber se convirtió en desiguales jadeos mientras el penetrante placer se crecía y crecía hasta que pensó que no sobreviviría. Se sentía como si se estuviera quemando viva de dentro a fuera, y si él no seguía llenándola, estirándola, ni no hacía algo para apagar el fuego pronto, no sobreviviría.

– Por favor, Jesse. -El suave grito fue arrancado de ella antes de que pudiera detenerlo. No parecía haber inhibición o autorrespeto. Sabía que estaba implorando, rogando por la liberación, pero el placer era demasiado, tenía que terminar pronto o iba a volverse loca. Su mente parecía haberse apagado enteramente, y su deseo por Jess Calhoun no conocía fronteras.

– Está bien, Saber, amor. Ve con ello. Déjate volar. Ven conmigo. Simplemente ven conmigo. -La agarró por las caderas y se zambulló más profundo, alojándose contra su vientre, hinchándose más grueso y más grande que alguna vez en su vida, y sus pelotas se volvieron apretadas y duras, sus muslos temblando.

Se movió otra vez, estableciendo un ritmo rudo, profundas y largas caricias que invadían y se retiraban, cada una más dura y más fuerte que la última mientras bombeaba en su carne caliente y húmeda. A su alrededor, su apretado y sedoso canal le agarraba fuertemente, ordeñándole hasta que la tortura erótica casi le estranguló con el placer. No podía detener los temblores, la explosión de los músculos tensándose mientras llegaba al clímax, el cuerpo de ella derritiéndose y ondulando a su alrededor.

Ella gritó, el sonido vibrando a través de su ingle mientras inundaba su funda apretada con calientes chorros de su liberación, mientras se hundía una última vez en ella, su grito ronco uniéndose al de ella. Saber colapsó contra él, cayendo encima de su pecho mientras el luchaba por arrastrar aire a sus pulmones ardientes. Ella yacía con la cabeza apoyada en su hombro, exhausta, una floja muñeca de trapo, el corazón le latía tan fuerte que no podía controlarlo.

– ¿Estás bien? -preguntó él suavemente.

– No. No voy a estar bien nunca más -dijo, diciéndolo en serio-. Jesse, estaba buscando normalidad. No creo que esto lo sea. Esto es obsesión, adicción, algo loco. Podríamos aniquilarnos.

El le frotó el cuello con la boca.

– Hay mucho más. Podría pasar días, semanas mostrándote más.

– No sobreviviría a más -dijo, sabiendo que tenía que tenerle una y otra vez. Y quería, incluso necesitaba, más-. ¿Qué me has hecho?

– Nada que tú no me hayas hecho. -Le acarició el pelo y esperó a que dejara de temblar, hasta que los pequeños temblores secundarios disminuyeran a pequeñas ondas-. Cualquier cosa que estés sintiendo, multiplicalo por mil, cara del ángel, y eso es lo que yo siento. -Apagó el motor-. El agua se enfría y vamos a convertirnos en ciruelas pasas.

– Bien -dijo, envolviendo los brazos alrededor de su cuello-. No hemos solucionado los problemas del mundo, pero justo en este momento, no me importa mucho. -Porque, ¿podría él creer realmente que ella le traicionaría si hacía el amor con ella tan completamente? Le besó la garganta y mordisqueó su barbilla.

Jess conservó sus brazos alrededor de ella, sosteniéndola junto a él.

– Has solucionado mis problemas más inmediatos, cariño. Pienso que necesitamos ir a la cama. Es casi la mañana y hemos tenido una noche completa.

Ella levantó la cabeza de donde estaba trazando la línea de los pesados músculos de su pecho con la lengua.

– No tengo cama ahora mismo. No voy a dormir en ese cuarto.

– Claro que no. Pensaba que compartirías mi cama.

Hubo un pequeño silencio y ella se apartó para mirarle. Muy lentamente se deslizó fuera de su regazo para moverse a un lado del Jacuzzi.

– Nunca he hecho eso antes. Acostarme con alguien. ¿No te hace sentirte vulnerable?

– No lo sabría. He tendido sexo con personas, no me acosté con ellas.

– Pensaste que ibas a casarte con Chaleen, ¿verdad?

El se encogió de hombros.

– Estábamos juntos, pero no sé que pensaba acerca del futuro. Tal vez al principio pensé que estaríamos juntos, pero al cabo de un tiempo, no lo empujé. Y no, no dormimos en la misma cama. Siempre tenía alguna excusa y ella siempre estaba encantada de aceptarla. Eso debería haberme dicho algo.

