Capítulo 11

Kate bajó la vista a sus manos cuando todos los ojos se volvieron hacia ella. Para Jackson, Kate Drake tenía una inconfundible cualidad regia. Era la más tranquila de las hermanas Drake, un poco tímida y raramente atraía la atención hacia ella. Adoraba los libros y lo que más, acurrucarse en casa durante un día borrascoso con su familia. Eso y a Matt Granite, el duro y tosco ex-Ranger que daba la casualidad que era su novio.

– Jackson y tú sois lo bastante fuertes como para protegerme de cualquier cosa que temas, Elle -dijo ella, su voz era tranquilizadora y confiada. Caminó hasta la ventana y miró fuera sobre el mar. A lo lejos podía ver las guedejas de pesada niebla oscura retrocediendo-. No haré nada que no quieras que haga, pero, cariño, está muy claro para mí que cuando Jackson deja tu mente, ese hombre, ese enemigo, encuentra un camino.

Elle frunció el ceño y se masajeó su garganta contusionada.

– ¿Pero cómo? No entiendo cómo puede controlarme de esa manera. -Cómo estaba poseyéndola de alguna manera, avanzando lentamente dentro de su mente y violándola de nuevo. Podía sentir el toque de sus manos, la manera que eligió para herirla, el modo en que se burló de que eso pudiera darle placer. Ella no habría querido que Jackson oyera eso, que lo supiera o sintiera, no obstante, él lo sabía.

Miró a Jackson con la desesperación en los ojos, sintiéndolo con un temor terrible en su corazón.

– Lo siento tanto -murmuró.

– ¿De verdad crees que yo te culparía alguna vez de las cosas que él te hizo? -dijo de pronto en voz alta Jackson, temblando de rabia antes de poder contenerla. Hizo un visible esfuerzo con conseguir dominarse, soltando el aire y sepultando su cara en el cuello de ella durante un buen rato-. Stavros Gratsos no tiene nada que ver con lo que hay entre tú y yo y nunca lo tendrá. No sabe lo que es el amor, o el placer o dar y compartir el cuerpo de uno. Quiere poseerte y controlarte, obligarte a ser todo lo que él decida por ti. -Pudo haber forzado tu cuerpo a que reaccionaras a él, Elle, pero nunca te tuvo. Él nunca tendrá la autentica tú-. Eres mi corazón y mi alma, nena, y todo lo que él hizo era cosa suya y no tenía nada que ver contigo.

– Puedo hacer un intento -dijo Kate-. Me gustaría ayudar.

Elle respiró hondo y sacudió la cabeza con pesar. No era lo bastante fuerte como para proteger a Kate del trauma emocional de lo que le había pasado a ella y no estaba por la labor de dejar a su dulce hermana experimentar a un hombre tan depravado como Stavros. Jackson la había salvado.

Te salvaste a ti misma haciendo aquel salto de fe. Confiaste lo suficiente en mí como para entregarte a mí totalmente. Y Jackson había sido humillado por la fe de Elle en él. Después de todo ella había estado acabada, a pesar de eso había creído en él lo bastante como para abandonarlo todo y ponerse en sus manos. Él le besó la coronilla, intentando no espachurrarla en sus brazos. Tenía la necesidad de aferrarse a ella con todo lo que él era, con cada pizca de su fuerza, y albergarla y protegerla, asegurarse de que nada pudiera jamás tocarla de nuevo.

Elle se removió, apretándose más contra él, pero no respondió. Su mente se movió contra la suya, un calor, él tenía un sentimiento que le consumía y que le era desconocido. Amor. Sentía como si el amor inundara su mente.

– Todos necesitamos descansar -dijo Ilya-. Deberíamos volver a la casa Drake y dejar que Jackson y Elle dispongan de un poco de tiempo para recuperarse antes de que tomemos cualquier decisión. Kate, antes de que hagas cualquier cosa, tienes que discutirlo con Matt.

La barbilla de ésta se elevó.

– Puedo ayudar a mi hermana sin consultar a mi novio, Ilya.

Él alzó la ceja.

– ¿De verdad? No cuando corres el riego de consumir tus propios dones.

Joley lo miró frunciendo el ceño.

– Ya es bastante malo que quieras darme órdenes a todas horas, pero te juro, Ilya, que te estás convirtiendo en otro Jonas. No le digas a mi hermana lo que tiene que hacer.

Ilya le agarró la barbilla con la mano y se inclinó para rozar un beso en su boca vuelta hacia arriba.

– Créeme, cariño, el mantenerte del todo a raya, nos tiene ocupados tanto a Jonas como a mí. Es un trabajo a jornada completa para nosotros.

Elle trató de sonreír cuando el choteo comenzó. Ilya había apartado con éxito la atención de aquella, pero ahora ella podría darle vueltas a lo que había pasado mientras miraba la habitación en derredor y veía la lámpara rota y el mobiliario volcado. Sentía cada contusión y su garganta estaba dolorida. ¿Estaría dejándole a Stavros tener acceso a ella simplemente con estar pensando en él? ¿Le estaría permitiendo entrar en sus pensamientos y su mente? De ser así, ¿cómo podría ser posible detenerlo? Él le había hecho cosas terribles, cosas que no podía evitar recordar con vivo detalle. Y lo que era peor, ¿y si ella estaba claramente loca y nada de todo esto era real? Le estaba pidiendo a Jackson que creyera en ella, pero ¿podría estar su mente tan histérica que estuviera de alguna manera haciéndose esto a sí misma?

