Capítulo 13

La niebla permanecía donde se había acumulado, a cierta distancia de la costa durante la mayor parte de la tarde. Era oscura y simplemente colgaba en el cielo como una pesada cortina a pesar del viento que se había levantado. Jackson mantuvo a Elle puertas adentro, obligándola a jugar a las cartas con él y jactándose cuando la derrotaba concienzudamente.

– Creía que se suponía que eras buena en esto -se burló.

– Sí, bueno, no soy jugadora profesional. Jesús. ¿Qué hiciste? ¿Fuiste a una escuela para esto? Nadie gana todas las manos en el gin rummy.

– Yo sí -dijo él con una pequeña sonrisa burlona-. Hice un montón de dinero jugando a la mayor parte de los juegos de cartas en el ejército.

– Y ahora eres el dueño de una tienda de comestibles.

Él le frunció el ceño.

– Será mejor que no menciones eso a nadie. Ni lo saques a colación otra vez. Es embarazoso. E Inez no se detendrá con lo de las provisiones. Me trae todo tipo de cosas. -Sonaba exasperado-. Le digo que no lo haga, pero no me hace caso. No puedo comerme toda esa comida.

– ¿Qué haces con ella?

Él se encogió de hombros, su ceño se profundizó.

– No sé.

Las cejas de Elle se alzaron y la diversión se arrastró hasta su expresión.

– ¿Encuentran su camino hasta la casa de los Darden?

– Elle -pronunció su nombre como una advertencia, se levantó de un salto y se entretuvo en servirles otra taza de té a ambos. Añadiendo leche, llevó una pequeña bandeja con galletas a la mesa y la colocó delante de ella.

– ¿Haces galletas también? ¿Hay algo que no sepas hacer?

Otro ligero rubor se extendió por el cuello de Jackson mientras se sentaba frente a ella.

– Yo no hago estas malditas cosas. Pero están buenas, así que cómetelas. Todavía estás demasiado delgada.

– Estoy bien. -Pero cogió una galleta de todos modos-. Son geniales. ¿Quién las hace?

Él suspiró.

– Marie.

La sonrisa de Elle se amplió.

– ¿Con los ingredientes que le llevas de las provisiones que te trae Inez? Llevas una vida muy complicada, ¿no?

– Soy un hombre muy complicado. -Tomó cautelosamente un sorbo de té e intentó parecer casual.

Elle rompió a reír.

– Tienes todo un círculo de personas a las que cuidar. Todo este tiempo, todos pensando que eras un solitario, pero estás rodeado de gente.

El ceño volvió.

– Soy ayudante del sheriff. Se supone que tengo que ayudar a la gente cuando lo necesitan.

– Creía que tu trabajo era disparar a los malos.

– Bueno, eso también. Técnicamente, se supone que los arresto. Jonas nos frunce el ceño si disparamos a la gente, pero de vez en cuando, sólo para mantener la práctica…

Ella rió de nuevo, asombrada de que él pudiera lograr que lo hiciera cuando la niebla colgaba pesada fuera de la ventana y el perro se paseaba intranquilo arriba y abajo, manteniendo un ojo cauto sobre la niebla. Bomber podía sentir la energía psíquica buscando un objetivo, y aun así Jackson se las había ingeniado para distraerla. Elle se inclinó sobre la mesa.

– ¿Cómo demonios has llegado a involucrarte con esa gente?

Él se encogió de hombros.

– Las personas raramente prestan atención a los mayores cuando hay mal tiempo y durante las grandes olas de frío. A veces no tienen calefacción o no pueden conducir sus coches hasta la tienda, o no tienen coche y no pueden caminar. Yo sólo les echo un vistazo y me aseguro de que a todo les vaya bien. No es gran cosa.

Elle se recostó hacia atrás, evaluándole con ojos brillantes. Jackson apartó la mirada.

– No me mires así.

– ¿Cómo?

– Como si fuera un jodido santo, Elle. No lo soy.

– No te preocupes, hasta que dejes de usar la palabra por «J», nadie va a confundirte con un santo.

Él le sonrió.

– Tienes ese tonillo de profesora en la voz siempre que me regañas.

– Te gusta -dijo ella.

– Es mono.

Ella le hizo una mueca.

– Sólo por eso voy a decirles a mis hermanas que eres «Jackson Buenas Obras». Nunca dejarán de echártelo en cara.

Él gimió.

– No te atreverías.

La sonrisa se desvaneció de la cara de Elle. Se quedó congelada, giró la cabeza en dirección a la casa Drake. De repente se puso en pie de un salto, casi volcando su taza de té. Jackson, sin estar seguro de lo que estaba ocurriendo, se levantó también, extendiendo la mano hacia el arma en su pistolera oculta. La cara de Elle se había puesto pálida y sus ojos estaban enormes. Miró salvajemente alrededor de la casa y luego comenzó a avanzar hacia la puerta.

Jackson llegó allí antes que ella, insertando su figura grande e inamovible entre ella y la salida.

