Capítulo 11

– No sabes lo que le estás pidiendo, MaryAnn. La longevidad no es siempre algo bueno. La vida de un hombre de los cárpatos es extremadamente difícil. Puedes estar pidiendo algo que no desea.

– Entonces pregúntale. No le dejes morir simplemente porque sea un hombre.

Manolito suspiró. Ella tenía razón, pero aun así, no podía imaginar lo que era para un Cárpato conocer lo escasas que eran las probabilidades de encontrar a su compañera. Ella no había vivido siglos sola.

– Tendré que alimentarme, MaryAnn. ¿Ambas estáis dispuestas a contribuir? Porque no puedo hacer esto sin sangre. -Estaba desesperado por alimentarse. El mundo a su alrededor se iba apagando rápidamente. Él se estaba apagando. Cuando bajó la mirada a sus manos, estas estaban grises y volviéndose transparentes.

MaryAnn miró a los brillantes ojos de Manolito, viendo las diminutas llamas rojas y sintió su corazón saltar. Siempre olvidaba que no era humano, incluso cuando le pedía que hiciera cosas que no eran en absoluto humanas. Inspiró profundamente y asintió.

Manolito volvió su atención hacia Jasmine. La chica estaba sentada en el suelo, acariciando la piel moteada más para confortarse a sí misma que para mantener a Solange calmada.

– Creo que puedo hacerlo -agregó sin mirarle-. Dime qué hacer.

– Dame tu mano.

Jasmine extendió lentamente su brazo. Los dedos de Manolito se fijaron a su alrededor como un grillete. Los susurros comenzaron en su cabeza. Suaves. Insidiosos. La tentación mordiéndole.

Ella tragó e intentó soltarse de un tirón.

– Espera. Espera. Olvidé decírtelo. Estoy embarazada. ¿Esto hará daño a mi bebé?

Manolito dejó caer su mano como si le quemara. Su mirada se volvió negra obsidiana, su boca se congeló en una línea firme.

– No tienes derecho a ofrecer sangre, o luchar con jaguares. No, no tomaré tu sangre. Debes tener mucho cuidado para proteger al niño.

Antes de que Jasmine pudiera replicar, Luiz resolló jadeante y el jaguar cambió, los huesos crujiendo, el cuerpo se retorció mientras la muerte le alcanzaba.

MaryAnn soltó un suave y alarmado sollozo y se arrodilló, apoyándose sobre el ancho pecho para escuchar un latido. Inmediatamente comenzó la RCP [1].

– Haz algo, Manolito. No puedes dejarle morir.

Ella no tenía ni idea de lo que estaba pidiendo. El otro mundo estaba tan cerca. Estaba muerto de hambre. Agotado. Las sombras se movían por todas partes en la habitación. MaryAnn le miró con sus enormes ojos oscuros, tan confiados. Tenía mucha fe en él. Más de la que él tenía en sí mismo, con los susurros empujando al fondo de su mente y su propio cuerpo debilitándose. Parpadeó y se obligó a concentrarse.

Escúchame, hombre-jaguar, puedo hacerte cárpato. Nunca volverás a ser jaguar, aunque vivirás y podrás cambiar. Debes comprender que este regalo es uno oscuro. Si no encuentras la otra mitad de tu alma, con el tiempo perderás las emociones y los colores y vivirás sólo con los recuerdos. Necesitarás sangre para sobrevivir. Tendrás que vivir bajo las reglas de nuestro príncipe y jurarás tu lealtad y protección, tu misma vida, a él y a nuestra gente. Tendré tu vida en mis manos. Seré capaz de tocar tu mente a voluntad y encontrarte sin importar dónde estés. Si nos traicionas, te mataré sin remordimientos tan rápido como sea posible. Tienes la elección de ir a otro lugar y buscar la paz o permanecer en este mundo y continuar tu lucha.

Este no era un asunto menor. Sería responsable para siempre de cualquier cosa que Luiz decidiera hacer. Era una obligación que pocos hombres deseaban. Conocían los riesgos, y sabían lo que era cazar y matar a antiguos amigos. Permitió el acceso a Luiz en sus recuerdos, en aquel largo, y aparentemente corredor sin fin de oscuridad. No había modo de describir al hombre jaguar cómo sería; sólo podía mostrarle el desvanecimiento de las emociones, los siglos de caza y espera, dependiendo sólo del honor y luego de los recuerdos del honor. Fue tan honesto como fue capaz.

Aún no he acabado con mi lucha por salvar a mi gente.

Luiz estaba muy lejos, pero se aferraba a la vida. Extrañamente, cuanto más se retraía el espíritu de Luiz, más claro se volvía el mundo de sombras alrededor de Manolito. Las voces se hicieron más fuertes. La habitación se quedó quieta. Sombras de pieles tensas y bocas abiertas, con clavos afilados por dientes, se deslizaron por las paredes y el suelo. El hambre quemó y arañó, desgarrándole cada célula y órgano del cuerpo. Se sintió delgado y tenso más allá de la resistencia.