¡No! Yo también le sentí. Y Bomber sabía que él estaba aquí. Pienso que él tiene acceso siempre que mi mente deja la tuya. Estás demasiado destrozada en este momento, tu barrera natural está fragmentada y él esperara hasta que estés indefensa y entonces se verterá como el lodo que él es.

Otro hombre había atacado a su mujer delante de él. Si Gratsos hubiera podido, la habría violado para demostrarle que ella no tenía ningún control, que ella no era nada y que él podría conseguirla cuando le diera la gana. La rabia estaba viva, respirando como una entidad profundamente en su interior y Jackson la respiraba sin cesar, forzando su mente fuera de aquel lugar oscuro donde él había vivido a lo largo de tanto tiempo. Lo que Gratsos no comprendía era que Elle era mucho más poderosa que lo que el magnate naviero podría concebir en toda su vida. Y combinada con Jackson, cuando ella tuviera el total de su fuerza de vuelta, estaba seguro de que Gratsos no tendría ninguna posibilidad. Mientras tanto, tenía que mantenerla segura.

Era sorprendente como podía Elle ovillarse tan pequeña como una pelota. Ocupaba muy poco en su regazo y se sentía pequeña y ligera en sus brazos. Quería estar a solas con ella.

– Tal vez deberíamos dejar descansar a Elle -concordó con Ilya. Jackson estaba ocupado examinando el daño causado a Elle tratando de hacerlo sin que fuera obvio. Gratsos estaba furioso con ella. Había querido hacerle daño y así lo había hecho. Ella estaba estremeciéndose e intentando ocultárselo a su familia.

Libby cruzó el cuarto para plantarse delante de ellos.

– Sé que no quieres que yo sienta algo que te pasó a ti y lo respeto, Elle. Pero soy médico así como tu hermana, y puedo curar.

– Ya lo has hecho. Puedo decirte que mis heridas ya están mejor -dijo Elle en voz bajita, sin alzar la vista. Se arrebujó aún más en Jackson.

Libby suspiró.

– Esto no está lo suficientemente bien, cielo. Hay cosas que tengo que comprobar y tú lo sabes. No podemos esperar. No creo que necesite tocarte, a menos que encuentre algo. -Ella esperó. Elle permaneció silenciosa y Libby se acercó un poco más con calma a su hermana y mantuvo las palmas de sus manos hacia afuera empezando en lo alto de la garganta, como si fuera una máquina de rayos X. Muy despacio pasó hacia abajo sus manos por el cuerpo de Elle, sobrevolando durante mucho tiempo cerca de su ingle.

Elle podía sentir el calor que manaba en ella. Curvó sus dedos alrededor de Jackson y aguantó. Era humillante para ella el no haber podido parar a Stavros, había logrado secuestrarla y someterla a un mes de tortura y violación. Ella no podía ni imaginar a las mujeres que habían sido tomadas y usadas como esclavas sexuales durante meses y años seguidos. Qué desesperadas tuvieron que sentirse, qué pequeñas e insignificantes. Qué avergonzadas.

Déjalo, nena. Ellas no tienen ningún motivo para sentir vergüenza y tú tampoco. La gente que hace este tipo de cosas a otros es quien debería sentir vergüenza. Jackson le rozó la cabeza con besos.

Libby dejó caer la mano, tambaleante y Sarah envolvió su brazo alrededor de la cintura de su hermana.

– No hay ninguna enfermedad, ni embarazo, y curé los desgarros y contusiones como mejor pude sin tocarte, Elle -susurró Libby con voz ahogada. Se alejó recostándose pesadamente contra Sarah.

Las hermanas de Elle se juntaron alrededor de Libby mientras se ponían en marcha hacia la puerta.

– Estaremos de vuelta para hacer otra sesión de curación y esta vez, seremos mucho más minuciosas -prometió Sarah-. Ilya llevarnos a casa. Sabes que eres bienvenida si quieres venir.

– Aún no puedo. Dadme otro par de días -suplicó Elle-. Estaré más fuerte y luego tal vez Kate pueda ayudar un poco y yo pueda ocuparme de la casa.

Jackson miró en torno a su casa, a la sutil diferencia en las paredes. No quería creerlo, pero comenzaba a pensar que tal vez la casa de las Drake se desplazaba.

– No te preocupes, Sarah -le prometió Jackson-. Cuidaré bien de ella.

Sarah asintió con la cabeza, sus ojos se encontraron con los suyos.

– Creo que lo harás, Jackson. Gracias por lo que hiciste.

Jackson vio a las hermanas Drake seguir a Ilya afuera. Inmediatamente la tensión se drenó de Elle. Casi se volvió lasa en sus brazos.

– Estuve tan asustada por ti. Aterrorizada. -Elle presionó la cara fuertemente contra su pecho-. Arriesgaste tanto. ¿Y si él hubiera entrado en tu cabeza? ¿Y si él pudiera causarte dolor, o incluso matarte, Jackson? Eres tan imprudente.

Él acarició su pelo húmedo, sólo parcialmente desenredado.

