Noventa y tres

Niki trata de abrirse paso entre los estudiantes que abarrotan la puerta del aula.

– Perdonad, por favor, ¡me han guardado un sitio delante!

No es verdad. O, mejor dicho, se lo pidió a Barbara y espera que su amiga se haya acordado. Pero apenas consigue superar un poco de gente y llegar a las primeras filas, los estudiantes se levantan al mismo tiempo y se dirigen a la salida casi arrollándola.

– ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?

Los empujones casi la hacen tropezar hasta que, justo cuando está a punto de caerse al suelo, una mano la aferra por debajo de la axila y la levanta, ayudándola a ponerse de pie y a recuperar el equilibrio.

– Gracias.

Ve la sonrisa de Guido.

– De nada… Te he visto. Dos tipos se han pegado por un sitio.

– ¿Están locos?

– Sí, pero es que además hay una nueva ocupación.

– ¿Otra vez? ¿Por qué?

– Bah, contra las nuevas leyes de recortes del ministro y porque, según parece, además está prevista una visita del papa. ¿Por qué le gustará tanto venir a la facultad? A mí me parece un auténtico coñazo…

Al final consiguen llegar a la salida sin que se produzcan nuevos incidentes. Niki le sonríe.

– No es cierto, la clase de literatura italiana es preciosa, el profesor

parece un poeta cuando menciona esas citas y da esos saltos temporales, establece unas relaciones absurdas… me parece genial.

– «Para conservar durante largo tiempo el amor de un amante es indispensable que nunca falten ni la esperanza ni el temor.» Émilie du Châtelet. ¿Ves?, yo las hago continuamente y no veo que me aprecies tanto…

– ¡No es cierto! Estoy aquí contigo…

– ¿Y eso qué tiene que ver? Sólo estás ahora aquí porque te he salvado la vida. Pero tengo una duda, ¿no te habría gustado que te aplastasen para que tu fotografía y tu nombre salieran después en todos los periódicos?

– Pero ¿de qué hablas?

– ¡Aquí todos quieren exhibirse! ¿Sabes lo que pagarían éstos por estar en «GH» en lugar de aquí?

– ¿«GH»?

– Sí, en la casa de «Gran Hermano»… o en «La isla de los famosos». En fin, en cualquiera de esos reality shows que te hacen sentir rico y famoso por un momento y que, a raíz de ello, te empujan a dejar a tu esposa o a tu marido, o a cambiar de trabajo. Sales de allí pensando que te vas a comer el mundo y, en cambio, al cabo de unos cuantos meses vuelves a ser un don nadie, mejor dicho, vuelves a ser la persona que eras antes y te sientes de nuevo insignificante…

– ¡Eh, eso es pura filosofía!

Guido sonríe.

– Pues sí… El ser y la apariencia en la sociedad moderna, de Guido Desio. No estaría mal como tratado, ¿verdad?

– No, es cierto. Sólo que me parece que tú estás demasiado al día sobre esos reality, ¿no será que te has presentado a alguna prueba?

– No, pero los he vivido en primera persona: mi ex quería entrar como fuese en «GH» y, como la rechazaron, montó un pollo increíble, cayó en una depresión y luego quiso intentarlo con todos: «La granja», «La isla de los famosos»… ¿Moraleja? Dado que al final no podía ser importante para el público, optó por serlo para el profesor… ¿Te das cuenta? Puede parecerte absurdo, pero a uno puede sucederle de todo con las chicas, porque las tentaciones de esta sociedad son infinitas…

– De nuevo el tratado Desio. En realidad yo creo que tu teoría puede aplicarse también a algunos hombres…

– Más en el caso de las mujeres…

Guido sonríe, pero Niki se percata por primera vez de que sus palabras traslucen cierta amargura, un disgusto sincero, el sabor del fracaso. Lo esperaba todo de ella. No hay nada peor que creer en una persona, en el amor, sobre todo, y lanzarte sin pensarlo dos veces… En un segundo pasan por la mente de Niki mil imágenes. Lanzarse desde un trampolín con los ojos cerrados… a una piscina vacía. Y ese extraño ejercicio que hacen en el gimnasio en el que uno se deja caer hacia atrás mientras otro, que está a sus espaldas, debe cogerlo… Cierras los ojos y te lanzas demostrando que confías en tu compañero, pero ¿y si por casualidad éste se mueve de repente porque, pongamos por caso, alguien lo llama?… «Eh, amigo, ven aquí un momento.» Y el tipo en cuestión se va sin advertirte y alza las manos en el preciso momento en que tú te dejas hacia atrás. Niki entorna los ojos… ¡Madre mía, menudo batacazo! En realidad, alguien ha volcado al suelo un banco de madera. Un chico se levanta masajeándose las nalgas.

– Ay, qué daño… ¡Qué caída tan tonta!

– Ya te he visto… ¡Estabas en la ventana con los pies apoyados en el respaldo y te resbalaste! -Se aleja riéndose con sus dos amigos, ¡sobre todo porque el porrazo no se lo ha dado él!

También Guido se echa a reír.

– ¡Vaya susto te has llevado!

– Sí… Madre mía, menudo golpe se ha dado… Si me hubiera ocurrido a mí, me habría quedado tiesa.

– No… Pareces una persona muy atlética -Guido observa su cuerpo, pero sin segundas intenciones-. Lo digo en serio, es más, me gustaría retarte… ¿Te apetece?

– ¿Retarme, a qué?

– Es una sorpresa… ¿Te apetece o no?

Niki reflexiona por un instante. Hoy no tiene que hacer ningún Preparativo para la boda y la clase se ha suspendido. Quizá podría ir a casa a estudiar… Guido comprende que titubea.

– Venga, no es nada peligroso… Vendrán también Barbara, Luca, Sara y Marco. Vamos, no lo pienses más, nos divertiremos sin correr ningún riesgo.

Niki se deja convencer.

– Vale.

De manera que se encaminan hacia la salida de la facultad hablando de sus cosas. No corres ningún riesgo… ¿Qué habrá querido decir?

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