– Háblame, nena. ¿Qué pasa?

– No lo sé. -Frunció el ceño y se pasó una mano por el cabello sedoso con agitación, su expresión era lejana, sus ojos un poco embrujados-. Abbey. Está molesta. Se dirige a… -Miró sobre el hombro hacia la creciente masa gris, ahora más cerca de la costa-. Eso.

– ¿Estás segura?

La mirada de ella volvió a su cara y esta vez parecía molesta.

– Por supuesto que estoy segura. Es mi hermana. Todas estamos ligadas. ¿No puedes sentirla tú también? ¿A través de mí?

Jackson se permitió a sí mismo pasar más allá de la mente de Elle y la alarma de Abigail estaba aullando. Estaba casi en estado de pánico. El teléfono los sorprendió a ambos.

– Cógelo, Elle.

– Pero Abbey me necesita.

– Coge el teléfono. Yo iré a por Abbey. -Ya sabía exactamente lo que estaba haciendo Abigail y no iba a permitir de ningún modo que Elle se acercara al mar-. Será Alexandr. Dile que venga aquí ahora mismo y proteja tu culo. Estaba trabajando cerca de Fort Bragg. -Le dio un pequeño empujón hacia el teléfono y corrió hacia su dormitorio.

Cuando volvió minutos después, llevaba un traje de neopreno, aletas en la mano, su equipo de submarinismo y el cinturón de plomos sobre el hombro.

– Te quiero dentro de la casa. ¿Me entiendes? Quédate dentro con la puerta cerrada y el perro contigo. Júramelo, Elle, o no voy.

– Pero debería…

– Júramelo, maldita sea -dijo él, cortándola.

El desasosiego de Abby se incrementaba y los dos podían verla ahora. Pasó como un relámpago junto a la casa corriendo hacia el océano.

– No abandonaré la casa, lo prometo. Ayúdala, Jackson.

La cogió por la nuca, la besó con fuerza, se giró y corrió afuera.

– Abbey, espera. Cogeré el bote. Llevará menos tiempo.

Abby estaba al borde del agua, ajustándose la botella.

– Aprisa, Jackson. Boscoe está atrapado en una red, o algo así. Se está ahogando.

Jackson saltó a su vieja camioneta y encendió el motor. Lanzó la barca al oleaje en cuestión de minutos. Abbey estaba llorando, mirando al mar. El motor se encendió al segundo tirón y partieron a toda velocidad.

– Gracias. No estaba segura de cómo conseguiría volver. Está a cierta distancia.

No le dio un sermón. Ella había vivido cerca del mar toda su vida. Estaba oscureciendo. El viento se había alzado e incluso con la ayuda de las Drake, Abbey no podía luchar contra un mar tormentoso de noche. Eso sin mencionar, y no le emocionaba la idea, que los mayores depredadores salían a esta hora de la noche a alimentarse.

La barca cortaba el oleaje, saltando cuando incrementó la velocidad. Abby miraba hacia las aguas más profundas, silbando de tanto en tanto. Jackson apenas podía oír sobre el ruido del motor, pero ella le dirigía, siguiendo las instrucciones de Kiwi, el otro macho nariz de botella, mientras éste emitía una serie de chillidos y chasquidos. Era inusual que los delfines machos y su grupo pasaran tanto tiempo cerca de Sea Haven, cuando era común que nadaran alrededor de cincuenta millas náuticas al día, pero estos «pasaban el rato por allí» para estar cerca de Abigail.

Frenó la barca cuando ella se lo indicó y giró el foco, dirigiéndolo hacia las turbias aguas de abajo.

– Intenta usar tan poca energía psíquica como sea posible, Abby -advirtió-. Gratsos está ahí fuera, montando en la niebla, y está buscando un objetivo otra vez.

– No me preocupa eso. Voy a entrar.

– ¡Espera! -dijo agudamente, cogiéndola del hombro y sujetándola a pesar de los esfuerzos de ella por saltar al agua-. Iremos juntos e iremos atados. El agua va a estar muy fría, muy oscura y ahora, más peligrosa que nunca, y no tenemos ni idea de lo que vamos a encontrar ahí abajo. -Empujó un arnés para el tobillo hacia ella-. Póntelo.

– Ya tengo un cuchillo. -Ella se tocó el cinturón.

– Joder, póntelo, Abbey. No vamos a arriesgarnos.

Una breve sonrisa relampagueó hacia él mientras Abbey se ajustaba el arnés a la pierna para que el cuchillo encajara cómodamente.

– Tienes una boca muy sucia, Jackson. Espera hasta que todas tus chiquillas hablen así. -Aceptó el extremo de la cuerda de unos dos metros y la ajustó a su cinturón de forma que estuvieron holgadamente atados el uno al otro.

Kiwi saltó en el agua, salpicándolos a ambos, con la cabeza oscilando arriba y abajo mientras regañaba a Abby, urgiéndola a apresurarse. Su cuerpo volvió a hundirse en el agua y rodeó el bote.