– Yo sabía que él no podría. A mi me diste la bienvenida. Me invitaste. Él es un intruso y no tiene cabida. Ya no tienes fe en tus propias habilidades, Elle, porque piensas que éstas te fallaron, pero tú todavía eres fuerte.

Un pequeño estremecimiento la atravesó.

– No fui lo bastante fuerte como para impedirle entrar.

– Déjame mirarte. ¿Cuánto daño te hizo? -La alzó separándola de él, y la obligó a quedarse de pie en el suelo.

Podía ver las manchas de huellas de dedos en su garganta. Tiró de la parte superior de la camisa bajándola más. Las contusiones oscuras creaban un patrón a través de la pendiente de sus pechos y se apreciaban señales de dientes apenas visibles. Ella todavía estaba aferrada a la mente de Jackson, a la espera de su retirada, esperando su reacción, así que él no le proporcionó ninguna, apisonó el crudo filo de violencia que había sido una herencia por parte de su padre. Era paciente y encontraría y mataría a Gratsos, pero ahora mismo, Elle necesitaba consuelo y Jackson estaba decidido a facilitarle todo lo que ella necesitara.

– No es tan malo. El muy bastardo. Y fíjate bien que esta vez no lo llamé jodido bastardo. Estoy aprendiendo.

Ella sonrió como él sabía que haría.

– No creo que comprendas completamente el concepto de lo que quiero decir. -Acarició la cabeza a Bomber y le restregó las orejas-. Eres un perro tan bueno. Gracias por tratar de salvarme.

– Tal vez podríamos usar eso -dijo Jackson de repente-. Voy a hacerte un té al modo tradicional y a terminar con tu pelo mientras pienso sobre ello.

– ¿Sobre qué? -Le observó recoger las tazas de té y llevarlas a la cocina, yendo tras él pisándole los talones-. ¿En qué estas pensando?

– Bomber y sus instintos. Obviamente reconoció la energía psíquica de Gratsos mucho antes de que lo hiciéramos nosotros. Cada vez que tú has estado en problemas, él se ha puesto antes en alerta. No me percaté de inmediato, pero esto es lo que él hace. -La echó un vistazo por encima del hombro-. ¿Tienes hambre?

Ella sonrió otra vez, esta vez sus ojos se encendieron. Había estado alterada por no querer que sus hermanas tuvieran que curarla, pero estaba agradecida a Libby. Se había sentido tan sucia, y Libby la hizo sentirse entera otra vez, no por completo sucia y usada.

– Jackson Deveau, vas a ser todo un empleado doméstico para mí. En realidad no eres tan mal encarado después de todo.

Él sonrió abiertamente, un poco avergonzado.

– Soy un mal encarado total. No vayas a arruinar mi reputación por ahí.

– Mis hermanas lo apoyarán. Se calientan para sus adentros cuando me gritas.

Sonaba engreída, y bromista. A él le gustó esto. Le proporcionaba una sensación cálida en el hueco del estómago. Siempre se había preguntado lo que una persona solitaria como él haría con una mujer permanentemente a su alrededor; ahora sabía que la quería con él.

– Te estoy leyendo el pensamiento -le recordó ella, entrando descalza en la cocina embaldosada-. Háblame sobre tu gran plan.

Él suspiró y la cogió en brazos, depositándola sobre la encimera junto a él mientras guardaba en su sitio los comestibles que Inez les había traído. Sostuvo en alto varias bolsas de la fruta favorita de Elle desecada: la mandarina.

– Esa mujer es tan dulce a veces.

– Nunca pensé que te oiría decir eso de Inez. No te hablas con ella.

– Me hablo con ella. -Él se aclaró la garganta y apartó la mirada, un apenas perceptible rubor ascendió por su cuello-. Me trae comestibles a veces.

– ¿Sin que se los pidas?

Él se encogió de hombros y sacó los ingredientes para hacer bocadillos.

– Jackson. -Elle esperó hasta que la miró-. ¿Por qué te trae comestibles?

– No lo sé. Le digo que no es necesario, pero ella piensa que me lo debe o algo así.

Podría decirse por su rubor y renuencia que realmente estaba avergonzado. Elle se movió en su mente. Alzó la ceja.

– ¿Le prestaste dinero?

– Maldita sea, Elle. No lo digas en voz alta. Nadie lo sabe y no se lo presté exactamente a ella. Es una mujer muy orgullosa y constantemente está ayudando a la gente. Demasiado. Insistió en mantener la galería de arte de Frank Warner abierta. Él va a salir de prisión cualquier día de estos.

– ¿Cómo puede ser? No ha pasado ni siquiera un año completo. -Elle se quedó pasmada. Frank Warner había permitido que la gentuza rusa usara su galería de arte para pasar de contrabando artículos ilegales y blanquear dinero. Ella lo había compadecido un poco ya que él no sabía a lo que le estaba facilitando la entrada, pero por su afán de dinero, él había permitido que una horrible bomba entrara en el país por la ruta abierta por el contrabandista.