Manolito hizo un esfuerzo por concentrarse sólo en Luiz.

Ellos ya no serán tu gente. Tu sangre serán los cárpatos. Los jaguares te evitarán. Estate seguro de que entiendes en qué te estás metiendo antes de elegir.

No puedo permitir que los vampiros continúen acosando y cazando a mi gente tanto si mi sangre es cárpata, como humana o jaguar. Somos los mismos, luchando por encontrar una vida y vivirla bien. Elijo la vida.

Será doloroso. Muy doloroso.

Y MaryAnn sería testigo. ¿Cómo podía no asustarse a muerte? Todo en él se moría por parar, coger a su compañera e irse, pero era imposible hacerlo, no después de fundirse tan profundamente con Luiz, sabiendo la clase de hombre que era y la dura lucha que había llevado a cabo para salvar a su gente, para honrar a sus mujeres. Manolito no podía abandonarle al lamti ból jüti, kinta, ja szelem, el prado de la noche, nieblas y fantasmas, tampoco podía esperar mucho más o el hombre volvería solo medio vivo, como Manolito tenía la certeza de que le ocurría a él.

Elijo la vida.

Manolito puso una mano disuasoria en el hombro de MaryAnn para impedirle continuar la RCP. Simplemente se hizo cargo con su mente, manteniendo el corazón de Luiz latiendo y el aire moviéndose a través de sus pulmones.

– No puedo hacer esto sin sangre.

MaryAnn podía ver que Manolito estaba débil y pálido, su piel casi gris. Se tambaleaba de debilidad. Era aterrador estirar el brazo y ofrecer la muñeca, pero confiaba en él; incluso con las llamas rojas destellando en las profundidades de los ojos oscuros, confiaba en él con su vida.

Ignorando su muñeca, él la rodeó con su brazo y la acercó.

– Nunca podría hacerte daño, sivamet.

El modo en que la última palabra fluyó de su lengua resultó sensual y seductor. Más que eso, captó el significado en su mente. Mi amor. ¿Era su amor? ¿Ya sentía más que necesidad física por ella? Habiendo estado en su mente, se dio cuenta de que compartir recuerdos y la incapacidad de esconderse el uno del otro hacían la relación mucho más íntima de lo que podría haber imaginado. Si la estaba cortejando, estaba haciendo un buen trabajo simplemente siendo él mismo.

Fue a sus brazos de buena gana y acarició con la nariz su garganta. Él le inclinó la barbilla de modo que su mirada se encontrara con la de él y fuera capturada por ésta, para quedar hipnotizada y perdida en las oscuras profundidades de sus ojos. Perdida en la seducción de la severa necesidad y el hambre salvaje. Nunca intentó disfrazar o disimular lo que sentía por ella. El aliento se le atascó en la garganta. Su corazón se derritió curiosamente mientras el estómago se le volvía del revés y su útero se apretaba.

Este hombre podía ser suyo… era suyo. No le había reclamado. Ni siquiera sabía si podía vivir con él y con lo que era, pero le admiraba y le respetaba. Podía sentir el hambre golpeándole. La debilidad. Estaba desgarrado entre dos mundos, y permanecer en el de ella le consumía. Su sentido del honor hacia Solange, y hacia ella, sólo había incrementado su carga.

– Toma lo que necesites. -Sus labios susurraron sobre los de él.

Tentación. Oh, Señor, la tentación que sin querer le estaba ofreciendo. Su lengua fue una lima de seda sobre su pulso. Ella era cálida, seda viva en sus brazos. Nadie tenía una piel más suave. Sus emociones habían estado congeladas mucho tiempo en un profundo lugar de su interior, enterradas tan profundamente que creyó imposible saborear o sentir o conocer el placer que las formas de una mujer podían llevar al cuerpo de un hombre. Su tacto, el sonido de su voz, cada aliento, le habían despertado. Le había dado la vida de nuevo. La quería para siempre. Quería asegurarse que estaba siempre a su lado.

Tentación. Ahora sabía cómo se sentía y cómo sabía. Sabía que la tentación era una mujer y que tendría que usar cada onza de control para evitar llevársela a un lugar donde pudieran estar solos.

Sus dientes se hundieron profundamente, y el sabor y la esencia de MaryAnn flotaron desde ella hasta él, completando su cuerpo y su alma. Un sensual y ahumado sabor y tan MaryAnn. Los brazos se tensaron, y cerró los ojos para saborearla mejor. Al mismo tiempo, dejó que una mano vagara por las curvas del cuerpo hasta su pierna. Estaba acurrucada entre sus brazos, las piernas en su regazo, y podía encontrar fácilmente las lágrimas en su carne.