Jackson le puso una luz en la mano, observando como se ponía el regulador e indicaba que iba a entrar. La siguió justo detrás. El delfín se deslizó cerca, rozando sus cuerpos una vez, dos y después inclinándose de forma que Abbey pudiera extender la mano y coger su aleta. Se hundió, llevándola con él. Jackson sintió el tirón de la cuerda y nadó hacia abajo, siguiéndolos. El delfín era increíblemente fuerte y rápido, los arrastraba a ambos a través del mar, más y más profundamente.

Estaba oscuro y el haz de sus linternas apenas cortaba a través del agua lóbrega. El mundo era frío y extraño, en vez de como Jackson lo veía normalmente en sus inmersiones. Había una sensación de miedo, de peligro acumulándose y dos veces Abbey volvió la mirada hacia él y haciéndole saber que ella lo sentía también. Jackson dejó trabajar al delfín, mirando abajo y arriba, haciendo lo que podía por proporcionar una protección a Abigail con la esperanza de ver cualquier cosa mortífera que se acercara antes de que les alcanzara realmente.

El delfín nadó de repente lejos de Abbey y rodeó una masa pugnante. Boscoe, enredado en la red de un pescador, estaba sangrando por la nariz y aletas mientras luchaba por liberarse. Jackson sacó su cuchillo mientras Abbey ponía las manos sobre el delfín, calmándolo.

Jackson sintió una pequeña explosión de energía en el agua, casi eléctrica, cuando ella se comunicó con el animal y supo que ahora tenían un auténtico problema.

Al utilizar energía psíquica para mantener al delfín calmado mientras él atacaba y cortaba la gruesa red, ella estaba arriesgándose a otro ataque psíquico sobre ellos. No tenía ni idea de qué forma tomaría este, pero eran extremadamente vulnerables en medio del frío océano de noche. Abbey empezó a ayudarle, aunque requería una gran cantidad de fuerza cortar la red. Rodearon al delfín tan rápido como fue posible, apartando de él la red al pasar.

Pareció llevar largo tiempo… demasiado tiempo… con el agua oscura rodeándoles y el delfín retorciéndose de desesperación a pesar de los ademanes tranquilizadores de Abigail. No había forma de decir cuánto tiempo había estado luchando y estaba exhausto y necesitado de aire. En el momento en que se liberó, se lanzó hacia la superficie, con Kiwi abandonándoles para ayudar a Boscoe.

Jackson mantuvo el cuchillo en la mano e indicó a Abigail que fuera hacia la superficie.

Ella asintió y empezó a nadar, pateando fuertemente en un esfuerzo por apresurarse. Jackson permanecía justo tras ella, y sintió el primer tirón sobre su cuerpo, un poderoso flujo de agua fluyendo contra la marea. Maldiciendo para sí mismo, utilizó su fuerza para intentar mantenerlos en la dirección que deseaban… arriba… pero la corriente de agua les atrapó a ambos y les volteó como una lavadora.

Jackson ondeó los brazos en un esfuerzo por agarrar a Abigail y atraerla más cerca de él, para ayudar a protegerla de los restos que se retorcían con ellos, pero sólo pudo tantear su traje cuando ella giró bajo él hacia el fondo del mar. El cuerpo de Jackson golpeó contra el fondo. Rodó una y otra vez, su botella arañaba el lecho marino, la fuerza del agua intentaba arrancar de su cuerpo el equipo. Se obligó a relajarse, permitiendo que el agua le llevara, sintiendo el tirón de la cuerda que le anclaba a Abigail. Sabía que con la fuerza de la turbulencia, la cuerda podría romperse.

Jackson se empujó desde el fondo y comenzó a nadar en perpendicular a la costa. Era difícil imaginar dónde estaba exactamente ya que había estado girando y revolcándose. La cuerda su puso tensa y aplicó un poco de presión, sabiendo que Abbey estaba mucho más familiarizada con el mar y sus peligros que la mayoría de la gente. Era bióloga marina y pasaba gran cantidad de tiempo bajo el agua. No habría pánico por parte de Abigail.

Sintió la cuerda relajarse e inmediatamente ella le rozó la pierna, indicando que estaba nadando con él. Deberían haber sido capaces de arrancarse de la corriente, pero otra poderosa contracorriente les capturó otra vez. Jackson tuvo la impresión de un jugador de bolos, utilizando la corriente oculta para derribarlos y hundirlos. Rodaron juntos esta vez, Jackson y Abigail se aferraron el uno al otro con los brazos y muslos para intentar minimizar el daño. De nuevo él se empujó lejos del suelo, utilizando la fuerza de sus piernas. Algunas veces las corrientes eran comunes a lo largo de la costa norte, pero esto… esto no era una contracorriente. Gratsos había atacado.