Ella alzó su ceja.

– ¿Tú crees?

La salpicó con agua.

– Puedes parecer presumida cuando quieres.

– Lo sé. -Realmente odiaba la idea de darle la espalda para salir del Jacuzzi. No le importaba estar desnuda, pero detestaba que le mirara la espalda. Por alguna razón, no podía superar la vergüenza, como si en cierta forma ella hubiera permitido la tortura. Se habían asegurado de que no los pudiera tocar, pero tal vez les podía haber asustado haciéndoles creer que les habría seguido la pista. Ahora que era mayor, eso era exactamente lo que haría, pero en aquel entonces, había estado tan asustada, y lo que quisieron de ella había sido repulsivo. Se había odiado a sí misma y a sus capacidades.

Esperó a que Jess se moviera primero a la escalera y luego a la plataforma antes de salir y asegurarse de que la silla estuviera colocada para que pudiera balancearse a ella. Alcanzó la camisa de Jess y se la puso encima.

– Chaleen estuvo aquí esta noche.

Él se enderezó en su silla, mirándola ceñudamente.

– Lo sé, Ken me lo dijo, ¿pero cómo lo supiste tú?

Ella intentó no parecer o sonar presumida, dado que acababa de acusarla de eso.

– Salí de reconocimiento esta noche y la vi. -Se estudió las uñas-. Pasé a tus guardias Caminantes Fantasmas supersoldados.

– ¿Pasaste a Ken y Mari? ¿A los dos?

– Fue un paseo por el parque.

Jess estudió su cara. Era obvio que decía la verdad.

– Ken mandó a freír espárragos a Chaleen.

– Si la CIA la envió, Jess, quiere decir que tienen sospechas de eres más que un SEAL, y si creen eso, ¿quien sabe quién más lo hace?

– ¿Piensas que un gobierno extranjero ha puesto a alguien a espiarme? -Se empujó con las manos, impulsando la silla a través de la casa hacia el dormitorio.

Saber le siguió a un paso más pausado, sujetando los bordes de la camisa juntos alrededor de ella.

– ¿No crees que es una posibilidad?

– Supongo. Pero creo que mi radar se habría disparado más pronto.

Saber aceleró y le atrapó, cogiendo su silla para detenerle. Esperó a que se girara para mirarla.

– Entonces, Jess, ¿qué ocurre si algo diferente está ocurriendo aquí, algo no sobre Whitney? Si, creo que él lo ha orquestado para que estemos juntos, pero ¿con qué propósito? ¿Simplemente para atraparme? ¿Por qué todos los problema de los dos viviendo juntos durante un año? Si él proporcionó la vacante de un trabajo y supo que iba a aceptarlo, ¿quién más pudo haberlo sabido? Entonces por qué no agarrarme inmediatamente antes de que llamaras a los otros Caminantes Fantasmas. Whitney tuvo que haber anticipado esa maniobra, ¿correcto?

– Sí. No hay ninguna duda en mi mente que quiere que tengamos un niño juntos.

– Pues bien, no tengo ninguna pista de por qué quiso que yo leyera esos archivos, pero esto repentinamente no se siente como Whitney. No sé por qué haría esto cuando no es lógico. Whitney puede ser un megalómano, pero tiene su lógica. Se cree un patriota. No va a darles a otros países los supersoldados, así que, ¿quién está filtrando la información? ¿Quién está buscando la confirmación de que estás realzado?

Jess negó con la cabeza, su expresión prudente.

– No es Chaleen. Su trabajo es averiguar que estoy haciendo además de trabajar para el Contralmirante Henderson en el NCIS. Mi equipo ha estado fuera en bastantes misiones para incrementar algunos rumores, especialmente después del incidente de Congo. El senador Ed Freeman estaba involucrado con eso. Él es de perfil alto. Tal vez tiene algo que ver con el Congo o con el senador.

Ella asintió con la cabeza.

– Era mi blanco. Él y su esposa. Whitney los quería muertos. Estuvo en un accidente reciente y se rumorea que está en coma.

– Recibió disparos en la cabeza y fue llevado a una posición sin revelar. Mantienen su condición muy en silencio, pero puedes apostar a que cada agencia de aquí al infierno y vuelta lo investiga y hay rumores y conjeturas acerca de un equipo luchador de elite. Dado que la CIA ya era sospechosa, tras la desaparición del senador, estoy seguro de que quieren respuestas. ¿Qué había en su archivo?