– Sólo fue condenado a tres años y consiguió reducción de condena por buen comportamiento. Inez contribuyó muy decisivamente a que él recibiera la sentencia más corta posible. Frank era tremendo con la caridad y echando una mano en las colectas de comida locales así como con los programas para los niños de la escuela, los zapatos, los viajes de estudios, y participaba activamente en todas las subastas, donando algunas grandes piezas. Ella trabajó infatigablemente para ayudarle. Ellos son amigos desde primaria.

– ¿Cómo sabes todo esto?

Él le dio un bocadillo y vertió agua hirviendo en la pequeña tetera. Antes de que Elle entrara en su vida, él ni siquiera sabía lo que era el té. Ahora era un artículo de primera necesidad. Lo que es peor, de hecho conocía todas las variedades de tés.

– Yo estaba dando una vuelta por su tienda a última hora, una noche y la encontré fuera en la parte de atrás llorando. -No pudo evitar la vergüenza que se coló en su tono y en su mente. La miró de reojo como si medio esperara que ella dijera algo.

Elle permaneció en silencio con una sensación rara derritiéndose en los alrededores de su corazón. Este era un lado de Jackson que ella nunca había visto. Él era tan solitario, y actuaba como si no quisiera hablar o verse involucrado con nadie o con la comunidad si podía evitarlo, a pesar de eso ella se estaba enterando de pequeñas anécdotas interesantes sobre él que le decían más de lo que obviamente él quería que ella supiera.

– Para abreviar, ella había invertido la mayor parte de su propio dinero en la galería de arte, comprándola por Warner y convirtiéndose en su socia, pero la galería realmente sufrió los primeros meses después de su arresto y ella estaba un poco atrasada con los pagos de su propia hipoteca. La tienda iba bien, pero Inez trabajaba la mayor parte de las horas. No podía ingeniárselas para pagar a alguien que trabajara en la galería para mantenerla en marcha, así como la tienda de comestibles y que además tuviera suficiente para su casa. El piso de Frank está sobre la galería, de manera que durante mucho tiempo ella hizo los pagos sobre aquella propiedad, la casa de él estaba segura.

– ¿Y tú la prestaste el dinero? -le incitó Elle.

Él se movió inquieto.

– Ella no me permitiría prestárselo. -Miró a su alrededor como si alguien pudiera alcanzar a oírlo-. Insistió en que yo invirtiera en la tienda de comestibles. Yo no quería, pero ella no iba a coger el dinero de ningún otro modo y yo no sabía como salvar su casa.

– ¿Posees una parte de la tienda de comestibles?

Él se encogió de hombros.

– Cómete el bocadillo.

– ¿Cómo de grande es esa parte? -insistió Elle.

– Bueno, tal vez la mitad. No sé. Sólo firmé lo que quiera que sea que Inez preparó. No tenía importancia para mí y sí para ella así que simplemente lo hice -lo admitió como un pecado, precipitadamente.

Una sonrisa lenta encendió los ojos de ella.

– Jackson Deveau, tienes una veta suave en ti, ¿verdad?

– ¡Demonios, no! Inez sólo es diferente. No tiene ninguna familia y necesita a alguien que se preocupe, eso es todo.

– Como Donny Ruttermeyer -indicó Elle con una ceja levantada.

– Cómete el bocadillo y deja de fastidiarme. -Le dio un vaso de leche.

Elle se rió de él por encima del vaso.

– Realmente lamentas ser el tipo bueno.

Él la miró con el ceño fruncido.

– Es sólo que no quiero que te lleves una impresión equivocada sobre mí, eso es todo. Me gusta mi intimidad y creo que la mayor parte de las personas son francamente ridículas.

– ¿De verdad?

El pequeño filo burlón de la voz de ella le provocó un vuelco al estomago. A pesar de que no quiso, su cuerpo se agitó, un dolor, una necesidad implacable que no iba a irse pronto.

– De verdad -confirmó.

Él necesitaba un pequeño respiro de estar tan cerca de ella. Elle plegada en su mente resultaba íntima, y el escuchar su voz, suave y melodiosa, acariciaba terminaciones nerviosas que él no necesitaba que le acariciaran. Y luego estaba el roce de su cuerpo, sus curvas suaves y su piel gloriosa. Tenía que dejar de pensar en ella. Ya mismo, y tal vez por mucho tiempo, ella iba a necesitar curarse y cuidado, no a alguien tratando de tocarla. Pero esto no le impedía ansiar deslizar la palma de su mano sobre su piel.

Elle se humedeció los labios con la punta de la lengua. Jackson se estaba esforzando mucho en impedir tener cualquier pensamiento sexual hacia ella, pero las imágenes se arrastraron en su mente y fluyeron sobre ella, hasta que una parte de ésta estaba casi alimentando su hambre más profunda. Ella oyó la nota de invitación en su propia voz, sabía que estaba flirteando con él, pero el apetito en ella se estaba haciendo más fuerte.

Había una parte de sí misma que sabía que algo de su deseo era por motivos erróneos. Amaba a Jackson y quería saber que podía complacerle, que pese a lo que había pasado, él la encontraba atractiva. En su mente existía una duda. No debería haberla, puesto que él había sido tan comprensivo y podía leer su hambre por ella creciendo, pero de todos modos, la preocupaba lo que él pensaría por el modo en que Stavros la había tocado, y obligado a otro hombre a tocarla y que podría no querer estar con ella.

