Capítulo 37

– ¿Vienes?

– Sí, sólo un par de minutos, ¡y estoy contigo!

Finn-Erik conectó el enchufe en el móvil y pulsó un par de teclas. La pantalla del ordenador se llenó con el rostro de la pequeña Line. Sonrió, la nariz de la niña debía de estar a menos de diez centímetros cuando Mai le hizo la foto. La siguiente fotografía era de la rampa cerca del colegio; Finn-Erik recordaba que habían ido allí todos juntos un sábado hacía un mes, más o menos. Stig estaba sentado sobre el trineo, bajando la rampa a toda pastilla con el pelo volando al viento. Había perdido el gorro durante la primera bajada cuando se cayó del trineo, y no volvieron a encontrarlo hasta una hora más tarde, cuando un par de niños zozobraron en la nieve bajando por la rampa en su trineo y pusieron la nieve patas arriba. Se preguntó por qué Mai le habría enviado aquellas fotografías. La fecha indicaba que lo había hecho el mismo día en que murió. A las 02.34 horas.

Miró intensamente los números. 02.34. ¡En plena noche! ¿Sabía ya que iba a morir? ¿Acaso había llevado a cabo una especie de limpieza mental? ¿O era un intento de avisarle de que algo andaba mal? No conseguía encontrar la respuesta y cogió el móvil.

Las siguientes fotografías habían sido enviadas medio día más tarde. Pulsó un par de teclas, frunció la frente cuando vio aparecer una fotografía en pantalla, intentó aumentar la nitidez utilizando el zoom.

– Qué demonios… -murmuró y pulsó una tecla para ver la siguiente fotografía-. Pero… -dijo, y miró fijamente la pantalla.

Bodil Munthe apareció en el vano de la puerta a sus espaldas, y estuvo a punto de decir algo, pero se calló al ver aquella figura congelada, sentada en la silla. Se acercó lentamente, miró a hurtadillas por encima del hombro de Finn-Erik y vio en la pantalla la fotografía de un juego de naipes, un papel y un teléfono. Reconoció el papel y sin decir nada, miró de reojo la nuca de Finn-Erik.

De pronto el brazo de Finn-Erik se movió, y la impresora empezó a gruñir. Seleccionó el tamaño de la impresión, y Bodil Munthe volvió a salir sin que él se diera cuenta de que había estado allí. Se puso el abrigo y la bufanda y tosió sonoramente mientras avanzaba por el pasillo; empezó a hablar en cuanto cruzó el vano de la puerta del estudio de Finn-Erik.

– Hace frío esta noche -dijo ella y él se levantó y asintió mientras metía algo en una carpeta.

– Sí -dijo él-. Estoy listo para salir.

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