Nadie, hombre o mujer, debería ser capaz de hacer a un lado el dolor y funcionar, no sólo sentada, como estaba haciendo ahora, sino corriendo como había hecho esta mañana en la selva. El dolor debía haber entorpecido su pensamiento y afectado a su capacidad para manipular la energía. El dolor estaba allí en su mente. Lo sentía. Pero lo empujaba al centro de su cerebro con el que él no estaba familiarizado. Nunca había visto ese patrón antes. Él era un antiguo. Había usado a magos, jaguares y humanos como sustento una vez u otra, y como las especies se mezclaban, los patrones eran cada vez menos diferentes con el paso de los siglos. Pasó las manos sobre su muslo, una íntima exploración. Ella tembló en sus brazos, su cuerpo moviéndose intranquilo contra el de él.

Ella era suya

Sí. Era suya. Hecha para él. Moleada para él. Su otra mitad.

Fue hecha para ti.

Naturalmente que lo había sido, su cuerpo se curvaba así, suave y flexible seda caliente moviéndose entre sus brazos de modo que sabría cómo sería enterrar su cuerpo profundamente en el de ella, conducirlos a ambos al límite hasta el éxtasis.

Es tu derecho.

Tenía todo el derecho sobre su cuerpo. Le pertenecía, en cuerpo y alma, como él le pertenecía a ella. Podía disfrutar cuando y donde quisiera. La mano se deslizó a lo largo de su muslo, moviéndose hacia el calor… su calor… ella le pertenecía. Sabía exactamente lo que que la complacería, lo que la llevaría a un frenesí febril de necesidad sexual.

¿Por qué traer de vuelta al hombre-jaguar? Sólo se convertirá en vampiro y tendrás que cazarle y matarle como has hecho con tantos otros.

Era una locura plantearse el traer a otro hombre a su mundo cuando había tan pocas compañeras. Podía intentar robarle a MaryAnn.

Estuvo a solas con ella. Desnudo. Mostrándole su cuerpo para que te dejara. La desea. Hará cualquier cosa por apartarla de ti.

Todos los hombres-jaguar habían demostrado ser embusteros. Atraían mujeres y las mantenían cautivas, tratándolas brutalmente.

Él la tocó. Tocó a tu mujer. Vio tu marca, olió tu esencia por toda ella, aun así la tocó. Le viste colocado irguiéndose sobre ella. Estaba desnudo. ¿Qué crees que estaba intentando obligarla a hacer?

Ella le defendió. Dijo que le había salvado la vida.

Ella le desea. Hazla tuya. Tómala ahora. Toma lo que te pertenece. Átala tu lado por toda la eternidad.

No podía parar. Necesitaba esto. Estaba hambriento. Famélico. El hambre le volvía loco. Nada podía saciarlo salvo su compañera. La rica, caliente sangre estallando por su sistema con la urgencia de la droga más poderosa.

Necesitaba su cuerpo rendido al de él, todo calor y fuego, saciando el deseo que le tenía tan duro y caliente y más allá de cualquier preocupación salvo hundirse profundamente en ella. Quería oír su nombre gritado en una tormenta de deseo. Quería ver sus ojos volverse vidriosos por la pasión; quería oírla rogar para que se uniesen. Había esperado una eternidad en la oscuridad y el infierno, y ahora ella estaba aquí, en sus brazos, su cuerpo listo y preparado para el de él, su sangre confundiéndose con la propia.

Tómala. Es tu derecho. No puede rechazarte. Cualquier cosa que desees ella debe proporcionártela. Tuya. Tómala antes de que el jaguar la reclame. No puedes detenerte ahora que estás tan cerca. Toma lo suficiente para convertirla y ella no podrá dejarte. Los susurros crecieron. Las voces se unieron.

Por un momento, sus brazos apretaron posesivamente y su cuerpo la empujó hacia atrás de modo que la inclinó bajo él. ¿Para qué? ¿La tomaría allí mismo con Luiz yaciendo a su lado? ¿Con Jasmine y Solange allí como testigos de su locura?

Sí. Sí. Tómala ahora antes de que sea demasiado tarde y la pierdas.

El miedo creció en él. Miedo a no poder controlar la adicción a su sabor, a no detenerse… a no poder detenerse. Estaba enloqueciendo, e iba a herir a la única persona a la que había jurado cuidar. No debería estar escuchando, pero las voces eran insidiosas, metiéndose sigilosamente en su cabeza y alimentándose de sus peores miedos y sus peores rasgos.

Sus peores rasgos. Su necesidad de dominar. La necesidad de que ella le viera a él y a nadie más. La terrible necesidad de imponerle su voluntad, de modo que no sólo quisiera sino que necesitara todo lo que él desease. La quería en sus propios términos y sabía que podía controlarla a través de la relación sexual. Conocía sus deseos y fantasías, y sabía como obtener cada respuesta erótica. No por placer… suyo o de ella… sino por control.