– No hagas eso, Elle. -La voz de Jackson era baja. Ronca. Sexy-. Nunca dudes de que te quiero y siempre te querré.

– Esto es de locos. No puedes tener pensamientos privados y yo tampoco puedo porque en el momento que te separas de mí, él ataca. -Trató de que no la disgustara el que él lo supiera, pero era humillante, tal conocimiento por su parte de todo lo que le pasó a ella con vivo y brutal detalle era humillante. Su conocimiento de que Stavros había tenido éxito en obligarle a su cuerpo a responder a él.

– Elle. ¿Por qué estás pensando en él?

– No puedo evitarlo. Odio esto. Odio preguntarme si voy alguna vez voy a tener una vida contigo, si soy capaz de ello.

– Tendremos una vida juntos, Elle. -Le dirigió una pequeña sonrisa arrogante, una que dio un vuelco a su corazón e hizo que su estómago revoloteara-. No descartes mi habilidad de persuasión.

– ¿Tú tienes habilidades?

– Muchas habilidades.

Elle tomó aliento. Ella tenía habilidades ahora, también. No había pensado en aquel aspecto, sólo que podría tener miedo de que la tocaran. Si no pensara en que estaba asustada, si pudiera permitirse estar relajada y simplemente armonizar sus instintos naturales con Jackson -dejó caer su mirada al frente de los vaqueros de éste- tal vez podría trabajar la magia.

– Eso es. Entra en el otro área -dijo Jackson.

Elle podía ver la protuberancia delante de sus vaqueros abultados. Él se giró apartándose de ella para mantenerse ocupado con la limpieza de la encimera y sirviendo el té para ambos.

– Bueno, es la verdad, lo sabes. Aprendí algunas cosas. Usadas de manera correcta podrían ser divertidas. -Y Stavros podía irse directamente al diablo. Todo lo que él quiso para sí mismo, cada servicio que ella había aprendido en sus manos podría ser dado por amor en lugar de ser obligado.

– Elle. -La voz de Jackson fue implorante-. ¿Tienes alguna idea de las imágenes que estás creando en tu cabeza? -Echó un vistazo sobre su hombro y estudió su cara-. Ve a sentarte antes de que te caigas. Estás tan pálida que parece que vas a desmayarte. Traeré un poco de té y luego trabajaré un poco más en tu pelo.

– Jackson. -Esperó hasta que él se giró apartando la vista del té para mirarla-. Deja de darme órdenes.

Él se encogió de hombros, completamente impenitente.

– Alguien tiene que hacerlo, nena, y bien podría ser yo. Eres una cosita malcriada y obstinada de mil demonios. Además, le prometí a Sarah que cuidaría bien de ti, y ella me asusta que te cagas.

Elle suspiró y volvió a su silla favorita. Ésta era lo bastante amplia como para alojar a un hombre grande y podía acurrucarse en ella, subiendo las piernas y haciéndose en una pequeña pelota donde se sentía segura.

– ¿Qué piensas sobre trasladarnos a tierra adentro? -Ella trató de impedir que su voz temblara, y su mente delatara el hecho de que Stavros la aterrorizaba.

No importaba lo que Jackson dijera, ella no se sentía fuerte o incluso particularmente valiente. Todavía sentía sus manos, potentes y llenas de cólera, alrededor de su garganta y en su cuerpo. Él nunca la dejaría ir. Y ahora él sabía sobre Jackson. Esto sólo alimentaría su intensa rabia. Él no había querido que ningún otro hombre se acercara a ella y el recuerdo de éste asesinando al guardia después de obligarla a atenderle ardería para siempre en su mente. La cara del guardia siguió cambiando. Elle de rodillas, su boca deslizándose sobre el miembro de Jackson, alzando la vista y viendo la pistola apretada contra su garganta. Ella parpadeó rápidamente para tratar de detener las lágrimas ardientes.

– Páralo. Me refiero a esto, Elle. Si vas a estar pensando en aquello entonces dejémoslo simplemente salir al descubierto. Estás aterrada pensando que no vas a ser capaz jamás de darme placer chupándome la polla.

Ella se estremeció ante su cruda terminología, pero así era Jackson. Su voz era dura, sus ojos oscuros brillaban mientras atravesó de unas zancadas la estancia para encumbrase sobre ella. Se sintió intimidada, amenazada, cuando fijó los ojos en las columnas gemelas de potentes muslos y luego un poco más arriba en el grueso contorno que evidenciaba su deseo. Ella había estado pensando en cómo sería el gusto y la sensación de él. Si estaría asustada o excitada o ambas cosas. Y lo había excitado. Ahora se dio cuenta de que podría haberlo hecho a propósito.

Elle sacudió la cabeza.

– Lo siento, Jackson. No puedo evitar preocuparme por ello.

– Te preocupaba besarme y nos besamos perfectamente, Elle.

– Él se llevó todo de nosotros.

– Él no se llevó nada. -Sus manos fueron hacia los botones de sus vaqueros.

La mirada de ella saltó de vuelta al frente de sus vaqueros, hipnotizada mientras él despacio desabotonaba la bragueta. Su corazón comenzó a palpitar y se humedeció los labios.

– ¿Qué estás haciendo?