Algo grande y pesado los golpeó. Él se apartó, pero Abigail extendió la mano ansiosamente. Jackson comprendió que el delfín había vuelto y ella se había agarrado a la aleta. Kiwi utilizó su poderoso cuerpo para arrastrarlos fuera de la corriente y de vuelta hacia la superficie. El agua los absorbió por un momento y luego estuvieron nadando libres.

Pareció llevar una eternidad alcanzar la superficie. Cuando atravesó el agua y miró alrededor, la barca estaba a una buena distancia y el viento había alzado las olas a varias decenas de centímetros de altura. Empezaron a nadar a través del oleaje. Algo le rozó la mano cuando dio una brazada. Abigail jadeó.

– Cuidado, Jackson. ¡Oh, Dios mío! Quédate quieto un momento.

Así lo hizo, mirando alrededor, intentando imaginar lo que la había alterado. Todo alrededor de ellos era como un bosque de setas gigantes, habían flotado medusas desde el fondo, cientos de ellas. Nunca había visto unas tan grandes. Había pasado en el océano el tiempo suficiente para ver grandes poblaciones de medusas moviéndose a través del agua, pero nada como esto. Las cabezas de seta rosadas eran grandes, como extraños monstruos de las profundidades. Los tentáculos se extendían por toda el agua de tantas medusas que se movían juntas, los largos filamentos creaban un bosque de extremidades tóxicas que buscaban cualquier cosa confiada que se cruzara en su camino.

– No toques los tentáculos -advirtió Abbey.

– ¿Cómo coño se supone que voy a hacer eso? -exigió Jackson, dándose la vuelta, buscando una forma de atravesar el denso campo-. ¿Qué son estas cosas?

– Medusas, un ejército entero de ellas. Juraría que están intentando encontrarnos, y no se supone que puedan hacer eso.

– Joder, díselo a ellas, Abby, porque no parecen saberlo. ¿Cómo vamos a salir de aquí?

Intentaron no moverse porque el más ligero contoneo de un brazo o pierna atraía a las criaturas, como si el movimiento de sus cuerpos atrajera su atención.

– ¿Sientes la energía que las rodea? -preguntó Abigail.

Las olas rompían sobre él y casi le ahogaban. Cuando pudo, sacudió la cabeza cuidadosamente.

– No. Pero si hay energía psíquica tiene que ser ese bastardo que va a por nosotros.

– No tenemos más elección que combatir el fuego con el fuego.

– Elle no, Abbey. Se quemará. Necesita descansar.

– El resto de nosotras no puede. Y él no va a llevarse a nuestra hermana… ni a ti. -Abigail salpicó agua con la palma de la mano con disgusto, dirigiéndola lejos de ellos y observando a las medusas acechar en enjambre donde el agua había caído-. Elle podría patearle de cabo a rabo su culo de amateur si estuviera en plena forma.

Subían arriba y abajo entre las olas, intentando no moverse demasiado.

– ¿Cómo vamos a salir de aquí, Abby? Tú eres la experta.

– No podemos bajar, vienen de debajo de nosotros. Ha colocado algún tipo de trampa, pero como puedes ver, no está fijada específicamente hacia nosotros. Está utilizando trazos de energía psíquica para accionar sus ataques. Yo la estaba utilizando con Boscoe, para calmarle y sanarle a la vez. No quería que cogiera infecciones. -Era difícil hablar y ambos se estaban cansando, intentando dejar que las olas fueran y vinieran sin llevárselos. Abbey miró hacia su casa.

Casi al instante Jackson pudo sentir una sutil diferencia en el viento. Cambió de dirección, una suave ondulación en vez de un rugido, llevando con él una dulce voz femenina. Joley Drake. Superestrella, con la voz de una sirena, llamando a las medusas, atrayéndolas a través del agua. Una hechicera cantante, Joley podía persuadir a cualquier cosa o a cualquiera con su voz. Iba a la deriva como un alga marina, pacífica y serena, melodiosa y embrujadora, y todo el rato las hebras de melodía susurraban y adulaban a las medusas, convocándolas hacia ella.

Los tentáculos golpearon como látigos el agua, la corriente de energía psíquica explotó en respuesta a la canción de Joley, pero el enorme grupo de medusas se movía lejos de Abigail y Jackson, hacia la voz de Joley, impelidas por su necesidad de responder. Jackson y Abbey esperaron a que la migración pasara y después empezaron a nadar de vuelta hacia la barca.

Jackson había dado dos brazadas a través del agua, con Abigail a su costado izquierdo, cuando de repente el cuerpo de ella saltó con fuerza, la cuerda entre ellos se puso tensa. Abbey apretó el puño y comenzó a golpear algo invisible bajo el agua, machacando una y otra vez, antes de jadear y hundirse, mirándole a los ojos, con desesperación y horror en la cara. Jackson se metió el regulador en la boca y se hundió con ella, siguiendo su cuerpo bajo la superficie.

El agua estaba oscura, y apenas pudo discernir una enorme aleta y el cuerpo con forma de torpedo, un solo ojo redondo y mandíbulas cerradas alrededor de la pierna de Abbey, que con el puño le golpeaba la nariz y los ojos. El agua se agitó y se nubló más, oscureciéndole la visión.