No sólo se deshonraría a sí mismo y a todo por lo que había aguantado si tomaba su sangre y su cuerpo, si la llevaba completamente a su mundo, sino que arruinaría cualquier oportunidad que tuviera de ganar el afecto de MaryAnn. No era así como funcionaban los compañeros. Él era su compañero y lo sería en todo el sentido de la palabra.

Las voces se hicieron más altas, más persuasivas. Las sombras a su alrededor se agrandaron y crecieron. Cogió los brazos de MaryAnn, preparado para apartarla de él, pero ella se movió en su mente, una tranquilizadora calidez, una sensación de bienestar.

No es así, Manolito. Les oigo y hablan falsamente. Naturalmente que sientes que soy tuya. Soy tu compañera, soy la otra mitad de tu alma.

MaryAnn agradecía que Destiny se hubiera tomado el tiempo de explicarle el lazo entre los compañeros cárpatos.

Naturalmente que me quieres completamente en tu mundo. Están alimentándose de tus instintos, pero tú eres más fuerte que ellos. Nosotros somos más fuertes que ellos.

¿Puedes oírles? Estaba desesperado por que supiera que caminaba en dos mundos. Parecía tan inverosímil. Y aun así estaba rodeado por las sombras, las voces y el frío helado que no se podía sacudir, cuando un cárpato podía controlar la temperatura del cuerpo.

Claro que los oigo. No dejaría que se lo llevaran. Lo que fuera que estuviera pasando era real, no imaginario. Ella era una dura chica de ciudad, y podía manejar toda la basura que quisieran echarle a ella o a su hombre.

Su estómago dio otro pequeño vuelco raro. Ya estaba pensando en él como su hombre. Como fuera. No iba a abandonarle hasta que estuviera a salvo en la tierra de los vivos, sin vampiros y demonios merodeando.

Manolito intentó calmar su martilleante corazón y la oleada de sangre caliente que corría a través de su cuerpo directamente hacia la ingle. Lo bueno era que, con su cuerpo caliente, su suave piel y su total aceptación, ella había debilitado las voces lo suficiente como para dormir al demonio que se alzaba para reclamarla, y para dejarle razonar de nuevo.

Ella había sido consciente de sus pensamientos, pero no había luchado contra él, no le había apartado. Había esperado a que se aclarara, creyendo en él a lo largo de todo el procceso. Su fe le aterraba. ¿Y si le fallaba? ¿Y si el hombre que ella creía que era no existía? Le humillaba con su confianza en él.

Pasó la lengua por los pinchazos, esta vez con cuidado de no dejar marca. Una vez era suficiente, y se aseguró que aún estuviera allí para recordarle, en su ausencia, la conexión de sus almas. La sostuvo por un momento, con el corazón palpitando. ¿Habían sido las voces algo más que una tentación a hacerle daño? ¿Habían sentido aquellas sombras que ella estaba conectada a él y Maxim había intentado atraerla al mundo de las brumas, donde podría matarla?

– Déjame curarte la pierna. -No podía soportar ver aquellas marcas en ella, había estado sufriendo demasiado mientras él ayudaba a los demás. Los dedos se deslizaron sobre las magulladuras de la pantorrilla, la carne rasgada y el músculo expuesto por la herida.

– Pero Luiz…

– Le estoy manteniendo vivo. Permíteme hacer esto.

MaryAnn apretó los labios para no protestar, echando una rápida mirada hacia Jasmine y Solange, esperando que no fueran testigos de su reacción ante la atención de Manolito. Porque francamente, era sexual. En medio de la sangre y el caos, su cuerpo estaba haciendo cosas y pensando cosas que no debería. Solange yacía sin moverse, con los ojos cerrados, manteniendo la atención absoluta de Jasmine.

– Adelante entonces, pero date prisa. -La voz le salió estrangulada. Apenas podía pensar, y menos hablar, con sus dedos arrastrándose arriba y abajo por el muslo.

Él inclinó la cabeza hacia la pantorrilla, los dedos rodeando su tobillo para mantenerla inmóvil. El aliento se le quedó atascado en la garganta, mientras veía su sedoso cabello cayéndole como una cascada alrededor de sus hombros. Podía ver su perfil, las largas pestañas y el contorno de los labios. Era demasiado guapo para ser real. Levantó una mano hacia su propio cabello desgreñado. Incluso trenzado, intentaba convertirse en una masa salvaje. La acción atrajo su atención hacia las manchas de sangre de su blusa de seda.

Examinó con consternación sus realmente elegantes pantalones de vestir negros. Una pernera estaba rasgada y rota, el bonito dobladillo cortado en tiras. Bajo todo ello, su pierna tenía profundas marcas, tan profundas que el músculo se le salía por los tajos. El dolor explotó a través de ella, le robó el aliento y por un momento creyó que vomitaría.

– Manolito. -Pronunció su nombre con voz entrecortada, sorprendida ante el dolor que la quemaba. Las lágrimas inundaron sus ojos-. Duele.