– Lo que nosotros estamos haciendo, querrás decir. -Se bajó los vaqueros y se quedó ahí de pie, grande e incluso más intimidante de lo que ella recordaba de la ducha-. Vamos a saber de una u otra forma si al poner tu boca alrededor de mí, me muero o no.

Ella tragó con fuerza y cerró los ojos brevemente, con fuerza.

– Jackson, no creo que… -Él se acarició, un simple movimiento despreocupado no sólo con su cuerpo físico, sino con su mente. Ella sintió la onda de placer correr por él, por ella. El cuerpo de ella se agitó mientras las terminaciones nerviosas seguían alerta. Se le hizo la boca agua. Quería el sabor de él. Quería reemplazar cada mal recuerdo con Jackson, llenarse con él, pero esto… De nuevo sacudió la cabeza.

Jackson no se movió. No se adelantó. No la arrastró por el pelo poniéndola de rodillas, simplemente se quedó ahí de pie con su mano rodeando su pesada erección, pareciendo tan deseable como el pecado.

– ¿Y si no puedo?

Él se encogió de hombros como si esto no importara de ninguna manera, pero importaba, le importaba a ella. Jackson era todo lo bueno en su vida, en su alma, y si no pudiera proporcionarle placer…

Él se rió suavemente.

– Mujer tonta. El placer comienza en la mente. Él pudo tratar de arrancarlo de ti y obligarte a aceptarle a él porque adiestró tu cuerpo para una determinada respuesta, pero eso nunca será lo que nosotros tenemos juntos. Tú ya me das placer. Puedo sentir tu lengua acariciándome a lo largo del pene, aquí mismo.

Ella siguió la línea de su dedo, con sus ojos y luego en su mente. Casi le saboreó. Caliente. Viril. Completamente Jackson. Su lengua se curvó y él dio un respingo.

– ¿Ves, nena? Esto va de amor, y dar y no sobre el control y prestar un servicio. No tengo ninguna duda de que puedes proporcionarme todo tipo de placer en el momento en que lo desees.

Elle no quitó los ojos de su sexo y de la cabeza con forma de seta grande que ya relucía con una pequeña gota nacarada. No estaba asqueada, sino todo lo contrario, estaba fascinada. Podía sentir la respiración masculina entrando y saliendo de sus pulmones, el calor corriendo por su cuerpo y congregándose en su núcleo. Movió la mano tanteando y ahuecó su saco pesado, casi sin darse cuenta de lo que hacía.

Jackson soltó su aliento en una ráfaga prolongada. Los dedos de Elle acariciaron la textura aterciopelada. Él no se movió, se mantuvo perfectamente quieto bajo sus manos exploradoras. El fuego pasó como un rayo por él cuando ella lo acarició con su nariz suavemente, con su aliento caliente y exquisito contra su piel sensible. Elle sintió su reacción como si fuera propia, su erección estaba hinchada y aumentando más pesada y más gruesa, ardiente y dolorida por la necesidad a estas alturas. Recorrió con su lengua la amplia cabeza sólo para probarlo. El cuerpo de él al completo reaccionó estremeciéndose. Su miembro palpitó y se sacudió. Ella sintió la explosión del éxtasis estallando en la mente de Jackson.

– Dime quién tiene el verdadero poder, Elle -susurró Jackson con voz ronca-. Esta eres tú, dándome placer. Así que, que se joda. Él no puede llevarse nada de nosotros. -En realidad él dio un paso retrocediendo ante ella, temblando un poco, pero decidido a no ir más lejos.

Elle no quiso detenerse. Quería verlo por si misma. No le había tomado en su boca, acariciado con la lengua o sentido deslizar su pene por su garganta. Ella tenía que saber si esto era posible sin que el acto de dar, de amor, se tornara en algo depravado. Sus manos frenaron el paso atrás de él, hincándole los dedos en sus muslos.

– Quiero sentirte dentro de mi boca.

– Nena…

La voz de Jackson era suave, pero temblaba, sólo un poco, dando a entender que no estaba tan sereno o controlado como quería que ella creyera. Esto debería haberla asustado, pero la llenó de euforia. Bajó los dedos por sus muslos y volvió a subir otra vez, acarició el apretado saco y se inclinó hacia adelante para acariciar con la nariz la base de su miembro.

La dura erección de Jackson se sacudió y palpitó contra su cara. Él jadeó y se le escapó un gemido.

– No tienes que demostrarme nada, Elle.

Ella podía ver en su mirada firme lo que éste quería decir. Esto habría sido suficiente para él, Jackson sentía que ella podría construir la confianza desde allí, pero eso no era suficiente para ella. Estaba ahí de pie, tan pecadoramente masculino, tan entregado y sensible y ella quiso que él sintiera aquella explosión de éxtasis una y otra vez. Quería ser la que se lo proporcionara. Y quería borrar el recuerdo de cómo se sentía ser forzada a servir, en lugar de darse con cariño.

Le rodeó con la mano el ancho contorno y se deslizó hasta el suelo, de rodillas en una posición sumisa. Jackson se estremeció visiblemente y la agarró por los hombros.

– Te estoy diciendo, nena, que esto no es necesario. -Pero se estaba volviendo necesario.