Pateando con fuerza, Jackson intentó girar, comprendiendo que el tiburón había soltado a Abbey y desaparecido de su vista. Se dio la vuelta para ver una enorme boca abierta, la fila doble de dientes parecía una sierra circular, malvada, primitiva y demasiado grande para evitarla. La carga pasó junto a Jackson y golpeó a Abbey de nuevo, lo bastante fuerte como para que su cuerpo saltara y fuera impulsado hacia adelante. Jackson vio como la mano de ella relampagueaba mientras el agua estallaba en una agitada masa de burbujas y restos, una vez más oscureciéndole la visión.

Su cuerpo fue arrastrado rápidamente a través del agua, empujado por la cuerda que le ataba a Abby. Nadó más rápido, intentando coger el paso, con el cuchillo en el puño mientras se aproximaba al enorme tiburón, intentando rodearlo hasta la cabeza. Las mandíbulas estaban cerradas alrededor de la espalda y el estómago de Abby, el tanque de metal estaba aplastado contra la boca. Abbey intentó luchar mientras él se aproximaba al costado. Hundió el cuchillo profundamente en el ojo del animal y le echó la cabeza hacia atrás, abriendo las enormes mandíbulas para soltar a Abigail.

Un cuerpo grande pasó junto a él como un torpedo y golpeó duramente al tiburón en la barriga desde abajo y Jackson cogió a Abbey por la cintura y le empujó el regulador de emergencia en la boca mientras pateaba lejos del tiburón. Un segundo delfín tomó el relevo en el ataque, dando con fuerza en el estómago del tiburón. Tan pronto como éste se apartó, un tercero y luego un cuarto se unieron a la lucha, los delfines protegían a Abbey, jugando a un juego peligroso de relevos para darles tiempo a escapar.

Jackson no malgastó los preciosos momentos que los delfines les habían dado. Nadó con fuerza, llevando a Abigail con él, deteniéndose sólo para tomar aliento mientras dirigía su escapada en ángulo hacia la barca. Intentaba mantenerles en la parte baja de las olas, y esquivar las trampas ocultas de Gratsos para la energía psíquica.

Ya en la barca hicieron falta varios intentos con ambos utilizando toda su fuerza para sacar a Abbey del agua. Jackson quería su propio cuerpo completamente fuera, pero con el equipo y sus fuerzas casi desaparecidas, fue toda una lucha subirse al bote. Al final tuvo que quitarse el cinturón de plomos y después la botella. Incluso entonces le llevó varios intentos arrastrarse a sí mismo dentro.

– ¿Estás bien? -preguntó mientras arrancaba el motor-. ¿Cómo de grave es? -No quería quitarle el traje para mirar. La estrecha compresión ayudaría a ralentizar cualquier hemorragia.

Abigail, medio sentada y medio estirada, soltó un agudo silbido para indicar a los delfines que salieran de la zona antes de contestar.

– Tuve suerte. Era un Gran Blanco joven, y por cierto, los ataques de los jóvenes son muy raros. Sólo he oído hablar de ellos un par de veces. Ahora me pregunto si algo los provocó, si Gratsos o alguien como él utilizó el mar para poner trampas psíquicas.

– Dime cómo de grave es, Abbey -insistió Jackson mientras ponían en marcha la barca.

Abigail tomó aliento y se obligó a mirar su cuerpo. Había una herida profunda en un brazo que requeriría puntos. A lo largo del muslo tenía bastantes laceraciones, mucho más grandes que la del brazo, pero una vez más, nada que amenazara su vida. Levantó la mirada hacia él.

– Creo que cerró la boca alrededor del tanque cuando me agarró y hubo una sensación de ardor, una presión en mi abdomen, y hay desgarros en mi traje con sangre en ellos, así que honestamente no sé cómo de grave es, pero lo demás no lo es tanto.

– Alexandr va a ser un ruso cabreado.

Ella suspiró.

– Lo sé. Me llevará al hospital aunque Libby probablemente podría ocuparse de todo en casa.

La barca volaba sobre las olas de vuelta a la costa. Alrededor de ellos, la niebla se espesaba y rodaba, oscureciéndose en color, embotando toda luz hasta que la costa misma desapareció. Jackson maldijo por lo bajo. Grandes rocas se alzaban saliendo del mar a su alrededor y la visibilidad había pasado a cero. Podía oír el aliento de Abigail llegando en pequeños jadeos y, aunque le había asegurado que no estaba tan gravemente herida, él no estaba seguro y quería llevarla a un hospital tan pronto como fuera posible.

Redujo la marcha de la barca, un estremecimiento bajó por su espina dorsal al mismo tiempo que Abbey siseaba por lo bajo. Sus miradas se cruzaron y luego ambos comenzaron a intentar atravesar el velo de oscuridad que se cerraba a su alrededor en busca de la siguiente amenaza. Ambos la sentían, algo malevolente acechándolos, montando en la corriente oculta justo sobre la superficie del agua. El viento comenzó a levantarse, empujando las olas más alto, haciendo que el mar a su alrededor comenzara a agitarse violentamente.