– Whitney le consideraba un traidor y los quería a ambos, al senador y a su esposa muertos. En realidad lo arregló para que yo pudiera asistir a una cena estatal y le estrechara la mano al senador. El plan era para que le indujera un ataque masivo al corazón, y cuando su esposa se arrodillara a su lado para hacerle la respiración cardiopulmonar, yo la ayudaría, el tiempo suficiente como para soltar un coágulo de sangre en su sistema. Entonces se suponía que desaparecería antes de que ella se derrumbara también.

– ¿Puedes hacer eso?

Ella era tan pequeña, pero mantenía tanto poder en su cuerpo delgado. Y era algo desconcertante pensar que había estado en su casa, que la había presentado a su hermana y a sus amigos, y nunca había sospechado que pudiera matar con un toque. La inocencia en sus ojos y los jóvenes rasgos eran toda la cobertura que realmente necesitaba. Nadie alguna vez sospecharía de ella. Como escudo, ni siquiera Violet, la esposa del senador, habría sabido que Saber era un asesina.

Saber se encogió.

– Te dije que podía.

El significado de lo que Saber le dijo le hundió. Había salido de casa en modo completo de asesinato.

– Te deslizaste detrás de Mari y Ken para matar a Chaleen, ¿verdad?

Ella había esperado que hubiera pasado por alto eso. Jess no pasaba mucho por alto.

– Alguien allí afuera te observaba. Temí que hubieran sido enviados para matarte, así que sí, pensé que podría hacer algo al respecto para protegerte, pero cambié de idea.

– Ken fue también.

Ella negó con la cabeza.

– Habría llegado demasiado tarde. Si la hubiera querido muerta, habría estado más allá de la ayuda cuando él llegó. Casi me pisó.

Jess negó con la cabeza, una lenta sonrisa de admiración escapó cuando sabía que no debería sentirse así.

– Él va a odiar esto.

– No se lo digas. No se lo cuentes a ninguno de ellos. -Agachó la cabeza-. No quiero que sepan lo que hago.

– Al final tendrán que saberlo. Eres una de nosotros. Trabajamos en equipo.

– Los asesinos no trabajan en equipo, Jesse. Salgo sola. Las órdenes entran y juego no importa qué parte, entro calladamente y salgo, y nadie alguna vez sabe que fue un golpe sancionado. Soy el arma que todos han estado buscando. Puedo eliminar a nuestros enemigos y nadie nunca podrá probar nada.

– Eso no invalida el hecho de que eres una de nosotros. Todos nosotros tenemos diferentes y letales capacidades, Saber. Entenderán.

– ¿Crees realmente que se me acercarán y estrecharán mi mano del modo en que lo hicieron antes? Estarán aterrorizados.

– No te temo, Saber -dijo Jess.

Ella levantó las pestañas.

– Bien, tal vez deberías.

Una sonrisa lenta suavizó la línea dura de la boca de Jess. El corazón de Saber dio bandazos. Se veía tan sexy. No era de extrañarse que se hubiera enamorado de él, lo habría hecho sin Whitney y sus feromonas.

– Dijiste eso antes. Me gusta vivir peligrosamente.

– Estás chiflado.

– Venga, nena. Vamos a la cama. -Le tendió la mano. Cuando ella puso la suya encima, él le besó la palma y la colocó en su hombro para poder maniobrar con la silla a través de los anchos corredores hasta el dormitorio principal.

Saber caminó con él.

– He estado pensando acerca de esta cosa con Whitney. Tenemos a él y al pervertido que se masturbó en mi habitación. Quizás estén conectados, quizá no, pero me inclino más hacia la teoría de que estamos perdiendo alguna pieza vital aquí, Jesse. Algo justo delante de nuestras narices.

Él no iba a descartar su radar, porque sentía lo mismo. Whitney no tenía nada que ganar raptando a Saber antes de que estuviera embarazada. No cuando se había tomado tantos problemas para orquestar el encuentro de los dos.

Su dormitorio era enorme, la cama de cuatro postes dominaba el cuarto. Era baja, construida así para facilitarle el bloquear la silla y deslizarse en la cama sin ayuda. El cuarto estaba siempre sorprendentemente limpio. Jess tendía a lanzar sus ropas sobre los respaldos de las sillas o encima de la mesilla de noche, pero todo lo demás estaba en su lugar.