– Lo sé, sivamet, puedo acabar con eso también. -Encontró interesante que en el momento en que su mente se había vuelto consciente de la herida, había sentido la carga entera del dolor punzante. Ya no estaba compartimentado en su cerebro, aislado de su yo consciente.

Manolito cargó con el dolor y comenzó la tarea de curar las heridas de dentro hacia fuera. Cuando las laceraciones estuvieron selladas y libres de toda infección, volvió a su cuerpo y se inclinó para inspeccionar la pierna. Ella cerró los ojos cuando sintió su lengua pasar sobre la herida como una caricia de cálido terciopelo.

Sabía que tenía un agente curativo en la saliva, y eso debería haber sido un “asqueroso” factor para ella, pero no lo fue. En vez de eso, un millón de alas de mariposa revolotearon en su estómago y sus músculos se tensaron. El calor pulsó entre sus piernas. Él estaba haciendo algo con las yemas de sus dedos, hacia arriba, en el interior del muslo, algo que amenazaba su cordura, pero antes de que pudiera perder la cabeza, él levantó la suya, con los ojos entrecerrados y empañados de deseo.

– Tenemos que concentrarnos en Luiz. -La voz ronca estaba pastosa por la emoción.

Ella asintió, incapaz de hablar.

– Dime qué hacer para ayudarte.

Los cárpatos no compartían a sus mujeres, y Manolito definitivamente era del tipo celoso, pero su corazón se compadeció de Luiz al percibir su aprensión cuando Manolito se inclinó hacia su garganta.

Intenta mantenerlo contigo, MaryAnn, para hacer su transición más fácil. Me temo que su felino es fuerte y no renunciará a él fácilmente. No fue fácil obligarse a sí mismo a pedírselo, pero ya estaba firmemente fundido con el hombre jaguar, y el sabor del miedo era amargo para un hombre que había luchado tantas batallas y trabajado tan duro por su gente. Manolito no quería que Luiz pasara de una vida a la otra en un estado de ansiedad. Se permitió a sí mismo unirse completamente para calmar al hombre, pero el felino sintió lo que estaba a punto de ocurrir y se enfureció.

Aún existirás. ¿Cómo podría ser de otro modo? Has sido parte de Luiz durante muchos años. Los dos sois el mismo. Esto permitirá que ambos viváis. Él ha elegido salvarte de modo que tú puedas salvar a tu gente. MaryAnn acarició el cabello del hombre, con dedos persistentes, acariciantes.

Ella toca a otro hombre.

El mismo hombre que estaba con ella antes.

Las voces eran demonios horrendos, diseñados para socavar su confianza en ella. Eligió mirar su mano, sentir su intención… confiar en ella en vez de en las voces. Sus dedos eran hipnotizantes, y Manolito sentía el toque en su propio cabello… en su propio cuero cabelludo. Los tres estaban fusionados a través de MaryAnn, pero estaba seguro de que ella no tenía ni idea de lo que hacía.

Estaba comenzando a figurarse lo que era ella. Sus capacidades eran diferentes a las de cualquiera que hubiera conocido. Reunía energía y la utilizaba tan automáticamente como respirar. Se extendía hacia aquellos que estaban a su alrededor, cualquiera que sufriera o sintiera necesidad de consuelo y… los leía… sin siquiera saber que lo hacía. Después reunía y procesaba la información sobre las personas, y sus problemas, utilizaba la energía para darles lo que necesitaba en modo de esperanza o consuelo.

Le daba a Luiz su compasión, tranquilizándole y calmándole, pero a Manolito le daba algo totalmente diferente. Compañerismo. No le seguía como él sentía que debía hacer una mujer; estaba a su lado, trabajando con tanta energía para protegerle y salvarle del mundo de las sombras en que vivía como la que él usaba para protegerla. Era simplemente una energía diferente y un acercamiento diferente.

Atrajo la vida, sangre y espíritu de Luiz y los tomó en sus manos. Cortándose la muñeca, dio la orden de beber, y Luiz, sumergido tan profundamente, no luchó. El jaguar soltó un rugido de protesta y luego permitió que MaryAnn lo calmara.

MaryAnn se mordió el labio y continuó acariciando el pelo de Luiz, intentando imaginar cómo mejorar la situación. No sabía que esperar, pero no quería que Jasmine estuviera cerca si algo malo ocurría.

– ¿Puedes ayudar a Solange a ir a la habitación? -preguntó, sin estar segura de si el jaguar estaba inconsciente o simplemente inmóvil.

La puerta se abrió de golpe y Riordan entró, con Juliette un paso atrás. Ella estaba obviamente frenética, empujando contra él para llegar hasta su hermana y su prima. Había marcas apagadas en el brazo y la mejilla izquierda de Riordan. Un tajo de sangre a lo largo del muslo. Juliette parecía ilesa, pero agitada. Un pequeño sollozo escapó cuando vio el montón de sangre en el suelo y las paredes, pero el cuerpo de Riordan la protegió de cualquier posible daño mientras asimilaba la escena.