El cuerpo de él ardió por entero. ¿Qué hombre no adoraba ver a su mujer de rodillas delante de él queriendo darle placer? Él tenía miedo de dejarla, miedo de tocarla, de provocar una respuesta negativa en ella, y a pesar de eso en el momento en que su boca se movió sobre él, supo que estaba perdido, capturado para siempre en su embrujo. La única vía que le quedó fue compartir lo que ella le hacía sentir. Inundó cada esquina de la mente de Elle con un fuego sofocante.

Arrodillada, Elle alzó la vista hacia él. Su cara era una máscara de deseo de líneas grabadas en su piel, blancas líneas alrededor de su boca. Sus ojos estaban cerrados, mientras él saboreaba la sensación de sus manos acariciando su erección dura y gruesa. Ella sintió como su lujuria se elevaba, como el deseo de él se propagaba, esto debería haberla asustado, pero su amor estaba entretejido tan fuertemente dentro de cada imagen, dentro de cada pensamiento, que sólo quiso sentir más, complacerle más, darle… todo.

El hambre la invadió, aguda e implacable, una necesidad de sentir a Jackson, conocer la forma y textura de él, tener su erección llenando su boca, y sentir su necesidad de ella -por ella- llenando su mente. Se inclinó hacia él, deslizando una mano hacia arriba, a la cara interna de su muslo, la otra masajeando sus pelotas. Lamió a lo largo de la amplia cabeza, una rápida pasada de su lengua curvada, provocándole un poco, sintiendo el tirón, el pulso que siguió cuando ella le lamió como a un helado de cucurucho.

La mandíbula de Jackson se quedó rígida, sus manos se cerraron en dos puños apretados, una mezcla tal de anhelo y restricción increíblemente hermosa para ella y de atractiva excitación. Él no le agarró el pelo ni empujó su dolorida polla profundamente en su garganta, aceptando la necesidad de ella de tener el control total, pero podía decirse que le estaba volviéndolo loco con su exploración sensual, con su lengua lamiendo y deslizándose por todas partes, explorando su dura longitud. El aire dejó sus pulmones de golpe cuando ella pasó rozando su boca de arriba a abajo por el duro pene.

No había ningún espacio para nada en su mente, salvo traerle placer a Jackson. Ella quería prolongar el tiempo, saborearlo, deleitarse en el modo en que el cuerpo de él se hacía suyo. Él se entregó totalmente a ella, pero un suave gruñido se le escapó, y su mandíbula se tensó más, apretando los dientes en un esfuerzo por permanecer controlado mientras su deseo y necesidad rabiaban como un fuego incontrolable.

Manteniendo su mirada centrada en la de él, Elle separó sus labios y, con infinita lentitud, le metió hacia adentro, haciendo entrar la cabeza acampanada en el húmedo calor aterciopelado de su boca. El cuerpo masculino se estremeció otra vez. Sus caderas se sacudieron con fuerza, los músculos se tensaron bajo sus dedos. Incluso sus pelotas se apretaron más en reacción. Ella gimió, vibrando alrededor de su miembro cuando él lentamente hundió su longitud más profundamente. Ella escuchó la dura aspereza de la respiración de él, ronca y necesitada.

El amor explotó a través de la mente de Jackson, caliente y hambriento y tan mezclado con la lujuria que ella no supo dónde comenzaba uno y dónde acababa el otro. Las dos emociones estaban misteriosamente entrelazadas, inseparables, y ella se dio cuenta de que lo quería de esa manera. Quería esto, su regalo para él, un tesoro que podía darle, adorando su cuerpo y no permitiéndole a la fealdad tocarles. El hambre de él alimentaba el suyo. Su boca se apretó alrededor de él, la lengua excitó y sondeo mientras mamaba con fuerza.

Jackson dejó caer las manos sobre sus hombros, apretando los dedos.

– Nena. Tienes que parar. Se nos está yendo de las manos. -Su voz era áspera, casi irreconocible.

Oh, sí. A él le gustaba esto. Más de lo que quería. El triunfo la atravesó. Júbilo. Dirigió su lengua arriba y abajo por su pene y sobre la cabeza, excitando la parte inferior antes de atraerle al interior profundamente otra vez, mamando con fuerza. Estaba dándole todo a su hombre, mostrándole amor, y ninguna parte de Stavros y su fealdad los tocó; o podía tocarlos. Una especie de euforia se apoderó de ella y engulló su pene con su boca apretada mientras su lengua obraba magia.

Él jadeó.

– Elle. -Esta vez su voz fue exigente. Sus caderas cambiaron de posición-. Siente lo que me estás haciendo. -Apenas podía articular las palabras, un gemido se le escapó cuando intentó evitar que su cuerpo reaccionara. Fue imposible por la exigencia de su boca hambrienta.

Elle disfrutó del desliz de su control, la manera en que el corazón de él latía en su boca con cada golpe. Él la llenaba, sus labios se estiraban alrededor de su contorno, su erección pulsaba y se sacudida contra su lengua mientras le impulsaba más cerca con las manos en sus caderas. Él probó una mezcla de pasión caliente y sexy, de amor y lujuria y deseo pecaminoso. Ella frotó su lengua de un lado a otro a lo largo de la longitud rígida, prestando especial atención al punto sensible justo debajo de la cabeza acampanada donde, cada vez que concentraba su atención, él daba un respingo y en su cabeza explotaban fuegos artificiales.

