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Cristóbal Wren estaba en su habitación, y yendo de un lado a otro silbaba suavemente...
De pronto su silbido cesó. Sentóse en el borde de la cama y escondiendo el rostro entre las manos comenzó a sollozar... murmurando infantilmente:
—No puedo continuar...
Luego su expresión cambió, y poniéndose en pie enderezó los hombros.
—Tengo que continuar —dijo—. Tengo que acabar con ello.