– ¿Solange necesita más ayuda? -preguntó a Jasmine mientras se apartaba para permitir a su compañera apresurarse al lado de su prima.

– Tenemos que llevarla a una habitación y permitirle cambiar de vuelta a la forma humana -dijo Jasmine-. Está tranquila ahora, pero con dolor.

– Lo siento tanto. -Juliette estaba cerca de las lágrimas-. Intentamos llegar hasta aquí, pero nuestros enemigos están cerca. Deben haber averiguado nuestro lugar de descanso, y cuando intentamos alzarnos, nos atacaron.

Manolito lanzó una rápida y dura mirada a su hermano, para asegurarse de que el hombre no tenía heridas que necesitaran atención inmediata. Riordan negó con la cabeza para tranquilizarle.

– Jasmine y yo podemos llevar a Solange a su habitación -dijo Juliette-, mientras tú ayudas a Manolito.

– ¿Qué estás haciendo? -exigió Riordan, aunque ya lo sabía. Sólo que no quería creer que fuera verdad-. ¿Has perdido la cabeza? No podemos convertir a un hombre jaguar.

– ¿Por qué? -desafió MaryAnn-. No tenéis problemas convirtiendo mujeres. ¿No era Juliette humana con un poco de sangre jaguar añadida?

La mirada de Riordan fue rápidamente hacia su cara y luego bajo hasta enfocarse en su pierna desgarrada.

– ¿Riordan? -Jasmine atrajo su atención de vuelta a ella.

En ese momento su expresión se suavizó.

– ¿Qué pasa, hermanita?.

– Yo pedí a Manolito que salvara al jaguar. Si él no hubiera venido en ayuda de Solange, habría sido capturada o asesinada.

– Un mago viajaba con ellos. -Manolito facilitó la información, sus facciones estaban congeladas en lúgubres líneas mientras interrumpía la alimentación de Luiz-. Desentrañó las salvaguardas para permitir entrar al jaguar en la casa y luego entró tras ellos y agarró a Jasmine.

Juliette se giró, con la cara pálida.

– Oh, no, era una trampa después de todo. Nos temíamos eso cuando cogimos a un jaguar observando la batalla. Jasmine. ¿Estás bien?-Jasmine asintió.

– Pero no iba tras de mí. Creyó que yo era Solange. En realidad me llamó por su nombre. No reaccioné ni lo negué, pero iba definitivamente tras ella.

Manolito se sentó alejándose de Luiz y se pasó el dorso de la mano por la frente, dejando atrás una mancha de sangre.

– Luiz había sido contaminado por un vampiro. Los hermanos Malinov están poniendo en marcha el plan para obtener el control. Están destruyendo a la raza jaguar desde el interior, tal como hablábamos cuando éramos jóvenes. Están buscando la sangre real, pero no sé por qué. Creí que en Juliette o Jasmine al principio, pero Luiz me dijo que Solange es el objetivo. Un vampiro a colocado una compulsión en los hombres de la raza jaguar para capturarla y entregársela. -Envió a su hermano una rápida recapitulación de todo lo que había ocurrido.

Juliette negó con la cabeza.

– Solange es de sangre pura y de la línea real.

– Solange no puede permanecer en la isla -dijo Riordan-. Tenemos que llevarla al rancho tan pronto como sea capaz de viajar.

– No irá -dijo Juliette.

– Habló de ir -contó Jasmine-. Creo que podemos persuadirla.

– Subidla a su habitación -ordenó Riordan-. Voy a deshacerme del desastre de aquí y limpiarlo. Esta vez usaremos sólo salvaguardas nunca tejidas por magos.

– Quema al jaguar que maté. Estaba contaminado por el vampiro y es muy probable que pueda ser utilizado de nuevo -advirtió Manolito-. No quiero que nuestros enemigos le utilicen.

– ¿Qué plan? -preguntó MaryAnn, examinando la cara de Manolito atentamente.

Él permaneció inexpresivo, pero echó una rápida mirada a su hermano.

Fue Riordan quien contestó.

– Éramos muy jóvenes y nos veíamos a nosotros mismos como intelectuales. Creíamos que podíamos hacer del mundo un lugar mejor.

– Nos creíamos superiores a todos los que nos rodeaban-corrigió Manolito-. Todos teníamos cerebros veloces y reflejos rápidos. Pocos cazadores eran mejores que nosotros. Cuando nos sentábamos en el círculo del consejo, era siempre Zacarías el que se presentaba estrategias para las batallas. Siempre era uno de nosotros quien se las arreglaba para dar con las ideas que evitaran que nuestra gente se dirigiera hacia el desastre.

– ¿Qué ocurrió? -animó MaryAnn.

Manolito suspiró y se pasó ambas manos por el pelo.