– Siempre he estado intimidada por esta cama -dijo Saber, parándose dentro de la puerta-. Es enorme.

– No te dejaré perderte. Sólo tenemos que asegurarnos de que Patsy no irrumpa y te encuentre aquí o nos arrastrará a la iglesia más cercana y estaremos casados antes de que el día acabe.

– Ni siquiera digas eso. Patsy se emocionaría de atraparme en tu dormitorio. Tiene visiones de ti produciendo como diez niños o algo así.

Él se rió.

– Mi hermana sería la mejor tía en el mundo.

– Ella necesita tener hijos. Tú serías un gran tío.

La sonrisa de Jess se desvaneció de su cara.

– Estaba muy enamorada de David. No tengo ni idea de cómo decirle que su David murió por mi causa. Nunca pensé que mi trabajo o las elecciones que hice tocarían alguna vez a mi familia.

– Oh, Jesse. Oh Dios. -La mano de Saber hasta su garganta y luego salió disparada para abrazarse contra la pared-. Patsy.

Él se tensó ante tono, haciendo una pausa en el acto de trasladarse a la cama.

– ¿Qué es? ¿Qué está mal?

– Tenemos que ir a casa de Patsy ahora mismo.

– Saber, son las cuatro de la mañana. ¿Por qué?

Se mordisqueó el labio, frunciendo el ceño.

– Cuando Patsy estuvo aquí más temprano, no me gustó la manera en que su corazón latía.

Jess se enderezó inmediatamente.

– ¿Que quiere decir que no te gustó la manera en que su corazón estaba latiendo?

– No lo sé. Su ritmo era poco apropiado.

Él se veía ceñudo, feroz.

– ¿Algo está mal con el corazón de mi hermana y no dijiste nada?

– Intenté obligarla a ver a un doctor. No creía que tú supieras sobre mí. Tenía miedo de decir algo, pero planifiqué, cuándo salí, contarte en una carta que la llevaras al doctor.

– ¿Por qué revisaste su ritmo?

Su tono envió un escalofrío por su columna vertebral. Saber se agarró más fuerte a la jamba de la puerta.

– Alguien había dejado caer un dispositivo de escucha en el bolsillo de su chaqueta. Emitía un pequeño campo de energía y lo capté cuando estuve cerca de ella.

– Vayamos entonces -dijo Jess-. Me llevará algunos minutos vestirme.

Saber se apresuró a recoger unos pantalones vaqueros y una camiseta. Jess no se había alegrado de que ella dejara salir a Patsy sin decirle nada, pero no la había condenado por ello. Parecía que ella seguía pidiéndole que aceptara más y más de ella. Le habría advertido a Patsy, sin embargo. Le gustaba mucho y nunca se hubiera ido sin asegurarse primero de que Patsy supiera que tenía algo malo en el corazón.

La culpabilidad no se alivió mientras corría en busca de la furgoneta. Jess ya estaba en el garaje, rodando su silla hacia el ascensor para entrar. Le atrapó su mano extendida mientras ella brincaba para unirse a él.

– Lo siento, Jesse. Honestamente no sé si es una cosa menor que realmente no tiene importancia y nunca la dañará, pero simplemente no está bien.

– Entiendo. -Bloqueó la silla en su lugar y recorrió la mirada sobre ella para asegurarse de que estaba tranquila-. La cosa es, cariño, que Patsy significa mucho para mí. Si cualquier cosa le ocurriera… -Su voz se desvaneció y el motor de la furgoneta arrancó.

– Lo sé. Lo siento. Debería habértelo dicho antes. -Estaba triste por la vergüenza y la culpabilidad que la oprimían.


Él los perdió. Los había perdido. Todo se caía a pedazos. Tenía que reagruparse. Todavía podría salvar esto. Fue escaleras abajo al sótano y atravesó la sala. El cuarto de ella. Una vez que la tuviera donde pertenecía, su voz sería solo para él. Hablaría solo cuando él se lo permitiera, diría solo las cosas que quería oír.

Esposas colgaban del techo y la pared. Tenía todo colocado para ella, preparado para ella. Le amaría con el tiempo, amaría las cosas que él podría hacer con ella. Y sabría que él era el amo, el único para el que había nacido para complacer. Sería lo que él quería que fuera, viviría solo para él y para sus antojos, su placer. Succionó su aliento. Estaba tan cerca. Nadie alguna vez encontraría este lugar. No el lisiado, no los supersoldados, y seguramente no ése bastardo de Whitney.

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