Capítulo 19

– Joe, tenemos otra referencia.

Mauser se acercó al gran mapa de carreteras que Denton había colgado en la sala de reuniones. Habían clavado alfileres con cabeza roja allí donde Amanda Davies había usado su tarjeta para pagar el peaje de la autopista. Mauser observó la hilera de alfileres mientras trazaba de cabeza su itinerario.

Jersey City, Nueva Jersey.

Harrisburg, Pennsylvania.

Columbus, Ohio.

La línea iba derecha a San Luis.

– ¿Dónde es la nueva?

– En la I-70 Oeste, en dirección a Cincinnati. Suponiendo que se dirijan a San Luis, deberían llegar a medianoche.

Mauser sintió una efusión de adrenalina. Todavía tenía fresca su conversación con Linda. Parker estaba huyendo. Aquel cabrón intentaba salirse con la suya.

– Al diablo -dijo-. Quiero estar en el aire dentro de media hora. Y otra cosa -miró a Denton a los ojos, bajó la voz. Miró hacia la puerta. Estaba cerrada-. No quiero que la policía de San Luis se entere de esto. Todavía no.

– Joe… -dijo Denton con aire preocupado-. ¿Qué vas a hacer?

La voz de Mauser parecía de granito. No había en ella ni un asomo de debilidad.

– Cuando encontremos a Parker, lo haremos a nuestro modo. No quiero ni oír hablar de procesamiento ni de extradición. Henry Parker se merece caerse con todo el equipo, y no quiero que haya nadie que amortigüe su caída.

– Joe -dijo Denton con voz implorante-, recuerda que hay otros factores. Las drogas, en primer lugar. Si Parker tiene información sobre el proveedor de Luis y Christine Guzmán, tal vez podamos matar dos pájaros de un tiro. Creo que deberíamos buscar el paquete y ver qué descubrimos.

Otra vez pensando en sus aspiraciones profesionales, pensó Mauser. Más casos para que el superagente Leonard Denton los resolviera. A la mierda. Si aquello significaba que Denton iba a esforzarse más, a considerar más posibilidades, sus ilusiones de grandeza podían aceptarse.

– Está bien -dijo Mauser mientras se ponía el abrigo y se dirigía a la puerta-. Antes de cargarnos a Parker le sacaremos todo lo que podamos.

Denton sonrió y recogió las llaves del coche.

– Tengo entendido que la «muerte de los mil cortes» está muy de moda. Te ayudaré a hacer la primera incisión.

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