– Ahora me doy cuenta de que los pensamientos de todo el mundo fluían juntos, inundándonos de información. Nuestros dones permitían a nuestros cerebros trabajar rápido para desarrollar las respuestas que necesitábamos. Con eso era con lo que contribuíamos al consejo, al igual que todo el mundo, que tenía algo de valor con lo que contribuir. Pero por aquel entonces creíamos saber la dirección que nuestra gente seguir, y no era la misma que había decretado Vlad Dubrinsky. Él era el príncipe entonces y nuestras mujeres tan pocas.

Riordan sacudió con la cabeza.

– Por aquel entonces había poca esperanza de encontrar una compañera. Pocos niños sobrevivían y ninguno era hembra. Todos podíamos ver que la extinción de nuestra especie estaba cerca. Era cuestión de tiempo. Muchos se resentían por ser liderados por murmuraciones de viejos y antiguos. Nos estábamos volviendo un mito junto con todos los demás… los magos, los hombreslobo y los jaguares. Había varias especies de cambiantes, pero la mayoría se habían extinguido, y lo mismo estaba ocurriendo en todas partes donde mirábamos.

– Queríamos salvar a nuestra gente, así que nos sentamos con nuestros amigos y trazamos planes para tomar el control. Teníamos que sacar a los Karpatü de las sombras de la extinción, y de vuelta al mundo. Cualquiera que siguiera a los Dubrinsky y luchara a su lado tenía que irse. Así que trabajamos con ideas sobre cómo podría hacerse.

– Eran debates intelectualmente estimulantes -añadió Riordan-. No pensábamos hacer nada con ellos. -Extendió las manos ante él y se las miró, como si pudiera ver la sangre de su propia gente en ellas.

– Fuera lo que fuera lo que pensabamos entonces -dijo Manolito-, los hermanos Malinov están implementando ese plan exacto.

– ¿Quiénes son los hermanos Malinov? -intervino MaryAnn.

Luiz se removió, los ojos se abrieron de repente, se le escapó un grito ahogado. Su cuerpo se retorció, los músculos se contraían y contorsionaban.

MaryAnn se inclinó sobre el cuerpo convulso con un pequeño sonido de angustia.

– No está funcionando, Manolito.

Manolito cogió a MaryAnn y la apartó del hombre-jaguar.

– Esto va a ser duro, aainak enyem. Él no querría que fueras testigo de su conversión.

Ella alzó la barbilla, mirando de un hermano al otro.

– No quieres que sea testigo de la conversión porque no quieres que sepa lo que ocurre -adivinó.

– Eso también -concedió Manolito-. Pero su cuerpo tendrá que expulsar las toxinas mientras el felino lucha por la supremacía.

– La conversión de Juliette fue extremadamente difícil -añadió Riordan.

MaryAnn mantuvo la mirada fija en la de Manolito.

– Francamente creo que puedo ayudarle con la transición.

Riordan negó con la cabeza.

– Nadie puede ayudar. Si pudiéramos, soportaríamos la mayor parte del dolor, pero no podemos, ni siquiera por nuestras avio päläterfül, la otra mitad de nuestras almas.

MaryAnn extendió la mano hacia Manolito. Él inmediatamente la tomó, enlazando sus dedos con los de ella.

– Puedo ayudarle, Manolito. Reconforto a la gente. Es lo que hago.

– Lo siento, mi amor -dijo lo más suavemente que pudo-. Es un riesgo demasiado grande. Ignoras tus dones y te fundes con la gente sin siquiera saberlo. No puedo arriesgarme a que puedas quedar bloqueada con él y que su cuerpo falle antes de que la lucha esté completa. No me arriesgaré eso.

– No eres tú quien se arriesga.

Algo oscuro y peligroso destelló en las profundidades de sus ojos. Un músculo se sacudió en su mandíbula, pero sus facciones permanecieron absolutamente inexpresivas.

– He dicho que no.

MaryAnn le frunció el ceño.

– Manolito, no puedes decirme lo que puedo o no puedo hacer.

Él se movió más rápido de lo que esperaba, su cuerpo fue un borrón mientras la envolvía en los fuertes brazos, tan fuertes que no hubo oportunidad de luchar. Antes de que pudiera pensar siquiera en objetar, él estaba entrando a zancadas en la casa. En toda su vida, nunca nadie la había dominado físicamente. Furiosa, le dio una patada, pero su fuerza era enorme y su voluntad de acero. No había modo de detenerlo.

– Lo siento, ainaak sivamet jutta.

Para siempre unida a mi corazón. Ella leyó eso en su mente mientras se deslizabana través de la casa hacia su habitación y la depositaba en la cama. Sus labios le rozaron el pelo en una caricia y la dejó, cerrando la puerta firmemente tras él.