– Aguanta, Abby -dijo Jackson sobriamente-, ese bastardo viene a por nosotros de nuevo.

– Estoy bien -le tranquilizó Abigail-. No te preocupes por mí.

Principalmente estaba preocupado porque Elle intentara ayudarlos y Gratsos reconociera su energía psíquica. Le preocupaba que primero Hannah y después Abigail hubieran sido atacadas después de utilizar energía psíquica. Tenía que ser eso lo que disparaba los ataques, y el modo en que utilizaban sus talentos tenían de algún modo la firma de Elle estampada. ¿Era consciente Gratsos de que en realidad estaba atacando a miembros de la familia de Elle? Le había dicho que mataría a todo el que amaba a menos que volviera a él y a Jackson no le cabía duda de que ese hombre era lo bastante cruel como para intentar llevar a cabo su amenaza si la encontraba y nadie le detenía.

– ¿Tus hermanas están conectadas a ti ahora mismo?

– Sí, por supuesto.

– ¿Entonces saben lo del ataque del tiburón?

– Sí. Y saben que estamos siendo acechados.

– No les respondas. Nada de utilizar energía psíquica hasta que estamos a salvo en la costa.

Abigail giraba la cabeza hacia un rugido a su izquierda cuando una columna de agua se disparó hacia arriba, girando violentamente, el largo tubo se arremolinaba y ganaba fuerza mientras tiraba de más y más agua a su alrededor hacia la alta columna. Jackson puso la barca en marcha atrás en un esfuerzo por evitar ser arrastrados por el remolino de agua justo cuando un segundo surgió con un estallido. El agua tiró del pequeño bote de un lado a otro cuando el tornado hizo erupción alrededor de ellos como si de una pieza de caza se tratara.

Desde la dirección del hogar familiar Drake llegó una feroz ráfaga de viento que corrió sobre sus cabezas y se encontró con los turbulentos ciclones en lo alto, empujando las columnas de agua hacia atrás y lejos de la barca, despejando una sección de niebla alrededor del bote. Jackson no vaciló, confiando en las mujeres Drake mientras llevaba el bote por la abertura. El viento continuaba barriendo con todo para despejarles el camino, obligando a los tornados a retroceder y dispersando suficiente niebla para proporcionar a Jackson una línea libre hacia la costa.

Las luces brotaron a lo largo de la playa, varios focos poderosos apuntando hacia el mar, llamando a Jackson, y supo que Elle y Alexandr se habían equipado de linternas para intentar perforar el grueso velo de niebla. Utilizando el brillo de las linternas como un faro se dirigió a casa, sin frenar cuando el primero, y después otro ciclón se acercó a ellos. El viento feroz golpeaba justo delante del bote, obligando a los ciclones a alejarse de ellos y continuando despejándoles el camino.

Metió la barca en la playa mientras Alexandr se apresuraba hacia ellos. El ruso alzó a Abigail en sus brazos, acunándola firmemente contra su pecho, su cara era una máscara de furia cuando se dio la vuelta y se dirigió a la ambulancia que esperaba, ignorando las protestas de Abigail a cada paso del camino.

Jackson empujó la barca más arriba, bien consciente de que los ciclones eran mantenidos a raya por las Drake, pero que ellas estaban perdido energía y el viento estaba decayendo. Oyó a Bomber ladrar ferozmente y su corazón saltó.

– Quédate atrás, Elle. Maldita sea, aléjate del mar. Vuelve dentro, estaré allí en un minuto. -Utilizó su voz más seria, rezando para que ella escuchara. Uno nunca sabía con Elle, no aceptaba muy bien las órdenes.

– Detrás de ti, Jackson -chilló Elle.

Sabía bien que no debía dar la espalda al océano, pero había estado concentrado en ella y la ola durmiente venía rugiendo hacia él, con aspecto de una pared de siete metros de agua. Los ciclones se habían fundido y Gratsos estaba efectuando su último ataque brutal.

El corazón de Jackson se hundió. No tenía ninguna oportunidad, la ola le barrería hasta el mar y ya estaba demasiado exhausto para luchar con éxito. Se quedó simplemente esperando a que le consumiera.

Elle corrió hacia adelante, alzando los brazos al aire, con la cara vuelta hacia el cielo, las palmas extendidas hacia afuera. Canturreó algo que el viento atrapó y se llevó lejos, así que él no pudo oírlo, pero estaban conectados, soldados mente con mente, y sintió el poder moverse dentro de ella, a través de ella, una explosión de energía tan fuerte que casi esperaba que la noche se iluminara. Sintió el impacto de la rabia de ella, un pozo haciendo erupción, una explosión de energía violenta estrellándose contra la pared de agua con la fuerza de un volcán.