Mantuvo sus ojos clavados en los de él, queriendo ver no sólo el placer en su mente, sino también en su cara, en sus ojos. El aturdimiento, el brillo opaco, la lujuria emergiendo, la respiración áspera. Su lengua golpeó y acarició, excitando y danzando, en todo momento le miró a la cara y a las expresiones de placer que lo recorrían. Mantuvo una succión firme incluso mientras lamía la cabeza de su miembro con la lengua, y entonces despacio se retiraba hasta ponerse a sorber sobre la misma punta, mirándole con atención. Él juró en voz baja con tono entrecortado, desgarrado mientras sus ojos resplandecían con ardor cuando ella, tan despacio, le tomó profundamente en su boca.

– Maldita sea, Elle. Tienes que detenerte. -Porque él no podía. Debería, pero no podía. No tenía esa clase de fuerza, no cuando su boca parecía el cielo y había sido tanto maldito tiempo y tanto aterrorizado por perderla-. Hijo de puta, nena, estoy perdiendo la cordura.

El tono áspero alimentó su deseo, la concentración de él al completo, todo su ser puesto en ella, en cómo lo hacía sentir, su lengua era un latigazo aterciopelado y caliente sobre el manojo de nervios sensibles en la parte inferior de su pene. Cuanto más sentía ella el placer de él, más quería darle. Se estaba ahogando en la necesidad de darse totalmente a él.

Mamó lentamente y con destreza hasta que él gimió, luego cambió haciéndolo rápida y duramente hasta que sus caderas empujaron profundamente y él gruñó una advertencia.

– Me estás empujando al límite, cariño. Tienes que saber que no voy a ser capaz de pararme. -Jackson ya no quería pararse. Lo estaba volviendo loco con su boca sexy y caliente y el modo en que lo miraba fijamente todo el tiempo, queriéndole, adorando su polla, amándole con cada golpe de su lengua.

Elle sintió como si pudiera verse envuelta en llamas, quemándose de dentro hacia afuera. Le dolían los pechos, los sentía crecidos y sensible, y entre las piernas estaba mojada, empapada por la necesidad caliente de él. Había una desesperación en ella, un apetito por exorcizar cada demonio sexual que albergaba. Tenía que sentir a Jackson en su cuerpo, caliente y duro y tan autentico, el amor en su mente conduciéndole más profundo para instalarse en ella y morar allí, llenándola y así nadie más podría tocarla jamás.

Se sentía vacía sin él, necesitada y apremiante. Había pensado que nunca sentiría deseo de nuevo, que nunca sabría lo que era arder por un hombre, pero su cuerpo anhelaba a Jackson, su mente se retorcía y ardía por él, desesperada por sus caricias, por su reclamo de ella. Quería que él sustituyera la sensación de depravación con amor, la crueldad con ternura.

Sus oídos estaban rugiendo, un estruendo golpeaba atravesando su corazón cuando sintió que Jackson se hinchaba, su pesada erección poniéndose aún más dura y gruesa. Sus caderas marcaron un ritmo con su succión y él empujó avanzado, más adentro. Ella relajó la garganta para tomarle más profundo. En el instante en que él sintió que los músculos lo envolvían fuertemente alrededor, su mente entró en otro area. Ella sintió el estallido de placer sacudiéndolo, tomando el mando en él, la explosión de fuegos artificiales.

Entonces las manos de él la agarraron por el pelo y empujó, conduciéndose hacia adelante y los pulmones de ella ardieron en busca de aire y el cuarto giró y no pudo respirar, se quedó inmóvil, indefensa, paralizada, sin saber dónde estaba o lo que estaba sucediendo a su alrededor. La rabia y el miedo se mezclaron y comenzó a luchar, a golpear, pataleando mientras el cuerpo de él hacía erupción, los chorros densos lanzados de semen caliente se esparcieron en su boca. Uno de sus puños aterrizó cerca de la ingle de él, y el otro le golpeó el muslo.

Jackson saltó hacia atrás, sus piernas parecían de goma y su cuerpo estaba drenado de fuerza. Tropezó, enredado por los vaqueros alrededor de sus tobillos y cayó con fuerza. Se quedó allí durante un momento boca arriba, tratando de respirar mientras sus pulmones ardían en busca de aire y su cuerpo todavía zumbaba por el fuego. No estaba muy seguro de lo que había ido mal, su cerebro todavía no funcionaba muy bien. Había un rugido en sus oídos que despacio comenzó a desaparecer cuando intentó unir las piezas de lo que estaba sucediendo.

Elle gateó alejándose de Jackson, se arrastró hacia atrás hasta que sintió la pared detrás. Presionó su mano con fuerza contra su boca, su pecho subía y bajaba con la garganta en carne viva. Se dio cuenta de que estaba gritando y se obligó a parar. Ella le había golpeado. Le hizo daño. Ella había destruido algo hermoso e inestimable y ni siquiera recordaba haberlo hecho hasta que se encontró golpeándole con los puños.

Tenía que marcharse. Huir. No había lugar alguno donde ir, ningún lugar donde esconderse de sí misma, de lo que había hecho. Y ni siquiera sabía lo que había pasado. Se hizo un ovillo y sollozó, deseando que la tierra se abriera y se la tragara.

Загрузка...