Manolito permaneció fuera un momento, murmurando un hechizo de sujeción para mantener la puerta cerrada aunque ella consiguiera quitar los goznes. Era absolutamente capaz de tal cosa, si alguna mujer lo era. Iba a estar escupiéndole furiosa, pero por el bien de Luiz y de MaryAnn, prefería que no fuese testigo de lo que estaba a punto de ocurrir. Un zapato resonó contra la puerta, y luego un segundo. Sí. Estaba bien enfadada.

– Manolito, date prisa -llamó Riordan-. Esto va a ser malo.

MaryAnn oyó el urgente grito de Riordan a su hermano, cogió la almohada y la sostuvo contra su estómago, sintiéndose enferma. Había sido lella a que empujara a Manolito a salvar a Luiz, pero ahora los había abandonado. Luiz estaba solo, enfrentándose a una horrible ordalía. No sabía lo que era, pero sentía que sería traumático para él y para los dos cárpatos.

¿Nunca antes habían convertido a un hombre? Si nunca se había hecho, tal vez había una razón para ello. Una buena razón. Había sido una imprudente al empujarlos a ello. Enterró la cara caliente en al almohada, sintiendo las lágrimas arder. Luiz iba a sufrir, y de algún modo sabía que Manolito sufriría junto a él. Quería retener la furia ante su arbitrariedad al encerrarla en su habitación, prohibiéndole, como si fuera una niña pequeña, ser testigo del cambio, pero como una parte de ella seguía allí, con Luiz, con Manolito, y sentía su agonía, no podía contener su ira.

Entró en el baño y abrió el agua caliente en la bañera, necesitando relajar sus acalambrados y duros músculos. Su estómago estaba hecho un nudo. Captaba impresiones de convulsiones, del cuerpo de Luiz contorsionándose, retorciéndose en el aire y cayendo con fuerza. Podía percibir solo destellos y se dio cuenta de que Manolito le estaba impidiendo fundirse con él. Le había llevado un poco cogerle el truco a su conexión, y la mayoría del tiempo cuando lo intentaba simplemente no era muy buena. Pero ahora parecía imposible.

Inspiró profundamente y dejó salir el aire. No abandonaría a Luiz en esta etapa, no cuando más la necesitaba. Manolito estaba intentando escudarla y protegerla, pero lo supiera o no, él la necesitaba también. Se concentró en él. La sensación y la textura. Las capas de su mente. La intimidad del vínculo entre ellos… un regalo tan inesperado. Por mucho que le creyera arrogante, ahora le conocía mejor, la gentileza que escondía al resto del mundo. Ella veía su compasión mientras sostenía a Luiz, sentía como se había extendido para calmarle.

Sintió el felino arañar y desgarrar, luchando por sobrevivir, y luego la sensación desapareció. Dejó escapar el aire lentamente y continuó imaginado a Manolito sosteniendo al hombre-jaguar. Captó una pequeña onda de compasión de Riordan y Manolito y luego el felino de nuevo, la alarma creciendo hasta convertirse en pánico, intentando morder mientras se defendía a sí mismo del ataque de la sangre cárpato.

Cayó de rodillas, con el estómago revuelto. Gateó, sobre manos y rodillas por el suelo del baño, jadeando para respirar mientras el dolor la atravesaba en oleadas. Captó a Manolito sobresaltado al darse cuenta de que estaba con él, y una vez más la alejó con firmeza.

Había una agonía en estar sola, sabiendo que Luiz estaba sufriendo y Manolito la necesitaba a su lado. Sentía la necesidad, pero no podía hacer nada para ayudar a ninguno de ellos. Manolito había sido inflexible, sin darse cuenta, o tal vez si, de que le estaba pidiendo que fuera contra su naturaleza. Una vez más apartó el miedo y se concentró en Manolito, porque en ese momento en que había conectado con él, había sentido su lucha con el mundo de las sombras. Podía no ser capaz de llegar a Luiz, pero sí a Manolito. La conexión entre ellos era increíblemente fuerte.

Y entonces estuvo sólidamente en su mente, en la mente de Luiz, y vio por sí misma los verdaderos horrores de la conversión. La agonía que retorcía al hombre-jaguar mientras la muerte llamaba, mientras el felino luchaba. Manolito soportaba demasiado, experimentado tanto dolor como la naturaleza permitía. Ambos hombres estaban estoicos, cada uno completamente consciente del otro, Luiz intentando soportar todo con gran dignidad. Manolito esforzándose por ser compasivo y reconfortarle mientras permitía al hombre-jaguar su respeto. En ese momento, con las lágrimas corriéndole por la cara y el cuerpo retorciéndose en el dolor compartido de los hombres, supo que podría amar a Manolito completamente, con todo lo que había en su interior.

La atracción podía haber comenzado con algún antiguo ritual. Podía haber estado obsesionada físicamente con él, pero al final, había visto su verdadero carácter. Estaba abierto a ella mientras trabajaba sin descanso para ayudar a Luiz a entrar completamente en su mundo, y su corazón respondió del único modo que MaryAnn conocía… completamente.

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