Su energía era de un rojo ardiente y el aire siseó, chispeó y recorrió la playa. El relámpago se horquilló en el cielo. La ola se disparó hacia arriba, una sábana sólida de agua súper caliente que explotó en el interior de la niebla, extendiéndose como un fuego incontrolado, consumiéndolo todo a su paso, de forma que en lo alto, grandes nubes en forma de hongo se alzaron. Llamas rojas y anaranjadas lamieron a lo largo de los bordes y rodaron como bolas de fuego en el interior de la agitada masa, para volver a llover sobre el mar, dejando caer fuego líquido a las profundidades donde encontró la corriente oculta que corría bajo el agua y canalizó la feroz energía buscando venganza.

La niebla había desaparecido como si nunca hubiera existido, el cielo estaba despejado y plagado de estrellas por todas partes. El silencio se posó junto con las llamas y sólo quedó el sonido de las olas, un firme flujo y reflujo que proporcionaba una sensación de paz. Las rodillas de Elle cedieron y cayó de cara a la arena. Bomber se apresuró hasta Jackson, después se volvió hacia Elle, ansioso, inseguro de a cual de los dos acudir.

Jackson estaba de pie tambaleante junto a la barca, con una mano en el costado del bote para estabilizarse. Miró a su alrededor, deslumbrado, exhausto, intentando encontrar la fuerza para moverse, para llegar a Elle. El agua estaba en calma, la playa pacífica, y aparte de la botella de acero de Abby y el cinturón de plomos con marcas de dientes, no había la más mínima evidencia de la lucha que se había producido por sus vidas.

– ¿Elle? -Tambaleante se abrió paso hacia ella y se dejó caer en la arena a su lado.

Elle rodó y le miró. Había sangre goteando por su oído y el costado de su boca.

– Me asustaste de nuevo, Jackson -susurró.

– Me desobedeciste de nuevo. -Se estiró a su lado, extendiendo un brazo para alzarla y que descansara la cabeza en su pecho y que apretara el cuerpo firmemente contra el de él-. Muy inapropiado para la mujer de un tipo duro.

– Acabo de salvar tu culo de tipo duro, colega -señaló ella.

– Sí, lo hiciste. Recuérdame agradecértelo apropiadamente más tarde.

– Stavros realmente me enfadó esta vez.

Él giró la cabeza y bajó la mirada a su cara pálida.

– Tengo que decírtelo, cariño, cuando te cabreas te pones de lo más atractiva. Ese fuego en el cielo me puso a cien. Si no estuviera tan endemoniadamente cansado, te demostraría cuanto. -Muy gentilmente le limpió la sangre de la cara con la mano-. ¿Tienes alguna idea de cómo de grave está Abbey? Dijo que estaba bien, pero había sangre y, aunque dijo que era un tiburón joven, a mí me pareció un enorme hijo de puta.

Elle presionó la cara más cerca de él.

– Gracias por salvarla.

– Desearía poder atribuirme el mérito. Fueron sus delfines. Vinieron a ayudar justo en el momento preciso.

– Tienen que darle puntos en el brazo, no muchos, pero la herida de la pierna requiere muchos más. Tal vez veinte o así. -Elle frunció el ceño, concentrándose durante un momento, escuchando el flujo de información de sus hermanas-. Su abdomen está muy magullado y tiene unas cuantas cortadas ahí también, pero creen que algo, posiblemente el cinturón de plomos, la salvó.

– Tenía marcas de dientes.

Elle se estremeció y se presionó más cerca.

– Estás todo mojado.

– Y demasiado cansado para hacer nada al respecto. -Le rozó un beso en la cara-. Supongo que podríamos intentar arrastrarnos de vuelta a la casa. -Se quedó en silencio durante un momento-. ¿Recuerdas tu idea de mudarte tierra adentro, lejos del agua? Estoy empezando a pensar que podría ser buena idea después de todo. -Le inclinó la barbilla hacia arriba hasta que sus miradas se encontraron, el breve brillo de diversión se desvanecía en sus ojos-. No va a detenerse, lo sabes.

Ella parpadeó, sus ojos pasaron del verde mar a un místico esmeralda.

– Lo sé. -Suspiró suavemente, sus dedos se deslizaron sobre el traje de neopreno de él, rozándole unas pocas veces, asegurándose de que estaba vivo y bien.

– Llamaré a Dane mañana e informaré. Tal vez podamos juntar nuestras cabezas y se nos ocurra alguna idea para tenderle una trampa. Tiene que haber un modo de atraparle, de conseguir pruebas de las que no pueda escapar. Algo muy público.

Él se quedó en silencio durante un momento, dudando antes de decirle lo que sabía era verdad.

– No dejará de perseguirte, Elle, ni siquiera estando en prisión. -Estaba intentando decirle, sin pronunciar las palabras en voz alta, que sabía lo que había que hacer.

– Jackson, él no lo vale.

lo vales para mí, nena, y más que eso. No puedo permitir que ese hijo de puta te aterrorice durante el resto de tu vida.

