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El sargento Trotter, inclinado, repasaba los cables telefónicos y preguntó a Giles:
—¿Hay algún aparato supletorio?
—Sí, arriba, en nuestro dormitorio. ¿Quiere que vaya a mirar allí?
—Sí, haga el favor.
Trotter abrió la ventana e inclinóse hacia el exterior, barriendo la nieve del alféizar. Giles corrió escalera arriba.