– No puedes dejar que te fuerce a hacer algo que sabes que está mal. El asesinato está mal.

– Tendremos que estar de acuerdo en discrepar, yo lo llamaría más bien ajusticiarle.

Elle cerró los ojos.

– Este ha sido un día realmente malo.

– Tarde -corrigió él.

Elle levantó la cabeza para mirarle.

– ¿Qué?

– Fue un buen día, cariño. Disfruté de cada minuto contigo. No tanto con tus hermanas, sin embargo. Creo que pasaré de nadar con Abbey la próxima vez que quiera ir a bucear.

Elle rió suavemente y se apretó contra él.

– Creo que vamos a tener que aprender teletransportación. ¿No sería guay?

La mano de él subió para descansar entre su cabello, masajeándole el cuero cabelludo.

– Ya eres bastante espeluznante, Elle. No necesitas caminar sobre el agua o atravesar paredes.

– ¿No sabes que Sarah es la que camina sobre el agua?

Jackson abrió los ojos de par en par.

– No me digas cosas así.

– Cuando Damon llegó por primera vez al pueblo, oyó todo tipo de rumores sobre Sarah. Al parecer era muy gruñón y tantos rumores le molestaban así que inventó uno propio y éste se extendió por el pueblo como un reguero de pólvora.

Jackson rió.

– Puedo ver a Damon haciendo algo así. -Rodó-. ¿Puedes llegar a la casa?

– Parecer estar muy lejos.

– Mañana, Kate va a tratar de sanar tu talento.

Ella sacudió la cabeza y obligó a su cuerpo exhausto a sentarse. En el momento en que se movió, sintió como si su cabeza explotara. Estaban tan unidos que Jackson se aferró su propia cabeza y casi se dobló en un intento por combatir el dolor y el mareo. Su mirada encontró la de ella.

– No seas testaruda, Elle. No podemos permitirnos más posibilidades de que te quemes completamente. Sigue con esto y acabarás con un daño permanente. Hasta que nos libremos de Gratsos y sus ataques, seguir utilizando tus habilidades y tu cabeza es una bomba de relojería. Lo sabes.

– No quiero ser una bomba de relojería para Kate. Ninguna de nosotras ha intentando nunca sanar una quemadura psíquica. Es mí problema, no el de ella.

– A mí me curó, así que puede hacerlo.

– Cuando Libby cura, toma una parte de esa enfermedad o herida en sí misma y su cuerpo tiene que tratar con ella. Probablemente sea igual con Kate. No estoy intentando ser testaruda, Jackson. Simplemente no podría soportar que algo le ocurriera a ninguna de ellas por mi culpa.

Él se agachó en la arena junto a ella y le enmarcó la cara con las manos.

– Si no permites que lo intenten, ni siquiera en pequeños incrementos diarios, sólo un poco cada vez para acelerar el proceso, todos estaremos en peligro. Cada vez que él llega hasta nosotros y obtiene sólo un poco de éxito, eso le fortalece y nos debilita. Esta vez le enviaste un mensaje de mil demonios. Dondequiera que esté, tuvo una reacción violenta. No hay forma de que no haya sido así y no estás para nada cerca de tus plenas facultades. Te necesitamos en esta lucha, Elle. Vas a tener que dejar que Kate lo intente.

– Pensaré en ello. -Cuando él continuó mirándola suspiró-. Lo prometo, Jackson. Hablaré de ello con Libby y Sarah y veremos qué dicen antes de preguntar a Katie. Matt es muy protector con Kate y podría poner objeciones.

– Todos ponemos objeciones a las cosas que hacéis vosotras las chicas, pero lo hacéis de todos modos. Si Kate decide que puede curarte sin dañarse a sí misma, nada de lo que diga Matt la hará cambiar de opinión. -Jackson la cogió de los hombros y la ayudó a ponerse en pie.

Elle se tambaleó inestablemente, su cabeza le gritaba.

– Voy a tener que recostarme.

– Yo también. Entremos en la casa por si Gratsos intenta algo más.

– No creo que Stavros esté en forma para intentar nada contra nosotros durante un rato. Va a necesitar un poco de atención médica. -Elle le sonrió burlonamente.

Jackson le rodeó la cintura con el brazo más firmemente y empezó a llevarla hacia la casa. Bomber se colocó en posición a su costado, con el cuerpo relajado, lo cual ayudó a Jackson a respirar un poco más fácilmente. Si Elle decía que Gratsos estaría fuera de combate durante un rato, deseaba que fuera cierto, pero no iba a arriesgarse. Ese hombre seguiría viniendo a por ellos.

– ¿Vas a dejar que tu contacto sepa que estás a salvo? ¿Estás segura de la sabiduría de eso?

– Tengo que hacerlo, Jackson. No es justo para él y podría ocurrírsele un plan que nos ayudara con Stavros.

Jackson permaneció en silencio. Tenía su propio plan para Gratsos y éste no incluía permitir a ese despojo de ser humano vivir.

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